Amiga de la familia

El regreso de una vieja amiga de la familia, despues de varios años, coincidio con mi visita al pueblo, y la ausencia de mis parientes que habian salido a comer a la montaña...

En el tren, lleno hasta la bandera de gente, parasoles, pelotas de playa y colchonetas, como cada día de este pasado verano, hasta finalizar mi trayecto, en el pueblo de mi madre para visitar a la familia. Como cada vez anterior recorrí el camino hasta la casa, pero esta vez no contesto nadie.

Ya dispuesto a irme vi aparecer a una mujer desconocida para mí en la casa de al lado, esta se dirigió a mí y la verdad es que algo me sugerían sus rasgos pero era incapaz de localizarla. Era Matilde, una antigua amiga de la familia que había pasado algunos años en Argentina, y había regresado. Unos 45 años, morena de larga cabellera, de rasgos felinos y algo rellenita, había cambiado respecto a mis recuerdos pero seguía siendo ella. Mi familia, decía, estaba en la montaña comiendo, pasarían allí el día.

Tras una charla algo trivial me despedí para dirigirme hacia el camino de la montaña, pero ella me detuvo cogiéndome por el brazo, diciendo que tardaría mas en llegar que en esperar a que bajaran ellos, y me invito a tomar algo. Accedí y me tomo de la mano, nos dirigimos a la casa, y dándome una palmada en el culo me hizo pasar. Me lo tome como confianza y nada mas, y la acompañe a la cocina a preparar algún refrigerio. Ella iba vestida tan solo con un camisón playero y unas sandalias, a estas se deslizaba mi vista sin que yo pudiera evitarlo. Matilde hablaba sin parar mientras hacia lo posible por rozarse, se agachaba delante de mí sin necesidad... Bonita confianza. Me pregunto por mí y poniendo las manos en mi pecho me dijo que había crecido fuerte, siguió charlando y deslizo su mano hacia mi trasero, sonriéndome como esperando a que dijera algo. No lo hice, y seguimos hablando mientras me magreaba el culo a placer.

Ya en el comedor encendió la tele y nos sentamos en el sofá, ella se sentó con un pie descalzo encima del sofá al lado de mi pierna, de manera que podía ver el color de sus braguitas. Matilde preguntaba acerca de mi vida mientras movía sin cesar los dedos del pie descalzo, casi rozando mi pierna, y notando como mis ojos no cesaban de moverse. Instintivamente mi mano se deslizó a su pie y comenzó a acariciarlo, Matilde no se inmuto y siguió hablando, mientras descalzaba el otro y me lo ponía al alcance. Continué masajeando solo el primero, ella se recostó mas de lo que ya estaba y quito su pie derecho de mis manos, lo apoyo en mi hombro al lado de mi cara y coloco el izquierdo entre mis piernas. Ahora el otro me dijo, y el masaje continuo mientras ella hablaba y sonreía, tocándome la cara en ocasiones con el pie derecho.

Matilde se levanto, se calzo sus sandalias, me dejo caer un beso en los labios y se dirigió de nuevo a la cocina. Volvió con los vasos llenos de nuevo y un par de calcetines en la mano, le pregunte por ellos y solo me dijo que eran calcetines sucios. Dejo los vasos en la mesa, me pidió que me levantara y sin mas aviso comenzó a desnudarme. Me aparte un poco sorprendido y Matilde me dijo que no fuera bobo, se acerco y siguió desnudándome. Desnudo totalmente y sin saber que decir vi como ella me acostaba en el sofá, se bajaba las bragas y se ponía encima de mí. Enfundo mi pene ya erecto en uno de los calcetines y me pido que le comiera el culo, que la volvía loca. Empezó a masturbarme y a acercar su entrepierna a mi cara, se irguió un momento, me miro a los ojos y se sentó en mi cara, poniéndome el culo en la boca.

Lo lamí a conciencia mientras Matilde me masturbaba con una mano y apretaba mis testículos con la otra, ella se restregaba contra mi rostro y le daba con mas fuerza, gimiendo y apretando mi cabeza contra su culete con los pies. Me pidió que la avisara cuando fuera a correrme, y siguió apretando su culito contra mi cara mientras mi lengua se deslizaba dentro. Apretaba mis testículos de manera que mi semen no llegaba a subir, aunque lo intentaba, y seguía masturbando mi pene con el calcetín puesto, de manera que comencé a notar que reventaba sin poder hacerlo.

No sé cuanto tiempo estuve entre sus piernas mientras ella me trabajaba, cuando ni sus manos apretando podían contener mi explosión la avise, ella se echo para adelante y poniendo los pies a la altura de mi cara me pidió que le chupara los dedos gordos ; los introdujo a la vez en mi boca mientras no cesaba de acariciar mi pene con las dos manos, hasta que no pude mas y me corri como una bestia dentro de su calcetín sucio, mientras Matilde metía y sacaba los dedos de sus pies en mi boca.

Durante un rato seguimos así, ella acariciando mi entrepierna y yo lamiendo sus piececitos, después la normalidad se apodero de todo de nuevo, mi familia bajo al anochecer, ambos cenamos con ellos y ahí se acabo todo. Pero creo que el próximo verano, mis visitas al pueblo aumentarán.