Amor a distancia
Cuando la tecnología se pone a disposición de los juegos sexuales de una pareja, pueden surgir situaciones inesperadas.
Bum, descarga. Muerde sus labios con fuerza para ahogar el gemido inesperado que le ha causado el vibrador hundido entre sus piernas. Bum, descarga. Aprieta sus muslos, se agarra a la mesa y con los ojos llorosos maldice y bendice a su amante al otro lado del aparato, que la controla a distancia sentado en su sofá a kilómetros de allí lamentando su ausencia.
Bum, descarga, y a su mente vuelven los recuerdos de la noche anterior, esposada a la cama, con los ojos vendados y un vendaval de pasión y lujuria derramada sobre ella, lamiendo lo inesperado de su cuerpo, atacando su sexo con denuedo, acariciando sus pechos, devorando sus pezones recubiertos de nata. Bum, descarga, aún siente el peso de su cuerpo sobre su vientre, aún se siente vulnerable cuando recuerda cómo le abrió las piernas y la penetró sin pausa, arrancándole jadeos y flujos, haciéndola arquear la espalda; cuando tras embestirla con fuerza le arrebató la venda y la miró a los ojos y con un profundo beso le dijo te quiero, cuando sacó un objeto parecido un mechero y se lo introdujo en el sexo mientras la acariciaba. No te lo quites, le dijo, lo controlaré a lo lejos cuando estés en el trabajo mañana.
Bum, descarga. Vuelve a estar en su mesa, bastante desordenada. Y ya no puede más, sus muslos chorrean, su cara la delata. Sale de su despacho para hacer una pausa. Se dirige con presteza hacia su casa, donde su amante la espera deseoso de amarla.
Abre la puerta del piso, ansiosa, dispuesta a devorarlo de un bocado pero en lugar de su cuerpo, su pene enhiesto, su pecho fuerte y su sonrisa franca, encuentra una nota: "Tuve que salir muy temprano por una urgencia. Volveré al anochecer. En la nevera aún queda tarta". Se dirige extrañada hacia su habitación y allí sobre la cama junto a la almohada, se encuentra a su gata que sobre el placentero mando reposa su pata. Bum, descarga.