Amante y luego tu (4)

"Enamorada"

No se puede fingir estar bien siempre, ella sólo se cansó de gritarme y luego me regaló la imagen mas tierna y conmovedora del mundo, las lágrimas estaban mezclándose con la lluvia y su cabello húmedo se estaba pegando a sus mejillas. Mi asfixia que no sé como pude manejarla, logró darme una espera, la suficiente para poder abrazarla después y juntarla a mi cuerpo para no dejarla escapar.

-Necesito aire – dije, a punto de ahogarme

-que más aire que este? – y alzó sus manos, refiriéndose a la noche, a la lluvia, al silencio, al hermoso cielo estrellado y la media luna frente a las dos

-sube conmigo – y la dejé casi que en la entrada, sin poder mirar hacia atrás para ver si me seguía o se iba, corrí hasta llegar a mi apartamento y buscar algún inhalador de los que tenía, estaba desesperada y sentí que la crisis me iba hacer colapsar, Lola me estaba preguntando de todas las maneras posibles que me pasaba, pero solo podía querer intentar respirar y no sentir que el mundo me estrechaba hasta el punto de sentirme ahogada, se puso a buscar  cajón por cajón lo mismo que yo, solo me reí, cuando la vi salir del baño con el inhalador en su mano

Se lo quité de afán y expulsé hacia adentro dos puff que me hicieron sentir como si volviera a nacer, este clima si que me perjudicaba, y mi descuido por no cargar con él en mi bolso me pagaba así por ello-

-Gracias – le dije sinceramente

-no sabía que te referías a eso – bajó su cabeza – solo tenía la cabeza en otro lado

-yo sé – toqué su rostro y tiré el inhalador sobre la cama – estabas celosa

Subió su mirada y enarcó sus cejas claras profundizando sus ojos oscuros – te da risa?

-No – dije sinceramente – me alivia

Suspiró y se dio la vuelta – vas a ponerte algo?

Asintió con su mirada y se quitó su chaqueta negra – me quedaré mientras escampe

-claro, yo te dejo – bromeé, y de inmediato caminó hacia la puerta, la seguí, como lo hacia últimamente deteniéndola del brazo

-Suéltame – me haló para soltarla

-por que eres tan histérica?

-por que eres una descarada – afirmó – y tranquila que no te incomodo – sacó su celular del bolso – ya mismo llamo para que vengan por mi

Quité el teléfono de su mano y lo tiré también, - esta vez las cosas no serán como tu las quieras – le dije cerca, mirando sus labios y deseando besarlos – y no vas a llamar a nadie – mordí su boca, sintiéndome extrañamente excitada simplemente con verla y tenerla cerca – y te vas a quedar toda la noche conmigo – susurré en su oído, generando un leve espasmo en su cuerpo – y mañana voy a llegar tarde a trabajar y tu te quedarás conmigo hasta el almuerzo – metí mis manos por debajo de su blusa, quitándole su sujetador y viendo como caía levemente – y te vas a  ir, cuando escuche que digas que me quieres – atraje más su cuerpo y reté su mirada – y que me extrañas tanto como yo – la besé – y que vas a dejar de hacer lo que haces y – puso sus dedos sobre mis labios, y me dio un beso que le dio inicio a las exigencias que recién le había impuesto.

entre besos y besos, llegamos a mi cama, quité su botines, y desprendí uno a uno los botones de su camisa, que cayó al mismo nivel que la mía, por que ella también estaba haciendo lo mismo,  llegó a mi cuello y humedeció mis hombros con sus besos, sus manos recorrieron mi torso, y desprendió la cremallera de mi pantalón, dejándome sólo en ropa interior,  me miró y sus ojos expresaban algo diferente a lo mismo que me demostraban siempre, se notaba excitada y llena de pasión, se subió sobre mi y entrelazó sus piernas con las mías, la llené de besos y con lentitud, llegué a su pecho, sus labios entre abiertos dejando escapar suspiros, seguramente, muy seguramente,  era eso lo que más lograba excitarme, la ropa, la poca que quedaba, se ubicó en el sofá, y ahora tenía su cuerpo desnudo sobre mi,  y yo debajo de ella, en la misma situación, sus manos cobraron vida y dejé de llenarme de pretextos para sentir, por que amar no es entregarse, amar es libertad.

Entre caricias y caricias, me encontré con una razón para querer verla todos los días despertando a mi lado, estaba haciendo el amor, si se entiende como literal esa palabra, es encontrarse con la persona que te quita el sueño cuando duermes y que roba los pensamientos mientras estás despierto, su cuerpo era una muestra total de la perfección, es que aún no lograba comprender ni yo misma lo que estaba sucediendo, Lola, La gran Lola, el motivo de que un lunes se pareciera a un sábado y que fuera animado ir a estudiar, solo por verla, eso le pasaba a todos, a mi, en cambio, me hacía diferente su sola presencia, era admirar a alguien, era un tipo de belleza que más que causar atracción, generaba un interés, sus manos estaban presionando mis senos, estaba mordiéndose su labio, y de vez en vez, me veía por segundos con una sonrisa necesitada de algo más, ese sonido de rose entre su cuerpo y el mío me pellizcaba situándome en la  realidad, afirmándome que no era un sueño, ni tampoco un pensamiento muy utópico, era real, me sentí desesperadamente necesitada, a punto de sentir, sentir el impacto de tanto deseo por ella, presioné su cadera y se movió con más fuerza sobre mi, el vaivén de su cintura me hacia subir y bajar con ella hasta que, los suspiros parecieron cesar y un grito uniforme por parte de ambas demostró el placer que se hizo físico con un estremecimiento que recorrió mi cuerpo dejándome, dejándonos, exhaustas.


Es como si la película se repitiera de nuevo, abrí mis ojos y no estaba, pero el olor a café y el agua cayendo del baño me despertaron, su ropa estaba a un lado del sofá, junto con su bolso, y otros zapatos igual de altos que los otros, pero estos tenían otro estilo, me pregunté como carajos hacia para caminar todo el día con eso y tener sus piernas tan bonitas, sin ninguna varice y esas cosas. Me acerqué al baño y a medida que lo hacia escuchaba su voz cantar una canción en inglés, tenía la puerta con seguro, y di gracias por primera vez en mi vida por tener memoria, por recordar exactamente sin omitir ningún pequeño ni particular detalle de lo que había pasado anoche, me alejé y me miré en el espejo, sólo tenía un short y una camisilla blanca, mis pies descalzos y un cabello desordenado, y ella salió, de nuevo con su cabello húmedo, y las gotas bajando por su cuello, una toalla blanca cubriendo su torso y sus muslos, y una mirada que se me dificultaba descifrar – buenos días – le dije, sintiéndome nerviosa, y odiándome por lo mismo

-como dormiste? – me sonrió y si aún dudaba estar enamorada, ahora podía confirmarlo cien por ciento

-Bien – quise acercarme a besarla, pero me detuve de inmediato al imaginar una futura reacción donde le molestara – y tu?

-bien – dijo con naturalidad alejándose de mi y caminando por la habitación – tu cama es cómoda – se sentó sobre ella – y suave – buscó algo entre su bolso hasta encontrar un tarro que supe después de verla que era crema corporal – te gusta el café, no? – no me permitió responder – supongo por que encontré en la cocina – asentí, dando pasos hasta llegar a su lado y sentarme a escasos centímetros – que? – preguntó, huyendo a mi mirada

-eres la mujer más hermosa que he tenido a mi lado – le confesé, tomando su cara entre mis manos y acercándome a sus labios – puedo? – le pregunté, antes de hacerlo, pero como era costumbre no me respondió, solo me miró de esa forma, en la que lograba comprender sus “sí”. Cerré mis ojos y la sentí, sentí que el mundo se detenía y solo existíamos ella y yo, sus labios eran lo más hermoso que había probado, era una sensación de cosas que la hacían perfecta, era tierna, difícil y apasionada a la vez. Rosé su piel con mis manos, mojándome a costa suya por estar todavía con rastros del baño, me alejé despacio y pude abrazarla… dentro de todo, tenía miedo, miedo por que cada vez, sentía algo más fuerte, y eso, me ponía en un lugar muy inferior al suyo. – te sentís bien conmigo? – le pregunté, descubriendo que ante todo, estaba nerviosa

-Si – encogió sus hombros, aparentando naturalidad – tengo un poco de hambre

-te mantenés en esas, No? – Sonreí, levantándome de la cama – te voy a preparar algo

-es que sabes cocinar – dijo, como respondiéndose a sí misma

-sé muchas cosas que tu no sabes de mi – estiré mi mano para levantarla también, me pegué a su cuerpo, y reduje la distancia volviendo a sus labios – me gustas demasiado – le confesé, mirando sus hombros mojados, seguí una gotera que bajaba por su pecho, la besé ahí, y su piel reaccionó, sintiendo un rápido escalo frío por sus brazos y una mirada nerviosa – esperamos un momento? – dije, refiriéndome al desayuno

-deja de preguntar tanto – mordió mi labio y metió su lengua despacio en busca de la mía, dejó su caer su toalla, y le dio luz verde a sus manos que apresuradas llegaron a mis senos, por segunda vez, dejé hacerla lo que quisiera, no podía negarme si necesitaba desesperadamente que me tocara, caminó llevándome a la pared, se entretuvo en mi cuello, y yo sostuve su cabello para que no interfiriera con lo que hacia, bajó, a ese ritmo con el que acostumbra hacer las cosas, como si lo hiciera a propósito, para desesperarme, y rosó, de ese modo, lento, su lengua en medio de mis senos, y sus dedos adentrándose por mi vientre, grité, y sentí que si lo hacia por treinta segundos más, seguramente se iba a auto lubricar sus dedos, abrazó mi cintura con su mano derecha y besó completamente mi seno izquierdo, sentí que nunca antes me había sentido tan excitada, las goteras que caían libres por su cabello, perjudicaban más mi sensibilidad, no se que carajos estaba  haciendo con sus dedos pero ni siquiera podía asegurar si sería capaz de mantenerme de pie, alcancé a mirarla y pensé en cuanto pagaría alguien por ver esa escena, su piel estaba mojada, cada poro, cada parte de su cuerpo, escurría agua,  dejé de sostener su cabello por que la presión me obligó a aferrarme de su espalda, acarició mi seno, y lamió simultáneamente mi pezón, el sonido se intensificó y sentía cierta rivalidad con dolor y placer, gemí profundamente, pues sin pensarlo, ella, una casi desconocida que distinguía desde antes y que fue mi sueño imposible toda mi vida en la escuela, estaba quitándome mi virginidad totalmente, de estar con más mujeres, solamente había estado con Angie, pero nunca le permití tocarme, solo por que siempre supe que era tan egoísta de querer sentir siempre ella y dejarme siempre en lista de espera, además de que siempre quise que fuera alguien que solo con  mirarme me hiciera sentir tantas cosas antes de acercarse a mi, y eso era Lola… enterré mis uñas en su espalda, le pedí que parara por que sentí caerme pero como si le hubiera dicho lo contrario, actuó con más velocidad y noté como sus dedos entraban y salían tan fáciles de mí, me deshice literalmente en ese momento, y me calló con un beso que fue testigo de mi alcance.

Su cuerpo me aferró y sosteniéndome con equilibrio, se pegó más a mi, y dio pequeños besos sobre mis hombros – La hermosa acá sos vos – expresó, convirtiéndome, sin saberlo, en una definición de felicidad, buscó la toalla y se la puso sobre su cabello, se dio la vuelta y caminó libremente desnuda por la habitación buscando que ponerse, no pidió permiso, ni siquiera me miró  para ver si lo hacía, buscó en el closet algo cómodo y se metió al baño.

VI

El silencio estaba reinando, desayunaba callada y con total atención a la comida, sentía vergüenza, no por que me quedara maluco sino por que no fuera de su gusto, desde por sí, yo era demasiado simple para eso de la sazón, y ella, por raro que fuera – siendo totalmente sarcástica, valga la pena aclarar – fuera totalmente lo contrario. Acabó el plato, y tomó del jugo, me miró y sonrió, yo en cambio no tenía buen apetito en las mañanas – no vas a comer? – preguntó, devorándose mi plato con la mirada

Negué con la cabeza, y corrió mi plato para adueñarse de él, la puerta sonó y se alarmó por completo, se levantó dispuesta a irse a esconder – que estás haciendo  - le pregunté divertida

-¿Quién es?

-No se – le susurré, por que así me hablaba ella también – pero yo abro y vemos

-no

-¿Por qué?

-yo me voy a esconder

-¿de que hablas?

-no quiero que nadie me vea – respondió, y luego bajó su cabeza, ella misma se había dado cuenta en el tono que me lo dijo, dándome a suponer un sinfín de posibilidades que incrementaran mis temores

Abrí la puerta, sin darle tiempo a algo más, Homero se apareció con una paquete de cervezas enlatadas y con sus particulares lentes de sol – En la oficina me dijeron que no estabas – dio como excusa para aparecerse a esta hora, se quedó literalmente con la boca abierta cuando vio a Lola en una camiseta que era tres veces más grande que ella y  un par de babuchas mías que precisamente me obsequió él el año pasado, me pidió explicación con su mirada, sonrió pícaramente y se entró en confianza

-Buenos días – dijo directo, mirándola a los ojos

-Hola – respondió Lola

-Soy amigo de Tina – estrecharon sus manos

-un placer – respondió Lola, pidiendo permiso y retirándose, me imagino que para irse a cambiar

Él me miró, y simuló besarse sus dedos como definición a lo hermosa que estaba ella – Uff! – Se sentó cruzándose de piernas – con razón Angie llorando – dijo en voz pasita – es que quien no la deja por una belleza de estas – se rió maliciosamente – cualquiera se obsesiona Tina – intentó destapar una enlatada cuando lo detuve

-¡Que estás haciendo aquí! – Le dije ofuscada - ¡Vete!

-¡No! No seas egoísta – sonrió – ya la has pasado bien, déjame deleitarme al menos con la vista

-¡Homero!

-¡Oye! – Lo hice levantar y lo fui sacando a empujones – y hablas de la amistad – fingió estar herido pero esa risita no se la sacaba nadie – déjame despedirme al menos – suspiré, sabiendo que era imposible con él

-si me la cagas, te juro que no te vuelvo hablar

-Ok, ok, ya me voy – extendió sus manos para demostrar calma – Lola! – le gritó, y ella salió con su jean puesto y su camisa de botones, le sonrió y se despidió de él

-no me digas que te vas – miró su reloj, y me hizo un gesto de querer decir que sí – Llama y te vas luego

-no te dicen nada en el trabajo?

-tengo adelantado muchas cosas – mentí, hoy no dormiría de noche haciendo mi trabajo – quédate conmigo – me acerqué y la abrasé por su cintura

Enredó sus brazos alrededor de mi cuello, me clavó una mirada que me obligó a sentirme especial, más de lo posible – cualquiera se puede enamorar de ti –

-Solo por que soy bonita… - comentó desviando su mirada – de mi físico se enamora cualquiera

-yo nunca mencioné tu físico – besé su hombro derecho – dije “de ti”

-ya te enamoraste? – preguntó, sabiendo la respuesta, si no se lo había demostrado ya, no sé que más tenía que hacer

No le respondí, pero si la besé con la mayor ternura posible - ve a bañarte, son casi las once de la mañana

– si te bañas conmigo

-ah – suspiró – dijiste muy tarde

-Nunca es tarde cuando se trata de amor

-¿amor?

-Si, no haremos el amor? – le pregunté riéndome

-me vas a dejar desnutrida con tanto amor entonces – bromeó, y su sonrisa me enloquecía casi que automáticamente

-con esa manera de comer, lo veo difícil – afirmé, generándole una carcajada totalmente contagiosa

-Decís que como mucho entonces? – preguntó

-Digo que para ser una modelo, y tener ese cuerpo, no sé como lo haces si comes de esa manera

-hay algo que se llama ejercicio hermosa – me alejó un poco cogiendo los platos de la mesa dirigiéndose a la cocina

El resto de la mañana se me pasó en bañarme y juntas, arreglar el apartamento, todo estaba desordenado, y gracias a Dios en ese sentido estábamos siendo compatibles con eso del orden y el aseo, llegaban casi las doce del día,  y su celular no demoró en sonar. Contestó tres llamadas, una de ellas, me di cuenta que era su mamá, y las otras dos me las imaginé, algún cliente o algún tipo que quisiera estar con ella, mi suposición fue por todas sus respuestas en monosílabas y casi cortante. Después de colgar la última llamada, se acercó a mí, y me besó en la frente.

-Te vas ya?

-Enseguida – prestó atención al televisor y se acomodó de nuevo, quería preguntarle cosas, la más importante, que pasaría después de que saliera de acá, iba a seguir igual conmigo o se comportaría como antes evadiéndome, y según esa respuesta, que iba a pasar con eso que hacía para ganarse la vida. – que estás mirándome? –

-no quiero que te vayas – suspiró, alejándose un poco de mi

-Martina – pensó que decir – no sé que hacer – se sentó, cogiendo su celular para responder un mensaje – vos sabes que hago – desvió su mirada de la pantalla de su móvil y me miró – yo no puedo dejar de hacerlo

Me quedé en silencio, y ese maldito sonido de estar testeándose con alguien volvió aparecer – hagámoslo con calma ¿si?

-¿Qué es eso para ti?

-que no me presiones – sonrió, y escribió de nuevo – que no quiero órdenes ni nada parecido – se levantó y se fue hacia al baño –

-Lo siento – le dije apenas salió, soltando su cabello y aplicándose labial –pero, así no puedo

Ella no me respondió nada más, y supuse que ese iba a ser siempre el final cuando se trataba de querer algo más que acostarse – no querés algo conmigo? – me atreví a preguntarle, sintiendo presión sobre mi pecho y un estilo de miedo por una respuesta que me dejara sintiéndome mal

-vos decís que así no se puede ¿No? – Evadió mi respuesta – si yo quiero o no quiero, no importa, si el resultado va a ser el mismo

-¿Por qué siempre es lo mismo? – dije ofuscada – por que eres tan difícil, por que me perjudicas tanto las cosas? – subí mi tono de voz – por qué no comprendes que desde que te vi, no duermo, no me siento bien, no me siento feliz, no soy yo solo por que no te puedo tener – me levanté, y esa mirada encerrada en ese par de ojitos que lograban clavarme más cada vez que los veía simplemente me enternecía – no comprendes que siento cosas por ti, más que gusto, mas que querer acostarme contigo, es… - es inoficioso  hablar cuando hay tanto por  hacer – pensé

-¿quieres tener algo conmigo? – volví a preguntarle, tragándome la desesperación por que alguien más la necesitara con urgencia, tragándome mi orgullo, por que algo estaba claro, el orgullo te hacía sentir vencedor, pero no feliz .  – te aclaro, que a cambio de que dejes de hacer eso – me referí a su “trabajo” – vas a tener sonrisas felices todos los días

Se rió casi que por impulso – Sonrisas felices?

-Hay sonrisas ficticias – le expliqué – pasajeras, hay sonrisas cortas y otras que parecen eternas, pero yo puedo brindarte las felices, las que te hacen sentir completa todos los días, las que te hacen sentir viva y que causan el querer darle sentido a todo

-que todo fuera tan fácil como tu lo ves, y que esas sonrisas me mantuvieran a mi y a mi familia, no lo pensaría. – Dijo, y amargamente me sentí impotente, en la vida hay veces que uno necesita solo decidirse, y lo demás se da, pero lo sueños se esconden en el miedo, y es eso lo que no permite avanzar.


Gracias, Por el tiempo para leer, y  por sus comentarios.

Un abrazo!