Amigos de instituto II
Un calenton el día anterior hace que tengamos que vaciar los huevos en la garganta de nuestra sumisa en la hora del bocata
Bueno... como os he contado en otro de mis relatos, Cristina fue una buena sumisión durante mi época de instituto. Gracias a la prerrogativa de José, tenia tanto poder sobre ella como su verdadero Amo, pero con la ventaja de prescindir de las obligaciones típicas del novio, como la de hacer regalos en ciertas fechas (aniversario, el día que se conocieron, etc.). Desde el día que me enseño el conejito en clase, la verdad es que los tres nos hicimos más inseparables todavía.
Recuerdo una de las veces que nos quedamos en clase mientras los compañeros bajaban al bar durante la hora de descanso que solíamos tener para desayunar. No usaba ropa excesivamente llamativa: unos téjanos ajustadillos, una camiseta de las anchas y el pelo recogido. Aquel día, recuerdo que José estaba especialmente salido, puesto que ya antes de entrar en clase y mientras aparcaba la moto, vi como se estaba pegando un filetazo con Cris a poca distancia de la puerta, pasando de todo y metiéndole mano por encima del pantalón. Subimos a clase y al sentarnos, vi como ella estaba roja por el calentón y los pezones se le marcaban claramente bajo el jersey.
"Buenos días Cristina, te veo algo excitada, ¿estas bien?" Recuerdo que le dije más o menos. La respuesta fue que si, pero que el magreo de antes le había puesto muy cachonda y que ahora sentía como el flujo le empapaba el tejano (os recuerdo que el uso de bragas lo tenia prohibido por José). Aprovechando que estabamos en una de las ultimas mesas de la clase, pase mi mano ligeramente por encima de su pantalón y pude comprobar, que evidentemente, estaba húmeda. Claro, uno no es de piedra y el rabo me pego un salto en el pantalón hasta ponerse tieso del todo. Pasaron tres largas horas y por fin dio la hora de "recreo"; el profe salió delante, el resto de la clase, como una manada de lobos salió detrás, en busca de la nicotina de los cigarros, puesto que la mayoría de la clase fumaba, así que nos quedamos solos los tres en clase.
Menudo espectáculo has dado en la puerta José. ¿Que te ha pasado? - pregunte con toda la mala leche que tenia. - Se que Cris esta para follarsela ante la puerta, pero no es para tanto, que la peña comentaba.
Lo siento tío, pero es que resulta que ayer estabamos en casa tranquilamente, puesto que mis padres se habían marchado con el coche, y como tenia ganas de guerra, pues le dije que me comiese un rato el rabo. - Me contó José con toda naturalidad, puesto que la confianza era bastante grande.- Pero cuando estaba a punto de correrme en su boca, Zas, suena la puerta. Claro, súbete los pantalones, enciende la tele y haz como si no pasase nada. Era la pesada de la vecina, pidiendo si estaba mi madre; al decirle que no y ser Cris la que abrió la puerta, pues se pusieron ha hablar sobre marujeos durante casi media hora. Al final y cuando regreso, yo seguía con el rabo duro y con un calentón de aquí te espero, pero fue solo bajarme la cremallera para que siguiese con la mamada, cuando mis padres llamaron al interfono. Así que imagínate como estoy de salido; y lo mas jodido es que esta tarde mis padres estarán en casa.
Joder, ahora lo entendía. El tío llevaba una recarga de leche en las pelotas y lo que quería era sacársela. Siempre estaba el recurso de marcharse con su zorrita al baño y terminar allí la faena, pero eso me los dejaría fuera de visión, así que le propuse que mientras yo vigilaba que no subiese nadie, ella se la podría comer tranquilamente, así acabaría con la calentura tan insana que tenia.
La idea le entusiasmo, mas por el morbo de que se la chupase en clase que por el de poder descargar las pelotas con su puta; no había llegado todavía a la puerta, que ya tenia la cremallera bajada, a Cristina de rodillas y el rabo dentro de la boca de la novia. La situación era de lo más morboso que había visto hasta aquel día. Cumplí mi misión cojonudamente bien, puesto que solo se trataba de mirar que no subiese nadie por la escalera y en caso de que así fuera, ponerlos sobre aviso. Cuando termino la comida, José se había corrido dentro de la boquita de Cris y esta no había desperdiciado una sola gota de leche de macho puesto que no hay nada mejor en una sumisa que agradecer a su Amo que se digne a correrse en su boca para que esta se lo pueda tragar todo. Después de eso, José se guardo el rabo y ella hizo el gesto de levantarse de su posición de rodillas.
- HEY!! ¿Donde crees que vas? has terminado con uno, pero te falta el otro. - Casi le chille desde la puerta. - ¿Te importaría si me desahogo yo ahora José? - Mi condición me daba permiso para hacerlo sin contar con la opinión de José, pero siempre es bueno estar a bien con el poder. El cabeceo y la sonrisa de mi amigo me confirmo que no existía problema; se acerco a la puerta y yo me marche hacia adentro y me puse ante Cristina, que se había frenado en seco entre levantada y de rodillas.
Me saque la polla con toda la tranquilidad del mundo, indique a Cris que se pusiese otra vez de rodillas y sentándome sobre una mesa, se la metí en la boca. La chica sabía perfectamente como me gusta que me la chupen y casi de inmediato, alargo las manos y me empezó a acariciar los cojones al tiempo que daba largas pasadas a mi vara. Lo hacia francamente muy bien. Con aquella mamada me estaba demostrando havian valido la pena las horas que habíamos pasado los tres en casa de José; enseñándola y haciéndole ver cual era la mejor forma de darnos placer.
Seguía mamándome a un ritmo constante mientras me miraba a los ojos y de tanto en tanto sonreía; la comida duro bien sus diez minutos y conforme llegaba a su fin, mas hinchada tenia yo la polla y mas le costaba a ella metérsela en la boca. Al final y como siempre, la termine pillando por la nuca y llevando yo el ritmo de la mamada, que ahora se había convertido en una follada bucal, hasta que apretando los dientes para no chillar y clavándosela hasta el fondo de la boca me corrí abundantemente en su garganta, tragándose ella toda mi leche y limpiándome después el rabo como una buena niña.
Se levanto del suelo tras subirme la cremallera. Tenia la cara roja otra vez y sus pezones se marcaban mas de lo normal bajo la blusa. Era evidente que estaba muy cachonda y mojada, pero ahora no había tiempo de calmarla a ella, así que se tendría que conformar con el placer de habernos satisfecho a nosotros.
-Bien zorrita - Comento José desde la puerta sin abandonar la vigilancia - Ahora que estamos mejor, ya te puedes bajar los pantalones y terminar tu misma con tu calentura. Pero hazlo en la mesa del profe, así olerá a hembra joven cuando este dando la clase.
Dicho y hecho, Cristina se subió encima de la mesa del profesor ya con los pantalones bajados, se espatarro de piernas sobre la misma y con la caricia de sus dedos en el clítoris, se corrió gimiendo, manchándose los muslos con sus jugos, que yo tan gustosamente limpie con la lengua. La verdad es que no se si olió a mujer o no, pero la cara del profesor cuando se sentó en la mesa fue todo un poema.
La próxima vez, os contare mis experiencias con ella en el instituto, mientras cursábamos juntos el segundo grado de FP; estudios que no siguió José.