Amar Es Un Castigo IV

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En la oscuridad de mi cuento, pensando en ella, en sus ojos y su sonrisa; no puedo negarlo más, esa mujer me gusta, me encanta todo de ella y solo deseo verla pronto. Me levanto más temprano de lo normal y me meto a la ducha muy animada, pongo un gran empeño en arreglarme, deseo verme espectacular.

Salgo de mi apartamento y miro la bella mañana, respiro profundo el fresco aire; sonrió, entro al auto y me pongo en marcha. Enciendo la radio y en esta suena un pedazo que me saca una gran sonrisa -“las horas me consumen, estoy ansioso por volverte a ver”-, es curioso que esa canción describa exactamente como me estoy sintiendo en este

momento. Muero por verla, muero por ver esos ojos negros que tanto me gustan; “solo unos minutos más”, pienso y sonrió otra vez.

Al fin eh llegado a una pequeña cafetería, cerca de la clínica donde trabajo; salgo del auto y busco con la mirada; aun no ha llegado. Me dirijo a una pequeña mesa a esperarla y enseguida empiezan a atacarme cientos de pensamientos; me siento nerviosa, anoche me llamo para decirme en tono serio que habláramos, que nos reuniéramos antes del horario de trabajo en esta cafetería. Ahora que lo pienso, no sé por qué estoy feliz; debe querer disculparse por la desagradable escena que presencie, no es como si ella fuera a declararme su amor ni nada de eso. Mi felicidad se esfuma enseguida y vuelvo a mi típico estado neutro; me preparo para demostrarle que lo que vi no me afecto en nada y sonreírle como si nada hubiera pasado.

Después de un par de minutos la veo acercarse con una pequeña sonrisa, enseguida me levanto para recibirla con un beso en la mejilla y una sonrisa. Nos sentamos y ordenamos nuestros desayunos y no decimos nada hasta que la camarera lo trae, al ella darle un sorbo a su café decido ir directo al grano.

-y bien, ¿de querías hablar?- solté, haciendo que se ahogara con su café y poniéndola nerviosa

-Andy, es que yo- agacho avergonzada su mirada- yo… quería disculparme contigo. Me siento muy avergonzada.

-¿ummm?

-lamento que me vieras así con Mauricio

-la verdad es que fue bastante incomodo encontrarte en esas- dije tratando de contener una carcajada, juliana se había ruborizado

-enserio lo siento, discúlpame por favor.

Estaba mirando su taza de café, con su cara completamente roja; se veía muy avergonzada de que la haya visto en plena acción. No pude contenerme más y deje escapar una sonora carcajada, verla así me había causado muchas gracias; enseguida levanto la mirada sorprendida.

  • jajajaja, no tienes por qué disculparte

-¿Qué?- pregunto sorprendida.

  • que no te preocupes, no paso nada- le di una amistosa sonrisa

  • ¿enserio?

-enserio. Ya no te preocupes mas, no le pienso decir a nadie de tu acalorado encuentro en la oficina- bromee cerrando mi ojo izquierdo

-uff- suspiro- que alivio, estaba bastante asustada

  • ¿por qué?- quise saber

-creí que estarías pensando lo peor de mi, que era una adicta que necesita hacerlo en todas partes

-bueno ps… la verdad es que si lo pensé-reí, enseguida el intenso rojo volvió a sus mejillas- jajaja solo bromeo, tranquila- me dio un golpe juguetón en el brazo

-eres una tonta- hiso un puchero que me pareció lo más tierno del mundo

-jaja si estoy un poco tonta- “pero por ti, hermosa”, pensé mirándola.

Dejamos atrás el incomodo tema de su encuentro sexual y seguimos conversando de todo, bromeando y riendo cómodamente; después nos dirigimos a la clínica, cada una en su auto y comenzamos nuestra jornada laboral.

A la hora del almuerzo me fui a un restaurante cercano, iría sola ya que juliana tenía un almuerzo con unos socios de la clínica. Estaba sumergida en mis pensamientos, o más bien sumergida en el recuerdo de unos ojos azabaches; cuando una mano en mi hombro derecho me saca de estos.

-¿te importa si me siento contigo?- preguntaron a mis espaldas, me gire para encontrarme con los picaros ojos color miel de Mónica.

-claro, siéntate- respondí

  • gracias- dijo con una sonrisa- ¿Por qué estas tan solita?

-juliana tenía un almuerzo con unos socios de la clínica y me toco venir a almorzar sola- puse una carita triste

-pero no tienes por qué estar sola, siempre voy a estar disponible para hacerte compañía- me guiño un ojo con una picara sonrisa

-¿enserio?- dije incrédula- yo pensé que carolina no te dejaba tener amistades- bromee, recordando un episodio en el que estábamos ella y yo hablando en la entrada de la clínica, cuando apareció carolina con cara de enfado y se la llevo casi a rastras.

-Ja Ja Ja. Muy graciosa- entre cerró los ojos

-jajajaja- solté una gran carcajada-no deberías juntarte conmigo, tu novia podría enojarse

-ella no es mi novia

-pues te cela como si fueras su novia

-pero no lo es- respondió de inmediato

Ok, está bien.

Almorzamos, Mónica era una persona muy agradable, con un gran sentido del humor; en toda la comida no pare de reír gracias a sus ocurrencias. Me sentía muy cómoda con ella, no lo podía negar, pero tampoco podía negar que sus constantes coqueteos e insinuaciones me ponían nerviosa. Sus acercamientos me alteraban y mi pulso se aceleraba cada vez que rozaba mi mano con la suya. Mónica era muy bella, eso no se podía negar; pero era diferente que juliana. Al mirar a juliana sentía una gran ternura, sentía deseos de protegerla, mimarla, de caminar por un parque tomadas de la mano hablando de mil tonterías, mientras compartimos un helado;

al verla los más puros e inocentes sentimientos se apoderaban de mi. Pero, con Mónica era todo lo contrario, al verla solo me entraba un incontrolable deseo sexual, solo sentía deseos de llevarla a casa y tener sexo salvaje con ella. Eran sentimientos totalmente diferentes, uno solo era arrebato sexual y el otro era lo más hermoso que había llegado a sentir hacia una persona, pero esas tiernas fantasías no llegaría a ser verdad nunca; juliana era heterosexual y estaba comprometida, algo entre ella y yo nunca pasaría. En cambio Mónica estaba aquí, demostrándome que quería lo mismo que yo… solo noches de placer. Decidí dejar a un lado los bonitos sentimientos hacia juliana y dar rienda suelta a la atracción sexual entre Mónica y yo.

De camino a clínica, yo estaba más coqueta con Mónica y

deje que me agarrara de la mano; estábamos a unos metros de la entrada, cuando Mónica se para frente a mí y pone sus manos en mi cintura, se acercaba lentamente para besarme. Sentí una intensa mirada en mi al estar nuestros labios casi rosándose, mire hacia mi izquierda para encontrarme con los enfadados ojos de juliana, estaba a unos metros mirándonos, un sentimiento de culpa me invadió y despacio me aparte de Mónica, esta me miro confusa y me pregunto que sucedía; pero mi atención estaba en esos ojos negros que me miraban con rabia. Juliana se dio media vuelta y entro a la clínica, yo me quede mirando la entrada, Mónica al ver que yo no respondía a ninguna de sus preguntas se dio la vuelta para mirar también a la misma dirección que yo.

Sin prestarle atención camine a la clínica, entre y me encerré en mi oficina. No sé porque, pero me sentía muy mal, como si la hubiera traicionado; recordar esa mirada llena de rencor y dolor me hacía sentir la peor persona del mundo. Necesitaba hablar con ella, tenía la necesidad de discúlpame.

Entre a su oficina sin llamar a la puerta y la vi de espaldas a mí, mirando por la ventana

-juliana- la llame con un tono de voz bajo

Al darse cuenta de que no estaba sola, paso la  mano por su cara, como si estuviera limpiando una lagrima.

-Juli, quiero hablar contigo

Enseguida se dio la vuelta y clavo sus enfurecidos ojos en los míos, limpio con rabia una lagrima que se le había escapado y se acerco lentamente a mi; al tenerla enfrente trate de hablar.

-Juli…

No me dejo terminar, tomo mi rostro entre sus manos y me beso agresivamente, me quede inmóvil, no respondí a su beso de lo impresionada que estaba, era un beso agresivo y lleno de ira, al no obtener respuesta se alejo unos centímetros. La mire a los ojos, pero ya no note enfado el ellos, ahora tenía una mirada llena de ternura; acaricio mi mejilla delicadamente y volvió a posar sus labios en los míos, esta vez era un beso tranquilo, rosaba mis labios con delicadeza, entonces respondí al beso; sentí miles de mariposas en mi estomago y mi pulso cada vez más acelerado. Mientras sus manos me tomaban por las mejillas, pose las mías en su cintura, acercándola un poco más a mi; abrí un poco mi boca para darle paso a mi lengua, con la punta de esta, recorrí su labio inferior, juliana abrió su boca, dándole paso a mi lengua. Empezaron con una armoniosa danza al entrar en contacto. Era un beso hermoso, delicado, sin prisas; un beso tan delicioso que logro transportarme a otro mundo, un mundo donde solo estábamos ella y yo. Después de un par de minutos finalizo el beso dando un pequeño mordisco a mi labio inferior, separo nuestros labios pero unió nuestras frentes; abrí mis ojos lentamente y encontré en su mirada un brillo especial, uno que no había visto antes; un brillo que me lleno de esperanzas, “¿será que está sintiendo lo mismo que yo?”, pensé emocionada; tal vez estar con ella no sería solo un sueño después de todo…

En la oscuridad de mi cuento, pensando en ella, en sus ojos y su sonrisa; no puedo negarlo más, esa mujer me gusta, me encanta todo de ella y solo deseo verla pronto. Me levanto más temprano de lo normal y me meto a la ducha muy animada, pongo un gran empeño en arreglarme, deseo verme espectacular.