Amistades no tan peligrosas y otros placeres.
No, ya no era como antes, pensaba mientras daba vueltas y más vueltas al café vespertino. No es que no hubiese amor o que algo se hubiese roto entre nosotros, pero ya no era igual el hacer el amor.
No, ya no era como antes, pensaba mientras daba vueltas y más vueltas al café vespertino. No es que no hubiese amor o que algo se hubiese roto entre nosotros, pero ya no era igual el hacer el amor. Era algo mas relacionado con el desahogo de una necesidad física que un acto de amor. No había magia, no había misterios, no había novedad, era monótono, unos calentamientos previos rápidos y poco mas antes de llegar a unos orgasmos rápidos, sin intensidad. Ecos de un pasado.
Recordaba con nostalgia aquellos primeros años, noches enteras de caricias y cascadas de orgasmos, de practicas de nuevas posturas, de descubrimientos de sensaciones recién halladas. Tardes de sofá sin otra cosa que hacer que acariciarnos o besarnos hasta perder el aliento. De encuentros en un coche amparados por la oscuridad de la noche. No, todo aquello quedó atrás.
El aburrimiento en nuestra cama era un echo mas que contrastado, un “mete saca” sin muchas aspiraciones. Un momento, cada dos o tres semanas, que apenas llenaba nada, que no decía nada a nuestra pareja. El aburrimiento…
Yo soy ardiente por naturaleza, siempre he pensado que el sexo es el motor de una pareja, al fin y al cabo, es en una cama donde una pareja se muestra realmente como es en la intimidad, si es que son sinceros, claro. Nunca he tenido trabas ni muchos tabús en el sexo, me ha gustado experimentar, probar, ver mis limites, que los tengo, claro está, pero después de haber probado.
Le daba vueltas a todo esto aquella mañana tratando de ver la forma de afrontar el problema con mi pareja y tratando de ver la forma de exponerlo sin que nadie se sintiese herido. Difícil problema cuando el tema es tan delicado. Mi marido tenía “la piel extremadamente delgada” y se que se lo tomaría como algo personal, ya nos conocemos después de tantos años juntos. Un dilema que había que afrontar y solucionar.
Pase la mañana dándole vueltas y más vueltas, pero no veía la solución. Al final, cansada ya de tanto lío, llame a una amiga para tomarnos algo y ver si ella me daba una solución.
Nos conocemos desde pequeñas, nos habíamos hecho mayores juntas, salíamos en la misma pandilla de jóvenes, teníamos mas secretos entre ambas que con nuestras parejas respectivas. Es mi amiga de siempre y en quien confió plenamente. Su madurez y sensatez es algo indiscutible, no en vano es persona de confianza en su empresa ocupando un alto cargo.
Nos abrazamos al vernos como si hubiesen pasado mil años desde la ultima vez, (la semana pasada). Cogidas del brazo caminamos hasta una terraza donde poder sentarnos y tomar algo mientras hablábamos. Unas cervezas, unos pinchos para acompañarlas y allí estábamos.
Pese a toda nuestra amistad no es fácil confesar algo así a una amiga, me costo empezar. Su cara de preocupación ya me lo decía todo, comencé a contar desde el principio, sin omitir los detalles. Sabía a quien le contaba mis intimidades, ambas teníamos algunas compartidas de cuando éramos jóvenes.
Me dejo desahogarme sin interrumpirme. Solo escuchaba y asentía con la cabeza de vez en cuando. Le conté de cómo habíamos cambiado Miguel y yo, ya no éramos como antes, estaba preocupada y no sabía salir de allí. De nuestros encuentros en la cama, fugaces, casi inexistentes, apenas nada. Casi acabe sollozando mientras ella podía ver en mis ojos la desesperación.
Me miro profundamente, tomó mi mano entre las suyas invitándome a calmarme. Me imagino que su cabeza ya había empezado a buscar soluciones. Me calmó con palabras amables. No hay nada perdido aun, todo se puede arreglar. Me pidió que le contara mas sobre nuestro sexo, hasta donde habíamos llegado, que habíamos probado, qué limites había entre nosotros, si es que los había, intimidades que, francamente no me molestaba contarle. Ella sabía todo de mí.
Le dio un largo trago a su cerveza y volvió a mirarme directamente a los ojos. Pareció meditar su respuesta y, después de unos instantes la soltó.
- ¿habéis probado a tener relaciones fuera de la pareja? No hablo de infidelidades, hablo de relaciones quizás incluyendo un tercero o una tercera en ellas. Podría ser algo motivador si es que estáis dispuestos a probarlo. Después de escucharte y viendo hasta donde habéis llegado no se me ocurre otra cosa. Vuestra vida sexual es muy completa ,quizás ahí radique el problema, demasiado andado entre dos personas en su intimidad. Así, en frio, no se me ocurre otra cosa.
-Wau chica- Contesté un tanto perpleja- Podía esperar cualquier consejo de ti, pero ese…Joder, que locura, no se como plantearle el problema a Migue como para decirle de incluir a alguien en nuestra cama- reí un poco nerviosa solo de pensarlo- Chica, ¿no es ir muy lejos?, a ver, no es que me extrañe en ti, se que eres muy liberal y todo eso, pero…no sé. No sabría cómo decírselo y si a él le haría gracia la idea.
-Mati- Me contesto- Trata de verlo de esta manera. Solo es sexo, sin más, sin compromiso, sin ataduras, solo exclusivamente sexo. No, es más. Algo que puede alegrar esa relación vuestra. Claro esta que con su consentimiento. Pero te aseguro que eso no es un problema, sobre todo si lo que propones es otra mujer, todos los hombres son iguales, háblales de la posibilidad de dos mujeres en su cama y ya los tienes babeando ante la idea- Y soltó una carcajada, como sabiendo de qué hablaba.
. - No sé, me da cosa, ni se me había pasado nunca por la cabeza compartir mi marido con alguien, jamás. Fiuuuu……Me sobrepasa la idea- Conteste pasando mi mano sobre mi cabeza a modo de avión, pero sonriendo ante ella.
-Piénsalo, díselo cuando lo decidas y después, entre ambos buscad a quien quiera participar en el juego. Solo es eso, un juego.
Seguimos las dos allí un buen rato sentadas, casi divertidas ante la idea. La verdad es que no me veía en mi cama con otra mujer o un hombre y mi marido, no es que me molestara la idea, pero me costaba verlo. Poco a poco fuimos desgranando el problema y quedó decidido que lo haría esa misma noche. Si, esa noche le plantearía a Migue mi idea, que era la de ella.
Pagamos y nos dimos un beso para despedirnos. Ella caminó por la plaza haciendo que mas de uno se volviera a mirarle el culo. Está muy buena la jodia. Yo camine hasta mi coche con una sonrisa entre nerviosa y traviesa en mi boca. Pensando como lo iba a hacer. Me divertía pensar en la cara de Migue cuando lo soltara, ¿diría que sí? ¿me tomaría por loca? No sé, arranque y me fui a casa a esperar la noche.
Prepare una cena un tanto especial, abrí una botella de vino y espere. Sobre las 10 de la noche escuché las llaves en la puerta, salí hasta el pasillo como cada día a esperarlo y darle un beso. Me lo devolvió mientras caminábamos hasta la salita de estar. Dejó sus cosas sobre una butaca.
-Mmmm, huele rico amor, ¿Qué has preparado de cena? Tengo hambre, no he comido nada desde el medio día – Me dijo mientras se disponía a marcharse al baño en busca de una ducha.
-Ahora lo ves, no es nada especial-Casi le grite desde la cocina.
Dispuse la mesa mientras escuchaba correr el agua en la ducha. Salió al poco rato embutido en su pijama, con cara de estar relajado. Le serví una copa.
- ¿Y esto ¿¿vino para cenar entre semana? ¿Qué celebramos? - Pregunto un tanto extrañado mientras miraba con ganas el plato ante sí.
-Nada especial, se me antojó tomar vino-Sonreí mientras cogía los cubiertos para empezar a dar cuenta de la cena.
Cenamos charlando sobre casi las mismas cosas de siempre, su trabajo, su día, el mío. Lo normal en una pareja de años. La monotonía.
Apuramos la botella de vino con el postre. Ambos quitamos la mesa y nos fuimos a la cocina a dejarla limpia antes de tumbarnos a ver la tele. Mientras tanto abrí otra botella de vino, la verdad, me daba cierto reparo exponerle la idea que me rondaba la cabeza y necesitaba “animarme” y “animarlo" un poco.
Con las copas en la mano nos dejamos caer en el sofá, no le deje encender la tele.
-Vale, venga, cuéntame que pasa- Me dijo algo serio- Pasa algo ¿verdad?
Con cara entre divertida y preocupada trate de ponerme seria, aunque el vino me pedía otra cosa. Lo mire a los ojos, me senté más derecha y tome su mano
-Vale Migue, tengo algo que decirte y no sé muy bien cómo hacerlo. No te preocupes, no pasa nada, déjame que vea como hacerlo-Le dije mientras me concentraba en lo que quería decirle- A ver cariño, llevamos ya no se cuantos años juntos, soy tremendamente feliz a tu lado, vivir contigo es fácil y divertido, pero últimamente entre tu yo hay algo que no camina bien.
Poniéndose igualmente derecho en el sofá y con cara de preocupación pregunto - ¿El qué falla?
-Bueno a ver, decir esto me cuesta trabajo así que, por favor tenme paciencia ¿vale? Veras, últimamente en la cama falta mucha chispa entre tu y yo, y no, no es la culpa tuya o mía, sencillamente ya no es igual, no sé si me sigues.
-Continua- Me dijo mientras daba un trago a la copa.
-Buena, tú sabes, joder que difícil es decir esto. A ver, ya no tenemos esa pasión de antes, nos hemos vuelto aburridos en la cama. Solo llegamos, un polvo rápido de tiempo en tiempo y ya …. ¿Me entiendes?
-Bueno, sí, es verdad, quizás sea por mi trabajo o …- No lo dejé terminar
-No Migue, no eres tú, quiero que entiendas eso. No busco a quien culpar, busco como arreglar ese tema de una forma que nos satisfaga a los dos. Quiero recuperar aquella pasión. Te quiero con el alma y sé que tú a mí, precisamente por esto me atrevo a decirte esto que estoy diciendo. Por nada del mundo me gustaría perderte. Creo que tenemos que buscar algo que encienda de nuevo la chispa.
Me miró como si me estuviese descubriendo de nuevo, como si mirara a una extraña, pero con mucho cariño en sus ojos. Se quedó un momento pensando, como volviendo a aquel pasado.
-Llevas razón. Toda la razón-Admitio- Nos hemos vuelto unos aburridos en la cama. Antes era distinto. Quizás por el trabajo o la monotonía no me he dado cuenta y he dejado que pasara o hemos dejado que fuese así. No sé, no se me ocurre nada para solucionarlo. Me pillas con las defensas bajas y el vino subiéndose un poco a la cabeza- Intento bromear- ¿Tu que propones si creo que en la cama ya hemos hecho todo? No estoy muy inspirado esta noche….
-Bueno, no sé, así de pronto y a bocajarro tampoco yo había pensado nada- Mentí un tanto descarada tratando de disimular la mentirijilla bebiendo de mi copa.
- Cari, no cuela, nos conocemos demasiado como para no saber que tu a esto le has dado vueltas todo el día y algo has pensado, estoy seguro- Me pilló, me ruborice un poco y baje la mirada tratando de que no me descubriera, pero ya era tarde. Lo había hecho y no podía mentirle. Así que le conté mí conversación con mi amiga, bueno, nuestra amiga, él también la conocía.
-Ósea- dijo- Que entre Mónica y tú ya habéis planeado, sin consultarme, el meter a alguien en nuestra cama…Estáis locas las dos- Y soltó una carcajada- ¿Cómo se os ha ocurrido? ¿a quién proponerle esa locura?
- No te rías que esto es serio-Conteste con una media sonrisa en mi boca- A ver, solo lo hemos hablado, no hemos decidido nada y mucho menos pensado en quien, si chico o chica, ni como, ni cuándo. Solo es una propuesta….
-A ver cari, ahora en serio ¿tu crees que estamos preparados para algo así? Es que …no veo la manera ni cómo ni cuándo ni con quien…me parece una locura y no sé cómo reaccionaríamos después. Es una propuesta muy seria, ¿no lo ves? ¿Quién te dice que después no nos arrepentiríamos y estallaríamos en un ataque de celos o algo así? francamente, no lo veo muy claro.
-Vale, no lo tomes en serio, solo es una propuesta, sino la ves la olvidamos y listo. - Conteste un poco contrariada- Pero algo tenemos que hacer con ese problemilla.
-Vale, déjame pensarlo, al menos unos días. Esto no se puede decidir en un momento. Además, tu no has dicho si lo quieres o no…
Era cierto, ni me lo había planteado, ¿Cómo reaccionaría yo ante esto? ¿con quién? ¿de qué manera? Solo pensé en la idea pero no como llevarla a cabo o si eso me afectaría a mi o a mi pareja. Tendría que pensarlo mas detenidamente, aunque tengo que confesar que no me parecía una mala idea, me ponía un poco si lo pensaba o imaginaba.
Dejamos el tema allí, apuramos la botella de vino y nos fuimos a la cama. Debo decir que esa noche si hubo sexo del bueno. Quizás por el vino o porque en nuestras cabezas se veían algunas imágenes futuribles en esa misma cama. Sea por lo que fuese el caso es que, después de mucho tiempo, mis piernas acabaron temblando y Migue bocarriba jadeando después de un orgasmo tremendo. Antes de dormirnos decidimos pensarlo más detenidamente.
Pasaron unos días antes de retomar el tema. Quede con Mónica para contarle las últimas novedades. Entre risas y complicidad le confesé que, si decidía que si, no sabría con quién hacerlo. De pronto aquella sonrisa suya desapareció
Conmigo Nati- Me soltó sin inmutarse. Trate de sonreír, no podía ser en serio.
¿Contigo? ¿es en serio?
¿Y porque no? Me conoces, nos conocemos, hemos compartido hasta algún chico cuando éramos jóvenes. Migue no me mira mal, yo diría que lo pongo y tu me pones tía- Me dijo como el que esta pidiendo la cuenta al camarero. Así, sin más, sin anestesia. Abrí los ojos incrédula.
-Por favor, no me vayas a decir tu ahora que la idea no te pone. Tu yo comiéndonos a tu marido y él sin saber por dónde tirar. Seria divertidísimo aparte de morboso. Me mojo solo de pensarlo.
No salía de mi asombro. Mónica, la seria, la sensata, la madura proponiéndome compartir mi marido como si fuese una pizza o algo así, por diversión. No sabía que contestarle, si enfadarme, si tomarlo a broma….
-Venga, no te pongas seria, es solo una proposición- Me dijo mientras me picaba un ojo y sonreía descarada- Piénsalo, si decides que sí, díselo a él a ver que dice y si queréis …cenamos juntos alguna noche en vuestra casa. Solo es un juego. No te enfades por favor.
Hablaba como el que habla de un negocio o algo así, como si no fuese ella quien es y yo fuese quien soy, y lo peor, mi marido siendo quien es para mí. Trate de mantener la compostura, la verdad es que no sabia bien que decir así que opte por reír y decirle que me lo pensaría pero que no prometía nada.
Camíno a casa no salía de mi estupor. Mónica… ¿de veras?, ostras que lio. Por una parte, me provocaba cierto rechazo, pero por otra … ¿quién mejor que ella? No me paré a pensar en un chico, sé que eso no lo aceptaría nunca Migue, a mi tampoco me atraía la idea. Puestos a elegir prefiero la dulzura de una mujer. No sabía que decidir.
Metí el coche en el garaje. Migue ya estaba en casa, le di un beso y un abrazo. El almuerzo fue un tanto tenso, no sabia si decirle aquello o pensármelo mejor. Lo deje correr.
Unos días después el móvil me saco de mis tareas.
- ¿Sí?
-Hola, soy Mónica
-Hola Moni ¿Qué pasó? Conteste un poco nerviosa, sabía lo que venía después.
-Nada amor, no pasó nada, solo quería que me contaras de lo que hablamos el otro día. ¿Lo has pensado ya? ¿se lo has dicho a Migue?
-Aun no, Moni, en serio, no lo sé, no paro de pensarlo y…no sé qué decidir.
-Venga boba, no seas mojigata. Sera divertido. Dos amigas, un chico, algunas copas, algo de sexo del bueno compartido. La verdad, es que desde nuestra charla no se me va de la cabeza y me pone muchísimo tenerte desnuda y compartida con Migue. Hablo en serio, totalmente en serio. Me pone muchísimo la idea, ya ves, y mi marido sin enterarse, sería la caña…-La escuche reír divertida al otro lado del aparato
-Mónica ¿en serio me estás diciendo esto? ¿De verdad?
-Y tanto que es de verdad. Totalmente en serio, me encantaría pasar una noche con vosotros. No me preguntes porque, no lo sé, pero desde el otro día no se me va de la cabeza. Por favor, dime que sí.
Me quede callada. En mi cabeza se comenzaban a dibujar escenas calientes en las que el cuerpo de mi amiga tenía mucho protagonismo. La había visto mil veces desnuda y tenía un cuerpazo. De alguna manera decidí que sí, también a mí me ponía la idea.
-Vale- conteste a media voz- vale Mónica, si, déjame que lo hable con Migue y a ver que dice él
- ¿De verdad? ¿lo harás? - casi gritó entusiasmada
-Si, déjame que lo visualice y a ver que dice Migue. Eres una lianta…-Dije al mismo tiempo de reír
-Llámame en cuanto sepas algo ¿sí? Tengo que comprar lencería para la ocasión - La escuche morirse de risa.
-Vaaaale-Conteste contagiada por su risa. -Te llamare, pero no prometo nada
-Vale, Un besote
Y colgó el teléfono dejándome allí en medio de un mar de dudas. ¿De verdad quería aquello?, sí, claro que sí, me ponía la idea, mi matrimonio podía salir beneficiado, tenia toda mi confianza en ella, sabía que no habría problemas ¿porque no?
Se lo solté a bocajarro a Migue en cuanto llegó aquella noche. No quería pararme a pensarlo mucho, no quería arrepentirme de no haberlo intentado. Él me miro como si me hubiese vuelto loca pero después de una larga charla decidimos que sí. Ahora tocaba elegir cuando hacerlo. El sábado próximo, en nuestra casa…cruzamos los dedos.
Y llegó el sábado. El viernes había hablado con Mónica. Todo quedaba claro, las condiciones y todo. Ella acepto sin problema todas las objeciones. Si no nos sentíamos cómodos cortaríamos el rollo.
Ambos estábamos muy nerviosos, no las teníamos todas con nosotros. Nunca nos habíamos aventurado tanto, la apuesta era arriesgada. Nos ponía la idea, ya lo habíamos confesado los dos, pero, aun así, teníamos nuestros reparos. Al principio Migue puso algunas pegas, eso de que fuese mi amiga como que lo descolocaba un poco, me confeso que no estaba mal, que incluso le parecía atractiva, pero de ahí a meterla en nuestra cama. Fue una noche de una larga conversación, pero salió que “si” … y allí estábamos, preparados para la aventura. Yo con mi ropa interior mas sexi, él arregladito como para ir de boda, todo era muy extraño.
Sonó el timbre, fui a abrir y allí estaba, radiantemente bella en su traje ajustado negro y muy cortito, con un gran escote que dejaba poco a la imaginación, sonriente, muy maquillada. Espectacular.
Nos dimos un beso mientras nos lanzábamos mutuos piropos, en el salón se escuchaba el sonido de copas entrechocando, Migue estaba abriendo una botella de vino. Pasamos adentro juntas, con una mirada cómplice entre nosotras, llegamos al salón. Migue se volvió justo en el momento que llenaba una copa, casi la reboza mientras miraba alelado a Mónica. Por suerte reacciono a tiempo y no hubo tragedia alguna. Se acerco con ella en la mano hasta pararse frente a mi amiga, la miro de arriba abajo, le dio un beso y le paso la copa antes de que empezara a temblarle en la mano mientras la saludaba y daba la bienvenida.
Todo pareciera como si fuese un encuentro entre amigos. Una cena, velas, música de fondo suave, risas y conversación animada, pero creo que todos pensábamos lo mismo… ¿Cuándo llegara el momento?
Durante la cena cayeron tres botellas de vino antes de llegar al postre, los ojos de Migue no podían apartarse de aquel escote y lo que mostraba. Alguna broma en ese sentido que le hizo cambiar la mirada y risas.
La conversación fue haciéndose un tanto picante entre copa y copa, algunas insinuaciones por parte de nosotras que ponían un tanto nervioso a Migue. Creo que entre ella y yo nos entendíamos perfectamente, al fin y al cabo, llevábamos casi toda la vida juntas.
Tras los postres Migue saco unas copas de algo más fuerte. Wiski y vodka junto a unos refrescos para mezclar y hielo. Nos sentamos en el amplio sofá. Mónica sobre el brazo del sillón, yo a su lado y Migue permaneció un poco de pie mientras seguíamos conversando cada vez un poquito más caliente.
Mónica paso el brazo sobre mi hombro y dejo descaradamente su mano reposar sobre mi pecho, no tocaba, solo la dejo allí, rozándome y haciéndome sentir muy excitada ante lo que aconteciera. Migue miraba atentamente. Mi mano se puso sobre la pierna de Mónica mientras soltaba una carcajada por algo que dijo Migue, yo si aprete aquel muslo firme y suave al tacto. Me estaba calentando a pasos agigantados.
De pronto Mónica salto de su sitio como accionada por un resorte al escuchar un tema musical. Cogió de los hombros a mi marido y lo obligo a sentarse a mi lado mientras ella comenzaba a bailar un tanto obscenamente frente a nosotros. Sin duda sabia lo que hacia y no era la primera vez que participaba en algo así, estaba segura de ello.
Sus caderas comenzaron a oscilar de un lado a otro mientras cerraba los ojos y sus brazos parecían acariciarla. Se la veía muy sexi. Migue alargo una mano y bajó la luz del salón dejándola en una penumbra que dejaba ver lo justo. Volvió a acomodarse a mi lado y pegó su pierna a la mía mientras pasaba el brazo por mi cintura.
Mónica subió el tono del ambiente al tirar de su vestido un poco hacia arriba, justo hasta el filito de sus braguitas negras. Se giró y sus glúteos aparecieron fugazmente frente a nosotros. La mano de Migue comenzó a acariciar mi cadera mientras yo ponía la mía en su muslo.
Aquel cuerpo danzante nos estaba calentando a los dos. No podíamos apartar la mirada de aquellas curvas sinuosos que se contorsionaban frente a nosotros. Las manos de ella llegaron hasta sus pechos, pareció estremecerse ante su propio contacto. Bajo un poco su escote hasta casi dejar al descubierto sus pezones, pero se paró allí mientras clavaba su mirada en mí. Dio unos pasos hasta llegar a mi lado. Tomo mi mano y tiró de mi hasta dejarme en pie. Yo no sabía qué hacer, me sentí un tanto fuera de lugar, lo mío nunca fue el baile y menos el exótico.
Se acerco a mi desde atrás, en el oído me murmuró mientras se abrazaba a mi clavando su pecho en mi espalda y su pubis en mi culo “tranquila cariño, déjate hacer”. Comenzó a restregarse contra mi mientras sus manos subían de mis caderas hasta el nacimiento de mis pechos. Sentía su respiración en mi cuello. Miré a Migue y lo vi arrellanarse en el sofá dispuesto a no perder el show que le mostrábamos. Sin duda la idea le gustaba.
Las manos de Mónica reptaron hasta más debajo de mis caderas, me giro hasta quedar frente a ella, su lengua perforo mis labios mientras se hacia dueña de mi culo. Respondí enredando mi lengua a la suya. Mis manos buscaron su cintura y sentí aquel calor animal que despedía su cuerpo. Me beso hasta saciarse. Sacó su lengua de mi boca mientras sus manos tiraban de mi vestido hacia abajo, hasta dejar mis pechos al aire. No dejo de contonearse mientras pasaba una y otra vez su lengua por mi pezones.
Para entonces ya había perdido yo el pudor o la posible vergüenza. Tomé su cabeza con mis manos y le metí un pezón en la boca mientras miraba a mi marido que comenzaba a aparecer algo congestionado. Mi vestido cayo al suelo y mi cuerpo tembló frente a sus ataques. Se dejó caer lentamente, pasando su lengua por todo mi cuerpo hasta quedar de rodillas frente a mi pubis, aun cubierto por la braguita. Acerco la nariz para olerlo profundamente, después saco su larga lengua y la pasó de arriba a abajo de mi rajita, haciéndome gemir como perrita en celo.
Yo miraba hacia abajo sin creerme que aquella amazona me estuviese poseyendo de aquella manera frente a mi marido. Tiro de mis braguitas hasta dejarlas en mis tobillos, acerco su boca y pude sentir su aliento caliente chocar contra mi pubis. Sus manos en mis caderas. Separo un poco mis piernas para alcanzar mi clítoris, lo tomo entre sus labios suavemente, su lengua lo titilo con la punta y sentí que me moría.
Para entonces Migue ya se había quitado prácticamente toda su ropa, su mano se escondía tras el slip masajeando aquella polla que tantas veces yo había tenido en las mías. Mónica lo miro y sonrió con malicia. Tiró de mi hasta ponerme junto al sofá, frente a él, subió mi pie hasta dejarlo apoyado en el sofá, dejando mi entrepierna bien a la vista. Mi marido trago saliva mientras veía a centímetros de su cara como me comían el coño.
Mónica se quitó el vestido y su cuerpo voluptuoso se mostro caliente y apetecible ante nosotros. Solo cubierto por una tanguita negra que se perdía en las profundidades de su culo. Acercó un pecho a la boca de Migue y éste, como hipnotizado, lo tomó entre sus labios. Yo no me perdía detalle permaneciendo en la postura que Mónica me dejó, pero pasando mi mano sobre mi pubis. Lo dejó hacer un rato antes de volver a hacerme caso a mí. De nuevo se perdió en mi intimidad arrancándome gemidos. Una mano se deslizo por el muslo de mi marido hasta alcanzar su polla que asomaba la cabeza por la cinturilla de slip. La masajeo al mismo tiempo que recorría mi vagina de arriba abajo. Las manos de mi marido andaban entre el cuerpo de ella y el mío sin saber por quien decidirse, como si tuviese que no priorizar y darnos placer a las dos.
Mis piernas fallaron un momento mientras pequeños orgasmos me asaltaban haciéndome explotar en la boca de mi amiga. Después de unos cuantos se puso en pie, me empujó hacia abajo, justo hasta dejar mi cara frente a su pubis. No era la primera vez que tenia un coño al alcance de mi boca, pero si la primera con el de Mónica. Su vello recortadito me hacia cosquillas en la nariz mientras metí la lengua entre aquellos pliegues magnéticos. Mónica tomo la cabeza de mi marido y la empujo hasta su culo. Podía escuchar el ruido de su lengua pasar una y otra vez de un glúteo a otro o metiéndose en la grieta que los separaba. Mónica comenzó a gemir. Abrió un poco sus piernas y vi venir los dedos de mi marido entre sus muslos, se metieron un poquito en aquel pozo de deseo y después colarse entre mis labios para que los chupara, el sabor salado de Mónica me llego hasta la garganta. Los lamí hasta que solo mi saliva resbalo sobre ellos. Se retiraron para clavarse mas profundamente en su coño y ahora el grito de placer de mi amiga me llego claro. Sentí sus muslos tensarse alrededor de mi cara mientras mi marido hundía la lengua en su culo y los dedos parecían pequeños penes penetrándola. Lamí hasta sentir que mi lengua se dormía. Sentí unas manos en mi cabeza, mi marido se había incorporado y, mientras besaba aquella boca libidinosa de mi amiga buscaba clavar su polla en mi boca. Abrí los labios y me la hundí con ansias. Pareciera que nunca la había visto así, estaba dura como una roca, como hacía tiempo que no la sentía. La saboree a placer mientras mis manos buscaban los pechos de mi amiga desde abajo. Allí se encontraron las de Migue y las mías, como compitiendo por cada centímetro de piel. Note unos pezones duros entre mis dedos, la boca de mi marido saboreándolos a placer, los gemidos de mi amiga. No aguante más.
Me puse en pie y la empuje hasta dejarla tendida en el sofá. Migue aprovecho para buscar su coño mientras yo me sentaba a horcajadas sobre su cara, dejando mi coño bien expuestos ante su boca. Sentí su lengua hurgar en mi interior, beberse mis jugos, repasar mi clítoris hasta hacerme lanzar gemidos. La lengua de mi marido se hizo dueña de mi culo, me empujo hacia adelante y la sentí pasearse por mi raja traerá, dejándola inundada de saliva hasta encontrar mi ano que ataco sin contemplaciones. Aquello era el placer sumun.
Me vine entre estertores y gemidos, mi amiga se bebió hasta la ultima gota, mi marido enterraba su lengua hasta colarse en mi interior trasero. Me quede allí, tendida sobre Mónica, temblando de placer, gimoteando mientras la polla de mi marido se hacia hueco en mi coño, no me dio tregua alguna. Primero su cabeza, un empujoncito y la mitad de su miembro se coló en mi vagina contraída por el placer sentido. Un nuevo empujón y la sentí hasta el estómago. De nuevo aquella sensación de vértigo mientas la sentía entrar y salir. Si, ya lo dije, soy muy ardiente, me encantan esas situaciones.
Sentía la respiración de Mónica en mi vientre y sus manos abrir mis glúteos para disfrute de mi marido que me cabalgaba hasta la extenuación. Allí estuvo hasta que Mónica reclamara atención. También ella quería una ración de dura carne. Me obligo a descorcharme de mi marido. Se tumbo sobre mi y dejó su culo bien expuesto antes los ojos de mi marido. Éste no dudo, enristro aquel coño desafiante y provocador y se metió hasta escuchar los gritos de mi amiga ahogados en mis pechos. La cabalgo durante un buen rato, hasta sentirla temblar, yo se la resistencia de mi marido y sabía que la vería temblar muchas veces antes de correrse él.
Un gemido profundo y un bocado en mi pecho me dijo que Mónica se estaba corriendo como perra en celo. Mis manos eran esta vez las que separaban sus glúteos para que sintiera la rotundidad de mi marido en lo más profundo de ella. Poco apoco dejó de temblar y gemir. La bese tiernamente en la boca y me sonrió casi sin fuerzas mientras mi marido se salía de ella y se disponía a servir nuevas copas.
Las dos nos sentamos, una junto a otra, desmadejadas, despeinadas, el rímel corrido en nuestros ojos y muchas ganas de seguir jugando en el cuerpo a cuerpo. Migue nos acercó unas copas, podíamos ver su miembro cabecear al caminar. Parecía desafiarnos. No dijimos ni una palabra, tomamos las copas de sus manos, dimos un largo trago, las dejamos en el suelo y nos arrodillamos frente a él para “pelear” nuestras lenguas sobre aquel glande rojo y caliente que se estremecía a cada pasada nuestra. Nuestros ojos sonreían mientras disputábamos cada centímetro de aquella polla, la hundíamos por turnos en nuestras bocas. Nuestras lenguas se juntaban sobre su cabezota y nuestras salivas se mezclaban para correr tronco abajo hasta llegar a sus huevos que acariciábamos por turnos. Mire hacia arriba y Migue tenia los ojos desencajados, creo que jamás se vio en otra. Su polla clavada en mi garganta mientras Mónica lamia su tronco de arriba abajo. No tengo que contar que se moría de placer.
Para mí también era nuevo esto de compartir la polla de mi hombre, pero me ponía a mil sentir aquella lengua peleando con la mía por su posesión. Mi mano resbalo hasta alcanzar el culo de Mónica que acaricie con avaricia, ella hacia otro tanto con el mío. Los gemidos profundos de Migue nos llegaban mezclados con el ruido de nuestras lenguas y bocas en su miembro.
No quiso acabar así, dulcemente se separo de nosotras, nos tomó de la mano y nos llevó hasta el dormitorio. Tumbó a Mónica sobre nuestra cama mientras me invitaba a compartirla con él. Entre ambos abrimos sus piernas todo lo que dieron de si, acercamos nuestras bocas a su entrepierna y comenzamos un concierto a dos bocas sobre su piel expuesta. Podía sentir en la mía la lengua de mi marido mientras repasábamos aquel clítoris duro y apretado entre sus labios menores. Bebíamos entre ambos el néctar que destilaba para nosotros en sus entrañas, nos saciábamos de su placer compartido. Era una comunión entre nosotros y el cuerpo sagrado era el de mi amiga. Pasamos un rato allí hasta sentir sus gritos de placer, la vimos temblar ante nuestros ataques una y otra vez, sus manos apretaron nuestras bocas contra su pubis. Se sumió en una especie de trance mientras se corría en nuestras bocas, nos sentimos saciados.
Trepamos sobre su cuerpo hasta encontrar su boca, penetramos ambas lenguas en busca de su saliva y compartimos un beso morboso y húmedo a tres bandas. Mi marido paso por encima de ella hasta colocarse sobre mí, abrió mis piernas y me penetro con ternura, sin prisas, mientras yo reposaba la cabeza entre los pechos de Mónica que aún no había reaccionado a su dote de placer. Sentía el miembro de Migue taladrarme hasta el alma, a cada envestida mis gemidos subían de tono, mis manos se apoderaron de mis pechos y aprete mis pezones arrancándome a mí misma escalofríos de placer junto a los que me procuraba mi marido. Las manos de Migue sujetaban mis glúteos haciendo la penetración más profunda aun, mis gemidos arreciaron cuando sentí las manos de mi amiga comenzar a recorrer mi cuerpo mientras buscaba con su boca la de Migue. Esta vez fue ella la que se sentó sobre mi cara dejándome su coño abierto ante mi boca. Lamí de nuevo aquella fuente de placer mientras sentía en mi vientre el golpeteo de mi marido. Podía imaginarme sus lenguas enredadas en sus bocas mientras me hacían suya, me calentaba más.
Un temblor conocido mil veces se comenzó a formar en la base de mi columna. Mis caderas buscaron la premura de las de mi marido, hundí mi lengua en aquel coño mientras mi cuerpo se catapultaba hacia arriba inundado de placer. Mi marido siguió profundizando en mi hasta que deje de temblar completamente y Mónica cayo hacia adelante hasta dejar su respiración golpear mi pubis. Sentí como mi marido sacaba su polla de mi para metérsela a ella en la boca, la saliva de Mónica chorreaba por mi pubis mientras saboreaba mis fluidos en la polla de Migue. El golpeteo de los muslos de Migue contra los míos mientras le hundía su miembro en la garganta.
Podía escuchar el gorgoteo de aquella boca mientras la invadía un trozo de carne caliente y duro. Sus manos crispadas en mi cintura me decían que tocaba fondo. Su cuerpo se estremecía. Tome su culo entre mis manos como queriéndola empujar contra él, quería que se saciara de polla, de la polla de mi marido. Lamí un par de veces su coño, hundí un dedo en su culo y escuché una leve queja ahogada entre carne. Ahondé maliciosamente hasta ver mi dedo clavado hasta la mitad. Se contoneo como para acomodarse a él. La dejé acostumbrarse un poquito y comencé a bombearla, ahora sí, sus gemidos se escapaban entre mamada y mamada.
Migue saco la polla de aquel estuche húmedo, rodeo la cama y se situó tras ella, retiro mi mano de su culo, pego su glande a él y metió la cabeza, mis ojos estaban a centímetros, podía ver perfectamente aquel esfínter dilatarse ante cada embestida, pequeños gritos de dolor, pero sin ademanes de quitarse. Lentamente vi cómo se tragaba la polla de mi marido hasta que sus testículos golpearon mi nariz. Saqué la lengua y los lamí golosa mientras se hundía una y otra vez en aquel culo tan apetecible.
Vi como sus manos se crispaban poco a poco sobre los glúteos de ella, como aumentaba aquel ritmo demoledor, sus gemidos aumentaron a cada empellón, la sacó justo antes de correrse para dejar en mi cara y mi boca la corrida más salvaje que nunca le vi. Me inundo literalmente de semen caliente y salado, pasó su glande por mis labios y lo lamí a conciencia, él no dejo de gemir mientras me la metía en la boca. Fue la corrida de su vida, lo sé, fui testigo. Cayo a un lado de la cama agotado, saciado, vaciado por completo. Mi amiga se giró sobre mi cuerpo y busco mi boca, ella también estaba saciada. Nos acurrucamos juntas sobre el pecho de Migue, una a cada lado mientras él pasaba sus manos sobre nuestros hombros. Y así nos quedamos dormidos.
Así arreglamos aquel bache entre nosotros, bueno aquel y algunos más. La aventura nos gustó y de vez en cuando llamamos a Mónica, o ella nos llama a nosotros, para divertirnos entre los tres. Somos amigos, no hay compromiso, ni celos, ni malos rollo, solo sexo, puro y salvaje sexo.
Disfrutamos cada momento compartido y después nuestro sexo en pareja acordándonos de los momentos vividos y compartidos entre los tres. Se acabaron los polvos rápidos y de desahogo, ahora son de nuevo polvos alucinantes, llenos de morbo y placer. Revivimos de nuevo y todo gracias a una queridísima amiga…