Amo a mi mejor amigo

No importa que vivamos en el siglo XXI, no importa que los derechos a la libertad sexual hayan avanzado y sean aceptados en muchos lados, aún tenemos que enfrentar la cruda realidad de tener que amar y callar, de permanecer en el clóset, de guardar nuestro "más grande secreto", ¿las razones? Bueno..

Aquella tarde en el antro estaba de mal humor cuandomenos eso aparentaba. Uno de los compañeros Preguntó:

—¿Que tienes Antonio?

Le contesté que estaba desvelado y cansado, que no tenía ganasde bailar.

En la pequeña pista se encontraban otros compañeros de la facultad bailando alegremente. Por mi parte, fumaba cigarrillo nerviosamente, raro en mí, pues no fumaba, aguantándome las ganas de no demostrar mis sentimientos.

Ya en la última tanda, que por cierto era romántica, mejor salí a la calle a respirar aire fresco y así no ver a Paco, mi mejor amigo, bailar cachondamente con Emilia, otra compañera, que meses atrás había sido su novia.

Los compañeros empezaron a salir y con ellos Paco, quien me dijo:

—Te veo como molesto, ¿qué tienes?

—Estoy cansado —le dije.

Después de cenar unas pizzas, una de las compañeras propuso:

—No hay nadie en casa, vamos a seguírnosla.

Todos aceptaron, yo no abrí la boca para nada.

—Paco —le dijeron— haz labor de convencimiento para que Antonio se quede.

—No seas gacho, Antonio, vamos a quedarnos, se me hace que hoy la hago con Emilia.

—Quédate tú siquieres, yo no avisé, en casa y además me traje el auto y ya sabes las broncas —argumenté.

—No, pues siendo así, no me quedo; sabes que vinimos juntos y juntos nos vamos, no faltaba más. Además, te ves cansado y ya es final de semestre. No quiero que salgamos mal; para eso somos amigos.

Al decir esto último me invadió un remordimiento, y reaccioné diciendo que sí nos quedábamos, sólo que yo no me sentía muy de ambiente. Me echó el brazo por el cuello.

—Ya verás que la vamos a pasar super —me animó e inmediatamente se le alegró su hermoso, apuesto y varonil rostro; porque, a decir verdad, Paco es el más guapo y enigmático de la facultad.

Con esos ojos negros, ceja tupida y grandes pestañas, 1.80 de estatura, cuerpo perfecto, piel apiñonada, además con una voz tan varonil y recia como su presencia. E inteligente, además; sólo que no tenga alcohol encima, ya que es su único defecto, te gusta tomar, pero yo así lo quiero y acepto... El resto de la noche me tomé algunas copas.

Ya de madrugada, Paco me dijo que yo no tomara pues él estaba perdido en el alcohol y que yo lo llevaría a casa. Me echó el brazo y dijo que no me separara de él para nada. Le seguí el juego, ¡de mil amores! A decir verdad, eso era lo yo que quería: estar cerca de él.

Los homosexuales, y más los de clóset, como yo, nos conformamos con estar cerca del hombre que uno ama y seguirlo de alguna manera, callando por dentro nuestros sentimientos que a veces son tan limpios como los de la gente “normal", o tal vez más limpios y sinceros.

Les dije a los compañeros que nosotros nos retirábamos, pero no nos dejaron ir. Paco ya se caía de borracho, así que lo conduje a un sofá en donde cayó profundamente dormido.

Como un perro fiel, yo me senté a su lado en otro sofá. Una vez todos dormidos, y en penumbra observaba su silueta y escuchaba su respirar perdido en el silencio de la noche. Los minutos transcurrieron y no soporté más.

Sin hacer ruido, le toqué sus manos tan suaves y fuertes a la vez. Coloqué mi cabeza en su pecho, pasando mis manos por su sedoso cabello... y lo besé... primero en su nariz afilada y perfecta, después en su boca que le fui abriendo con mi lengua para penetrar en su cavidad oral.

Fueron besos limpios, con amor, para dar paso a mi alocada pasión y comérmelo a besos, hasta llegar a tan ansiada región cubierta con una bragueta que desabroché para encontrar una montaña de carne cubierta por tela de algodón, con olor viril tan suyo.

Bajando la trusa, encontré un tesoro tan ansiado para mí, tan indefenso y grande que lo devoré con cariño glotón. No me importaba ya si pecaba de gula, aunque su delicioso miembro estaba tan dormido como él.

No hubo necesidad de masturbarme, pues era tal mi efusividad, que mojé mi pantalón hasta vaciarme. ¿Cuánto tiempo permanecí así...? Mucho o poco, fue maravilloso, es tan lindo ver dormir al hombre que amas.

Gracias a Dios, ya que creo, Dios nos cuida y quiere a todos, nadie se dio cuenta.

Ya de regreso, Paco me comentó que entre sueños recordaba que Emilía, estaba con él, abrazándolo y que hasta "se había bajado al río".

En ocasiones, a manera de relajo, me alburea y me dice:

—"Ya mámamela", o "pégatele como becerro de año" —pero no pasa a mayores.

Y no sabe que yo, encantado y con mucho amor, le prodigaría las caricias que él quisiera y como quisiera, sin esperar nada a cambio.

Sí, estoy condenado a amarlo en silencio, ya que él es muy “moral" en ese aspecto; y este amor, aunque limpio y sincero, no es bien visto por la sociedad ... Y lo peor es que yo creo que ni para él...