Ambulancia caliente

Una enfermera pudorosa se desata junto a sus compañeros de trabajo. La mujer termina convirtiéndose, muy a su gusto, en un gran puta.

Como enfermera de regular éxito trabajo para una empresa de emergencias; es decir, soy de las que andan subidas a una ambulancia dispuesta a salvar la vida de algún paciente. Muchas veces estamos abarrotados de trabajo, en especial cuando hay luna llena: los pacientes parecen "atacarse" todos juntos. Muchas otras, ninguno se enferma y quedamos en la central de la empresa esperando algún llamado. Sin embargo, en ciertas ocasiones el jefe nos sugiere "ir a gastar nafta", esto es, salir de rotation en la ambulancia, con la sirena encendida y a velocidad media. La finalidad de esto no es mas que el autobombo, o lo que es lo mismo hacer publicidad a través de la propia ambulancia que lleva carteles de la empresa. Parecerá un gasto superfluo de dinero pero hoy día las estrategias de marketing, según el jefe, son cada vez mas truculentas.

Cierta tarde salimos rumbo a una emergencia junto a mis dos compañeros de trabajo: Arturo y Sebastián. El primero es un médico al que asisto en los casos en los que hay que hacer electros y otras cosas, y el segundo es el chofer de la ambulancia. Arturo, ex jugador de rugby, tiene un cuerpo poderoso, no es gordo pero sí muy grandote, atractivo y siempre he sentido atracción por él. Como yo, es casado y lleva el estigma de mujeriego. Lo peor de todo es que el hombre, de unos 45 años, también tiene fama de indiscreto pues suele contarle a sus compañeros todas sus conquistas amorosas sin escamotear el mas mínimo detalle. Y yo siempre creí los rumores que llegaban a mis oídos acerca de sus infidelidades ya que tiene muchos atributos con los que atraer a las mujeres.

Desde que lo conocí se encendieron mis lucecitas de alerta ante semejante pedazo de hombre. Y no era la única, casi todas las muchachas de la empresa se alborotaban ante su presencia. Claro que siempre pensé estar a salvo: como mujer casada, no cabía en mi cabeza tener una aventurilla con él. A pesar de eso tuve excitantes fantasías que lo involucraban, -¿qué mujer no las tendría?- y hasta he soñado que me lo cogía, pero nunca había pasado mas que de jugar un poco con la imaginación y el deseo.

Ya que estamos con las descripciones sigamos con la mía. Soy una mujer normal, de 28 años, y lejos estoy del prototipo de la enfermera gorda, arisca y con el pelo estirado y recogido en un rodete. Soy muy femenina y coqueta y tengo un aspecto mas bien frágil pero con una personalidad espontánea y fuerte que me ha permitido decir siempre lo que quiero y pienso. Mi cuerpo es bonito, el que me gusta mostrar en su medida y armoniosamente.

Como decía, aquella tarde en que empezó todo salimos rumbo a una urgencia. Arturo, 24 años, amante de la velocidad -que mejor que el puesto de chofer de ambulancia- y soltero, manejaba como poseso rumbo a una paciente joven con probables problemas de corazón. Llegamos en un santiamén, a fuerza de cruzar semáforos en rojo, y encontramos a una bella joven con el cuerpo completamente crispado, las extremidades acalambradas y gritos de ahogo que luchaban por salir de su boca. Enseguida me dispuse a preparar los elementos para el electrocardiograma. No voy a entrar en detalles técnicos pero la cuestión es que la muchacha lejos de tener problemas cardíacos estaba manifestando algún brote histérico. Arturo le dio una pastilla para tranquilizarla y le sugirió a los familiares que visitaran un psicólogo pues estaba en perfectas condiciones físicas. Ya dentro de la ambulancia Arturo comentó que jamás había visto semejante crispación en las extremidades y que no podía creer de lo que era capaz de hacer la mente.

Y encima semejante yegua....

Si, estaba para el crimen, dijo Sebastián.

No pude evitar que se me parara. Cuando le puse los electrodos le toqué un poquito las tetas que no estaban para despreciar.

Sos un hijo de puta

Se reían a carcajadas como si yo no estuviera presente y me indigné un poco:

Que falta de ética profesional

No seas infantil, o te pensás que los médicos somos santos? Antes de médicos somos hombres.

Pobre chica.

Esa necesita una buena cogida y se le pasa toda la histeria. Te lo aseguro.

Siguieron riéndose como si nada y sentada en el medio de los dos vi como Arturo ponía la mano encima de su paquete. Disimuladamente miré hacia su entrepierna y el muy guarro rozaba uno de sus dedos en lo que imaginé una verga tan gigante como el resto de su cuerpo. Yo no quería mirar pero no lo podía evitar y seguí con la cabeza apuntando al frente pero con los ojos torcidos y bajos para no perderme detalle de su franeleo. Me reprimí y saqué los ojos de la visión, no fuera cosa de que Arturo me descubriera espiando aquella guarrada. El siguió dándole, podía sentir como rozaba mi brazo al toquetearse la verga en movimientos pequeños. No es que se estuviera haciendo una paja demencial, no, solo rozaba uno de sus dedos por encima del pantalón como gozando un poco de su erección y jugando con ella. Empecé a hablar con Sebastián de cualquier boludez para olvidarme de que Arturo seguía rozando mi brazo en sus movimientos. En algún momento sentí su mirada en la nuca y ahora, además de seguir con lo que estaba haciendo también rozaba su pierna con la mía. Las fui cerrando de a poco para evitar el roce pero él no se detuvo: siguió abriendo las suyas cada vez mas. Sebastián hablaba de su próximo fin de semana y yo, sentada en el medio de los dos en aquella cabina, empecé a inclinarme hacia el lado del conductor. Estaba un poco incómoda ante la situación pero imágenes de su verga parada se paseaban a cada rato por la mente. Hasta imaginé que yo le ponía la mano en la verga, que se la sacaba afuera, la chupaba y lo pajeaba hasta hacerlo acabar. Me calenté un poco y tuve suerte de que enseguida llegáramos a la empresa. Todo el suceso y mi propia imaginación me estaban mortificando y agradecí la oportunidad de salir de aquella cabina. Sebastián bajó rapidísimo y Arturo dijo:

Te hubiera gustado tocarla, no?

La pregunta me tomó de sorpresa pero enseguida pude reaccionar haciéndome la desentendida.

Que? Qué cosa?

No te hagas la tonta. Vi tus ojitos como se desviaban. Te pusiste colorada y hasta podría afirmar que te calentaste y todo.

No se de lo que me hablás.

Tu cuerpo despedía un calor.....

Tragué saliva y aceleré el paso. El apuró el suyo y en un susurro acotó:

Me hubiera encantado que tu mano hubiese estado sobre mi verga. El calor que despedía tu cuerpo me puso loco y ahora mismo me gustaría un buena chupada de esa boquita roja que tenés.

Estaba a punto de darle un cachetazo cuando el jefe llamó a Arturo para otra emergencia. En esta yo no acudiría pues solo iba en casos de problemas cardíacos, de modo que me quedé en la empresa con el suficiente tiempo para pensar acerca de lo sucedido. Estaba indignada por su atrevimiento pero no podía negar que todo lo que había dicho era cierto. Con el paso de los minutos la indignación fue cediendo pero la calentura parecía envolverme cada vez mas. Imágenes de su verga siendo chupada por mi boca me pasaban por la cabeza sin que pudiera controlarlas al tiempo que sentía mojarme un poco mas en cada visión. Trataba de evitar todo eso pero mientras mas fuerza hacía para obviarlas mas osadas se volvían las imágenes. Así llegué a estar completamente penetrada por una verga enorme con la que me sentía llena y satisfecha. Imaginé la llegada de miles de orgasmos producto de esa verga metida bien hasta el fondo de mi concha. Me pregunté si llegaría a ser capaz de acostarme con él y no pude obtener un respuesta cierta; y luego pensé cómo sería cogerlo. Aun mas que las fantasías, imaginar una realidad que podría concretarse me estremeció el cuerpo y me dejó sin aire. En ese momento llegó una de las otras enfermeras, Carmen.

Qué te pasa que tenés esa cara?

Nada, nada.

Seguro?

Si

Al rato lo vi llegar. Me echó una mirada de galancete y desvié mis ojos hacia la nada temerosa de que mi cara revelara mi imaginación desbocada. No tuve oportunidad de estar a solas con él y tampoco la ansiaba mucho. Temía a mi reacción y, para ser sincera, no tenía ganas de cuernear a mi marido. Pero esa misma noche, mientras hacía el amor con él, imaginé que era su verga la que me entraba y así, imaginándolo sobre mi, llegué a tres orgasmos en una misma noche. No se si mi marido lo habrá notado pero no estaba cogiendo con él sino con Arturo.

Durante algunos días no fueron necesarios mis servicios junto a Arturo y casi no lo vi. Un martes por la mañana lo enganché coqueteando con una de las doctoras y los celos me pusieron los pelos de punta. Por alguna razón me sentí defraudada y traicionada y me negué a seguir viéndolo como objeto de mi deseo. Me dije a mí misma que no podría convertirme en otra de sus recurrentes conquistas. Sí, me lo había jurado pero me fue bastante difícil llevarlo a cabo. Pronto volví a caer en sus brazos y esta vez literalmente.

Una nueva urgencia nos requería y los tres fuimos en el aire en busca de un anciano al que no pudimos salvar. Cuando llegamos el pobre ya había fallecido. En la ambulancia el silencio casi cortaba el aire y miré a Arturo: estaba destrozado.

No hubo nada que pudiéramos hacer Arturo.

Ya lo se, pero en estos momentos me siento completamente impotente.

Ya estaba a la merced de Dios, un papel que no es el nuestro.

Ya se, ya se.

No pienses mas, ya está. Dejalo ir en paz.

Si, tenés razón.

Lo miré a los ojos y no pude mas que sentir cierta compasión. Yo tampoco estaba del todo bien después de aquello pero evidentemente era mas fuerte que él. Me dieron muchas ganas de besarlo y me contuve mirando para otro lado. El conquistador de América tenía corazón y con solo eso logró hacerme derretir. Si me avanzaba lo dejaría correr hasta donde el quisiera. Y si no me avanzaba pronto arremetería yo.

Ya mas calmados dentro de la empresa Arturo me trajo un café y se sentó a mi lado. Sin poder resistirme lo besé en la boca. Calculé un beso tierno pero parece que me safé un poco porque enseguida sus manitas fueron a mi trasero y me hicieron sentar, con las piernas abiertas, sobre su porongueta que apenas se hacía sentir debajo del pantalón. Me desilusioné un poco, esperaba un recibimiento mas evidente y mas grande. Empecé a moverme sobre él mientras le refregaba las tetas sobre el pecho y sentí mojarme cuando su verga se fue endureciendo de a poco. No podía dejar de moverme, me animaba su lengua en mi oreja y sus constantes paseos por mi espalda y mi culo.

Que rico tenerte subida sobre mi verga. Nunca creí que fuera a suceder

Por qué no?

Porque te deseo desde que te conocí

Ah, si?

Así es. Tan correcta con tu maridito, tan intolerante ante las cuestiones de la carne. Me gusta que finalmente te hayas decidido y mas me gusta que fueras vos la que tomaras la iniciativa. Me excita.

En serio? Le dije mientras me movía sin piedad sobre él.

Hummm. Ahora andate que nos van a pescar.

Un poquito mas....

Andate, dale.

Le di un beso de lengua y me retiré de allí. Estaba excitada, no me hubiera importado cogérmelo ahí, sentía la bombacha toda mojada y tuve que cerrar un poco las piernas para hacer caer el flujo que formaba globitos incómodos entre mis piernas.

Esa noche me tocaba guardia y grande fue mi sorpresa cuando apareció Arturo:

Vamos a gastar un poco de nafta con la ambulancia.

Y Sebastián?

Está en otro móvil. Vamos.

Y si nos llaman?

Vamos, dejamos la radio prendida.

Arturo se sentó al volante y yo me senté muy pegada a su lado. Apenas salir de la empresa puso su mano sobre las piernas, acariciándolas hasta casi llegarme al pubis. Me encantaba sentir sus manos en mi piel y me estaba excitando de lo lindo. Enseguida metió una de sus manos por debajo del guardapolvo y de la pollera y me acarició la vulva por sobre la bombacha.

Ya estas mojada y todavía no hice nada

No soy de fierro.

Siguió acariciándome entrecortadamente pues su mano iba y volvía de mis piernas y mi bombacha a la palanca de cambio.

Vivíamos en un suburbio y vi que enfiló la ambulancia hacia la ruta. Me llevó a un camino de tierra completamente sin luces en el que podríamos despacharnos de lo lindo. Una vez allí, en el medio de la nada, apagamos las luces exteriores y Arturo dejó las interiores prendidas y también la radio por si nos llamaban para alguna urgencia.

Enseguida se tiró sobre mi y lo recibí con las piernas abiertas. Su lengua se metió en mi boca y jugué con ella durante un rato, envolviéndola con la mía y apretándole los labios.

Vamos atrás.

Nos metimos en la caja y me acostó en la camilla. Se sentó al lado mío y me contempló de pies a cabeza.

Doctor, creo que estoy enferma

Una sonrisa pícara se dibujo en su rostro y me siguió el juego.

Qué le anda pasando, señora?

Tengo un hormigueo en el estómago y se me acumula una humedad entre las piernas que no se que es

Humedad?

Me desabroché el guardapolvo y de un sopetón me levanté la pollera. No podía creer lo que estaba haciendo pero me sentía tan libre junto a él que no me importaba absolutamente nada. Abrió los ojos y se quedó inmóvil.

Acá se acumula la humedad. Ve? Dije señalando en mi entrepierna.

Se acercó sobre mi pubis y dijo:

Es cierto, su bombacha aparece con algunas aureolas.

Vio? Qué podrá ser?

Tendría que hacer una prueba rápida para sacar una muestra.

Lo que usted diga doctor.

Pasó los dedos alrededor de la bombacha y luego los metió dentro de ella. Fue exquisito sentir sus dedos en mi vulva y en el clítoris y empecé a arquearme.

Veo que tiene algunas reacciones. Vamos a sacarle la bombacha para trabajar mas cómodos.

Se paró delante de la camilla y me levantó la cadera y las piernas. Estaba encorvado un poco hacia delante y veía sus ojos clavados en mi entrepierna. De a poco fue quitándome la bombacha y se arrodilló, acomodando mis piernas sobre sus hombros.

Ahora que tengo una buena posición voy a inspeccionarla.

Si doctor.

Sin tocarme sus ojos se estaban dando un festín con mi vulva peluda, se le notaba en la cara. Yo estaba ansiosa de que me chupara o que volviera a tocarme pero me dejé hacer completamente expuesta a su mirada.

Se ve muy mojada. Siente que está mojada?

Siiiii, dije riéndome.

Vamos a ver si lo que hago ahora la moja mas o no

Comenzó a pasar la palma de su mano sobre mi vulva una y otra vez de arriba para abajo. Luego los dedos empezaron a tocarme el clítoris y los labios vaginales. Mis flujos corrían sin pausa y me moví para darme mas placer. Me estaba poniendo loquita y era una delicia como sabía tocarme el clítoris. No me faltaba mucho para el orgasmo.

Se está mojando mucho señora.

Si, mucho.

Ahora me había metido dedos en la concha haciéndome gemir en sus entradas, metió uno y luego otro mientras seguía girando exquisitamente sobre mi clítoris. Enseguida sentí un dedo meterse en mi ano y empezó a bombear. Tenía ganas de sentir su verga ya mismo, lo deseaba llenándome y eyaculando dentro.

Metémela, metémela que no aguanto mas

Que puta sos, jamás lo habría pensado.

Se desabrochó la bragueta y me la fue metiendo despacio.

Te gusta putita?

Me encanta, dije entre jadeos.

Que me dijera puta me excitaba aun mas. Me sentí sin límites y sin tapujos y empecé a moverme para hacer que me penetrara hasta el fondo. El pareció haberse dado cuenta y con fuerza me ensartó completamente. Casi grité de placer y me estremecí cuando su verga tocó mi útero. Empecé a jadear cada vez mas fuerte a medida que empujaba sobre mi una y otra vez con un ritmo que se aceleraba en cada envestida. Me bombeó hasta hacerme acabar y lo vi incorporarse. Se sentó sobre mi estómago y me sacó la remera y el corpiño. Me agarró y tocó las tetas, apretando las puntas de los pezones y luego, juntándolas, metió su verga parada entre ellas. Empezó a empujar dentro del canal formado por mis tetas mientras me apretaba los pezones con bastante ganas. Dejé mi lengua afuera para que cada vez que su verga se acercara darle un lengüetazo. Así estuvo durante un ratito, sus masajes en mis tetas estaban haciéndome mojar otra vez y ya cuando había alcanzado un ritmo infernal me la metió en la boca.

Chupámela que se que el otro día no te faltaban ganas.

Le di con toda mi lengua por el rabo y el glande, el empujaba dentro de mi boca ya cercano a eyacular y no hizo falta mucho para que dejara su leche en mi boca. En esa posición tragué casi todo y me extrañé de no negarme. Jamás había sorbido el semen de mi marido, ni siquiera lo dejaba terminar en la boca pero como ya dije me sentía libre con Arturo, lejos de suegros, hermanos, parientes y compromiso. Con él era puro sexo y placer.

Al otro día, también de guardia, terminamos en el mismo lugar que la noche anterior. Esta vez fuimos sin escalas hacia la caja del fondo donde nos desvestimos con suma rapidez movidos por la necesidad imperiosa de tocarnos. Le gustaba la posición de mis piernas sobre sus hombros y me dio una sorpresa. Mientras tenía sus dedos metidos en mi concha, varios dedos metidos que me volvían loca, con la otra mano intentaba penetrarme el culo, primero con un dedo, luego con dos y luego con la punta del glande. Me estremecí y casi me negué pero mi calentura era tal que tenía ganas de que me la metiera por cualquier lado.

Se que te va a gustar esto putita, tanto como me gusta a mi. Te voy a coger tanto por el culito que vas a acabar como una loca y pedirás que te la meta hasta el cansancio.

Sus palabras me calentaban y me sentí mojar hasta el infinito. Sentía la punta del glande pasando por la raya del culo y moví el culo para que me la metiera de una vez. Enseguida sacó sus dedos y trató de meter el glande. Se le complicó un poco así que me metió los dedos en la concha, sin perder la oportunidad de tocarme el clítoris, y con el jugo de mi concha lubricada, se masajeó la verga. Enseguida lo sentí entrar, me dolió y ni tiempo para que me acostumbrara me la metió un poco mas. Volvió a dolerme y grité pero tenía sus dedos dentro de mi concha que ni un momento habían dejado de toquetearme intempestivamente el clítoris, los sacaba y los metía haciéndome desear cada vez mas. El dolor y el placer estaban juntos y llegó un momento en que no pude distinguir uno del otro y empecé a jadear y a moverme. El se metió otro poco y salté de placer, sentí acabar cuando me ensartó por completo y me derramé en un orgasmo riquísimo. Sin tiempo a nada y mientras seguía tocándome la concha con sus dedos me ensartó por delante y me bombeó sin piedad hasta que lo sentí acabar dentro de mi agujero.

Así entregué mi culo por primera vez. Jamás se lo había permitido a mi marido pero con él no había cosa que pudiera decirle que no. Todo lo que me hacía y decía me gustaba y me dejaba satisfecha y saciada de verga. Me convertí en su amante y repetimos aquellas escenas en el medio del campo unas cuantas veces.

Cierta noche, mientras yacíamos exhaustos en la caja de la ambulancia Arturo me dijo:

Sebastián anda deprimido

Si? Que tiene?

La novia lo dejó.

Pobre.

Y estuve pensando...

Sus ojitos brillaron y me dispuse a escucharlo atentamente.

Que estuviste pensando?

Que me gustaría verte cogida por él.

Debo haber puesto cara de indignación porque enseguida acotó.

Bueno, si no querés no, era solo una fantasía.

Me quedé en silencio y volvimos a coger. Ya en casa pensé en la propuesta y no me pareció del todo mala. Con Arturo había experimentado cosas nuevas y siempre me habían gustado. A pesar de que solo fuera mi amante, en materia de sexo, me sentía mas complacida y segura con él que con mi marido.

Así, cierta vez que volvíamos los tres de una urgencia, conmigo sentada en el medio de los dos, tomé la mano de Arturo y la puse bajo el guardapolvos y la falda. El rápido empezó a tocarme por encima de la bombacha hasta lubricarme y hacerme respirar cada vez con mas ganas. Después fue directo a mi concha, clítoris y vagina y metió dedos acariciando toda mi zona húmeda. Empecé a jadear y enseguida vi que Sebastián me miraba mientras manejaba. Vi sus ojos abrirse cuando Arturo se agachó y empezó a chuparme la concha como poseso sacándome una gran cantidad de jadeos.

Che, que hacen?

Nadie le contestó. Arturo siguió chupándome y explorándome con los dedos, sintiendo como su lengua entraba y salía de mi vagina y otra vez Sebastián habló:

Paren un poco que voy a chocar.

Estacionó la camioneta en medio de la ciudad que estaba prácticamente desierta y se quedó contemplando como Arturo seguía chupándome. Yo estaba que no podía mas y en cualquier momento largaría un buen orgasmo. Estaba excitada por Arturo y también por los ojos de Sebastián que se mantuvo estático mirando como mi amante me chupaba. Se animó a tocarme y perdí la cuenta de cuantos dedos estaban recorriéndome. Era un mar de oleadas de placer que me llegaban sin pausa y acabé allí mismo. Arturo se corrió y enseguida Sebastián tomó su lugar.

Si, chupásela que a la putita le gusta.

Ahora me chupaba la concha tan rico, mientras sentía la llegada de los últimos espasmos, que deseé que me la metieran cualquiera de los dos, aunque deseaba mas la de Sebastián, por eso de la novedad y porque estaba caliente de poder cogerme a los dos en un mismo momento.

En mi excitación vi salir a Arturo de adentro de la camioneta, dar la vuelta y meterse en el lado del conductor. Sebastián y yo nos corrimos con sus dedos metidos en mi concha, y como era la costumbre fuimos al descampado. La noche era completamente cerrada y sin escalas fuimos directo a la cajuela de la ambulancia. Me tiré en la camilla y Sebastián siguió chupándome la concha con dedos que entraban y salían y Arturo metió su verga en mi boca. Se la chupé como nunca antes, me encantaba todo lo que estaba pasando y tenía ganas de tragarme todo el semen. Me sentía caliente, excitada y muy puta lo que me movilizaba aun mas. Sentí como me entraba con fuerza la de Sebastián y gemí como pude mientras succionaba con toda pasión sobre la verga de Arturo que estaba dura como un garrote.

Por el culo, te la voy a meter por el culo, decía Arturo completamente sacado.

Ni bien dijo eso sentí dedos de Sebastián metiéndose en mi ano y me relamí. Lo que mas me gustaba era ser ensartada por el orto, me hacía sentir completamente llena y me desquiciaba de placer. Enseguida sentí su glande entrándome y la lujuria me inundó. Empecé a gemir y amoverme como posesa y a apretar tanto la verga de Arturo que hubiera jurado que lo haría acabar en mi boca. Ya con la pija gorda de Sebastián completamente enterrada en mi culo sentí oleadas de orgasmos que corrían raudos desde mi centro y me dejé venir una y otra vez. Estaba disfrutando de todo al máximo, me estaban penetrando de a dos y me sentí la mujer mas satisfecha de todas. Sebastián siguió bombeándome por el culo abierto pero también lleno y enseguida me penetró por la concha hasta que se descargó completamente dentro de mi. Arturo se movió y apuntó su pija dura hacia mi culo ya bastante dilatado, empujaba lento pero con una fuerza que me hacía ver las estrellas y me llevaba a gozar como loca. Sebastián se dedicó a chuparme las tetas para darme un placer tan intenso que otro orgasmo sentí avecinarse. Finalmente después de un mar de jadeos propios y ajenos Arturo descargó su leche caliente en mi culo abierto y me dejé laxar para recibir otro orgasmo quedando completamente exhausta ante la experiencia.

Y hoy, en vez de un amante tengo dos. A veces lo hacemos los tres juntos y otras veces cuando no hay oportunidad me conformo con solo uno de ellos. Ha sido y sigue siendo mi mejor experiencia y no creo que me desligue de ellos en mucho tiempo. Mi marido aun sigue creyéndome pudorosa y jamás le he permitido, a pesar de toda mi experiencia, acabarme en la boca o penetrarme el culo. Eso está reservado a mis placenteros amantes.

Espero les haya gustado. Sus mails y comentarios serán muy bien recibidos pues me estimulan a seguir escribiendo. Un beso.

elcorazoncontento@hotmail.com