Amistades peligrosas 5. Final.
Llegamos al final del recorrido de estos personajes. Espero que os guste.
Sentimientos profundos.
Los días de aquel agosto pasaban poco a poco. A Laura y Juan no les afectaba las noches de lujuria y pasión que vivían sus amigos, Estefanía y Jorge, bien solos o con compañía. Ellos se amaban, más allá de las fronteras morales que una madre y su hijo nunca deben sobrepasar. Es verdad que muchas veces se excitaban escuchando o espiando a sus amigos, pero ellos estaban disfrutando de sus sentimientos, contenidos durante algún tiempo, y que allí y ahora podían liberar totalmente.
En la vida de Estefanía y Jorge también se produjo un cambio. La bella Cristina le había declarado su amor incondicional a la madura Estefanía y, junto con su hijo, tenían más de una noche de loca pasión. Dejaron de tener orgías con otras maduras mujeres y entre los tres tenían todo el amor y el sexo que necesitaban. Una noche que la joven se quedó a dormir con ellos, Estefanía conocería el amor incondicional.
- ¡Hija, ¿por qué sigues viniendo a mi casa?! – Le dijo Estefanía a su joven amante, habían tenido una dosis de sexo y Jorge dormía junto a ellas.
- Verás, no tengo ni idea de lo que me ocurre, lo único que sé es que disfruto estando contigo. – Cristina estiró el brazo de su madura amante y colocó su cabeza en él, le dio la espalda y acurrucó su cuerpo contra el de ella. - ¡Te quiero y no sé la razón!
- ¡Yo también te quiero! – Estefanía sentía por primera vez un verdadero amor. La abrazó y le besó la cabeza.
Estefanía siempre había sido una mujer pervertida, había tenido sexo para conseguir contratos para la empresa, para ascender, por algo de amor, por vicio… Cualquier razón le servía para yacer en la cama con cualquier hombre o mujer que le gustara… o con los dos a la vez, por ella no había problemas. Empezar a follarse a su hijo le había mostrado otro grado de perversión. Nunca forzó a su hijo para que tuviera sexo con ella, pero lo indujo sutilmente hasta que un día se encontró a cuatro patas en la cama mientras su hijo clavaba bestialmente su polla en su coño. Ni siquiera con el padre de Jorge había existido amor. Para asegurar su futuro, se acostó con él y quedó preñada de su hijo.
Pero aquella noche se sentía feliz de tener a aquella joven mujer entre sus brazos. Por raro que le pudiera parecer, el sexo con ella era lo que menos le motivaba. Cuando su hijo follaba a Cristina, Estefanía disfrutaba viéndola tener aquellos orgasmos. Algunas veces deseó tener una buena polla y ser ella la que le diera placer. Pero con ellos dos, con su hijo y aquella joven, tenía lo que necesitaba, de su hijo el sexo, de Cristina los sentimientos de amor.
Laura y Juan se habían acostumbrado a dormir desnudos, como la noche de la orgía con Dembo, los dos enganchaban sus sexos y dormían sintiéndose más unidos que nunca. A Laura le encantaba cuando su hijo, en mitad de la madrugada, se despertaba con su polla bien dura y sin saber bien la razón, la follaba de todas las maneras que se le ocurría.
Y eso ocurrió aquella noche. Laura empezó a sentir caricias en su coño. Adormilada, miró el reloj de la mesita de noche. “Las cuatro y diez de la madrugada.” Pensó siendo consciente de que su hijo se disponía a regalarle una sesión de sexo nocturno.
- ¡Es muy tarde! – Protestó Laura sabiendo que aquel argumento no detendría a su hijo.
Su coño empezó a lanzar flujos cuando aquella lengua le separó los labios vaginales y comenzó a lamer la suave entrada de su vagina. Su mano se dedicó a acariciar la cabeza de su hijo que entre sus piernas, le daba aquel placer que tanto le gustaba. Ella mantenía las piernas bien abiertas para que su hijo pudiera tener todo su coño. Cada día que pasaba, él le daba más placer. Poco a poco, fueron descubriendo las partes de sus cuerpos que más los excitaban, y Juan sabía que lugares tenía que acariciar y con qué intensidad, para arrancar gemidos de la boca de su madre.
Con el primer orgasmo de Laura, Juan sabía que estaban listos para lo que se le ocurriera. Ella estaba totalmente despierta, él sentía el sabor del sexo de su madre en la boca. Normalmente él era el que dirigía aquellas incursiones sexuales y colocaba y decía a su madre lo que tenía que hacer. Agarró sus caderas y la hizo girarse para que se colocara boca abajo. Sus manos manosearon y amasaron los redondos glúteos, ella se agitaba de placer.
Se colocó de pie a los pies de la cama, agarró las caderas de su madre y la atrajo hacia el filo. Ella obedeció en silencio las indicaciones. Allí estaba, a cuatro patas, con su culo en pompa y con su hijo detrás. Pudo sentir la boca de su amado hijo que mordisqueaba suavemente sus glúteos. “¡Esta noche le ha dado por mi culo!” Pensó y notó como la endurecida polla se colocaba sobre la raja de su culo. Se frotó por un rato. Miró atrás y pudo ver la hermosa cara de placer que mostraba su hijo.
Cuando aquel glande se metió entre sus pierna, separó sus mojados labios vaginales y empezó a dilatar su vagina, Laura se tensó por el placer de recibir de nuevo a su hijo dentro de ella. Aquella gruesa polla entraba poco a poco, como si él quisiera sentir cada roce de sus pieles. Así la estaba penetrando, cómo a ella le gustaba, con suavidad hasta tenerla completamente hundida. Entonces la mente de Laura se desbocaba. Él la follaba cada vez más rápido y el roce de aquella polla contra su clítoris la volvía loca. Con cada embestida, los testículos de su hijo chocaban contra el principio de su raja. “¡Esto es la gloria!” Pensaba y se abandonaba a sentir aquel maravilloso sexo prohibido.
A Juan no había cosa que más le excitara. Tener a su madre allí abajo, sobre la cama, a cuatro patas con su redondo y maravilloso culo ofrecido para su disfrute… Aquella sensación nunca la tuvo antes con otra mujer. Mientras sus caderas hacían que su polla se hundiera y se clavara hasta el fondo en la vagina de su madre, sus manos agarraban las caderas. Tenía que hacer un gran esfuerzo para no correrse en su madre hasta que ella no tuviera su merecido y deseado orgasmo. Y continuaba, viéndola gozar y gemir, esperando su orgasmo.
Mientras la polla de su hijo se clavaba con más fuerza, mientras su cuerpo tenía que aguantar las tremendas embestidas que él le daba, sentía como las manos de su hijo le acariciaba con pasión su culo. Ella siempre pensó que lo tenía demasiado grande, pero su hijo lo adoraba, se lo había confesado, y aquella forma de amarla le confirmaba las palabras que le había dicho. Podía sentir como sus manos agarraban con fuerza sus glúteos y los separaba, podía ver los ojos de su hijo que no dejaban de mirar su culo. Cerró los ojos y sintió mucho placer.
No podía dejar de mirar el redondo culo que trepidaba con sus embestidas cada vez que clavaba su polla. Los suaves gemidos de su madre lo tenían en el cielo. Sentir como su polla se abría paso dentro de la caliente vagina, acariciar aquellos redondos glúteos, separarlos y ver el oscuro ano… Todo aquello iba a conseguir que se corriera tarde o temprano. Si saber bien la razón, dejó caer un poco de saliva desde su boca.
Laura estaba disfrutando del amor de su hijo que le daba sexo apasionadamente. Un líquido calido golpeó su ano, le produjo placer aquella sensación. Su cuerpo se estremeció al sentir el dedo de su hijo que extendía su saliva sobre su redondo ano, aquella sucia caricia produjo que su vagina lanzara más flujos y su gruesa polla entraba por completo dentro de ella. Su ano se movió involuntariamente cómo queriendo comerse aquel dedo que lo acariciaba.
Juan empujó su dedo contra el ano de su madre. Mientras su polla la penetraba profundamente, su dedo gordo empezó a introducirse en el apretado ano de su amada. No sabía como reaccionaría su madre, pero la acariciaba suavemente mientras su dedo se introducía poco a poco.
“¡Me está follando el culo con su dedo!” Pensó Laura al sentir cómo se introducía. Nunca había ofrecido su ano a ningún hombre, y su hijo lo había cogido sin preguntar. Pero aquellas caricias le habían dado placer y su ano se dilataba recibiendo el dedo de su hijo. Otro golpe de saliva contra ella y el dedo de su hijo la recogió para introducirla en su ano junto con su dedo que entró sin esfuerzo. Sentía la gruesa polla en su vagina y el duro dedo explorando su recto. Un gran gemido de placer se le escapó.
La boca de su madre le indicó que hacia lo correcto para provocarle un orgasmo. Mientras su polla entraba y salía del coño, su dedo hacía lo mismo en el hambriento ano que se tragaba su dedo. Podía sentir en él la presión que ejercía su polla desde la vagina de su madre. Quería correrse, pero tenía que provocarle más placer a ella. Sus penetraciones se hicieron más bruscas.
“¡Sí, mi niño, folla fuerte a mamá!” Laura no dijo nada, lo pensó y parecía que él le leía la mente. La polla entraba con más fuerza por momentos mientras aquel dedo no dejaba de acariciar y penetrar su ano. Resoplaba de placer, el orgasmo estaba cerca.
Clavó por completo el dedo en el ano de su madre, la penetraba con violencia mientras ella gemía y se retorcía de placer. “¡Venga mamá, córrete para que te pueda dar mi semen!” Susurraba a su madre sin estar muy seguro si ella lo escuchaba. Con fuerza y rapidez, empezó a clavar su polla. Su madre gozaba y empezaba a tener su orgasmo. Siguió con fuerza y violencia y sintió cómo las piernas de su madre empezaban a temblar sin control, se estaba corriendo, sobre la cama caían los flujos que ella lanzaba. Sacó su dedo del ano de su madre y clavó su polla todo lo que pudo. Un gran placer recorrió todo su cuerpo al sentir el semen que se lanzaba en la vagina de su madre. Perdió la fuerza y cayó sobre ella, clavado en su coño acabó de tener placer y de descargar su semen.
Laura sintió como su hijo la abandonó y ella se abrazó a él para besarlo y sentir su cuerpo junto a ella. Podía sentir parte del caliente semen que abandonaba su vagina. Juan la acariciaba y besaba en la cabeza, mientras ella acariciaba amorosamente su pecho. De nuevo se durmieron, después de haber tenido aquel sexo.
Pasaron varios días. Cristina había tenido que volver a su ciudad y quedaron los cuatro solos. Estaban en la playa, mientras Juan y Jorge se bañaban en el agua, Laura y Estefanía hablaban tumbadas en las toallas, en la arena.
- Laura. – Preguntó de repente Estefanía cambiando de tema. - ¿Estás enamorada de tu hijo?
- Nunca había conocido una forma de amar a un hombre cómo lo que siento por mi hijo. Y no sólo por el sexo, que me deja totalmente satisfecha, en lo sentimental me encanta estar con él. ¿A ti no te ocurre lo mismo con tu hijo?
- No, lo de mi hijo es solamente sexo. Ambos somos unos adictos al sexo y que seamos madre e hijo, lo hace más excitante…
- A nosotros, en el sexo, nos ocurre lo mismo, nos excitamos más al ser madre e hijo… Pero además nos amamos. ¿No necesitas enamorarte de nadie?
- Pues ese es mi problema…
- ¿Tu problema? – Laura se extrañó.
- Sí… - Estefanía pareció entristecerse. – Me he enamorado de Cristina.
- ¿Y ella te corresponde?
- Sí. – La tristeza se apoderó más de Estefanía. – Llevo varios días pensando en ella. He llegado a la locura de pensar en pedirle que viva conmigo en la ciudad…
- ¿Crees qué será capaz de dejar su vida?
- Mi locura ha llegado hasta pedirle que se venga, yo le pagaría todo lo que necesitara. Cuando acabara sus estudios, le daría un trabajo y estaríamos siempre juntas…
- ¡Vaya, amiga! – Laura le acarició la mano. - ¡Te ha dado fuerte por ella!
- ¡Sí mucho! - Las dos callaron cuando Jorge llegó hasta ellas empapado en agua del mar.
- Juan quiere que vayas a nadar con él. – Le dijo a Laura y esta se levantó, se quitó el pareo que llevaba y caminó hacia el agua.
Juan la miraba, veía como el exuberante cuerpo de su madre se aproximaba hacia donde él estaba. Poco a poco, ella fue entrando, mojando su cuerpo. Ella se sumergió en el agua y nadó hasta donde estaba su hijo esperándola. Llegó y llevó sus brazos al cuello de su hijo.
- ¡¿Qué quiere mi niño?! – Dijo sensualmente.
- ¡Tengo un problema, mamá!
- ¿Y cual es?
- ¡Estoy erecto y no sé cómo bajarla!
- ¡Y qué quieres! – Laura tocó su polla y comprobó que estaba totalmente dura. - ¡Quieres que mamá te haga una paja! – Le dijo susurrándole al oído.
- ¡Nunca lo hemos hecho aquí! – Le susurró al oído. - ¡¿Te gustaría que tu hijo te amara en el agua?! – Ella no contestó, pero lo rodeó con sus piernas y frotó su sexo contra él. - ¡Sí, le haré el amor a esta preciosa sirena!
Laura estaba excitada. Alrededor de ellos, a unas decenas de metros, había un grupo de gente bañándose. Seguro que no se darían cuenta de lo que ellos hacían, pero ella se sentía como si lo fuera a hacer en la arena, en medio de todas las personas que allí estaban. Sintió la mano de su hijo que apartó la parte del bikini que cubría su sexo. En un momento sintió el caliente glande que empujaba contra ella para adentrarse en el interior de su vagina.
Juan sintió que su polla se apoyaba en el coño de su madre, colocó sus manos sobre su culo y empujó un poco y sintió que empezaba a penetrarla. El calor de la vagina de su madre iba envolviendo su polla, poco a poco, hasta tenerla por completo dentro del calido cobijo de su madre. Ella lo miraba y deseaba besarla. Era la primera vez que lo hacían en público, delante de las personas que junto a ellos nadaban.
Los dos se movían suavemente y hacían el amor. No deseaban tener un orgasmo, simplemente disfrutaban sintiéndose unidos por su amor, por sus sexos. Eran unas penetraciones suaves, delicadas, mostrándose el amor que se tenían. Los pezones de Laura se marcaban totalmente en la fina tela que cubría sus pechos. Allí estaban los dos, el uno para la otra, mirándose a los ojos, sin poder besarse, ensimismados en sentir sus sexos unidos.
- ¡Hola pareja! – Escucharon la voz de Estefanía que estaba junto a ellos. No se habían dado cuenta que ella se acercó hasta allí.
- ¡Hola! – Contestó Laura y quiso separarse de su hijo, pero las manos que estaban en su culo se lo impidieron.
Los tres hablaban cuando llegó Jorge, abrazó a su madre. Laura se sintió rara al estar penetrada por su hijo mientras sus amigos estaban allí, frente a ellos. No se movían, pero tenía a su hijo en lo más profundo de ella. Muchos minutos pasaron unidos más allá de la unión que debía haber entre una madre y un hijo.
- ¡Hijo, yo también quiero estar tan a gusto como Laura! – Le dijo Estefanía a su hijo y se movió ofreciendo claramente su culo a él. - ¡Vamos, has feliz a tu madre!
- Ahora mismo… - Respondió Jorge que se aproximó a ella.
Estefanía sacó la mano fuera del agua y sacó las bragas de su bikini, mostrándosela a su amiga. Jorge hizo lo mismo con su bañador y agarró a su madre por las caderas.
- ¡Uf, qué grande es la polla de mi niño! – Dijo Estefanía mientras su vagina se llenaba con su hijo. - Tú hijo también está dentro de ti ¿no? – Le dijo a Laura que se sintió ruborizada por ser descubierta. - ¡Vamos, moverse! Mostrarnos cómo folláis…
Las manos de Juan agarraron con firmeza el culo de su madre y la hizo moverse para que su endurecida polla entrara y saliera bajo la superficie del agua. Laura no sabía que hacer, los movimientos que su hijo le obligaba a hacer le producían placer, pero verse en público, observada por sus amigos mientras follaba, era algo que nunca había hecho y sentía mucha vergüenza. Y escuchó el susurró de la voz de su amiga en su oído.
- ¡Oh, mi hijo me la ha metido por completo! – La voz de Estefanía era dulce y sensual. - ¡¿Hasta dónde te llega la polla de Juan?! – Laura cerró los ojos y se sintió excitada con la proximidad de su amiga. - ¡Dime, la sientes muy dentro!
- ¡Siiiií, siento que me llena por completo!
- ¡Eso es! – Estefanía le dio un beso en el cuello a su amiga. - ¡Te estás convirtiendo en toda una puta! – Laura se había abandonado al placer y aquellas palabras, en lugar de ofenderla, la excitaban más aún. - ¡Follando con tu hijo! ¡En público! ¡Junto a tus amigos!
Mientras las manos de Juan agarraban su culo y la hacían moverse para ser follada, la boca de su amiga besaba su cuello. Nunca había tenido relaciones con una mujer, ni siquiera había follado junto a otra, pero cuando los labios de aquella pervertida mujer la besaron, su cuerpo vibró. Y su orgasmo no tardó en llegar. Sentía las profundas penetraciones de su hijo, los labios de su amiga que se deslizaban por su cuello, y sin esperarlo, Estefanía deslizó una mano entre los cuerpos de ellos dos, bajando por la barriga de Laura y acariciándola hasta llegar a su coño dilatado por la gruesa polla de su hijo.
- ¡Dame tu clítoris! – Le susurró Estefanía a Laura.
Estefanía sintió en sus dedos el roce de la polla de Juan que entraba y salía de su madre, al igual que su propio hijo hacía en ella. Buscó desesperada el clítoris de su amiga y lo encontró erecto. Sus dedos empezaron a jugar con él y Laura gimoteaba intentando no chillar de placer. La masturbó mientras era penetrada y el orgasmo no tardó en llegar.
- ¡Sí putita, córrete para nosotros! – Le susurró Estefanía mientras sus dedos rodeaban la polla de Juan para sentir cómo penetraba a su amiga. - ¡Sí niño, folla a tu madre y córrete!
Jorge penetraba a su madre agarrado a sus caderas. Estaba excitado viendo a la otra pareja follar, pero él quería algo diferente, quería que su madre gritara. Sacó la polla del coño de su madre y lo llevó a su ano. No fue nada suave, en cuanto sintió que su glande tocaba el esfínter de su madre, empujó y la penetró sin ningún miramiento.
El grito de Estefanía alarmó a Laura que estaba sintiendo aquel orgasmo provocado por su hijo y su amiga. Estefanía sintió un dolor agudo en su ano en el momento que la polla de su hijo le dilataba forzadamente su culo. Miró a Jorge y reconoció la lujuria que lo poseía. No le gustaba aquel sexo abrupto, pero su hijo quería disfrutar con esa forma de sexo y tenía que permitírselo. Otro empujón y la polla entró hasta la mitad en su recto. Dolía, pero tenía que aguantar un poco más… Un último empujón, sintió los huevos de su hijo contra su culo, la había penetrado por completo.
Juan sentía el calido coño de su madre, suave y resbaladizo, ella se había corrido y sus flujos permitían que su polla entrara en toda su longitud. Sostenía a su madre pues el placer le había hecho perder las fuerzas, podía penetrarla con ansias y fuerza. Los dedos de Estefanía le proporcionaban un placer extra, no sólo follaba con su madre, además su amiga le masturbaba a la vez. Tanto placer sentía que no fue consciente de que su polla empezaba a lanzar su semen en la vagina de su madre. Laura lo abrazó con fuerza al sentir su semen brotar y chocar en el interior de su coño.
- ¡Sí hijo, lléname con tu semen! – Le susurraba al oído mientras el fluido blanco la llenaba por dentro.
- ¡Sí, córrete en tu madre! – Dijo Estefanía mientras sentía como la joven polla se convulsionaba para lanzar el semen.
- ¡Toma tu ración de leche! – Gritó Jorge y empezó a lanzar su semen dentro de su madre mientras mantenía fuertemente clavada su polla en el culo de ésta.
Cuando los chicos dejaron de eyacular, los cuatro permanecieron por unos minutos quietos, abrazados entre ellos, disfrutando de contacto íntimo entre madres e hijos. Lanzaban sus últimas gotas de semen, el coño de Laura se agitaba tras los últimos espasmos de placer. Estefanía era la que menos había disfrutado de aquella sesión de sexo, ella no había tenido su orgasmo, pero había disfrutado viendo follar y correrse a sus amigos.
Ya sólo quedaba una semana de estar allí, en el lugar donde se habían hecho realidad las más sucias y pervertidas fantasías de Laura y su hijo. Los dos se sentían como una pareja de enamorados, el sentimiento de madre e hijo había quedado relegado por un tiempo, hasta que pasaran aquellos siete días en que tendrían que volver a ser lo que eran, al menos a la vista de la gente.
Y cuando aún disfrutaban de cinco días, una mañana sonó el timbre de la puerta. Cuando Laura abrió, se encontró a la hermosa Cristina con una maleta. Había decidido aceptar la proposición de Estefanía, sería su amante y viviría con ella, ese era su deseo. El intenso abrazo y el apasionado beso que se dieron Cristina y Estefanía al encontrarse, demostró a todos el inmenso amor que se tenían. Ninguno tuvo problemas en aquella relación, todos la aceptaron. Y Estefanía no desplazó a su hijo de ellas, todo lo contrario.
- Cristina, Jorge, he de proponeros una cosa. – Les dijo mientras los cinco cenaban aquella noche en que ambas mujeres se habían reencontrado. – Quisiera tener un hijo con Cristina… qué ella pueda disfrutar de la maternidad… He pensado que tú Jorge, la dejes embarazada… ¿Qué os parece?
- ¡Ese es mi deseo! – Dijo Cristina besando a Estefanía.
- ¡Yo estoy a vuestro servicio! – Contestó Jorge.
Aquella noche, el amor que sentían Laura y Juan quedó eclipsado por el amor entre Cristina y Estefanía. A la hora de dormir, las dos cogieron de la mano a Jorge, el semental que habían elegido para que les diera un hijo. Lo llevaron a la habitación y lo sentaron en una silla, frente a la cama.
Las dos se amaban y sabían que tenían que excitar al hombre que las iba a cubrir. Poco a poco, de una manera muy sensual, se desnudaron la una a la otra. Cristina se tumbó en medio de la cama, su amada Estefanía se echó sobre ella, besándola y acariciándola.
Jorge estaba excitado, siempre lo estaba con aquella madre, pero ver aquellas mujeres teniendo sexo, ver sus hermosas piernas entrecruzadas, sus redondos culos y sus sexos mojados, aquello no había hombre que lo pudiera soportar. Sacó su polla y la acarició mientras ellas se besaban y gemían.
Aquello era nuevo para Estefanía, nunca había amado a una chica como a aquella joven. Mientras la besaba y acariciaba, su corazón latía desbocado, no podía controlar el torrente de sensaciones que le producía estar allí, en la cama, con su amada. La lengua de su hijo la sacó de sus pensamientos, Jorge lamía su ano y su coño. “¡Ella tiene que gozar!” Estefanía sabía que nunca podría hacerla gozar como lo haría un hombre, así que se preparó para ayudar a su hijo a que hiciera feliz a su amada Cristina.
Cuando Estefanía abandonó aquel beso que le daba, Cristina se preguntaba que quería. La miró, observó cómo se colocó sobre ella, ofreciéndole su maduro coño y metiendo su cabeza entre las piernas. “¡Quiero su boca en mi coño!” Pensó cuando las manos de su amante separaron sus piernas. Un enorme calambre de placer recorrió todo su cuerpo. La lengua de su madura amante le lamía y jugaba con su sensible clítoris, mientras otra lengua, la de Jorge, exploraba su ano. Empezó a gemir y ni siquiera pudo lamer el coño de su amada.
Levantaron las piernas de la joven, las abrieron todo lo que pudieron, madre e hijo se dedicaron a lamer y darle placer a aquella joven que había dejado su vida para vivir con ellos, había que darle todo el placer que necesitara. De su joven coño brotaban los flujos sin control.
Jorge se colocó de rodillas en la cama, apuntando hacia el coño de la joven, suplicando a su madre que le diera placer. Vio como la boca de su madre abandonó el coño que lamía y su lengua acarició su hinchado glande. Deseaba que aquella madura boca se la tragara entera, pero no, la mano de Estefanía dirigió su polla hacia la joven vagina. Empujó y los labios vaginales de Cristina se abrieron para recibirlo.
Estefanía se incorporó, quedando sentada en la cara de su amante, teniendo delante de ella a su hijo que penetraba a la joven. Hundió su lengua en la boca de su hijo en el mismo momento en que su clítoris vibraba al sentir la joven lengua de Cristina. Se agarró con fuerza al cuerpo de su hijo, era demasiado placer.
Cristina tenía los ojos cerrados y lamía la mojada entrada de su amada. Entre sus piernas, sentía las suaves embestidas de Jorge, aquella polla conseguía que su vagina se dilatara y el placer iba envolviendo su mente. Sentía como si aquella enorme polla se clavara en su barriga, los huevos de él golpeaban en su culo. Los dedos de Estefanía empezaron a acariciar su clítoris, no pudo seguir chupando su coño, su boca empezó a lanzar gemidos de placer.
Jorge apartó a su madre y la hizo girarse para que se colocara sobre Cristina y le ofreciera su culo. Clavaba su polla en el coño de la joven y podía ver el redondo culo de la otra, tenía aquellas dos preciosas mujeres sólo para él y tenía que follarlas, haciendo que se corrieran. Sacó su polla y la llevó al coño de su madre, la restregó por su raja haciendo que se mezclaran los flujos de ambas. La penetró sin compasión, de una sola vez y hasta lo más profundo de su vagina.
Besaba a su amada. Estefanía tenía su lengua dentro de la boca de la joven cuando su hijo pasaba la polla por toda su raja. Un tremendo placer la invadió cuando su vagina recibió toda la polla de su hijo. Abrazada y besando a la joven, gemía al ser follada por su hijo.
Cristina podía sentir lo caliente y excitada que estaba su amada, las embestidas de Jorge provocaban gemidos en Estefanía, sus manos la agarraban con fuerza. Estefanía dio un suspiro de alivio. En ese momento, sintió de nuevo el ataque de la polla en su coño. Una sola estocada y toda la polla entró por completo en su coño, mojada en los flujos de Estefanía, entró sin dificultad, uniendo los fluidos de ambas mujeres. Gimió y gimió sin control.
Jorge las abandonó por un momento, se retiró de la cama y las miró. Allí estaban las dos, cómo si él no estuviera allí, una sobre la otra, se besaban y se daban placer desesperadamente.
- ¡Vamos, poneros en el filo y ofrecerme vuestros culos! – Les pidió y ellas obedecieron.
Allí delante tenía los dos culos, a cual más hermoso, a cual más excitante. Los acaricio y decidió meter su polla en el coño de su madre. Mientras, su mano masturbaba a Cristina. Las dos gemían y se besaban mientras él les daba placer. Por un buen rato, estuvo follando a una y a otra, mientras la clavaba en una, masturbaba a la otra. Gozaba con ellas hasta que su madre tomó el control.
- ¡Vamos Jorge! – Le dijo mientras clavaba su polla en el coño de Cristina. - ¡Córrete y dame un hijo!
Cristina se separó de él, se tumbó en la cama boca arriba y abrió bien sus piernas. Jorge tomó su papel de semental, se colocó entre las piernas de la joven y clavó su polla por completo. Cristina no gemía, no le interesaba tener otro orgasmo, ahora lo que necesitaba es que aquel macho la llenara con su semen.
Jorge bufaba montando a la hermosa joven. Su polla entraba y salía y lo único que deseaba era correrse. La mano de su madre acariciaba su culo.
- ¡Vamos hijo, llénala con tu semen, dame un niño! – Estefanía le susurraba al oído.
Jorge hundió su polla profundamente en Cristina cuando sintió que se iba a correr. El semen brotó y la llenó por completo. Los besos de su madre le agradecían lo que hacía por ellas.
Había pasado ya un año desde aquel verano. Laura y Juan estaban en su casa, se habían vestido y habían preparado las maletas para irse otro mes a la playa. Laura recibió la llamada de su amiga Estefanía. Madre e hijo cogieron sus maletas y bajaron a la calle. Estefanía, Cristina y Jorge los esperaban para irse todos juntos de nuevo a la casa que tenían en la playa. Entraron en el monovolumen y Laura saludó al pequeño que estaba en su silla. Era el hijo de Cristina y Jorge, el nieto deseado de Estefanía. Jorge y Cristina se presentaban como familia, aunque en la intimidad, Estefanía y Cristina eran amantes y cuidaban del pequeño como si fuera hijo de ellas. Jorge a cambio tenía todas las aventuras amorosas que le venía en gana. Laura y Juan nunca dejaron de ser pareja, en la intimidad, claro, pero hasta la muerte de Laura, su hijo estuvo con ella para amarla.