Amiga de mi hermana

Me aprovecho de la amiga de mi hermana.

AMIGA DE MI HERMANA

Domingo, diez de la mañana. ding, dong suena el timbre de la puerta de entrada de Isabel. Con el móvil en una mano y una bolsa con algunas herramientas en la otra, espero que se abra la puerta. Tras una corta espera y comprobación através de la mirilla, la amiga de mi hermana mayor abre la puesta luciendo una gran sonrisa de bienvenida.

Mi hermana y su amiga van juntas a todos los sitios,  se avienen mucho coincidiendo ahora en su momento vital, ambas tienen alrededor de los cuarenta y se han divorciado recientemente.

Gracias a la medicación de mi hermana voy a instalar la depuradora de agua, que según el comercial del Leroy uno mismo se lo puede montar, pero que Isabel ha decidido que es misión imposible tras ver el lio de tubos, llaves y depósitos.

Enseguida me pongo a la tarea. Ella me ayuda desalojando el armario. Antes de colocar los depósitos debo colocar el grifo, me tumbo bocarriba dentro del armario y le pido que mantenga el grifo sujeto mientras atornillo desde abajo. Estoy en la posición ideal para verle la entrepierna y si se acerca un poco, las bragas.

Está tan inmersa en la tarea que estamos haciendo y tan pendiente de ayudarme en todo lo que le pido que no se da cuenta que cada vez que miro hacia donde esta me topo con la visión de su entrepierna y me gusta mucho ver como se le mete la braguita por la rajita.

Mientras trabajo la conversación va saltando de un tema a otro sin una intención visible, aunque las preferencias de ella se centran en saber detalles personales de mi vida, y a mí me interesa saber sobre su vida de casada.

Cuando terminé de montar el depurador y tras hacer correr el agua, Isabel esta tan contenta que me abraza efusivamente y me da sendos besos. Animada por mi éxito me propone arreglar un grifo que gotea. Mientras lo hago se da cuenta que me he manchado la camiseta al trabajar dentro del armario. Se siente obligada a buscar una solución y frota con un quitamanchas.

Con mucha naturalidad me la quito y se la dejo que la limpie con comodidad. Luciendo el torso desnudo me acerco y le pregunto si puedo hacer algo más por ella. Pone una mano en mi antebrazo y la otra sobre el pecho mientras que elogia lo fuerte y musculado que estoy. Está resultando mucho menos tímida de lo que me esperaba.

  • “Tengo un grifo que pierde. Lo he apretado todo lo que puedo pero el sigue goteando”

Después de poner un poco de teflón y apretar de nuevo el problema queda resuelto. Como muestra de agradecimiento me vuelve a abrazar sin perder la oportunidad de sobarme nuevamente. Le gusta lo que ve y no duda en dar rienda suelta a sus manos.

A mi Isabel me cae muy bien, y cada vez me atrae más la idea de hincarle el diente a una regordeta tan bonita y salada.

La petición final es si le puedo cambiar la contraseña al router ya que no se fia de su ex. En un par de minutos el problema queda resuelto. Ella me mira agradecida y admirada y parece decir con sus ojos que me quiere compensar la ayuda recibida con aquello que yo le pida.

  • “Me ha dicho mi hermana que bailas muy bien, me podrías enseñar”. “Bailemos un poco”.

Isabel acepta la sugerencia y nos ponemos a bailar. Nuestros cuerpos van y vienen entrando en contacto de forma acompasada. Veo como le gusta pasar su mano por mis brazos, mis hombros y también por mi pecho. A mi me encanta sentir sus hermosas tetas apretadas contra mi, y su redondeada cadera dándome restregones en el paquete.

Animados por el ritmo y por el roce de nuestros cuerpos, buscamos el contacto de los labios hasta terminar en un apasionado beso. Hacemos una pausa para que ella se quite el batín. Se queda en bragas y sostén. Isabel es una gordibuena que me atrae como un potente imán a un alfiler.

Bailamos, y mientras nuestras bocas se buscan con pasión. Las manos de ella aprietan mi cuerpo musculado y las mías se deslizan suavemente sobre su piel de seda.

Pasan los minutos y lo disfrutamos mucho, hasta que ella se separa, me da un besito en los labios y desaparece por el pasillo.

Tras un instante de duda voy tras ella. La encuentro sobre la cama boca abajo. A mí me parece que está sollozando muy contenidamente. No comprendo bien lo que sucede pero quiero darle mi aprecio.

En silencio me acerco, me siento en el borde de la cama y me inclino sobre ella para darle un beso en el hombro. Después de éste vienen otros, y a continuación mi mano se posa sobre su piel tan levemente que casi no hay contacto. A medida que las caricias se van repitiendo se relaja y experimentas las agradables sensaciones que tanto deseaba. Supongo que la triste sensación de sentirse sola se ha tornado en sentirse apreciada y deseada por una persona como yo.

Después de recorrer con mi mano toda la espalda y piernas, deshago el sostén y la animo a ponerse de medio lado. Es entonces cuando empiezo a acariciar su pecho, su vientre y su cadera. Tiene una piel de seda, sin ningun vello con lo que la mano se desliza tan delicadamente que parece que no está en contacto.

Tras unos instantes de amor tántrico, la despojo del sostén y las bragas, la pongo bocarriba con las piernas flexionadas y separadas para que me pueda mostrar su bonita rajita. Ésta está completamente rasurada, limpia y bonita como la de una muñeca pepona. Le paso la mano por encima, por los muslos y el bajo vientre como si quisiera reconocer todo el terreno donde el placer se concentra.

Meticulosamente y con la parsimonia de quien sabe que el camino es tan importante como el destino, le acaricio el guisante que tiene guardado por sus dos carnosos labios. Las caricias son largas y variadas, tanto que creo que ni ella misma conocía que pudieran tener tantas variantes. Algunas veces dibujo con el índice el contorno de la raja hasta llegar al ano, para luego ir subiendo poco a poco separando levemente los labios. En este camino ascendente me entretengo en introducir los dos dedos medios en su vulva para de el néctar que se acumula salga, moje mis dedos y se reparta por toda la vulva.

Después con la suavidad que da esta miel que lo empapa todo, vuelvo a su botoncito que espera con espasmos entrecortados las nuevas caricias. Con los dedos índice y pulgar separo los grandes labios para dejar a la vista tu botoncito. Está tieso y brillante, en espera impaciente a mis caricias.

Ahora le toca a la lengua entrar en acción, y tras la primera lamida se le escapa un gemido grande de satisfacción y de deseo. A continuación vienen lamidas y chupetones en todas las intensidades y direcciones.

Sus caderas entran una constante sacudida. Toda la vulva se abre para dar salida a la erupción de calor que viene de su alma. Mientras le sigo chupando y lamiendo le introduzco poco a poco dos dedos en la vagina. Cuando ya están dentro los muevo lentamente de forma alternativa y también retorciendo la mano, para acariciar desde dentro el garbancito que me estoy comiendo por fuera.

Isabel se mantiene con las piernas abiertas dejando accesible toda la entrepierna e incluso mantiene los pies en el aire para mis dedos y boca puedan llegar hasta el último rincón.

Los labios exteriores han crecido, se han vuelto flexibles y maleables. Al pasar la mano por encima se separan con facilidad dejando al aire los labios interiores mostrando la vulva sonrosada recubierta de sabrosa miel. Con mucha delicadeza continuo con las caricias, tanto frotando el clítoris con los dedos como estrujándolo entre mis labios. De vez en cuando para recuperar el aliento, le pongo una mano sobre el vientre mientras la otra trabaja en un mete y saca que la transportan a otro nivel del placer.

El flujo de néctar que fluye de su chochete no cesa. Yo lo restriego y reparto por su pubis, en medio de la raja del culo y la parte interior de sus muslos. Luego vuelvo a la carga y meto los dedos frotando en donde más gusto le da. Finalmente explota y se produce una avenida de líquido en medio de una rápida sucesión de contracciones y gemidos que pregonan que ha tenido un rico orgasmo.

Deverano.