Amo ser esclava de la amante de mi esposo (3)

Erika me trata como una verdadera perra y me encanta.

Esta es  la tercera parte de  los relatos de “amo ser la esclava de la amante de mi esposo”

Yo soy Helena tengo 27 años  y estoy casada con Carlos de 30 años y esta es la historia de nuestra vida con Erika de 18 años.

Después de lo que había pasado y que Erika se diera cuenta del poder que tenia sobre mí, era justo el empujón que ella necesitaba para liberar toda esa malicia que tenia dentro, bien dicen que si quieres saber cuánto es capaz de hacer alguien basta con decirle que lo que haga no tiene consecuencias.

Mis días ya eran  todos como aquel día, Erika no me bajaba de Perra de estúpida y de cualquier otra cosa que se le corriera, pero la verdad cada palabra que salía de su boca me hacía temblar, verla disfrutar de llamarme así hacia que deseara que me dijera más cosas, las cosas no habían cambiado mucho, me insultaba me pegaba y yo disfrutaba muchísimo de todo, pero estaba dándome cuenta de que ella cada vez le interesaba menos el pegarme y decirme cosas, poco a poco se empezó a aburrir de hacerme lo mismo.

Era ya de tarde y Erika estaba dormida en mi cuarto, mientras yo lavaba su sopa,  cuando escuche un carro y me di cuenta de la hora, era mi esposo que llegaba de trabajar, entró a la casa y después  gritarme para que fuera  me dijo:

-¿helena donde esta mi princesa?

  • está dormida, ya sabes que le gusta dormir en la tarde.

Apenas termine la frese y escuche el grito de Erika mientras bajaba las escaleras.

Hola guapo,  que bueno que llegaste, te extrañaba mucho.

Erika bajo con un conjunto de ropa interior rosa que le había comprado mi marido el día de ayer.

-Te ves algo cansado, ¿quieres que tu princesa te quite lo cansadito?

Mi esposo no contesto nada solo la miro y le sonrió antes de comerle la boca con un beso.

-Bueno pero que mala educación la mía, si antes hay que preguntarle a tu esposa.

-¿Helena quieres que le quite el entrés a tu esposo?

Rápidamente conteste que sí.

-¿Si qué?

Si quiero que cojas con mi esposo para que se le quite el estrés.

Erika si rio y mirando a  mi esposo le dijo:

-ay no, me encanta, si a la perrita solo le falta ladrar.

-  es  más, ándale perra ladra para mí.

Nunca me había pedido eso, la excitación que me hacía sentir el momento me dejo aturdida y no reaccioné hasta sentir la mano de Erika  jalándome el cabello, entonces sin hacerla esperar empecé a ladrar como una autentica perra, mientras ella se divertía de la escena y se reia y burlaba de mi.

-Bueno mi amor vamos que esta princesa quiere comer- le decía Erika a Carlos mientras le acariciaba el pene  que sobre su pantalón.

Ven perra quiero que veas lo rico que me coge tu esposo.

Me puso de rodillas sin soltarme del cabello y empezó a caminar mientras yo la seguía al cuarto estirada de mi cabello como si fuera una corea.

Me sentó en el piso frente a la cama y me dijo:

-quédate aquí, quiero que me veas gemir.

Yo estaba disfrutando de cada detalle, verla a ella actuar así conmigo, que me hiciera ladrar y que me  arrastrara hasta el cuarto del cabello como una verdadera perra me tenía con mis jugos deslizándose por mi pierna.

Erika tumbo a mi esposo en la cama y le saco el pene que para ese momento lo tenía como una piedra que apuntaba al techo,  se los empezó a masajear y sin ningún aviso se lo metió en la boca  hasta la mitad, la verdad que el pene de mi esposo no era nada despreciable ni fácil de tragar con sus 18cm, eran un buen bocado; Erika  se lo chupaba  como si fuera la mas deliciosa de las paletas, mientras no me quitaba la vista de encima.

Después de un rato  en el que Erika le recorrió a mi esposo el pene con la  lengua , Carlos se  levantó y tirando a Erika bruscamente sobre la cama la puso boca abajo, le quito su calzoncito rosa y   le paro bien el culo para empezar a lamérselo, los lengüetazos de mi esposo en el culo de Erika la estaba  volviendo loca, y sus gemido me estaban volviendo loca  a mí, yo ya tenía los calzones de Erika en mi nariz y respiraba el aroma de mujer, mientras escuchaba y veía como Carlos la hacía gozar.

Después de que mi esposo saboreara el culito de Erika durante un rato y que a mí se mi hiera agua la boca de verlo, Carlos  tomo su pene y lo coloco en la entrada de del culito de Erika de fue metiéndolo poco a poco, Erika arqueaba su espada con cada centímetro que entraba en ella, yo ya no podía mas y  tenía tres dedos dentro de mí y me los metía freten ticamente,  calos   ya tenía todo el pene entro del culo hermoso de  Erika, y la estaba  haciendo gozar como nunca y a mí me tenia súper feliz la escena, no había nada que me pusiera  más feliz y satisfecha que ver a Erika gozar y feliz , nunca pensé que algo así  fuera posible pero me importaba muy como todo lo demás con tal de ver a Erika disfrutar de algo.

Los gemidos de mi hermosa  Erika resonaban por todo el cuarto, era más hermosa canción.

-Aaaaah si, si rómpeme el culo así aaaah.

-Si mi amo  aaahh  cógeme asiiiii.

  • aaaah sii la casi me vengo.

  • siiii lléname el culo de lechita, quiero sentirme toda llena.

Mi esposo se corrió dentro de su culo y  luego dentro de su vagina, estuvieron cambiando de posiciones durante un muy buen rato mientras yo me corrí como 4 veces viendo la escena.

Al final mi esposo se fue a bañar dejando a Erika toda cansa con las piernas bien abiertas sobre la cama.

Erika me miro y me dijo:

¿Te gusto verme gritar perra?

Yo más la mayor excitación del mundo le dije:

Siiiiii me gusto mucho.

Ven para acá perra asquerosa.

Si  perder ni un segundo me fue a gatas hasta estar junto a la cama.

Se sentó en la orilla y me metió una cachetada que casi me tumba los dientes.

-¿Quién eres?

-soy tu perra Helena

Me metió otra cachetada y me sostuvo fuerte mente del cabello.

-¿Quién eres?

Al terminar la pregunta me escupió en la cara y esperó mi respuesta.

Yo no sabía que contestar no sabía qué era lo que quería exactamente que le dijera, entonces le conteste tratando de ser lo más humillante.

-Soy tu perra estúpida, soy una asquerosa, una mierda.

Erika me sonrió y me dijo que abriera bien la boca, abrí la boca mirándola a  los ojos y ella junto saliva en su boca y me la escupió dentro y yo me la trague con gusto, el sabor de su saliva me hizo  temblar, una corriente paso por toda mi espalda.

Entonces  me dijo ahora vamos a darte de comer, y se abrió de piernas quedando mi cara a centímetros de si vagina y entonces vi como el semen de mi esposo salía poco a poco de de su rajita.

-Vamos perra es hora de tu comida.

Y sujetándome fuertemente del cabello me hundió en su entrepierna y yo no  lo pensé y empece a lamer esa vagina tan hermosa  y a tragarme todo ese semen que salía combinado con los jugo de mi hermosa reina.

-si perra así, se ve que tenias hambre, que rico perra así comételo todo.

Estuve saboreando la vagina de Erika y no podía creer lo rico que sabía, era lo mejor del mundo, podía y quería quedarme ahí lamiéndola por siempre, entonces Erika me empujo con fuerza y rudeza para atrás y me dijo:

-ahora sigue el postre perrita.

Entonces se dio la vuelta y mostrándome el culo yo  metí toda mi cara entre sus nalgas y empecé a lamerle ese culo hermoso, que equivocaba estaba al pensar que su  vagina era lo más delicioso que tenia, sin duda el culo de Erika era  realmente delicioso, Érika tomo mi mano y la llevo a su vagina y yo entendí que quería que le metiera mis dedos.

Estuve así en la gloria lamiendo ese rico culito hasta que sin aviso   empujo con una patada en el pecho, que me hizo caer en al suelo.

-Ya comiste suficiente perra, pero me gusta ver que eres obediente y que lo haces con gusto, eh estado visitando paginas de esclavas y esas cosas, y tengo unos planes para ti, me voy a divertir mucho contigo perra.  ¿Quieres que me divierta con tu cuerpo asqueroso?

-siiii

-¿y así se piden las cosas? Si de verdad hasta para pedir las cosas eres pendeja.  Suplícamelo mientras me besas los pies y esta es la última vez que te digo como se piden las cosas.

-si  mi reina, se  lo suplico quiero que ser divierta conmigo, quiero hacerla mi feliz y que me use como  lo deseé.

Cuando me acerque a besarle los pies  y sin dejar de suplicarle que me convirtiera en su juguete, ella me metió una patada en la cara, y yo entonces me  hice para atrás y me quede callada.

-¿acaso te dije que  pararas?

Me acerque de nuevo a sus pies y seguí rogándole mientras  entre patadas y galones de cabello trataba de besarle los pies como me había ordenado.

-okay, serás mi juguete, eres una basura pero no tengo nada mas. Puede que sirvas para algo.

-y ya lárgate que quiero dormir y ve a hacer algo de provecho.

Y tronándome los dedos y corriéndome de cuarto a patadas Salí de ahí a gatas  completamente humillada en todos los sentidos posibles, pero excitada, feliz y satisfecha y me sentí orgullosa  de ver como mi reina como mi ama.

Espero les haya gustado esta tercera parte. :)