Ambos

Capítulos anteriores: El, Ella.

Besos rápidos, hambrientos, anhelantes, y mientras lo beso hago que su miembro se entierre en lo más profundo de mi ser, arrancándole gemidos, y haciendo que deje de besarme para poder concentrarse en el placer sentido.

Comienzo a cabalgarlo cual amazona y mis gemidos acompañan a los suyos, nos falta la respiración, pero no nos hace falta respirar, tan sólo sentir.

Sentirnos, sentirlo, su cuerpo, su piel sus manos que no dejan de acariciarme, mientras luchamos entre batallando con cada gesto, cada beso, cada movimiento.

Almas intentando fundirse, y casi consiguiéndolo, fundidos en un abrazo si poder determinar dónde termina uno y dónde comienza el otro.

Comienzo a acelerar el ritmo, mi cuerpo pide más de esta deliciosa agonía, mientras apoyo las manos junto a su cabeza y él comienza a lamer uno de mis pechos, haciendo que gima más y más fuerte.

Comienzan a temblarme las piernas, y mis manos se aferran a la mojada hierba, mientras una de sus manos baja hasta mi sexo y lo masajea y su boca sigue complaciendo uno de mis pechos y su otra mano se ocupa del otro pecho.

Demasiadas sensaciones se agolpan en mi cuerpo pero solo siento, una y otra vez, su boca, sus dedos y su miembro y no resisto más. Sus manos me cogen del cuello y me obligan a acercarme a su cara, y mientras explora con su lengua mi boca, un orgasmo recorre mi cuerpo y arquea mi espalda, y es su boca la que acalla mis gemidos y sus manos las que acarician mi cuerpo calmándolo.

Salgo de él y me tumba de nuevo en el suelo, pero sé que aún quiere más, así que lo cojo de un brazo y tiro de él. Cariñosamente me pregunta si estoy segura, si aún puedo, y con una sonrisa vuelvo a besarlo, y ésta vez es él el que se entierra en mí, y comienza primero despacio y cada vez más fuerte a entrar y salir de mi una y otra vez. Mis manos recorren su espalda, pues ahora lo siento mucho más, al estar más sensible, y a cada embestida suya me siento morir, tanto deseo y placer no caben en mi cuerpo. Comienza a incrementar sus movimientos, y parece que cada vez entra más y más en mí, mis piernas rodean su cintura, y mis manos se aferran a su espalda, y clavo son querer las uñas en su piel, gruñe al sentirlo y me mira enfadado pero en mi cara tan sólo encuentra una sonrisa en contestación.

Pega su cuerpo completamente al mío y siento su entrecortada respiración en mi oído,  lo siento salir y entrar  rápido y fuerte.

Y mis gemidos se convierten en gritos de placer cuando además comienza a morder mi cuello y masajear mi clítoris con una de sus manos. Vuelve a mirarme para sonreírme, ha sido su venganza, pero lo beso, intentando ganar en nuestra particular pelea de qué lengua atrapa a cual.

Hasta que se deshace entre gemidos y apoya su cabeza en mi pecho mientras recupera el aliento.

Cuando vuele a levantarla me mira, buscando mi mirada, encontrando un beso, y sale con cuidado de mi.

Una última mirada, un ultimo beso, y me acomoda a su lado mientras una la capa que terminó a un lado sobre los dos.

La luna único testigo mudo nos ilumina, ha dejado de llover y las pocas nubes que quedan huyen dejándonos ver las estrellas. Habrá que ir a buscar cobijo pero de momento podremos seguir aquí un poco más.