Amo Carlos II
Sigue la perversión en la mansión del Amo Carlos. Relato dedicado a Caqcustodio para un buen adiestramiento de sus perras. Disculpad si hay faltas o mala redacción, pero escribo relatos largos y no releo
Habían pasado dos días. Candela no paraba de recordar la mañana tan intensa en emociones, sexo y cierta violencia que tuvo con su Señor. Tras esos momentos y aún con el cuerpo dolorido por los azotes propinados y el ano que parecía explotarle de dolor, fue invitada a pasar el resto de la mañana junto a él en la piscina. Como una señora, la asistieron de un pequeño bikini, gafas de sol, toalla y pamela. Estuvo tomando el sol junto a él, solo dirigiéndole la palabra cuando a su Señor le apetecía hablar.
Cercanos a ellos, embutida en pantalones de cuero negro y con sus altísimos tacones que daban soporte a sus kilométricas piernas, se encontraba Ama Laura, la ama de llaves de su Señor. Una sencilla camisa roja desabotonada completaba su atuendo.
Ama Laura era una mujer de unos cuarenta años. Con un cuerpo atlético muy trabajado que cuidaba con detalle, medía aproximadamente un metro noventa, lo que unidos a los altos tacones que solía utilizar le daba un aspecto de diosa del sexo y del deporte.
Mientras estuvo en la piscina con el Señor de la casa siempre tuvo la firme convicción que era vigilada y estudiada por Ama Laura, quien se encontraba en estado de vigilancia y sumisión a su Señor para aquello que necesitase o dictase.
Ciertamente, Ama Laura la estuvo estudiando. Ya había visto pasar a muchas mojigatas que creían tener los favores de su Señor para posteriormente terminar como cosas vendidas o animales de sexo. Pocas aspiraban y menos aún llegaban a que se les concediese la gracia de rehacer sus vidas.
Al mediodía, sobre la una de la tarde, Carlos se dio un último baño en la piscina. Al salir solicitó que trajesen fruta y zumos. Para Candela era algo deseado porque aún no había comido nada y estaba hambrienta. Ama Laura ordenó a través de interfono que la cocina acatase la orden del Señor y lo llevasen al comedor de la piscina. Una vez depositadas las frutas en la mesa, Carlos cambió la hamaca por una cómoda silla donde comer. Candela se levantó igualmente y tomó otra silla para acercarla a la mesa. Carlos quedó inmóvil en la mesa y miró con seriedad a Laura. Candela no entendía nada, desconocía si había hecho algo incorrecto. No llegó a darse cuenta cómo , pero en brevísimos segundos fue cogida por el cuello y el pelo por parte de Ama Laura y tumbada en el suelo bocaabajo. Lo siguiente fue el sentir arrancado el bikini. Ambas prendas que lo componían. Un pie de Laura fijó claramente su cara al suelo, forzándola a una mueca de dolor. Aún así percibía el olor a cuero nuevo de esos carísimos zapatos. Extrañamente, en esa situación, además de sentir dolor, sentía envidia de no haber tenido nunca calzado semejante.
Carlos no dijo nada. Se limitó a comer fruta tranquilamente mientras la escena de rudeza y violencia quedaba congelada a escasamente dos metros de su asiento. La tercera pieza la dejó a medias. La cortó en varios trozos y los echó al suelo a la vez que miró a Laura; ésta dejó libre el cuerpo de Candela de sus zapatos y fuertes manos. No se atrevió a levantarse. Tenía marcado el dibujo del suelo en su cara y no deseaba hacer nada que no le permitiesen explícitamente.
Come !- le ordenó Carlos
Candela vio los trozos de fruta en el suelo. No podía creer que la tratase como a un animal, pero no se levantó y cogió dos trozos con las manos. Nada más cogerlos se llevó un fuerte puntapié de Ama Laura que la dejó sin respiración y la hizo revolverse en el suelo; a ello le siguieron dos patadas más en espalda y estómago. Una mano levantada de Carlos hizo que Laura parase. Seguidamente Carlos aperturó una caja que había en la mesa y extrajo unas esposas de un intenso color negro. El mismo tomó las manos de Candela y las ató a su espalda.
Come !-le ordenó de nuevo Carlos- pero come como una perra ! No se te permite utilizar cubiertos o manos mientras seas considerada un animal en esta casa.
Candela obedeció. Temerosa de recibir un nuevo castigo. Se acercó a las piezas de fruta y las fue tomando una a una del suelo con su boca y masticándolas, sin dejar caer ni un gramo.
Tiene buena lengua –comentó Carlos-, quizás sea un buen entretenimiento para la Señora, verdad Laura?
No necesitaba respuesta. Era una orden.
También he pensado que no tiene marca alguna y esta mañana ha sido la primera vez que su ano recibió una verga. Puede ser un buen objeto de regalo para el Sr. Hakiro.
El mero nombre de Hakiro hacía que Laura se estremeciese y el sudor inundase su cuerpo. De los visitantes de la casa era el más sádico de todos. Sus sesiones de dolor se prolongaban en el tiempo y un animal, entiéndase por hombre o mujer, podía tardar semanas en recuperarse, si bien el solo recuerdo de ese día ya le acompañaba de por vida. Laura estuvo a disposición de Hakiro durante seis horas. Infernales. Aún recordaba con horror esas horas. Felizmente un asunto en Corea del Sur le obligaba a abandonar España apresuradamente. Fueron solo seis horas, pero había sido cedida por un fin de semana completo. Sin límites.
Carlos.- Bien Laura, quiero que la prepares para esta tarde. Nos divertiremos con la Señora. No la azotes. La quiero sin marcas visibles, pero ya sabes cómo debes actuar para que su sumisión sea impecable. He de realizar una visita y volveré sobre las siete.
En ese momento, Carlos se disponía a irse. Solo llevaba un bañador puesto. Nada más darse la vuelta se giró nuevamente y se dirigió a Candela, quien permanecía tumbada en el suelo con un codo apoyado en el suelo, por lo que tenía la cabeza y el tronco ligeramente elevado.
Ama Laura entendió lo que quería su Señor. Cogió del pelo a Candela y la levantó violentamente tirando del pelo a una zona cercana donde había una ducha. Una vez allí, la dejó en pie, cogió una almohadilla de una silla cercana e hizo que se arrodillase. Si su Señor no quería marcas en ese cuerpo, de momento, las rodillas no eran una excepción.
Carlos se había despojado de su bañador. Se acercó a Candela llevando apoyado su pene en su mano. Ama Laura cogió una cinta de las que solía llevar en la cintura y que apenas podían verse, la pasó alrededor del cuello de Candela y de ahí a la barra de la ducha. Candela estaba arrodillada, atada con sus manos a la espalda y su cabeza pegada a la ducha a través de su cuello y con evidentes problemas para respirar.
Carlos se acercó. ¡Abre la boca, animal! Candela abrió la boca. Carlos comenzó a mear en su boca, pero aquella cerraba la boca. Laura se arrodilló y con sus uña cogió unos de sus pezones y le hincó las uñas hasta hacerle sangrar. El aullido de dolor lo aprovechó Ama Laura para, sin soltarle el pezón, con la otra mano cogerle la cara y apretarle con una fuerza tan intensa que aunque hubiese querido Candela, no hubiese podido cerrar la boca.
Carlos acercó su polla a la boca y comenzó a orinar de nuevo. No paró, aún sabiendo que Candela apenas podía tragar la orina porque le faltaba el aire. No fue una meada corta. La orina le salía con mucosidades por la nariz. La manga de la camisa de Ama Laura fue mojada por la cercanía con la boca y la fuerza de la meada.
Una vez terminó Carlos de orinar, Ama Laura soltó la cara de Candela y arrodillándose, dirigió su propia boca al pene de su amo. Lo limpió, con ternura, sin dejar caer la última gota de orina. Posteriormente, se quitó un gancho de madera del pelo y una larga melena negra quedó al aire. Laura tomó su pelo y lo usó de toalla para secar el pene de Carlos. Una vez terminó, aún de rodillas, agachó la cabeza hacia el suelo y esperó.
Carlos se dio la vuelta, cogió el bañador y se fue sin decir nada.
Solo cuando Laura era consciente que su amo ya se había ido se levantó y quitó la cinta del cuello de Candela.
Las dos se miraron. En los ojos de Laura no había expresión ni de amor ni de odio ni sentimiento alguno, tan solo estaba frente a un animal más. Candela sentía miedo. Ama Laura le señaló la manga manchada de orín a Candela. Se la llevó a su propia nariz sin dejar de mirar al nuevo animal, aspiró con deseo y posteriormente la lamió.
Posterior a ello, Ama Laura tomó a Candela del pelo, la levantó sin la violencia de antes y una vez en pie, y aún con las esposas puestas, le indicó que la siguiera.
Ama Laura condujo a Candela a la parte posterior de la casa. Allí se encontraba un camino que nunca había visto. Asfaltado, debía conducir a alguna otra parte de la finca. Hasta la fecha solo conocía la Casa principal. El camino tenía unos trescientos metros, y tras pasar un puente que cruzaba un pequeño río se encontraba un estrecho pasadizo delimitado por árboles que desembocaba en una extensión abierta al cielo en la que se podían distinguir unas diez cabañas de distintos tamaños. Entre ellas había grandes y altos objetos hechos de madera sin sentido para Candela. Se veía ropa tendida y objetos que denotaban que allí había personas viviendo, pero no se veía a nadie.
De una de ellas salió un hombre negro de estatura cercana a la de Ama Laura, si bien era muy fornido. Estaba con el torso desnudo y con una estructura muscular que llamaba poderosamente la atención. Estaba sudando. Unas pobres sandalias y un pantalón corto de deporte le cubrían escasamente.
Buenos días Ama Laura
Buenos días Cerdo Luis
Luis no se molestó por el apelativo, al contrario, lo peor en esa casa era tener un nombre de cosa, un paso adelante era tener la consideración de animal, y quizás con el tiempo, ganarse la libertad y volver a ser un humano.
¿Has trabajado con Cosa 97 ?-le preguntó Ama
Sí. Estaba desentrenada y su material lo nota. ¿quiere verla?-invitó Cerdo Luis (el material era su propia piel y la capacidad de soportar el dolor)
Por supuesto-le contestó Ama Laura
Con ello, se encaminaron a la parte trasera de una cabaña. Antes de llegar, el negro se paró y miró a Candela, dudando si debía estar o era alguien a quien “preparar”.
Ama Laura le hizo un ademán con la mano para que siguiese y cogiendo del brazo a Candela le obligaba a seguir con ellos.
En la parte trasera había una mujer y un hombre, ambos cogidos de muñecas y tobillos a grandes estacas clavadas en el suelo, en paralelo.
El negro volvió a mirar a Candela mientras Ama Laura observaba a muy escasa distancia los cuerpos que permanecían atados. Ambos estaban desmayados, los azotes apenas habían dejado centímetros del cuerpo sin marcas.
Sabiendo del interés del negro en la carne fresca, Ama Laura, sin dejar de mirar y tocar los cuerpos le habló a Cerdo Luis.
La que me acompaña aún no es ni cosa. Ella no lo sabe, pero ha sido vendida por su tío, un antiguo socio paraguayo de nuestro Amo. Por su procedencia, le ha querido otorgar unos primeros días de cierta tranquilidad en la Casa.
-¿En la Casa, mi ama? Qué afortunada. Algunos servimos a nuestro amo desde hace años y nunca la hemos pisado.
Candela no daba crédito a lo que estaba oyendo. ¡VENDIDA! ¡Por su tío! No era posible. ¿Por qué? Juró a su padre que la cuidaría como una de sus hijas. Ella estaba convencida que iba a estar de servicio en casa de un amigo para ganar un dinero fácil y quién sabe si conocer a algún joven rico en alguna fiesta. Y estaba vendida!
- Sí Cerdo, así es. Esta tarde, -seguía hablando sin dejar de mirar los cuerpos-, estará con la Señora y si bien no hará nada especial, la quiere sumisa, sin ánimo de desobedecer, pero nuestro señor no quiere marcas en su cuerpo, aún.
Luis comenzó a observar a Candela con otros ojos. Sonreía. A Candela esa sonrisa no le gustó nada.
-Es una estúpida-recriminó Ama Laura-, sin dejar de mirar el cuerpo de la mujer azotada.
-Ciertamente, respondió Cerdo Luis. Era mujer libre y lo ha desperdiciado todo. ¿quién es él?
- Eres hábil, Cerdo, has azotado cada centímetro de piel sin haber golpeado más de veces la misma herida. Poca sangre.- Ama Laura valoraba el trabajo de Cerdo Luis, acercando sus ojos a escasísima distancia de la piel de ambos cuerpos, rozando con sus dedos allí donde la herida era más evidente-
-Sí, lo ha estropeado todo. Desconozco cual será su destino. El hombre es un amigo, parece que antiguo amante, médico, ella acudió a él para que le eliminase el chip y hacer una nueva vida incluyendo cirugía facial que le diese nuevo aspecto.
Un chip?-preguntó Candela- ¿un chip como si fuese un perro?, sus ojos estaban muy abiertos, producto de su estupor. Pero qué clase de lugar es éste, se preguntaba. En ese momento fue consciente que se encontraba en manos de unos monstruos. Sus lágrimas empezaron a aflorar y comenzó a temblar de pánico. Ya sabía que nunca más sería libre y cualquier sueño de vida que tuviese había desaparecido para siempre.
Mira pequeña zorra, -Ama Laura se encaminó hacia ella dándole la espalda por primera vez a los cuerpos atados- aquí no eres nadie. Una vez que volvamos serás una cosa y quizás con los años seas una perra, una cerda o aquel animal que nuestro Amo decida. En cualquier caso llevarás un chip que grabará toda la información necesaria, castigos, grado de dolor que soportas,amos y amas que te poseerán, lo que meas, lo que comes, cuánto lloras, dónde estás, lo que hablas, TODO. Y si mañana te crees tan estúpida de poder salir del CIRCULO como esta mierda que ves aquí azotada y atada, tu vida no valdrá nada, tan solo comida para animales o cuerpo para la ciencia. Esta gilipollas había recuperado su vida. El CIRCULO le proporcionó dinero, trabajo, casa, lujo, solo tenía que estar disponible para cualquier Amo o Ama que la requiriese y captar una nueva cosa para la CAUSA, cada seis meses. Solo eso. Sin embargo creyó que embaucando a un médico de pacotilla podría huir. Han sido cazados y hoy no valen nada.
Silencio. Candela oyó en silencio. Temblaba. Estaba desnuda, con las manos atadas. Se sentía…nada delante de esa mujer. Le podía sacar casi medio metro y su presencia física y sus palabras le habían grabado el miedo en muy breve tiempo. En un instante que no supo controlar, defecó. Sus piernas se llenaron de mierda, así como sus pies.
El Cerdo Luis sonreía. Esa chica iba a pasarlo mal en su primer día de “camping”.
Ama Laura vio la defecación y el rostro de miedo de Candela. No se inmutó. No se extrañó. Parecía haber vivido esa situación muchas veces.
Cerdo! – gritó-
Sí, Ama
Has hecho un trabajo excelente. Has azotado con acierto. Apenas hay sangre y no se ven daños internos. Se recuperarán rápido. Quiero que cojas a una de tus Cosas y los cuiden en una cabaña. Que laven estos cuerpos y los curen.
Ama, habló Luis, ¿cuidarlos, lavarlos? No entiendo. Han sido azotados durante dos días, con descansos de dos horas cada tres horas de azotes ininterrumpidos.
Sí, Cerdo, así es. ¿Están grabadas las 48 horas desde que fueron atados?
-Sí mi Ama, tal como indicó
Bien, quiero que grabes también los cuidados. Pero que queden atados. Bueno mejor no. Sin atar. Que el Doc les incorpore un chip de castigo. Cuando se levanten y anden, ya sabes, prueba el chip y que tengan descargas eléctricas. Así sabrán que es absurdo que huyan.
Como mandes mi Ama, pero para qué cuidarlos.
Quiero que se curen, que se alimenten bien, que beban abundante agua. En cinco días estarán fuertes nuevamente. Al sexto día, los vuelves a atar y comienza de nuevo el castigo. Pero esta vez con alguna variable.
Dígame, Ama, lo que Vd mande-respondía con nerviosismo sádico el Cerdo Luis
- Atalos uno frente a otro. Rapales el pelo. Quiero esta vez heridas un poco más profundas. Y esta vez te admito que utilices tus agujas.
Cerdo Luis sonreía ampliamente.
Lo quiero todo grabado. Luego volveremos a curarlos y vuelta a empezar por tercera y última vez. Los CDs grabados los enviaremos a todos y todas las liberadas que posee el CIRCULO. Se les exigirá que los vean íntegramente para recordarles aquello que les espera si intentan huir.
Sí Ama, para la tercera y última sesión, espero agradarle con nuevas ideas.
Bien, Cerdo. Ahora vayamos a por esta mierda. Cuélgala en vertical, con los pechos colgando, y manos y pies estirados.
Mientras Cerdo Luis acataba las órdenes con una autómata Candela, Ama Laura volvía a los cuerpos atados. Cogió una manguera, y con chorros de agua helada proveniente del río, apuntó a la cara de ambos cuerpos. Ambos se agitaron y terminaron despertando, quejándose y suplicando perdón.
Ama Laura se dirigió a ella. –Hola estúpida Rosa- soy yo, Laura. ¿Me recuerdas? Ahora soy la ama de llaves del amo.
Rosa, atada y dolorida, lloraba. Intentaba hablar pero no podía. Dos dedos de Laura le oprimían la garganta.
¿Te acuerdas las tardes de azote y castigo que tú y la Señora me propinabais? ¿Te acuerdas de tus risas cuando clavabais vuestras agujas a mi vagina y dabais corriente? Aún recuerdo tus risas. Pero ahora eres mía, estúpida.- dicho esto, le abrió la boca con una de sus manos y le escupió dentro.
Ama Laura atendió a Cerdo Luis cuando éste le dijo que estaba todo listo. Candela estaba tendida en una mesa, bocaabajo. Hasta su cintura, desde sus pies, todo su cuerpo estaba encima de la mesa, por el contrario, los pechos y la cabeza estaban suspendidos en el aire. Sus brazos, extendidos hacia el frente, estaban atados a una pequeña estructura metálica, al igual que sus piernas. Su cuerpo estaba recto y tenso, muy tenso. Un arnés bucal como el de un caballo cogía su boca, permaneciendo forzosamente abierta. Este arnés recorría su espalda hasta llegar donde estaban atadas sus piernas. En esa posición, su cabeza estaba levantada sin poder bajarla ni un grado.
- quítate los pantalones, Cerdo-ordenó Ama Laura, y ponte frente a esta putita.
Cerdo Luis obedeció, dejando al aire el resto del musculado y escultórico cuerpo. Colgaba un pene descomunal, tanto en extensión como en grosor. Solo de extensión podía medir unos 30 cm, y el grosor daba miedo verlo.
Me excita verte así cuando estás trabajando- le indicó Laura
Verás, prosiguió Laura y dirigiéndose a Candela, quien veía con horror la descomunal polla que se encontraba frente a ella-, Cerdo Luis es un sádico, un animal al servicio del Amo y sus socios, al servicio del CIRCULO. Pero no solo castiga y tortura con el látigo, el cuero, las agujas, los electrodos, etc. Lo que estás viendo es obra de una cirugía extraordinaria. Cerdo Luis fue elegido para ser operado y dotarle de un pene capaz de romper una vagina estrecha y cualquier culo. Nuestros Amos disfrutan mucho con su “potencial”. –Una risa chillona se hizo dueña del ambiente.
Bien, ¡Cosa 77, ven!-chilló de nuevo
Apareció una mujer joven de apenas veinte años. Delgada. Pelo rubio corto, con una minifalda extremadamente fina y unos pechos pequeños al aire.
- Hola Cosa77, espero que tu virtud siga hábil. Esa chica ofrecía una lengua extrañamente larga. Fue captada en un autobús de colegio mientras bromeaba con una amiga. Un liberado la vió y la captó. Fue raptada.
Ama Laura se deshizo de sus pantalones negros y zapatos. Tomó una amplia hamaca y puso sus larguísimas piernas a cada lado de la hamaca. Cosa 77 se arrodilló en el suelo comenzó a lamer los pies de su Ama. Sabía que le gustaba despacio y una vez llegado a su sexo, tenía que hacer que se corriese, pues de lo contrario, el castigo sería de 40 azotes o sentir la polla de Cerdo Luis, quien la deseaba. Hasta ahora, en las dos ocasiones anteriores había conseguido que orgasmase, teniendo que beberse un abundante líquido que saltaba de ese coño majestuoso de Ama Laura, más parecido a una meada que una corrida. Pero Ama Laura era así, todo exceso.
- Vamos Cerdo !- apremió a Luis
Cerdo Luis sabía que no podía haber marcas visibles, pero esa candelita debía quedar totalmente sumisa.
Inicialmente, aprovechando que Candela tenía la boca forzosamente abierta, recogió la mierda que había cagado aquella y la acercó a su boca.
- Verás pequeña, este es un lugar muy limpio. Todos colaboramos en mantener nuestra comunidad ordenada y limpia, y tú debes aprender estas reglas básicas.
A continuación introdujo violentamente la mierda que tenía en su mano dentro de la boca de Candela, incluidos sus poderosos y largos dedos. Como consecuencia de ello Candela tuvo varias arcadas y vomitó en varias ocasiones. Cerdo Luis ya lo tenía previsto y tenía colocado un cubo en el suelo donde cayó todo lo vomitado.
Nuevamente Cerdo Luis volvió a introducir todo lo vomitado en la boca de Candela.
-Come pequeña puta, come!! Jajajaja ¿No tenías hambre? Quizás prefieres que te meta todo esta comida por tu culo con una gran jeringa y se quede todo bien escarchado para admitir mi buena polla. Jajajaja
Candela quería gritar pero no podía, sus lágrimas salían con facilidad pero apenas podía emitir sonido alguno.
Cosa 77, aún oyendo todo, se mantenía ajena a todo y seguía lamiendo a su Ama. Ya se encontraba lamiendo sus muslos mientras sus finos dedos recorrían una y otra vez esas larguísimas piernas.
Cerdo Luis dejó de trabajar la boca de Candela y fue a una mesa auxiliar. Su enorme pene se movía de un lado para otro como si fuese un badajo de campana tirado por alguien. Se estaba excitando. El dolor a los demás le excitaba y su enorme polla comenzaba a hincharse.
Tomo ocho largas y finas agujas. Las acercó a la cara de Candela y le preguntó qué le parecían esos juguetes.Candela abrió los ojos como nunca los había abierto. Volvió a defecar y mear de miedo.
- Vaya vaya con nuestra cagona. Y además te meas? Verás lo que es una meada. Cogió su enorme polla y la puso a escasa distancia de su cabeza. Comenzó a mear con tal fuerza que llegó a salpicar la espalda de Cosa 77.
La boca se le inundaba de orina. Le regaba el pelo como si la meada no fuese a tener fin. Cerdo Luis estaba feliz, realmente le habían quitado una vida, pero le habían dado una mejor.
Ama Laura observaba todo con placer. La lengua de Cosa 77 ya entraba y salía de su coño con su habitual maestría, mientras ella se masturbaba su clítoris con fuerza.
Cerdo Luis paró de mear. Se dio la vuelta y puso el culo en la boca de Candela. Miró a Laura, sin decir nada pedía permiso. Ama Laura sonreía levemente porque estaba en éxtasis y asintió con la cabeza. Cerdo Luis soltó un atronador pedo en la misma boca de Candela. Demasiado largo y asqueroso, Candela tuvo otra arcada y volvió a vomitar.
A continuación, Cerdo tomó las agujas.
- Sin marcas, sin marcas – se repetía a sí mismo-
Los pechos colgando de Candela se movían por su agitada respiración. Cerdo Luis cogió uno, y desde la base, aquella parte del pecho que se apoya en el tronco, hundió una aguja durante varios centímetros sin dejar que saliese por donde el pecho se ve a simple vista si la mujer está desnuda. De esa forma, la señal de la aguja no sería vista cuando estuviese a disposición de su Señor.
Esta vez el chillido de Candela era un chillido animal. El dolor intensísimo. Le faltaba aire para poder llevar una respiración normal.
Cerdo Luis tomó el otro pecho e hizo la misma operación. De nuevo el dolor hizo chillar a Candela. Su cuerpo estaba totalmente empapado en sudor por la tensión soportada. Pequeñas y espaciadas gotas de sangre caían sobre el suelo.
Cuatro agujas fueron introducidas en cada pecho. Candela se desmayó. Ama laura tenía agarrada la cabeza de Cosa 77 con una sola mano para que no parase mientras con la otra no paraba de masturbarse. Sus ojos, fijos en la cara y pechos de Candela, estaban hinchados de placer. Estaba a punto de correrse y no podría parar.
-Hazlo cabrón, hazlo ya!!!!- le azuzó a Cerdo Luis
Cerdo Luis se apresuró en coger unos finos alambres que conectados a un pequeño generador de corriente los unió a las agujas que agujereaban los pechos de Candela.
Lo siguiente puso en éxtasis a Ama Laura. Cerdo Luis conectó la corriente, el cuerpo de candela se irguió y quedó totalmente estirado por la fuerza de la corriente. Cerdo Luis fue conectando y desconectando la corriente sin dejar de observar a su Ama.
Finalmente Laura lanzó un aullido de bestia y separando aún mas sus piernas, se corrió con una meada de flujo que Cosa 77 recibió en su cara como una liberación y premio a su buen hacer.
Tras correrse, Ama Laura tenía los ojos enloquecidos, se levantó de la hamaca y mirando fijamente a Cosa 77, fuera de sí, empezó a abofetear con fuerza a su cosa chupadora. No recibiría menos de veinte bofetadas de sus poderosos brazos, extrañamente mientras le alababa lo bien que se lo había chupado y que solo sería para ella. Cosa 77 sangraba una vez que Ama Laura se tranquilizó.
Uff! Cerdo. Desátala. Lavadla. Creo que estará sumisa para esta tarde.
Desde luego Ama-rió Cerdo Luis-
-Trabajas bien Cerdo. Tu Ama quiere premiarte.
Cosa 77 estaba aún en el suelo, sangrando por la nariz y llorando. Cerdo Luis estaba desatando a Candela.
- Te premio con que puedas tomar el culo de Cosa 77. Pero será delante de mí.
Mientras Cerdo Luis ampliaba una sonrisa hasta límites no viste, Cosa 77 se echó a los pies de su Ama implorándole que no hiciese eso pues la rompería por dentro.