Amigos y mas amigos xiv

Se agachó y me comió el agujero violado, saboreando su semen y acercándomelo a mi boca y sorbiéndolo juntos, luego hizo lo mismo, con el semen que yo había soltado sobre mi pecho,

AMIGOS Y MAS AMIGOS XIV

Estaba medio despierto, y me venía a la memoria de la manera, que conocí a Rudolf Nuréyev, yo por entonces tenía 14 años y durante su gira Europea, para promocionar más el ballet, el visitó las escuelas de danza de Barcelona, después del recorrido, dio a los profesores entradas para ver su representación durante la última semana, antes de ir a París.

Yo conseguí una de las preciadas entradas, por supuesto en el gallinero, pero, daba igual, lo importante era verlo actuar junto con Margot Fontaine, ya que se decía, que sería la última gira de ambos. Les mentí a mis padres, diciendo que iba a quedarme en casa de un compañero del colegio y pasaríamos todo el fin de semana, ellos no pusieron impedimento.

Era el viernes anterior a la despedida de la gira, yo estaba entusiasmado, y antes de empezar la función fui al lavabo, al salir, me equivoqué de puerta y de pronto, me encontré casi entre bambalinas, entonces iba a darme media vuelta y escuché unas broncas cerca de donde yo estaba, me acerqué y vi a dos hombres corpulentos, gritarle a un bailarín, en francés, que esa era su última oportunidad y que tenía que retener a Rudolf en su suite hasta las doce de la noche, que ellos se encargarían de él, le sacudieron un poco, como para que espabilara. Al salir sin hacer ruido, subí rápido, no sabía que pasaba, pero no me terminaba de gustar, lo que había visto y no paré de pensar en ello durante toda la función.

Al salir al vestíbulo, compré una foto postal de Rudolf y cogiendo un bolígrafo, anoté detrás algunas palabras, salí afuera y seguí a unas personas, que decían querían autógrafos de los bailarines, me acerqué a ellos, mezclándome. Cuando apareció por la puerta de los artistas, yo me apreté con el resto de personas y al fin, le entregué, mi postal, dándosela boca abajo, para que pudiera ver lo escrito por mí, levantó la vista y se la guardó en el bolsillo de su gabán mirándome, continuó firmando a la gente y cuando no quedó nadie, se dirigió a mí, en francés, preguntándome, de donde había averiguado aquello, yo estaba muy nervioso, parecía que me iba a caer.

Me hizo recostar en la pared y volvió a insistir, de donde había sacado la información, entonces, temblando, le expliqué, de la manera, que había ocurrido, se agachó y me abrazó, luego me preguntó, mi edad y como había ido a ver el ballet, se lo expliqué todo, lo de las entradas y de la mentira a mis padres, para poder verlo bailar, él se sintió orgulloso y cogiéndome del hombro, me dijo, que yo había sido su ángel guardián y él haría lo mismo, por mí.

Me dijo, que en vistas de lo que iba a ocurrir en la suite, que tenía cogida, decidió de ir a otro hotel, pero antes teníamos que comer y hacer tiempo, para que no supieran dónde estaba, nos metimos en un restaurante cercano, degustamos una buena cena y él no paraba de hacerme preguntas, siempre hablando en francés, mis abuelos maternos eran franceses, de ahí que yo lo dominara desde pequeño, le sorprendió, cuando le conté, lo que nunca a nadie había dicho, sobre la violación, siendo muy joven, con apenas 11 años, también le conté mi venganza años después, soltando una sonora carcajada, yo también sonreí, y entonces, me dijo, que yo era su pequeño David, porque con mi aviso le había salvado, seguramente de dos esbirros del KGB, la policía rusa, que buscaban venganza, por haber desertado hacía años, y siempre estaban al acecho.

Cuando pagó la cena, le preguntó al camarero, si había algún local, para poder disfrutar un rato, yo traduje y el camarero muy amable, nos comentó, que no muy lejos estaban Los Tarantos, un local, que iban muchos extranjeros, nos dio la indicación, para llegar y nos fuimos, le dio una buena propina, seguro que aún se acuerda.

Nos dirigimos a la dirección facilitada y bajamos unas escaleras, parecía que descendíamos a unas cuevas y así lo demostró la decoración, dejamos las chaquetas en el guardarropía y aproveché el momento, para decirle a la mujer, que yo era el traductor del bailarín Rudolf Nuréyev, asintió y hablando, con un camarero, nos acompañaron a una mesa cercana al escenario, él pidió champan y yo un refresco, al rato comenzó el espectáculo, lo tenía absorto, se fijaba en todo, los pies, las manos y los movimientos, yo no podía creerme, que estaba con él en esa aventura, por lo menos para mí.

Al principio, salieron dos bailaoras con traje de cola, bailando entre ellas, al fondo, estaban varios guitarristas dos palmeros, de pie y un cantaor, a su lado una mujer sentada, que palmeaba y jaleaba. Después salieron dos bailarines y una mujer, con el traje más corto, parecía que se disputaban el amor de ella,  bailando una pelea, enfrentándose y peleándose, al fin gana siempre uno, se encendieron un poco las luces y en ese momento un par de fotógrafos, se acercaron a la mesa y soltaron un sinfín de fotos, con flash, yo me apartaba, lo más que pude, para no salir en las mismas, luego aparecieron, las bailaoras y sentándose una a cada lado de él se hicieron fotos.

También apareció el dueño y lo mismo, al rato, los bailaores, se pusieron uno a cada lado, así como a las mujeres, las había cogido por la cintura, acercándolas, a los jóvenes, les puso las manos en los muslos, acariciándolos, mientras reían y se hacían las fotos Volvieron a subir al estrado y por el micrófono, presentaron a tan ilustre bailarín, todo fueron aplausos. Comenzaron a bailar de nuevo, esta vez unas sevillanas, más alegres y una de las mujeres, bajó y tirando del ruso lo hicieron subir al estrado y bailar con ellos, no lo hizo nada mal, para ser su primera vez, luego se quedó solo con los dos bailaores y se marcaron un baile muy erótico a base de taconeos y pases entre ellos, cuando terminó, fueron ovacionados, las flashes de los fotógrafos, no habían parado, desde que subió al escenario, cuando bajó, uno de los jóvenes le tendió una toalla húmeda, para refrescarse, luego de mirarse a la cara, descendió, sentándose a mi lado, trajeron más champan, esta vez a cuenta de la casa y yo también bebí un poco, luego, nos acompañaron los bailarines y las bailaoras, cuando la fiesta decaía, Rudolf, me hizo traducir, si había un buen hotel, los chicos de baile, dijeron, que de lo mejor era el Hotel Ritz y se ofrecieron a acompañarnos.

Salimos los cuatro, cogimos un taxi y nos fuimos al hotel, que ellos nos habían aconsejado. Al llegar, Rudolf, se acercó al mostrador, preguntando, si tenían alguna suite libre, le dijeron que sí, tomaron su pasaporte, anotando todo y entonces se dieron cuenta de quién era, entonces todo fueron reverencias y cumplidos, subimos con el ascensor a la suite y realmente, era grande, con su comedor, su sofá grande, sillas con apoyabrazos, la televisión en un mueble, con nevera debajo, el botones, le tendió la llave y Rudolf, le dio una buena propina y se retiró.

Se fueron sacando las chaquetas, yo hice lo mismo, me senté en el sofá grande y vi, como se iban desnudando, unos a otros, mientras degustaban sus bocas, hasta que quedaron totalmente desnudos y Rudolf poniéndoles las manos en los glúteos los llevaba hacia el dormitorio, dejando las dos puertas abiertas de par en par, yo veía todo lo que ocurría en esa cama.

Se tumbaron en ella, uno a cada lado y estuvieron, saboreándose mutuamente los labios y la boca, entonces uno de los jóvenes se deslizó hacia abajo y comenzó a lamerle la verga y los huevos, se notaba, que lo hacía bien, por los gemidos del ruso, el otro joven bailaor, se puso a horcajadas delante de la cara de Rudolf, ofreciéndole su verga, que éste no rehusó, cogiéndola con una mano, se la introdujo en la boca, haciéndole una buena mamada, le lamía hasta los huevos, el joven se movía a placer bailando encima de esa lengua y esa boca, se notaba que estaba disfrutando.

El otro arrodillado, al borde de la cama, ofreciendo todo el culo a mi vista, y yo sin hacer nada, me desnudé porque ya estaba listo y erecto, me acerque a ese culo, apetitoso, le separé las nalgas y metí mi lengua dentro, al tiempo que con la otra mano, le acariciaba, los huevos y su verga, que estaba rígida, como un poste, empezó a mover las caderas, porque le gustaba la comida de culo que yo le estaba haciendo, el agujero del ano, se le dilataba, se abría y cerraba, dando más placer a mi lengua y esta a su ano.

Me incorporé y apuntando mi verga, fui entrando, con cuidado, no quería hacerle daño, pero cuando lo tenía medio clavado, él dio un culazo hacía atrás, clavándosela de golpe, fue la señal de salida, comencé a clavársela una y otra vez, salía del todo y sin apuntar volvía a clavársela, el seguía moviendo sus caderas, que parecía que me iba a batir la leche.

El compañero, le había levantado las piernas a Rudolf y le había comido su agujero, chupándolo con ganas, deslizando su miembro a esa ranura y sin compasión, se la metió de golpe, y entonces, fueron diversas cabalgadas, los gemidos eran acallados con los besos y las lenguas. Las embestidas cada vez eran más y más fuertes, pero creo que nadie estaba dispuesto a terminar aún.

El joven que penetraba a Rudolf, salió de su interior y sentándose encima de la verga de éste se la fue clavando, comenzando a subir y bajar como si estuviera galopando, salí del culo del otro joven y estirando de la piernas de Rudolf, lo acerque más al borde de la cama y metí mi verga dentro de su culo, al tiempo, me agaché un poco ofreciéndole el mío al joven, al que yo había penetrado, no se lo pensó, se mojó la polla, con saliva y me la clavó de golpe, agarrándose a mis caderas, cuando el empujaba yo entraba más dentro de Rudolf, mientras, éste levantaba su falo mientras el otro saltaba encima del mismo, le separé las nalgas y cuando lo clavó bien, soltó un bufido, mientras las folladas eran eléctricas.

El bailaor de encima bajó su cuerpo dándole la boca al ruso, mientras él lo empitonaba más fuerte, al tiempo, yo me apoyaba en su espalda, acariciándola y soltó un largo gemido, corriéndose entre los dos cuerpos y con su gemido, me corrí yo dentro de Rudolf, mientras, que al apretar mi ano, hice correrse al joven que me follaba, éste salió de mi culo y se puso a chuparlo, dándome luego la boca, el bailaor, salió de encima del ruso y poniéndose a un lado, le comenzó a masturbar, pero Rudolf, cogiendo su cabeza, le insinuó que se agachara y chupara su verga, éste así lo hizo y a él se unió, el otro joven, entonces Rudolf, me dio la boca y me susurró que le diera mi verga y sentándome delante de su cara, le di mi polla, que estaba agotada, pero con su lengua la volvió a poner firme y aceleró el movimiento de su boca, dándome un inmenso gusto, haciendo que volviera a correrme, ésta vez dentro de su boca al tiempo que él se corría en las caras de los dos jóvenes.

Rudolf, descolgó el teléfono y pidió champan y unos emparedados fríos, nos tumbamos todos en la cama y cuando sonó la puerta, se enrolló una toalla y fue a abrir. Entraron un carrito con lo pedido por él, el camarero se marchó. Nos levantamos de la cama y degustamos con ansia la comida y la bebida, cuando, no quedó nada, los dos jóvenes bailaores, se secaron con la toalla y se vistieron, Rudolf, les preguntó, porque se iban, ellos respondieron, que tenían que volver con sus mujeres respectivas, porque en España, estabas muy mal visto si no estabas casado y además tenían un hijo, cada uno.

Rudolf, cogió la cartera y les tendió unos billetes a cada uno, me pareció que les daba a cada uno unas tres mil pesetas, estos dándole un beso en la boca y las gracias se fueron, dejándonos a los dos solos. Se acostó a mi lado y besándome, me dio las buenas noches.

Me desperté notando su verga, pegada a la entrada de mi culo, no sabía la hora que era, pero me pegué más a él y mojándome un dedo en mi boca, me mojé el ano, cogiéndole su verga y echándome hacía atrás me la fui introduciendo, cuando estaba por llegar al fondo, me separé la nalga, porque al estar de lado, no podía separar las dos, empujé mi culo, introduciendo toda su larga y gruesa verga dentro de mi culo.

Entonces noté su mano en mi cadera agarrándome con fuerza, comenzó a follarme, sin sacarla, pero yo estaba en la gloria, entonces giró mi cara y sonriendo, me besó lentamente succionando mis labios y degustando mi lengua que buscaba la suya, me hizo cambiar de posición y me dejó boca arriba, levantándome las piernas, sujetándolas por los tobillos, fue chupándome los dedos de los pies, al principio, me hacía cosquillas, pero luego era placentero, entonces sin apuntarla me ensartó con su verga y ésta vez salía fuera y embestía con fuerza entrando de nuevo, el gozo, era inaudito, estaba a punto de volver a correrme, se lo dije y mirándome a los ojos me dijo, ahora córrete mi pequeño David y mientras yo me descargaba manchando todo mi pecho del semen de mi corrida, él soltó inmensos trallazos dentro de mi culo, tal cantidad, que se salía, mientras él seguía entrando y saliendo del culo.

Se agachó y me comió el agujero violado, saboreando su semen y acercándomelo a mi boca y sorbiéndolo juntos, luego hizo lo mismo, con el semen que yo había soltado sobre mi pecho, lo chupó y me volvió a dar la boca, agotados nos volvimos a tumbar y esta vez sí dormimos.

Cuando nos levantamos, nos duchamos juntos, nos vestimos y bajamos a desayunar al restaurante del hotel y al pasar por recepción habló con el gerente, diciéndole, que yo tenía acceso a su suite, ya que era su interprete, que si venían preguntando por él, que dejaran nota, si él no estaba y si se hallaba, que lo avisaran al momento, devolvió la llave, diciendo que no tardaría mucho con su equipaje, el gerente dio instrucciones al personal, les dio las gracias a todos y salimos a la calle.

Esa noche, después de la función, junto a otros bailarines de la compañía, que algunos eran españoles, después de cenar, fuimos a una discoteca, yo le dije, que por mi edad, no me dejarían entrar, él dijo, que estuviera tranquilo, que ya veríamos y fue la primera vez que entré en la Discoteca Bocaccio.

Al llegar, una de las bailarinas entró y buscó al gerente del local, contándole la situación, entonces éste salió a la puerta, me observó y nos dejaron entrar a todos, saludó en francés a Rudolf, éste le dio las gracias, por el favor que hacía dejándome entrar, aludiendo, que yo le enseñaba un poco de español, él pareció complacido y se alejó, recorrimos el local, todo muy granate y rojos, luces tenues, un ambiente, muy acogedor.

En la parte superior, una barra muy larga y sofás, con asientos, alrededor de la mesa para las bebidas, la música llegaba más suave, había bastantes reservados, como se los llamaba. En la parte inferior, después de descender por una escalinata de mármol, con una alfombra roja, se encontraba la pista de baile, una larga barra y una cantidad de espejos en un latera, en el otro, también había reservados, al fondo una escalera de caracol, subía al piso superior y a los lavabos.

Estuvimos bailando y bebiendo, hubo un momento, que el gerente Sr. Oriol Regás, se acercó a nosotros y en francés nos dijo, que si se abrían todas las luces y se iluminaba todo el local, tendría que evaporarme, para que no le cerraran el local, a pesar de los sobornos que daba y nos indicó una puerta, tapizada como las paredes, que quedaba muy disimulada, por allí se salía a la portería de al lado, le dimos las gracias, el aseguró que seguro que no habría ningún problema. Cuando salimos, le dimos la mano y Rudolf, depositó un billete doblado en su mano, dándole las gracias y preguntando, si podría volver otro día conmigo, él asintió recordándonos la puerta de emergencia, sonreímos los tres y nos separamos.

Nos vimos todos los días de ésa semana, que era la última, antes de irse a París, no volvimos a tener sexo juntos, pero yo le enseñé algunas palabras de español y él me pagó por ello y por la compañía, ya que le enseñé los sitios turísticos habituales y aprendió bastante rápido, algunas palabras, yo había dicho a mis padres, a instancias de él, que estaba dando clases a un compañero del cole, que iba muy retrasado en los estudios y mis padres se lo tragaron, era la única manera de podernos ver y me trataba como a una persona mayor, aunque de vez en cuando, me llamaba: ¡mi pequeño David! Porque yo había derrotado, al gran Goliat, que era la KGB, avisándole de lo que tramaban.

El fin de semana, volvimos a subir a la discoteca y no pusieron trabas a la hora de entrar, cuando estuvimos dentro, se nos acercó el gerente, dándonos la mano y preguntándome, como estaba, que hacía días, que no me había visto, yo le contesté, que había estado ocupado, pero que si más adelante, me lo permitía, pasaría más a menudo, cuando se fuera Rudolf, él asintió, dejándonos a nuestro aire.

Llegó la despedida, anotó mi dirección y teléfono, diciéndome que cuando viniera aunque fuera de visita, se pondría en contacto conmigo, el nombre sería Rudy.

Durante los dos años siguientes, volvió a Barcelona y no se olvidó de mí, incluso me presentó a su compañero Erik Bruhn, que era algo mayor que él y salimos varias veces juntos los tres, sin sexo, porque Erik era muy celoso, pero en alguna ocasión, se escapaba de él y en alguna ocasión, habíamos tenido sexo en diversos lugares, en lavabos de algún cine o en otros públicos, como los de la Plaza Cataluña, también fuimos a la famosa discoteca los tres.

Entonces noté unas caricias...