Amante y luego tu (Fin)

Lo imposible solo existe para las mentes pequeñas

Me quedé así, de espaldas a ella, tragándome cierta saliva que amenazaba con murmurar un llanto que no quería ser escuchado, mi llanto, ese que se calla cuando no quieres  hablar de él mismo… sus manos frotaron mis brazos y sus susurros soliviaron mis miedos.

-¿quieres que hablemos? – me preguntó, muchos minutos después de darse cuenta de que no podía decir ninguna palabra al respecto, negué con mi mirada y sentí como respiró, profundamente, pensando que hacer – Si fuera fácil dejarlo hasta aquí, ya me hubiera ido Martina – Seguí en silencio – Pero no es fácil, cuando te metes acá adentro – se separó un poco de mi – Apareciste en mi vida en el momento indebido… - y ya no dijo nada más, y yo no supe que interpretar de lo que me dijo, pues me confundía la sinceridad de sus sentimientos y la crueldad de su realidad. Así nos quedamos dormidas, yo para un lado y ella para el otro, Cuando abrí mis ojos, el celular iluminó la  pantalla y alcancé a mirar el nombre de mi jefe, a este paso iba a quedarme sin trabajo también, su mano estaba sobre mi abdomen, su cabello cubría cierta parte de su rostro y esa posición no provocaba algo diferente que tocarla la vida entera.

-Aló?

-Que carajos te crees Martina – alzó su voz, tanto que tuve que alejar un poco el móvil de mí oído – Las Diez de la mañana y vos durmiendo, otra llegada tarde y ni se te ocurra volver acá. – Colgó.

Suspiré, y la vi moverse hasta abrir sus ojos – te regañaron?

-Un poco

Su celular sonó, y contestó de inmediato, solo dijo diminutivos y afirmó todo el tiempo, ese maldito “Sí” que me daba tanto para pensar…

-Podemos ir juntas? – y supe con eso que él mismo hijo de puta la había llamado a ella también

-¿tienes algo con él?

-Claro que no – huyó a mi mirada y fingió buscar algo

-Claro que sí – me acerqué hasta tomarle el rostro con mi mano y obligarla a que me mirara a los ojos – ya te acostaste con él? – le grité, y me empujó tan fuerte que caí a la cama

-Con vos no se puede nada

-Claro, conmigo, siempre soy yo la culpable, vos solo te acostas con alguien y yo soy la del maldito problema – y quebranté en un llanto de ira que estaba ocultando simplemente por que siempre que estás en ese estado,  te salen cosas que seguramente después te vas arrepentir – para que me sigues buscando??

-¡Sólo me llamó! – Gritó del mismo modo – Cómo a ti también ¡Ya para!

-Para que te tiene que llamar?

-por que son las Diez de la mañana y la entrada es a las Ocho

Me quedé mirándola – Que significa eso?

-Estoy harta de esto – se puso su camisa y buscó su otro zapato

-¿estás trabajando entonces?

-Temporal

-Entonces que carajos estás esperando para salirte de lo otro

-por la misma Joda – dijo a mis oídos, frustrada – por que todos te quieren comprar con plata

-¿De que hablas Lola? – me levanté y la cogí del brazo

-Parece que estuvieras vendada… tu forma de pensar te impide ver más allá, te he dicho que los malditos con corbata y relojes que valen más que el salario de todo el año de una persona promedio se creen reyes, y por ese solo motivo no puedo quedarme en ninguna parte, todos quieren acostarse conmigo y si no aceptas estás fuera

Se soltó de mí – y tú crees que lo hago por gusto – se rió

-Pero hay más soluciones, esa no es la salida Lola

-no hables de zapatos sino eres de esa medida – miré sus ojos, sin encontrar ninguna salida a la situación – no puedo con esto así – Dijo con su mirada perdida

-Yo tampoco puedo – y sentí como me dolía algo adentro

Me di la vuelta, concientizándome de que era mejor así, su mano me giró de nuevo y me arrastró a ella, le devoré literalmente su boca, sus uñas se clavaron en mi espalda y sus labios impidieron la separación con los míos – no soy capaz – renegó lentamente – sos como un imán, maldita sea – y mordió mi labio, mientras caminó conmigo hasta tirarme en la cama

-Van a echarnos – dije, deseando tocarla

-será rápido – sonrió pícaramente – lo prometo – y la atraje hacia a mi, quité su camisa, que tan solo se la había puesto hace cinco minutos si mucho, y su sujetador se había quedado en casa, besé sus senos, y su primer gemido retumbó en mis oídos, sus piernas se entrelazaron conmigo, las respiraciones se agitaron, opuse mi fuerza para estar sobre su cuerpo y tener mejor acceso pero se negó – déjame a mi – y yo me negué, quitó lo último que tenía en prendas y la sentí perfectamente en mi cuerpo, toqué cada espacio por que sería un crimen no hacerlo teniendo la oportunidad, me perdí en hechos cuando la vi, poniéndose de pie solo para ubicarse no sé de que forma sobre mi

-¿Qué haces? – le pregunté inquieta

-Te miro…

-y que ves?

-A la mujer más hermosa – dijo, alzando mi pierna derecha por completo, y sentándose, estrechamente sobre mi sexo – te gusta? – preguntó en voz baja, como si algo le impidiera hablar más duro

-tienes… - y entendí por que no lo hacía, lo mismo me sucedía a mi – que moverte

Y estiró su mano, para tomar la mía, la observé, de la manera más sensual moverse, hacia adelante y hacia atrás, o hacia adentro y hacia afuera, que más daba, tenía que sujetarse de mi pierna para no deslizarse, pues no se podía comprobar quien era la culpable de tanta humedad por el espacio, sus ojos se cerraron de la sensación, pequeños grititos expulsados, su mano me apretada fuertemente, y yo quería que cada momento con ella se detuviera para siempre, entonces sentí como palpitaba más fuerte mi corazón, y como quería  mi cuerpo convertirse en todo un campo de juego mojado y listo para realizarse una jugada inolvidable, su sonrisa maliciosa me iluminó, guiñó su ojo izquierdo, y luego llevó sus labios a mi pierna, besó lo que por la situación podía, y gimió cada vez tan fuerte que por momentos me arrepentí de no tener el sonido encendido, pues no me aguantaría a los vecinos hablando con indirectas acerca de lo que escuchaban, toqué sus senos, y estimulé su cuerpo con caricias que sé, la estaba haciendo excitar aún más, no podía imaginarla en esa misma situación pero con otra persona, Lola no tenía cara de puta, era una mujer sensual pero no descarada ni pasada de morbosa, me gustaba el color de sus ojos cuando estaba así, se ponían más pequeños y era como si le dificultara tenerlos abiertos… el sonido de su rose, de su cuerpo con el mío, sus suspiros y mi respiración lo informaron todo – no me aguanto más – explotó, en una oración que pareció llanto casi al terminar, se deslizó por completo y me permitió, con ese último movimiento llegar a mi también de la manera más indescriptible, su sonrisa finalizó con un logro aparente al verme, tocó mi pubis casi que por impulso y sintió sin necesidad de atreverse a indagar un poco más, que su propósito estaba más que cumplido. Yo me quedé tendida, con mis brazos abiertos y mirando hacia el techo, pensé en que poco me importaba si me echaban, esa no era la única empresa, pero si medité, sobre que tan importante era la mujer que tenía en mi cama, que era ella la única razón por la que mi empleo estaba en riesgo.

-¿piensas en algo?

-Vente a vivir conmigo – le propuse, segundos después, sin siquiera pensarlo antes, solo se me ocurrió y quise que fuera de ese modo

-No – contestó a la defensiva

-¿por qué?

-¿eso también se lo dijiste a ella? – se refirió a Angie

-No – fui sincera

Se quedó en silencio – no es un buen momento – subió tocando mi abdomen hasta quedar a la par con mi rostro y el suyo

-Nunca lo será para ti – le susurré para robarle un beso corto después – y no era que me tenías que decir que sí, solo piensa en que es una invitación

Acarició mi brazo y bajó su mano hasta finalizar la mía también, sonrió y jugó entre mis dedos, y yo suspiré. Y me sentí perdidamente enamorada, toqué su rostro con ternura y la obligué delicadamente a que me mirara – Acaso no te das cuenta mujer – Dije, lentamente – que estoy loca por ti – y sus ojos brillaron, no bajó su mirada y tampoco huyó de la mía – que lo que siento no son ganas de tirarme a una cama y tener sexo contigo, sino compartirlo todo junto a ti, que cuando te vas como te vas siempre te llevas algo de mi y me siento incompleta – me acerqué, y rosé sus labios, cerré mis ojos y nos besamos por segundos – Lola…

-No lo digas por favor – suplicó

-Yo no puedo ocultarlo, y no te sientas comprometida conmigo, pero te amo – le declaré, y seguidamente la abrasé con fuerza y acaricié su cabello, un celular que ya no supe si era el suyo o el mío sonó, era momento de separarnos de nuevo y seguramente fingir que nada pasaba. Ella ya no dijo nada más, nos bañamos juntas, y pude besarla tantas veces bajo el agua que caía, ninguna quiso desayunar, la cogí de mi mano al cerrar la puerta de mi  casa y sentí una que otra mirada sobre mi, pero no me importó, de hecho nunca me importó, por que siempre fui partidaria de que eso que decían los que llaman locos por ahí  “El amor te hace libre” era totalmente cierto. Cogimos un taxi y yo me bajé una calle antes de llegar a la empresa para que ella llegara primero, estaba preparada para todo o quizás para nada, podía pasar muchas cosas o todo podía seguir igual, pero haberle expresado eso, me había dejado más tranquila.

Entonces solo supe sonreír, adelanté todo lo que pude y tenía la esperanza de que, probablemente algo iba a suceder y ella aceptaría por fin. La vi una que otra vez pasar por ahí, recibiendo indicaciones y robándose miradas llegadas a mi, una que otra sonrisa cómplice y silencios compartidos, el día paso tan rápido que cuando menos lo pensé, mis compañeros iban saliendo. Posiblemente fue el hecho de llegar casi a medio día, Entonces cogí mi bolso y apagué la computadora, la busqué por ahí, y vi, la puerta del Doctor Sáenz Medio abierta, admiré casi que inmediatamente que habían tres personas adentro, él, ella, y José, quien hablaba la mayor parte del tiempo, explicando al parecer algo, y señalando algo que estaba sobre el escritorio, muy seguramente fotos o algo relacionado  con Lola.

-Contigo Tenía que hablar – Dijo, con una voz Seria y que aparentaba madurez, quizás demasiada madurez

-Si señora – la miré avergonzada por mi comportamiento en las últimas ocasiones en las que frecuentemente estaba siendo expuesta a regaños y llamadas de atención

-Vení – Dijo, adelantándose -¿Qué pasa con vos, Martina?

-Señora Rita – no supe que explicarle, no tenía pensado esto – Lo siento, no volverá a suceder

-Te pregunté otra cosa, querida – ubicó sus manos sobre sus muslos y su mirada atenta sobre – Dime

-He tenido inconvenientes últimamente

-¿Qué clase?

-Domésticos – me excusé descaradamente

-de pronto, no se llamaran – pensó – como se llama esta chica – e intentó recordar, y yo sentí mi corazón casi a punto de estallar, si bien, no era falso que acá todo el mundo sabía lo de mi sexualidad, no por que yo se lo halla contado a todos, fue por un imbécil que hasta cierto punto le agradezco el favor de haberme evitado ese momento, el caso fue que entró a la empresa a trabajar y se quiso pasar de listo conmigo y Angie se encargó de darme un beso precisamente pasado de amistoso delante de él un día en el parqueadero, al día siguiente todo el mundo me veía extraña y murmuraban por ahí, pero jamás me di cuenta que ella lo supiera, y no me avergonzaba, era simplemente una de muy pocas figuras mayores a las que respeta completamente

-¿Quién? – fingí no saber nada

-A la que veías recién – dijo sin reparo – A la que también dejaste en un taxi esta mañana, cuando yo me tomaba el café del día – y me repetí veces seguidas como no pensé en eso – ese es tu inconveniente doméstico, Martina?

Me quedé en silencio, y me sentí como en la escuela, cuando te regañan por algo que has hecho malo y que la única perjudicada sos vos misma

-Simplemente debo decirle que excuse mi comportamiento

-¿estás enamorada?

-No creo que esto venga al tema, Discúlpeme por favor

-Soy tu jefe directo – alzó su voz de forma rápida, refiriéndose al puesto que ella tenía como la mujer al mando después de Sáenz y al que yo ocupaba como simple columnista– y te estoy haciendo una pregunta

-Si señora

-¿si que? ¿Si aceptas lo que te digo o si respondes mi pregunta?

-Ambas, si Señora – respondí, y escuchamos la puerta de la oficina del Doctor Sáenz Cerrarse, Y José salía solo, y sentí un cuchillo clavarse por mi pecho, imaginando tantas cosas que me partían la cabeza. Un silencio incómodo llegó, y yo no supe aguantar mis sentimientos, José se despidió con un “buenas noches” y en su mirada vi tantas cosas que no identifiqué claramente ninguna de ellas

-¿Vale la pena? – preguntó, respetando ciertos silencios necesarios para yo poder responderle con el nudo atragantado en mi garganta –

-¿Por qué esta conversación? – me atreví a preguntarle

-Por que sos vos – y me miró a los ojos – y no cualquier otro, por que no te veo como una columnista – y la miré, admirándola más, tenía tanta experiencia y sabiduría que hasta era poco probable que se equivocara con lo que uno pensaba – te veo como una mujer a la que admiro profundamente, nunca he tenido una sola queja de ti, y estos días, te veo en todos tus estados, feliz, triste, depresiva, torpe, rápida, callada, y ahora… no se como te veo

No supe decirle más, cada segundo contaba y me imaginaba una escena sexual en cualquier posición que me dañaba completamente – Confías?

-No lo sé – encogí mis hombros – cada segundo es un terrible no – y ella supo entenderme y comprender a que me refería exactamente cuando hablaba de segundos, a el tiempo que transcurría y esa oficina seguía cerrada

-Solo Vale la pena si te hace feliz, Martina – se enderezó – Vámonos

-Quiero quedarme Señora Rita – le dije, rendida, queriendo que se fuera rápido para llorar a gritos

-No te hagas daño mujer

-No es hacerme daño, quiero llenarme de fuerzas para tirar todo a la basura y mandarla a la mierda – y no me importó decirle eso, apreté mis manos con fuerza sintiéndome la persona más ridícula del mundo, como dejaba pisotearme tan bajo

Entonces ella se sentó, e imitó mi posición, y no dijo nada más, yo le sonreí, agradeciéndole su acto – aún no estás despedida – dijo, intentando hacerme sonreír

-No estoy despedida pero si voy a renunciar

-No lo harás

-Si mañana vengo acá y lo veo – me referí a Sáenz – le romperé esa cara de niño rico que tiene y eso será peor

La puerta se abrió, y ella salió, colgándose su bolso, con su cabello despeinado en un lado y sin un arete, lo pude notar, echó a ver a mi oficina y me miró, su mirada evadió la mía, como casi siempre y siguió derecho, huyendo, y yo comprendí, que no es suficiente cuando solo ama uno.

-Vamos ya – y las dos nos levantamos, agradecí su silencio, y nos despedimos en el ascensor. Me despedí del portero y caminé en dirección contraria a mi casa, queriendo huir, sin tener el valor de llegar a mi casa, y como si algo estuviera empecinado en hacerme daño, alcancé a verla, tocándose sus brazos, y caminando lentamente, también, sin dirección. La seguí, por dos calles, hasta que se sentó en una banca, y lloró, a la vista de los caminantes de la noche que se acercaba con rapidez.

Me pregunté por dentro que hacer, la odiaba pero la amaba al mismo tiempo y eso no me dejaba pensar bien, me hice a su lado, y ella, con su rostro cubierto por sus manos, todavía no me veía, hasta que sintió un peso a su lado y miró de forma rápida, y se quedó estática al verme. Pero yo no tuve corazón para insultarla, para menos preciarla, o para perjudicarla, en cambio, solo me nació abrazarla y llorar a su lado.

Pasaron tantos minutos, los suficientes para que las lágrimas cesaran un poco y el cuerpo equilibrara la respiración –puto de mierda – Dijo – al igual que todos los demás – y se expresó llena en un enojo que contagiaba – seis millones – y se quedó en silencio – es la propuesta más alta que me han hecho – explicó, inhalando, y expulsando el aire para seguir hablando – eso valgo al fin de cuentas – encogió sus hombros – me siento como una puta al igual que ese, una puta y no he dejado que nadie aparte de vos me toque – y me miró con cierto reproche – ahora si me crees que no es una maldita excusa? -  tomó aire y respiró, sus ojos estaban invadidos por una ira que solo lograba hacerle daño a ella misma -Ni para ser puta sirvo – y sonrió para ella misma mirando alguna parte alrededor de su vista – cuando va a pasar solo… – y lagrimeó, carraspeando su garganta y demostrando cuanto le dolía decirlo – te apareces en la escena y nadie tiene tus manos ni tus labios – y yo respiré hondamente – y mi abuela está en el hospital y mi madre no deja de llamarme para llevarle plata para comer – Expresó frustrada – y vos me decís que hay otras opciones – se burló de mi – y me juzgas y piensas que es solo para darme gusto ¿no? – me habló al oído, casi que gritándome – acaso piensas que es fácil acostarse con alguien cuando amas a otra? – y eso fue suficiente para mi – y le cogí su rostro mojado y miré sus ojitos tristes y melancólicos y besé sus labios hermosos con más que amor, agradecimiento

-Dilo otra vez por favor – le supliqué, intentando no sonar tan emocionada – dime que todo lo que me  has dicho es cierto y que no te has acostado con nadie más

-si no fuera así, nunca me hubiera presentado otra vez ante ti Martina – susurró – me habría desaparecido de tu vida desde la primera vez que volví a verte después de tanto tiempo, pero algo paso ese día que te metiste y no estaba tranquila sin saber de ti – y volví a besarla, sin importa quien miraba, quien ofendía, quien se reía, o quien lo ignoraba – Dímelo

-¿Cambia en algo eso? – preguntó inocentemente –

-Lo Cambia todo mi amor – Respondí, sabiendo que a partir de ese día ya nada más volvería a ser igual – si te hace feliz, vale la pena – le susurré despacio la frase de Doña Rita, poniéndola en práctica y estando segura de que algo iba a cambiarnos la vida, el que estuviéramos juntas y yo ya pudiera estar segura de que era correspondida y que no iba a luchar sola contra la corriente, era el impulso que necesitaba para emprender nuevos caminos y buscar otras opciones para las dos, para ella y yo, que con el tiempo, que con los días que hemos pasado después de esa tarde, hoy, puedo decir que no somos dos, somos una, quien iba a pensar que de amante, iba a pasar a ser la mujer de mi vida, con la que cada mañana me despierto y está a mi lado, mi compañera de trabajo, mi gran amiga, mi mujer, tan solo mi vida entera.

Dos años después, 9:00 am, 15/feb

-Tina – llegó, sentándose en mis piernas, con una sonrisa nerviosa – Hiciste tanto por mí y aún lo haces que cada mañana pensé en darte algo que nunca tuviste y que nunca se te olvide

-Lo tengo acá al frente mi amor – me referí a ella misma – no necesito más

-pero busqué – ignoró mi comentario y sus ojos se iluminaron – por que quería que fuera de las dos – suspiré sin comprender nada – y ahora no se puede decir que no

-Entonces Sí – bromeé, robándole un beso, y admirando su hermosura, sintiéndome tan afortunada de tenerla a mi lado, alabándome la idea de que ese día cuando quise pasar mi desamor con Angie, se me antojara acostarme con alguien más solo para descargar mis sentimientos, y  ella apareciera en mi vida

-No sé como decirlo – dijo, riéndose tímidamente

-Sólo dilo

-Quiero conformar una familia, quiero ser mamá, y quiero que tú lo seas conmigo – y yo sentí una fuerza interna que aceleró mi corazón con un impulso tan grande que todo se me bloqueó a mi alrededor y yo supe como reaccionar

-¿en serio? – le dije, lagrimeando, nunca pensé en eso pero pensarlo no podía hacerme más feliz

-Te amo – fue su respuesta después de darme un beso – y no sé que te parezca si empezamos de una buena vez – y se ubicó sobre mis piernas cómplice conmigo.

(Bueno, este es la parte final, espero les guste, Quiero disculparme por tanta demora al escribirla, sinceramente no pude hacerlo antes, Les anvío un beso, un abrazo, y la finalidad de escribir antes de que les guste, es que pueda siempre dejar alguna motivación para cambiar y hacerlo todo diferente, deseo de corazón que esta parte, cumpla mi objetivo también. El verdadero valor del amor no es decir un te amo, o estar en las buenas, es amar tanto hasta el punto de amar los defectos del otro, es esperar, saber esperar, por que lo bueno siempre se hace esperar, es no dejarse caer ante los obstaculos y seguir firme con los sueños, para que un día, dejen de ser sueños y lo vivas en la realidad, no sé si vuelva a escribir acá, pero quiero, sea por que si o por que no, decirles que el secreto siempre es el amor, la razón es el amor... siempre quise defender eso y creo que hasta el final lo voy a defender. Mil gracias a los que desde mi primer relato me acompañaron, a los que siempre leyeron y no comentaron, o a los que siempre me comentaron, Gracias al o a la que siempre me calificó terrible, eso tambien fue valioso para mi, gracias por construirme tambien y por aportarme tanto. Dios los bendiga, y hasta pronto) /No se conformen nunca con la rutina, haganlo siempre todo diferente\

Danii2!