Amo primerizo

Un amo que domina por primera vez, sus miedos y fantasias se hacen mas palpables que nunca.

  • Hola perrita, estoy deseando verte-

  • Yo también amo-

  • Te espero en mi casa a las 10, no llegues tarde. Las bolas chinas deben de estar en tu coñito, y nada de ropa interior.-

-Si amo.-

Colgué. Estoy seguro de que ha notado el nerviosismo en mi voz. Decido seguir colocando las velas por todo el cuarto, algo que por los relatos que nos hemos mandado por e-mail, se ha convertido en mi sello. Treinta velas forman un camino desde la puerta hasta el salón, formando un círculo al final. Toda la sala está iluminada por otras quince velas de mayor tamaño. Estoy sudando de una manera impresionante, la ropa se me pega dejándome una sensación desagradable en todo el cuerpo. Decido meterme en la ducha para despojarse de él.

Al coger el jabón me percato de que me tiemblan las manos. << Menudo amo soy, ¿cómo es posible que esté tan nervioso?>> Me termino de duchar y me pongo una bata blanca. Falta una hora para que aparezca mi perrita. Repaso los instrumentos que he comprado. Unas esposas, pañuelos de seda, una fusta, cremas para masajes, un consolador, unas pinzas, una cuerda y un collar de sumisa con nuestros nombres. No se que utilizaré esta noche, tengo una ligera idea de lo que va a pasar, pero en estas situaciones no se puede planear nada.

Coloco un sillón en el centro del círculo de velas, me siento en él con la fusta en la mano y espero a que aparezca mi sumisa mientras me fumo un cigarro. A las diez suena el timbre de la puerta. Mi cuerpo se pone tenso <>

-Pasa, te estaba esperando- ¿Ha temblado mi voz?

Escucho abrirse la puerta, seguido de un ah de sorpresa. Es su voz, sonrío. Escucho sus zapatos de tacón alto acercarse muy despacio. La veo entrar en el salón me quedo petrificado durante dos segundos. Esta preciosa, lleva un vestido de cuero negro muy ajustado, su preciosa cabellera le cae sobre los hombros.

Agradezco a la penumbra que no se me haya notado la reacción al verla, o eso espero. Sonrío y con un gesto la indico que se arrodille. Cuando me ha visto ha avanzado unos pasos contoneándose ante mi y se ha parado. El ver mi orden se arrodilla y agacha la cabeza como una buena sumisa. Eso hace que mi confianza como amo aumente.

  • ¡Acércate!-

Ella se acerca caminando a cuatro patas. Cuando llega a mis pies adopta la postura de sumisa y se queda quieta. Con la fusta la obligo a mirarme mientras la sonrío. Ella me devuelve la sonrisa.

  • ¿Estas preparada para lo que te espera?-

  • Si amo, estoy preparada para lo que sea-

  • Muy bien, levántate-

Se levanta, yo hago lo mismo y me coloco detrás de ella. La huelo el pelo y la acaricio la cintura. Cuando llego a los cierres de su vestido los suelto muy despacio. Cada centímetro que dejo al descubierto es recorrido por mis dedos, hasta que el vestido cae a sus pies. No lleva ropa interior como la ordené. Mi mano se dirige a su concha para cerciorarme de que lleva las bolas chinas introducidas en su coñito, cuando la toco suelta un suspiro de placer. Ahí están, completamente húmedas por sus flujos.

  • Veo que estás contenta de estar junto a mi- la susurro al oído mientras se las voy sacando.

  • Siii…. Amo ... mmmmmmm… Estoy muy contenta…-

En mis labios se dibuja una sonrisa. Cuando termino de sacar todas las bolas introduzco mis dedos en su conejito y los muevo dentro y fuera arrancándola suspiros de placer. Cuando mis dedos están completamente empapados de sus flujos los saco y se los acerco a la boca. Cuando practicábamos por Internet la ordenaba hacerlo así que en esta ocasión no tuvo reparo en limpiarlos con la lengua. Siento como esta los recorre de arriba abajo de una manera muy sensual. Está intentando ponerme a cien, no hace falta que lo haga, porque lo estoy desde que hablé con ella por teléfono.

Cojo las esposas que había dejado a un lado y la esposo con las manos detrás de la espalda. La hago sentarse en el sofá y que abra las piernas. Introduzco mi cabeza entre sus piernas y empiezo a lamer su conejito. Su sabor es suave y embriagador al mismo tiempo. Su sabor increíble, me deleito con cada lengüetada que doy, mientras su coñito se va humedeciendo por momentos. La introduzco dos dedos de golpe arrancándola un gemido de placer. Sigo usando la lengua centrándome esta vez en su clítoris. Cuando mis dedos están lo suficientemente lubricados los saco y los acerco a su ano, introduciéndolos poco a poco y de la manera mas suave posible. Al principio encuentro un poco de resistencia, pero enseguida van entrando.

A los dos minutos está suspirando fuertemente. Cojo la fusta y le golpeo el coño suavemente con él. Haciendo que su clítoris se haga tan gordo que parece apunto de explotar. Con los últimos 15 golpes se escapan de sus labios unos gemidos. La hago ponerse a cuatro patas con la cabeza apoyada en la silla. Y la esposo las manos a la espalda para dejarla a mi merced. Ella no opone ni la más mínima resistencia. La introduzco el consolador de un solo golpe haciéndola gemir. Me encanta como gime. Enciendo el consolador y me separo de ella. Observo como empiezan a resbalar sus jugos por sus muslos. Impregno uno de mis dedos en ellos y lo acerco a su ano para ir introduciéndolo poco a poco.

Cuando creo que esta lo suficientemente lubricado cambio el dedo por mi verga. Su culo es magnífico, envuelve mi verga de una manera deliciosa, logrando que al poco rato empiece a suspirar. Ella por su parte ya está gimiendo como lo que es, mi putita. Con la fusta la golpeo las nalgas no muy fuerte, a cada golpe contrae el culo provocándome un gran placer en mi miembro. Nuestros jadeos se hacen más fuertes hasta que ella se corre comprimiendo el ano de una manera deliciosa, lo que hace que me corra en su interior.

Al separarme de ella cae al suelo rendida, su respiración es agitada, intenta controlarla, al igual que yo. Cuando por fin lo conseguimos apago todas las velas y la ayudo a levantarse. El consolador se ha desprendido de ella. Debería castigarla por ello, pero con lo bien que se ha portado no puedo, me resulta imposible estar enfadado con ella. La llevo hasta el dormitorio y la acuesto en la cama, aun con las esposas puestas. Se duerme con la cabeza apoyada en mi pecho sintiendo mi respiración. Solo pronuncia una frase antes de dormirse.

  • Gracias por esta noche amo-

Este relato al igual que todos están dedicados a mi sierva, mi fuente de inspiración, al igual que para todos mis lectores que siempre me apoyan a continuar escribiendo. Si deseais una segunda parte por favor hacédmelo saber sino no continuaré con esta nueva saga.