Amiga... ¿me prestas a tu novio? 2

Continuando con la historia Javi y Sonia entablan una relación a espaldas de Laura y se van de fin de semana

Hacía tres meses que nos habíamos ido de boda, tres meses desde que iniciamos algo que ni tenía vuelta atrás, ni queríamos que la tuviera. Sonia había decidido llevarlo en secreto, decía que le aportaba un halo de misterio y lo hacía más divertido, en eso le tenía que dar la razón. Parecíamos dos adolescentes que quedaban en sus ratos libres y luego pronto en casa.

Yo vivía en dos mundos diferentes,  el mundo de Sonia lleno de buenos momentos y buen sexo y, por otro lado, el mundo de Laura, que poco a poco se iba apagando, cada vez estaba más arisca y distante, y el sexo era prácticamente inexistente.

Hacía un tiempo que las cosas iban regular tirando a mal, pero con el tiempo, y cierta ayuda, dejó de importarme, sabía que era cuestión de tiempo que rompiéramos. Al menos, gracias a la dualidad que mantenía  por otro lado no me estaba amargando la situación, de hecho, era quedar con Sonia y se me olvidaba todo.

Sonia y yo habíamos acordado que el siguiente fin de semana nos iríamos a la costa a pasar el finde y pasar un par de días a solas a nuestro aire. A Laura le dije que iba a ser un retiro de empresa, de esos con paintball, trabajos en equipo y refuerzo positivo. No le podía decir que me iba con mis amigos por si se cruzaba con alguno, y como a los de mi empresa ni los conocía era el plan perfecto.

El día antes, jueves, Laura y yo quedamos con Sonia para tomar algo en un bar por la tarde, y ahí estábamos los tres, cerveza en mano charlando tranquilamente hasta que Laura miró a Sonia y le dijo:

-Estás muy guapa últimamente, pelo suelto, ropa de colores alegres… tu me tienes que contar algo.

-Nada, simplemente que me he empezado a dar cuenta de que no me como un rosco y me gustaría estar en el mercado.

-Pues, si quieres el sábado salimos tu y yo, noche de chicas.

-Que va, este finde me voy a casa de mis padres, a ver a mi hermano, a ver que tal le va la vida de casado. ¿El finde que viene te viene bien?

-Si, claro, sin problema. Lo decía porque éste se va el fin de semana con los del curro y me quedo solita en casa sin plan. Pero me apunto lo de la semana que viene.

Sonia me miró tras sus gafitas y me preguntó:

-¿Los del curro?

-Si, ya sabes, estos rollos que hacen las empresas para que nos llevemos bien entre compañeros y reforzar la moral de la plantilla.

-Suena a puta mierda en realidad.

-Si.- Mentí yo.

Notaba un pie descalzo acariciando la cara interior de mi muslo llegando a mis partes por debajo de la mesa, miré de reojo a Sonia que miraba hacia otro lado esbozando una leve sonrisa. Laura resopló y dijo:

-Pues bien, me quedo en casa, luego cuando me encontréis muerta del asco y rodeada de gatos no lloréis.

La verdad es que los tres nos reímos por la ocurrencia. Sonia volvió a mirarme:

-¿A qué hora marchas?

-Sobre las seis de la mañana, es un cacho hasta Alicante. ¿Necesitas algo?

-A ver, es que mi vuelo sale a las ocho, era por ver si podrías…- Lo dejó en el aire.

Laura levantó una ceja y le dijo:

-¿Qué?¿Quieres que te preste de nuevo a mi novio para que ejerza de taxista?

-¿Me prestas a tu novio para que me lleve al aeropuerto?

No habíamos acordado aún cómo quedar, pero me pareció una idea cojonuda, así que decidí intervenir yo:

-¿No será muy pronto para ti? Vamos, que a mi no me importa acercarte. ¿Pero qué vas a hacer hasta entonces?

-Nada, café, facturar y embarcar, piensa que, con la tontería, se me va a ir bastante tiempo en ello.

Nos pareció buena idea a todos, incluida Laura, la cual miró a Sonia, que seguía restregando su pie por mis genitales le dijo:

-Te veo pálida. ¿Estás bien?

-Si, no se, no he dormido muy bien esta noche, necesito descansar más, que llevo todo el día flojilla.

-¿Cómo se llama?

-Que no hay nadie boba, serías la primera en enterarte.

Me atraganté con el trago que le di a la cerveza al oír eso. Sonia retiró su pie y me miró con cara de disculpa, cara que se le cambió cuando se dio cuenta de que estaba aguantándome la risa. Debí ser sutil, porque solo nosotros nos dimos cuenta. Laura se fue un momento al baño. Sonia estiró su mano y cogió la mía.

-¿Te parece bien el plan?

-Es bueno. Pero Laura tiene razón, estás un poco paliducha.

-En serio, estoy bien, mañana estaré perfectamente porque estaré contigo. Si que es verdad que he pasado mala noche, me he levantado un poco chunga, pero ayer tuve un día muy ajetreado.

La miré preocupado. Sonia retiró su mano y al de unos instantes apareció Laura, nos despedimos todos y nos fuimos para casa. Esa noche no follé, ya era costumbre últimamente, Laura dijo que yo debería descansar para el fin de semana. Se fue a la cama, yo me fui a la ducha, me hice una paja, me afeité y también me fui a dormir.

A la mañana siguiente me tomé un café, revisé la maleta y me fui, Laura dormía aún, era bastante pronto y ella sí tenía que ir a trabajar.

En diez minutos llegué al portal de Sonia. Ahí estaba ya esperándome, llevaba una camiseta amarilla de tirantes y una falda larga verde, calzada sandalias y esboza esbozaba una enorme sonrisa. Me bajé para ayudarle a meter la maleta atrás y, antes de que pudiera hacer nada, se me abalanzó, me abrazó y me dio un enorme beso, no era guarro, era un beso muy largo y cariñoso, me acariciaba la cara mientras lo hacía.

Subimos y arranqué, cogimos la carretera y no miramos atrás, ese fin de semana era nuestro. Fuimos charlando de cosas varias, tonterías y cháchara durante el viaje. Me fijé en ella, sí que tenía mejor cara que el día anterior, sería cansancio como ella decía. Me dejó un juego de llaves de su piso, me dijo que así tendría más libertad para entrar y salir, que le incordiaba demasiado muchas veces, incluso tenía llave para el garaje, total, ella no tenía carnet de conducir, a mi eso de las llaves me parecía un poco demasiado, pero como estaba a la carretera lo ignoré un poco.

Paramos en un área de servicio en Albacete tras dos horas y algo de viaje, necesitaba gasolina y estirar las piernas un poco. Sonia fue al baño mientras echaba el combustible y después me esperaba en el interior pidiendo algo para desayunar. Aparqué, entré y ahí estaba ella, sentada en una mesa con dos cafés y un par de piezas de bollería. El sol entraba por la  ventana y le daba un aura especial, cada vez que la miraba era más preciosa.

Me senté frente a ella y la miré a los ojos mientras el aroma del humeante café me entraba por las fosas nasales.

-¿Qué tal estás?

-Me he quedado un poco roto del tirón del coche, pero yo estoy bien. ¿Tu cómo te encuentras?

-Yo como nueva, he dormido ocho horas y estoy contigo, no puedo pedir nada más, porque lo tengo todo.

-No te pongas moñas, eh.

-Tonto.

Se rió, yo me reí con ella, desayunamos tranquilamente, con calma, no teníamos prisa, llegaríamos en un par de horas, bastante antes del mediodía, teníamos por delante todo el viernes, sábado y domingo para nosotros. Hasta ese momento no me había dado cuenta de un detalle:

-Se nota el aire acondicionado, ¿tienes frío?

-No. ¿Por?¿Tú si?

-Yo no, pero tú si.

Miré a sus tetas, sus pezones estaban clavados a la tela, evidentemente no llevaba sujetador, me encantaba la forma de sus tetitas bajo la ropa sin nada.

-¿Sabes que eres un guarro?

-¿Y lo que te gusta?

Ella tomó una de las cucharillas y la dejó caer al suelo y me pidió que la recogiera. Me agaché desde mi lado y vi frente a mi su falda levantada, su coño rosado y recién rasurado ante mi, no llevaba sujetador, pero tampoco bragas. Cogí la cucharilla y me incorporé, la miré:

-¿Sin bragas?

-Estoy hasta el coño de que me destroces la lencería, da igual que sea barata o cara, me destrozas toda. Luego si te portas bien me pongo algo.

-¿Sin pelo?

-¿Te gusta?

-Me encantaría probarlo.

-Aquí no, ten paciencia.

Salimos de la cafetería y nos fuimos al parking, desde allí vimos el típico baño del área de descanso. Sonia me guiñó un ojo y se dirigió hacia allí. La zona estaba desierta, en septiembre seguía haciendo buen tiempo pero un viernes a la mañana poca gente iba a andar por allí.

Entramos en el lavabo de caballeros, varias luces estaban fundidas y las que funcionaban apenas daban luz , el lugar no terminaba de dar miedo, estaba lleno de pintadas, olía a una mezcla de cerrado, humedad, tabaco orina y mierda. No nos importaba, íbamos a lo que íbamos,  nos metimos en una cabina al final y cerramos el pestillo.

Rápidamente Sonia se bajó la falda y la colgó del pomo de la puerta, yo cerré la tapa de la taza del váter y me senté en ella observé su coño, no se había dejado ni un pelo, estaba desierto. Acaricié su pubis, solo tenía piel suave al tacto de mis dedos, era genial la sensación. Me acerqué un poco más y lo olfateé, me encantaba olérselo, siempre olía a coñito limpio con un toque frutal. Ella se aproximó más y alzó una pierna, apoyó el pie en el portarrollos de papel higiénico, dejando completamente expuesto su coño ante mi cara.

No me lo pensé dos veces, saqué mi lengua y recorrí toda la geografía de su entrepierna con ella, las ingles, los labios y su monte de venus, así recién depilado era una gozada, ni un piquito en la pinta de mi lengua, suavecito como la seda, era una textura increíble, metí la punta en su raja húmeda y caliente subí hasta llegar al clítoris y le di golpe golpecitos de lengua mientras ella gemía con suavidad, después comencé a moverlo haciendo círculos de una forma más agresiva, ella jadeaba con la respiración entrecortada, seguí así un buen rato hasta que se estremeció y noté que se corría intentando mantener el volumen bajo para que no nos oyeran. Retiré mi boca un segundo de ahí.

-No te cortes, no hay nadie, todos van a los baños de la cafetería, que están limpios.

-No, Javi que nos pueden oír hasta en la calle.

“Huy que no” pensé. Volví a meter la boca en su coño, dándole besos a su clítoris y agregué mi mano a la zona, le acaricié la cara interior del muslo hasta llegar a su goteante raja. Sin miramientos metí mi dedo corazón en su coño, ella dio un gritito apagado cuando notó esa entrada, le lamia con ganas y mordisqueaba su botoncito, mientras mi dedo entraba y salía de ahí a toda velocidad. Ella apenas podía respirar, pues estaba aguantándose y conteniéndose para no chillar, mi dedo índice se unió al que ya estaba, pues ya había dilatado como para entrar sin problemas. Ella daba golpes con la mano a la puerta, soportando las dos nuevas veces que se había corrido, se subió la camiseta e hizo una bola con su parte delantera que se metió en la boca a modo de mordaza para evitar que se le escapara algún sonido. Sus tetas al aire me inspiraron más,  con mi mano libre le acariciaba los senos y le pellizcaba los pezones. Se volvió a correr, pero contenía aún el sonido con su mordaza de camiseta, la cual goteaba saliva.

Decidí cambiar de estrategia, le hice bajar la pierna y darse la vuelta, ella pegó la cara a la puerta y se dejó hacer, mi mano frotaba su coño, mientras metía yo la cabeza en su culo, pase mi lengua haciendo círculos alrededor su agujero negro, recorriendo los plieguecillos de la entrada de su ojete. Una vez entré con la lengua dentro aceleré el frote de su coño, ella no lo resistió, se agarró las tetas y empezó a amasárselas y a pellizcarse ella misma los pezones. Mi lengua entraba y salía de su culo como si se lo follase con ella mientras mi mano estaba a punto de hacer fuego en su coño de tanta fricción. Sonia no pudo más, su mordaza de camiseta se cayó de su boca y gritó:

-¡Javi, para!¡Para, por favor!

La ignoré y seguí hasta que ella gritó como un animal y daba dos pasos hacia delante zafándose de mi. Una expresión de alivio y placer brotó de su garganta cuando también escuché el sonido de líquido caer. Miré hacia abajo y descubrí que se había meado del gusto. Recuperó el aliento, se giró y me dijo:

-Joder, si te digo que pares, para, que mira como he dejado todo.

-Nadie va a notar la diferencia. ¿Te ha gustado?

Ella no respondió,  se inclinó sobre mi y me besó con fuerza, metía la lengua hasta el fondo de mi boca, su saliva y la mía se mezclaban y saboreamos nuestras lenguas. Sonia se separó de mí, me dio una bofetada suave y me sonrió. Se bajó la camiseta y vi el Picasso de babas que había en el tramo desde debajo del escote hasta el ombligo, completamente arrugado, se giró hacia la puerta y cogió la falda, era cómico ver cómo se la ponía dando saltitos para evitar pisar ese charco que ella misma había dejado en el suelo. Se detuvo a mirar las pintadas y las notas que había en la puerta, obviamente y en un lugar como ese eran todas obscenidades y números de teléfono para encuentros sexuales, yo le miraba el culo, me parecía una mejor vista. Sonia se rió en voz baja.

-Algunos son auténticos poetas.

-Mira en qué cosas te fijas.

-¿Tienes un boli? Deja, tengo yo uno en el bolso.

-¿Qué dices?¿Para qué?

-Shhh, calla.

Hurgó en su bolso, que no era grande, pero parecía que llevaba ahí media casa. Después de pasarme algunos objetos sacó un boli tipo Pilot, escribió algo, recogió las cosas y salió a la calle. Yo me levanté por fin de la taza del váter y leí la nueva inscripción de la puerta:

“Aquí Sonia C., la mujer más feliz del mundo, se corrió como una perra” y la fecha.

Yo le daba vueltas al término “la mujer más feliz del mundo”, era más que evidente que su carácter reservado de siempre había dado una vuelta de tuerca, estaba más risueña, sí que se le veía feliz y era más optimista con todo desde que iniciaron esa extraña relación. Yo mismo me veía mejor desde que estaba con ella, y eso que solo eran encuentros de un rato en casa de ella, que al vivir sola lo teníamos mejor. Pero ya no sólo eso, que el sexo era genial, pero había mas, incluso cuando paseábamos sin más de la mano me sentía bien. Ni recordaba la última vez que Laura me había agarrado la mano por la calle. Ella me hacía feliz. Nunca habíamos hablado realmente de sentimientos, ella me dijo que creía que me quería el día de la boda y no se abrió más, pero aún sin palabras, creo que los dos nos transmitíamos algunos sentimientos. Tuve que sonreír, había llegado a esa reflexión mirando una nota sexual de ella en un baño abandonado en un lugar de mala muerte entre notas de chaperos y comentarios acerca de las madres de otros.

Salí fuera. Sonia estaba en la parte trasera de mi coche con el maletero abierto. Me acerqué y vi que había abierto su maleta, sacó una camiseta de tirantes, igual que la que llevaba pero en negra. Sonia miró hacia los lados, hacia delante y detrás y cuando se cercioró que ni había nadie se quitó la camiseta babeada, la tiró sin más al interior del maletero y se puso la camiseta limpia.

Nos montamos en el coche y arranqué. Yo le seguía dando vueltas al tema, Sonia sonreía mirando el paisaje.

-¿Eres feliz?

-Mucho, ¿y tu?

-También.

Permanecimos en silencio un rato bastante largo. La miraba ahí tan tranquila e inocente y recordaba sus tetas al aire en el parking, con el sol bañándola como una diosa griega.

-Bueno, no sé qué te apetece hacer cuando lleguemos. El viaje lo has organizado tú, yo solo conduzco. No sé si quieres ir a la playa, o a ver cosas o tal.

-A la playa vamos mañana, hoy, si te parece bien hacemos un poco de turismo.

-¿Has mirado alguna playa en particular?

-La playa está justo en frente del hotel.

-No sé, quizá quieres ir a una playa nudista. Aquí hay unas cuantas.

Se giró y me miró con cara de incredulidad, como si hubiera dicho algo que no debía.

-¿Estás loco? Que nos pueden ver.

-Y nosotros a los demás… Es que te he visto en el parking y se me ha ocurrido.

-Ya veremos, que me da corte que me vean.

-Yo te veo.

-Es diferente.

Seguimos charlando y un par de horas después estábamos entrando en el aparcamiento del hotel. Sonia andaba rara. Me dijo que el último tramo, que tampoco era para tanto, la había mareado un poco, pero que se encontraba bien. Nos inscribimos en recepción y subimos. Era una habitación muy amplia, las ventanas y la terraza daban a la playa, las vistas eran preciosas. Me disculpé con Sonia y fui al baño, que ahora el que tenía pipí era yo. Ella me animó con una amplia sonrisa que fuese al baño, nada más entrar lo supe.

-La madre que te parió.

-¿Te gusta?

Había un enorme jacuzzi en un anexo al cuarto de baño. Se acordó de lo que le dije al volver de Asturias.

Oriné,  me lavé las manos y salí a la habitación. Sonia tenía mejor cara ya, estaba tranquilamente sentada en la cama bebiendo un botellín de agua. Me descalcé y me tumbé a su lado.

-¿Estás mejor?

-Si, gracias. Podemos salir si quieres.

Llamé a Laura para avisarle de que ya había llegado, que estábamos todos los del trabajo y que íbamos a empezar con las jornadas esas, el problema era que nos requisarían los móviles para evitar distracciones exteriores para reforzar es espíritu de equipo, la excusa era una mierda, pero Laura se lo tragó y dijo que hasta le parecía normal. Después puse el modo avión y me olvidé del teléfono.

El resto de la jornada fue tranquilo, anduvimos haciendo turismo, Sonia parecía una cría sacando fotos a todo, haciéndonos selfies con el móvil cada pocos pasos. Subimos hasta las ruinas de un castillo, anduvimos por las calles, comimos algo a media tarde y decidimos pasear hacia la playa. A medio camino vimos una basílica, ella me dijo que algunas son preciosas e insistió en entrar. La verdad es que era antigua, pero como Sonia dijo era una preciosidad, era bastante grande, aunque a mi me había dejado más maravillado el exterior, el trabajo en la piedra de hace siglos. Paseando por delante del altar oí a Sonia susurrar que algún día le gustaría casarse en un lugar así, a mi se me secó la garganta. Nunca me había planteado el matrimonio, de hecho Laura siempre dijo que eso era una gilipollez.

Salimos y fuimos a dar una vuelta por el paseo marítimo, Sonia se descalzó al llegar a la playa y caminó unos pasos por delante de mi, me invitó a acompañarla. La verdad es que nunca me pareció la gran cosa eso de caminar por la playa sin más hasta ese momento. Fue un momento maravilloso, caminar cogidos de la mano sintiendo la arena moviéndose bajo mis pies, con el sonido de las olas rompiendo al llegar a tierra.

Al caer la noche cenamos en un restaurante muy caro para mi gusto, pero que, por suerte, se comía muy bien. Tomamos un par de copas y nos fuimos al hotel. Estaba deseando llegar, estaba molido, entre coche y andar estaba roto.

Sonia también debía estar cansada, puesto que esa noche no me pidió guerra, cosa que le encanta, si no que abrió las ventanas y dejó pasar el sonido del mar y la brisa marina al interior. Nos metimos en la cama, ella me abrazó, le di un beso y se quedó dormida en un rato. Yo me quedé escuchando las olas y el sonido lejano de las gaviotas un rato hasta que finalmente mis ojos se cerraron.

A la mañana siguiente me desperté sintiendo una mezcla de sobresalto y paz, era una sensación extraña, algo se movía pero yo estaba como en una nube, notaba mi polla dura y caliente. Mi respiración estaba agitada. Miré hacia mi rabo y vi a Sonia mirándome a los ojos devorando mi polla. Me estaba haciendo una mamada mientras dormía yo. Su cabeza subía y bajaba con furia ahora que yo estaba despierto. Yo no sé cuanto tiempo llevaría chupando, pero no tardé nada en correrme, toda mi leche se vertió dentro de su boca, como siempre se lo tragó todo, sonrió y reptó hacia mi para darme un beso.

-Buenos días cielo.

-Buenos días princesa.

Me volvió a besar y se fue a la ducha. Salió al de un rato vestida con un albornoz y toalla en la cabeza. Yo ya estaba desnudo, ella me dio una palmada en el culo indicándome que ya me tocaba a mi, me di una ducha rápida y me puse un albornoz igual al suyo, cortesía del hotel. Cuando salí estaba Sonia dándole propina al chico que había dejado una bandeja en la mesita de la terraza. Me dirigí a la terraza y me senté en la silla de metal, noté un leve calorcito en el culo debido al sol del amanecer. Sonia pasó de su silla, se sentó en mi regazo, me dio un beso y cogió una taza y me la pasó, tras eso cogió la otra y dio un sorbo al café. La miré a los ojos y se lo tuve que soltar:

-Tenemos que hablar.

-¿Qué pasa?¿Va todo bien?

-Si, si, no te preocupes, es que he notado de un tiempo para acá que estás más risueña.

-Es porque soy feliz.

-Lo se, yo también. A lo que me refiero es que si esto para ti es una aventura tonta o es algo más. Por motivos lógicos me gustaría saberlo.

-Para mi esto… no es una aventura, ya se que tu tienes lo que tienes y que Laura tiene unos cuernos con los que puede rozar el techo, y que me debería sentir mal por ello, porque es mi amiga y por ti porque te he arrastrado a esta situación, me debería sentir mal, pero no es así. Porque es que encima…

Se cortó de repente, miró hacia el suelo. Yo ya sabía lo que había, pero quería oírselo.

-Dímelo.

-Es que encima me he enamorado de ti, te quiero, eso es lo que hay, lo único que me jode es que tu te lo tomes como una aventura tonta. Pero no quiero pensar en ello para no bajarme de la nube.

-Es bueno saberlo.

-¿Es bueno saberlo?¿De verdad no tienes más que decir?

Su cara se puso roja, una lágrima amenazaba con caer de su ojo. Acaricié su pelo con suavidad para intentar calmarla.

-Mis padres quieren conocerte.

-Un momento, ¿Qué?¿De qué coño estás hablando?

-¿Recuerdas el día que fui a verlos y me llamaste? Mi madre me oyó parte de la conversación y después tuve que dar bastantes explicaciones

-Joder, a saber que opinión tendrán de mi…

-Tienen la que te mereces, desde fuera la gente ve cosas, ven como me he amargado en los últimos dos años y como estoy desde hace tres meses. Mientras yo sea feliz y me vean bien no se van a meter. Pero como la cosa es que parece que es más aún, pues quieren que un día te lleve y tal.

-A ver si lo entiendo, le has dicho a tus padres que le pones los cuernos a tu novia con otra, que tienes una especie de relación con esa segunda y encima quieren conocerla. Claro, esa soy yo. ¿En qué estabas pensando?

-En que la conversación con mis padres me aclaró varias cosas. Una de ellas, la más importante es que me he enamorado de ti y que te quiero. Que debo quitarme a Laura de encima e iniciar las cosas de verdad contigo. Me gusta follar contigo, pero también me gusta cuando vemos una peli en el sofá, ir a museos contigo, pasear. Me gusta cuando te pones a jugar con los perrillos del parque y te ríes como una niña, no quiero que eso cambie, no quiero que eso termine.

Al contrario de lo que yo pensaba que sucedería, ella se levantó y se metió en la habitación corriendo. Salí tras ella y al llegar la vi sentada en la cama sollozando. Estaba llorando, no era mi intención hacerle daño me senté junto a ella y la rodeé con mi brazo y ella hundió su cabeza en mi pecho para que no la viera. Acaricié su pelo.

-¿Qué pasa?

-Perdóname, por favor, últimamente no sé que me pasa que me emociono con cualquier cosa y lloro como una tonta, no quiero que me veas así, al final voy a joder el finde.

-No vas a joder nada, venga, sécate esas lágrimas y a desayunar, que se enfría el café y hay que ir a la playa.

Ella se secó con mi albornoz, me miró y sonrió, era una sonrisa muy sincera, me dio un beso y se levantó, me tomó de la mano y me llevó a la terraza.

En dos minutos ya estaba como si no hubiera pasado nada, hablaba feliz, contando batallitas del trabajo, yo la escuchaba atentamente mientras no perdía un solo detalle de su rostro y su sonrisa.

Después decidimos vestirnos para ir a la playa, saqué dos bañadores, uno azul y otro verde, le indiqué que eligiera uno.

-Ah, o sea que ya te has rajado con la nudista.

-No, para nada, a mi no me da cosa ir, solo en tu caso sería la primera vez.

Se quedó muda. Ya no dijo nada y terminó de vestirse, aunque más que vestirnos nos tapamos, yo con un pantalón corto y una camiseta iba preparado. Sonia unos shorts negros y una camiseta de tirantes blanca.

Bajamos al parking, arranqué y puse en el móvil el maps,  salían varias playas nudistas. Había una cuyo paisaje le gustó a Sonia y decidí ir para allá.

En un rato, que tampoco fue mucho, llegamos al punto indicado por el GPS, no había aparcamiento asfaltado, así que dejé el coche en una explanada de tierra. Había tres coches más, lo que indicaba que no estábamos solos, pero que tampoco estaba abarrotada, caminamos por un sendero de grava un poco tortuoso. Sonia se quitó las sandalias en cuanto tocó la arena, no era especialmente grande, era más una cala que una playa en sí, pero tenía su magia, arena blanca, el agua azul limpia estaba cerca, vimos una pareja de cincuentones tomando el sol en pelota picada, después una chica igual. Vi la cara de Sonia, no parecía nerviosa ya al ver que todo el mundo estaba en bolas pero estaba a lo suyo. Nos alejamos un poco de esa gente y extendimos una toalla enorme que traía ella en la arena. Nos quitamos la ropa y nos tumbamos boca abajo. Mirando al mar.

-Esto es precioso.

Es lo único que pudo decir Sonia. Yo miraba su figura bañada por el sol, ahí completamente desnuda, repasé su cuerpo con los ojos, su melena suelta cayendo sobre sus hombros, su espalda suave, la curva de sus nalgas, sus piernas delgadas, sus tobillos y sus pies. Cerré los ojos y escuchaba el mar.

Después de un rato así Sonia preguntó si en una playa de esas uno se podía bañar, puesto que no había nadie en el agua.

-Nena, es una playa normal, solo que sin ropa, si quieres ir al agua, vamos al agua, lo que pasa es que aquí la gente consigue el moreno sin marcas, por eso están tomando el sol.

Con esa respuesta se levantó como un resorte y corrió hacia el agua. Yo la seguí. Cuando ya llegó al agua se zambulló directamente. Yo no fui tan valiente, preferí entrar poco a poco porque no sabía cuan fría podía estar el agua. Finalmente, con ayuda de cierta bruja que tenía al lado tirándome agua con las manos, estaba completamente empapado al llegar a la altura de la cadera. Nadamos un rato y dejábamos que la corriente suave nos moviera de vez en cuando, ahí mecidos por el agua Sonia me decía que había sido una gran idea haber ido allí, no había gente, no había niños tocapelotas, ni había nada que molestase. Yo solo la miraba embobado nadar a mi alrededor desnuda como una sirena de la antigüedad. Nos abrazamos y ella me besó. Su boca sabía a sal y calor, notaba mi miembro rozando sus muslos bajo el agua.

-Eres el mejor.

-Tengo mis momentos, lo reconozco.

Ella se rió y me abrazó, apoyó su cabeza en mi hombro y estuvimos ahí tranquilamente, dejándonos llevar por el agua. En un momento dado ella me dio un par de palmadas suaves en el hombro.

-Mira para allá, no veo una puta mierda de lejos, pero no sé si está pasando lo que está pasando.

Giré la cabeza en la dirección que ella miraba, la pareja de cincuentones. La señora, una mujer rechoncha con las tetas caídas, le estaba pajeando al hombre tumbado boca arriba que lo único que hacía era mirar al cielo y sonreír con las manos detrás de la cabeza.

-Si, a veces pasa.

Ella miraba con atención, incluso con cierto descaro sin soltarme. Noté bajo el agua que su mano estaba entre nuestros cuerpos, notaba su dorso golpeando mi polla mientras subía y bajaba.

-¿Te estás tocando?

-Me está poniendo cachondisima.

-Bueno, son cosas que pasan.

Yo no soy de piedra, y ver eso, junto con el hecho de que Sonia me estaba rozando constantemente, hizo que mi polla empezara a levantarse, ella lo notó.

-¿Quieres… salir del agua?

Le indiqué que deberíamos nadar hacía otro lado, que había unas rocas, que ahí estaríamos más tranquilos, a ella le pareció una gran idea, fue nadando de espaldas hacia allá y yo la seguí nadando normal.

-Nada así, es una gozada.

-No puedo, si te imitó voy a parecer un submarino con el periscopio izado.

Sonia se rió a carcajadas, tanto que encima le entró agua y se atragantó, provocando que tosiera como una descosida. Pero en unos segundos fue bajando la intensidad de la tos y me indicó que estaba bien.

Llegamos a la zona de las rocas y vimos una roca plana horizontal que parecía estar ahí para nosotros. Me acerqué yo primero, para ver si había lapas o algo que nos pudiera producir algún corte y vi que no, era una roca lisa y suave, como la piel de Sonia, nos subimos a ella y vimos que estábamos lejos de todas las miradas, puesto que otras rocas de alrededor formaban una pared natural que cegaba gran parte de la playa. Nos tumbamos, estaba seca y caliente, ahí nos sacaríamos rápido.  Sonia se tumbó junto a mi y comenzó su sesión de besos mientras acariciaba mi cuerpo.

-¿Qué te apetece hacer?

Le dije levantando una ceja haciéndome el interesante, ella no quiso quedarse atrás y se hizo de rogar un poco, por suerte unas cosquillas en el costado funcionaron muy bien.

-Ahora mismo me apetece por el culo.

-Guarrona.

Me tumbé boca arriba y ella se acuclilló sobre mi cara, en esa postura sus nalgas quedaban muy abiertas. Le lamí el ojete con suavidad primero y escupiendo los restos de arena que había, una vez los quité ya pude darle lametadas buenas, ella gemía levemente mientras me acariciaba la polla dura como el acero. Se escupió en la palma de la mano y después continuó con su suave frote. Yo continuaba dándole besos en su hoyo, introduciendo la punta de la lengua repetidamente, después metí la lengua todo lo que pude y fui rotándola en su interior, cuando hubo dilatado metí un dedo, que fui metiendo y sacando con suavidad, de vez en cuando me chupaba el dedo para lubricarlo, cuando pude metí otro más, Sonia no aguantó y soltó mi rabo y se acariciaba de nuevo la raja, esta vez de forma descontrolada, parecía que estaba tocando una guitarra sobre mi. Mis dos dedos entraban y salían con fuerza se deslizaban con fluidez. Sonia se quitó de encima y se dirigió a mi polla, se la metió en la boca, la escupía y babeaba entera, se la metía hasta la arcada para producir más babas, era una imagen espectacular. Cuando mi polla estaba completamente cubierta de babas transparentes con tonos blanquecinos se colocó sobre ella y se dejó caer de un solo golpe. Soltó un grito mezcla dolor y placer. Comenzó a cabalgarme cuan amazona salvaje, arriba y abajo sin miramientos. Se agarraba las tetas mientras botaba sobre mi y se iba sobando entera, moviendo sus manos por todo su cuerpo, como extasiada, como poseída, noté las dos veces más que se corrió porque cada vez que lo hizo su culo se cerró y me atrapaba el rabo, causando más fricción y matándome de gusto,  sus ojos se pusieron en blanco cuando un chorro de semen caliente inundó sus intestinos. Ella se desplomó sobre mi y me besó babeándome la boca, después se acurrucó sobre mi, que sentía como mi polla, ahora desinflada, se escapaba de su culo.

Estuvimos así bajo el sol un rato. Después decidimos volver a nado para limpiar los restos de fluidos de nuestros cuerpos y era buena idea secarnos al sol en la toalla, donde nos tumbamos y yo llegaría a jurar que Sonia estaba tan desfallecida que se quedó dormida unos momentos.

Comimos unos sándwiches que habíamos cogido en el restaurante del hotel y jugamos a las cartas, después de unas horas decidimos volver al hotel a ducharnos y quitarnos la arena bien. Sonia tuvo un pequeño bajón debido al calor, así que decidimos que por la tarde plan tranquilo, iríamos al museo arqueológico y después a por un helado, a ella le encantó la idea, cogimos el coche y emprendimos la marcha. El museo era pequeño, pero tenía muchas cosas, Sonia recorría los pasillos leyendo cada letrero y cada historia, sonreía como una niña, sacaba fotos, me explicaba cosas, estaba en su salsa, ya se la veía mucho mejor, y el hecho de que hubiera aire acondicionado ayudaba y mucho.

Tras eso cumplí con la segunda parte del trato, fuimos a una heladería y la invite a un copazo de tres bolas con nata, siropes y chuminadas de colores, obviamente yo me pedí otra para mi, el helado no iba a medias, a ver quién de los dos conseguía terminárselo.

Le pregunté a Sonia por qué estaba tan callada y pensativa.

-Estaba pensando en lo que ha pasado en la playa.

-¿En cual de todo?

-¿Cuándo tengamos cincuenta seremos como aquellos?

-Ojalá

-Y ahora que lo pienso, tu me comes mucho el culo, pero yo a ti nunca.

-Nunca me lo había planteado. A mi me gusta y sé que a ti te encanta.

-Creo que quiero probarlo contigo.

-¿Y me lo dices mientras te comes una bola de helado de chocolate?

Sonia miró hacia abajo y vio su helado, me miró con seriedad y me dijo:

-¿De verdad que siempre tienes que comportarte como un crío?

Yo asentí con cara de tonto y me empecé a reír, ella se unió a mi en menos de cinco segundos. Comimos el helado tranquilamente y, ya que teníamos el coche decidimos ir a cenar a Villajollosa, otro municipio que estaba solo a media hora de allí.

Cenamos algo ligero y después paseamos un poco por sus calles bajo las estrellas, era una noche cálida, pero Sonia me recordó que el jacuzzi nos esperaba, que estaba .un caliente y quería follar de nuevo. A veces su exceso de sinceridad daba hasta miedo.

Arranqué el motor y cogimos carretera. Ella iba tranquilamente mirando por la ventanilla, pero cuando miré hacia abajo vi que tenía la falda algo levantada y se iba tocando.

-¿En serio no vas a llevar bragas nunca?

-¿Para qué? Si siempre me las rompes. Además, será de lo que llevas tu bajo el pantalón.

Era cierto, la mayoría de las veces que quedaba con ella no llevaba ropa interior para ahorrar tiempo.

Sonia sacó el móvil, me dijo que Laura le había enviado un WhatsApp de que iba a salir a tomar algo, Sonia le respondió que ella se iba a dar una ducha y a dormir, así cortaba un poco el tema, que Laura con el teléfono cuando cogía carrete no paraba y podía ser muy pesada, y más si se aburría.

-Bueno, puedes charlar con ella, aún tardaremos en llegar un ratito.

-Que le den, me estaba tocando y prefiero tocarte las narices a ti antes que a ella.

-Joe, pues ya podrías tocarme otra cosa.

Ella comenzó a sobarme el paquete mientras yo seguía atento a la carretera.

-¿Así por ejemplo?

Yo asentí con la cabeza mientras seguía mirando a la desierta carretera. Sentí cómo sus manos desabrochaban mi cinturón, el botón de mi pantalón y bajaba la bragueta. Noté sus dedos en mi rabo, acariciándolo como si fuera una mascota.

-¿Qué haces?

-Shhhhh, tu a la carretera.

Ella acariciaba abajo y arriba mi polla, que con ella cerca no necesitaba mucho para ponerse a tono, mis ojos eran ajenos a eso, estaba atento a la carretera, tenso, porque me gustaba, pero,  a parte de ser peligroso, estaba prohibido por motivos evidentes. Oí su cinturón de seguridad soltarse, y volver a engancharse antes de que la señal acústica subiera demasiado el volumen. Noté su boca húmeda en mi rabo, su lengua me lamia como si de un helado se tratara. Lo bueno era que la carretera estaba vacía y era prácticamente recto, mantenía el volante firme con mi mano Izquierda, mientras que con la derecha acariciaba una cabeza que subía y bajaba de mi polla. Su mamada era suave y pausada, para no fastidiar en exceso la conducción,  sentía el sudor caer por mi frente mientras luchaba por mantener el control de la situación, a la vez que sentía la punta de la lengua de Sonia dando golpecitos a mi glande.

Su cabeza subía y bajaba con mi mano apoyada en ella, menos mal que era recto todo, puesto que no me dejaba mucho espacio al volante, la situación era una locura, y bastante peligrosa, aún así tenía un morbo terrible, yo estaba como una moto, suspirando mientras ella rozaba mi tronco con sus paletas a propósito.

Finalmente tuve que echarme al arcén y poner las luces de emergencia porque llegaban curvas y no quería tener un disgusto, puse punto muerto y me dejé hacer, ella aumentó el ritmo y no tardé en echar la cabeza hacia atrás, cerrar los ojos y correrme. Sonia, como de costumbre, se tragó todo y me limpió el rabo con la lengua. Después se incorporó, se puso el cinturón y me dijo que prosiguiera mi camino como si no hubiera pasado nada, yo metí la velocidad y me incorporé de nuevo a la desierta carretera, de lejos se veía venir de frente un vehículo con luces azules.

-Estás como una cabra.

-Ahora me vas a decir que no te ha gustado.

-Me ha encantado, pero mira, viene la poli por ahí.

-Pues  menos mal que te has corrido antes, si no iba a ser curioso.

-Sobre todo porque ya iba haciendo eses y he tenido que parar.

-Anda calla, quejica, conduce.

Menos de un cuarto de hora después llegamos al hotel. Aparqué y Sonia en recepción pidió que nos subieran una botella de cava. La recepcionista nos sonrió y dijo que en unos minutos la tendríamos.

Entramos en la habitación y Sonia se fue a llenar el jacuzzi. Yo me descalcé y me quedé sentado en la cama. Sonó la puerta y al abrir estaba la propia recepcionista con un carrito en el que llevaba dos copas y un cubo de acero lleno de hielo con una botella de cava en el centro. Metió el carrito y yo me quedé observándola.

-Poco trabajo para que suba usted.

-No, a estas horas poco, entonces nosotras nos ocupamos del servicio.  Que la disfruten y se diviertan.

Sonrió de forma pícara, miró hacia el baño, donde se oía el agua y cogió la propina, cuando fue a cerrar, volvió a mirarme y cerró. Nada más oírse la puerta de la habitación, Sonia abrió la del baño, Sonia, completamente desnuda apareció ante mi.

-Esa puta no se iba.

-Y aquí la única puta soy yo.

-Tal cual.

Se abalanzó sobre mi y, mientras me besaba, agarró con las dos manos el cuello de la camiseta y pegó un tirón hacia cada lado, la camiseta se reventó con el sonido de la tela rasgada. El pantalón no me lo arrancó también porque no tenía fuerza, así que directamente lo desabrochó y ayudó a que cayera al suelo. Nos abrazamos desnudos y sentí su piel cálida cuando la besaba. Cogí la cubitera, ella las copas y nos fuimos al baño.

El jacuzzi estaba lleno por unas tres cuartas partes, ya lo había puesto a burbujear y todo. Sonia dejó las copas en un lateral y se metió directamente, yo dejé la cubitera y fui entrando poco a poco, porque no sabía qué temperatura tenía, a ella le encantaba ducharse con agua hirviendo, así que preferí la cautela. Al meter el pie vi que simplemente estaba tibia, por lo tanto me dejé caer dentro. Ella se acercó a mi y se sentó, yo la imité, dejamos que el agua nos cosquillerara el cuerpo, después de un rato estando quietos dejando que el agua nos moviera, estiré la mano y cogí la botella, quité el alambre y con ayuda del pulgar hice que el corcho saliera volando por la presión. Sonia me llamó la atención de que no rompiera nada. Me reí y llené las dos copas, le pasé una a ella y brindamos, nos sentíamos como dos ricachones despilfarradores, estuvimos divagando de cómo sería ese estilo de vida mientras el agua se movía y vaciábamos la botella. Cuando sólo nos quedaba media copa a cada uno y nada en la botella ya estábamos un poco perjudicados. Sonia se abalanzó a mis brazos y comenzó a besarme. Yo fui directamente a darle besos por el cuello y la clavícula, sabía que eso le encantaba. Nos revolcábamos en el agua abrazados mientras nos besábamos, en uno de los giros ella quedó debajo de mi y rodeó mi cuerpo con sus piernas, con una alzada de su pelvis mi rabo entró un poco dentro de ella, para mí eso fue una señal, presioné un poco para dejar que fuese entrando toda y ella suspiró. Con movimientos suaves fui bombeando su coño con mi rabo. Ella gemía y me besaba, no quería follármela de forma salvaje, esta vez habíamos el amor en el agua, un mete saca suave y constante en misionero en un jacuzzi.

Ella apoyada con la espalda en el borde no me soltaba de su abrazo, mientras recibía mi polla con gusto, yo me la follaba en silencio mirándola a los ojos, sonreíamos y de vez en cuando nos besábamos, cuando vio en mi cara que ya me venía aumentó su presa sobre mi con sus piernas. Con un suspiro suave me corrí dentro de ella y dejé mi polla dentro. Nos besamos durante un buen rato abrazados. Después nos separamos, cogimos las copas y brindamos.

-Por más veces como esta.- Dijo ella.

Yo asentí y bebimos lo que quedaba, le pregunté si quería que pidiese otra y ella dijo que mejor no, que si no no saldríamos de allí de la borrachera. Tenía razón, porque yo ya notaba una ligera niebla en mi cabeza a consecuencia del vino espumoso.

-¿Sabes que me apetece hacer?

-Viniendo de ti, cualquier cosa.

-Quiero probar lo que te he dicho antes, nunca te he comido el culo.

La miré a los ojos fijamente, cuando lo dijo pensé que estaba de broma.

-¿Estás segura?

-Quedará entre tu y yo, no afectará a tu hombría que te guste si te hago cosas en el culo.

No era por eso, solo que nunca lo había contemplado, sin embargo, sí que era cierto que el planteamiento tenía morbo, no sabía ni qué decirle, así que asentí con la cabeza y ella me propuso cómo debía colocarme.

Me levanté, puse un pie en el borde de la bañera y flexioné la otra pierna para que mi culo quedase cerca del agua.

Sonia se acercó por detrás, noté sus dedos separando mis tensas nalgas, me susurraba que estuviera tranquilo, que me relajase, yo obedecí, sentía su lengua lamiendo mis huevos y mi perineo desde detrás, su músculo húmedo pasó por encima de mi ojete, lo sentía húmedo y caliente, sentía su aliento en mi agujero. Me estaba poniendo muy cerdo, Sonia chupaba con fruición mi culo, metiendo de vez en cuando la punta de la lengua, y me acariciaba los huevos, subiendo su mano hasta mi polla.

Yo estaba gozando, su lengua entró hasta dentro y volvió a salir, repitió esta operación un par de veces y después dejó la lengua dentro, mientras el frote suave de mi polla empezaba a ser paja. Sonia lamía y lamía, dejando mi culo ensalivado, tanto que no sentí entrar su dedo. Noté la yema de su dedo presionando mi próstata, era una sensación extraña, me gustaba, me provocaba una oleada de placer y al mismo tiempo me llegaba un cosquilleo en el estómago. Sonia sacó el dedo, lo chupó y volvió a meterlo. Solté un gemido, el dedo entraba y salía con suavidad, ella se  coló entre mis piernas y se puso a lamer mi rabo, miré hacia abajo, chupaba mi capullo, mientras con una mano me pajeaba el tronco y con la otra me metía un dedo. Volvió a sacar el dedo de mi culo, lo chupó mirándome a los ojos con cara de golfa, se metió un segundo dedo en la boca y lo babeó bien.

Al volver a insertar los dedos, en plural, en mi culo aceleró la paja, metió los dedos con fuerza, apenas dolía, pero me estaba dando un gusto increíble. Sonia me sonreía mirándome a los ojos mientras me machacaba la polla con la mano y me daba un mete saca muy burro en el culo.

-Vamos, eso es, disfruta, córrete, eso, vamos, te quiero, vamos, córrete, que sé que te gusta, disfruta, soy tu guarra y lo sabes, dame tu leche.

Los dedos de mi culo se clavaron en mi interior, provocó un latigazo de placer, que se unió a la paja, vi el primer chorro fue de su labio superior hasta la frente, dejando un rastro en su ceja. El segundo chorro cayó en mitad de su sonrisa y en su ojo, que quedó cegado del todo con un último lefazo.

Sonia me miró con su ojo libre y me instó a que me acercase a ella, cosa que hice encantado. Rodeó mi cuello con sus brazos y me besó. Sus labios tenían mi leche espesa y caliente, la saboree cuando nuestras lenguas se juntaban. Caí agotado en el agua y dejé que las burbujas acariciasen mis pelotas mientras veía a Sonia pasarse un dedo recogiendo todo el semen y llevándoselo a la boca, repitió la operación varias veces mientras me sonreía. Cuando terminamos de relajarnos vaciamos la bañera y nos fuimos a dormir, cosa que hicimos abrazados y desnudos.

Al día siguiente volvimos a desayunar en la terraza. Sonia no tenía muy buena cara, así que decidí suspender las actividades y emprender el viaje de regreso.

Sonia insistió que estaba bien, que solo era mal cuerpo, yo le dije que al día siguiente, lunes, tendría que ir al médico, que lo mismo había pillado algún virus o algo, que no era normal, ella finalmente aceptó. Mientras volvíamos vi que su rostro se tornaba triste, casi a punto de llorar.

-Eh. ¿Qué pasa?

-Siento haber estropeado el fin de semana.

-No has estropeado nada, has adelantado la vuelta tres horas.

-Ya, pero…

-Pero nada, cállate, esto vamos a hacerlo más a menudo, porque vamos a hacer cambios tu y yo, así que por un día no pasa nada. Lo importante es que tu estés bien.

El resto del camino lo hizo dormida, procuré parar lo menos posible para ahorrar tiempo.

Cuando llegamos a su portal vi que la farmacia de la esquina estaba abierta, le pregunté si quería algo, ella me dijo que con acostarse y descansar le bastaba, tampoco quiso que la ayudase a subir su maleta, la dejé en paz, ella me dio un beso, una caricia y se metió en el portal.

Yo conduje hasta casa, saqué la maleta y, ya en el ascensor, le mandé un mensaje a Sonia de que ya había llegado. Abrí la puerta. La casa estaba en silencio, dejé la maleta en la entrada y fui a la cocina, donde me bebí un vaso de agua. Oí un crujido y una especie de susurro, venía del dormitorio, me imaginé a Laura echándose la siesta y hablando en sueños. Me dirigí hacia la habitación y descubrí el pastel: Laura desnuda a cuatro patas,  mientras un mulato con una polla como mi antebrazo se la follaba, los dos pararon y me miraron.

-¿Qué coño es esto?

No alcancé a decir nada más. La escena me impactó, pero tampoco me sorprendió. Eso explicaba algunas cosas que pasaban en el último año y medio. Hablando de explicaciones, yo no quería ninguna, así que me volví a la entrada, cogí mi maleta, bajé al coche y arranqué para vagar sin rumbo un instante.

No sabía ni dónde ir, al rato recordé las llaves de casa de Sonia, abrí la guantera y ahí estaban. Conduje hasta allí y metí el coche en la parcela y subí en el ascensor.

Cuando entré en casa de Sonia me la encontré sentada en la cocina, tenía mejor color, pero tenia unas leves ojeras, andaba mirando al vacío, a una ventana al exterior como si mirase a la nada, de hecho ni se inmutó al verme abrir la puerta.

-No te lo vas a creer. Llegó a casa y me encuentro a Laura con un tío en la cama que le está metiendo una polla del tamaño de un extintor, y encima negro, bueno, medio negro, mulato o así, no te jode con la señora racista que encima...¿Qué?¿Qué pasa?¿Estás bien?¿Me has escuchado?

Sonia se levantó de la silla, llevaba algo parecido a un bolígrafo en la mano, era blanco con un acabado de color azul como los…, miré hacia la papelera, estaba abierta, había una bolsa de papel de la farmacia y una cajita vacía de un test de embarazo.

Volví a mirar a Sonia a los ojos.

-Estoy embarazada.

Hizo un leve giro con la cabeza y me miró de nuevo con una media sonrisa, pero con gesto preocupado.

-Es tuyo…Nuestro…