Amar Es Un Castigo II

Disculpen la demora...

Al fin ha llegado mi primer día de trabajo; estoy feliz, pero no es por el puesto que conseguí en esa clínica; estoy deseando ver a juliana, mi jefa. Una cuadra antes de llegar a la clínica mis nervios vuelven a activarse, mis manos están sudando y no entiendo porque. Al pasar por la gran puesta que da acceso a la sala de espera, lo primero que veo son esos grandes ojos azabaches;

-Buenos días, Andrea- me saluda con una sonrisa;

-Buenos días, doctora- le devuelvo el saludo, poniendo mi cara más sería; pero por dentro, corazón golpea fuerte contra mi pecho.

Después de ese saludo me lleva a la que será mi oficina, la que está justo al lado de la suya; al dejarme sola, respiro profundo y me siento tras el escritorio; trato de concentrarme en los papeles que tengo frente a mí, pero es imposible evitar que mis ojos giren en dirección a esa blanca puerta de madera que conecta mi oficina con la suya. El pensar que solo un delgado muro nos separa me causa una extraña sensación que... Simplemente no logró describir.

El llamado a mi puerta me saca de mis pensamientos.

Adelante-, Enseguida se abre la puerta y se asoman unos coquetos ojos color miel.

-hola, Andrea- me saluda con una gran sonrisa.

-hola, doctora Mónica, ¿como esta?-

-Estoy bien... Oye, ya es hora de desayunar, ¿te gustaría venir conmigo?- … En ese instante mi corazón se detuvo, mi mente está en blanco y no sé que responder.

  • Ehmm, yo... Pues-. Nada, de mi boca no sale palabras, estoy totalmente muda.

  • ¡Vamos!, ven conmigo a desayunar, te aseguro que te gustara- dice esto con una sonrisa y cerrando su ojo izquierdo causando que mi corazón amenace con salir de mi pecho.

-ehmm... Si, está bien;  te acompaño- por fin logró decir algo y ella luce feliz con mi respuesta;

-¡Genial!, te espero afuera-.

Quedo nuevamente sola en la oficina; no sé cómo voy a hacer para que esa mujer no se dé cuenta de lo nerviosa que me pone, necesito ocultar todo lo que siento cada vez que la veo tan cerca de mí. Creo que debo estar completamente loca por aceptar ir a desayunar ¡sola! Con ella, pero ya le dije que iría con ella y no me puedo retractar

.

Salgo de mi oficina y la veo esperándome ya en la salida de la clínica, camino hacia ella y al darse cuenta de mi presencia me mira con una gran sonrisa.

-Disculpa, Andrea- me llama juliana -necesito que me ayudes con un inventario-

-lo siento mucho juliana, Andrea y yo saldremos a desayunar, cuando volvamos te ayuda- contesta Mónica con un tono un poco arrogante

-lamento mucho arruinar su desayuno juntas, pero necesitamos hacer eso ahora- le responde juliana con mirada retadora.

-queremos ir a desayunar, ¿cierto, Andrea?- esta vez me mira a mi esperando una respuesta

-creo que el inventario es importante, podríamos ir a desayunar otro día- le respondo de la manera más amable posible, pero parece que esa respuesta no le gusto nada.

-como quieras, iré con otra-. Da media vuelta y se dirige al área de los consultorios. Me siento aliviada porque ya no tendré que estar a solas con ella; pero por alguna razón, su comentario de ir con otra me molesta un poco. Decidí no darme más importancia al comentario de Mónica. Ahora voy caminando con Juliana, nos dirigimos al almacén para hacer el inventario que necesita; en la parte de atrás de la clínica hay un pequeño pasito que finaliza en una puerta corrediza de cristal. Mientras realizábamos el inventario, hablábamos y nos reíamos de cualquier cosa y finalizamos nuestra tarea sin ningún inconveniente; al dirigirme de nuevo hacia la oficina veo a Mónica entrando con su auxiliar, ambas con una gran sonrisa.

Ya ha pasado un mes desde que entre a trabajar en la clínica y estoy muy a gusto; todas las personas que trabajan aquí son muy agradables y con casi todas eh entablado una amistad, excepto con Carolina; la auxiliar que estaba con la doctora Mónica el día que me invito a desayunar; no cruzamos más que las palabras estrictamente necesarias, y siempre que lo hace me mira con un gran desprecio; la verdad no entiendo que fue lo que hice para que me odio; pero tampoco me afecta que lo haga, no me importa si le caigo bien a las demás personas o no... Me da igual lo que los demás piensen de mí. Con juliana eh establecido una buena amistad, cada vez me gusta más hablar con ella ya que tenemos muchas cosas en común, es una mujer muy alegre y siempre busca la forma de hacerme sonreír. Hoy el ambiente en la clínica es muy agradable; todos sonríen y hablan del tan esperado viaje. La clínica cumple 30 años el dueño llevará a todos los empleados a una finca; se irán el sábado en la mañana y volverán el lunes ya que es feriado.

Toco la puerta de la oficina de Juliana y entro cuando me da permiso.

-aquí están los papeles que me pediste- dejando los papeles sobre su escritorio

-muchas gracias, andy- me dice sin apartar la vista de su computador.

-¿no piensas ir a almorzar?-

-si, espérame 5 minutos y vamos juntas-

Me senté frente a su escritorio y saque mi celular del bolsillo para entretenerme mientras la esperaba.

-¿iras a la finca este fin de semana?

-ehmm- puse pausa al juego y levante la mirada, -no, no voy a ir- enseguida giro su cabeza para mirarme.

-¿qué?... ¿porque?-

-es que la mayoría va a ir a tomar, y la verdad, no me agradan los borrachos- dije con un todo de fastidio.

-jajajaja, ohh vamos, no será tan malo; no te preocupes por los borrachos, yo voy a estar ahí para defenderte- me miro dulcemente.

-no sé, juli-

  • no seas malita Andy; ven conmigo, ¿sí?- poniéndome una carita de cachorro a la que no pude negarme.

-jajaja está bien, si voy... Pero ya quita esa carita-

-jajaja, ya verás que la pasaremos muy puente juntas- acerco su mano y la puso sobre mi mano que estaba en el escritorio.

Ese contacto me puso nerviosa y rápidamente aparte mi mano y desvíe la mirada, sentí el rubor en mis mejillas y el sudor frío en mis manos, el ambiente se había vuelto tenso y un gran silencio inundaba la oficina. Miraba a todos lados de la oficina pero no a ella; agache mi cabeza y seguí con el juego en mi celular y ella volvió su vista al computador, pero a ratos sentía su penetrante mirada sobre mí. En un momento levante mi mirada y me encontré con esos azabaches ojos mirándome atentamente, le sostuve la mirada por un par de segundos pero la desvíe al lado izquierdo de su escritorio.

-¿Es tu hijo?- pregunte en un intento desesperado por romper el incómodo silencio.

-¿eh?- Siguió la dirección de mi mirada, intentando comprender la pregunta que acababa de hacer. -oh no, no es mi hijo... Es mi sobrino-

-se parece mucho a ti-

-jajaja si, es hermoso como yo- dice con una sonrisa llena de orgullo y cerrando un ojo.

-jajajaja-.

Estoy muy incómoda, este ambiente no es para mí; preferiría estar en casa descansando y no aquí. El olor a alcohol y cigarrillo esta por todas partes, la música a todo volumen me molesta, todos disfrutan y ríen; pero yo la estoy pasando muy mal. Me levanto de la silla y me alejo del ruidoso grupo, camino por la gran finca en dirección a la habitación que me han asignado, en ella hay una cama matrimonial, dos mesitas de noche y un closet. Sacó de mi bolso un libro y me dirijo a la parte de atrás de la finca, donde pueden estar a solas y alejada de todo el ruido.

Encuentro un gran árbol y decido que sus ramas serán el perfecto lugar para leer tranquila; subo para sentarme en una amplia rama, empiezo q leer y me desconectó del mundo.

-¡Hola!- gritan cerca de mi sobresaltándome

-¡ahh!- doy un pequeño brinco -me asustaste- digo molesta después de ver a la persona a mi lado. -¿qué haces aquí?-

-te estuve buscando por todas partes... Y te vi aquí arriba y quise hacerte compañía-

-ah, bueno pues, siéntate aquí conmigo- haciéndome a un lado para que se sentara.

-gracias-

Me quede en ese árbol hablando con ella de lo linda que era la finca, hablamos de su adorado sobrino y de cómo había sido nuestra infancia, las conversaciones con ella siempre eran muy agradables y fluidas, siempre teníamos un tema para discutir; disfrutaba mucho de su compañía. Nos quedamos en silencio al escuchar voces que se acercaban; Carolina y la doctora Mónica se habían acercado al árbol y empezaron a discutir sin darse cuenta que nosotras esta bajos justo sobre ellas; la discusión se acaloraba mas y yo me sentía incomoda de estar espiándolas, pero en un momento Mónica tomo a Carolina de su brazo y la tiro contra el árbol, la acorralo con sus brazos y la beso con violencia, Carolina la tomaba de los hombros y trataba de alejarla, pero Mónica era más fuerte. El beso se transformó de violento a apasionado y ahora Carolina había puesto sus manos alrededor del cuello y la acercaba más a ella, desde la rama alta del árbol se vio a la perfección cuando Mónica bajo su mano, desabrocho los botones del pequeño short y la metió causando un gran gemido en su amante.

Al ver esa escena gire mi cabeza hacia otro lado, pero me encontré con unos ojos azabaches mirándome, su mirada transmitía excitación; pero yo estaba sumamente nerviosa, abrí mis labios para tratar de decirle que estaba mal que estuviéramos viéndolas en ese momento tan intimo, pero Juliana puso su dedo índice sobre mis labios impidiendo que hablara. Un gran y prolongado gemido me hizo volver la mirada hacia abajo, viendo a una exhausta Carolina que trataba de mantenerse en pie, al parecer ya había llegado al anhelado orgasmo.

Después de recuperarse tomo a Mónica y la recostó al árbol, la beso apasionadamente y bajo hasta su minifalda, la subió hasta arriba de sus caderas, bajo su tanga negra de encaje y se metió en la entrepierna, por estar arriba no se lograba ver, pero si se escuchaba perfectamente el húmedo sonido que hace la lengua al jugar con los jugos vaginales. Después de un par de minutos Mónica soltó un sexy gruñido al llegar al orgasmo, Carolina subió y la beso compartiendo los restos de jugos que habían quedado en sus labios.

Después de una larga sección de besos, organizaron sus ropas y se dirigieron a donde estaban los demás. Yo estaba sorprendida por lo que acababa de ver y al mismo tiempo excitada;

empecé a reaccionar y me di cuenta de que juliana aun tenía fu dedo en mis labios, en seguirá gire bruscamente mi cabeza para quitar su dedo de mi labio.

  • será mejor irnos- dije mientras empezaba a descender del gran árbol, al bajar espere para poder ayudar a Juliana, al ayudarla a bajar quedo tan cerca de mí que nuestros pechos se tocaban cada vez que los pulmones que llenaban de aire, tenía la mirada fija en sus ojos y ella en los míos, estaba como hipnotizada, no podía dejar de mirar la oscura profundidad en ellos, mi corazón se empezó a acelerar y mi respiración se entrecortaba; bajo su mirada y la poso sobre mis labios unos segundos para volver a mis ojos, como un reflejo involuntario acerque mi rostro para poder quedar a solo centímetros del suyo. Note cuando empezó a cerrar despacio sus ojos y se acercaba mas, la distancia que nos separaba de un beso era tan absurdamente pequeña que en ella sólo cabía el aire; nuestros labios empezaron a rozarse e instintivamente cerré mis ojos...

Nos separamos rápidamente al escuchar que alguien nos llamaba, me di media vuelta y empecé a caminar rápidamente a donde estaban los demás y Juliana iba detrás de mí. El resto de la tarde no nos hablamos, ni siquiera era capaz de mirarla, pero tendría que hacerlo ya que ella y yo compartiríamos la habitación.

Al llegar la hora de dormir trate de comportarme normal, le hable como si nada hubiera pasado, y ella hizo lo mismo; así que nos acostamos a dormir juntas en la gran cama matrimonial como si nada hubiera pasado.

Abrí un poco mis ojos al sentir una presión en mi pecho, gire mi cabeza a la izquierda y vi a juliana dormir plácidamente en mi pecho, su mano izquierda estaba abrazándole por el abdomen y su pierna izquierda sobre las mías. Trate de levantarme pero me pidió que no me fuera; ahora su mano se había metido por debajo de mi playera y hacia pequeños círculos en mi abdomen, después de un rato levanto su rostro quedando justo frente al mío, de nuevo, nuestros labios estaban a solo centímetros del tan anhelado beso; estábamos solas en la habitación, ahora no habría nadie nos interrumpiera, ahora solo éramos ella y yo…

Al fin ha llegado mi primer día de trabajo; estoy feliz, pero no es por el puesto que conseguí en esa clínica; estoy deseando ver a juliana, mi jefa. Una cuadra antes de llegar a la clínica mis nervios vuelven a activarse, mis manos están sudando y no entiendo porque. Al pasar por la gran puesta que da acceso a la sala de