Amarte así es un pecado. 2
Continuamos con Erik, ahora en una graciosa situación teniendo a su hermana como protagonista.
-5 Minutos más.- Se escuchó la somnolienta voz de la joven mientras esta se echaba aún más hacía atrás chocando y haciendo qué el miembro erecto de su hermano, cubierto únicamente por una fina tela de poliester empezaba, muy lentamente, a sentir el calor producido por las redondas nalgas de ma chica. La sirena iba únicamente con una camiseta de manga corta que dejaba un hermoso escote y, en la parte de abajo, portaba únicamente un fino tanga.
El corazón de Erik empezó a latir con fuerza; no solo tenía su parte más íntima pegada al espectacular trasero de su amada hermana si no qué, a su vez, la chica buscaba acomodarse en aquella cama, ahora invadida por la figura de su hermano, echándose hacía atrás y pegando su espalda al pecho de este.
Aquel dulce aroma que poseía aquella hembra empezó a alterar al menor haciendo que este sintiera una ola de calor que recorría su vientre hasta sus testículos. Con la mano temblorosa, producto de los nervios que le generaba dicha situación así como del muy posible enfado de su hermana si descubría aquel frote por parte del joven, empezó a acariciar de forma casi superficial, colocando únicamente las yemas de sus dedos, la nalga derecha de la chica. Una suave caricia hacía arriba para luego, con mucha delicadeza, bajar hacía el nacimiento de esta. El corazón del muchacho pareciera que quería salir de su pecho, podía sentir claramente el suave tacto de la nalga de la chica. Poco a poco la palma de la mano fue decayendo, abarcando ahora toda la preciada nalga con la mano, generando una suave presión.
Aunque Mia parecía estar dormida esta, desde el movimiento con el cuál buscaba acomodarse, estaba despierta, con los ojos cerrados y en completa calma pero notando como su pequeño hermano empezaba un suave masaje en el glúteo. Su mente se debatía en dos; por un lado siempre había tenido fascinación por su hermano pequeño, tanto que le generó una enorme pena dejarlo en aquella casa. Por otra parte algo en su interior empezaba a calentar la temperatura, el estar siendo tocada por un familiar directo, al cual además adoraba con su vida, le estaba empezando a generar un cosquilleo en lo más profundo de su ser. Su entrepierna poco a poco iba humedeciendose mientras qué sus pequeños y rosados pezones empezaban a rivalizar en dureza con aquella erección de su hermano.
El menor, envalentonado viendo que la mayor no se despertaba, decidió retirar levemente su erección del trasero de su ninfa para dejar salir su erecto miembro haciendo que el elástico del pantalón quedase justo en la base del pene para cubrir sus testículos. Tras un suave suspiró dirigió, cogiendo la base de su miembro, el glande directo al medio de sus nalgas, generando una ligera presión en el ano de la chica. Su cerebro había cortado cualquier uso de razón dejando qué Erik pensase con los genitales.
La hermana había estado deleitandose con las caricias que recibía en su parte trasera. Tanto había sido el gusto que, de forma que Erik no lo notase, esta había empezado a acariciar su vagina por encima de la tela de la ropa interior.
Suspiraba de forma inaudible, su corazón había acelerado el pulso y pareciera estar en una nube sin embargo, viniendo en forma de bofetada de realidad, sintió como algo buscaba colarse en su entrada trasera haciendo que su sangre se velará.
Aquello hizo que todo el placer que hasta ahora estaba sintiendo se fuera, no podía permitir que su hermano menor la sodomizara. Una cosas eran las caricias que recibía y otra muy distinta era acabar follándose a su hermano, sangre de su sangre. Con un suave gesto, como si siguiese dormida y estuviese a punto de despertar, giró quedando frente a frente con aquel chico.
El pelinegro estaba concentrado en los tocamientos hacia su hermana, buscando abrir su cerrado agujerito intentando traspasar la tela de la prenda interior. No le importaba nada, solamente quería embestir con fuerza pero se controlaba, su mente aún tenía algo de control, sabía que en el momento en el que empujara con todas sus fuerzas su hermana se levantaría. Justo cuándo parecía que iba a ceder, que iba a cumplir su sueño de estar dentro de su hermana, advirtió el movimiento de esta.
Rápidamente movió todo su cuerpo quedando boca arriba, sus ojos se cerraron al instante mientras colocaba una mano en su pecho y la otra la mantenía a su lado ligeramente abierta. En la habitación, con completo silenció, podía escucharse el leve ronroneo y algún bostezo de su preciada consanguínea.
-Buenos días dormilón.- La mano de Mia se colocó justo en la mejilla del chico, acariciándola de forma maternal, mientras se incorporaba quedando de costado.
-Un ratito más mamá.-
Erik se hacía el dormido, no veía nada pero notaba los hermosos ojos esmeralda de su mayor colocados en el. Aquella sensación de estar observado por su preciada hermana, mientras tenía una erección bajo la manta la cuál se presentaba clara como el agua, había generado en su pecho un cosquilleo. La excitación iba en aumento generando un bombeo mayor de sangre directa hacía su miembro, haciendo que palpitase.
Al notar como algo bajo la manta despuntaba hacía arriba y levemente se movía no pudo evitar morder su labio inferior.
-Vaya, si que son buenos días si. ¿Qué has soñado mi rey?- La chica reía hablando en un tono cariñoso mientras llevaba una mano hacía su miembro apretandolo de forma suave.
La bala estaba cargada, el punto de mira ya había sido marcado y, al contactar con el objetivo, pasó lo inevitable. Todo lo sucedido anteriormente había sido demasiada excitación para el joven y que su hermana tocase la parte más íntima de su ser fue el detonante. Junto a un ligero gruñido y un leve movimiento de caderas empezó a expulsar chorros de semen; uno, dos, tres, cuatro y cinco fueron los disparos que la manta se llevo. Al momento de sentir como se corría Erik abrió los ojos y se topó con la mirada asombrada de Mia que lo miraba con la boca semi abierta y los ojos cómo platos.
Se hizo el silencio durante varios segundos que parecieron horas. La cara desencajada de Erik se fue poniendo más y más roja, parecía un tomate al que posiblemente fuesen a triturar.
Sin embargo la joven no pudo detenerse y estalló en risas mientras se echaba al lado de su hermano. Su mano derecha, la que había apretado el miembro de este, tenía una ligera humedad debido a la carga que su hermano menor soltó. No se había limpiado, había colocado el dorso de su mano justo en su muslo evitando el contacto con la tela.
-Rey, tranquilo, estabas excitado y te has corrido, no pasa nada. ¿Vale?- Sus risas cesaron y ahora lo miraba con ternura y ¿Lascividad? Al menos esa era la sensación del muchacho.
-Lo siento, de verás, no se que ha pasado.- La mente del joven empezaba a dar vueltas, acababa de correrse en la cama de su hermana tras un frote con esta para luego rematar al haber notado la presión. Sus mejilla destellaban con un carmesí intenso que evidenciaba la vergüenza de este.
-No hay problema cariño, tu solamente pones la manta a lavar y ya, ¿Vale? Me iré a duchar, cuándo vuelva quiero esto recogido.- La mayor le dió un tierno beso en la frente para luego levantarse.
Erik no perdió detalle de su hermana en ningún momento, su mirada era como la de un hambriento que veía comida por primera vez en mucho tiempo. Aquellas finas y suaves piernas que desembocaban en unas turgentes y perfectas nalgas. Una cintura envidiable y una melena tan hermosa que provocaría envidia a la propia Afrodita. Ante aquélla visión quedó maravillado, como su hermana contoneaba sin querer sus caderas mientras ignoraba que alguien la observaba. Todo en ella era perfecto ante sus ojos, hasta el hilo de líquido brillante que caía desde su entrepierna, acariciando su muslo y desembocaba en su tobillo.
"Espera... ¿Qué es ese líquido?" Erik ya había recobrado la sangre en su cerebro y se había dado cuenta del extraño brillor con forma de hilo líquido que recorría el muslo interno de su hermana. "¿Será qué se ha excitado?"
A sabiendas de qué el joven estaría mirándola procuró dar un espectáculo para su visión. Contoneo sus caderas buscando mover lo qué, para muchos, era su mayor virtud, su corazón trasero. Al llegar al marcó de la puerta se giró y le dió un guiño a su hermano para luego caminar al lavabo.
El pelinegro se encontraba confundido, muchas sensaciones en un solo momento; excitación, miedo, placer y confusión. Todos esos sentimientos se mezclaban en su estómago generando una pequeña sensación de satisfacción. Había acariciado la piel desnuda de su hermana y, pese a que fue algo fugaz y aún no estaba seguro, parecía que había conseguido excitarla así que, con una sonrisa de oreja a oreja, hizo lo que la sirena le ordenó.
Al entrar en el baño, la pelinegra, se miró al espejo. Sus mejillas se veían sonrosadas y un extraño brillo se reflejó en sus ojos. En su mano aún se podía notar la humedad y algún pequeño rastro de semen que había conseguido traspasar la tela. No se lo pensó, llevó su palma a su nariz y aspiró dicha esencia. Su pecho subía y bajaba rítmicamente, el olor a semen poco a poco iba inundando sus fosas nasales y, de forma automática, paso suavemente su lengua saboreando el rastro del néctar que había extraído involuntariamente de su hermano.
Mia abrió el grifo de la ducha, solo se había tenido que quitar la fina camiseta y el pequeño tanga que llevaba el cuál había mojado. Estaba cachonda, muy cachonda, el roce con su hermano la había llevado a casi cometer la locura de masturbarlo pero con suerte había acabado antes pero no ella. Su vagina ardía y estaba notablemente mojada no quería esperar mucho así que no tardó en empezar a acariciar uno de sus pechos. Sus manos estaban manchadas con jabón, haciendo que se deslizaran por su cuerpo de forma armoniosa, recorriendo cada centímetro de su ser. Con una mano empezaba a acariciar sus senos, pellizcandose de forma suave su pezón. Su otra mano bajó directa hacía su vagina, recorriendo su plano vientre hasta posarse justo encima de sus labios exteriores.
Con pasimonia empezó a acariciarse, despacito, como si el tiempo no fuese nada, regodeandose en su caliente sexo. Uno de sus traviesos y finos dedos fue introduciéndose en su interior hasta desaparecer completamente. Su cabeza se encontraba nublada sin embargo, al disiparse una imagen se veía clara; era su hermano Erik. La chica se encontraba a cuatro, en su cama, vestida con una minifalda mientras su hermano menor la tenía sujeta de las caderas y bombeaba sus caderas rítmicamente entrando y saliendo de su vagina.
El primer dedo aumentó el ritmo, suspiros y suaves pero dulces gemidos salían de su boca, cuándo el primer dedo no fue suficiente entró el segundo. Sin piedad, cómo si la resistencia no existiese, empezó a bombearse con dos dedos con otra imagen en mente; ahora ella se encontraba en la encimera de la cocina, con las piernas abiertas mientras su menor se encontraba arrodillado lamiendo su sexo. La lengua del joven recorría los pliegues de su vagina, de forma suave, iniciando un lento oral al que rápido se unió una mano. El joven aprovechaba sus dedos para dejar expuesta el interior de su amada aferrando el clítoris de esta en sus labios y succionando con pasión.
Dos dedos ya no eran suficientes, estaba cerca del orgasmo y un tercer invitado se unió a la fiesta. Sus tres finos dedos aumentaron el ritmo de forma demoníaca, se mordía el labio evitando, en vano, que sus gemidos se escuchasen, su mano apresaba con fuerza uno de sus pechos siendo su rosado y pequeño pezón torturado, pellizcado y estirado sin piedad. De nuevo la imágen cambió; Ahora se encontraba en un lugar público, parecía el lavabo del restaurante dónde trabajaba, ella se encontraba con un cosplay de maid japonesa, los pechos al aire y una mano de hombre en la cabeza. Sin duda era su hermano, este follaba de forma pausada la boca de la chica que colocaba sus manos en la cintura del menor. Movimientos de cadera eran seguidos de miradas cómplices entre los hermanos. La mayor abría la boca recibiendo gustosa el erecto fierro del menor mientras este aumentaba el ritmo. Los testículos chocaban contra la barbilla y una enorme carga se vacío en la boca de la pelinegra.
Aquello la estaba llevando al éxtasis, una enorme ola de calor le vino desde lo más profundo de su ser, bajando desde su pecho hasta el estómago y no pudo evitar soltar un gran gemido mientras alcanzaba el orgasmo cayendo de rodillas en el plató de la ducha.
-Joder...- Mia tenía la respiración agitada, su pecho era la prueba de la agresividad con la que inspiraba y exhalaba buscando recobrar la respiración. -Como me ha puesto el niño...-
Una vez se tranquilizó la muchacha terminó de ducharse y, saliendo con un albornoz rosa, vio en la mesa un desayuno compuesto de un zumo de naranja, un café y varias tostadas con mermelada de fresa y melocotón. Sonrió ante aquél gesto mientras leía una nota que se encontraba justo al lado del desayuno.
"Saldré a correr un rato, supongo que tardaré una hora u hora y media, desayuna y repon fuerzas que por lo que he escuchado no te has duchado únicamente. Procura no violar ninguna verdura en mi ausencia. Te quiero."
No venía firma pero solo podía ser de su hermano por ello un notable sonrojo se generó en su cara mientras reía.
-Será mocoso...-
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Erik había escuchado la sesión masturbatoria de su hermana mientras se preparaba para ir a correr. Un chándal nike junto a unas deportivas y la cartera con dinero para comprar alguna bebida isotónica.
Hacía medía hora que estaba haciendo footing, recorriendo un pequeño sendero montañoso que había encontrado por casualidad. La temperatura era de 12 grados, hacía bastante frío sin embargo no había tardado en despojarse de la chaqueta del chándal quedando así en una camiseta negra de manga corta.
La cabeza del joven estaba hecha un lío, había manoseado a su hermana aceptando que guardaba sentimientos de cariño más allá de los fraternales. Se había corrido, no solo ante la mirada de la pelinegra, si no ante el contacto de su hermana. Sabía que estaba mal, que una fantasía debía ser eso, una fantasía y no la tenía que llevar a cabo pero algo no le cuadraba. Había visto el muslo de la chica y escuchado los gemidos tras la puerta. ¿Era el culpable de esa dulce melodía? Su estómago seguía con aquella sensación, su pecho se oprimía cada vez que pensaba en ella. Se sentía feliz, confuso pero con felicidad, una sensación que no había tenido en años. Ahora no veía nada, corría pensando en la sonrisa de su hermana, en su cabello, en su culo, en su ¡Plaf!
-¡Ostias!- La cara del muchacho impacto de lleno contra un árbol que había en el camino haciendo que este cayese de culo al suelo.
Unas jóvenes que se encontraban trotando por el mismo camino que Erik, llevando ya un rato detrás suyo sin que este se diera cuenta, vieron el porrazo seguido de la caída.
-¿Estas bien?- Dijo una de las jóvenes.
Con algo de ayuda de ambas Erik consiguió levantarse y sentarse en una roca que había cerca. Se sentía tonto, tenía en frente a dos chicas de buen ver y el se había estrellado contra un árbol que podría haber visto hasta un ciego.
-Si gracias.- Nuestro protagonista tenía varios arañazos en la cara, con algo de sangre por la nariz y el labio ensangrentado. -Soy Erik, un placer.-
-Un placer ha sido verte caer, pero si lo tenías en frente.- Una de las chicas, la que tenía una melena pelirroja, no pudo evitar reir ante la mirada sería y molesta de Erik. -Soy Cristina chico kamikaze.
Cristina mediría más o menos como Erik, un par de centímetros menos. Su figura estaba bien estilizada siendo unos senos pequeños que se intuían bajo una fina camiseta de manga larga. Unos leggins ceñidos a esas turgentes piernas eran los guardianes de un prominente y parado trasero.
-Por dios Cris, que mala eres.- La otra joven se agachó un poco y sacando un pañuelo empezó a secar el labio del chico mientras le sonreía de forma amigable. -Yo soy Laia.-
Laia era bastante más bajita que Cristina pero lo compensaba con unos prominentes pechos que a duras penas podían ser contenidos por una camiseta de deporte. A diferencia de su amiga la joven simplemente llevaba unos shorts de lycra que marcaban sus labios vaginales casi como si no tuviese ropa interior.
El trio de jóvenes congeniaron rápido pese al primer momento de tensión producto de la risa de Cristina. Paso cerca de una hora hasta que, hablando, se encaminaron hacía el pueblo. Erik había descubierto varias cosas de aquellas dos chicas que, pese a que no sentía la misma atracción que con su hermana, debía admitir que ambas estaban apetecibles.
Lo primero que había descubierto era la edad de ambas. Laia tenía 18 años, como el, mientras que Cristina era ligeramente más mayor teniendo 21 años. Pese a la diferencia de edad eran amigas de la infancia y se tenían mucha confianza.
La pelirroja era bastante directa, no parecía tener pelos en la lengua "por que aún no esta de rodillas" pensó Erik. Se notaba muy salada producto de su sangre andaluza. La más bajita no era tan charladora ni directa como Cristina sin embargo poseía un hermoso tono de timbre y unos ojos verde esmeralda los cuáles expresaban acompañando a las palabras que salían por su boca.
Nuestro protagonista se encontraba relajado mientras hablaba con ellas dos, le habían parecido un par de chicas majas y creía que podría llevar una sana amistad con ella.
Caminando y charlando, tras intercambiar números, Erik llegó hasta la puerta de su nuevo hogar pero rápidamente toda esa calma y buen humor se iría al traste. Al entrar en el salón se quedó de piedra, observando a un chico en el sofá, a ojo calculó que tendría más o menos la edad de su hermana. Pese a estar sentado poseía una gran estatura y una ancha espalda. El pelo lo llevaba rapado por los laterales dando un degradado moderno. Vestía normal, jeans y una sudadera roja. Rápidamente el joven lo vio como una amenaza.
-¿Quién eres?- Dedicándole una sería y amenazante mirada se quedaría parado en el marco de la puerta que conectaba el pasillo con el salón.
-Vaya, hola hermanito.- La cantarina voz de Mia resonó en la sala dejándole ver que se encontraba poniendo la mesa. -El es Dani, mi...-
•>Continuara.
Quiero agradecer los comentarios que tuvo el anterior relato ya que me han ayudado bastante a la hora de escribir este. También he cambiado de primera persona a tercera por comodidad a la hora de escribir. Besos y espero que os vaya todo bien.