Amigos violadores

Le di confianza a unos amigos que luego se aprovecharon de ello con mi ser más querido.

AMIGOS VIOLADORES

Papá murió y quedamos solos mamá y yo. Ella tenía 40 años, yo apenas 16. Mamá buscó trabajo como secretaria, que era su antiguo empleo, pero no lo encontró en nuestra pequeña ciudad, sino en la capital.

Allí nos trasladamos y yo cambié de instituto. Al principio tuve problemas de adaptación pues era un barrio de muchos gamberros y delincuentes; así que por seguridad mamá tuvo que venir a buscarme a menudo en su automóvil a la salida del colegio. Fue a partir de entonces cuando casualmente, Albert y Frank, los peores chicos del instituto, se hicieron amigos míos (ya empezaban a tramar algún plan). Al principio junto a ellos mi vida fue bien, pues nadie se atrevía a tocarme, es más, para granjearse mi amistad hicieron que Fanny, la chica más puta del instituto, se introdujese conmigo en los aseos a masturbarme e incluso a chuparme el pene, cosa que experimenté por primera vez. A cambio ellos proporcionaban “protección” a la chica. Yo estaba encantado con todo eso.

Así que ganaron mi confianza hasta que cometí un gran error: Invitarles a merendar en casa. Cuando llegué con ellos a casa no imaginé ni por asomo lo que iba a suceder. Les hice pasar y les presenté a mi madre. En cuanto entramos al comedor no dejaron pasar ni un minuto para poner en marcha el plan que tenían urdido y para el cual se habían hecho amigos míos. Robert me cogió del cuello violentamente y me hizo sentar en una silla y Frank cogió a mamá, quien tampoco se pudo defender del agresor. A ella le tapaban la boca para que no gritase y a mi me ataron en la silla y me amordazaron la boca para que no gritase ni hablara nada.

  • Bien –dijo Robert-, ahora te vamos a follar nena y como opongas resistencia te juro que haremos mucho daño a tu hijo; así que tu sabrás.

Mamá estaba asustada y gimoteaba, al igual que yo, que luchaba inútilmente por soltarme de la silla. La obligaron a maquillarse y a ponerse ropa interior sugestiva. Frank propuso llevarla al dormitorio y dejarme a mi en el comedor, pero Robert, que era más morboso prefirió que yo estuviese delante para contemplarlo todo. Así que todos fuimos al dormitorio. A mi me llevaron arrastrado. Mamá se resistía un poco, pero la volvieron a amenazar con hacerme daño y tuvo que mostrarse más dócil. La desnudaron frente a mí. Yo jamás la había visto desnuda y a pesar de la situación comprendí porque les había gustado a mis amigos. Su cuerpo era una delicia. Los chicos también se quedaron desnudos. Mi mente estaba en situación de alerta, pero expectante por lo que pudiera pasar.

Frank y Robert mostraron dos enormes penes cuyo tamaño me desconcertó. Tumbaron a mamá en la cama; yo me hallaba enfrente.

  • ¿Hace mucho que no te perforan el coño zorra? –preguntó Frank.

Mamá gimoteaba y no contestó, por lo que Frank se aproximó a mi y me propinó una fuerte bofetada que hizo un efecto inmediato en mamá.

  • Te lo pregunto otra vez si no quieres que le vuelva a pegar...¿hace mucho que no follas?

  • Sí, hace mucho...-dijo ella.

  • ¿Desde que murió tu marido?

Mamá dudó y Frank se echó a reir, porque adivinó algún secreto.

-Seguro que la viuda ha estado jugando con alguna polla entre sus piernas.

Mamá enrojeció, y yo sospeché de ella. La hiciero9n confesar a la fuerza:

  • Tuve que follar con mi jefe para que me diese empleo en la oficina.

  • Así me gusta. Eso me excita –dijo Frank-, me excita que a una mujer guapa y zorra como tú le guste que la follen.

Nada más decir eso, Frank introdujo violentamente su verga en la boca de mamá, a la que casi ahoga. Robert ya le había abierto las piernas para comerle el coño. Mamá se resitió bastante al principio, pero para mi desconcierto fue cediendo poco a poco. El esfuerzo de los chicos por obligarla a darles placer empezó a dar resultado, porque mamá, quien empezó a parecerme una puerca y una puta, no tardó en colaborar con ellos, tanto que los chavales gemían de gusto y creo que ella, con la polla de Frank en la boca, también gemía de placer, lo que quedó aclarado cuando sacándose el caramelo de la boca exclamó:

-¡Cabrones, que gusto me dais!

  • Y tu a nosotros maldita puta –dijo Frank-, que acto seguido se encaminó a la cueva de su coño para introducirle la verga. Robert cambió su posición y fue a que aquella ninfómana declarada le chupase su pijo.

Me da algo de vergüenza admitirlo, pero mi polla también estaba dura con aquella escena, la cual se prolongó durante minutos en lo que era la apoteosis del goce, la perversión y el placer. Mamá era ya dueña de la situación y los chicos casi perdieron su papel de violadores. Sólo me fastidió que aquella reina del morbo no se acordase de su hijo y no ordenara a aquellos hijos de puta a soltarme. Supongo que yo debía cargar con el papel de vouyeur humillado.

Los orgasmos de aquellos tres amantes se sucedieron y mamá no dejaba de pedir sexo:

  • ¡Me vais a volver loca de gusto mamones de mi alma, mmm, que gusto, ahhhh, me voy a correr otra vez! Decía la puta de mi madre, mientras Robert se la metía por el coño y Frank la sodomizaba, en un magistral sándwich que la tenía aprisionada entre ambos.

La noche cayó y las horas de desenfreno sexual no parecían tener fin. La cubrieron en un par de ocasiones de semen. Una de las veces Frank vino y eyaculó sobre mi cara para acabar de humillarme y advirtió que yo estaba empalmado. Como mamá seguía pidiendo sexo y ellos se habían quedado sin fuerzas, tuvieron la idea de sentar a aquella puta sobre mi y clavarle mi polla en el coño. A mamá aquello la asqueó y lo rechazó, pero ellos la forzaron. Bajaron mis slip y la sentaron a la fuerza sobre mi. Mi verga resbaló fácilmente por el interior de su vagina. Entonces la obligaron a moverse de arriba abajo. Qué placer tan enorme sentí. Me quitaron la mordaza de la boca y solo pude gemir de gusto. Poco a poco dejaron de obligarla a moverse, porque ella tomó iniciativa propia y folló conmigo voluntariamente. Lo hicimos con tanto placer y gozo que no advertimos que aquellos dos hijos de puta violadores nos abandonaron y se marcharon de mi casa. Acabé eyaculando en el interior de mi madre la cual llegó a su propio orgasmo. Minutos después me desató.

La experiencia nos marcó bastante y durante algún tiempo no hubo ni tan siquiera palabras entre nosotros, pues de una violación pasamos a una relación incestuosa y eso nos minó la moral. Pero ya contaré que sucedió unas semanas después...