Amantes (5)

Llegar tarde a casa, encontrarla en la ducha y sorprenderla...

AMANTES 5

Llego a casa y empiezo a prepararme, sé que has tenido un día duro, como muchos últimamente, desde que te han ascendido, por eso quiero que cuando llegues te puedas relajar un ratito y disfrutar. Así que me desnudo, me meto en la ducha, abro el grifo y dejo que el agua resbale por mi piel. Cojo la esponja, le pongo jabón y…repentinamente siento una leve brisa en mi espalda e inmediatamente unos brazos que me abrazan y un cuerpo desnudo pegándose a mí. Enseguida me llega el olor de tu colonia y sonrío. Giro mi cabeza hacía ti y nos besamos larga y apasionadamente. Luego me giro por completo hacía ti.

  • ¡Hola cielo! – Te digo.

  • Hola

Nos abrazamos mientras el agua sigue cayendo sobre nosotros. Siento tu sexo erecto alojado entre mis piernas y empiezo a excitarme.

  • ¿Cómo ha ido el día? – Te pregunto.

  • Agotador – me respondes, mientras acaricias mi espalda.

  • Pues puedo ayudarte a relajarte – te susurro al oído, llevando mi mano hasta tu sexo y acariciándolo suavemente.

Tus manos están ahora acariciando mi culo, introduces tus dedos entre mis nalgas, desciendes por la raja y buscas mi vulva. Nuestras bocas se comen con feroz hambre de besos, de humedades encontrándose en un camino de pasión. Mi cuerpo se estremece al sentir tus dedos hurgando en mi sexo que se humedece a cada roce. Suspiro acercando mi boca a tu oído, tú también suspiras al sentir como mi mano se mueve sobre tu sexo a buen ritmo, arriba y abajo sin parar. El eco de nuestros suspiros y gemidos se convierte en una canción de amor, el agua sigue resbalando por nuestros cuerpos, quiero fundirme contigo y por eso te abrazo con fuerza, subo mi pierna hasta tu cadera y siento como tu verga, hinchada y caliente choca contra la humedad de mi sexo. Nuestras manos describen con caricias el deseo que sentimos. Tu sexo vibra, el mío se estremece. Cojo tu pene con mi mano y lo llevo hasta el mío suplicándote:

  • ¡Métemela!

Y tú no me haces esperar, no quieres hacerme esperar. Me apoyas contra la pared, abres mis piernas y me elevas un poco, acercas tu sexo al mío, siento como jugueteas en la entrada, restregando el glande en mi vulva. Estoy a cien y me muerdo el labio inferior. El deseo se dibuja en nuestros ojos y ya nada puede parar este torrente de sensaciones que nos envuelve. Gimo, gimes, por fin tu sexo se aventura a penetrarme, me estremezco, siento como lo deslizas hasta el fondo, te abrazo, te beso, me siento llena de ti. Tú me abrazas, pegas tu boca a mi oído, gimes y me haces estremecer. Me sujetas con fuerza entre tus brazos y muy despacio empiezas a moverte. Siento como entras y sales de mí, como te mueves cadenciosamente, haciéndome sentir toda tu virilidad. Nuestras pieles se rozan, se sienten, tus gemidos suenan como música celestial en mis oídos. Tus ojos y los míos se encuentran en la inmensidad del universo y siento como mi cuerpo se deshace en miles de deseos incontrolados. El agua resbala por nuestras pieles, al igual que nuestras manos que dibujan corazones en nuestro cuerpo. Ya no somos dos, ahora somos uno disfrutando de este momento.

Suspiro, y dejo caer mis piernas al suelo de la bañera, tus manos resbalan por mis senos hasta mi cintura y me depositas sobre el suelo. Sales de mí, necesitamos un descanso, un cambio, y muy suavemente me haces ponerme de espaldas a ti, mostrándote mi culito, mi espalda. Tu mano acaricia mi columna con un dedo, haciendo que mi piel se erice. Cierro los ojos al sentir ese dedos descender, bajar poco a poco, porque es sublime esa sensación. Luego el dedo se mete entre mis nalgas y todo mi cuerpo se convulsiona, desciende hasta mi sexo y siento como lo metes entre mis labios sexuales y me penetras con él. Mi sexo se humedece aún más y un sinfín de sensaciones me colman. Tus labios se pegan a mi nuca, la besas y otro estremecimiento cruza mi cuerpo. Gimo, suspiro, me siento dichosa por tenerte aquí, por sentirte pegada a mí y quiero más, quiero que esto no acabe, quiero sentirte para siempre así.

Ahora son dos los dedos que entran y salen de mi sexo, produciéndome un agradable placer que me obliga a gemir. Apoyo mis brazos en la pared y siento como mis piernas flaquean por el goce que siento. Pegas tu cuerpo al mío, mientras me sujetas con fuerza, dejas de meter tus dedos en mi sexo y diriges tus manos a mis senos que empiezas a masajear suavemente. Siento tu pene, entre mis nalgas; nuestros cuerpos son antorchas encendidas, quemando a toda mecha. Quiero que vuelvas a metérmela, quiero sentirla otra vez dentro de mí, por eso busco tu sexo con mi mano.

  • Espera – musitas dulcemente en mi oído.

Siento como te separas un poco de mí, y como con tus manos separas mis nalgas, gimo al adivinar lo que vas a hacer, te miro y me miras, te sonrío y me sonríes. Siento tu pene entrando despacio en mi ano, empujando poco a poco, lo has untado con el agua y el jabón de la esponja, al igual que mi culo, para que pueda entrar más fácilmente. Gimo, me erizo, y espero el momento en que te deslices totalmente dentro de mi agujero trasero. Me muerdo el labio inferior, mientras siento como el glande va haciéndose un espacio en mi estrecho agujero.

-¡Ah! - Un quejido escapa de mis labios cuando siento como empujas hasta el fondo.

Tú también gimes y me sujetas por las caderas. Empiezas a empujar despacio, haciendo que tu sexo resbale gradualmente, y con cada dulce embestida todo mi cuerpo se agitar irremediablemente. Tus manos se concentran en mi clítoris ahora, y siento como tus dedos acarician lo aumentando la sensación de placer que invade mi cuerpo. Mi respiración se acelera con cada embestida, con cada caricia que aplicas sobre mi sexo y siento que si sigues empujando con esa fuerza, me voy a correr; todo mi cuerpo es un hervidero de sensaciones que se precipitan hacia el vacío de mis sentidos. El calor y la pasión suben por grados en este baño, mi respiración se acelera y siento como el placer empieza a crecer gradualmente en mi ano que se contrae apresando tu sexo y eso hace que este se hinche. Vamos a corrernos ambos, es algo irremediable ya. Tú empujas una y otra vez, yo también empujo contra ti, para sentirte más profundamente y entre gritos y espasmos de placer, tu leche llena mi ano mientras todo mi cuerpo se estremece alcanzando el orgasmo.

Cuando nuestros cuerpos se calman, sacas tu sexo de mí y me abrazas, me doy media vuelta y nos fundimos en un cálido beso enamorado. Te limpias un poco, y me pasas las esponja, yo también me limpio. Luego, apagas el grifo del agua, sales de la ducha, me coges en brazos y me llevas hasta la cama. Por el camino yo me quejo:

  • Vamos a mojarlo todo, cielo.

  • No importa – me dices – hoy nada importa.

Y me deposita dulcemente sobre la cama. Te echas sobre mí y sigues besándome dulcemente, muerdes mi labio inferior, lo chupas y luego introduces tu lengua buscando la mía, ambas se juntan, se acarician, se sienten. Es la sublime sensación de un beso enamorado que hace erizar todo mi cuerpo de nuevo. Te abrazo y siento que podría estar así eternamente pegada a ti, sintiéndote. Nos miramos a los ojos y me susurras:

  • Te quiero.

Y esas palabras me suenan a música celestial cantada por un coro de querubines.

Seguimos besándonos y con tus labios trazas un camino desde mi cuello, descendiendo dulcemente y despacio hasta mis senos. Les dedicas toda tu atención durante un rato. Los lames, chupeteas mis pezones, los acaricias y aprietas con tus manos y todo mi cuerpo vuelve a erizarse. Sigues descendiendo, ahora por mi vientre, siento cosquillas cuando tus labios llegan a mi ombligo y se acentúan cuando tu lengua se adentra en ese extraño agujero, río y me retuerzo. Coloco mis manos sobre tu cabeza y enredo mis dedos en tu pelo, me haces sentir en el paraíso, un paraíso donde sólo estamos tú y yo. Continúas descendiendo, suspiro sintiendo tu lengua lamer cada centímetro de mi piel y sobre todo cuando llega a mis genitales, me estremezco y el suspiro que lanzo se vuelve más intenso, aprieto tu cabeza contra mi sexo, quiero sentirte más adentro aún. Tu lengua se enreda en mi clítoris y siento como lo lames y luego lo chupeteas. Seguidamente, lames mis labios vaginales y adentras tu lengua en mi vulva; mis gemidos se intensifican. Ahora siento como además de tu lengua también un dedo se adentra en mi vagina y un temblor agita todo mi cuerpo. Vuelvo a sentir el deseo que tenerte dentro, no sé como lo haces, pero logras que me ponga a mil con pocas caricias, quizás son las ganas que te tengo, no lo sé. Tu lengua sigue explorando mi sexo hasta lograr que casi llegue al orgasmo, pero tirando de tu pelo te obligo a apartarte para que eso no suceda. Vuelves a colocarte sobre mí, me miras, estás a cuatro patas, miras tu sexo erecto y me sonríes, enseguida sé lo que deseas. Te hago un gesto que significa un sí, un "venga" y diriges tu pene a mi boca. Lo cojo con la mano, y empiezo a lamer el glande muy suavemente. Me lo meto en la boca y lo saboreo con complacencia, mientras tú empiezas a gemir excitado. Poco a poco tu sexo va hinchándose en mi boca, con cada lametón y cada chupeteo. Lamo el tronco, lo mojo con mi saliva, pasando la lengua suavemente, hasta llegar a tus huevos, que lamo y chupeteo como un delicioso manjar. Suspiras y gimes, enredando tus manos en mis pelo y apretándolo fuertemente, desde mi posición veo como echas la cabeza hacía atrás. Sé que estás a mil, que tienes ganas de volver a poseerme lo noto en tus gemidos, en la forma que tienes de morderte el labio inferior; por eso saco tu polla de mi boca y te musito suavemente:

  • Cariño, házmelo

Te colocas de nuevo sobre mí, entre mis piernas, estamos frente a frente, el uno sobre el otro. Nos besamos, nos miramos a los ojos tratando de vernos en los ojos el otro. Tu mano acaricia suavemente mi mejilla y luego desciende por mi hombro, acariciando suavemente mi brazo y luego mi cadera. Introduces tu mano entre tu cuerpo y el mío, guías tu erecto falo hasta mi húmedo agujero y de un solo empujón me penetras. Gimo al sentir como entras, me estremezco y empujo. Quiero tenerte bien adentro, tan adentro que nunca nos separemos. Empiezas a moverte suavemente, yo también me muevo y poco a poco vamos acompasando nuestros movimientos, sintiéndonos, besándonos y abrazándonos, mientras describimos con caricias y gemidos los sentimientos que nos envuelven. La habitación se convierte en un concierto, donde tus manos tocan una guitarra y las mías un violín y juntos formamos un dueto perfecto que se compenetra en cada nota, en cada partitura que toca.

Nuestros cuerpos comparten el placer, sudan y se mueven para sentirse; entras y sales de mí, siento como tu verga resbala por mi vagina, como rozas el punto g y eso me hace ver las estrellas, esas que bajaste para mí y colgaste en nuestro cielo particular. Siento como el placer va aumentando poco a poco y como también tu sexo aumenta, se hincha dentro de mí, ambos estamos a punto de alcanzar el orgasmo final. Empujas, empujo, gritas, grito y por fin siento como te derramas en mí justo en el mismo instante en que yo alcanzo el orgasmo. Nos convulsionamos, gemimos y por fin nuestros cuerpos caen rendidos sobre la cama.

Tras eso, nos abrazamos y poco a poco el sopor del sueño nos vence. Cuando despierto al amanecer, tú ya no estás a mi lado. Busco por la habitación, trato de escuchar, quizás estés en el baño, pero nada se oye. Pienso que tal vez todo fue un sueño, un maravilloso sueño en el que ambos hacíamos realidad nuestro deseo más oculto, pero… no, esto no puede ser un sueño, me digo a mi misma, el destino no puede ser tan cruel como para hacerme creer que todo ha sido un sueño. Me levanto, estoy desnuda completamente, y empiezo a pensar que quizás no fue un sueño. Me dirijo al baño, enciendo la luz y… la ropa, tu ropa está en el suelo, tu corbata sobre la tapa del water, suspiro tranquilizándome y pienso: "No ha sido un sueño", pero ¿dónde estás, dónde te has metido? Camino hasta el comedor y allí estás tú, fumando un cigarro, mirando por la ventana, desnudo. Se ve tan hermoso tu cuerpo desnudo al contraluz de la ventana, me acerco despacio, abrazándote por detrás, beso tu hombro y te digo:

  • Pensé que había sido un sueño.

  • Nuestro sueño – dices tú simplemente y buscas mi mano para cogerla fuertemente con la tuya.

Te abrazo con fuerza, porque fue un sueño maravilloso.

Erotikakarenc (autora TR de TR)

Texto de la licencia