Amiga de la uni

Un sabado cualquiera al volver a casa cambian los planes gracias a una amiga de una amiga de mi amigo

Discurría un sábado como cualquier otro, cuando nos metimos en el último bar antes de que cerraran todos los locales de la ciudad y nos tuviéramos que ir a dormir. Una vez dentro un miembro de la cuadrilla se encontró con una compañera de la universidad y nos la presentó, tanto a ella como a sus amigas. La verdad es que en ese momento no les presté la menor atención porque los colegas estábamos manteniendo un debate trascendental, apropiado para el nivel de alcohol que llevábamos.

Una vez que el bar cerró, empezamos a despedirnos para ir cada uno a su casa. En ese momento una de las amigas de la compañera de la uni se me acercó y me comentó que vivíamos en el mismo barrio, para preguntarme a continuación si me importaba que fuéramos andando juntos que le daba un poco de miedo ir sola. Como me daba igual empezamos a caminar juntos dirigiéndonos a nuestras casas.

La chica, que se llamaba Miren, me contó que no era de la ciudad y que estaba allí estudiando en la universidad y que vivía en un piso compartido. Nos pasamos todo el camino hablando de cosas superficiales y riéndonos bastante; la verdad es que la chica era simpática; guapa no era guapa, pero era muy graciosa.

Cuando llegamos a su portal me disponía a despedirme cuando me sorprendió la invitación de Miren para que subiese a su piso a tomar la última; y como no se decir que no a una chica, entramos en el portal. Mientras esperábamos al ascensor me sentía nervioso porque no sabía si Miren quería tema o simplemente querría seguir charlando agradablemente conmigo. La llegada del ascensor detuvo mis pensamientos y nos introducimos en él. Como me coloqué junto a la botonera, Miren se inclinó hacia mí para pulsar el 5 y al girarse, me miró y como entreví ojos de lujuria decidí atacar.

El problema es que ella había pensado lo mismo y en vez de besarnos nos dimos un cabezazo de miedo. Ante la comicidad de la situación nos dio por reír y frotándonos la cabeza ascendimos al quinto. Una vez en su piso Miren se dirigió a la cocina, sacó un par de cervezas del frigorífico y me invitó a pasar a su cuarto.

Sentados en la cama encendí un cigarro y se lo ofrecí. Miren, a su vez, bebió un sorbo de cerveza y me la ofreció. Nos quedamos mirándonos y nos dio otro ataque de risa. Pero esta vez en cuando terminaron las risas empezamos a besarnos con lujuria.

Los dos sentados en la cama nos besábamos mientras las manos de ambos se removían con frenesí buceando bajo la camiseta del otro. Con cuidado acerqué la mano a su pecho por encima del sujetador y Miren tras un primer estremecimiento soltó un gemidito que me animó a continuar. Las manos de ella tampoco se quedaban quietas y cuando se cansó de acariciarme el pecho empezó a acariciarme el paquete por encima del pantalón.

Estuvimos un rato así, acariciándole los pechos por encima del sujetador y ella frotándome el paquete cuando al darnos cuenta de que sobraban las camisetas decidimos quitárnoslas. Miren además me regaló un espectáculo visual soltándose el sujetador; permitiéndome contemplar un par de tetas bastante bonitas, no eran grandes, pero se le veían muy redonditas y con los pezones en punta. Continuamos morreándonos y acariciándonos hasta acabar tumbados sobre la cama.

Yo de vez en cuando dejaba de besarla y bajaba la cabeza para besarle los pezones. Esto provocó que Miren, excitada como estaba ,me empezase a soltar el pantalón. Decidí que yo quería hacerle lo mismo a ella y nos hicimos un lío de narices; provocando otro ataque de risa.

Miren todavía riéndose se puso de rodillas sobre la cama y se dispuso a quitarse ella misma sus pantalones, yo la imité con los míos. Como ella se había quedado en braguitas decidí dejarme puestos los bóxer y volvimos a abrazarnos morreándonos y metiéndonos mano sin parar.

Metidos como estábamos en faena empecé meterle la mano por dentro de las braguitas a lo que Miren contestó bajándome un poco los bóxer para sacar mi miembro tieso como una vela. Riéndonos por lo a gusto que estábamos y un poco por el pedo que todavía llevábamos, empezamos a masturbar cada uno al otro esperando a ver quien se corría primero.

Miren me tenía la polla agarrada y la subía y bajaba con firmeza, pero con mucha delicadeza con lo que me estaba produciendo un gusto tremendo. Yo le introducía los dedos en la vagina consiguiendo que se excitase pero ella se estaba dando cuenta que esta batalla la ganaba sin dudar.

Efectivamente de repente noté como la leche me quería subir de los huevos a la polla y Miren riéndose aceleró el movimiento mientras me daba un morreo solo con lengua que hizo que me corriese en su mano. Miren no paró de besarme y de mover la mano hasta que me vació. Después mientras se limpiaba la mano con un pañuelo, sonriendo, me dijo:

  • He ganado ¿Cuál es mi premio?

Estábamos tumbados en su cama y aunque me acababa de correr la risita de Miren me picó. Me di la vuelta poniendo la cabeza en los pies de ella y empecé a besarle las piernas empezando por los tobillos para ir subiendo poco a poco. Estaba tumbado junto a ella cuando llegué a sus braguitas. Con un rápido gesto Miren se las quitó dejándome el camino expedito. Poco a poco fui comiéndome ese coñito que pedía guerra, mientras, Miren gemía junto a mí. Introduje la lengua buscando su clítoris y cuando lo encontré no le di tregua. Lo que no esperaba eran los arañazos con los que Miren me animaba a continuar. Era tal la excitación que tenía que empezó a gritar.

  • Así, así Juan, No pares, No pares.

Me estaba poniendo tan cachondo que noté como la polla se me iba poniendo tiesa de nuevo. Miren que también se dio cuenta la agarró y se la metió en la boca chupándola mientras seguía gimiendo. Como notaba que le faltaba poco para correrse empecé a chupar con fuerza mientras empecé a acariciarle el ano con los dedos. Notaba como Miren se metía mi polla en su boca una y otra cada vez más rápido, y cuando creí que ella estaba a punto de correrse le escucho decirme.

  • Juan espera, quiero hacer el amor contigo. Por favor. Fóllame.

No deseaba escuchar otra cosa, me giré y observé como Miren estirando un brazo sacaba un preservativo de la mesilla. Los dos de rodillas empezamos a reír nerviosos y excitados mientras me colocaba el condón.

  • ¿Cómo quieres hacerlo? - le pregunté.

  • Como tú prefieras, pero con la condición de que cuando te corras tenemos que estar mirándonos.

  • Vale entonces date la vuelta. - le indiqué

Miren se colocó a cuatro patas y me mostró su culito, la agarré por las caderas y acerqué el miembro a su vulva. En cuanto la puntita tocó la vagina de Miren esta empujó para atrás clavándosela hasta el fondo. Empezamos entonces a bombear los dos. Yo le agarraba por las caderas y ella se agarraba al cabecero de la cama mientras no paraba de gemir y decirme.

  • Empuja, Juan, más fuerte, Así, así, sigue, sigue.

  • Tú también aprieta, aprieta. – le respondí

Y vaya si apretaba, con cada embestida se clavaba la polla hasta el fondo y su culito se estampaba en mi ingle. Empujaba y empujaba. Sintiendo el culo de Miren apretándose contra mi ingle y ecuchándola gemir como una loca; notaba como me volvía a subir el semen a la polla y decidí cambiar de postura para no correrme enseguida.

  • Miren gírate que quiero verte.

Ella se tumbó boca arriba recibiéndome nerviosa. Me lancé sobre ella y se la volví a clavar hasta el fondo. Miren cruzo las piernas amarrándome con ellas mientras colgando los brazos en mi cuello me besaba con pasión. Encima de ella yo seguía metiéndola y sacándola cada vez más rápido. Mi amante me animaba a continuar penetrándola con fuerza y movía sus caderas para recibirme con mayor intensidad. Observé que Miren cerró los  ojos y detuvo nuestros besos para gemirme.

  • Juan, me viene, me viene. Más fuerte. Más fuerte.

Después de gritarme así soltó la tenaza de sus piernas y las levantó hacia el techo para aumentar la profundidad de mis embestidas. Aproveché para incorporarme un poco y agarrándole de una pierna comencé una serie de embestidas fortísimas que le provocaron el orgasmo.

Seguí empujando hasta que se corrió del todo, pero yo todavía no había terminado, lo cual era normal por el alcohol ingerido y la anterior corrida. Miren me miró lujuriosa e hizo que nos diésemos la vuelta colocándose sobre mí.

Tumbado en su cama boca arriba la esperaba con ansia, pero Miren decidió hacerse esperar. De rodillas acercó su coñito a la punta de mi miembro y empezó a jugar con él como si no se lo queriese meter. Cuando pensé que no podría aguantar más empezó a introducírselo poco a poco. Una vez con la polla dentro comenzamos a movernos despacio, gozando con nuestro contacto mutuo. Miren, de nuevo, cada vez más excitada y yo a punto de reventar fuimos aumentando el vigor de los movimientos.

  • Juan, ya tardas en correrte. – se burlaba mientras sus tetas botaban ante mí.

  • Tú sigue así, que ya no puedo mucho más. – le respondí.

Entonces Miren se agachó y dándome un morreo me animó a que terminara de una vez. Le agarré por el culo y se lo subía y bajaba a toda velocidad. Notaba ya que mi orgasmo estaba próximo, y se lo dije a Miren.

  • Miren me vengo, me voy a correr.

  • Venga, venga termina, Que no puedo más.- Me contestó

Con un último esfuerzo apreté a Miren contra mí y descargue todo mi semen en ella. Miren se estremeció sobre mí y me morreaba mientras disfrutábamos de la corrida. Cuando terminamos, nos relajamos tumbados en la cama. Recuperamos nuestras cervezas y nos encendimos un cigarrito.