Ambos nos sorprendimos

Tenía 21 años, trabajaba a media jornada, y también estudiaba. Mi orientación sexual no era la que aparentaba, me iban los chicos, y cuando tenía oportunidad, no dudaba en liarme.

Ambos nos sorprendimos

Tenía 21 años, trabajaba a media jornada, y también estudiaba. Mi orientación sexual no era la que aparentaba, por lo que a veces me enrollaba con tías, pero lo que de verdad me molaba, era lo otro, me iban los chicos, y cuando tenía oportunidad, no dudaba en liarme con algún chico. De hecho, aunque con 17 años recién cumplidos, tuve mi primer escarceo importante con una pava, esa experiencia no fue cuando perdí la virginidad, puesto que eso lo perdí gratamente con otro chico, cuando aun no había cumplido los16 años, aunque solo me faltaban un par de meses.

Como ya he dicho, mi orientación gay era casi secreta. Solo lo sabían algunos amigos de plena confianza, y por supuesto, también estaban enterados aquellos chicos con los que me liaba. Por lo cual, queda claro que no tengo pluma para delatarme a mi mismo, además de que me flipa el fútbol, e iba a veces con tías, y aunque no estaba mal, me lo pasaba mucho mejor con los chicos.

Al tener que trabajar y estudiar, iba siempre con el tiempo justo. Por suerte, el agobio de los días estresantes, eran compensados por el fin de semana, momento en que intentaba pasarlo lo mejor posible, aunque a veces, por guardar las apariencias, no hacia lo que más me apetecía. Ya que en mi pandilla, supuestamente, todos los demás eran héteros, por lo que no solíamos frecuentar locales de ambiente.

Locales de ambiente, que para mi no eran desconocidos, ya que en la zona donde tenía mí trabajo, estaba plagado de este tipo de establecimientos dedicados a los gays. Aunque a las horas del trabajo, en su mayoría no estaban abiertos, y tampoco es que tuviera tiempo, y mucho menos tenía intención de que alguien del trabajo me descubriera.

De hecho, por aquella zona, solo era cliente del bar donde solía ir a comer, y no era precisamente un lugar dedicado a gays, aunque, siempre se podía perder alguno, jajaja, que era detectado por sus gestos, o bien por ir acompañado por otro chico, manteniendo una aptitud no propia de héteros.

Pues bien, tras una semana especialmente intensa en agobios, por haber tenido varios exámenes. Llegó el finde, y tenía ganas de pasarlo bien, ya que a consecuencia de los exámenes, los dos anteriores fines de semana, casi no los saboree, puesto que tuve que hincar los codos. Y consecuentemente, ni siquiera pude pasar un buen rato en compañía de algún chico.

Así que llegado por fin el momento de dejar de lado los agobios. El viernes por la noche, salí de marcha con los coleguis, y me lo pasé en grande, pero no por ello, me sentía plenamente satisfecho, ya que tenía ganas de estar con un chico. Lo cual era producto del tiempo que hacia que no estaba en compañía de algún chico con el que nos diésemos placer recíprocamente. Y encima, al estar en locales de marcha, mis ojos captaban infinidad de chicos, con los que mentalmente me veía gozando desenfrenadamente.

El sábado me levante no muy temprano, ya que debía recuperarme de la nochecita de juerga, y además a la noche, ya me esperaba otra buena juerga, pero sabía que no sería mí oportunidad para desfogarme en lo más íntimo mio. Así que después de comer, ya por la tarde, me puse a llamar a chicos con los que sabía que podía poner remedio a mis ganas de pasar un buen rato. Pero los tres o cuatro que llamé, me dieron calabazas, ya que todos ellos, por motivos diversos, esa tarde ya la tenían comprometida. No quedándome otra, que conectarme al chat, donde casi siempre, se puede encontrar algún chico con ganas de pasar el tiempo disfrutando del placer de hacer sexo.

Después de casi dos horas metido en el chat, donde no se fraguaba la posibilidad de quedar con algún chico, con el que mínimamente existiese interés mutuo, o pudiera quedar de inmediato. Me decidí ir a lo seguro, así que me puse a charlar con uno que se ofrecía por pasta. Solo había un inconveniente, y es que no tenía perfil, ni siquiera ninguna foto, ya que según me dijo, lo de hacer sexo a cambio de guita, lo hacía por la necesidad de comprarse una moto para trabajar de repartidor, por lo que ofrecerse sexualmente era algo que no lo haría mucho tiempo, ni tampoco hacia mucho que buscaba tener ingresos así, por lo cual no tenía nada para mostrarme de como era él físicamente.

Asegurándome que iba de legal. Me describió su físico, me menciono su edad, 18 años, me dijo que era bisexual, plenamente masculino, que no era público su condición sexual, que era swing, y que tenía novia. Por todo lo que me había explicado, me parecía que podía ser una buena experiencia quedar con él, ya que partiendo de la base de que era sincero, el perfil que me había presentado, era verdaderamente atractivo, incluso me producía cierto morbo. Solo le puse una condición, esta fue, que haríamos todo aquello que me apeteciese, y él acepto de inmediato, por lo cual quedamos en cuestión de media hora como mucho, estaríamos juntos para pasar un buen rato.

Como quería estar con ropa idónea para la ocasión, me puse un pantalón corto, tipo bermuda, sin ropa interior, una camiseta sin mangas, algo abierta por los costados, y unas chanclas. Preparé el sofá, el cual se podía convertir en cama en un plis plas, por si lo utilizábamos, así como la cama, y así mismo, puse una cinta en el video, para si nos apetecía verla, lógicamente, la cinta era propicia para lo que íbamos hacer, no era cuestión de poner imágenes de dibujos animados, ni ninguna otra cosa que no fuera adecuada para pasar un rato gozando del placer de tener sexo.

Pasado unos veinte minutos, picó al interfono, le abrí la puerta de la calle, y tras subir hasta mí casa, presiono el timbre, momento en el que mire por la mirilla, pero al ir algo tapado, y con gafas, no se apreciaba mucho su cara, pero quedaba claro que su cuerpo al menos estaba en consonancia con lo que me había descrito poco antes. En el instante en que abrí la puerta, se quito las gafas y destapo un poco la prenda que le tapaba la barbilla y cuello. Momento, en el que ambos nos sorprendimos. Durante unos segundos, permanecimos mirándonos, sin articular palabra, con absoluta perplejidad, totalmente inmóviles.

Tras unos segundos, en los que permanecimos sin reaccionar, le dije que pasase sin ser muy conciente de mis palabras en esa situación, cosa que hizo mostrando su confusión por la sorpresa. Y no era para menos, hacia poco más de veinticuatro horas que habíamos cruzado palabras por última vez, lo cual no era extraño, ya que él era el chico que me servia la comida en el bar donde normalmente solía comer casi todos los días.

Una vez ya estaba dentro, y después de cerrar la puerta, seguimos mirándonos con cara de circunstancias, sin saber muy bien como afrontar la situación. Por suerte, hacía tiempo que nos conocíamos, y teníamos una relación que puede considerarse amistosa, ya que solíamos hablar un poco la mayoría de los días que comía en el bar donde él hacía de camarero. Así que tomé la iniciativa, iniciando la conversación.

Yo: Tranquilo, por mi parte, nadie sabrá nada de esto, y puedes creerme, que para mi ha sido toda una sorpresa.

Él: Supongo, que ha sido tan sorpresa para ti, como para mi mismo.

Yo: Bueno, no pasa nada. Espero que no te sientas muy incomodo por la situación. Entiendo, que no debías imaginarte encontrarte con alguien conocido, ya que a mi ni se me habría pasado por la cabeza, que nos conociéramos.

Él: Creo que pasado unos minutos, ya asimilare que nos conocemos de antes de quedar por el Chat para hacer sexo.

Yo: Después de la sorpresa, aun te ves haciendo sexo, teniendo en cuenta que nos conocemos?

Ël: Hombre, no es como pensaba, pero, ya que los dos nos va esto, y quedará entre nosotros, pues, si aun quieres, podemos pasar un buen rato, pero eso si, solo si estás convencido de que lo hagamos.

Me quede uno segundos pensando. La verdad es que ya en el bar, él me atraía, y ciertamente, por el chat, fue rigurosamente sincero, ya que la descripción que hizo de si mismo, se ajustaba a la realidad, lo cual no acostumbra a pasar muchas veces.

En las charlas que teníamos en el bar, ambos manteníamos una postura, de la cual no se puede imaginar que nos pudiera ir el rollo de tener sexo con chicos, y/o, de tener la capacidad de querer profundamente a otro chico. Y además, en el bar, el hombre que sin duda era el amo, y a su vez, su propio padre, acostumbraba hacer comentarios homófogos, ya que como mencione antes, el bar está en una zona donde abundan los locales de ambiente, y eso motivaba que muchos gays entrasen a tomar algo al bar, ya fuera al salir de marcha, antes de ir de marcha, o, simplemente de día, por ir a algún comercio que también fuera regentado por gays, y/o, destinado para gays.

Después de unos segundos de impás por mi parte, pensando en lo que me acaba de decir. Le dije:

Yo: Mira ya que ambos sabemos que nos va el sexo gay, te seré sincero. Siempre me has resultado atractivo, no digo que seas guapísimo, pero me das morbo. Por cierto, me dijiste que tienes novia, es cierto?

Él: vaya, me alegro que aunque no me consideres guapísimo, te parezca atractivo, y que te de morbo. Y es cierto que tengo novia, aunque en realidad, me siento mejor con chicos. Supongo que algún día, con cualquier pretexto, cortaré con ella.

Yo: Imagino que tu novia, no tiene ni idea de que te van los chicos?

Él: oh! no para nada, yo para ella soy muy macho, si supiera que me van los chicos, fliparía en colores.

Yo: Y tu padre, que siempre dedica comentarios algo ofensivos contra los gays, no debe saber nada de tu inclinación gay?

ÉL: Mí padre, ni se imagina que me va el rollo gay, si lo supiera, renegaría de mi seguro.

Yo: No crees, que si supiera que te van los chicos, acabaría aceptándolo?

Él: No sé, lo veo complicado, es bastante antiguo normalmente, y sobre todo en lo que se refiere a los gays, y aunque llegase el momento en que se resinase a que yo no sea hétero, no por ello lo aceptaría, y siempre me lo echaría en cara.

Yo: Bueno, quien sabe, con el tiempo se verá. Por cierto, ahora que conocemos de nosotros lo que es desconocido para muchos, supongo que hay confianza para hablar sin temores, verdad?

Él: Sí claro, no hay problema en que hablemos de lo que queramos.

Yo: Lo de ir de estética sking, es que te va, o en realidad es parte de tu forma de no descubrir tu inclinación sexual?

Él: Soy sking, sí, y no es por esconderme de que me van los chicos. Pero, tampoco voy del palo homófogo para disimular, prefiero evitar encontrarme en situaciones que den pie a tener bulla por el tema de la sexualidad no hétero.

Yo: Supongo que vas con skings, imagino que no saben esta faceta de ti?

Él: Si lo llegaran a saber, seguro que me apalizaban, e incluso, para escarmentarme, no me extrañaría, que pretendieran sodomizarme por la fuerza.

En ese momento me acerque hasta llegar a estar junto a él, y mientras le empecé a sobar, con cara de malicia, le dije:

Yo: Oye, alguno colega sking de los tuyos, te la pone dura? Jajaja

Él: La verdad, es que sí, tanto como me la estás poniendo tu ahora con el sobeteo que me estás dando.

Yo: Te gusta que te soben eh! creo que nos vamos a conocer muy bien.

Él: Me da, que así va a ser, y seguro que vamos a pasarlo en grande.

Acto seguido, él ya correspondía a mi sobeteo, acariciándome sigilosamente todo aquello que formaba parte de mi anatomía.