Amigos, lo que se dice amigos
Tu pecho abandonado en mi espalda y tu hombría tocándome aún el alma: amigos, lo que se dice amigos.
Tu quijada en mi hombro
y tu verga en mis nalgas.
Quiere mi mundo abrirsete
a tus ansias.
Tus palmas en mi cintura jalándome a tu cuerpo
y la sensación única de tu miembro dibujándome la raya.
Me siento el lienzo donde pintas
con pincel mágico ora suave, ora rudo
siempre sensual y dominante,
profundamente mio a pesar de ser tuyo
Jugábamos para sentirnos vivos
a ser hombres en el despertar
de un machismo de carne caliente,
lechoso de orgasmos primerizos.
Nunca jugamos a papá y mamá
porque nunca definimos quien sería quien
e ignorábamos el rito nupcial del toma y daca.
Tampoco jugamos a los novios porque no lo sabíamos
pero nos deleitábamos con los roces sensuales
analmente enfalicados
Los pantalones cortos, cómplices incondicionales de aquellas ardeduras,
de textura hundida entre los glúteos sin suplir tu sexo o el mío;
pronto rodaron amaneciendo tus nalgas y las mías
ansiosas de manos vehementes y caricias desafiantes.
Ora mis nalgas desafiaban la palma de tu mano
y en cada una de mis cachas imprimías tu raya de la vida
Ora mis dedos descubrían los brotes de tus vellos
allí donde el músculo pierde el nombre.
Fue un día soleado cuando tu piel y la mía,
casi al mismo tiempo tallaron tu raja y la mía
y los dedos sedientos abrevaron en cada ano
el mágico ardor de las murallas yertas.
Los ángeles amanecen en los días soleados
exultantes de calor, entregados al mundo
hacedores de tu fuego en mi llama
y de mi ardor en tu fogata
Fue tu susurro “déjate” una orden
y el gimoteo ”me gusta”·el sello
que faltaba en mis entrañas.
Muy adentro, mucho más adentro de mis carnes
ocupando lo suyo, marcando la plaza tomada
arreciando en su reciedumbre los mil caballos de fuego
en estampida se volcaron cual truinfantes batallones
Tu pecho abandonado en mi espalda
y tu hombría tocándome aún el alma:
amigos, lo que se dice amigos.