Amigo en las buenas y en las malas
*Lo que Rigo hizo por mi matrimonio no tiene precio.
Por cuestiones de trabajo tuve que ausentarme durante varios meses de mi hogar. Les comento que vivo en una hermosa ciudad al sur de Veracruz, México, donde se quedó muy triste mi preciosa mujer que a sus cuarenta años es un monumento a la belleza, con interesantes curvas, boca apetecible y un culo rico.
Para irme más tranquilo a esa gira de trabajo por varias provincias y al que no me podía negar porque significaba un aumento salarial, le pedí de favor a mi amigo Rigoberto que estuviera al pendiente de mi mujer, que por favor la apapachara para ayudarla un poco a llevar esa inmensa soledad que tendría que vivir durante mucho tiempo.
También le pedí que cuando tuviera tiempo la invitara al teatro, al cine, a comer o a cenar, que se divirtiera para que esa soledad fuera menos pesada y con menos tristeza y para ello le giraría dinero a él para solventar esos gastos.
Cuando a mi esposa le comenté que por cualquier imprevisto que surgiera se comunicara inmediatamente con Rigoberto, vi un brillo en sus ojos en los que pude leer claramente “todo”. He de comentarles que en algunas ocasiones habíamos fantaseado que Rigo, como mi mujer le decía de cariño, de pronto entraba a la casa y nos encontraba haciendo el amor y que se incorporaba a nuestros placeres.
Siempre había quedado en simple fantasía y cuando le había propuesto a mi mujer que lo invitáramos un día a cenar a la casa y aprovecháramos para hacer realidad nuestra fantasía, ella no había querido porque primero deseaba bajar unos kilitos demás y tampoco quería dar ese paso, porque a pesar de estar un poco gordita estaba bien apetecible.
Antes de irme fuimos de compras y al pasar por una tienda le sugerí que le compraría algunos consoladores para que en mi ausencia tuviera con qué calmar un poco la necesidad de sexo, pero la muy guarra me preguntó a boca de jarro ¿Y Rigo, no estará para complacerme en todo?
Después de las compras en las que incluyó unas tangas muy sugestivas, nos fuimos a casa y durante el camino casi no hablamos, yo iba casi en shock, mientras que ella cada vez tenía en sus ojos un brillo que me dejaba sin respiración.
Llegó el día de mi partida, mi esposa y Rigo me fueron a dejar al aeropuerto, porque además tendrían que regresar mi auto para que no quedara varado tanto tiempo en ese lugar. Nos comunicábamos casi a diario por teléfono, pero lo hacíamos más por el internet.
Hasta que una noche sucedió lo que me imaginaba y que con solo pensarlo me ponía a mil. Lucrecia, mi esposa, me dijo que ya no aguantaba más esa soledad, pero principalmente esa sed de sexo, que ya estaba harta de esos juguetes inanimados y de tener que estarse masturbando, que ella necesitaba algo natural, algo palpitante, que le llenara su rajita de leche calientita, su boca estaba urgida de sentir líquido preseminal, de lechita espesa, de tener orgasmos, de sentir una boca y una lengua en su rajita recién depilada.
¡¡Aunque me estoy muriendo por sentir una polla, necesito tu aprobación, no puedo hacerlo si tu no me das tu permiso, no puedo tomar una decisión sin que tu estés enterado!!, me dijo casi al borde de la histeria y la desesperación. Por favor compréndeme, también yo te doy permiso que te desahogues con alguna chica que conozcas, con alguna clienta o con quien tú quieras, porque te conozco y sé que también ya debes estar harto de tener que estarte masturbando todos los días.
Y qué piensas hacer, le pregunté. Por favor, respóndeme, insistió, me das tu permiso, ya no aguanto, estoy al borde de la locura. La amo tanto y estaba dispuesto a compartirla, pero me habría gustado estar presente para verla disfrutar y desde luego también poder participar para comerme ese manjar.
Te doy permiso, con la única condición de que grabes todo para que a mi regreso pueda ver lo que sucedió, porque me habría gustado estar presente. Te amoooooooooo, me respondió, pondré el webcam para que veas todo en vivo, me aseguró.
Casi al anochecer recibí un mensaje en mi móvil, donde me indicaba que a las 19:00 horas llegaría Rigo a casa y que le habría preparado una rica cena, además nuestra recámara y el jacuzzi habían sido adornados con pétalos de rosas, y alrededor de la alberca había colocado muchas velas. Efectivamente antes de la hora indicada me pidió que encendiera la laptop porque me haría un paneo de imágenes para que viera cómo sería recibido Rigo: como todo un rey.
Lu, como le digo de cariño, es ingeniero en sistemas computacionales y por tanto ella misma colocó diversas cámaras en la recámara, jacuzzi, alberca, estudio, sala, para que no me perdiera ningún detalle, además me enseñó ropa interior, cremas y todo lo que podría necesitar.
Y Rigoberto, crees que va a aceptar, le pregunté. Y ella me respondió: Tú me conoces, logro lo que me propongo, pero además sabes que Rigo con la mirada me quiere desnudar. Entonces manos a la obra.
Efectivamente a las 19:00 horas, Rigo, como ahora le digo de cariño y por haber salvado a mi esposa de la histeria, llegó con ropa sport y con una botella de vino, así como un ramo de rosas rojas. Durante la cena que se veía bastante opípara, consumieron tres botellas de vino, lo que los puso bastante alegres, además durante una de las melodías que bailaban bastante románticos, mi mujer derramó el vino sobre su pecho, ahí empezó todo, era parte de su plan.
Muy solicito mi amigo le pasó una servilleta y ella que no soltaba su copa, le dijo que el vino estaba bastante frío y que se quitaría la blusa y acto seguid se la despojó delante de él que no daba crédito a lo que veía, ya que los pezones amenazaban con romper la delgada tela de encaje del brassier. Estaban tan cerca que empezaron a besarse y se metían mano por todos lados.
Empezaron a desnudarse, pero ella como desesperada le bajó el cierre, le abrió el bóxer y frente a ella salió una enorme tranca que casi le golpea el rostro. Si mediar palabra se lo introdujo en la boca y le gimió que por favor terminara en su boca, tenía hambre de semen, quería sentir en su garganta algo caliente, él le dijo que no que esperara, pero ella le insistió que por favor, tenía meses que no sabía que era tener un falo que le penetrara la boca y que además se la rociara con ese líquido tan preciado.
Posteriormente se fueron a la cama donde é le dio una cogida fenomenal y ella lo disfrutaba tanto que gritaba como una loca por el placer que sentía. Lo hicieron en nuestra cama que estaba adornada con pétalos de rosa, en el jacuzzi, en la alberca y terminaron en la sala, donde ella se prendió siempre de ese enorme falo cual náufrago se agarra de una tabla de salvación, mientras que yo no paraba de masturbarme y venirme para calmar mi abstinencia que finalmente rompí al ir a un bar con unos compañeros de trabajo donde conocí a una morena.
Mi esposa siguió disfrutando durante dos meses más con mi amigo Rigo, que a mi regresó me dijo que se sentía culpable por lo que había sucedido, a lo que le dije ¡Ánimo, amigo!, no te preocupes, lo que tú hiciste por mi mujer y por mi matrimonio, no tiene precio, tú si eres un amigo de verdad y para agradecerte, haremos un trío al que podrías invitar a tu esposa, pero eso se los contaré en otro relato.
Sigo siendo un hombre muy feliz y de vez en cuando Rigo viene a casa a cumplir algunos caprichos a mi mujer, en los que participó y en otras soy un espectador. El consejo que les doy es que no se coarten de ser felices.