Amante y luego tu (5)

Guardé silencio -Te quiero – susurró en mi oído

Su mirada se quedó estáticamente pérdida, en algún lugar lejos de mí, suspiró tan fuerte que a pesar de estar lo suficientemente distanciadas, logré escucharla. Abrió sus manos en forma de querer decir algo más que no podía decir por medio de palabras, yo la entendí, como iba a pretender aparecerme en su vida y así como así, cambiarle todo y querer hacer que todo iba a seguir normal.

-Entiendo – dije sentándome, evitando el incómodo momento de debilidad y que me  viera lagrimear

-No es que no vamos a tener nada – intentó fallidamente explicar

-Lola – la miré – Tranquila

-¿Tranquila? En que quedamos? Dímelo por qué eso de estar bien y mal no me parece

-Acá la que decide eso sos vos

-la culpa es mía entonces – Elevó su tono y tocó su cabello – Carajo – se entró a mi habitación y yo me fui a la cocina, treinta segundos después escuché la puerta abrirse y de la misma manera cerrarse. Tomé tres vasos seguidos con agua, pasando el enojo y la maldita impotencia, llamé al trabajo a pedir documentos para adelantar el próximo artículo y mi jefe, me lo impidió. Fui directo a la habitación pretendiendo cambiarme de ropa y vi sobre la almohada una nota, que supe desde que la vi que me desilusionaría, alguna especie de “lo siento” o “gracias por todo” eso no me hacía sentir bien, sinceramente no creo que hiciera sentir bien a alguien después de una noche bonita en forma de despedida,  y no quería abrirla, pero claro que no podía quedarme sin hacerlo, desgraciadamente no era un “lo siento” ni un “gracias por todo”; Su “Enamórate de quien te de sonrisas felices sin proponérselo” me invadió en un llanto inconforme y frustradamente amargo. Cogí mi material de trabajo y me puse unos lentes grandes y oscuros, tenía eso de que lloras y todo el mundo se da cuenta por el párpado hinchado y unas ojeras que no las alcanza a cubrir el maquillaje. Un taxi que duró veinte minutos de recorrido fue el único compañero, el señor hablando por teléfono con su hija, y una canción de Ricardo Arjona que me hizo preguntar en que estaba inspirado para cantarla así, y provocarme tantas cosas, comenzando por que realmente él no era de todo mi gusto, pero, llegué a la empresa con palabras mudas, y saludos de mano por que si hablaba, estaba segura de que iba a llorar. Me entré directo a la oficina y pedí un café cargado, nada se me daba y el articulo era de deportes y yo solo pensaba en… la perfecta noche y mañana que pasé… pensé en como era de relativo el tiempo, y un sentimiento… como podía desestabilizarme tanto una persona que llevaba en mi vida menos de un mes.

-Martina –se apareció mi compañero José, con su particular gorro y la cámara en sus manos – Vení

-Jose, Jose, realmente no puedo

-Dame una manito, te estuve esperando todo el día

-No puedo – quité mis lentes y se entró aún más

-¿Qué pasó?

-has pasado por penas de amor?

-Que te jodan – se sentó y vi, sentada desde ahí, como la gente pasaba mirando con disimulo – mírate en un espejo y me respondes por cual motivo lloras por amor? Sos hermosa Tina – se cruzó de piernas mientras se encogía de hombros cuando escuchó como Marcela, la secretaria del doctor Sanz lo llamaba apurándolo – tenés buen trabajo – me sonrió – buen gusto – se refirió a mi estilo, como tal – sos buena persona y tenés unos de esos – señaló mis senos logrando hacerme sonreír – a lo que nadie puede negarse

-deja de ser ridículo y déjame trabajar

-es en serio divina, ven ayúdame a posar a las chicas – se refirió a las modelos – y luego nos vamos a tomar un coctel suavecito

-Jose, que tengo demasiado trabajo, mira esto – le mostré todos los documentos que tenía que leer, de la historia de un reconocido jugador de futbol para poner en el articulo – no puedo – se resignó, y se levantó, clavándome una de esas miradas convencido de conmoverme y acepar, pero realmente sólo le funcionaba con su mamá y su novia. – Estoy por allá, si querés ayudar a un buen amigo, eh

-Lo tendré presente, amigo – le guiñé mi ojo y salió, busqué por internet más información, su familia, sus amores, sus dos hijas, tenía todo a la mano y tristemente nada me salía. Sentía como algo que me clavaba por dentro y me asfixiaba, sentía realmente que tenía la presión alta y mareada. Logré hacer un borrador, que se me llevó tres horas para que la editora me dijera “arréglalo más” igual yo sabía que no estaba bien, solo quería “cumplir con la intención de hacerlo”

“Podemos hablar? “ –llegó un mensaje de Angie

-“si” – le contesté de inmediato

“Puedo ir a tu casa hoy?”

“Salgo tarde hoy” – mentí por que sabía que ante todo era débil, y ante todo, ella me conocía, y ante todo, tenía mucho enojo por dentro y no quería hacerle daño a otra persona inocente

“Quiero pedirte disculpas, Tina”

“Está todo bien, yo soy la que debe disculparse”

“Mañana trabajas?”

“Medio día”

“Ok, besos” – dio cómo último mensaje.

Estaba tomándome un café cargado, con mis piernas cruzadas y pensando, que ni siquiera había obtenido su número de celular a pesar de todo lo que había pasado, desde el fondo José se asomó, agitó su mano para traerme a la realidad y reaccionar de mis pensamientos, entonces alcé mi mano y lo saludé, y con su mano me decía que fuera y yo me negué de nuevo, hasta que vi su cuerpo acercarse tan rápido que parecía corriendo

-No, no, no – reí divertida – que sos intenso hombre

-no mujer – bromeó – que te necesito

-No

-Si, vení, ya no estás trabajando, además que si te quedas ahí vas a llorar,  yo conozco esa mirada en las mujeres

-Cual mirada tonto, si tengo lentes

-bueno no importa – cogió mi mano y me impulsó a levantarme

-Jose… por que sos así si no quiero

-sé buena amiga

Al final me dejé convencer, Homero no me contestaba para ir y estar con él, y a mi casa no quería llegar para sentirme igual a como salí ahora, entré al estudio, y vi a dos camarógrafos más, a tres chicas en el fondo maquillando a las que supuse eran las modelos, al doctor Sanz por allá hablando por su Smarphone, José me sentó en un puesto al frente, donde debería estar el jefe, pero no, él me sentó ahí, para ver exactamente a las modelos, molesté con él hasta que las luces cambiaron, y comenzó a salir un fastidioso humo de un aparato junto a la ventilación, las maquilladoras corrieron y las modelos se dieron la vuelta, no se me ocurrió que, si ayer había visto a Lola acá, acá estaría, pues nunca me confirmó si si la habían elegido o no, pero ahí la vi, como si nada, tan radiante y tan hermosa como ninguna otra, me miró y sentí lo nerviosa que se puso, José se puso a decirles como posar, y ahí estaban las tres, ella y otras dos niñas más, casi del mismo porte, aunque había una más delgada y alta que Lola, pero no igual de linda, y no era por que sintiera cosas por ella, era que realmente era hermosa. Estaba muy maquillada, con sus ojos intensos, y su cabello cepillado de otra manera diferente a como siempre se lo organizaba, no sé si aprovechó el sólo mirar a la cámara para ignorarme por completo,  José me pasó una libreta grande, dónde había puntos a calificar, que tenía yo que saber de esto? Nada, pero siempre me ponía a mi, él decía que el ser mujer, y  que me gustaran las mujeres me daba un beneficio, por que así iba a calificar conscientemente. Pero, no sabía, que, consiente o inconsciente, ella iba a ser la ganadora si dependía de mi. Después, me di cuenta que ninguna iba a ganar, solo había que colocar un puntaje en las poses, miradas, actitudes y sonrisas. Pasé mirándola casi una hora seguida, y cada minuto podía responderme una y mil veces porqué me gustaba tanto, por que me ponía así por su culpa, sinceramente,  sin poder ocultarlo me declaraba impedida para no tenerla en mi mente. Logré, casi que al final, robarle una mirada corta, que se alejó de repente, como se alejan los niños de sus madres cuando ven un carro de helado, José se sentó a mi lado, cruzó sus piernas y enredó sus dedos – que tal? – sonrió maliciosamente

-¿Qué tal de qué? –

-Pues… vos sabes

-no, no sé – me centré en mirarlo

-cuéntame que pasa con esta chica – la miró con disimulo, mientras ella hablaba con otro fotógrafo

-ya sé por que me llamaste – y cayó en su juego

-me contaron algo por ahí – encogió sus hombros - ¿Sabes?

-es un ideal que nunca se realiza así lo tengas cerca – le expliqué – quieres que sea tuya pero no quiere ser de nadie – la miré y suspiré, sintiéndome nostálgica, irremediablemente enamorada – tiene un no se qué que te llena y te hace sentir la persona más afortunada del mundo por que te habla, imagina teniéndola en otra parte – bromeé aunque no era broma del todo – pero, al instante, se va, no explica nada, no se despide, no sé nada

-¿en que están ahora?

-En nada.

-búscala

-ya lo hice, y puedo seguir haciéndolo José – le dije sinceramente – soy consiente de que si me hago la dura de igual modo voy a perder, el problema es que…

-no me jodas Tina – dijo en vos alta, tan alto que logró captar la atención de los demás, golpeé su pierna y pidió perdón con sus manos – te acuestas con una belleza de estas y al otro día estás enamorada – se burló de mi – ni que fuera lo último en cogida

-deja de ser tan idiota

-bueno, entonces no jodas con eso, Angie puede que no tenga ese porte pero es una morena como pocas, eh

-Si, si…

-Si, si, como pocas que además se muere por vos

-Comprendo, fue ella quien te contó

-sólo me preguntó por tu secretaria – y se carcajeó, y yo también lo hice al recordar como había actuado Lola

-Con Angie no quiero nada

-y si ésta  no quiere nada, entonces con que te quedas?

-la vida no consta de andar con alguien José, entiéndelo

-es mejor con alguien que solito – y le puso cierto tono doble sentido a la oración

-Es mejor solito que con alguien que no represente una buena compañía

-Ta, ta, ta, ta – se levantó, tocando mi pierna para impulsarse y estar de pie – queres ver las fotos?

-No, quiero irme

-espérame te llevo ¿si?

-Si

Revisé los mensajes en mi celular, sin encontrar más que los de Homero  y Angie, mi vida se resumía prácticamente a esas dos personas, todos podían ver, estar, y aparentar algún interés, pero sinceramente, a las únicas personas que les iba a doler mi ausencia o algo que me pasara sería a ellos, familia no tenía, mi familia era Homero, como yo la suya, fuera de su familia de verdad, pero él si era mi única familia, mi hermano, y en ocasiones mi papá, un papá demasiado bebedor, pero un padre cuando le daba por ser responsable y sacar sus consejos a la luz del sol, y Angie, Angie era como un angelito de la guarda, cuando quería, por que la mayoría de veces, era solo interés. Muchas veces sentí que lo que le importaba de mi, era darle gustos, gustos económicos, sociales y pasionales, de lo contrario, no le servía, pero fuera de eso, sus te amo no me sonaban tan falsos.

La vi coger su bolso, despedirse de todos y salir, sin determinarme, con paso firme y rápido, sentí un hueco adentro, una combinación de enojo con tristeza y decepción que se convertía en un maldito deseo por besarla y abrazarla. Escuché sus tacones, ese particular sonido cada vez que los ponía en contacto con el suelo alejarse. Se fue, y no quise seguirla… no se lo merecía…

VII

Dos días, cuarenta y ocho horas en las que si dormí diez fue mucho, por un lado el trabajo acumulado de esos días en los que la pasé con ella, me hicieron atrasar por completo, y por el otro, tener mi corazón enojado con mi razón no es que fuera de todo mi agrado… Inútilmente seguía esperando una llamada, que tocara a la puerta un bendito mensaje, así fuera solo para saludar, pero nunca me pidió mi número y nunca me dio el suyo, y lo de aparecerse en mi casa, solo era un milagro que, no lo veía imposible pero si lejano.

-ya?

-me falta un poquito

-me lo estás diciendo hace como una hora – dijo, prestando atención a la televisión

-ya casi

-no tienes sueño? – Bostezó, desviando su mirada para mirar su celular – mierda, carajo, si pasan las once de la noche

-Si. Es tarde – lo miré. Le guiñé mi ojo y le tiré un beso – gracias por acompañarme

-Si, si – le restó importancia a mi sinceridad – yo sé que estar con el corazón partido puede ocasionar malos pensamientos – y se burló, sin piedad de mi situación

-dicen que los amigos se dicen la verdad, pero vos sos cruel – siguió riéndose, ubicándose en una posición asequible para romperme las costillas con su abrazo fuerte

-Te amo cielito – lo dijo, como si en realidad lo suyo fuera la ternura y el romanticismo

-déjame – lo alejé de mi – cierro esto y nos dormimos

-¿Dormir? – Gritó- esperándote toda la noche para al menos cinco minutos y me sales con dormir

-¿cinco minuticos de qué? O ¿qué?

-De… - hizo un acto de mete y saca con sus manos y sus piernas y un gesto de morbo con su boca, le tiré la almohada tan fuerte que logró perder el equilibrio y estar a punto de caerse al piso por estar tan cerca de la esquina de la cama.

Homero me acompañó dos días seguidos, durmió conmigo y me ayudó con los informes, todo seguía normal y los días después de mi trabajo fueron sucesivamente iguales. No pensé jamás depender tanto de una simple persona para sentirme bien, y no era, estaba segura, cuestión de amor propio, era solo definirme como una mujer enamorada. Con Angie la situación mejoró un poco más, al menos no estaba encima de mí diciéndome cosas y había aceptado – aparentemente – una relación de amistad-

En cuanto a Lola, la veía dos veces por semana en el periódico, lastimosamente por que eso me dañaba más que quedarme sin verla, y era fácil de entender, debido a que su relación con el doctor Sáenz, nada más que el gran José David Sáenz estaba más que encantado con ella, y eso me perjudicaba enormemente. Más que todo por que lo que sentía era rabia, y siempre había estado en desacuerdo con respecto a un paso entre amar y odiar, imposible odiarla pero sí me sentía enojada, esa frialdad e indiferencia conmigo me  ponía en sub nivel con respecto a ella y caía de nuevo a un hueco de desamor y decepción que simplemente detestaba.

-Happy Birthday Cariño  – abrió la puerta Teresa, la niña del aseo que, decía particularmente con constancia que, de corriente solo tenía el trabajo, se creía un estrato mayor que el mismo dueño del periódico INFORME y hablaba en ese tonito de niña de plata que sólo se aguataba ella misma, pero, a pesar de eso, me caía bien, era agradable y me hacía reír, se acercó, dejando su trapeadora y los trapos a un lado y me abrazó, me besó la mejilla y se sentó sobre mi escritorio - ¿Cuántos?

-mmm – pensó – unos veinticinco

-por ahí vamos – reí, y la vi sacar un pequeño estuche de color oscuro de su falda

-te compré esto

-Tere… - le sonreí, esperando a que me entregara el regalo

– me costó un poquito – dijo modestamente – así que cuídalo

-Obvio – lo abrí y vi una cadena en plata, y al centro estaba la inicial de mi nombre y por el lado contrario estaba la imagen de un santo que una vez le conté que me gustaba, me paré y la abrasé, y sin pensarlo, vi a Lola al fondo, donde la vi por primera vez cuando llegó a la entrevista para ser la portada de la sección de entretenimiento, estaba de pie, fingiendo mirar a José David pero sabía, que me miraba a mi.

-¡Hermoso! – Dije – no vuelvas a gastarte tu plata en esto, Tere…

-No te preocupes – se bajó de la mesa y miró la oficina – que harás hoy?

-no sé, Homero me invitó a comer – encogí mis hombros – a parte es miércoles, no me da mucho ánimo salir en semana

-si salen algún bar o disco me invitas -  me guiñó el ojo – ahora nos vemos,  que por allí está él patrón – lo dijo con sarcasmo por que decía que era demasiado joven para llamarlo o considerarlo Jefe, simplemente era un de buenas por ser hijo del verdadero dueño del periódico

Asentí, y cuando ella salió, entró Carmen, junto con Homero, cogidos de la mano, una bolsa de regalo grande, donde percibí un olor dulce, y escuché el sonido de una bolsa donde adentro había ropa, la sacó de repente, y me dio, la chaqueta que le dije que quería, la misma, esa que costaba casi la mitad de un mes de trabajo, lo abrasé con fuerza y me estampó un beso sobre mi frente – Te amo Tina – Dijo, con seriedad y cierta nostalgia – Dios me permita seguir contigo los años que te quedan de vida

-ó que te quedan a ti – bromeé, recibiendo el saludo de Carmen, que, ligeramente no era de todo mi agrado, pero que merecía un respeto por estar con mi amigo

-Feliz Día Tina – dijo ella, entrándose un poco más

-Muchas, muchas gracias – seguí abrazando a Homero, quien el único día que se ponía así de sentimental era justamente en mi cumpleaños, Angie entró después, indescriptible por que quizás nunca la vi tan bonita, se había maquillado, y eso era una novedad ya que ella siempre era más bien natural

-Hola – me sonrió tímidamente, se dejó venir, y me dio beso en mi mejilla, giró su rostro y quiso, intentó, hacerlo sobre mis labios pero rechacé su intento, la abrasé, y olí su cabello fresco – Feliz cumpleaños hermosa – dijo, tomándome de la mano, y miré, casi que por impulso a Lola, que se acercaba a paso igual con el doctor. Ella se quedó un poco más antes, y él llegó, tendiéndome la mano y sonriente –

-Martina, que estás de cumpleaños? – preguntó, y yo asentí – Un feliz día mujer, bendiciones y sigue así – se disculpó ante mis amigos, se dio la vuelta y se acercó a ella, no escuché que más me decían, no me di cuenta de que más pasaba, ella sólo me miró, y me sonrió, así, dulcemente, como disculpándose por no hacer nada más, quise pedirle muchas cosas con solo mirarla a los ojos, pero él se atravesó en mi camino y la tomó del hombro para irse con ella, me miró antes de subirse al ascensor, y pedí con todas mis fuerzas, en mi deseo de cumpleaños, sacarla de mi mente, y dejar esa pagina en un libro que no volviera a leer.

Salimos los cuatro, me llevaron a almorzar a un restaurante nuevo de la ciudad, después compramos cualquier cosa de la que nos antojáramos, en especial yo, intentaron hacerme sentir bien, y lo lograron, si uno no se decidía, jamás iba a pasar, imaginé, por momentos, que pasaría en un día como hoy a su lado, cualquier cosa, quizás estar hasta con su mamá y su abuela y yo me sentiría feliz…

Llegó la noche, y todos estábamos en mi casa, una botella de vino empezada, y otra más en la basura, Angie se descalzó, y se cogió su cabello, estaba lindísima y quería besarla, no por que tuviera tragos en la cabeza, tampoco por despecho, solo por que se me provocaba, digamos, que siendo sincera, por que uno cree de la manera más ridícula y equivocada que un clavo tapa otro clavo, eso nunca es cierto, el tiempo ayuda a olvidar, y la persona que está presente te enamora, pero nunca nadie te hace olvidar a alguien más…

Risas, bromas, comentarios sin sentido, la declaración de Homero hacia Carmen, las miradas de Angie y los roses esporádicos de su piel con la mía… yo sabía que quería y seguramente, al paso en el que íbamos y con todo dándome vuelta en mi cabeza, también lo iba a querer yo  - Tina, Vení sirvamos algo de comer – me dijo, Homero, y me levanté, mientras que Carmen y Angie se quedaron en la sala. – te la pasaste bien?

-Mucho – busqué platos

-mal detalle de Lola, no?

-no quiero hablar de eso

-es solo… que – me miró, y dudó decir – no sé, es muy hermosa y lo que quieras pero, mírate – me miré – hoy estás hermosa, pero estás flaca, y ojerosa

-Homero…

-Amor… Hay está una mujer que en los últimos días ha demostrado quererte y supongo que merece… otra oportunidad, no?

-no sé

-estás tomada?

-Un poco

-te dejo con ella ahora o la saco con nosotros – dijo, refiriéndose a Carmen y a él

-si la dejas me acostaré con ella

-Lo sé – sonrió – pero, quieres eso?

-Realmente…

Carmen nos llamó, la conversación llegó hasta ese instante por que realmente no sabía bien que quería, me senté a su lado y con los minutos, destapamos otra botella, me sentía tomada, pero no borracha, me concentré en un beso que Angie quiso darme, y me di cuenta que homero, quería irse, no por que estuviera aburrido, sino por que se le notaban las ganas de estar con Carmen, la puerta sonó y mi corazón latió bruscamente, todo el día quise que lo hiciera, nadie tenía que tocar aparte de ella por que a nadie más conocía y nadie más conocía mi casa fuera de las personas que estaban ahí, Angie le bajó al equipo de sonido volumen para confirmar si en realidad tocaban, pero yo reconocí su toque, desgraciadamente ya estaba tomada, lo suficiente para delatarme y expulsar palabras que mañana iba a arrepentirme seguramente, no por que dijera algo malo, sino por que se iba a dar cuenta que generaba en mi vida un lugar grande, espacioso e importante y que por ese simple motivo yo estaba mal,  Mi amigo abrió, pero a la persona que estaba afuera no le permitió pasar, ajustó la puerta y de la nada, la vi entrar buscándome, bajó su mirada por que yo estaba sentada en el piso, sobre una almohada. Miró a las dos mujeres que estaban a mi lado y yo no sabía que carajos decir – Hablemos – dijo, sin preguntar si quiera, sin saludar

-¿Quién es ella, Martina? – cuestionó Angie, Poniéndose, por decirlo así en un estado de alerta y seriedad total

-Dile – retó Lola

-¿Qué quieres hablar? – le pregunté, evadiendo la pregunta de las dos

-con vos, por supuesto, ven por favor – se acercó, y estiró su mano para levantarme, Homero se cubrió su boca para no decir nada, Angie se levantó a mi mismo paso, y soltó mi mano de la de Lola

-y quien es usted – dijo desesperada, y con una tonalidad roja en su rostro – Martina… explícame

-¿Explicarte? – preguntó Lola, metiéndose de inmediato – a vos no te tiene que explicar nada ella, o quien es ella de usted para hacerlo? – le preguntó con indiferencia y secamente

-ya – dije – ya basta

-acaso quien te crees tú? – preguntó Lola a Angie, repitiéndole de nuevo

-me creo lo que soy – Carmen se levantó, y se hizo al lado de Homero, quien no sabía, al igual que yo, que hacer  - soy quien a compartido con ella tiempo – y alargó esa última palabra –

-Angie… no le expliques nada – le dije

-Es cierto, hazle caso, total no me importa mucho – Lola cogió mi mano y yo se la solté

-¿Qué estás haciendo?

-¡Quiero hablar contigo! – dijo, con su voz quebrantada y yo simplemente en ese momento me quedaba bloqueada, nada más podía importar

-pues habla después, en este momento está con nosotros

Lola sonrió y con su actitud solo me podía sentir nerviosa por pensar en que pasara algo malo  - vamos hablar ya, o tu me lo vas a impedir?

Carmen se metió, se hizo al lado de Angie, y le pidió más respeto, homero seguía ahí – vos te vas de aquí – determinó Angie, firme y enojada

-¿quieres que me vaya, Martina? – me preguntó a mi, esa mujer que justamente era la única culpable de  las ojeras de las que hablaba Homero, con su mirada oscura y una postura de querer una respuesta urgente y como podía decirle que sí

-quiero que dejen de pelear, Angie, por favor…

-A MI NO ME DIGAS NADA – gritó ella, una Angie, totalmente ofuscada – quieres que se quede?

Lola se entró a mi habitación, dejando a una mujer a punto de querer ahorcarla sin pensarlo dos veces, no quería hacer sentir mal a nadie, especialmente a mi misma, tenía miedo de que pasara lo mismo que siempre y mañana de nuevo mi cama estuviera sin ella.

-¿Es ella, Tina? – Cuestionó, con su mirada aguada y con una expresión de ternura que me hacía sentir la peor persona del mundo – es por ella que no quieres conmigo, ¿cierto? – yo bajé mi cabeza, intentando responderle sin mirarla a los ojos – te hace feliz? – y el silencio agotó las palabras que no querían ser dichas – más que yo? – repitió

-Angie…

-Entiendo –  puso su mano derecha ante mi cuerpo para evitar que me acercara – esto se me va a pasar y voy a conocer a alguien más, no te preocupes – las lagrimas bajaron, y Carmen le decía a Homero que salieran de ahí, un vacio se me generó bien adentro y quería que la tierra me tragara por completo – ojalá te valga la pena, Tina. – me dio un beso sobre mi frente, y percibí su rostro húmedo,  quizás fue el temor por estar segura de que estaba hablando muy en serio, por que después de todo, y después de haber terminado ella había estado firme, ahora, cuando podía ver a otra persona, se daba la vuelta y yo la entendía.

Homero esperó a que ellas salieran y me abrazó – es esto lo que quieres? – Bajé mi mirada – no te sientas mal por eso, yo hubiera hecho lo mismo – susurró – pero Shhh… el que esté acá dice mucho, así que aclaren las cosas ¿Va? – Asentí – mañana vengo, pero llamo antes para encontrarte vestida – bromeó – Te amo

-Yo igual

La puerta se cerró y yo me quedé en sofá, Pidiéndole a Dios que  de nuevo no me fuera a pasar lo que ya me había pasado, tenía el corazón destrozado de tanto esperarla y de andar sin saber a que atenerme.

La vi saliendo de la habitación cinco minutos después y se acercó en silencio, descalza, con una camisilla blanca mía que usaba para dormir, se hizo a mi lado y miró el desorden que habíamos dejado – La pasaste bien?

-Si – dije de verdad – todo el día me acompañaron

-y yo jodí todo de nuevo ¿No?

-Yo no estoy diciendo eso

-Pero lo sabes, y yo también lo sé – desvió mi mirada y rosaba sus manos con frecuencia – te compré algo que mañana te llegará – encogió sus hombros – me gusta esa esquina – señaló al fondo, casi hasta llegar a la cocina – quería poner algo ahí

-Estás loca – bromeé – decís que me compraste de regalo algo para adornar la esquina de la cocina de mi casa? – le pregunté, totalmente desubicada de lo que me decía, quizás eso era lo que más me gustaba

-Si – dijo con naturalidad – no sé tus  gustos y no estoy de acuerdo con regalar algo que no sepa si te guste y no lo uses

-Está bien

-Feliz cumpleaños – alzó su mentón y se apoyó a mi hombro – Siento no decírtelo antes – susurró tristemente – soy una pendeja – y tuvo toda la intención de acercarse para darme un beso que duró tres segundos

-La verdad si – Estuve de acuerdo

-Lo sé, es solo que tenía miedo, aún lo tengo – miró a otra parte – no he querido causarte daño Martina – y me miró fijamente – a mi nunca me había pasado antes y no he sabido como reaccionar

-Yo también tengo miedo, Lola

-todos tenemos miedo, pero tu eres valiente y lo enfrentas, yo en cambio, huyo, como lo he hecho siempre

-entonces cambia eso y no lo hagas de nuevo… eso solo me deja mal

-¿Puedes perdonarme?

-Estoy cansada de hacerlo

-¿quieres que me vaya?

-No sé que quiero Lola – me levanté -  no sé que pasa contigo

-¿Qué pasa de qué?

-De esto… no puedes irte de la nada y llegar y querer ser mi centro alejando a los demás y disculparte y entonces todo lo que he pasado en los días que no se te da la gana hablarme ni determinarme, se va a la mierda

-Yo se que lo dices por que la eché, a ella, pero si tanto te duele – encogió sus hombros – No vuelve a pasar, disculpa

-y ahora vas a salir enojada – me desesperé – ya me conozco esta escena, coges tus cosas y quieres irte y yo te detengo y te quedas y mañana no me das la cara y te vas – se puso de pie y caminó sin decirme una sola palabra, golpeé la pared impotente, y esperé a que saliera pero no lo hizo, me fui hasta mi habitación y estaba acostada de lado, dándome la espalda, me quité mi ropa, y me acosté solo con mi pantie, me hice espaldas a ella, cerré mis ojos y tragué saliva, derribándome en miedo y sintiéndome tan enamorada que me asustaba más de lo que podía aceptar – “no quiero que se vaya – pensé – Por que cuando se va, se lleva gran parte de mi, tan solo, mi corazón” sentí como se giró, y me abrazó llevando su mano a mi estómago y su rostro sobre mi hombro – no llores – dijo en voz baja, frotando mis brazos – no lo hagas por favor – guardé silencio -Te quiero – susurró en mi oído .

Siento mucho la demora, pero estuve días enteros trabajando derecho y no me quedó tiempo. Ya casi viene la parte final, muchas gracias por la atención, besos y Dios los bendiga.