Amigos y amantes

Mojé mis dedos de saliva pasándolos sobre mi ano acariciándolo y forzando la entrada, al verme Robert dijo: ¡Nunca he penetrado a

AMIGOS Y AMANTES

Me estoy quitando la bata y lavándome a fondo tras la operación, cuando a mi lado se pone mi amigo Robert diciéndome: ¡Tienes que descansar, estás hecho una piltrafa, te estás consumiendo y sabes que lo digo en serio, necesitas un fin de semana por lo menos para relajarte! Yo respondo: ¡Mientras trabajo me olvido de todo los demás problemas! Pero Robert insiste: ¡Podrías causar daño al paciente en una ofuscación, estás haciendo suplencias que no te tocan, Adam por favor hazlo por nuestra amistad descansa un poco, piensa en tu hijo! Quedé pensativo y asentí: ¡Está bien un fin de semana de relax! Roberto feliz dice: ¡Podemos ir solos a la cabaña del lago, sin ruidos, ni niños, tranquilidad total, aunque debe caerse a pedazos, hace tanto que no vamos…! Yo sonriendo levemente añado: ¡Llevas una semana, tras la repentina marcha tuya y tus hijos durante casi 7 años, recibiendo algún que otro mensaje al año, tendrías tus motivos, pero somos amigos y fuimos amantes, la única explicación que recibí por tú parte, que tenías que cambiar de aires! Apesadumbrado por la retahíla dije: ¡Siento haber estallado, no me debes nada! Añadí: ¡Por lo menos podremos dormir en un saco si tan mal está!

Esa tarde se lo comuniqué a mi hijo Jorge de 15 años, al que todos apodaban Wolf por su aspecto, con nariz casi recta, rictus serio, ojos almendrados de color gris azulado, con su melena rebelde remarcando su cara angulosa, su cuerpo delgado pero bien definido y llevaba a las chicas de cabeza, pero muchas veces lo encontraba concentrado e ensimismado leyendo en su Tablet muy solitario. Hace 6 meses de la separación con mi mujer, me he concentrado tanto en mí mismo que me había olvidado de Wolf y lo mal que también lo estaba pasando él. Mi mujer Susana tras 16 años de matrimonio se ha ido con otro pidiendo la separación, ahora vive en algún lugar distante que yo ignoro y tuve que convencer a Wolf que no fue por su culpa, tal vez yo la desatendí, pero su trabajo de azafata de vuelo como las horas interminables en el hospital hicieron mella en la relación. Le dije lo del fin de semana asegurándole que no le faltaría nada, que la Sra. Carmela le haría la comida como siempre y estaríamos en contacto en todo momento por el móvil. Levantó su mirada lobuna diciendo: ¡Papá realmente necesitas desconectar un poco, no te preocupes por mí, estaré bien! Yo le recordé: ¡Puedes bajar a la piscina y estar con los hijos de Robert, el menor Kike va a tu colegio! Él asintió.

Dos días más tarde partimos Robert y yo en su Todoterreno Subaru Tribeca de color rojo burdeos metalizado, para amenizar el viaje Robert puso un CD con música de los 80 y 90 bastante animada recordando viejos tiempos cuando íbamos a ligar a las discotecas, ahora estamos rondando los 36 años.


Robert y yo nos conocemos desde primaria y siempre fuimos amigos, cuando alguien se metía con él yo lo defendía y lo mismo a la inversa, fuimos creciendo decidiendo nuestro futuro juntos, los dos seríamos médicos, a mis 18 años mis padres me regalaron un curso en Los Ángeles para aprender sobre cirugía estética, que duraba casi un año, asegurándome que me serviría para la Diplomatura y por vez primera nos separamos Robert y yo. La vida en Los Ángeles era totalmente distinta, me tuve que amoldar a sus costumbres, mejorar el idioma y abrir mi mente en cuanto al sexo, allí conocí a chicas y chicos muy interesantes…

Finalmente regresé, para enterarme que Robert se iba a casar con una joven modelo llamada Vanesa, que había quedado preñada de él, cuando lo vi de nuevo no parecía la misma persona, estaba acongojado por todo, tenía inseguridades de ser un buen padre y sacar adelante una familia, le dije que tenía que desconectar un poco y quedamos en ir de acampada, mis padres me dejaron un vetusto coche y fuimos carretera y manta, encontramos un hermoso paraje entre montañas, árboles frondosos y un lago, allí plantamos la tienda, que nos hizo sudar la gota gorda, luego nos bañamos en el lago con los calzoncillos y nos tumbamos sobre unas mantas de viaje devoramos los bocadillos bebiendo refrescos, pero después Robert sacó una botella de tequila y hablando fuimos bebiendo a morro de la misma, me preguntó todo lo que había hecho en América y si lo había pasado bien, yo se lo conté casi todo, creo que se dio cuenta que le ocultaba algo, pero no insistió, después yo le pregunté por su novia y como fue todo, me relató que se había metido en problemas por mi culpa, al no tenerme cerca para frenarle cuando bebía más de la cuenta, le pedí perdón por fallarle. De pronto me sujetó la cabeza besándome la mejilla juntando su atractiva cara a la mía diciendo: ¡Te quiero Adam! Se levantó corriendo lanzándose al lago gritando: ¡Está helada! Yo le seguí gritando a mi vez lo mismo al contacto del agua.

Al salir nos tumbamos de nuevo, pero una ligera brisa nos hizo entrar en la tienda de campaña, dándole la espalda me quite el calzoncillo mojado escurriéndolo y me colé dentro del saco de dormir, Robert de pie frente a mí se bajó su slip y en lugar de entrar en su saco se acurrucó dentro del mío diciendo: ¡Así nos daremos calor mutuamente! Me abrazó apretando su cuerpo al mío y bebiendo de la botella dijo: ¡Ahora dime lo que has olvidado contarme! Yo a regañadientes dije: ¡Tal vez no te guste, lo que te voy a contar y dejemos de ser amigos para siempre! Yo mirándole a los ojos dije: ¡Creo que soy bisexual, en Los Ángeles tuve relaciones con chicas y también con chicos! Robert dijo: ¡Uhauu, que fuerte! ¿Y con los chicos cómo te fue? Yo intentando dejar de hablar de ello añadí: ¡Normal, como con una chica, pero por detrás! Bebimos otro sorbo de tequila y dijo: ¿Y tú por detrás…? Yo asentí, su rostro reflejaba dolor y angustia, me dijo: ¡Sí hubiera sido yo… y no te hubieras ido, no estaría metido en éste lio! Yo levanté su cara mirándole a los ojos dije: ¡Tal vez si hubiéramos tenido sexo los dos ya no seríamos amigos!

Fue saliendo del saco de dormir y agachándose abrió totalmente la cremallera del saco apartándolo de mi cuerpo dejándome frente a él totalmente desnudo y con una erección de caballo, me tapé como pude parte de mi erección, Robert se arrodilló a mi lado apartando mis manos que tapaban mi verga, su mirada recorría mi ser de arriba abajo, sus ojos escudriñaban todos los rincones de mi cuerpo y en su cara se notaba placer al mirarme, mi verga palpitó, se tumbó a mi lado de costado colocando una mano sobre mi polla diciendo: ¡Nunca soñé en ver lo hermoso que eres y con esa enorme serpiente entre tus piernas, eres lo que cualquier hombre desearía ser, perfecto! Ahora lo tumbé boca arriba arrodillándome junto a él, mis manos sobre su rostro a pocos centímetros para tocarle mientras le susurraba: ¡Nos hemos visto desnudos muchas veces, pero nunca nos habíamos mirado así, con deseo, tu cara y todo tu cuerpo es increíblemente bello, es todo armonía! Mientras mis dedos hacían ver que lo acariciaban por encima de los labios, su cuello, su bonito pecho, mis manos reseguían sus brazos mientras que mis labios bajaban sobre su abdomen, su ombligo y sobre el vello púbico, mi respiración sobre esa zona le hizo endurecer su verga, que fue creciendo lentamente mientras mis suspiros sobre sus genitales aumentaban, mis manos sobre sus piernas hasta los pies, gimió, su polla estaba erecta en su totalidad, separé sus piernas quedándome de rodillas entre ellas e inclinándome de nievo tomé con la mano su verga y mis labios comenzaron a chupar el glande, mi lengua lo volteaba dándole mayor placer, yo no apartaba mis ojos de su cara y los suyos estaba clavados en los míos, mi boca saboreaba su polla subiendo y bajando lentamente, sus manos se posaron sobre mis hombros y después en mi nuca mientras empujaba la pelvis hacia arriba, Robert aceleraba más el ritmo y sus gemidos señalaban el final, aceleré mi boca y soltando un fuerte gemido derramó por vez primera su semen en mi boca, continué chupando su verga mientras degustaba el sabor agridulce de su semen dejándola bien limpia.

Me tumbé a su lado y dijo: ¡Enséñame a darte placer! Yo respondí: ¡No es necesario, simplemente apoya tu mano sobre mi pecho y notarás mi corazón latiendo! Se puso de costado poniendo su mano sobre mi pecho y su cara junto a la mía, me fui masturbando mi corazón latía desaforadamente y cuando estaba a punto de finalizar sus labios se unieron a los míos mientras su lengua saboreaba la mía y eyaculé con fuerza mojándome todo el cuerpo con las fuertes sacudidas de mi polla, pasó sus dedos por mi semen llevándoselos a los labios, pero hizo signo de no gustarle y tomando mis calzoncillos húmedos me limpié el semen de encima. Nos acurrucamos juntos cubriéndonos con el saco, le pregunté: ¿Estás bien? Robert respondió: ¡Contigo siempre estoy bien y feliz! Le iba a dar un beso en la frente pero cogió mi cara besándome los labios con ternura al separarnos dijo: ¿Por qué te has tragado mi semen? Yo riendo dije: ¡Tontaina es para ser tan guapo como tú, además quería tener algo tuyo dentro de mí!

Por la mañana una leve brisa me despertó, al abrir los ojos vi a Robert de rodillas frente a mi verga cubriéndose la boca para no reírse con fuerza, mi polla palpitaba sobre mi vientre y con cada sacudida él sonreía, vi la dureza de su verga, erguida en todo su esplendor también palpitante, me limpie los ojos y se dio cuenta que estaba despierto, intentó cubrirse pero fue tarde, me susurró: ¡Nunca antes he tocado una verga! Yo pregunté: ¿Deseas tocarla, solamente si lo deseas de verdad? Él asintió poniendo su mano cálida sobre mi polla abarcándola cerrando su mano alrededor, su cuerpo pareció estremecerse al contacto y mi miembro volvió a palpitar, Robert mirándome dijo: ¡Nunca he chupado una verga! ¿Puedo? Yo repetí: ¡Solamente si tú quieres hacerlo! Inclinó su cuerpo y sus labios comenzaron a chuparme la polla, al principio sus dientes rozaban mi capullo, pero eso me electrizaba más, su boca rodeaba mi verga succionándola con fuerza mientras su verga golpeaba con fuerza su vientre. Mojé mis dedos de saliva pasándolos sobre mi ano acariciándolo y forzando la entrada, al verme Robert dijo: ¡Nunca he penetrado a un hombre! Yo respondí: ¡Solamente si tú quieres, a mí me apetece sentirte dentro aunque sea una sola vez!

Separé mis piernas dejándole a él entre ellas puse mi bolsa bajo mis lumbares dejando mi culo al aire, sujetando su verga la acerqué a mi ano y lentamente me fue penetrando, me mordía los labios ante el dolor, pero mis ojos no se apartaban de su rostro encendido de pasión, gemía, puso sus manos en mis ingles empujando con fuerza dentro de mí y gemí de placer, me folló con fuerza y su mano cogió mi verga apretándola, por mi cuerpo recorrió una descarga eléctrica que hizo que soltara mi semen al mismo tiempo que notaba dentro de mí, que su polla me llenaba  del suyo con intensidad, cuando se le aflojó se retiró de mi culo diciendo: ¿Qué hemos hecho? Yo tiré de él acostándolo junto a mí le dije: ¡Solamente hemos hecho el amor, nos hemos entregado uno al otro, solamente es sexo entre amigos!

Nos bañamos en el lago y tras recoger todo regresamos en silencio, antes de separarnos Robert dijo: ¡Adam esto no volverá a pasar, me voy a casar dentro de poco y ser un buen padre, quiero ser responsable! Yo en silencio asentí.

Asistí a su boda como padrino y como se dice: De una boda sale otra y allí conocí a mi futura mujer Susana, casándome un año después y Robert fue mi padrino en la boda. Lo que yo ignoraba, es que Robert había pedido un crédito y en un terreno entre montañas junto a un lago había hecho construir una cabaña a nombre de ambos llamándolo: “El Refugio” y allí una vez al año nos reuníamos los dos hambrientos de saborearnos de nuevo como la primera vez en la acampada, era nuestro refugio sexual, yo me entregaba a él en cada ocasión, nuestra amistad se fortaleció aún más con el tiempo.

El bebé que tuvieron era hermoso igual que su madre Vanesa, con cabellos rubio platino, lo llamaron Pol y un año después mi mujer quedó encinta, entonces me confesó que el ginecólogo  le había aconsejado a Vanesa de no tener más hijos, por su estado de salud, pero volvía a estar embarazada y Robert no sabía nada, tuve una charla con ella diciéndole que hablara con su marido Robert, que la aconsejaría de buena manera, ella asintió diciéndome: ¡A pesar de todo, sé el cariño que tenéis entre Robert y tú, sí algo me ocurriera ayúdale siempre, te lo suplico por la amistad y el amor que sientes por él! Yo quitando importancia asentí diciendo: ¡Vanesa sí tú nos vas a enterrar a todos y habla con Robert debe saberlo, vale!

Robert habló con el ginecólogo y se calmó un poco, pero de forma prudente. Y tanto Susana como Vanesa entraron en la clínica para dar a luz el mismo día y nacieron dos niños con pocas horas de diferencia, al de Robert le pusieron el nombre de Enrique (Kike) y se parecía mucho a él, a mi hijo le pusimos de nombre Jorge, se parecía a mi abuelo pero con la cabellera de Susana, Vanesa salió adelante tras el parto pero muy delicada de salud falleciendo 5 años después, las venas del corazón ya maltrechas reventaron y Robert se desmoronó, realmente amaba a Vanesa, comenzó a beber demasiado desatendiendo a los niños y mi mujer se hizo cargo de ellos, pero yo tenía que estar junto a Robert y una semana tras el funeral, me lo llevé a nuestra cabaña junto al lago, apenas se dio cuenta de lo ebrio que estaba.

En “El Refugio” lo acosté sobre el sofá justo antes que su boca devolviera en una palangana y fui quitándole la ropa dejándolo desnudo mientras que balbuceaba: ¡Siendo médicos no hemos podido salvarla, por Dios la quería tanto! Yo dije: ¡Todos la queríamos mucho y estará en nuestros corazones! Yo refrescaba su cuerpo con una pequeña toalla mojándola en agua fresca, finalmente se quedó dormido y tapé su cuerpo con una manta liviana, entré todo lo del coche y desnudándome me zambullí en el lago, el agua estaba fría calmando mis nervios, volví a la cabaña, preparé un arroz a la milanesa, Robert al moverse había dejado su cuerpo al descubierto y mi vista se deslizaba por ese cuerpo tan perfecto y que yo amaba tanto, aunque solamente lo podía disfrutar un fin de semana al año, lo hice incorporarse ayudándole a ponerse un corto pantalón y cenamos él en estado abotargado, luego lo acompañé a la cama, yo recogí todo dejándolo limpio y me acosté a su lado, iba a ser una noche larga para mí, pero finalmente el sueño me venció.

Tenía la sensación que un cuerpo mojado y refrescante se tumbaba sobre mi espalda colocándose en la misma posición que mi cuerpo, piernas y brazos, una voz susurraba junto a mi oído: ¡Adam te quiero, estoy preparado para ti, te necesito dentro de mí, notar tu gran polla abriéndose paso en mi culo, para saborear el mismo placer que siempre te doy, así estaremos realmente unidos para siempre, por favor fóllame! Sus labios besaban mi cuello y nuca, abrí los ojos moviendo mis manos hacia atrás acaricié sus nalgas diciéndole: ¡Tengo que ir al baño a vaciar el agua del canario! Saliendo de la cama dije: ¡Veo que estas mejor, me alegro, es que soy buen cirujano pero mala enfermera! Y riendo entré al baño.

Al regresar tras una rápida ducha me estiré junto a Robert acariciándole la cara con mis dedos, él dijo: ¡Siempre me han gustado tus manos y dedos, podrías haber sido pianista, son delicadas pero fuertes como todo tú! Puso su cuerpo sobre el mío cogiéndome los brazos hacia arriba sujetándome las muñecas con sus manos, su boca devoraba la mía con salvaje lujuria, apartó un poco sus labios diciendo: ¿Oíste algo que dije? Yo respondí: ¡Hace unos momentos dormía plácidamente! Su boca atacó de nuevo la mía con intensidad y lentamente mientras me sujetaba las manos sus labios fueron besando mi cuello e iba descendiendo mordisqueándome los pezones, lamiendo mis axilas, su cuerpo se deslizaba más abajo mientras me hacía gemir de pasión con sus besos sobre el ombligo mordiéndome en cada ingle- él sabía que era mi punto débil- su lengua se paseó una y otra vez a lo largo y ancho de mi verga para finalmente sus labios capturaron el miembro, tras nuestra primera vez Robert había conseguido darme un inmenso placer con su boca, incluso tragándose mi semen, mi verga estaba a punto, él se colocó de rodillas sobre ella llevándola hasta su ano, pero estaba muy cerrado y sin lubricar, le dije: ¿Estás preparado para recibirme? Y cogiéndolo por las caderas cambiamos de posición, ahora él debajo mirando hacia arriba y yo entre sus piernas ¡Y ahora relájate y disfruta, si quieres gritar lo haces, nadie te va a oír! Levanté sus piernas dejando su culo bajo mi boca y comencé a lamerlo, chuparlo y morderlo llenándolo de saliva, separando sus cachetes mientras que mis dedos lo dilataban, sus quejidos y gemidos se unían, cuando estuvo algo dilatado me incliné sobre él, puse mis dedos entrelazados con los suyos y fui entrando en su mundo lentamente pero de forma rotunda, miraba su cara de dolor, sus ojos no se apartaban de los míos dije: ¡Ahora te dolerá! Y di un fuerte empujón cruzando la barrera de su virginidad, soltó un grito, yo me detuve, estaba clavado dentro de él, incliné mi cuerpo sobre el suyo abrazándolo mientras lo besaba, de sus ojos resbalaban lágrimas, las besé, mi polla dio un respingo dentro de él y le hizo reír, siempre con los dedos entrelazados comencé a follarlo, lento al principio, pero su polla había crecido de nuevo tras el primer dolor, que la aflojó, tirando de su cuerpo lo senté sobre mis muslos, mis manos separándole las nalgas subían y bajaban su cuerpo clavándose una y otra vez mi verga.

Un poco después me tumbó en la cama sentándose de nuevo sobre mi polla y él tomó el ritmo, saltando sobre mí como si montara un pura sangre, ambos gemíamos, sus manos me apretaba el abdomen, su cara era de total felicidad y placer, yo paseaba mi lengua por mis labios mojándome los dedos los metí en su boca que los chupó placenteramente y finalmente le avisé de mi pronto final, separó sus nalgas clavándose hasta el fondo y su verga estalló mojándome de semen y él mío llenó su culo mientras yo soltaba un aullido, mi verga todavía cimbreaba dentro de él y él soltaba respingos al notarla, inclinó su cuerpo sobre el mío estirando sus piernas suspirando, todavía tenía parte de mi verga dentro de él, me miró diciendo: ¿No tienes bastante? Yo riendo dije: ¡Contigo nunca tengo bastante, ahora te haría el amor durante horas, lo mismo te ocurre cuando me penetras, nunca quieres separarte! Nos besamos, poco después nos tirábamos al lago desnudos abrazándonos y jugando como niños.

Desayunamos y fuimos a dar una larga caminata, luego otro remojón y comer, durante la siesta Robert comenzó a jugar de nuevo y me penetró, siempre me gustaba recibirlo y ambos disfrutábamos mucho con ello probando diferentes postura buscando el máximo placer, pero terminábamos masturbándonos juntos mojándonos de semen. Por la noche le volví a comer el culo abriéndolo penetrándole con los dedos mientras mi boca se tragaba toda su polla, le rocé la próstata y terminó llenándome la boca con su semen, levanté sus piernas y me clavé dentro de él, gimió y lo follé con ganas sujetando sus muslos con mis manos, luego le di la vuelta dejándole de rodillas y detrás me clavé de nuevo, le azotaba la nalga con la palma de la mano, se quejaba, pero él empujaba su culo contra mi polla clavándosela más todavía, saqué mi verga arrodillándome sobre su cara me masturbé soltando mi semen sobre ella, luego chupó mi verga y yo fui lamiendo mi semen de su cara besándonos después.

Toda la semana hacíamos excursiones reconociendo todos los lugares que ya conocíamos de años atrás y relajándonos en el lago y haciéndonos el amor a cualquier hora, pero lo bueno no dura eternamente y regresamos a la civilización.

Robert se dedicó a criar a sus hijos, con nuestra ayuda y de una mujer, que hacía de niñera, cocinera y señora de la limpieza, nosotros continuamos siendo los mismos, pero a partir de ése día el sexo entre nosotros quedó relegado a la memoria y “El Refugio” quedó en silencio por mucho tiempo, deteriorándose, pocos meses después me dijo: ¡Adam, escúchame por favor, necesito salir de aquí durante un tiempo he solicitado una excedencia y me la han otorgado, pronto partiré con los niños! Yo con dolor pregunté: ¿Dónde vas a ir? Robert bajando la cabeza respondió: ¡Aún no lo sé, pero estaremos en contacto!

Mientras estaba en el hospital trabajando teniendo doble turno, recibí un mensaje de Robert, decía: ¡Te amo, hasta pronto, besos! Fui al baño encerrándome y sollocé como un niño abandonado, se había marchado. Y para colmo mi mujer cada vez faltaba más en casa, apenas nos veíamos, ya éramos dos extraños, de vez en cuando miraba a mi hijo Wolf y su inquieta mirada me llenaba de regocijo, creo que entendía todo lo que pasaba sin preguntar nada, se acurrucaba a mi lado contándome cosas de la escuela, siempre que lo acostaba me pedía un beso de buenas noches, yo le besaba los labios, ya que a él le gustaba sentir el contacto de los míos, desde entonces todo fue más rutinario. Un día preguntó si tenía una lupa de fuerte aumento y le dije que en mi escritorio había una en un cajón, la encontró mostrándomela, pero lo que yo ignoraba, que en su otra mano llevaba escondida la llave con la etiqueta “El Refugio”

Cada dos semanas Wolf se iba a pasar el fin de semana con amigos del colegio, de acampada o de excursión, un día busque la llave de la cabaña y no la encontré, no le di más importancia, ya aparecería en otro sitio…


WOLF

No me gusta ver triste a papá, intento distraerle contándole travesuras inventadas del colegio y se ríe conmigo, mamá cada vez pasa más tiempo fuera de casa por trabajo dice. En el escritorio de papá encontré la lupa y una llave, que me intrigó, cuando se fue a trabajar registré todos sus cajones encontrando las escrituras de “El Refugio” allí ponía la ubicación y entre las hojas vi unas fotos de papá y Robert besándose los labios, en internet busque la mejor forma de llegar al sitio, estaba a casi unos 90 Km. de nosotros podía tomar un tren de cercanías y andar un poco.

Le dije a papá, que el fin de semana me iba de excursión y me ayudó a preparar juntos unos bocadillos y bebidas riéndonos mientras lo preparábamos todo, bromeaba con cualquier tontería y eso me hacía feliz, me dijo: ¡Cómo tú quieres que siempre te llame Wolf, tú me puedes llaman Adam, que es mi nombre, porque parece que a veces te cuesta llamarme papá! ¿De acuerdo? Yo sintiéndome mayor dije: ¡De acuerdo Adam y no me olvidaré de cargar el móvil, papá! Y me persiguió alrededor de la mesa de la cocina riéndonos como locos.

Aquel sábado bajé en el andén de la estación y pregunté por la dirección de la cabaña, un hombre me la indicó, tendría que andar unos 20 minutos, me calcé los patines en línea y tomé la dirección indicada y tras un recodo vi la valla de entrada al terreno, me adentré lentamente observando todo lo que me rodeaba, muchos árboles que ofrecían buena sombra y en medio la cabaña de madera, unos 10 metros por delante el lago con una plataforma y escalera como para tener un barco, desde fuera todo se veía genial. Abrí con la llave, estornudé, olía a cerrado, abrí las ventanas y mi corazón se aceleraba por momentos, era tan acogedor que me habría tumbado en el sofá, la cocina, comedor y salón era todo una estancia amplia con su chimenea, un baño con ducha y una habitación de matrimonio, fue abriendo las ventanas, luego subí al piso de arriba, allí otra habitación grande pero con tres camas y otro baño con ducha. Salí volteando toda la casa, entré de nuevo encontrando el cuadro de luces y lo prendí, me cambie de ropa y como hacía la Sra. Carmela y a veces papá comencé a barrerlo todo, después el polvo, al mediodía estaba agotado, cogí la toalla acercándome al lago y me zambullí, tirité de frío, pero muy agradable, me tumbe sobre la plataforma mirando las nubes y escuchando los distintos sonidos, me zambullí de nuevo secándome y entrando en la casa, mientras devoraba un bocadillo comencé a registrar los cajones encontrando una fotos muy explicitas: Papá, Adam y Robert tumbados juntos desnudos sobre la cama, otra sentados en el sofá besándose mostrando sus atributos y así unas cuantas más, pero la que más me gustó fue una sobre la cama uno frente al otro de costado muy juntos mirándose a los ojos con sus piernas entrecruzadas y sus manos posándose sobre el cuerpo del otro, puse mi mano dentro del corto pantalón colocándome bien mi pene, encontré que estaba duro y mojado, me sequé con la toalla mirando la hora, tenía tiempo, me vestí cerrando todo de nuevo calzándome los patines partí al pueblo, allí compré un cuaderno de dibujo, acuarelas, lápices de colores y témpera, volví a la cabaña.

Toda la tarde la pasé dibujando en el cuaderno, cuanto más miraba las fotos más se me disparaba el pene, finalmente me masturbé mirándolas. Por la noche me acosté en la cama grande, me daba la impresión de notar el olor de ambos tumbados allí mismo teniendo sexo y me excité de nuevo, tuve que resolverlo otra vez masturbándome. El domingo continué dibujando y tomé fotos con mi móvil tanto de la cabaña, como el lago, las montañas y algunas de las de ellos dos, al mediodía recogí todo, guardando mis cosas en el piso de arriba y cerré la luz general y la cabaña quedó de nuevo en su soledad, fui con los patines a coger el tren para volver a casa.

Mi padre preguntó como lo había pasado y yo respondí que de fábula, que tal vez habría otra en dos semanas, él asintió diciendo: ¡Volveré a estar solo! Yo dije: ¿Sí quieres no voy? Pero él dijo, que no le hiciera caso, que se estaba haciendo viejo, entonces yo le solté: ¿Es posible que un niño de mi edad se masturbe dos veces en pocas horas? Él me miró extrañado respondiendo: ¡Es posible, siempre que haya algo excitante, que le impulse a masturbarse! ¿Por qué lo preguntas? Yo respondí inocentemente: ¡No uno del grupo que presumía de ello! Adam rio añadiendo: ¡Igual solo presume y no sabe cómo hacerlo! ¿Y tú sabes cómo hacerlo? Ahora yo solté una risotada, dije: ¡Sí Adam, sí papá sé cómo masturbarme, circulan muchos videos por la red! Replicó: ¡Bueno si necesitas orientación, aquí me tienes para servirte!

¿Papá, crees que tendré una polla tan grande cómo la tuya? Azorado dije: ¡Te vi desnudo un día en el baño, lo siento! Él sonrió respondiendo: ¡Cada uno tiene lo que tiene, lo bueno es saberla usar bien, además hace tiempo que ya te bañas solo y no recuerdo! Sin decir nada me bajé el pantalón del pijama dejando mi pene a la vista, carraspeó un poco diciendo: ¡Creo que vas por buen camino, igual hasta me superas! Me subí la prenda dándome por satisfecho, luego me arropó besando mis labios diciendo: ¡Que tengas dulces sueños! Y realmente los tuve estaba en la gran cama entre ellos besándonos…


Mi llave de la cabaña había aparecido de nuevo y ahora junto al coche nuevo  Subaru de Robert regresábamos a “El Refugio” tantos años olvidado, la llave no chirrió y se abrió con facilidad la puerta, el interior estaba pulcro y reluciente, olía a pino y lavanda, estaba sin polvo y el suelo impoluto, aunque habían detalles que ninguno de los dos recordábamos, cuadros colgados de las paredes pintados con acuarela, mostrando la cabaña , otras el embarcadero y el lago, las montañas con los árboles, el lago y la cabaña, luego en alguna repisa fotos enmarcadas cubriendo los genitales con alguna flor u hojas, también encontramos sendas bandejitas de cristal con hojas de pino, de lavanda y limón con clavo (para evitar mosquitos) y lo mismo en el dormitorio, sobre el cabezal un cuadro de Robert y yo tumbados sobre la cama desnudos mirándonos frente a frente con las piernas entrecruzadas y la mano de cada uno sobre el cuerpo del otro, nuestras caras llevaban un antifaz de distinto color, no llevaban firma, pero al acercarme casi tocándolo miré todo el detalle y descubrí el autor, saqué una foto de la zona con el móvil y ampliándola pude leer: “ A mis dos padres. Wolf “Y lloré, lloré por mi ignorancia, lloré por los años transcurridos sin amor, Robert se acercó mirando el móvil diciendo: ¿Cuánto tiempo lleva viniendo? Yo limpiándome las lágrimas dije: ¡Creo que empezó a venir al marcharos vosotros, cada dos semanas tenía una excursión o un fin de semana en casa de algún amigo, pero creo que venía aquí, éste cuadro es del primer año y creo que nos puso antifaz, porque estábamos ocultos ante todos!

Robert puso sus manos sobre mis mejillas y me besó, mis ojos volvieron a soltar lágrimas, su lengua buscó la mía saboreándola, me quitó la camiseta mientras yo quitaba la suya, mi mano entró dentro de su pantalón por encima de la cinturilla tomando su verga que estaba dura y ardía de deseo, terminamos de desnudarnos uno al otro tumbándonos sobre la cama, Robert se había dejado barba, muy corta y arreglada, estaba más guapo que nunca y se lo dije, separó mi cara mirándome a los ojos y dijo: ¡Sabes que tenía que irme, para saber si lo nuestro era realmente amor, me fue muy difícil no tomar el primer avión desde Australia para estar contigo de nuevo, pero lo tenía que hacer, por mí, por ti y por los chicos, todos intentaban buscarme pareja, ya fuera chica o chico, pero únicamente pensaba en ti y me masturbaba pensando en ti, cuando iba de compras pensaba, a Adam le gustaría esto o aquello, tal vez me lo tiraría a la cabeza y sonreía como un lelo, lo mismo en los restaurantes sabiendo tus gustos intentaba comer lo que tú pedirías, hasta mis hijos se dieron cuenta de algo, Pol me acorraló una noche soltándome: ¡Papá echas de menos a Adam, lo amas tanto cómo amabas a mamá! ¡Lo sé, lo supe siempre, volvamos y se lo dices de una puñetera vez, sus ojos nunca mintieron él moriría por ti!

Levantó mis piernas sujetando su verga se clavó dentro de mí diciendo: ¡Te amo para siempre! Y con varios empujones se vació dentro de mí, tal era su urgencia, él entre mis piernas abrazándome y besándome su verga recuperó fuerzas de nuevo y volvió a follarme más lentamente gimiendo los dos, levanté su cara mirándole a los ojos serio dije: ¡Robert ahora vivo con un joven, si lo vieras desnudo te enamorarías de él! Paró en seco mirándome a los ojos, yo carraspeé un poco añadiendo: ¡Sí, es verdad estoy viviendo con un joven y tiene una buena polla… se llama Wolf! Y él soltó: ¡Cabrón, es tu hijo! Y atravesó mi culo con saña inusitada, yo reía, lloraba y estaba feliz de estar de nuevo con él, se irguió sujetando mi polla con las dos manos masturbándome con fuerza mientras su dedo acariciaba mi capullo y gimiendo me estremecí de placer, Robert notando mi ano apretando su verga empujó con fuerza terminando los dos al mismo tiempo, yo sobre mi cuerpo entre sus dedos y él dentro de mí de nuevo.

Descansando dije: ¡Busqué la llave y no la encontraba, quería venir a ver la cabaña, pero seguramente Wolf la tenía y era él quien venía para que todo estuviera en perfecto orden y ahora que lo pienso hay en total siete cuadros, casi uno por año!

Desnudos fuimos a comer algo, luego subimos al piso de arriba, allí había otro cuadro muy grande, parecía un baile dentro de una piscina, con aguas azuladas y tres cuerpos desnudos abrazándose juntos entre juegos, se distinguían por el color del cabello de los tres, uno muy rubio (Pol), otro más moreno (Kike) y con el pelo aleonado (Wolf) parecían danzar entre un remolino de pequeñas burbujas, miré la firma encontrándola como siempre oculta entre la pintura y era de fecha reciente. Robert dijo: ¡Tiene muy buena mano para pintar y pensar que venía solo para que todo estuviera en orden parece imposible, incluso la cerradura estaba engrasada y las hojas otoñales han desaparecido, con tantos años tendría qué no poder ni andar entre ellas! ¡Bien por Wolf! ¡Sabes que Pol insistía en volver para reunirnos de nuevo, era consciente que perdería a sus nuevos amigos surfistas y Kike decía que así vería de nuevo a Wolf! ¡Creo que tenemos unos hijos maravillosos!

Sentados en el sofá dije: ¡Tengo que vender la casa, Susana reclama la mitad, para no llevarse a Wolf! Robert soltó: ¡Esto es una puta mierda, ella no ha hecho nada por nadie y menos por vuestro hijo! ¡Ya pensaremos en algo juntos! Yo respondí: ¡Podríamos vivir temporalmente aquí, Wolf y yo! Robert dijo: ¡Ahora que he vuelto no te dejaré escapar de nuevo, ya se nos ocurrirá algo! Tras zambullirnos en el lago nos tumbamos sobre las toallas en el embarcadero, Robert boca abajo mostrándome toda su espalda y nalgas tan apetecibles, me puse sobre él restregando mi verga sobre su trasero y al momento mi polla entraba dentro de su culo con lentitud, él levantó su torso juntando su cara a la mía suspirando de placer y dijo: ¡La echaba de menos, no sabes cuánto la encontré a faltar! Se puso de rodillas y lo fui penetrando, nuestras bocas nunca se saciaban besándonos y mientras yo lo empitonaba él se masturbaba con furia, nuestros corazones iban a mil y gimiendo llenó la toalla con su semen mientras yo derramaba el mío dentro de su ser.

Continuará.