Amor a la luz de la luna

Ya era de noche cuando el vehículo se detuvo lentamente. En pleno campo, donde tan solo la luna era testigo de lo que dentro del coche ocurría. Relato erótico gay

Amor a la luz de la luna

Ya era de noche cuando el vehículo se detuvo lentamente. En pleno campo, donde tan solo la luna era testigo de lo que dentro del coche ocurría.

_. Ya es de noche, pero aún se ve la belleza del paisaje, de la misma manera que percibo la tuya- Le dice al oído al muchacho el hombre maduro que lo acompaña y a sus palabras acompaña con un mordisco en la oreja, mientras una mano acaricia el cuello del joven. Este no puede hacer otra cosa que cerrar los ojos dejándose llevar por el estremecimiento que la caricia le produce.

También empieza a disipar los temores que llevaba con él cuando acudió a la cita. Ahora estaba tranquilo y solo tenía que dejarse llevar, que era lo que más deseaba.

La música de Blackmore’s Night suena en la radio del coche, acompañando las palabras que con una dulzura inusitada le dice el hombre al joven, mientras le une los besos y caricias que lo hacen sentirse como un cuidado juguete; y eso es lo que quiere.

Unos labios que recorren la cara, el cuello, la boca y las manos que acariciando lentamente vas desposeyendo de la ropa al muchacho. En unos instantes, en los que este no ha dejado de temblar, su joven cuerpo desnudo queda a merced del hombre, que aunque sabe que es lo que este anhela, quiere retrasar el momento. Hacerlo más lento, cariñoso y erótico.

Un velo blanco, que en un instante está entre sus labios mientras se besan, pasa a ser la venda que ciega los ojos del muchacho. Luego una cinta blanca une sus muñecas dejando las manos atadas por detrás del asiento del coche. El hombre, después de atarlo, se quita la ropa y comienza acariciar y besar lentamente la piel del muchacho. Sus manos recorren todo su cuerpo, desde el cuello hasta los pies. Se detienen allí donde provocan más convulsión y gemidos en el joven y después esta allí su boca, besando lo que antes había acariciado.

Cuello, pecho, cintura, piernas y sexo son acariciados y besados, entreteniéndose mucho más en el pubis del joven y parando justo cuando los gemidos indicaban la evidente explosión del orgasmo del chico.

Aún no es el momento. El joven con el pene erecto reclama el tacto para que la ansiada eyaculación le llegue, pero el hombre, ante esa súplica y colocando la mano en la boca del joven, sitúa su miembro en el ano del chico, empuja fuerte insertándolo dentro del mismo. El chico grita, primero de dolor, pero unos segundos después del placer que le produce el ser penetrado.

Le están haciendo el amor, lentamente, sin prisas mientras no para de besarle, tocarle y susurrarle al oído palabras cariñosas. Sigue así durante un tiempo interminable en el que el muchacho se amado e idolatrado y su ano, quiere conservar siempre dentro del, el miembro de su amante.

Tiempo después, en el que el chico ha creído haber tenido varios orgasmos sin eyacular, le llega el orgasmo al hombre.

Retira el pene de dentro del chico y mientras le mordisquea el cuello le dice _. Ahora te toca a ti.

Se agacha sobre el miembro del muchacho y acariciándolo saca una prenda intima con la que le viste. El chico no sabe que es, pero nota su suavidad y eso le estimula. El hombre le retira el miembro por un lado de la prenda y su boca comienza a chupar del, hasta que lo tiene considerablemente erecto. Un instante después se coloca encima y se lo introduce dentro de su propio ano. El muchacho inicia una protesta pero un beso en la boca le impide continuarla.

El hombre se mueve para sentir y hacer sentir al joven el amor y este, que ya no puede contenerse más, estalla en un tremendo orgasmo que por unos segundos lo deja casi sin sentido. Después, mientras intenta evitar inútilmente que unas lágrimas salgan de sus ojos, sonríe, ofrece sus labios al hombre y después de ser besado, susurra `gracias ´ y esta palabra suena como una canción de sentido amor.

El hombre lo desata, le quita la venda y permite que vea que es lo que tiene puesto. El joven mira y se ve con una braguita blanca, como único ropaje. Un tono rojizo cubre su cara, pero después sonríe y dice;

_. Pues no me sienta mal. ¿Verdad qué estoy bonita?-

Un cálido beso y el preludio de otros instantes de amor es la respuesta.