Amigo y amante

Desde muy joven comencé a conocer el mundo del sexo, disfrutando y experimentando algo que trató de llevar al lector las vivencias que tuve.

AMIGO Y AMANTE

Me llamo, Joan, cuando llegó al barrio, un médico con su familia, su esposa y dos hijos, Claudio algo mayor que yo y Mirtha, unos meses menor, lo cierto que a pesar de tener muchos amigos ellos se convirtieron en los mas inseparables y además confidentes.

Por supuesto que mi amigo, trataba de evitar que su hermana jugase con nosotros, que a pesar de eso, siempre trataba de que se sumase a nuestros pasatiempos. Mirtha era una chica muy cálida y curiosa, no era extremadamente linda, pero creo sus los lentes, era algo que la perjudicaba bastante.

Al ser mayor mi amigo, y a su vez bastante autoritario, era quien solía imponer determinados juegos, que si bien en ese entonces, no me percataba, en todos había un dejo de sensualidad, desde jugar al doctor, en el consultorio de su padre, entre los tres, al cuarto oscuro, en un espacio que carecía de luz, que por el tacto había que descubrir a los participantes.

Algo que me atraía, era tocar las piernas de Mirtha, se quedaba quieta disfrutando de mis caricias, hasta llegar a rozar su sexo, que automáticamente las cerraba . Cuando se jugaba al doctor sucedía algo similar, nos turnábamos para ser el paciente mientras los otros eran los médicos, pero ese “inocente”  juego venia colmado de una cierta sexualidad.

Una tarde, a pesar de negarme, terminaron desnudándome, estaba bastante avergonzado, fundamentalmente frente a su hermana, y más cuando Claudio comenzó a tocar mi sexo, que después de insistirle, Mirtha hizo lo mismo, aunque no dudo que se dio cuenta con la vehemencia que su hermano friccionaba mi miembro. Que a pesar de mi pudor tuve como una leve erección, que por supuesto aun desconocía lo que podría ser una eyaculación.

Por supuesto que los hermanos fueron pacientes, y Claudio no tuvo inconvenientes en desnudarse, que quedé sorprendido al notar la diferencia con mi pene. Mirtha en cambio nunca quiso desnudarse solo quedar con sus bombachita, aunque  permitía ser palpada, que un día me llamó la atención, al percibir su prenda húmeda, suponiendo que era orín, pero hoy me doy cuenta que fue otra cosa. Me extrañó percibir, que no había demasiado pudor por parte de los hermanos, que lo hacían como algo natural, cuando me enteré que su madre acostumbraba a bañarlos juntos.

Así fuimos creciendo, y ya esos juegos se fueron perdiendo,  hasta que a los catorce años tuve mi primera erección, con la necesidad de masturbarme, acompañada de una sorprendente eyaculación, acompañada de ciertos recuerdos cuando jugábamos al doctor o al cuarto oscuro.

Un día me vino con la sorpresa que aprovechando que era carnaval, al sábado siguiente había una fiesta de disfraz en casa de un amigo, si quería venir, acepté, sin determinar realmente que me pondría.

Pero su hermana me dice:

“Disfrázate de mujer, tienes el pelo largo, esa bella carita aniñada, careces de bello,  y yo te presto todo lo que falta”

Si bien esa no era mi idea, ante su insistencia, y la de Claudio, lograron convencerme. Llegó el sábado por la noche, Mirtha tenía todo preparado la ropa, llevándome a su habitación, prohibiéndola el acceso a su hermano.

Antes que nada, me peino, maquilló mi rostro, me puso unas pestañas postizas de su madre, y pintó mis labios con un rojo bastante seductor, al igual que mis uñas, cuando me vi en el espejo era el rostro de una chica. Apenas terminó con el maquillaje, me dio una media tipo can-can, para ponérmelas, me quité la ropa, para colocarlas, cuando me dice:

“Quítate el calzoncillo, no vas a ponerlas así

“Pero es que yo…..”

“Sácatelo de una vez, no me voy  a asustar de ver tu pitito, además ya lo conozco” Mientras se reía por su ocurrencia

Tímidamente, con bastante pudor,  me quité mi única prenda, y mientras me ponía esas medias enterizas negras, Mirtha no dejaba de observarme, paso siguiente me dio un sostén, lo rellenó un poco, y por ultimo un vestido corto, como con los zapatos con tacos me costaba caminar y eran algo chicos, me dio unas sandalias.

Al verme Claudio, se sorprendió al igual que su madre, quien fue la que nos llevó a la fiesta, realmente mi disfraz o mi sensual crossdresser, atraía la mirada de varios chicos que no me conocían. Me entretenía y algunos amigos me decían que tratase de conquistarlos para divertirnos un rato con ellos.

En un momento que hablaba con un chico, que suponía era una chica, apareció Claudio, diciéndole:

“Tranquilo chiquillo, que es mi novia” mientras me agarraba para darme un beso en los labios, que si bien me llamó la atención de su aptitud, creo que me gustó su proceder.

A partir de ese acontecimiento, trataba de tocarme, a veces levantando la falda sintiendo sus dedos en mi traste, intenté persuadirlo hasta que en una de esas veces pudo agarrar mi sexo. Me quedé quieto hasta que bajó un poco mi prenda, para asirlo con su mano, acariciándolo suavemente hasta producirme una erección.

A pesar de encantarme la situación, traté de evitarlo, por la presencia de algún conocido que nos podría llegar a comprometer. El efecto de la  bebida, me llevó también a aceptar esa inquietud de Claudio. Cuando regresábamos Mirtha comentó:

“Parecías la novia de mi hermano, jajajajaja””

Me reí de su ocurrencia, aunque no sé si me agradó demasiado ese comentario, pero sentí en ese momento como que algo nos fusionaba, una especie de afinidad, una atracción de piel, por lo menos a mi me sucedía con ambos.

Cuando volvimos de  la fiesta, fui a su casa para devolver la ropa y llegar a la mía como me había ido, dado que no creo que a mi padre, le encantara verme disfrazado de esa manera.

A la mañana siguiente me desperté cerca del mediodía, me vino a la mente lo que me había hecho Claudio, y me llevó a tener una leve erección. Realmente no sabía que pensar, aunque no me había disgustado ese proceder y creo que de haber estado solos, podría haber tenido otro desenlace.

Esa tarde fui a su casa, me comentó Claudio de mi disfraz, que realmente parecía una chica, y que le había excitado al verme vestido así, que por eso me tocó y se alegró al notar la rigidez de mi miembro.

“Siempre te ha gustado hacerlo, además no pones objeción ” mientras le sonreía, aprovechando su confidencia.

Es posible, es una manera de disfrutar de algo ” mientras se me iba acercando, acariciando mi rostro, acercándose para desabrochar el pantalón y meter su mano, apoderándose de mi miembro, sin llegar a tener rechazo, con deseos de proseguir. Sabía que no tenía una tendencia gay, era solo una excitación, que me gustaba, descubrir algo distinto, sabía que habría preferido a su hermana, pero con Claudio me sucedía algo similar, algo que me incitaba a continuarlo, disfrutado de ese atrayente contacto.

Unos leves movimientos, me llevó a producirme un alzamiento, siguió un rato más, hasta besar  levemente mis labios, cuando un ruido paralizó ese leve encuentro.

No fue posible retomar, justo llegaron, su madre y hermana, no me sentí molesto por su imprevista llegada, aunque Claudio me dio la sensación que no le agradó, nos saludamos, cuando Mirtha mientras me besa casi en los labios, me dice:

Hola Joanna ”, haciendo alusión a mi disfraz. Me sonreí,  por su ingeniosidad, mientras regresa al cuarto de Claudio, en el momento que me susurra:

“El martes estaré solo, quieres venir?

“Esta bien” le contesté, inmediatamente, atraído por continuar, lo que había sido inconcluso.

Ese martes después de almorzar, me fui a su casa,  tuvimos que esperar un rato, hasta que se fuesen su madre y hermana, apenas quedamos solos, Claudio se acercó para besarme, me tiró sobre la cama, quitó las zapatillas, el pantalón, la remera y por último el bóxer, observando mi pene bien erguido, oprimió mis pies, acariciando después mis piernas, arrullando levemente mi miembro que se erizaba cada vez más, ante ese roce provocador.

Fue haciendo un juego exhaustivo y constante, hasta que comenzó a lamer y succionar mis tetillas, alterándome cada vez más, desee besarlo, mientras masturbaba mi miembro, me enloquecía, traté de tocar su miembro, pero lo evitó.

Saltaba de un lado a otro, mientras permanecía acostado, gozando de ese enloquecedor acecho, hasta que ante mi sorpresa comenzó a mamar mi bulto, era la primera vez que experimentaba algo así, succionaba mis testículos, llevándome a un estado de total paroxismo.

Ante mi estado de ebullición, seguía entregándome instintivamente, mientras no paraba de elevar mi estado de exaltación, arqueándome y contrayendo los dedos del pie, cuando sentí un dedo introducirlo en mi ano, no hice nada para evitarlo, era algo nuevo también.

Así continuo Claudio, hasta que sorpresivamente aplica dos dedos simultaneaos, sin dejar de succionar mi pene, endurecido por ese impresionante y continuo acoso.

No podía contenerme, intenté contenerlo sabiendo que me pasaría, pero haciendo caso omiso a mi intención de detenerlo, comienza a desnudarse rápidamente, percibiendo  su verga, rígida y bastante superior a la mía.

No sé si me atrajo su sexo, o ese constante acometimiento, pero no pude contenerme, eyaculando de una manera bastante copiosa, lo miré a Claudio algo cohibido por lo sucedido, quien continúo con su intención, hasta que me giró para montarme.

No sé que me pasó pero, me resistí a su propósito, notando su rostro de contrariedad y mal humor, diciéndole:

“Disculpa Claudio, creo que no estaba preparado para algo mas”

Fue  obvio que después de mi desahogo, no tenía demasiado ganas de seguir, inmediatamente, teniendo esa reacción, de rechazo que no lo hizo muy feliz a mi amigo. Regresé a mi casa, con la sensación de haber obrado mal, pero fue algo más fuerte que yo.

Pasaron varios días hasta que lo volví a verlo, estuvo como siempre, contento de encontrarme, sin llegar a hablar sobre lo ocurrido aquel día,  cuando estábamos por despedirnos me dice:

“Tengo que ir a casa a cambiarme, quieres venir?”, al oír esas palabras, pareció volverme el alma al cuerpo, a pesar de lo sucedido, no solo lo apreciaba sino que lo quería como amigo. Le digo:

‘Si, vamos”

Entramos en su habitación, sentándome en el borde de la cama, Claudio se fue a bañar, regresando a los diez minutos, envuelto con el toallón, que hacia distinguir su bulto.

Se acercó, y en un acto reflejo, desate el nudo de la toalla, no sé porque lo hice, si fue para compensar mi rechazo anterior, curiosidad, o tener sexo, al  ver su verga algo erguida, la tomé suavemente, hasta comenzar a lamerla, me arrodille frente a mi amigo, y como en un acto de disculpa comencé a mamársela, me atraía  tener ese trozo de sexo en mi boca, besé sus testículos,  hasta llevarlos a mi boca, era algo incomprensible lo que estaba haciendo.

En determinado momento me alzó para besarme, nuestras lenguas se entrelazaron, mientras Claudio, iba quitando mi ropa, que fui permitiendo, hasta que me desnudó.

Me volcó sobre la cama boca abajo, acariciando mi espalda, hombros, y mis glúteos, separándolos para juguetear con mi abertura, suponiendo los pasos a seguir. Su manoseo se fue concentrando en mi ano, metiendo su dedo, hasta hacerme exclamar, hasta la introducción de uno más, me llevaron a efectuar una serie de quejidos.

Mi respiración se había acrecentado, cuando sentía su verga direccionarse por mi raja, hasta concentrarse en mi esfínter, que al sentir su glande  depositarlo en mi ano, un escalofrío sacudió mi cuerpo, que si bien nunca había tenido alguna atracción hacia un chico, en ese instante estaba dispuesto a ser  penetrado por mi amigo.

Su verga no dejaba de liar con mi abertura, separando mis glúteos y hasta oprimirlos hasta hacerme gemir de dolor, la punta de su pene avasallaba mi abertura, algo reacia ante ese grosor, la sacó para llevarla a mi boca y lubricarla, que pasivamente acataba cada una de sus necesidades.

Esta vez pareció entrar algo mas, acariciando mi espalda, apaciguándome mientras parecía que comenzaba a abrirse camino, a pesar de la molestia que me producía, continuo penetrando hasta que centímetro a centímetro, se cobijo en mi conducto intestinal

Parecía que me  oprimía mis órganos, partiéndome en dos, mis gemidos eran evidentes, Claudio continúo con su objetivo, hasta pegar su pelvis a mis glúteos, sentía ese trozo de carne adueñarse de mi virginal interior.

Unas suaves envestidas, para depositarlo totalmente, percibía como una especie de dominación, que sumisamente aceptaba, me daba la impresión que su falo en mi culo, era un símbolo de supremacía, que era mi amo,  después de ese juego previo, comenzó a bombearme, de una manera impetuosa como dando a entender quien era mi dueño, o por lo menos eso era mi sensación.

Así continuo, follándome, hasta que eyaculó, mientras me abrazaba sin quitar su miembro de mi conducto, a la vez que me masturbe mientras era fornicado por mi amigo.

Claudio tenía que salir así que regrese a casa, pensando en lo sucedido, aun no tenía mis ideas demasiado determinadas, me gustaban las chicas, esto debía tomarlo como algo pasajero o más bien casual, pero sería conveniente comentarlo con mi amigo.

Al día siguiente fui a verlo, explicándole mi decisión, contestándome que estaba bien que era libre de hacer lo que quisiese, sintiéndome liberado por esa contestación.

Pero comenzó a desabrochar la camisa, tocar mis pezones, de una manera muy sutil, que a pesar de resistirme, fui cediendo a su contacto, siguió, hasta desabrochar mi cinturón, cayendo mis pantalones, para bajar mi bóxer, tocando mi miembro, para iniciarme en una loca excitación.

Rápidamente se desnudó, para comenzar a un apasionado doble felatio, donde mis hormonas no dejaban de alterarme, cuando sin preverlo demasiado en determinado momento, mis piernas estaban alzadas sobre sus hombros penetrándome rápidamente, entregándome nuevamente a otro coito anal.

“Te debo decir algo, el día que te disfrazaste de mujer, sentí la necesidad de follarte, era difícil hacerlo esa noche, pero te transformaste en una obsesión. Y te aclaro que lo hare cuantas veces sea posible.”

Me sentí como en una encrucijada, pero más que eso, en que lo sentía como una droga, me atraía ser follado por mi amigo, sentir como se adueñaba de mi cuerpo, que le fui entregando poco a poco.

Sabía no solo conquistarme, sino excitarme,  accediendo a su ímpetu, entregándome para ser follado analmente..

Si bien intentaba no ir, apenas me llamaba por el celular corría a su casa, cediendo  a ese libre albedrio, Llevábamos más de dos meses teniendo sexo,

A pesar que esa tarde estaba dispuesto a no ir a su casa, me vino a buscar, apenas llegamos a su dormitorio nos desnudamos, me hizo arrodillar para que se la mamase, obediente y sumiso, me gustaba servirlo, aceptar esa dominación o autoridad, en tema que acabo en mi boca, no sé si fue de mi agrado, pero limpie su pene con mi boca.

Dormitamos un poco, estaba bastante excitado, asi que comencé a tocarlo hasta que me fornicó, permanecimos en la cama hasta repetirlo nuevamente.

Esa tarde lo hicimos más que lo acostumbrado, me encantaba sentirlo, su diferencia de edad, su cuerpo bastante más voluminoso que el mío, cada vez que me penetraba, me abrazaba, sintiendo como me poseía, entregándome ávidamente a su frenesí, percibiendo su verga entrar y salir de una manera insaciable.

Antes de irme decidió volver a hacerlo, esta vez se sentó en el sillón de su habitación, haciéndome  hacerlo frente a él, buscando rápidamente mi abertura para inmediatamente sentir su falo hacerse dueño de mi recto, comencé a elevarme y bajar sintiendo su desplazamiento en mi interior mientras nos manteníamos abrazados y besándonos

Mis gemidos se iban acrecentando, al irme estimulando por  su grueso aparato, dando sus testículos contra mis  glúteos, efectuándome cada tanto un fuerte chirlo.

En el momento de mayor intensidad de esta copulación anal, se abre la puerta de la habitación, surgiendo la figura de Mirtha, que dada nuestra posición, se veía perfectamente que estábamos haciendo, el pene de su hermano introducido totalmente en mi ano. Después de varios segundos, oí cerrar la puerta suavemente, como indicando que continuásemos con nuestra intimidad.

Traté de detenerme, pero Claudio, me tomó entre sus brazos impidiendo que me retirara, continuando ávidamente en su tarea, hasta que acabo en mi interior.

Bastante molesto y asustado, por haber sido descubiertos en in-fraganti, solo atinaba a vestirme e irme.  pera mi amigo solo me dijo:

”Tranquilo, después hablaré con ella”