Amob
¿Qué hay de cierto en las citas a ciegas? La encontré en una página de contactos; pasamos juntos 18 horas y desapareció sin dejar rastro; pero valió la pena.
Este era su perfil acompañado de un par de fotografías donde solo mostraba casi todo su cuerpo elegantemente vestida.
AMOB 46 años
Barcelona
Estado civil: Casada
Ojos: Avellana
Pelo: Castaña
Constitución Delgada
Altura: 172 cm
Soy curioso por naturaleza y hace unos meses me registré en una página de contactos gratuitos precisamente por ello aunque no aporté datos significativos; edad estatura gustos y población. Prefiero omitir a mentir.
Me llegó un mensaje que supuse el mismo que a otros usuarios con quienes coincidiera el abanico de edades: que en mi caso es real; entre los veinte pocos y cincuenta y muchos.
( Si estás interesado en conocerme solo tienes que contestar y hablamos.
Un saludo.)
Respondí con un (hola) convencido que se trataba de una pérdida de tiempo y añadí a mi perfil que soy autor de algunos relatos que publico en una página erótica y para mí sorpresa; un par de días después al llegar al trabajo encontré respuesta en un correo enviado a la dirección que aparece en dicha página.
— C omo digo en mi perfil soy una mujer casada de 46 años; he leído que tienes 38 y me gusta cómo te defines. Me gustaría saber algo más de ti y estoy dispuesta a responder a cualquier cosa que preguntes.
Fui muy directo. — Si te parece podemos quedar para tomar un café donde prefieras; considero que el cara a cara es lo mejor si queremos ser serios.
Continué con mi trabajo y apenas media hora después me llegó la respuesta.
— Estoy de acuerdo. Lo mejor es vernos y puede ser a tomar un café como dices. Tengo las tardes libres desde las dos hasta las ocho o las nueve; dime en que zona podemos quedar y me desplazaré porque por el momento lo prefiero.
Un café no comprometía a nada y era un buen principio; por la forma de expresarse parecía una mujer culta y eso siempre es un punto favorable aunque no tiene nada que ver con la actitud ante el sexo y se me ocurrió algo brillante.
— ¿Puede ser hoy mismo? Mañana por la tarde viajo a Londres hasta el próximo martes. Su respuesta fue inmediata.
— Dime dónde y a qué hora quedamos.
A tres manzanas del despacho hay un hotel en el que alojamos a los posibles clientes que nos visitan para conocer nuestras instalaciones y a los que ya lo soy y de vez en cuando nos visitan; en la parte de atrás del mismo hay un restaurante cafetería en el que suelo comer con frecuencia.
Le di le dirección y es donde quedamos esa tarde a partir de las cuatro y media.
También de inmediato respondió que allí nos veríamos. No nos habíamos descrito más que en el perfil pero supuse que sería fácil reconocerla; llamé al hotel y hable con Bruno: el recepcionista de día.
.-Puede que necesite una habitación para esta tarde; prepara la ficha y ten lista la llave; pasaré a recogerla a eso de las cuatro y si al final no la necesito supongo que no habrá problemas. Bruno es un tipo avispado al que no hay que dar explicaciones y su respuesta fue la lógica.
.-No se apure; tendrá lista la habitación y la llave; el cava que encontrará si llega a emplearla va por cuenta de la casa y si por alguna circunstancia me devuelve la llave sin haber utilizado la habitación no habrá coste alguno.
Las horas pasaban lentamente; era la primera vez que me sucedía algo así; por lo general era yo quien organizaba la caza cuando una mujer me interesaba o eran, la hermana amiga marido novio o amante quien facilitaba las cosas pero esto era diferente y estaba entusiasmado a la par que expectante.
Salí de trabajar a las dos y después de comer en la cafetería como otros días me fui al hotel donde bruno me entregó la llave comentando que había rellenado una ficha con mis datos por si empleaba la habitación; la cual destruiría si no era necesaria. Le agradecí tanto el detalle como su discreción y volví a la cafetería poco antes de la hora acordada; me sirvieron un armañac que estaba saboreando en la barra cuando apareció una mujer que llamó la atención de los parroquianos que había en el local. Vino directamente hacia mí y preguntó.
—¿Habíamos quedado? Si claro; a las cuatro y media y veo que eres puntual. Nos dirigimos a una mesa y aparté la silla para que se acomodara; su elegancia y porte era de toda una señora y como tal pretendía tratarla; le pregunté qué le apetecía tomar y acompañó sus palabras con un gesto.— Lo mismo que tomas tú.
Cuando la camarera se retiró pregunté por iniciar la conversación si había tenido dificultades para llegar y sonriendo me aseguró que no y continuó.
— Estoy segura que tienes muchas preguntas aunque sé que no las harás todas y por tanto voy a tratar de hacer un pequeño resumen. Soy una mujer felizmente casada a la que desde hace un año el mundo la agobia. Mi marido se considera tiene algunos años más que yo y está sano pero ha dejado de tratarme como mujer y ahora solo somos compañeros.
No tenemos hijos y mi trabajo es lo único que me proporciona alguna satisfacción; desde hace unos meses me planteo tener una aventura; más que nada para sentirme viva pero no busco un con lo que eso conlleva; horarios confianza sentimientos compromiso y al final decepción al comprobar que no es más que una mentira; una gran mentira donde los sentimientos son falsos y no quiero hacer daño a nadie porque en realidad a quien amo y amaré siempre es a mi marido junto al que pienso envejecer cuando llegue la hora pero no antes.
Una aventura que me haga vibrar pero no me atrae el sexo mecánico; el
Nos quedamos en silencio unos instantes y al fin preguntó qué opinaba. Me parece razonable. — respondí mientras ella tomaba un sorbo de armañac frunciendo el ceño.
Alargando una mano sobre la mesa dijo. — me llamo Nadia y espero de ti al menos comprensión. ¿Tengo alguna posibilidad de conseguirla? Tomé la manos entre las mías y acariciándola respondí que mi nombre era Marc y le brindaba mi amistad y que trataría de ganarme el derecho a serlo también para ella. Se soltó de mis manos y supuse que algo no iba bien pero lo que hizo fue sentarse a mi lado y pasando un brazo sobre mis hombros me besó en la mejilla y después murmuró en mi oído. — ¡Espero que me estés ofreciendo una amistad con derecho a roce!
Por primera vez desde que apareció esa mujer valoré su físico; tan solo había reparado en su elegancia; y la forma en que hablaba y se comportaba me habían despistado del verdadero motivo que la había traído; el pecho que aplastaba contra mi costado transmitía calor y las formas que se intuían bajo el elegante vestido me animaron a preguntar.
¿Qué quieres hacer? Estoy a tu entera disposición. — se apartó de mi sentándose de una forma más y respondió mirándome con unos preciosos ojos color avellana.
¡Háblame de ti! Me interesas como persona y si vamos a ser amigos quiero saber algo de ti ya que conoces mucho más de mí que la mayoría de mis amistades, pero sería mejor ir a un sitio más íntimo. ¿Conoces un lugar así? No sé si hoy tendremos sexo pero quiero saber si has contemplado la posibilidad y preparado un escenario apropiado.
— le mostré la tarjeta llave del hotel y me levanté tendiéndole una mano que tomó para ayudarse y que no soltó; la llevó a su cintura para que la sujetara y caminamos así hacia la salida; hice un gesto a la camarera para que anotara las copas que ya pagaría en otro momento como había sucedido en muchas otras ocasiones en que podía distraer la atención debida del anfitrión a sus invitados.
Caminamos en silencio hasta el cercano hotel y cruzamos la recepción sin acercarnos al mostrador desde el que Bruno nos miró disimuladamente. En el ascensor sonrió pero continuamos en silencio y al entrar en la habitación se me abrazó y susurró junto a mi oído. ¡Lo has hecho muy bien! Muchas gracias por hacerme sentir deseada.
Se apartó quedando en pie frente a mí; la tome de las manos y la guie hasta una butaca donde la hice sentar; descorche el cava y serví dos copas y antes de beber brinde.
a lo que ella añadió. apuramos las copas y me senté frente a ella preguntándole lo que le gustaría conocer sobre mí.
Quiero que me cuentes como es tu vida si no te molesta y me refiero a la socio-sexual. En el perfil te muestras como soltero pero dudo que estés completamente solo y creo que conocer la historia alguna de tus conquistas seria el modo.
En realidad soy divorciado pero de esa época no quiero hablarte al menos por el momento; recuerdo con alegría encuentros más o menos fugaces con mujeres muy especiales porque para mí todas lo han sido de un modo u otro, así como la forma de conocerlas y acercarme a ellas.
¿Cómo lo haces? Dame un ejemplo. — inquirió. He de confesar que no todas han sido por méritos propios; la mujer que me mostró lo que es el sexo me la proporcionó sin pretenderlo mi madre cuando tenía apenas 14 años pero eso te lo contaré con detalle más adelante si se da el caso; respeto a las mujeres de mis amigos aunque alguna no me ha dado opción a pesar de esforzarme.
Publique mi primer relato erótico hace unos seis años y desde entonces me han sucedido cosas muy curiosas; algunas personas me preguntaban si podía escribir sobre sus experiencias o fantasías; cosa que he hecho con gusto y que me ha dado la oportunidad de conocer personas muy peculiares; el esposo en una pareja de Tarragona me pidió ayuda: según él que tenían al principio de la relación se estaba apagando y quería que tuviera una aventura con su esposa para demostrarle que estaba dispuesto a para hacerla feliz.
Después de intercambiar correos y hablar por teléfono varias veces con él me pidió que lo hiciera con ella; Ágata resultó ser una mujer estupenda y muy simpática; me sorprendió al confesarme que jamás había tenido una aventura y dudaba que su esposo la hubiera tenido; pero como se sentía tan inseguro aceptaba su propuesta de pasar un fin de semana conmigo incluso sin habernos visto; confiaba ciegamente en el criterio de su esposo.
Tienen una casita en la playa de Salou; quedamos para almorzar un sábado en el restaurante y mientras degustábamos una estupenda caldereta de pescado charlamos como amigos sin comentar nada respecto a lo que sucedería cuando nos separásemos y después de tomar el café y una copa el marido se despidió marchando con su moto; Ágata me guio hasta la casita y antes de entrar le pregunté si estaba convencida: me aseguró que si y pasamos la tarde en la cama; nos duchamos para salir a cenar y después me llevó a una apartada zona de playa desde la que vimos salir la luna llena mientras hacíamos el amor; aquello no fue y de regreso a la casita me confesó.
• Si me pidieras que lo dejara todo para irme contigo lo haría pero creo que eres mejor persona de lo que tú mismo crees ser. Gracias por ser como eres. Hazme feliz otra vez y te juro que mientras me visites de vez en cuando no dejaré a mi marido al que trataré de satisfacer tanto como a ti.
Esa noche Ágata se comportó como una fiera; el domingo por la tarde la acompañé hasta su casa en Tarragona y desde entonces nos vemos un vez cada ocho o diez semanas y suele ser el marido quien llama para quedar; almorzamos o cenamos los tres juntos y después ella y yo nos vamos a la casita de la playa; él nunca ha intentado asistir al encuentro.
Bueno. — exclamó Nadia y prosiguió; ahora te toca hacerme feliz a mí.
No conocía sus gustos así que pensé en comenzar de modo tradicional y ya vería como respondía; aparentemente era su con un extraño. Busque sus labios que me ofreció sin resistencia pero no se la veía entregada así que comencé a acariciarla al tiempo que mordisqueaba sus labios; solté la cremallera del vestido y aparté los tirantes. Abandone sus labios para besar su cuello y entonces suspiró echando la cabeza atrás; ese era el momento y lo aproveche; baje el vestido hasta la cintura al tiempo que dejaba un reguero de besos del cuello al hombro retorciéndome para continuar hasta el pecho que había dejado al descubierto. Nadia tomo mi rostro entre sus manos para besarme entonces sí: con gran intensidad y se desató el huracán; convencido qué era lo mejor, la deje hacer; se apartó lo justo para tironear de su vestido hasta hacerlo caer a sus pies y tras retornar a su frenesí unos instantes tiró de mi camisa para sacarla arrancando varios botones. Mordisqueó mis pezones como una posesa al tiempo que atrapaba mi verga tras soltar el cinturón; esa mujer necesitaba alguien a quien satisfacer y había sido el afortunado. Traté de apartarme un poco para intentar devolverle las caricias pero no lo consintió; me empujó hasta hacerme caer sobre la cama de una forma poco delicada; tiró de mis pantalones hasta sacarlos completamente y separándome las rodillas se arrodilló entre ellas y comenzó primero a besarme el vientre y después a acariciarme el capullo con sus pezones; después lo atrapó con sus labios y estuvo jugando con él llevándome al límite; cuando creí que me corría paró; se tendió a mi lado y abrazándome susurró.
— Quiero que sepas de lo que soy capaz si aceptas lo que te ofrezco. Ahora es tu turno.
No me precipité; me giré lo suficiente para poder besarla mientras trazaba espirales sobre sus pechos con una uña; eso la excitó mucho más de lo que ya estaba; a continuación me arrodille a su costado y besé cada centímetro de su fina piel; llegue al interior de los muslos donde me entretuve hasta oírla farfullar con la voz entrecortada
•No me hagas sufrir más.
Sin prestar atención a tal recomendación separé sus labios mayores con los dedos y sople sobre el enhiesto e inflamado clítoris que asomaba de su prepucio; lo atrape con mis labios presionando y sorbiendo hasta notar que se tensaba y poco después aparecieron los primeros espasmos del que fue su primer orgasmo.
La mayoría de mujeres no saben que son multiorgásmicas porque nadie las ha ayudado a descubrirlo y eso es algo en lo que mi insistió dejándomelo muy claro.
Continúe acariciando tanto el monte de venus como los pezones llevándola a un segundo orgasmo que la hizo bramar; antes de que se extinguieran los temblores que sacudían su cuerpo la cubrí con el mío y lentamente la penetré hasta la mitad quedándome quieto mirando sus ojos entrecerrados hasta que reaccionaron y al fijar su mirada en la mía empujé con violencia arrancando de su garganta un involuntario jadeo. Los sucesivos caderazos la llevaron con facilidad a un tercer orgasmo y al no cesar en mi empeño; las réplicas y últimos espasmos se fundieron con el siguiente. Con sus uñas arañando mi espalda y sus piernas rodeaban mi cintura; al fin y después del enésimo orgasmo me corrí llenándola de esperma que chapoteaba entre ambos y de súbito cesó su presión sobre mí y así supe que había logrado lo que con pocas mujeres consigo y que considero mi mayor triunfo; conseguir que se desvanezcan momentáneamente.
Me quede quieto observándola y cuando reaccionó y logro articular palabras preguntó. ¿Qué me has hecho?
Nada que no merezcas ni de lo que hayas sido capaz toda tu vida.— respondí con toda sinceridad. Quedamos abrazados mucho rato; no parecía querer romper la magia del momento y a mí me satisfacía pero miré mi reloj.
Es tarde y has de marchar. — a lo que Nadia respondió sonriendo.
No te apures por eso; en realidad dispongo de toda la semana y si cenamos juntos trataré de convencerte para que me dejes acompañarte en tu viaje a Londres o donde sea que vayas si es que ese viaje es real.
Es real; te lo aseguro. — no quise atosigarla con preguntas; de hecho no me importaban sus motivos para su mentirijilla y estaba seguro que después de lo vivido me lo contaría; así que al rato nos levantamos de la cama y tomamos una larga ducha; mientras se secaba el cabello llame a recepción y pregunté a Bruno si podía proporcionarme una camisa talla 43~44.
¡No hay problema! ahora mismo se la subo. — respondió solicito. Unos minutos después sonaron unos golpecitos en la puerta y el propio Bruno me entregó la caja con la camisa sin pronunciar palabra.
Fuimos a un bullicioso restaurante del puerto olímpico y mientras esperábamos Nadia se explicó.
Lo de que tenía tiempo hasta las ocho o las nueve era por si el encuentro no resultaba como esperaba poder escabullirme sin tener que dar escusa alguna. Y en cuanto a que dispongo de toda la semana es porque mi esposo está en Pakistán en viaje de negocios. Le pregunté si podía acompañarlo y me contestó que era un gasto innecesario y que además me aburriría sobremanera porque no dispondría de tiempo para acompañarme a hacer turismo y es un país peligroso para una mujer sola.
Después de cenar paseamos por el paseo marítimo tomados de la mano como una pareja más; se me abrazó a la cintura y apoyando su cabeza en mi hombro preguntó con voz melosa. ¿Me dejaras acompañarte? Conozco algunas zonas de Londres y el tiempo que estés ocupado por tu trabajo lo emplearé para: además de conocer otros rincones hacer algunas compras; como mi esposo marchó ayer, hasta el miércoles o jueves no regresara; así que disponemos de cinco días y si nos queremos quedar algún día más tampoco hay problema por mi parte porque me los deben y a Carlos no le importa lo que haga como te dije esta tarde.
Acepté de buena gana y paramos en una glorieta de autobuses; sentados en el banquillo modificamos mi reserva e hizo la suya para poder viajar en asientos contiguos; regresamos al hotel y estuvimos despiertos hasta la madrugada; a media mañana nos levantamos y salimos a desayunar; como teníamos bastantes cosas que hacer quedamos en encontrarnos en el aeropuerto y nos separamos; ella fue a su casa a por algunas cosas y yo pasé por el despacho a recoger la documentación y unos pendrives con la información que necesitaba y más tarde a mi casa a por el equipaje; en el aeropuerto coincidí con Lola: una amiga que iba acompañada y tan solo me saludó con la mano pero quedo claro que debía llamarla en cuanto tuviera oportunidad.
Llegó la hora de embarcar y Nadia no apareció; durante la semana trate de no pensar en ella y me ayudó bastante Seelie; la ingeniera que asignara para que me acompañara a las diversas entrevistas que mantuve en cuatro de los cinco centros que visite. Al terminar la primera jornada esa mujer con la cara llena de graciosas pecas y el cabello rojo como el sol al atardecer me invitó a tomar una pinta en el pub que solía frecuentar.
Se nos hizo tarde además de que ninguno de los dos estábamos en condiciones de conducir y pasé la noche en su apartamento; esa tarde pasamos por el hotel para recoger mi equipaje y puedo decir que a partir de ahora me resultaran menos penosos esos viajes; me aseguró que desde que la descubrió hace cuatro años pasa los veranos en Ibiza y hemos quedado para vernos en agosto.
De regreso en Barcelona traté de localizar a Nadia pero había cerrado sus cuentas tanto de correo como de la página de citas; pasé por el hotel para liquidar la cuenta de la habitación y pedirle a bruno que si aparecía me avisara; hice lo mismo en el restaurante; han pasado tres semanas y no he sabido nada.
Gracias Nadia. ¡Lo pasamos muy bien!
©PobreCain