Amigo salido 1

Hola tengo 44 años y manolo 48. Mi marido tiene un amigo que está pasándolo mal con su mujer y hace bastante tiempo que no folla

Hola tengo 44 años y manolo 48.  Mi marido tiene un amigo que está pasándolo mal con su mujer y hace bastante tiempo que no folla, yo lo sé porque mi marido me lo dice y me dice que el pobre está cantidad de salido, que se le van los ojos detrás de las tías. De vez en cuando viene a casa y hará un mes el venía y mi marido me dijo que me pusiera sexi a ver si lo ponía cachondo. Me puse una falda corta sin bragas y una blusa con mucho escote, tengo unas buenas tetas. Cuando llegó lo primero que hizo fue fijarse en mis tetas, y yo procuraba inclinarme delante de él para darle un buen espectáculo y me sentaba enfrente abriendo un poco las piernas y él aprovechaba parta mirar cuando mi marido salida del salón, estoy segura que estuvo toda la tarde empalmado. El que también estuvo toda la tarde empalmado fue mi marido, según me contó, cuando se fue su amigo Mario, fue una tarde  muy morbosa  y decidimos repetirla.

A los dos o tres días volvió nuestro amigo Mario y decidimos dar un paso más, a ver que iba pasando. Llegó por la tarde, a la hora del cafelito y yo, que ya me empezaba  a gustar el asunto, volví a ponerme un poco atrevida de ropa, y empecé a mostrarme ante él, como una perra en celo, lo que empezó como un juego, me estaba poniendo cachonda de verdad y ya lo miraba con ojos de deseo pero, la verdad es que no tenía pensado hacer nada con él, porque nunca le había sido infiel a Manolo. Me fui a hacer el café y nuestro amigo vino a por un vaso de agua y cuando entró, me abrazó por la espalda y se pegó a mí por detrás, yo sentí algo muy duro en mi culo, me gustó. Aguanté un poco y luego me separé diciendo que estaba loco, que mi marido estaba en el salón y me dijo que lo tenía loco y que ya no sabía ni lo que hacía, que el otro día se tuvo que hacer una paja al llegar a su casa de cómo lo puse, se le veía salido, se acercó a mi, me abrazó y me besó en la boca, no me pude resistir y nos comimos la boca con verdadero deseo y sintiendo su polla dura como un hierro dándome en mi muslo, me dijo que hacía meses que no follaba y yo, separándome le dije, mientras le pasaba la mano por encima de su paquete, que buscaría el momento para aliviarlo y me fui al salón. Cuando mi marido se quedó solo conmigo, me dijo vaya tela como lo estás poniendo, seguro que te desea, pero yo no le dije nada de lo que acababa de pasar en la cocina.

Pocos días después, Mario volvió una tarde a decirle a mi marido no sé qué cosa y en una de mis idas a la cocina se coló detrás y me volvió a poner el rabo en el culo, yo me separé y entonces hizo algo de lo que no creí que fuera capaz, se sacó la polla y me dijo Miriam, mira cómo me tienes y se la empezó a menear y todo eso con Manolo, en el salón comentándonos algo que estaba viendo en el televisor. La situación me estaba dando un morbo increíble, Mario delante de mí con la polla en la mano y al menearla la descapullaba, apareciendo una cabeza inmensa y brillante, me miraba con cara de salido y teniendo en cuenta que tenía controlado a mi marido, ya que no dejaba de hablar desde el salón, hice algo de lo que no creía que fuera capaz,  me acerqué a él y le dije te voy a aliviar, se la cogí y la noté muy caliente, empecé a hacerle una paja, él me cogió las tetas y se corrió en menos de medio minuto, fue muy rápido y me dejó la puerta de la cocina llena de su leche, le dije que se fuera, él salió por la entrada del pasillo hacia el servicio, yo, mientras limpié la puerta y volví con mi marido, me senté a su lado y, sin darme cuenta, me cogió mi mano derecha, la misma con la que acababa de hacerle una paja a su amigo y eso me excitó aún más, Mario volvió  y estaba con la cara encendida, pero de eso no se dan cuentan los maridos que creen que sus mujeres son una mojigatas (recuerdo que cierta vez mi marido me dijo que nosotras éramos unas estrechas con nuestros maridos pero que si nos enrabáramos con cualquier le haríamos cosas que jamás le habríamos hecho a nuestros maridos por más que él nos lo hubiera pedido y parece que llevaba razón el cabrón), estaba deseando que nuestro amigo se fuera para poder follar con Manolo o hacerme una paja y así correrme, que lo estaba deseando.

Esa noche follé con mi marido pensando en Mario y en su caliente polla y le dije a Manolo que veía a su amigo muy salido y mientras me follaba, aprovechando el momento le dije si me dejaba que le hiciera una paja, por lo menos, para que el pobre se calmara, me dijo que eso era ya pasarse, que una cosa era calentarlo y otra muy distinta era cogérsela y meneársela, que eso no le gustaba, pero a medida que me follaba, le decía por favor, déjame que lo alivie y entonces empezó a decirme que la idea de que le hiciese la paja lo estaba empezando a poner más cachondo, y yo le dije pues dime que sí, yo le notaba el nabo cada vez más duro, a medida que le iba hablando del tema y a él más caliente y me follaba con más fuerza, hasta que me dijo venga sí, y yo le dije venga sí qué, dímelo completo y dijo sí, hazle una paja a mi amigo, ¿cuándo se la hago?, cuando tú quieras, pero contigo me da corte, pues yo me voy, ¿me vas a dejar sólo con el para que se la menee tranquila?, si, ¿cuándo?, cuando quieras, ¿le vas a decir que venga mañana?, si y diciendo esto se corrió como hace tiempo que no lo veía correrse, se vació entero, yo no sabía que tenía un cabrón, en potencia, en casa.

No le dije que la paja ya se la había hecho, que mañana le haría la segunda. Después ya más tranquila y mientras me fumaba un cigarro, le dije si seguía en pie lo hablado o sólo era el calentón del momento, me dijo ¿tú, de verdad quieres hacérsela?, si a ti no te importa lo podría aliviar un poco y mientras se lo decía vi. que su polla se empezaba a poner dura y señalándosela le dije, a ti parece que también te gusta la idea.

Al día siguiente estaba deseando que llegara nuestro amigo y lo hizo a la hora del cafelito, yo estaba deseosa y morbosa por la situación que se había creado, me tuve que poner una compresa porque el coño lo tenía chorreando desde el mediodía, al rato llamó mi vecino a la puerta porque quería que Manolo le ayudara a colocar la parabólica que se le había caído, mi marido me cogió aparte y me dijo aprovecha, ahora podrás hacerle la paja tranquila,  no me llevo la llave de casa para que tengas más intimidad, yo le puse la mano en la bragueta como agradecimiento y se la noté dura y le dije, cabrón tu también estás cachondo, te ha gustado la idea de que coja otra polla ¿no?, después te haré a ti otra, mientras te lo cuento.. .

Desde mi salón, tras las cortinas, podía ver y oír a Manolo que estaba en el balcón del vecino con la antena. Me acerqué a nuestro amigo y lo besé en la boca, le dije que tenía permiso de su amigo para hacerle una pajita, se le puso los ojos como platos, si, anoche lo estuve hablando con Manolo y me ha dado permiso para que te la menee, al principio a Manolo no le parecía bien pero a medida que lo iba pensando le iba gustando la idea y hasta se puso cachondo cuando me dio permiso, Mario no salía de su asombro, no podía creer lo que le estaba diciendo, pero, ¿de verdad lo habéis hablado y te ha dado permiso? ¿ y se ha puesto cachondo al pensar que me harías una paja?, no me lo puedo creer,  yo le dije que Manolo me había dicho en varias ocasiones lo salido que estabas y que decidimos que me mostraría para ti, para ponerte cachondo, y  así calentarnos también nosotros, pero lo que yo no esperaba era que te abalanzaría a mi en la cocina y cuando sentí tu polla en mi culo ya no veía el momento de tenerla en mis manos, así que aquí estamos Manolo consiente, nos ha dejado solos, ahora, si tu no quieres lo dejamos, él, por respuestas se bajó los pantalones y me mostró completa, los mejores huevos y la mejor polla que había visto, la verdad que era la segunda que veía así tan de cerca, se la cogí y se la empecé a menear mientras veíamos a mi marido, a través de las cortina, liado con la antena, me dijo que fuera despacio que ésta la quería disfrutar, yo empecé a subir y bajarle la piel y su capullo se mostraba completo, qué buena polla tenía y estaba en mi mano, con consentimiento de mi marido, si miraba para un lado veía esa polla y si miraba para el otro veía a Manolo, eso me daba mucho morbo y hacía que cada vez estuviera más caliente, como nunca en mi vida había estado, entonces Mario me dijo, Miriam métetela en la boca, a mi marido le gustaba mucho que se la chupara, pero yo se la chupaba muy de tarde en tarde porque a mi no me gustaba, pero la forma de pedírmelo Mario y el morbo, hizo que me arrodillara, la descapullara y empezara a darle besitos por toda su caliente cabeza, le cogí los huevos que los tenía muy duros y ardiendo,  me pasé su capullo por toda la cara dejándome los labios y la cara  impregnados de su líquido, todo eso me estaba volviendo loca de deseo parecía que no era yo, en  eso sonó el timbre de la puerta, miré al balcón y vi. que mi marido no estaba allí, me puse de pie corriendo, Mario se fue al cuarto de baño, con los pantalones bajados y yo fui a abrir, era Manolo que venía a por el taladro y un destornillador, al entrar me besó en la cara  y me dijo, tienes saliva en los labios, entonces me acordé y me pasé la mano para limpiarlos, ¿saliva?, si hubiera sabido que acababa de besar una cara que hacía medio minuto había estado rozándose con el cabezón de la polla de su amigo…

Al salir me preguntó por nuestro amigo y le dije que estaba en el servicio, me dijo ¿qué, te has atrevido? Y le contesté estamos en ello, y le dije que no volviera hasta que yo  lo llamara por el balcón.

Fui al cuarto de baño y allí estaba mi macho con la polla morcillona, aún así la tenía grande, y le dije aquí está la que la va a poner otra vez dura, me dijo que la situación le incomodaba que no quería tener problemas con Manolo y que le daba corte hasta volver a mirarlo a la cara, diciéndole yo que no se preocupara que tenía permiso y que no habría ningún problema y sobre todo que merecía la pena, le dije, si supiera Manolo que me acaba de dar un beso con sabor a nabo, ¿no me digas que te ha dado un beso?, Sí, y con tu cardito en los labio (su polla se empezó a levanta), ves como a ti también te pone cachondo esta situación, vamos al salón que desde allí controlo a mi marido. De vuelta en el salón, lo senté en el sofá, me senté a su lado y continué con el sube y baja, mientras él miraba hacia el balón y movía la cabeza,  diciendo, qué no estaba cómodo y le dije, mientras se la descapullaba y se la apretaba con fuerza,  tu no estás cómodo, pero esta polla yo no la suelto hasta que te corras, me baje  un tirante  y me saqué una teta y le dije, mira aquí y déjate de tonterías, me bajó el otro tirante y me cogió una teta con cada mano, que gustazo sentir sus dedos acariciándome los pezones., los tenía durísimos, cabrón que bien acariciaba, le volví a mirar la polla y, no sé por qué, me entró unas ganas locas de tenerla en la boca, me agaché y le empecé a pasar la lengua por el capullo y  por su agujerito, le lamí toda la polla de arriba abajo, hasta los huevos, y por fin me la metí en la boca, parece mentira, pero era la primera vez que estaba disfrutando mamando un carajo, me llegaba hasta la campanilla, entonces Mario me dijo, Miriam, para, para, que cómo sigas, me corro, yo no quería que se corriera tan pronto, quería alargar al máximo ese momento que me estaba volviendo loca,  me senté, tenía las tetas y el coño ardiendo, la compresa estaba empapada y yo la notaba, me fui al cuarto de baño y me quité compresa y bragas, no lo quería reconocer, pero creo que iba a cometer una locura.

Hacía tiempo que Manolo no me dejaba tan satisfecha como a mí me gustaba, la monotonía del matrimonio y eso estaba aumentando mi calentón, pero os juro que yo no quería pasar de lo pactado con mi marido, porque  hacer otra cosa sería engañarlo y eso no lo quería, demasiado era que se la había chupado  y de eso no habíamos hablado. Nada, me estaba entrando una sensación de culpa cuando iba por el pasillo hacia el salón y le dije, Mario venga, te termino la paja y lo dejamos, la verdad es que, no sé por qué, se me había cortado el rollo, y como tampoco soy una calientapollas, no era plan de dejar a nuestro amigo así, tenía ganas de terminar con aquella locura que habíamos empezado tan tontamente y el pobre me contestó, cómo quieras. Así que allí estaba yo, sintiéndome culpable, decidida a terminar esa paja de una vez, sin bragas, con el vestido bajado hasta la cintura, con estas tetas que todos conocéis al aire y con nuestro amigo sentado, mirándomelas, con una polla que apuntaba al techo.

Me senté a su lado se la volví a coger y empecé mecánicamente a meneársela, con la única idea en mi mente de terminar cuanto antes y si te he visto, no me acuerdo, pero al sentir su calor en mi mano y, otra vez, esa visión de su capullo durísimo ocultándose y saliendo con los movimientos de mi mano, mi culpabilidad empezaba a quitarse, empujada por mi coño que volvía a calentarse al ritmo de la paja, cuanto más rápido se la meneaba, más me calentaba, joder, joder, me estaba volviendo el calentón; miré a Manolo, a través de las cortinas, el pobre seguía con lo suyo, miré a esa pedazo de polla y, sin pensarlo, me levanté, fui a nuestro dormitorio y volví con un condón en la mano, Mario se había levantado y estaba en mitad del salón extrañado, se lo di, y le dije, si tu amigo quiere que le ponga los cuernos, se lo vamos a poner, pero bien de verdad, y diciendo esto me subí el vestido, enseñándole mi  moreno coño por primera vez, me tendí en el sofá, me abrí de piernas, abrí los brazos y le dije, ponte ese condón y follamé.