Amiga… ¿me prestas a tu novio?

Una chica recurre al novio de su amiga para que le acompañe a una boda con consecuencias imprevistas

AMIGA… ¿ME PRESTAS A TU NOVIO?

-¿Cómo dices?

Ninguno de los dos salíamos de nuestro asombro, lo soltó así, sin más, sin avisar. Yo notaba cómo mi café se quedaba helado en una décima de segundo,  o más bien podría ser yo quien se quedaba frío con la naturalidad con la que había soltado la pregunta.

-Que necesito que me prestes a tu novio un fin de semana.

Laura, mi novia, tenía los ojos como platos. Su amiga Sonia había venido a casa a tomar café y a hablarnos de que una prima suya se casaba, que necesitaba un favor. Lo que no me imaginaba es que ese favor tuviera brazos y piernas y fuese yo mismo.

-A ver, que yo me entere, quieres que te preste a Javi un fin de semana para llevártelo a una boda en tu pueblo porque no tienes acompañante. Sabes que también puedes ir sola. ¿No? Además, mucha gente pilla en las bodas.

-Sé que es una burrada, a ver, estoy hasta el higo de que en todas las reuniones familiares me pregunten si me voy a echar novio, así que cuando me dijeron que si iba a llevar uno… no sé,  dije que si sin pensar, y claro… se me acaba el tiempo y he metido la pata hasta el fondo.

-Yo podré opinar.

Dije yo con suavidad, intentando entender qué estaba pasando a mi alrededor.

-Tu cállate que estamos hablando.

Me dijo Laura sin aún haber procesado toda la información

-Te explico, vamos a la boda. Bueno mi familia es un poco tradicional, así que sin estar casados, ni siquiera iremos a la misma habitación, tonterías con mi familia, ceremonia, banquete, baile, fiesta y listo. Sólo te pido que me lo prestes para ir de fiesta, nada más.

-Esto es una locura.

-Mi familia es muy pesada con lo del arroz que se pasa.

Ya me cansé e intervine yo.

-Qué arroz, si tienes 32 años. Tienes tiempo para todo.

-Ya, pero ellos saben que nunca he tenido una relación seria.

-¿Nunca?

-Que va, siempre me centré en estudiar, buscar un curro y tal, me mudé aquí a la capital en cuanto conseguí despegar y no, nada, tengo otras prioridades.

La miré, sí que era un poco patito feo, siempre con su coleta y sus gafas, siempre llevaba ropa un par de tallas más grandes a la que le vendría bien, era delgadita, pero yo nunca me había fijado en ella porque sencillamente, no sabía ni si estaba buena, y si para mí pasaba desapercibida, para el resto del planeta también, obviamente lo de las prioridades era verdad, la pregunta era si alguna vez habría estado con alguien.

-Está bien, que te acompañe.

Me quedé de piedra.

Sonia se levantó del sofá sonriendo y abrazó a Laura con felicidad. Se la veía aliviada, puesto que realmente mi novia le había sacado de un apuro.

Me había traspasado como un trozo de carne sin preguntarme qué opinaba yo. A ver, fiesta y tal me parecía bien, pero una cosa era eso y otra ir a una movida familiar ajena de ese calibre sin más.

Acordamos que pasaría a buscarla al día siguiente antes del amanecer, puesto que nos esperaban cuatro horas de coche. Menos mal que el viernes no trabajaba, saldríamos el viernes y estaríamos de vuelta el domingo por la tarde noche.

Cuando Sonia se fue le comenté a Laura mis inquietudes.

-Ya sé que no te he dejado decir ni mu, pero es que sé cómo eres, que finalmente le vas a decir que si, solo por ayudar.

-¿Y qué coño acabas de hacer tu?

-Bueno sí, tienes razón, perdona.

Pasé la tarde preparando una pequeña maleta con lo necesario, algo de ropa y el traje que siempre usaba para las bodas, lo bueno de ser tío es que con un traje te arreglas siempre, cambias la camisa y listo.

Me afeité y me dejé todo lo mejor preparado posible para no tener problemas, puesto que encima había que madrugar.

Esa noche dormí fatal, no me hacía gracia el plan, no soy una persona que se relacione muy bien con la familia de una pareja, y más con una pareja falsa, no sé ni cuando nos conocimos, ni donde, ni cuando, ni sus gustos… ese plan hacía aguas por todas partes.

A la mañana siguiente me levanté, me di una ducha rápida y me senté a tomar un café,  a ver si se me quitaba la tontería de encima. Laura se sentó con otra taza humeante delante de mi.

-¿Qué te pasa?

-Nada.

-Dime.

-Nada, que no me parece muy normal que me metas en este lío sin tener en cuenta mi opinión. Me has prestado como si fuera un libro, no sé que te pasa en la puta cabeza.

-No seas exagerado. No quiero discutir.

-Exagerado… o sea, hago de puto sin cobrar y a ti te parece bien.

-Estamos haciendo un favor, no seas dramático. Te viene bien despejarte, porque vaya humor.

-Tu no eres quien se va al quinto coño a mentir a un grupo de desconocidos un fin de semana.

El resto del desayuno fue en silencio, Laura no quería entenderme a mí, se había subido al burro de que solo ella tenía razón y no iba a bajarse.

Cogí mis cosas, la maleta, y arranqué en dirección a casa de Sonia. Cuando llegué ya estaba en el portal esperándome. Aún ni había amanecido. La ayudé a meter la maleta en el coche, lo cual agradeció y pusimos rumbo al norte. Íbamos hacia un pequeño pueblo de Asturias, donde ella nació. El viaje transcurría con tranquilidad. Puse algo de música a un volumen suave porque Sonia se estaba durmiendo.

-Eh, deja las gafas en la guantera o algo, que te las vas a clavar con tanto cabeceo, a ver si te vas a hacer daño.

-Gracias.

Finalmente sí que se durmió, la miré de reojo, sí que era una chica mona, estaba más guapa sin las gafas, podía ver su carita mejor así y la verdad es que tenía potencial el patito feo.

Paramos a desayunar en un área de servicio después de echar gasolina y aprovechamos para charlar.

-Te noto inquieto.

-Estoy bien.

-A mi me puedes contar qué te pasa, porque ayer Laura ni te dejó opinar. Vaya por delante que te agradezco que te metas en el marrón que te he metido.

Agradecí el detalle que ella tuvo de darse cuenta del lío en el que me habían metido, cosa que la persona con la que llevaba diez años no hubiera tenido presente.

-No pasa nada, te has metido en un problemilla y no me cuesta nada ayudarte. Pero no sé. Me sabe mal, vamos a mentir a toda tu familia.

-No te preocupes, de aquí a medio año les diré que hemos roto y listo.

-¿Cuánto llevamos juntos?

-Un año, ¿Te parece bien?

-Bien. A esas cosas me refiero, no podemos dar dos versiones diferentes porque la liamos, tu imagínate que cada uno decimos lo primero que se nos ocurre, va a parecer que vas con un chico de compañía más que otra cosa.

Sonia me miró un segundo, yo la miré, empezó a sonreír con suavidad y, sin darnos cuenta, estábamos los dos riéndonos a carcajadas.

Montamos en el coche y fuimos trazando el plan. Acordamos que si alguien preguntaba nos conocimos en un concierto y que habíamos empezado a salir el año anterior, todo lo demás lo iríamos puliendo. Pero ya teníamos una base.

Para el mediodía ya habíamos llegado al pueblo de Sonia, muy cerquita de Oviedo. Era un pueblo pequeño, de unos 500 habitantes, todo era verde y precioso. La familia de mi falsa novia era encantadora, nos ofrecieron comida y bebida nada más llegar. Conocí a sus padres y su hermana, nos preguntaron qué tal el viaje y esas cosas.

Al rato llegó su hermano, el que se casaba, era un chaval de 25 años, me observó de arriba abajo y me abrazó como si me conociera de toda la vida. El día iba transcurriendo con normalidad hasta que Sonia dijo que tenía que subir la maleta a su cuarto.

-Tu cuarto está en obras, tuvimos una gotera enorme y hubo que levantar el tejado, tu cuarto todavía no está terminado.

Los miré y, juro que se me escapó, nunca quise ser descortés con esa gente tan agradable.

-Cojonudo, ¿Y dónde dormiremos?

-Ya está solucionado. Os hemos cogido una habitación muy bonita en el hotel del pueblo,  sí ya sé que no es como estar en casa, pero no se nos ocurría otra cosa, pensábamos que estaría lista la habitación, pero ya sabes como son las cosas de palacio, hijo, pero no os preocupéis, está todo pagado y allí solo vais a dormir y eso, coméis y cenáis aquí en casa, con la familia.

-Es todo un detalle, no teníais que preocuparos tanto, que nosotros nos arreglamos con un par de sofás o algo.

Vi la expresión de pánico de Sonia en sus ojos, ella tampoco se lo esperaba, puse mi mano sobre la suya para tranquilizarla, algo se nos ocurriría. Los demás lo percibieron como un gesto cariñoso y sonrieron, aunque nosotros sabíamos que era más complicado.

Adela, la madre de Sonia respondió:

-No, hijo, solo faltaba que para una vez que podéis venir acabarais en el sofá, qué impresión te ibas a llevar de nosotros. Después de comer vais a verlo, os ponéis cómodos y echáis la siesta.

Comimos con tranquilidad, más o menos, Sonia apenas tocó el cordero, argumentó que no tenía hambre por el viaje, y su padre le dijo que para el día siguiente, en la boda más le valía tener algo más de hambre. Yo le dije que en cuanto durmiera unas horas en una cama, y no en el coche estaría como nueva, la mirada alarmada de Sonia se tornó en gratitud.

Después de comer fuimos al hotel, como nos indicaron los padres de Sonia, el pueblo era tan grande que tardamos cinco minutos a pie desde casa hasta el hotel. Era un hotel rural de dos plantas, a nosotros nos dieron una suite que ocupaba prácticamente la planta entera, tenía un recibidor con sofás, un jacuzzi y una cama enorme. Era una habitación hecha para follar por todos los rincones, y yo era quien se iba a quedar ahí sin más.

A parte del jacuzzi había un baño enorme con una ducha, la cual aproveché para utilizarla mientras Sonia deshacía la maleta.

Cuando le tocó su turno yo me acosté en el sofá. No se cuanto estaría Sonia en la ducha, pero yo dormí como un tronco. Cuando me desperté la vi acurrucada en un rincón de la enorme cama. Miré el reloj, eran las 6, habíamos quedado en una hora para ir a tomar algo con los primos. Me levanté y fui hacia la cama, ahí estaba con los ojos cerrados y el pelo sobre su cara. La verdad es que era preciosa, tenía unos pómulos marcados y una barbilla redondeada, sus labios eran finos, que no sé qué estaría soñando, pero sonreía. Me di cuenta de un pequeño detalle, estaba desnuda en la cama, no veía nada de su cuerpo puesto que estaba tapada. Aún así sentí una mezcla de curiosidad y vergüenza por querer retirar el edredón y mirar, finalmente mi lado coherente ganó la pugna y puse la mano sobre su hombro. Susurré, para no alarmarla

-Sonia, despierta, tenemos que vestirnos, que se hace tarde.

Ella se giró, dormida aún y se abrazó a mi antebrazo. Al darse la vuelta se bajó el edredón y vi sus pechos. Dos tetitas pequeñas y redondeadas con los pezones grandes y areolas pequeñas. Me zafé con suavidad y probé con acariciarle la cara. Abrió los ojos con suavidad y me miró.

-¿Qué hora es?

-Seis y cinco.

-Joder, hemos quedado a las 7. Gracias por despertarme, si no me quedo aquí hasta mañana.

Bajé la mirada al suelo, ella se percató y se tapó de nuevo, ruborizada. Se disculpó y yo me volví a la zona del sofá donde estaba mi maleta.

Nos vestimos a todo correr el uno de espaldas al otro, para preservar un poco de intimidad. Me vi tentado a girarme, pero mi parte racional me decía que no.

Mientras ella iba al baño a maquillarse y terminar de prepararse yo estuve hablando por teléfono con Laura, que vi que me había llamado mientras dormía. Le conté que estábamos bien, que ya habíamos comido y que habíamos dormido un rato. Para evitar problemas le dije que Sonia tenía razón, que nos habían alquilado dos habitaciones, mentí, pero sabía que si le contaba la verdad se lo iba a creer menos.

Cuando colgué, Sonia salió del baño en busca de una goma para el pelo. Su melena lisa morena caía sobre sus hombros.

-No te hagas coleta.

-¿Por qué?

-Estás preciosa así.

Noté que sus mejillas se enrojecían y agachaba la cabeza. Lo cierto es que nunca la había visto con el pelo suelto, pero por una cosa más que descubriera de ella no iba a pasar nada.

Ella aceptó el llevar el pelo suelto, pero me pidió un par de minutos para cepillarse mejor. Se volvió al baño, pero ni cerró la puerta, así podía oírla.

-¿Qué te parece mi familia? Siento si son muy pesados, a veces son muy intensos. Son gente de pueblo y eres la novedad, mis tíos y mis primos pueden ser muy pesados, te aviso.

-Pues hasta ahora me han parecido muy majos, al menos tus padres y tus hermanos, tu hermano me mira raro.

-Es el pequeño, pero adopta el papel de mayor. El cree que te follas a su hermanita, créeme, le caes bien, pero ese dato va por delante.

Ahí tenía razón, me descolocaba un poco que no me metía tanto en el papel y a veces se me olvidaba que se suponía que llevábamos un año juntos.

Salimos del hotel y nos dirigimos de nuevo para su casa, era mejor caminar por ahí sin las maletas. La cogí de la mano mientras caminábamos y ella me miró, entendió que teníamos que parecer auténticos, aún así volvió a sonrojarse y mirar al suelo.

-Actúa con naturalidad, no te ruborices cada vez que te coja de la mano, que mañana en la boda va a tocar más de una vez.

-Si, si, tienes razón. Pero es que nunca he salido con un chico.

-¿Nunca has estado con uno?¿Eres …?

-No. Estuve una vez con un tío, pero hace mucho, cuando estaba en la universidad. Fue por experimentar, pero más allá de eso no. Ninguno de los dos tenía ni idea y fue una experiencia de todo menos agradable. La verdad, me preocupaban más otras cosas que eso, así que así se quedaron las cosas.

-Vaya, lo siento.

-No te preocupes, ya tendré tiempo para esas cosas.

-Si quieres, cuando volvamos te puedo presentar algún amigo, son majos.

-Con que sean la mitad de buenas personas que tu me vale.

Bajé la cabeza y continuamos en silencio. Yo no me sentía ya tan bueno con ella después de querer mirar bajo el edredón y que no me podía quitar esas tetas de la cabeza. Eran esas cosas que debían hacerme sentir mal, pero lo único que deseaba era haber retirado el edredón y mirar del todo, no, no era tan buena persona.

Llegamos, allí estaban sus padres y sus hermanos, su madre y su hermana me dieron dos besos, su padre un abrazo y su hermano un apretón de manos demasiado fuerte para mi gusto y las circunstancias. Conocí a la novia del hermano, una chica gordita pero muy guapa de cara, me pareció que valía bastante más que Jorge, el hermano de Sonia.

Poco después apareció más gente, los tíos y primos de Sonia. Todos eran gente encantadora, muy cotillas, pero encantadores. Nos trasladamos todos a un jardín trasero de la casa, con una enorme mesa de madera y sillas alrededor obviamente me senté con Sonia a mi lado. Nos hicieron mil preguntas sobre cómo nos conocimos. Nos mirábamos de vez en cuando, era evidente que metíamos de cine. Yo contaba alguna batallita que me había pasado realmente con Laura, solo que le cambiaba el nombre, Sonia, de vez en cuando me acariciaba la mano, la agarraba o me acariciaba el hombro. La cosa iba bien, todos se creían que éramos pareja y las conversaciones se centraban ya en la boda.

La cháchara se iba alargando, cada vez las conversaciones eran más variopintas, en función del número de botellines de cerveza vacíos sobre la mesa. Sonia me miró a los ojos:

-Ahora vengo, que me meo mucho, muchísimo.

-Te acompaño.- Dijo su hermana.

-Tráeme otra cerveza ya que vas, por favor.

-Sin problema, cariño.

Sé que ella se acercó sin ninguna mala intención, solo quería besar mi mejilla. Sin embargo, instintivamente me giré y mis labios chocaron con los suyos. Nos dimos un leve beso en los labios, a modo de agradecimiento y despedida. Al separarnos, ella sonrió y se alejó. Todos aplaudieron, esta vez el que se enrojeció fui yo, al parecer se tomaban muy en serio el hecho de que nunca le habían visto un novio.

Cuando volvió, me entregó una cerveza de las dos que traía, la otra era para ella, la rodeé con mi brazo, la atraje hacia mi y besé su frente co  suavidad.

Ella se quedó ahí acurrucada a mi mientras las batallitas iban rememorándose entre los presentes, la cosa se alargó hasta las 3 de la mañana, habíamos pedido unas pizzas hacía unas horas y ya estábamos cenados y algunos más borrachos que otros.

A las 3 en punto Sonia me miró, tenía los ojos rojos y la cara demasiado rosada para lo que solía ser ella, lo cual indicaba que llevaba una borrachera considerable. Yo no iba a decir ni mu, puesto que yo sabía desde hacía unas cuantas cervezas que había pasado un límite.

-Cielo…. Vámonos a dormir, que en un rato… ese… no… ese de ahí, si, creo que es ese, me la suda… mi hermano se casa…

A mi me pareció bien, asentí con la cabeza, llevaba tal cogorza que no me atrevía ni a abrir la boca. Nos levantamos y nos despedimos de la gente que aún quedaba allí, los cuales no tenían pinta de querer irse aún, puesto que acababan de abrir un par de botellas de sidra.

Caminamos tranquilamente cogidos de la mano, cuando nos habíamos alejado de la casa Sonia se soltó y se disculpó. Yo la volví a agarrar de la cintura y la atraje hacia mi mientras andábamos.

-No te preocupes por nada, a parte hace fresco.

-Ya pero bastante hemos hecho ya, me siento mal por ti y por Laura.

-Aquí y ahora solo estamos tu y yo. No debes preocuparte por nada más.

-¿Estás seguro?

Me detuve, ella se paró también. La miré a los ojos y me incliné hacia ella. Fue un beso muy tierno, suave, con cariño. Nos separamos y bajé la cabeza esperando que ella no se molestara. Me miró y se abalanzó sobre mi. El segundo beso fue de todo menos cariñoso. Nos besamos con pasión, nuestras lenguas se abrazaban dentro de nuestras bocas. Ella acariciaba mi paquete sobre el pantalón, yo la empujé con suavidad contra una pared y ahí retenida le hice lo mismo, ella jadeaba, se notaba que estaba muy caliente, aun así lo comprobé metiendo la mano por dentro de su pantalón y por debajo de la braga. La mano se deslizó hasta su raja que estaba al rojo vivo, sentía mucha humedad y calor. Ella gemía y pedía que no parase. Fue un frote rápido, pues en pocos segundos se corrió sin dejar de besarnos.

Cuando lo hizo se recompuso un poco, me miró y me dijo:

-Seguimos en el hotel, si te parece bien.

-Es la mejor idea de todo el día.

Caminamos abrazados dándonos besos hasta llegar al hotel. Subimos por la escalera corriendo como dos colegiales y entramos a toda prisa a la habitación. Coloqué el cartelito de “no molesten” en el pomo y cerré el pestillo. Ella ya estaba detrás de mi soltándome el cinturón con manos torpes mezcla de los nervios y el alcohol. Las chaquetas fueron lanzadas al sofá sin miramientos.

Fuimos directos a la cama nos tumbamos mientras seguíamos sobándonos. Sonia me quitó la camiseta y yo se la quité a ella. Tenía unas tetas pequeñitas (que ya había visto un rato antes) y por eso no llevaba ni sujetador. Empecé a lamerle los pezones mientras ella seguía gimiendo. Se dejó hacer con los ojos cerrados y disfrutando el momento. Mientras yo daba cuenta de esos duros y prominentes pezones le fui soltando el pantalón.  Ella me ayudó levantando las caderas y bajándose todo directamente, en pocos segundos estaba desnuda ante mi. Su cuerpecito delgado y pálido estaba ante mi, ni un gramito de grasa de más y un triángulo de vello negro le daba la bienvenida ahí abajo. Recorrí con mi lengua el camino  hacia abajo por su vientre hasta su ombligo, subía bajaba, ella respiraba con fuerza. Cuando me puse a bajar un poco más ella detuvo mi cabeza con una mano.

-¿Dónde vas?

-¿Dónde crees?

-Es que a mi nunca…

-¿Nunca te han comido el coño?

-No-. Se sonrojó.

-Bueno pues eso va a cambiar ahora, tu limítate a relajarte y disfrutar.

Ella obedeció, apoyó la cabeza en la almohada y separó las piernas. Yo besé su vello púbico, el cual ya sabía a coño por la corrida de antes. Saqué la lengua y pasé por encima de sus pelillos. Ella gemía con timidez, me propuse hacerla gritar. Besé sus labios vaginales rositas y carnosos como si fueran los de su boca, al tercer beso metí la punta de la lengua. En ese momento noté su escalofrío, con dos dedos separé sus labios y lamí de abajo a arriba su raja hasta llegar a su clítoris, ella se estremeció. Sin miramientos ataque ese botoncito de placer de su coño, ella no dejaba de moverse y gemir, cada vez con más fuerza. Mi lengua se escurrió hacia su interior y seguí ahí, penetrándole con ella, mientras le seguía castigando el clítoris con un frote salvaje del pulgar. No tardó en correrse de nuevo, aunque yo no paré. Sus gemidos pasaron a ser gritos cuando volvió a correrse, esta vez de una forma bestial y que me llenó la boca de líquidos.

La dejé recuperar aire, estaba roja como un tomate, me puse a su altura y la besé con fuerza ella me rodeó con sus brazos. Ella degustó el sabor de su coño de mi boca, parecía que le ponía más caliente. Nuestras babas se mezclaban, creando hilillos cada vez que nos separábamos. Sonia me agarró de la cintura y empezó a bajarme el pantalón, estaba yo tan cachondo que ni me había dado cuenta de que aún lo llevaba.

-¿Estás segura?

-Completamente.

-Como me contaste que…

-Te quiero dentro de mi.

-No tengo gomas.

-Tomo píldora para regularme la regla, no te preocupes por nada.

No había más argumentos que utilizar, y si los hubiera yo tampoco quería buscarlos. La ayudé a quitarme toda la parte de abajo y directamente me coloqué sobre ella. Con la mano le puse la puntita en la entrada de su cueva. Ella alzó un poco las caderas para facilitarme el trabajo. Pegué mis labios a los suyos y la fui besando con suavidad mientras mi glande iba haciendo hueco ahí. No quería entrar a saco, ella solo había tenido una experiencia en toda su vida, y por lo que había dicho fue bastante mala.

Mientras nos besábamos mi falo iba abriéndose camino, apenas empujaba, su coño era el que me estaba absorbiendo, notaba en mi tronco sus paredes calientes. Su respiración se aceleraba a medida que entraba.

Cuando hubo entrado del todo separé mi cara de la suya, sonreía con cara de felicidad y me miraba fijamente. Fui con un mete saca suave, poco a poco. Ella cerró los ojos y se dejó llevar.

Cogió mis manos con las suyas, una a cada lado de su cuerpo, y noté que sus uñas se clavaban con algo de fuerza en mis manos con más intensidad a cada penetración que le hacía.

No la taladraba, quería ir con calma, yo lo estaba gozando, pero también quería que ella disfrutase de la experiencia. Volví a besarla y seguí ahí dándole con calma durante unos minutos.

Después ella rodeó mi cadera con sus piernas e hizo fuerza para girar nuestros cuerpos con una leve rodad sobre la cama. Ahora ella estaba encima. Se incorporó dejando caer su cuerpo sobre mi rabo, su juego de cadera era increíble, pero tampoco quiso acelerar, ella fue también poco a poco, notaba las palpitaciones de su coño en mi polla cuando comenzó a gemir con fuerza. Se corría, y yo también. Sentí la explosión de un torrente de leche que salía de mi polla y se introducía en ella. Nos habíamos corrido a la vez, ella abrió los ojos, me miró, sonrió y se acercó a besarme con suavidad, yo le correspondí encantado.

Mi polla se deslizó hacia fuera, momento que ella aprovechó para acurrucarse en mi pecho y seguir besándome. No sé cuanto tiempo estuvimos así, hasta que nos quedamos dormidos abrazados.

A la mañana siguiente, sentí que alguien me daba toque toquecitos en el hombro. Abrí un ojo y ahí estaba Sonia mirándome.

-Despierta, que tenemos que ir a la boda.

La rodeé con mi brazo, le di un beso y le dije:

-Nos quedamos en la cama y decimos que estamos malos.

-Estaría bien si fuéramos meros invitados. Pero soy la hermana del novio, le veo lagunas a tu plan. Si quieres esta noche repetimos.

-¿Tu quieres?

-Claro que quiero, si por mi…

Se hizo un silencio repentino e incómodo en cuanto se cortó ella sola al hablar.

-¿Por ti…?

-No nada. Que si quieres luego podemos hacerlo de nuevo.

-¿Qué pasa?

-Esto no está bien, Laura te espera en casa y estamos tu y yo poniéndole los cuernos. A ver, que Laura tiene sus cosas pero esto no está bien.

-¿Qué cosas?

-Nada.

-Sonia…

-A ver. No te ofendas, por favor, yo os veo, Laura es mi amiga, pero tu eres un gran chico, te mereces algo mejor, he visto como te trata y no me gusta. Por mí, podríamos repetir lo de anoche todos los días.

Me dejó mudo, no sé si Laura le habría contado que habíamos tenido nuestros problemas y que las cosas ya no eran como antes, pero me dejó de piedra la sinceridad con la que había hablado. No sabía que contestarle, sí que era verdad que el día anterior, entre risas y tonterías estaba como no había estado desde hacía mucho tiempo. La miré a los ojos y le dije:

-Haremos un trato. Hoy yo soy tuyo, y tu eres mía. No hay nadie más, solo estamos tú y yo. Ya hablaremos de otras personas más adelante.

Ella se incorporó en la cama y me tendió la mano para cerrar el trato. Era un poco cómico verla ahí desnuda con la mano extendida. Estreché su mano y se fue a la ducha. Aproveché para llamar a Laura y decirle que todo estaba tranquilo y que íbamos a prepararnos para la boda, que seguramente no podría atender al teléfono en todo el día, cosa que ella comprendió, se despidió diciéndome que lo pasara bien, “vaya que sí “ pensé yo cuando colgué.

Sonia salió de la ducha y aproveché a ir yo, dejé que me cayera el agua y se llevará los restos de sudor y sexo de la noche anterior. Empezó a ponerse duro mi rabo imaginando a Sonia frotándose el coño para quitarse los restos de mi semen. Preferí no hacerme una paja porque sabía que me iba a quitar tiempo, así que me aclaré,  me saqué y me fui para el armario desnudo, que era donde estaba colgado mi traje. Sonia, en bragas y toalla en la cabeza, se me quedó mirando.

-Piensa en cosas feas que no te va a cerrar el pantalón.

Miré hacia abajo, tenía el asta hacia arriba aún. Ella soltó una carcajada y me besó la mejilla antes de volver al baño:

-Sea lo que sea lo que estés pensando, luego cuando volvamos.

-¿Sea lo que sea?

-Sea lo que sea.

Aquellas últimas palabras accionaron dos cosas, potencia en mi erección y el secador de pelo del baño.

Me fui vistiendo tranquilo mientras el secador seguía sonando y la polla empezaba a bajarse. Me di cuenta d un detalle… la puta corbata, no sé hacerme el nudo, siempre me lo hacía Laura o algún amigo. En ese momento salió Sonia del baño con su pelo liso suelto y me observó.  Se plantó delante de mi, agarró los extremos de la corbata y me hizo el nudo en un pis pas y me dio un piquito. Se lo agradecí y ella se fue hacia la cama, donde tenía extendido su vestido. Mientras se ponía las medias le pregunté:

-¿Cómo andas de la vista?

-¿Perdona?

-Sin gafas, si ves bien o ves mal.

-A ver, veo bien durante unas horas, de lejos veo regular. ¿Por qué lo preguntas?

-Una vez nos dijiste que no te gustaban las lentillas, pero estás preciosa sin gafas.

-¿Tu crees?- Se sonrojó.

-Sin duda.

-Es que me da cosa meterme cosas en el ojo.

-¿Te ves capaz de ir sin ellas?

-Si

La vi, no pude reprimir sentir una nueva erección, llevaba unas medias negras con liguero enganchado a un portaligas en la cadera y un tanga negro de encaje. No llevaba sujetador. Se puso el vestido, era un vestido corto azul marino con toda la espalda descubierta que se ataba por detrás del cuello, lo cual hice yo para ayudarla. Ella lo agradeció, al mirarla con detenimiento comprendí la ausencia de sujetador, no tenía mucho pecho y si se pusiera uno deslucida toda la parte trasera del vestido. Volvió al baño mientras yo comprobaba que no hubiera pelusas en la chaqueta.

Cuando salió parecía otra. Llevaba unos zapatos de tacón con pedrería, medias, vestido azul y estaba maquillada con suavidad y gusto, todo el conjunto la convertía en una mujer impresionante, nada que ver con la chica que yo conocía. Salimos de la habitación y, ya desde el pasillo del hotel, se agarró a mi brazo y nos encaminamos hacia la iglesia como una feliz pareja.

La ceremonia fue muy bonita, había unos 200 invitados, la iglesia estaba hasta la bandera, la novia estaba deslumbrante, obviamente no le llegaba a la suela del zapato a Susana, pero habían hecho un buen trabajo de chapa y pintura con ella. Sin embargo el hermano de Sonia seguía teniendo pinta de panoli incluso bien arreglado.

Después de la ceremonia vinieron las fotos y nos llevaron en autobuses a un antiguo castillo reconvertido en hotel. Era enorme y muy bonito, fuera había un par de carpas grandes donde se servían cócteles y picoteo. Sonia y yo estábamos impresionados con el despliegue del lugar, cuando no salíamos en fotos ajenas nos hacíamos las nuestras como recuerdo. Después de hacer un rato el bobo fuimos a pedir algo a la barra. Allí ella se encontró con una tía suya lejana, así que fui a la barra sólo,  allí estaba Adela, mi falsa suegra. Me saludó y me acerqué a ella, en realidad era la única cara conocida de allí.

-Qué solito te has quedado con lo guapo que estás.

-Tengo a tu hija ahí de cháchara.

-Ah, vale, con lo guapa que ha venido no la había reconocido al principio.

-Tu hija es preciosa, si se lo propone está deslumbrante cuando quiere.

-Como se nota que os queréis mucho. ¿Cuándo toca vuestra boda? O nietos.

Se me secó la boca de repente. Cómo salía yo de esa.

-Paso a paso, primero nos estabilizamos un poco más y después nos casamos, hasta después no vienen los niños.

-¿Estabilizaros?¿Pasa algo?¿Estáis bien?

-Por supuesto que si, lo que pasa es que vivimos de alquiler, mejor primero comprar un piso, tener algo nuestro y de ahí ir despegando.

-¿Quieres a mi hija?

-Más de lo que debería admitir.

No me había dado cuenta de que a mi lado ya estaba Sonia y que había escuchado toda la conversación me miraba emocionada, un lágrima asomaba por su ojo y amenazaba con caer. Me besó la mejilla y su madre se despidió de nosotros.

-Gracias.

-¿Por qué?

-Por manejar así la situación con mi madre.

-Solo hay que ser claro con las cosas.

Cogimos nuestras copas y paseamos  por los jardines, estábamos lejos de la gente ya, por una zona llena de flores. Sobre un banco de piedra vimos a una pareja, creo que de parte de la novia. Ella estaba sentada en el banco sobre él con el vestido levemente levantado y se movía poco a poco. Evidentemente se habían alejado para un polvo rápido. Decidimos darles intimidad y nos fuimos por el otro lado, donde encontramos un pequeño laberinto de setos, decidimos entrar. Hasta ese momento habíamos estado hablando de tonterías. Sonia tiró a fuego:

-¿Me quieres?

-¿Cómo?- Me atraganté con la ginebra.

-Lo que le has dicho antes a mi madre.

-No sé si debo contestarte a eso.

-Muy fácil, Javi ¿Esto se acaba este fin de semana?

-Creo que los dos sabemos que no.

Creo que ella esperaba que le dijera que esto era una tontería de fin de semana, recordé lo del hotel, cuando se puso un poco seria. Decidí llevar yo la batuta en cuanto a las preguntas:

-¿Tu quieres que esto se acabe?

-No.

-Es evidente que esto lo tenías preparado. Cuéntame.

-No, a ver, no te enfades. Sé que Laura y tú no andáis muy bien y tu hace tiempo que me gustas y quería acercarme un poco a ti, además quizá si estabas un finde fuera de tu entorno hasta lo pasabas bien. Quería conocerte un poco más en privado, no quería acabar como acabamos, no soy una puta ni nada, eres el segundo tío con el que estoy realmente y no he pasado de que me metan la polla por el coño, de verdad que no quiero que pienses mal de mi, por favor. Me gustas, creo que te quiero y no quiero que esto estropee nada.

Hablaba a toda velocidad, efectivamente estaba muy nerviosa. Me odié por sacarle ese tema en ese momento, en mitad de un evento familiar. Estaba a punto de llorar, me acababa de abrir su corazón y tenía que la dejase tirada. La abracé con fuerza.

-Creía que mi relación con Laura tenía arreglo, este fin de semana me está enseñando muchas cosas. No sé, quizá podríamos conocernos mejor tu y yo de mientras. Si quieres y te parece bien.

-Me encantaría.

-Vamos al ritmo que quieras, lo digo por el tema de anoche, quizá quieras tener las cosas más claras…

-Para nada, anoche fue la primera vez que me comían el coño y, Vamos, me encantaría repetir lo antes posible. Y cuantas más cosas, mejor.

-Vale, no sé,  me cuesta creer que alguien tan guapa como tú y ya con tu edad no haya hecho nada más que eso.

-Si, si, porno he visto a toneladas, pero nunca me he comido una polla,  ni nunca me han fallado por el culo , y si todo es como anoche..

-Bueno, ya iremos probando cosas, esta noche, si quieres, probamos por el culo.

-Vale, yo puedo aprovechar para comerte la polla.

-No se qué postura quieres hacer para que pueda follarte el culo y me la chupas a la vez,… no lo veo.

-No, no, me follas luego, yo hablaba de chupártela ahora.

-¿Ahora?¿aquí?

-¿Quieres?

Sin esperar mi respuesta se acuclilló y comenzó a desabrocharme el cinturón, abrió el pantalón y de un tirón bajó el pantalón y el calzoncillo hasta mis rodillas.

Mi polla estaba medio dura por la situación, Sonia agarró con la mano mi rabo y lo meneó con suavidad. Sacó la lengua y dio una lametada desde la base hasta mi capullo, como vio en mi cara que me gustaba, repitió otra vez, notaba su lengua suave y babosa en mi polla, me volvía loco. Me miraba a los ojos y sonreía cuando hundió mi rabo en su boca, empezó una mamada rápida y babosa, salvo por un par de roces con los dientes, debido a la falta de experiencia, era la mejor mamada de mi vida.

Después de un par de minutos así, se la sacó y me pajeaba con la mano mientras se ponía a lamerme las pelotas. Se metió una en la boca y succiona, después hizo lo mismo con la otra. Volvió a meterse mi polla en la boca de un tirón hasta que brotó una arcada de su interior, había ido muy rápido, pero me estaba poniendo muy duro. Siguió así hasta que no pude más, estaba tan extasiado que no llegué ni a avisarla.  Me corrí dentro de su boca.

Sonia se tragó el lechazo que le había dado y limpió los restos de semen y pintalabios de mi polla con su lengua. Se incorporó y me besó con ganas mientras me ayudaba a subirme de nuevo la ropa. Su boca sabía a babas y semen, no me importó, era la primera vez que saboreaba mi propia leche, a Laura le daba asco tragar, por tanto esa oportunidad nunca se había presentado.

Después sacó un espejillo y el pintalabios de su bolso y arregló lo que había que arreglar. Volvimos al convite, donde al parecer nadie se había percatado de nuestra ausencia y actuamos con naturalidad.

El banquete estuvo muy bien, comimos genial, Sonia de vez en cuando me lanzaba alguna mirada pícara y yo le sonreía. Después vinieron los bailes y el peor amigo de las bodas, la barra libre.

Unas horas más tarde y ya entrada la noche, los más mayores se habían retirado hacía rato y los jóvenes estaban excesivamente borrachos. Sonia y yo decidimos que era buena hora para ir marchando, con la excusa de que al día siguiente teníamos que coger el coche y volver, nos despedimos de todos.

El autobús nos dejó de nuevo en la iglesia, Sonia y yo caminamos por la calle, estaba oscuro, pero la noche de verano era muy tranquila, ella decidió descalzarse, porque los zapatos ya le mataban. Íbamos un poco tocados por el alcohol, no habíamos bebido en exceso, pero habíamos bebido. Nos besamos con pasión y nos dirigimos al hotel, ninguno de los dos quería esperar, ella metió la mano por mi pantalón y se dedicó a acariciar mi nalga, yo hice lo propio con su coño, levanté un poco el vestido y metí la mano por su tango, acariciando esos pelillos hasta llegar a su encharcado raja. El hotel estaba desierto, Sonia fue a una máquina de vending que había junto a la recepción,  cogió algo y lo guardó en su bolso. Esta vez subimos por el ascensor, donde ni corto ni perezoso, le desabroché el vestido, que cayó al suelo.

Sonia comentó que así parecía una ramera, que le gustaba, caminó desnuda por el pasillo hasta la puerta de la habitación,  yo aproveché para sacarle alguna foto. Entramos y ella me puso contra la puerta donde, con cierto salvajismo, me quitó la ropa. Ella seguía con las medias, el liguero y el tanga, le dije que ella así estaba bien, ella se mostró de acuerdo.

-¿Quieres entonces probar por el culo?

-Lo estoy deseando.

-Hay un problema, te puede doler, porque no tenemos…

Agarró su bolso, lo abrió y me enseñó lo que había comprado momentos atrás. Un pequeño tubo de lubricante, era de base agua, así que nos iba a valer para eso. Estaba en todo, la besé y nos sentamos en el sofá a seguir magreándonos.

-Eres una chica de recursos.

-Eres mi primera polla por el culo. Pero no lo primero que me meto por el.

-Touché.

Le indiqué que se pusiera de cara al respaldo del sofá de rodillas en el asiento, con mis manos agarré la tira del tanga, pensé en hacerlo a un lado y empezar la tarea, sin embargo agarré la tira con las dos manos y tiré con fuerza hasta que las costuras reventaron y se rompían, Sonia suplicó que no lo rompiera, que era muy caro, pero la ignorancia, ahí estaba ella preparada por fin con las piernas separadas y el culo en pompa, yo me arrodillé en el suelo, de cara a ella, la cual pensaba que empezaría a dilatarla con los dedos y el lubricante, porque noté su gemido a la primera lametada sobre su ojete, se notaba al tacto que se lo depilaba y tenía regustillo a toallitas húmedas. Volví a pasar la lengua, ella se estremeció,  su coño goteaba.

-¿Te gusta?

-Joder, me encanta. No pares.

Obedecí como un perrito, y como un perrito separé sus nalgas con las manos y metí la cara entre ellas, saqué la lengua y frenéticamente la pasé de raja a raja, del coño al culo y vuelta, arriba y abajo. Sonia jadeaba y convulsionaba. Cuando noté que se aceleraba su respiración metí la lengua en su ojete, le di vueltas ahí en el interior, la metía y la sacaba. Ella se corrió entre gritos, y se desplomó contra el respaldo del sofá con el pelo sobre la cara, cuando comenzaba a recuperar el aliento eché un chorro de lubricante sobre su agujero. Metí un dedo con suavidad y lo moví hacia fuera, después hacia dentro y le di vueltas. Seguí así durante un ratito hasta que volví a echar mano del lubricante, eché otro poco e introduje otro dedo y seguí con los movimientos, Sonia gemía de nuevo.

Le dije que separase ella sus nalgas con las manos y ella obedeció, cogí con la mano mi polla y la dirigí a su culo, entré con mucha suavidad. El capullo se perdió en su interior.

-Soy tuya, soy tu perra, fóllame como tal.

-¿Eres mía?

-Para siempre.

Eso activó un resorte en mi interior.  Mi polla se hundió en su interior de un solo golpe, ella soltó un alarido de dolor. Me importó más bien poco, en ese momento ya no era dueño de mi, agarré sus caderas y la embestí una y otra vez, sin parar, ella gritaba, se notaba que en parte era de dolor, pero también estaba gozando, gemía que no parase, yo obedecía y la follaba más fuerte. Su cuerpo se sacudía, me eché sobre ella y, mientras la taladraba la besaba por el cuello, ella giró la cabeza y buscó mi boca con la suya, cuando la fui a besar sacó la lengua y lamió mis labios. Saqué yo mi lengua y nos lamimos las bocas como animales. Seguí bombeándole mi polla en su culo hasta que finalmente me corrí, un chorro considerable se abrió paso a su interior por sus intestinos. Saqué el rabo y vi como su ojete goteaba blanco espeso, Sonia se bajó del sofá y se arrodilló en el suelo. Se metió la polla en la boca sin dudar y la dejó limpia y brillante. Después se puso a mi altura y me besó.

-¿Nos vamos a la cama?

-Si, vamos a descansar que mañana toca coche.

Nos metimos en la cama y se abrazó a mi, besé su cabeza y ella me dijo:

-Ha sido un finde alucinante.

-Si, es la primera boda a la que  me invitan que lo paso tan bien.

-¿La compañía ayuda?

-mucho.

-Le duele el culo a horrores, pero esto hay que hacerlo más a  menudo.

-Me parece bien, lo único, mañana no te asustes cuando cagues blanco.

-Javi, por favor…

Estalló en risas, no pude evitar contagiarme y al final nos quedamos dormidos.

A la mañana siguiente nos despertamos, nos vestimos. Fuimos a casa de sus padres a tomar un café y despedirnos, prometimos volver algún día y nos pusimos en marcha. Cuando llevábamos un par de horas de camino lo recordé:

-Mierda.

-¿Qué pasa?

-Tus padres tienen razón, tenemos que volver otro día.

-¿Por?

-Joder, teníamos jacuzzi en la habitación y no lo hemos probado.

Sonia se rió con ganas. El viaje continuó con cháchara normal. Horas después la dejé en su portal. Ella me dio un beso y me dijo que cuando quisiera podría visitarla, e dije que el jueves siguiente tendría libre, cosa que a ella le pareció bien, además me comentó que alguna tarde quedaría con Laura para enseñarle fotos de la boda, cosas de chicas. Le dije que había ciertas fotos que mejor no, se rió me dio una torta suave, un beso y se bajó.

Después me dirigí a casa, a continuar con mi vida diaria, de momento…