Amigas por separado

De vez en cuando la imaginación vuela y entonces dejamos salir a flote nuestras fantasías.

AMIGAS POR SEPARADO, PERO DE TEMPERAMENTO IDÉNTICO (fantasía erótica)

Ellas no se conocían, nunca imaginaron que podrían llegar a conocerse aun cuando él le había hablado a cada una de la otra.

Ambas jóvenes y bellas, ambas habían salido en alguna oportunidad con él, las dos eran de temperamento muy ardiente y sobre todo, lo más interesante, compartían sin saberlo una misma fantasía: hacer el amor con otra mujer, y él, que lo sabía, se había propuesto complacerlas a las dos.

María, veintiocho años, piel canela, ojos oscuros, de boca ancha adornada por un par de labios carnosos que enmarcan una dentadura perfecta, un cuerpo de formas voluptuosas, un par de senos que igual eran perfectos para el placer o para amamantar, ni que hablar de su trasero que posee un magnetismo animal; toda una maja, como dicen en España, y que maja!, Goya hubiera desechado a su modelo de haberla conocido a ella.

Windri con veintiún años, era la expresión viva de la sensualidad y el deseo que inspiran las jovencitas en los hombres de cierta edad; mas baja de estatura que María, piel canela igual que ella, un rostro precioso que siempre estaba adornado por una sonrisa casi infantil, lo que la hacía más deseable, de cuerpo muy esbelto y senos menudos coronados por dos botoncitos muy sensibles al tacto.

La primera vez que se los propuso, por separado a cada una, rechazaron la idea, pero él estaba seguro que mas temprano que tarde, ellas sentirían la necesidad de vivir esa experiencia; él conocía la naturaleza humana, que hombre o mujer no ha fantaseado alguna vez con vivir algo así?; que la mayoría lo niegue por hipocresía, no significa que no lo hayan pensado por lo menos una vez en sus vidas; que otros se atrevan a vivir el momento no los hace ni buenos ni malos, pero si más sinceros y algo más audaces que el común de las personas.

No obstante lo anterior, había algunas diferencias entre ellas. María nunca supuso ser una mujer tan intensa como se descubrió posteriormente, luego de haber estado en la intimidad con él; Windri estaba aprendiendo a ser mujer y le gustaba lo que hasta entonces había aprendido en manos de aquel hombre que la había enseñado a disfrutar el sexo sin inhibiciones ni tabúes de ningún tipo. Casi simultáneamente habían descubierto placeres nuevos y muy intensos, pero algo faltaba en medio de tanto placer.

Al principio era solo una sensación vaga, pero poco a poco fueron tomando conciencia de que se trataba aquello que las dos ansiaban pero, que hasta ese momento no habían podido definir con exactitud; tenían que vivirlo, debían experimentar ese momento tan deseado.

En oportunidad del cumpleaños de Windri, José le había prometido un regalo muy especial; previamente había hablado con María hasta que ella misma se descubrió un día diciendo que deseaba llevar a cabo su ansiada fantasía de hacer el amor con otra mujer, pero no quería que fuese alguna conocida y tampoco se atrevía a contratar alguna de las muchas que se ofrecían en los avisos clasificados…; "Solo contigo me atrevería a hacerlo, sé que la mujer que me presentes será tan limpia y sana como yo, de otra forma no podría…"; José lo prometió por la amistad que los unía…; "No solo es tan limpia y sana como tú, es que además es igual de bella y ardiente, están hechas la una para la otra…"

Windri y José entraron a la suite que él había reservado para ese día tan especial y luego de un intenso escarceo durante el cual la excitación se apoderó de aquellos apasionados cuerpos y ella de alguna forma extrañaba el hecho de nos estar totalmente desnuda a esas alturas, José la alejó suavemente de su abrazo y le pidió que se sentara en la mesa del comedor…; "Espérame unos segundos, quiero traerte tu regalo de cumpleaños, aunque de antemano te advierto que es un regalo compartido…"; ella lo miró inquisitivamente y el terminó de hablar…; "eres tan digna de este regalo como el regalo mismo es digno de ti, espero que lo disfrutes…"

Windri quedó de espaldas a la puerta que comunicaba ambas habitaciones mientras José abrió el pasaje interno y tomando de la mano a María, la atrajo hacia su cuerpo apoderándose de aquella boca que tanto placer le había brindado antes; por un segundo olvidó a Windri, por un segundo estuvo apunto de cerrar la puerta y disfrutar a plenitud de aquella hembra ardiente, lo volvía loco tan solo al recordarla, tenerla cerca y no arrancarle la ropa para devorarla en todos los sentidos, era una tortura, pero recordó que ese día no le pertenecía, ese momento era de ellas, él solo sería un espectador si ellas se lo permitían, participaría solamente si ellas decidían invitarlo, de lo contrario las dejaría solas

"Windri, ella es María, tu regalo; M. (como solía decirle), esta es tu fantasía, las dejo solas para que se conozcan…"; "Quédate por favor!, no sabemos ni siquiera que sucederá entre nosotras…", dijeron casi al unísono. José descorchó la botella de champaña que había estado enfriándose en la cubitera, sirvió tres copas y brindaron…; "Por la cumpleañera!", dijo María…; "Por mi regalo que no podía ser mas bello!", dijo Windri…; "Por las fantasías compartidas!", acuñó José y concluyó…; "esta también ha sido una fantasía para mí y creo que hoy la haremos realidad…"

Charlaron durante algún rato sobre cualquier tema, en un determinado momento, José se levantó de la mesa con la excusa de usar el baño y las dejó solas. Había mucha empatía entre ambas mujeres, aunque también había cierta tensión, no por competencia pues ambas se sabían bellas, pero no lograban romper la barrera del temor a las reacciones. De repente María, más madura y audaz se lanzó literalmente sobre Windri buscando sus labios mientras con una mano la sujetaba por la cintura y la otra la mantenía detrás de su cuello afianzando su cara para saborear aquellos deliciosos labios al tiempo que le ofrecía los suyos.

Al principio fue la sorpresa por parte de Windri, pero una vez que sintió aquella fogosidad, la impetuosidad de aquel beso, simplemente reaccionó de acuerdo a su naturaleza ardiente y le ofreció su lengua presentándole batalla al tiempo que sus manos comenzaron a palpar aquel exuberante cuerpo por encima de la ropa; el estremecimiento de ambas fue simultáneo, la sensación por primera vez experimentada de saborear unos labios de su mismo sexo, de las caricias que solo unas manos de mujer pueden prodigar, el tacto de una piel femenina tan distinta a la del hombre fue una experiencia insuperable.

Fue un encuentro rápido, arrollador, tal vez por la excitación del momento y las circunstancias, ambas lograron un orgasmo sin haberse desnudado totalmente; era tal el temperamento ardiente de aquellas dos mujeres, que el simple roce de sus cuerpos, los besos y la cantidad de caricias que se prodigaron, que todavía conservaban sus pantalones puestos cuando se vieron sorprendidas por un orgasmo simultáneo que las dejó aturdidas, casi sin sentido.

José había permanecido sentado en silencio permitiendo que ellas se disfrutaran al máximo, pero obviamente su excitación había alcanzado niveles incalculables; no obstante su ropa estaba intacta, la presión de su erección contra el pantalón era al mismo tiempo dolorosa y muy placentera.

De pronto como que tomaron conciencia de su presencia y las dos lo miraron sonrientes; "Acércate!", dijo María mientras Windri sonreía con la picardía que la caracterizaba; se levantó despacio y caminó hasta el borde de la cama, tenía cara de póker, sin expresión alguna que denotara su estado de excitación, pasó un dedo sobre los labios de María, apenas un roce, mientras con la otra mano pellizcaba levemente uno de los menudos pezones de windri; "Ya que lo gozaron tanto, terminen de desvestirse entre ambas…", les dijo; se miraron con complicidad y terminaron de sacarse la ropa la una a la otra; luego, como si de un libreto ensayado se tratara, las dos en silencio lo tomaron por las manos y lo hicieron recostar en la cama haciendo ellas otro tanto a cada lado del cuerpo que antes habían disfrutado por separado.

José atrajo a Windri y cubrió su boca con un beso llenando con su lengua la menuda cavidad oral de la jovencita; María observaba la escena y sentía una gran excitación que la llenaba desde el dedo más pequeño de su pie hasta la punta de sus cabellos, pero simultáneamente, una cierta dosis de celos la invadió al ver la preferencia de José por la jovencita, esa sensación duró apenas unos segundos porque casi de inmediato José la atrajo con una mano y dejando la boca de Windri, le susurró a María al oído: "Tranquila, primero la agasajada, tú sabes que te prefiero por encima de cualquier otra…"; María sonrió complacida y José juntó las tres bocas para intercambiar lenguas, salivas, sabores y sensaciones.

"Hacer el amor con una mujer es lo más audaz que he hecho en mi vida", dijo María y Windri la secundó en su comentario, José las miró a ambas y sentenció con una frialdad calculada: "Ustedes no han hecho el amor todavía…"; ambas cruzaron miradas interrogantes para luego mirarlo a él con asombro y curiosidad…; "es la verdad, no me miren como bicho raro, ustedes lograron un orgasmo que fue más producto de la emoción del momento que de haber hecho el amor, pero eso lo resolvemos enseguida", les dijo en tono de calma.

De pronto las dos mujeres se abalanzaron sobre José y comenzaron a despojarlo de la ropa como si quisieran rompérsela encima, era una situación muy divertida pero mucho mas excitante; cuando lo tuvieron solo con el bóxer puesto, comenzaron a cubrirlo de besos y caricias desde la cabeza hasta los pies, se besaron los tres nuevamente mientras seis manos exploraban indistintamente el cuerpo que encontraban en aquel ciego recorrido, pero ellas no querían sus caricias, lo querían a su merced, así que de pronto sujetaron sus manos y él entendió el mensaje, se quedó inmóvil mientras ellas empezaron su recorrido por aquel cuerpo maduro, lleno de vellos en el cual se notaba una tremenda erección bajo la tela del bóxer, fueron recorriendo con sus lenguas cada milímetro desde la boca hasta sus pezones y los mordieron y lamieron hasta el cansancio para luego descender con una lentitud casi cruel, por el abdomen de José que hacía esfuerzos sobrehumanos para no convulsionar de tanto placer, pero entendiendo el juego, permaneció sumiso a aquella deliciosa tortura aún cuando deseaba meterle manos a diestra y a siniestra a aquel par de fieras que él mismo había desatado dentro de una misma jaula.

Llegaron hasta sus pies y lamieron sus plantas, mordieron los bordes y chuparon cada uno de sus dedos introduciendo sus lenguas en los espacios interdigitales como tantas veces había hecho él con ellas; hicieron el camino de regreso hasta que llegaron al exacerbado apéndice y lo acariciaron por encima de la tela de la prenda íntima que lo cubría; cuando liberaron su verga, tiesa como el mármol a esas alturas, comenzaron a recorrerla con sus lenguas desde las bolas hasta el hinchado glande, una y otra vez hicieron aquel recorrido mirándose con picardía, manteniendo una de sus manos entrelazadas mientras la otra se encargaba de prodigar caricias sobre el cuerpo de la "víctima", llegando incluso hasta el ano e introduciendo alternadamente sus lenguas en aquel orificio haciendo que José arqueara su espalda presa de intensos escalofríos y estremecimientos que le provocaban aquel dúo de Diosas a quienes solo tocaba enredando sus dedos en sendas cabelleras, de pronto no aguantó más aquel tratamiento y en el momento que ambas subían por enésima vez hasta su glande, hizo presión en ambas cabezas y las guió hasta que las dos bocas se encontraron de nuevo y después de un leve roce y un segundo de duda, se enfrascaron en un beso apasionado y profundo.

Cuando aquellos dos cuerpos se fundieron en una cruenta pero deliciosa batalla, José consideró oportuno tomar alguna iniciativa, así que aprovechando que Windri y María se habían enfrascado en un sesenta y nueve de antología, se encontró con la boca de María en el sexo de Windri y luego de entrelazar lenguas y lamer aquel clítoris que se ofrecía hinchado, se dispuso a penetrarla, María separó los labios íntimos de Windri y le ofreció la rosada vagina a la verga de José como quien ofrece una pieza para el sacrificio; José optó primero por la boca de María para después de unos segundos de recibir aquella húmeda y tibia caricia, irrumpir impetuoso hasta el fondo de aquella juvenil hendidura.

Windri estaba extasiada chupando el clítoris de María cuando se sintió invadida por aquella rigidez, entonces su chupada se hizo beso intenso y María, que miraba hipnotizada el recorrido de aquella verga por la herida de Windri, sintió la intensidad de la caricia e, incorporándose hasta alcanzar la boca de José, la buscó ansiosa para besarse con aquel hombre y estalló en un orgasmo que duró una eternidad; su sexo casi asfixia a Windri mientras con lengua, labios y manos le transmitía a José lo intenso de las sensaciones que estaba experimentando en ese instante.

Ambas disfrutaron de orgasmos similares pues posterior al orgasmo de María, intercambiaron posiciones y entonces fue Windri la que acabó sobre el rostro de la otra mientras José la penetraba a placer.

José las dejó solas y fue a sentarse en una de las mullidas butacas que había en la habitación; no había alcanzado un orgasmo, por lo cual su erección permanecía desafiante, pero prefirió dejarlas para que se gozaran de nuevo, para que hicieran el amor entre ellas.

Las dos se provocaron sendos orgasmos con dedos y lenguas, recíprocamente entregaron sus vulvas al roce mutuo entrelazando sus piernas mientras amasaban sus tetas y sus bocas se rendían culto en apasionados besos; cada una sintió el placer de sentir una lengua de mujer lamiendo y penetrando sus deliciosos y casi vírgenes orificios anales antes de ser invadidas por la enhiesta lanza de su compañero de aventura que fue reinvitado para tal fin; ninguna de ellas había experimentado un orgasmo anal hasta ese día y, cuando lo lograron, sus gritos fueron más allá de lo acostumbrado, la inmensa cuota de placer que recibieron las hicieron coincidir que era muy superior a cualquier orgasmo que hubieran logrado hasta entonces.

Posterior a ese encuentro y hablando por separado con cada una, José pudo enterarse de cómo había sido percibida aquella experiencia por las protagonistas:

En palabras de Windri: "Sus besos me saben a miel!, me encantaría volver a acabar de esa forma, pero siempre que tú estés presente", mientras que según María: "Ha sido una experiencia demasiado excitante!, no sé si lo repetiría, pero ahora siento que sacié una curiosidad que tuve siempre, lo que si tengo claro, es que un hombre siempre es preferible, a menos, claro, que quiera sentir algo diferente como eso, pero por ahora me quedo de este lado de la calle…"