Ambos

Tus indecisiones se clavan en mi racionalidad como un anzuelo en la boca de un pez. Me gustaría abofetearte por eso… bueno, por eso y por muchas otras cosas. Quizás sea por simple placer. AMBOS somos amo y sumisa.

AMBOS

Solo quiero que hagas esto, nada más. No voy a exponer ni un centímetro mas de locura porque esto que te estoy pidiendo ya es suficiente locura en un mundo de racionalidad que pretendes construir contra tu propia voluntad. No creas que no entiendo tu situación, la entiendo de la misma manera que entiendo tu posición o tu emoción. Pero de alguna manera pienso que me lo debes. AMBOS somos coherentes. Ese es nuestro dilema, tu no quieres hacerlo por tu coherencia y precisamente yo quiero que lo hagas por mi coherencia. Nuestras coherencias están descoordinadas, AMBOS motivos no tienen motivo alguno. Quizás en algún momento se coordinaron o quizás teníamos los papeles intercambiados. Al principio tu querías pero yo tenia mis reservas. Ahora ni tan siquiera creo que tienes reservas. Ahora algo se que no quieres. Por eso quiero que lo hagas. No voy a decir que me lo debes, pero de alguna (y egoísta) manera, siento que me lo debes. ¿O es que no ves como avanza el maldito reloj? Vamos contracorriente porque AMBOS somos salmones remontando un río. Nos cuesta demasiado esfuerzo y sabemos que al final moriremos. ¿Entonces por que motivo lo hacemos? La respuesta es fácil: AMBOS somos amo y sumisa. AMBOS lo deseamos. Es tan diáfano como una soleada mañana de agosto, de esas mañanas donde puedes alcanzar a ver las montañas por muy lejos que estén. Esos días donde todo parece estar tan condenadamente cerca, por demasiado lejos que estés.

Te he escrito un nuevo correo electrónico intentando explicarte lo ultimo que quiero de ti y tu me has respondido de nuevo diciendo que no es posible. Ahora no es posible. Tus indecisiones se clavan en mi racionalidad como un anzuelo en la boca de un pez. Me gustaría abofetearte por eso… bueno, por eso y por muchas otras cosas. Quizás sea por simple placer. AMBOS somos amo y sumisa. Pero AMBOS hemos sido incapaces de encontrar la manera de encontrarnos. AMBOS llevamos demasiado tiempo peleando y estamos cansados de esta lucha que no lleva a ninguna parte. Me siento como esos guerreros de las cruzadas que llevan media vida luchando fuera de casa en país extranjero, mi casco esta abollado y manchado, mi espada esta mellada y apenas tengo fuerzas para subir al caballo. Pero algo me impulsa a seguir luchando. Por eso, cuando al día siguiente abro tu correo donde dices simplemente "lo haré, pero quiero que sepas que será por primera y única vez", es entonces que cierro los ojos y asiento. Se que será la primera y única vez. AMBOS sabemos el motivo. Unos motivos que escapan a este irracional mundo de dominantes y dominados. Algo tan evidente que no queremos entenderlo porque no disgusta. Nos disgusta pensar que son dos mundos diferentes y que para convivir en ambos debemos ocultar a uno que existe el otro.

Te respondo al correo dándote una dirección, un día y una hora. Cuando llega ese día y esa hora tu picas al timbre de mi puerta. Abro la puerta. Estas ahí, intentando sonreír, aunque no lo consigues demasiado, estás nerviosa. Vas vestida con una falda, medias negras, zapatos de tacón y una camisa negra. Eres aun mas hermosa de lo que había imaginado. Estas radiante y AMBOS sabemos el motivo.

Entras con caminar tambaleante. Yo también estoy nervioso pero no puedo demostrarlo porque yo soy el amo. Tu solo eres la sumisa, nada más y nada menos. Una sumisa que huele a un perfume que me es familiar. Quizás lo haya olido en alguna otra mujer. Rosas y lavanda. Quizás en algún ascensor hace tiempo. Quizás era ti, una desconocida que entraste y olí tu perfume. Quien sabe. ¿Te lo imaginas? ¿Puedes llegar a imaginarte que en algún momento de nuestras vidas nos cruzamos? AMBOS podríamos habernos visto antes. Pero eso ya no importa, todas las suposiciones pierden fuerza cuando la realidad es un hecho. Ahora eres real. Ahora soy real. AMBOS somos reales.

-Comencemos Silvia –digo nada mas cerrar la puerta- arrodíllate.

-Por favor… no tan rápido.

-Te he dicho que te arrodilles, ahora.

-Me gustaría antes hablar un momento.

-Quieres hablar porque estas nerviosa, no porque necesites hablar.

-Por lo que sea, pero necesito hablar –el tono de tu voz es mas seco, esta saliendo tu auténtico carácter-. Solo será un momento.

-No

-Por favor Ricard.

-Arrodíllate ahora mismo Silvia. Te lo ordeno.

Te arrodillas y quedas con las manos encima de las rodillas, mirando al suelo. Te observo, estas temblando. Lo sabes, yo lo se. Solo hay un motivo por el que te hayas arrodillado, el mismo motivo por que el que has venido a mi casa. AMBOS lo sabemos. Quizás por eso estas mirando al suelo. Muchas veces has fantaseado sobre esta situación. Yo también he fantaseado.

Mi mano coge la cremallera de mi pantalón y la baja despacio. Con el sonido metálico comienzas a temblar aun con mas fuerza. Miras de reojo la cremallera abierta en mi bragueta, luego subes la mirada y me miras directamente a los ojos.

-Hazlo.

-No puedo.

Te cogo del pelo con fuerza y te acerco a mi pantalón.

-Hazlo, pedazo de puta. No me obligues a obligarte.

Una de tus manos entra dentro de mi bragueta y coges mi pene erecto a través de la tela del calzoncillo. Comienzas a masajearlo. Te suelto del pelo.

-No me hagas una paja, eso puedo hacerlo yo, imbécil.

Entonces metes la mano mas adentro y sacas mi pene que cae frente a tus ojos. Primero lo miras con curiosidad y luego lo acaricias. Creo que de un momento a otro comenzarás a llorar. AMBOS lo sabemos. Vuelvo a coger tu pelo.

-Abre la boca, puta.

Cierras los ojos y abre la boca. Solo tengo que acercar su cabeza y mi pene entra en tu boca hasta la mismísima base. Una especie de arcada te sobreviene (quizás no debería habértela metido toda de golpe) pero la aguantas y entonces con una de tus manos, coges la base de mi pene y comienzas a chuparla con auténtica profesión mientras tu otra mano me masajea los testículos. Yo cierro los ojos, suelto tu pelo y me dedico a disfrutar del festival de sensaciones que eres capaz de regalarme. Chupas como una auténtica experta, con auténtica profesión, con auténtica pasión. Lo estabas deseando, yo lo estaba deseando, AMBOS lo deseábamos. AMBOS habíamos imaginado esa situación miles de veces. Ahora es real. ¿Ves? No era tan complicado.

Tus manos abandonan mi pene y vuelven a tu regazo, ahora solo es tu boca la que forma parte de mi. Lo estas haciendo de maravilla. Quizás muchos piensen que es algo puramente físico. Una mamada, nada mas. Nosotros sabemos todo lo que significa esto pero ahora soy incapaz de expresarlo, mi incapacidad radica en la incapacidad de los demás de comprendernos. Necesitamos olernos, necesitamos utilizarnos.

Cierro los ojos y noto tu lengua dando vueltas alrededor de mi pene, eres una auténtica experta. Lo sabes y ahora que estas relajada intentas ofrecerme todo cuanto pudes. Has desabrochado tu camisa y has metido la mano dentro, estas tocándote los pechos, los pezones. Se que desearías que fuese yo quien lo hiciese. Pero sabes que no es posible. AMBOS lo sabemos.

-Follame -dices sacando mi polla de tu boca.

No contesto. No quiero decir no. Te vuelvo a agarrar del pelo y meto mi polla en ti boca, estoy apunto de correrme. Quiero hacerlo. Necesito hacerlo. Lo hago. Recibes mi semen sin vacilación, sigues chupando pero a menos velocidad, con menos fuerza, mis chorros se escurren por tu garganta y tu los notas. Después con la lengua la limpias con cuidado. Tomate tu tiempo. Es la única y la ultima vez. Después te abotonas la camisa y te levantas.

-Gracias –te digo mientras te abrazo.

No he podido evitar abrazarte. Hemos pasado demasiado.

-No tienes porque darme las gracias, amo.

-Debo hacerlo, te has jugado mucho viniendo aquí y haciendo esto. Por eso te lo agradezco. Aunque entiendo que era tu obligación nunca podría haberte obligado.

-Un amo que no puede ser amo.

-Una sumisa que no puede ser sumisa.

Pero durante un breve instante de tiempo AMBOS lo fuimos. Lo somos y lo seremos. Aunque nunca mas volvamos a vernos.

Ahora que has acabado de leer este relato, envíame ese correo diciéndome que lo vas a hacer, seas quien seas. Necesito sentirte. Lo necesitas, seas quien seas. Podrias llamarte Silvia o podrías llamarte Sofia. Podrias ser morena o podrías ser rubia. Podrias tener miedo o solo necesidades. Podrias haber estado demasiado tiempo indecisa con la sensacion de haber estado perdiendo el tiempo. A mi me sucede lo mismo. Sea lo que sea, seas quien seas, lo harás.

Lo que sucederá después casi ya lo sabes, te lo acabo de contar.

AMBOS lo sabemos.

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amo_ricard@hotmail.com