Amantes sabios

Relato más romantico que érotico, para los que gustan incluir sentimientos en medio de los placeres del sexo...

Dos años esperando, y al fin al llamarla mis oídos escuchan lo que hace tanto tiempo añoraban. Esa respuesta afirmativa que siempre busque con preguntas indirectas y que nunca encontraba. Hoy llego el día, hoy escuche las palabras

La conocí hace un par de años, en una época turbulenta para mí y de incertidumbre para ella. Nos conocimos a destiempo y aunque nos gustamos desde el primer momento, la ocasión aun no era propicia y con la sabiduría de los amantes que saben que algún día se encontrarán, reemplazamos pasión con amistad.

La vida transcurrió, y nuestro primer chance verdadero de acercarnos uno al otro se dio; viajamos juntos a representar a la Universidad en una actividad académica en San Francisco California. No obstante, para aquel momento ambos teníamos a alguien más, pero ambos sabíamos que no eran las personas definitivas, solo alguien que nos acompañaba mientras las circunstancias para que estuviésemos juntos fueran propicias.

El encanto de San Francisco llego a nosotros y disfrutamos al máximo esos días, creamos recuerdos inolvidables, momentos que alimentaron la semilla de un amor futuro y nos animaron para que algún día pudiéramos coincidir y darnos una oportunidad.

Solo una noche de las cinco que pasamos allí llego a bordear el límite entre la amistad y la pasión. Fue la última de las cinco y la engalanamos con una excelente conversación, unas inocentes caricias en nuestras manos y unos momentos a solas en los que simplemente acaricie su cabello mientras ella yacía en mi regazo. Ese día pudo ser, pero aun no era el momento, nuestro ardor merecía algo más que una despedida de una noche en la víspera de nuestro viaje de retorno.

Pasado un año del viaje, estoy aquí escribiendo estas líneas, para contarle al mundo lo feliz que me siento de haber escuchado por fin la añorada respuesta,

¿Estas libre?

SI ,lo estoy

La emoción me embargaba. Al escuchar algo tan esperado solo pude atinar a decirle que nos viéramos, que por primera vez ambos estábamos solos y listos para encontrarnos. Ella con entusiasmo me propuso salir el sábado siguiente, una fecha que pasó a nuestra historia.

Y el día llego, ¿Pero como prepararse para encontrar a quien tanto has deseado?, ¿debía preparar algo romántico, atrevido ó solo lo que el momento dictará? La respuesta era muy sencilla, debía ser quien soy, porque frente al verdadero amor las apariencias sobran y los sentimientos deben fluir de manera natural

Ser Yo mismo antes que nada porque ella me deseaba por quien Yo era, no por ser un estereotipo. Es el tipo de mujer que vale la pena y por eso no necesitas aparentar. Por mi parte también la esperaba solo a ella, tal cual era porque su hermosura irradiaba de dentro hacia fuera. Esta mujer iba a empezar a hacer no solo mi amante, sino también mi compañera eterna.

Acordamos encontrarnos en aquel viejo café romántico donde hace unos años todo pudo haber comenzado, aquel sitio rodeado de calidas fogatas que alumbran solo los rostros de los amantes que se reúnen a conversar para desnudar sus almas antes que sus cuerpos.

Llegue a recogerla, lucia radiante. Su cuerpo delgado y armónico. Su sonrisa que ilumina mi mundo, su cabello negro y brillante. Sus ojos negros expresivos, su piel blanca. El resto por ahora quedaba a mi imaginación, aunque un escote hacia entrever un preludio de la gloria que se alberga dentro.

Llegamos al sitio acordado, conversamos por varias horas, cada hora que pasaba más cerca estábamos, al final nuestras manos entrelazadas, nuestra mirada fija el uno en el otro y nuestro aliento fusionándose al rozarse nuestros labios en el primer beso.

El primer beso fue muchas cosas, se prolongo un tiempo indeterminado, inicio con ternura como dos jóvenes que apenas juntan sus labios por primera vez, empezó a tomar un ritmo más pasional, llevándonos a movernos con armonía y a apretar nuestras manos con firmeza. Al final una mirada cómplice que pedía más.

Salimos del lugar, queríamos estar a solas, queríamos unir nuestros cuerpos esa misma noche. El respaldo de nuestra amistad nos daba la confianza para entregarnos sin temor en este primer encuentro.

Arribamos a una habitación de hotel cerca de la media noche, calida, totalmente alfombrada, con una temperatura ideal. Descalzos y con un rayo de luz tenue, comenzamos a besarnos, con la ternura del primer beso y con pasión que minuto a minuto crecía. Roce con mis labios su rostro, como acariciando una porcelana. Ella me correspondió acariciándome el cabello. Nos mirábamos profundamente, aunque aun nuestros cuerpos no se unían, ya se habían unido nuestras miradas y a través de ellas nuestras almas.

Nuestra unión espiritual me dio el coraje y la confianza para avanzar en el camino hacia nuestra unión física. Deslicé los tirantes de su vestido por sus majestuosos y pálidos hombros. Seguí el paso de los tirantes con mis labios, recorriendo así el camino glorioso de su piel. Al levantar mi mirada vi como en segundos caía la parte superior del vestido. Para mi sorpresa, esa noche ella no usaba sujetador, inmediatamente pude admirar dos hermosos senos de pezones rosados que se erigían triunfalmente apuntando hacia el objeto de su deseo. Inmediatamente mis manos se aferraron a su pecho, acariciándola en una mezcla de ternura y pasión que termino con ambos cuerpos yaciendo sobre el lecho que iba a ser testigo de nuestra primera unión.

Ya en la cama, me puse encima de ella y comencé a besarla apasionadamente, mientras mis manos recorrían con caricias sus senos y su vientre. Al mismo tiempo, sus piernas ya se encontraban abiertas, permitiendo rozar mi pelvis contra la de ella. No obstante, aun la ropa interior separaba nuestros genitales impidiendo la penetración… pese a ello, la ropa interior de Gloria comenzaba a humedecerse de adentro hacia fuera, invitándome a arrancarle la ropa interior para hundir mi pene en su vientre deseoso. En pocos minutos, la ropa interior no pudo contener más nuestro deseo, comencé a quitarla con delicadeza, besando su entrepierna y percibiendo con mi olfato el aroma de los jugos vaginales que lubricaban la entrada al interior de su vientre. Pronto estuve encima de ella, con mi pene rozando sus genitales, aun indeciso de entrar y acabar con el suspenso que la situación presentaba.

Gloria tomo con su mano izquierda mi pene, alcancé a escuchar un gemido de placer mientras lo recorría con su tacto. Ella misma lo acomodo en la comisura de sus labios vaginales, y yo con pasión y anhelo de entrar en el cuerpo de la mujer que más añore amar, lo empuje con delicadeza y firmeza.

Los momentos que siguieron fueron eternos, sentí como centímetro a centímetro mi pene se introducía en la vagina de Gloria, escuche su gemido triunfal cuando la punta de mi pene toco el fondo de su vagina, sentí como sus líquidos empapaban el tronco de mi miembro, impregnándolo de su sexo. Inmediatamente, ella comenzó a moverse con suavidad, imprimiendo en cada oscilación de su cuerpo cierto énfasis en un punto que al verse oprimido por mi pene, le arrancaba gemidos de placer. En silencio gloria siguió moviéndose, con tanto placer en su expresión, que no pude percatarme del primer orgasmo que la invadió

Los movimientos de Gloria me habían llevado a un nivel de placer nunca antes sentido, adicionalmente, su estrecha cavidad me hacia sentir un titán!, mi pene estaba literalmente absorbido por sus paredes vaginales, y el glande chocaba permanentemente con el fondo de la vagina, haciendo que la estimulación fuera inmensa. Sin haber evidenciado que un primer orgasmo ya la había embargado, comencé a sincronizarme con sus movimientos, poco a poco fuimos cogiendo ritmo y vi como sus gemidos aumentaban hasta llevarla al punto máximo de placer, justo en ese momento la tome la mano y se la apreté con firmeza, intentando que en la fuerza del apretón viajara a través de su tacto todo el amor y la felicidad que Yo sentía en ese momento.

Después del Orgasmo, Gloria me confeso que ya era el segundo… y me pregunto ¿como? Yo era capaz de aguantar tanto… la verdad es que llevábamos más de 30 minutos unidos y aún mi pene no inundaba su vientre. Le dije lo feliz que me sentía de estar dentro de ella, de sentir la suavidad de su piel, el calor de su vientre y la pasión de sus besos… le dije que deseaba que ese momento fuera eterno… entrelazamos nuestras manos una vez más, y esta vez arremetí con fuerza golpeando su vientre con mi pene totalmente erguido. Pronto la respiración de ambos aumento de ritmo, a cada arremetida Gloria era empujada hacia la cabecera de la cama, razón por la cual solté sus manos para que con ellas se apoyará y evitará el ser desplazada ante cada martilleo que yo daba contra su vientre. Por un momento me detuve a chupar los pezones de Gloria, los cuales invitaban a ser devorados, nuevamente volvía a sus labios, luego la observe con pasión y arremetí nuevamente con fuerza contra su vientre. Pronto empecé a sentir como mi semen buscaba escapar, morbosamente mi mente comenzó a anhelar llenar de mi liquido a esta mujer que me brindaba tanto placer, de repente sin poder aguantar más, me detuve justo cuando Gloria gemía con mayor fuerza y cuando sentía sus contracciones vaginales que anunciaban un nuevo orgasmo. Al detenerme y sentirla, mi pene y testículos comenzaron a contraerse, para luego expulsar en fuertes espasmos todo el liquido que lleno el vientre de Gloria… ella al percatarse del evento, me abrazo con firmeza y gimió de placer. Por unos momentos el silencio y la quietud reino entre los dos. Yacíamos el uno encima del otro, acariciándonos con suavidad y felices de habernos encontrado… Ya no estaríamos más solos, ahora nos teníamos el uno al otro. Fuimos dos amantes sabios que encontramos el momento ideal para conjugar nuestros sentimientos y cuerpos en una relación de la que pronto habrá mucho más para relatar