Amigos y mas amigos iv

Me desperté con una gran sensación de correrme, terminé de abrir los ojos y vi a Víctor, que había bajado las sabanas y mantas, chupándome la polla, le puse la mano en la cabeza, acariciándole el pelo, negro y liso y le apreté hacia abajo, para que tragara más, se apartó jadeando, lo hice subir y le morreé, la boca con pasión mientras le acariciaba su verga, que estaba igual que la mía, en plena erección

AMIGOS Y MAS AMIGOS IV

Me desperté con una gran sensación de correrme, terminé de abrir los ojos y vi a Víctor, que había bajado las sabanas y mantas, chupándome la polla, le puse la mano en la cabeza, acariciándole el pelo, negro y liso y le apreté hacia abajo, para que tragara más, se apartó jadeando, lo hice subir y le morreé, la boca con pasión mientras le acariciaba su verga, que estaba igual que la mía, en plena erección. Cuando separamos nuestros labios, le dije al chaval, ¡erección mañanera, no es erección verdadera, sino es,  erección meadera!

Me levanté y fui al baño, él vino detrás de mí, diciendo que también tenía que orinar, hacía rato que se estaba aguantando me comentó, y yo le dije metámonos en la ducha, así lo hicimos, pero él quería agacharse otra vez y se lo impedí, diciéndole, que eso lo haríamos en otra ocasión, si se lo enseñaba todo de golpe, ya no nos veríamos más, esto hizo efecto, y se levantó, mientras nos caía el agua templada orinamos, después nos dimos una ducha, sin que ésta vez hubieran juegos por medio. Le dije que estaba ansioso por saber que había ocurrido en el piso de arriba, él contestó que le había costado dormir, yo lo había notado, debido a las vueltas que había dado en la cama, que temía por su amigo, pero no habíamos oído ningún ruido, ni broncas, le susurré que tal vez pronto lo sabríamos.

Me vestí y le dije a Víctor, que iba a la churrería a buscar algo para el desayuno. Me fui, la churrería no estaba lejos, la había visto, el día anterior, al regresar  me encontré al joven en pantalón corto de deporte y  con una camiseta, sentado en la mesa de la cocina, entré cargado con una bolsa grande de churros, calentitos, recién salidos del fuego. Preparé unas tazas de leche con cacao, nos pusimos las botas. Estaba recogiendo las tazas, cuando oí una voz, y que Víctor contestaba, me imaginé que era Luis, salí a la terraza y pregunté si había desayunado, dijo que no, y su hermano estaba durmiendo, le pedí que bajara y le dejara una nota, diciéndole que estaba con nosotros y así lo hizo, poco después estaba devorando un tazón y mojando churros, igual a lo que habíamos tomado nosotros. Cuando terminó y se había recogido todo, nos fuimos al salón.

Nos sentamos mirándole, esperando que nos contara, lo ocurrido. Empezó diciendo, que cuando subió al sobreático, ya no estaba muy seguro, de que fuera a funcionar, lo que habíamos planeado, pero preparé la bebida alcohólica, mezclada con el polvo de las pastillas, lo había removido un buen rato, para que se disolvieran, lo dejé preparado en la mesa junto a la botella, como habíamos hablado y me  fui a la cama, esta vez, no me puse pijama, estaba totalmente desnudo. Me quedé dormido, pero un poco intranquilo, serían sobre la 1h. de la madrugada, cuando oí un pequeño golpe en la puerta de entrada, pasos, la luz del salón se abrió, al rato volvió a apagarse, luego el cuarto de baño y el cuarto de Fernando, mi hermano, a continuación la puerta de mi habitación, se fue abriendo, yo me hice el dormido y vi que encendía la luz de la mesita, tapándola, con una camiseta, la luz estaba difuminada, mi hermano levantó la ropa de cama y sin mirarme se metió dentro ,pegando su cuerpo al mío, yo estaba de lado mirando hacia la pared, acercó su cabeza a la mía y me besó el cabello, noté su verga endurecida rozándome las nalgas, sentí que bostezaba y esperando, no ocurrió nada, seguía con el miembro erguido, pero estaba adormecido. Me giré poco a poco cambiando de lado y lo vi dormido, con la misma posición que yo tenía anteriormente, lo miré embargándome un poco de ternura, pero decidí que ésta no me afectara en ése momento. Bajé la ropa de la cama hasta los pies, dejando nuestros cuerpos desnudos al aire, acerqué mi boca a la suya y sacando la lengua, le fui resiguiendo el contorno de esos labios carnosos y bien formados, los fui mojando con mi saliva, él entreabrió la boca momento que aproveché e introduje mi lengua dentro, moviéndola y capturando la suya, le absorbía, devorándole, él acercó su mano inconscientemente y me acarició la cara, agarrándome la nuca, forzaba más y más el beso intenso que le estaba dando, me deshice del brazo y pasé la lengua por el lateral del cuello, pasé por encima de la nuez y la besé, continué bajando, estuve chupando las tetillas, lamiendo la parte central del pecho, abdomen y descansando en el ombligo, también lo chupé, él iba gimiendo quedamente, continué y estuve oliendo la mata de pelo ensortijado que estaba en la parte superior de la verga, con una mano le cogí ése hermoso miembro y con la otra, le acariciaba los huevos, estaban sedosos y yo tiraba la piel de estos hacia abajo, acerqué mi boca a su capullo y lamiendo el contorno, fui introduciéndolo en mi boca, entonces comenzó mi mamada, pero no quería que terminara, dejé el cipote y chupé la ingle, la absorbí, quería dejarle una marca, insistí chupando con fuerza y conseguí dejarle un chupetón en la ingle y muy visible. Lo giré poniéndolo boca abajo y girándole la cara hacia un lado, me tumbé encima de él, mojé bien la lengua y fui pasándola por toda la espalda, oía los gemidos de satisfacción, seguí descendiendo y llegué a las nalgas, yo sentado sobre mis talones y en medio de sus piernas, que había separado al darle la vuelta. Coloqué las manos en los dos globos del culo, era pequeño y muy respingón, además estaba prieto, separé los cachetes y acerqué la boca, saqué la lengua y comencé a lamer ése agujero con rotaciones, como habíamos hecho nosotros, fui introduciendo mi lengua y sacándola cada vez estaba más dilatado, mojé dos dedos en mi boca y fui introduciéndolos dentro de su culo, primero uno y el otro después, hice rotaciones ya creo que estaba a punto, chupé de nuevo y apunté con mi polla, en el punto rosado apoyándome en los brazos le metí la punta de mi rabo, se quejó, pero yo seguí metiendo un poco más, se movió, insistí y de un solo golpe me enterré dentro de él, pegó un gritito, me quedé quieto, sin moverme, pero mi polla estaba loca y brincaba dentro de él, el gemía, cuando paró de gemir, retrocedí sacándola casi entera y volví a meterla de golpe, volvió a dar un bufido, moví mis caderas, acomodándome dentro de él, la saqué y cargué de nuevo contra su culo y ya no pude parar, seguí follándole ése hermoso culo abriéndole los cachetes y metiéndome hasta el fondo, ahora lo estaba cabalgando, salía del todo y volvía a meterla, no pude aguantar más y me corrí dentro de él, soltando una cantidad de semen, que no creía que me quedara, después del día pasado con vosotros, me tumbé encima de su espalda, acariciándole y le susurraba ¡ahora eres mío!¡todo mío!.

Fui bajando y lavé ése culo violado y lamí el semen, que le resbalaba e incluso le abrí las nalgas y con la lengua se la introduje limpiándolo al máximo. Le di la vuelta y noté que se le habían deslizado unas lágrimas, eso me dolió un poco y a fin de compensarlo, me agaché y le empecé a chupar, haciéndole una mamada, cuando estuvo bien dura, me senté encima de su verga y la fui introduciendo hasta que no cabía más, aunque me separé los cachetes, subiendo un poco y dejándome caer, bien abierto, inconscientemente, me agarró las caderas y yo cabalgué encima de él, me entraba y salía del todo, yo apretaba el culo y noté, que suspiraba cada vez más agitado, al mismo tiempo me mojé dos dedos y girando mi brazo se los introduje en su culo, le caían lágrimas, rodando por su cara y aceleré la cabalgada, al tiempo que decía ¡soy tuyo!¡todo tuyo!, se corrió como nunca lo había notado antes, yo me masturbé y el resto de semen que me quedaba, se expandió por su pecho, quedé satisfecho, me incliné hacia su boca y susurré ¡te quiero!. Lo saqué de mi interior y me dejé caer a su lado, subí la ropa y nos tapamos.

Estábamos los dos echados de lado, él se pegó a mi espalda, pasando su brazo, por debajo del mío y tocándome el pecho, hice el movimiento de salir de la cama, pero dijo ¡no me dejes! A lo que contesté ¡voy al baño a limpiarme!, insistió ¡no! Entonces se mojó los tres dedos centrales de la mano derecha y deslizándola me la pasó por el agujero de mi culo, después se los lamió, lo repitió dos veces más, cuando notó que estaba limpio, volvió a poner su brazo donde estaba anteriormente, yo agaché la cabeza y chupé esos tres dedos, lamiéndolos con deleite, al poco rato me quedé dormido y creo que él también.

Al despertarme ésta mañana, me duché y vestí, como me veis, pero al pasar por el comedor, me quedé de piedra, al comprobar, que el vaso con los polvos y whisky, estaba intacto junto a la botella, Fernando no lo había probado, lo llevé a la cocina y lo tiré, lavando el vaso y guardando la botella. No sabía que pensar, fue en ése momento que salí a la terraza y llamé a Víctor, ahora  sabéis todo lo que ocurrió anoche. Le comenté para que no estuviera nervioso, que a lo mejor, llegó un poco bebido y por eso se quedó dormido, eso parecía lo más lógico, veríamos si decía algo al respecto, y Luis se quedó más tranquilo.

Estábamos hablando de diversas cosas, yo les comenté que si algún día, iban a los urinarios públicos y alguien les ofrecía dinero o un regalo, que no aceptaran, porque en ésta época, hay policía de paisano, que después de disfrutar con el jovencito de turno, lo podían detener y fichar como “vago y maleante”, porque            eso éramos para ellos y que no se podían fiar de cualquier persona, que tuvieran cuidado. Seguimos hablando del cole, de cómo iban las clases y las diferentes asignaturas. Sonó el timbre de la puerta, yo fui a abrir, dejando a los amigos en el saló, charlando. Era Fernando, el hermano de Luis, preguntó si estaba allí, le contesté que sí y le hice pasar, también le pregunté si había desayunado, a lo que él contestó que no, que al ver la nota, tenía que hablar con su hermano.

Se acercó a su hermano, tocándole la cabeza y diciéndole, que tenían que hablar, a lo que el joven contestó, que si quería decirle algo, lo hiciera delante nuestro, porque no quería tener broncas ni nada, yo hice un gesto a Víctor indicándole que saliéramos a la terraza, pero la voz de Fernando nos detuvo, diciéndonos que si así lo quería Luis, teníamos que estar presentes. Fui a la cocina y preparé un vaso con cacao y se lo puse delante,  con unos cuantos churros que quedaban, me dio las gracias bebió y empezó a comerse los churros, creo que estaba pensando la manera de comenzar, yo les hice un gesto de paciencia a los amigos, hasta que terminara de desayunar, se quedaron callados, viéndole comer, cuando terminó recogí todo llevándolo a la cocina, ya lavaría luego.

Luis, te pido perdón, por haberme comportado estos últimos meses, como un cerdo egoísta, sólo me preocupé de satisfacerme, no contando contigo para nada, lo siento con todo mi corazón, ayer me demostraste todo el amor que sientes por mí, siempre lo di por descontado, pero por la tarde y noche, antes de llegar a casa, quería decirte lo mucho que significas para mí, desde que terminé la mili, estoy descentrado, he roto con Ángeles, que era mi novia de años, muchas cosas me hacen enfadar y lo pagan las personas que están cerca, el trabajo no me da alegrías, cuando antes, estaba feliz con ése trabajo. Calló.

Empezó de nuevo, hablando como si no estuviéramos allí, él estaba en un lugar remoto y con voz monocorde continuó. Llegamos con el tren que llaman “borreguero” a la estación de Pontevedra, allí nos hicieron subir a unos camiones, llevándonos al campamento, ése sería durante tres meses de instrucción, nuestro hogar, ya echaba de menos el mío, pero tenía que tomármelo con calma, acabó de llegar y así están las cosas. Pasaron lista y a medida que decían los nombres, te asignaban unos barracones, ya nos habían dado toda la ropa verde caqui, que íbamos a usar por mucho tiempo, ya que el servicio militar en ésta época es obligatorio, salvo quedes exento por enfermedad u otro motivo, que podría ser causa de prisión militar, por lo tanto ahí seguimos. Nos cambiamos de ropa y nos hicieron formar en grupos, al mando del nuestro había un sargento y a su lado un teniente, que parecía bastante joven, con un bigotito, que le daba un aire chulesco, por las filas empezó a circular el rumor, que a ése teniente le conocían como “El Navaja”, que era de los más duros y jodidos. El teniente iba pasando entre las filas, mirándonos, uno por uno, mientras el sargento, explicaba el orden de cada día y como querían las cosas y sin demora, ni excusas posibles. Cuando pasó por mi lado me dio un repaso de arriba a abajo, él llevaba el uniforme de paseo, iba elegante como si fuera hecho a medida, a mí nunca me han atraído los hombres, pero tenía que reconocer, que ése en especial, era como un poema, se le notaba muy viril y eso ya me desconcertó, yo pensando en mariconadas, no podía ser, presté atención.

Cuando terminó el sargento, habló el teniente, diciendo, que veía muchos niñatos imberbes, algunos demasiado gruesos, otros canijos, nos aseguró que pasados los tres meses no nos íbamos a reconocer, llamó a un fotógrafo y nos ordenó que nos arregláramos bien la ropa, porque nos iban a hacer una foto individual, a cada uno, para que tuviéramos referencia del antes y después, dio media vuelta y ordeno el sargento ¡rompan filas, y fila para la foto, ya!

El resto de ése día nos dejaron libres, pero no podías salir de allí, yo me dediqué a pasear y mirar todo el campamento, donde estaban las letrinas, donde estaba el bar, ya echaba de menos una cerveza fresca, pero no hubo suerte, lo teníamos prohibido, orden del teniente.

Muy temprano, sonó la corneta y todo el mundo a correr, lavarse, vestirse correctamente, y salir afuera para comenzar la instrucción. Pasaron revista, y el teniente, nos hizo sacar las gorras, y fue pasando, como el día anterior, uno por uno, a unos les decía ¡barbero! Y tenían que cortarse más el pelo, yo me lo había cortado muy corto el día anterior, a coger el tren. Empezaron con una gimnasia suave, que duró unos 30 minutos, seguimos con una marcha, es como un paseo pero con el paso más rápido, eso ya fue cansado, ahí se unieron los que estaban en la barbería ya estaba cansado al igual que muchos de los chicos del pelotón, hasta ése momento iba el sargento, con nosotros, entonces se nos unió el teniente en traje de faena, como los nuestros, pero ¡joder! Parecía que tanto el pantalón como la camisa fueran para él como una segunda piel, llevaba gafas de sol y la gorra de visera como nosotros, se puso al frente y ni el sargento, podía seguirle el ritmo, además él llevaba un arma, estilo metralleta en la espalda, no se le veía sudar nada, nos llevó bajo unos árboles y dijo que nos sentáramos en unos troncos, que estaban en el suelo y hacían de banco, se puso delante de todos nosotros.

Empezó hablando del cuerpo humano, que es un arma, pero sólo si se cuida bien, es efectiva y por lo que había visto, necesitaríamos  ponernos a tono, mentalmente yo me examiné y tuve que reconocer, que estaba fofo, el último año con las salidas con amigos, las pintas y juergas, no estaba como para pasar modelos, me toqué la barriguita y el mollete que se me había hecho alrededor de la cintura, ni comparación con “El Navaja”, él siguió diciendo que a partir del día siguiente, haría que lo odiáramos, todo para ponernos en buen estado, hubo sonrisas, pero yo lo creí, continuó explicando todo lo que iríamos haciendo, por la mañana y tarde, hasta las 19 horas, que podríamos descansar o hacer lo que nos diera la gana, de nuevo risas.

Enseñó el arma que tenía en su espalda y nos la presentó, como rifle de asalto ametrallador, y que más adelante, nos enseñaría a usar, montar y desmontar, limpiarla y conservarla, como si fuera vuestra polla, de nuevo hubo risas, a mí me mosqueaba un poco, esperaba lo peor y así fue, sólo habíamos comenzado. No quiero alargarlo mucho, pero nos machacó sin compasión, caminatas, marchas rápidas, gimnasia, pista americana (con obstáculos, troncos cuerdas, redes, etc.) ésta última la peor, subir, bajar gatear, saltar, mojarte y esto cada día por la mañana y otra vez por la tarde. Pero ya estamos en la jura de bandera, el final del suplicio, la ropa me bailaba. El día antes, el sargento nos dijo que teníamos que hacernos unas fotos individuales. Y antes del desfile el teniente, nos fue pasando dos fotos a cada uno, cogí las mías y las miré no podía ser yo, en la última estaba bueno y más, no me reconocía, pensé que había valido la pena el sufrimiento, me gustó lo que vi, asentí y el teniente que volvía a estar delante de todos, nos dijo, el antes y después, que ahora nos tocaba a nosotros mantener ése cuerpo. Él había hecho su función, vio que lo miraba fijamente e inclinó un poco la cabeza, asintiendo, me puse colorado. Al final de la jura de bandera, nos separaríamos todos, o casi todos, a mí me destinaron a La Coruña, a la brigada Aero transportable, me despedí del sargento, que se había portado, bastante bien y le di la mano al teniente, dándole las gracias y me fui con los demás.

El resto de la mili, en La Coruña, pasó sin pena ni gloria, ya me quedaba una semana, para licenciarme, salí de paseo, por la tarde y me metí en un cine, a ver una peli de estreno, pero al salir estaba diluviando y en la marquesina, había mucha gente, me desplacé un poco y choqué con otra persona, me giré para pedirle disculpas y me quedé muerto, allí mismo estaba “El Navaja”, me sonrió, me cuadré, al ser un oficial, aunque él iba de paisano, dije ¡a sus órdenes mi teniente!, me hizo bajar el brazo y me comentó que era capitán, porque había aprobado, los exámenes. Comenzamos a andar, por debajo de los balcones, pero en invierno, con el viento y la lluvia del norte, te calabas hasta los huesos. El capitán, me dijo, que fuéramos a su casa que estaba cerca, por lo menos, para secarnos y por si dejaba de llover, así lo hicimos y corriendo, nos dirigimos a su casa.

Era una casa de dos plantas, entramos, ya estábamos empapados, mis botas militares estaban llenas de agua, hacían ¡chas, chas!, me ayudó a sacarme la chaqueta, que estaba chorreando, colgó en una silla, me sugirió que me quitara toda la ropa y me diera una ducha caliente, ya que igual que las botas, la camisa y los pantalones estaban totalmente empapados, me desnudé dejándome los calzoncillos verdes, los de la mili, me enseñó donde estaba el baño y las toallas. Me metí en la ducha y me reconfortó, al salir, los calzoncillos no estaban entonces me enrollé la toalla en la cintura estrecha, que seguía manteniendo, y fui al salón, él había puesto la ropa a secar delante de una chimenea que había encendido, allí estaban también la ropa interior, escurrida y colgada, igual que la camisa, pantalones, chaqueta y calcetines, las botas descansaban apartadas, para que no se calentaran demasiado, la gorra colgaba de la esquina de un cuadro. Me trajo de la cocina un café cargado con coñac, y otro, para él, también se había cambiado y llevaba un batín, de estar por casa, me acercó la bebida y me dijo que me sentara en el sofá largo, puso el televisor en marcha, pero bajó el volumen. Empezamos a hablar de cómo me había ido y yo le pregunté por cómo había ascendido, a capitán, pues parecía bastante joven, él se rio, ésa risa ara como un bálsamo, después de lo que me había hecho pasar en el campamento, le pregunté el nombre, ya que no lo sabía, pues le dije que todo el mundo lo conocía, por el apelativo.

Ya sé que me llaman “El Navaja”, no es agradable, pero, es lo que hay y me contestó, diciendo que se llamaba Javier y que no era gallego, había entrado voluntario en la Academia Militar y había realizado todas las oposiciones, incluso me había examinado dos curso de golpe, y así había llegado a capitán, y ahora estaba a la espera de un nuevo destino. Se calló, yo le comenté que me quedaba una semana, para licenciarme, y volvería a mi casa en Barcelona, aunque sigo viviendo en casa de mis padres, me preguntó a qué hora, tenía que volver del paseo, contesté que antes de las 21 horas, y me dijo, que la ropa no estaría seca, con tan poco tiempo, se levantó, enseñándome unas piernas musculosas y bien torneadas, cogió el teléfono y llamó al cuartel, preguntó por el oficial de guardia, alguien se puso al otro lado y él se dio a conocer, haciéndole saber que el soldado , dijo mi nombre y apellidos, sin yo habérselo dicho, que volvería al cuartel, al día siguiente, ya que había tenido un contratiempo y él lo acercaría mañana por la mañana, se saludaron y colgó, le di las gracias.

Me estaba entrando la modorra, al rato me quedé dormido, con la cabeza apoyada en su hombro, él se movió y me estiró, a lo largo del sofá, mi cabeza descansaba, encima de sus muslos, a modo de almohada. Me había puesto una manta de viaje, por encima, para no coger frio. Durmiendo debí moverme, porque me desperté, notando unas palpitaciones en mi mano, me encontré de lado, me había resbalado la manta y tenía mi mano, encima de la entrepierna del capitán, y eso era lo que yo notaba, las palpitaciones de su verga, me sonrojé, y el sonriendo, dijo que no pasaba nada, me senté y él me estiró, para que me acercara, se abrió el batín, y medio me envolvió con él, notando el calor corporal suyo, estaba tan apretado a él, que su contacto, me produjo una enorme erección.

Javier, el capitán, estiró el brazo y apartó parte de la toalla, viéndome desnudo del todo y con mi rabo tieso, acercó la mano y empezó a acariciarlo, cogiéndola con la mano, con suavidad, subía y bajaba, dándome placer, acercó su cara a la mía y me fue lamiendo los labios, yo no sabía qué hacer, estaba atónito, pero me estaba gustando, ver a éste macho, masturbándome, acerqué mi mano a su verga e hice lo mismo, que me estaba haciendo él, abrí un poco la boca, para respirar y el aprovechó e introdujo su lengua dentro, moviéndola  y la mía despertó y continuó con el juego, fue una guerra de lenguas, furiosas y con ansia, chupaba y absorbía al igual que él, me tumbó boca arriba en el sofá, apartó la toalla y deslizó su batín, al suelo, y algo increíble empezó a recorrerme la espalda, se tragó toda mi polla, de golpe, hasta el fondo, fue subiendo y bajando.

Yo le estaba tocando su verga y acariciaba sus genitales, vi en la punta del capullo una gota del líquido seminal, y no pude contenerme, subí mi cabeza y empecé a lamerle, ése capullo, grande y rosado, seguí  lamiéndole su miembro todo a lo largo y probé entrándola un poco  en mi boca, fui insistiendo y con suavidad, me la tragué toda, él seguía dándome placer en mi rabo y yo subía y bajaba la cabeza, chupándole la suya. Javier, paró y separándose de mí se sentó en el borde del sofá, e hizo pusiera de rodillas en el sofá, mirando al respaldo, se agachó detrás de mí y comenzó a mordisquear mis nalgas, al tiempo que pasaba la lengua y separaba mis cachetes, entonces ¡que gloria! Me estaba comiendo el agujero de culo, y como lo comía, parecía que le fuera la vida en ello, mi culo dilataba, pero me entró un poco de pánico, por si me metía todo su instrumento, así se lo dije, que era mi primera vez con otro hombre, a lo que él contestó, que lo había notado, pero que lo estaba haciendo muy bien y no tenía nada que temer, que si  me dolía lo dejaríamos, y así empezó, me introdujo un dedo y luego el otro, los movía en me interior dilatándome, y me poseyó, con mucho cuidado se introdujo dentro, paró, pero las palpitaciones de su verga, me habría más, cuando se me fue el dolor, gemí y fue la señal, de que estaba a punto, empezó saliendo suave y empujando de nuevo, siguió así y cada vez aceleraba más el ritmo, yo, no era yo, estaba delirando de placer, me separo las nalgas y embistió con más brutalidad, sin hacerme daño, mi polla colgaba descontrolada, él agarrado a mis caderas, una de sus manos me agarró la verga acariciándola, me decía con una voz cariñosa ¡no te corras, te quiero dentro de mí!, eso me puso a cien y su respiración, estaba muy acelerada, se acercaba el momento y dio un grito de placer, corriéndose en mi interior, yo noté los trallazos del semen inundando todo el interior de mi culo. Apoyo su cuerpo encima del mío, descansando sus brazos, sobre mis hombros, besándome la nuca, las orejas y fue bajando, al tiempo que salía de mi interior, se agachó y chupó el semen que goteaba de mi orificio.

Me incorporé y Javier se sentó, tiró de mí, me tenía delante entre sus piernas, me chupó el rabo, y se deslizó un poco hacia abajo y subió las piernas, ofreciéndome la ranura de su culo, me agaché y me puse a chuparlo, no necesité mucho tiempo, porque estaba dilatado, me incorporé y se la metí de golpe, jadeó, le estaba viendo la cara, era de placer, sus piernas descansaban en mis hombros y acerqué mi boca a la suya, y nos besamos con fruición, mientras yo seguía embistiéndole, salía del todo y sin apuntar la metía de nuevo, con cada  empujón, las lenguas se peleaban, separé mi boca de la suya, le cogí los tobillos estirándole las piernas y cada vez los estoques eran furiosos, él sin tocarse se volvió a correr, debido a mis empujes y al apretar el esfínter, me dio más placer haciéndome correr al mismo tiempo, en su interior. Lamí el culo de los restos de mi semen y nos sentamos uno al lado del otro, dándonos largos besos.

Cenamos muy ligero y nos fuimos a su cama, era individual, así estábamos apretados, nos volvimos a poner a gusto pidió, que le follara, se puso boca abajo y lo penetré con ansia, hasta correrme de nuevo, estaba exhausto, pero me agaché y le hice una mamada, se corrió en mi boca, me tragué toda su leche, saboreándola, después de besarnos nos dormimos. A la mañana siguiente me despertó, a las 6 horas, para poder llegar a tiempo al cuartel. Nos duchamos juntos, estábamos enjabonándonos y me giró dándome la vuelta y me penetró, ésta vez sin dolor, me fue empujando y susurró a mi oído ¡esto será nuestra despedida! No se corrió, salió de mi interior y él ocupó mi lugar, se apoyó en la pared, yo puse una mano apoyada en su hombro derecho, con la mano izquierda, le aparté el glúteo izquierdo, separándoselo y follárselo mejor, se la metí, de golpe, y seguí empujando hasta que un sonido suyo, me indicaba que se iba a correr, eso hizo, soltó unos trallazos, apretando el interior, donde me corrí largamente. Nos besamos y terminamos la ducha, tomamos un café rápido y nos fuimos.

Fuimos los dos al Cuartel donde yo estaba destinado, en la puerta se dio a conocer y habló con el oficial de guardia, entré y dándome la mano, me dijo, que era de despedida y que no pensara en lo ocurrido, que cuando terminara la mili, volviera a mi anterior vida, pidiéndome que no le guardara rencor y que me olvidara de él. Se dio media vuelta y se fue.

El resto de la semana, cada día al salir de paseo, notaba como si alguien me estuviera observando, pero no veía a nadie conocido, así fue el final de mi Servicio Militar. Volví a casa, pero no podía centrarme en nada, incluida mi novia, con la que corté hace unos cuatro meses.

Un día vi desnudo a mi  hermano Luis, el tamaño, la dureza y forma me recordaron al del Capitán, me resistí, pero un día borracho del todo, lo violé, al día siguiente estaba  hecho polvo, pero en cuanto bebía caía en la tentación otra vez. Girando la cara hacia su hermano pequeño dijo ¡lo siento mucho, no quería lastimarte! Pregunto ¿me perdonas? Mientras nos contaba todo, su cara no paraba de soltar lágrimas, de sentimientos encontrados.

Luis se acercó a él, lo abrazó y lo besó tiernamente en la boca, susurrando ¡te quiero!

Nos dejó muy tocados, la historia de Fernando y para romper el hielo, sugerí que se fueran a vestir, que nos acercaríamos al Mercado de San Antonio, los domingos, montan mercadillos de revistas, cromos, libros y música. Subieron a cambiarse y al rato, estábamos camino del mercadillo, los chavales iban delante y Fernando y yo detrás, le dije que sentía lo que le había ocurrido y le di una nota con mis teléfonos horarios del trabajo y de mis padres, comentándole, que si necesitaba hablar o preguntarme alguna cosa, que estaría encantado de poder ayudarlo, él sonrió, dándome las gracias.

Cuando estuvieron hartos de mirar los puestos, Fernando nos invitó a comer en un restaurante de La Barceloneta y volvimos al edificio, donde vivían todos ellos, nos separamos, Fernando y Luis subieron a su piso, despidiéndose de nosotros, Víctor y yo, nos quedamos en el ático, el joven se acostó un rato y yo salí a la terraza, estaba pensativo, me venían muchas cosas a la cabeza. Víctor después de despertarse, se puso a hacer los deberes y yo lo visitaba de vez en cuando en su habitación, acariciándole la cabeza y preguntándole, si necesitaba ayuda, a lo que se negó, dándome las gracias.

A eso de la 19 horas, llegó José María, se sentó y preguntó cómo había ido todo, se lo conté incluyendo el relato de Fernando y lo que hicimos por la mañana y la invitación de éste último a comer y que Víctor, se había acostado un rato y ahora hacía los deberes. Pareció satisfecho y le pregunté, como le había ido a él con Peer, el danés, estuvo hablando largo rato, contándome lo que habían hecho, describiéndome la casa y todo el sexo que habían tenido, que hasta le dolía el culo de follar tanto. Me levanté y dije que ya era hora de retirarme, me volvió a dar las gracias, fui a la habitación de Víctor a despedirme y coger mi bolsa de costado, éste salió detrás mío, Chema me puso en la mano unos billetes, yo la abrí y vi el resto de dinero del cajón de la cómoda, le dije que era demasiado, a lo que contestó, es una gratificación por haber sido un buen tutor, y teniendo en cuenta que no solo tenía un pupilo, sino dos, contando a Luis el vecino. Nos dimos unos besos y abrazos. Me fui....

Espero que os haya gustado, no siempre llueve a gusto de todos.