Amante y luego tu (3)

Si todo fuera perfecto, sería demasiado aburrido

Abrí mis ojos y ella fue lo primero que vi, con su mirada clara y una expresión casi tierna en su rostro – que haces acá? – le pregunté asustada

-Te miro – respondió, mirándome igual – por que no me di cuenta antes lo hermosa que sos – se preguntó así misma

-cómo entraste Angie – intenté sentarme –

-me diste llaves alguna vez – encogió sus hombros – por que no me cuentas que es lo que pasa

-Sobre qué

-Sobre tu vida, no estamos juntas desde hace un poco más de una semana pero parece que en tu vida han cambiado algunas cosas

-de que hablas - ¿cómo podía conocerme tan bien?

-de tus ojos – respondió, diciéndolo tranquilamente – de que tienes unas ojeras que inspiran tristeza – sonrió, intentado sonar tranquila ante todo – de que estabas llorando, y definitivamente no era por mí

Suspiré, que tenía para decirle más que como tonta, parecía enamorada de una casi que completa desconocida que además, demostraba que mi existencia le molestaba.

-Solo no me he sentido bien en estos días

-cuéntame

-es eso

-si vamos a ir a la fiesta de la chiqui?

-umh – pensé, eso era lo último que quería hacer – no lo sé bien – encogí mis hombros y quise parecer verdadera – me he sentido mal

-por eso, así te distraes y yo te prometo que no te voy acosar ni nada por el estilo

Reí, un abrazo repentino llegó hacia a mi, respiró hondamente y susurró después – te necesito tanto hermosa – siguió abrazándome hasta supongo, reponer fuerzas – te amo – me dio un beso corto sobre mis labios y se levantó – solo vine a verte, debo estudiar

Asentí, sin poder decirle nada más – cuídate ¿si?

Cogió su bolso y la vi salir de mi habitación, dejándome atenta al vacio que ayer mismo me provocó tantas lagrimas, definitivamente el trato que me daba Lola no me podía dar para otra cosa diferente que sentirme mal… triste… y, vacía.

IV

Estaba lloviendo, de ese tipo de lluvia cansona que perjudicaba mi salud, por ser especialmente asmática, esa lluvia que no es el tipo aguacero pero si que si dura toda la noche, la fiesta no podía ser mas ruidosa y estrambótica, así mismo como la anfitriona, Celeste, la “chiqui” estaba en su cumpleaños número veinte, sólo se veían botellas de diferentes licores, pequeños grupos de personas reunidas en diferentes partes del salón, los típicos bailarines que quieren bailar todas las canciones en las pistas, los despechados que cantan casi que gritando las canciones, Homero estaba casi que devorándose con Carmen, en esa esquina, supuestamente lo traje de compañero, pero menos mal que el nunca me deja sola.

-Esto está bien? – me señaló una copa de vodka

-está perfecto – le guiñé mi ojo

-y... Como la estás pasando?

-bien – mentí, quería estar en mi casa, tirada en mi cama

Ella sonrió, tomando de su vaso y mirando al alrededor – o nunca vas a prender a mentir o es que yo te conozco demasiado bien – comentó, sin mirarme

Yo no tuve nada que decirle, por que lo que había dicho era cierto, los dos puntos, así de simple – míralos – señaló a su amiga y a mi amigo, la acompañé en la sonrisa y pensé que Homero hoy no me iba a llevar ni se iba a quedar conmigo hasta que me durmiera.

-¿vamos a bailar?- preguntó de repente, alcé mi ceja por que simplemente nunca me lo había preguntado, siempre había sido yo

No esperó respuesta, me cogió de su mano y me llevó al centro de la pista a bailar una canción, me sentí desubicada, todo el mundo cantaba una canción que yo jamás había escuchado, era romántica, pero no lenta, era movida, de un cantante que no conocía, y Angie seguía con su mirada fija en mi, me sentí mal por ella, lo estaba intentando y yo era un caso perdido. Le di un abrazo, por que realmente lo necesitaba, es como si cada cosa me recordara a lola, y entendí, lo que nunca me había pasado pero que sí escuché que le pasaba a los demás, era, desastrosamente abrumador querer y no ser correspondido. Entonces la canción, la noche lluviosa y cerrar mis ojos y verla, me hicieron demostrar que algo me estaba pasando mas que una simple atracción sexual, busqué sus labios y la besé, sabiendo que eran otros pero lo hice, solo por sentirme correspondida, solo por no sentir ese vacio que incluso, me intranquilizaba tanto que a veces sentía dificultad al respirar, me besó suavemente, como siempre lo hacia cada vez después de una pelea al reconciliarnos, me enredó entre sus manos y sentí su respiración como si fuera la mía… la canción terminó y yo no quería pensar en nada más, me haló de la mano y sin despedirnos de nadie, salimos del salón, se quitó su chaqueta por que conocía perfectamente mi asfixia, tanto que antes de montarme al taxi intenté descontrolarme y sentir como todo se me venía encima y me ahogaba.

El señor del taxi antes de montarnos nos vio cogidas de la mano, así que ya se suponía lo demás, Angie le dio la dirección de su casa, me cubrió con sus brazos y me apoyé sobre su hombro, pensando y sintiendo, razonando y concluyendo que la razón y el corazón no era más que enemigos que solo empeoraban las cosas…

Homero comenzó a llamar y no quise responder por que sabía lo que iba a decirme, no quería darle la razón a él, incluso no quería darme la razón a mi, se la quería dar a Angie, apretó mi mano mientras que el conductor de vez en cuando nos miraba con disimulo – tienes mucho frío? – susurró, intentando robarme otro beso que no quise que fuera robado, besé de nuevo sus labios

-Algo – respondí, aferrándome a su chaqueta y pensando por que todo tenía que suceder así, la única verdad era que no podía sentirme mejor  - tus padres?

Encogió sus hombros – se fueron de fiesta también – y supe, realmente, lo que pasaría después entre ella y yo.

Aún, me sentía, como se sienten los enamorados en su primera cita, así, nerviosa, quizás por que a excepción de su días, y de mis días, el resto de los días del mes, estábamos juntas, y ya hacia más de dos semanas que no lo estábamos, Angie no tenía el mismo porte que Lola, no,  pues Lola sólo le faltaba la acreditación para ser una modelo, sí es que no lo era ya, y yo no lo sabía, Angie era de estatura promedio, delgada y orgullosamente natural, eso me constaba, y eso me encantaba de una mujer, una de tantas más explicaciones del porqué Lola, siendo lo contrario, me había gustado tanto. Su voz era dulce, y tenía unos labios pequeños, pero demasiado llamativos, ojos café oscuros, y su color de piel era canela. Tenía el cabello relativamente largo, diez centímetros más debajo de sus hombros, era del mismo color de sus ojos, Era una mujer que no pasaba desapercibida, me encantaba la manera de vestirse y sobre todo, la diversidad de peinados que le salían de su cabello y su creatividad, pues todos los días la veía diferente.

-En que piensas ¿mmm? – susurró, clavando sus labios en mi oído

-no lo sé, de todo un poco – respondí, reconociendo su barrio

-si quieres entrar?

-Si – dije de inmediato, para no responder otra cosa y dañar el brillo en su mirada

El taxista se detuvo cuando le pedí que lo hiciera al estar frente a su casa, pagué la cuenta como siempre, pues en la relación de ella y yo, no era que yo fuera el hombre pero si me tocaba las obligaciones noviales, por decirlo de algún modo, que les toca a los hombres caballeros.

Angie se bajó y abrió, temblando del frio, pues la lluvia no había cesado aún, reconocí su casa, y me familiaricé por así decirlo, me tomó de las manos y mientras cerró la puerta me besó – te amo – dijo en voz pasita, mordiendo mi labio – no sabes cuanta falta me has hecho en estos días – declaró, bajando sus manos de mi espalda a mi cadera y aferrándose a ella con fuerza – ahh! – gimió, cuando respondí a su beso y la empujé a la pared para tocar su cuerpo, la casa estaba a oscuras, la lluvia pegaba sobre el techo y ese sonido simplemente me parecía perfecto para hacer el amor, con una excepción, no haríamos el amor, simplemente por que mi cuerpo estaba acá pero mi mente… mi mente…

-Tócame – pidió metiendo sus manos debajo de mi camisa hasta llegar a mis senos, llevó las mías hasta su pantalón dirigiéndome a su sexo, pero me di cuenta que nadie merecía eso, nadie merecía ser tocada sin ser deseada… metió su lengua en mi boca y bajó despacio hasta mis senos, haciendo en el mismo tiempo también, presión contra mis senos, pero realmente era tener mis ojos cerrados y verla…

-no puedo – dije quizás sin quererlo, podía ser todo pero respetaba el amor, y eso no se hacía

-que carajos te pasa!! – me gritó – te vienes conmigo, me calientas y ahora no puedes – se acercó, y pensé sin dudarlo que se atrevería a algo más – no me jodas Martina – y me llamó por mi nombre, eso sólo lo hacia cuando estaba muy enojada – por que no puedes? Ya no te gusto? – bajó el tono de su voz, quebrantándose – como puede ser que en quince días te olvides de mi – se preguntó a si misma – vos sos una mentirosa, tantos te amo tirados a la puta basura

-Shhh – la abrasé con fuerza, sintiéndome la peor persona del mundo – yo nunca te dije mentiras

-nadie puede dejar de amar en tan poco tiempo

Y para eso no tenía una respuesta, no por que alguien mas se me había metido y no era capaz de sacarla de mi – mejor me voy

-es otra ¿no?

Dejé todo en silencio, acomodé mi ropa y abrí la puerta, me tiró su chaqueta en mi cara, a pesar de lo enojada que estaba, estaba preocupada por mi. Cerré la puerta y no pude hacerme más la dura, a lo mejor estaba perdiendo a una gran mujer por una maldita noche que nunca había tenido y que me dejó atontada.

Caminé hasta encontrar un taxi que me llevara a mi casa – Lo siento – le escribí en un mensaje, pero sabía que si no me hubiera arrepentido en ese momento, habríamos estado juntas y eso le daría derecho a ser mi novia de nuevo y definitivamente no tenía cabeza para pensar en eso.

-esos amigos son los que se deben cultivar toda la vida – le testeé a Homero también, con la intención de desquitarme con alguien por sentirme tan mal, me devolvió llamadas

Me  bajé a una cuadra de mi casa, caminé sintiendo mis huesos calarse del frio, sometiéndome quizás al riesgoso hecho de amanecer enferma y no poder trabajar

-Vení, para acá Martina – me dijo un vecino, un viejo vecino, fue el primero en recibirme cuando llegué al barrio – tómate este y listo – eso decía él, lo decimos todos para disfrazar las cosas

-Gracias – le sonreí, sin acercarme – estoy enferma Don Rau

-Vení – repitió

Me negué de nuevo y terminé por entrarme, hacía mucho tiempo, cuando por cosas del destino no me pude enamorar de alguien que si lo estaba de mí, no me sentía tan mal… es como si la conciencia se dedicara a golpear el corazón, y a llenar con culpas lo que está vacio por desamor.

V

Los días pasaron, aunque no tantos, tan solo nueve, los llevaba contados, por que se me hacían eternos, eternos como un lunes en el trabajo, no había vuelto a saber nada más de Lola, si fui seguidos tres días después de que hablamos, pero nunca me le acerqué, y ella nunca se dio cuenta, Angie tampoco quería hablarme, aunque agradezco que al menos contestara mis mensajes para saber como estaba, y mi día a día se resumía al trabajo y a dormir.

Al menos en el periódico las cosas habían mejorado, tenía de donde más escribir, por ahí decían que la inspiración sale de la tristeza, y yo me había aprovechado de eso, ya casi cumplíamos nuestro primer aniversario y se iba a celebrar a lo grande, todos corrían de un lugar para el otro, el teléfono sonaba desesperado, y el desorden nunca estaba organizado. Pero eso, me mantenía ocupada la mayoría del día, miré el reloj y ya casi se acercaban  las cuatro de la tarde, salí por un café, un café oscuro, cargado por que hoy me quedaba hasta tarde haciendo un informe, René, me vaciló apenas me vio, pues en todo el día no había salido una sola vez de mi oficina, todo parecía en mi contra, y mi nerviosismo estaba dejándome en descubierto, pero mis ojos, seguían fieles en su mirada, sin querer, ni siquiera al intentar ver otra cosa diferente a ella.

El tinto quedó en espera, y las palabras se escondieron, otra vez la veía y esta vez yo no la había buscado, sonrió de la manera más encantadora, o quizás sonrió normal y la encantadora era ella, si, posiblemente era así, de esa manera.

Estábamos quizás, a un poco más de un metro de distancia, ella estaba sentada aparentando prestarle atención a un tipo que constantemente le tocaba el rostro, pero estaba mirándome y yo lo sabía, me sentí importante, me sentí feliz, ella resumía la felicidad pero que es la felicidad si no es estar enamorado, nadie es feliz si no ama, y todo mi sistema nervioso se alarmó de inmediato, no podía creer que estuviera ahí

-Bonita ¿No? – me preguntó René, tomándose mi café

-Si… - contesté, evadiendo su mirada

-hasta donde me contó Sofi, va a ser la modelo para la portada de lo de farándula y entretenimiento

-Ummm, sabes quien es? Yo no recuerdo haberla visto en televisión

-No, ni yo tampoco – encogió sus hombros – pero el jefe está buscando rostros desconocidos ¿no recuerdas lo que dijo en la reunión?

-Ah – la vi por última vez – Si, claro.

-¿quieres más? – bromeó, pasándome la tasa vacía

Ahora era modelo, en ese momento pensé en que ella era muy ambiciosa, solo quería mostrarse, y tenía con qué, eso no se discutía, pero no me gustaba eso, hay muchos trabajos afuera en los que puede irle bien sin necesidad de venderse tanto, mientras crecía en fama podía carecer de dignidad y eso era lo importante para mi. Entré a mi oficina y todo se me bloqueó, quería salir y besarla y hacerle el amor, quería contarle lo que me ha pasado por su culpa, quería preguntarle por su familia, o simplemente robarle un abrazo, quería, pero querer y hacer siempre son caminos diferentes que pueden, dependiendo de la persona, que nunca se crucen por ahí.

Me quedé sentada, mirando la maldita pantalla del computador, quien era ese tipo que estaba con ella, siempre la veía con alguien diferente… Ahh...De nuevo, otra vez Martina, Otra vez volvernos a lo mismo.

Por pura inmadurez, y por miedo, lo único que hice fue llamar a Angie y decirle que me pasara a recoger, pues su universidad quedaba a diez minutos de acá, sabía que no se iba a negar, su “OK” me preparó simplemente para alistar mis cosas y salir a esperarla afuera, yo no quería ver a Lola, no así, no con otra persona que estuviera tocándola, no con su silencio, y con sus miradas que sólo me confundían cuando decían lo contrario que sus actos.

La puerta se abrió, y ahí estaba parada mirándome – Hola – Dijo de primeras, cerrando la puerta

-Hola Lola – me acomodé, sintiendo mis manos sudar – que sorpresa…

-Si, de todos modos, yo te iba a buscar

-¿buscarme?

-Si

Se quedó en silencio por segundos – Lo siento – y bajó su rostro

-¿Qué es lo que sientes?

-que he sido grosera, y realmente no soy así

-Está bien – me levanté, fingiendo buscar algo para no demostrarle tanto interés – tu abuela ¿Cómo está?

-ya mejor – pasé cerca a su lado, sintiendo el olor de su colonia, y también el de su cabello, estaba hermosa, no había día en que no lo estuviera, con unos tacones más altos que el primer día, y vi su bolso de CH, café oscuro, el mismo que Angie me había dicho que quería, y que iba a regalárselo antes de que termináramos. – y, tu ¿cómo estás? – me preguntó por primera vez

-con mucho trabajo – obvié su pregunta, por que realmente no estaba bien – que haces acá?

-si me hablas de la empresa, pues mi amigo josé me consiguió una cita con el doctor Sanz, y si me hablas de tu oficina – bajó el tono de su voz y se acercó para mirarme a los ojos – quería verte

Eso fue suficiente, suficiente para cogerla de la cintura y aferrarla a mi con fuerza, suficiente para besar sus labios y sentirme viva otra vez, suficiente para sentirme correspondida, correspondió a mi beso con pasión, detuvo sus manos en los costados de mi rostro y prolongó el beso por minutos enteros, no podía preguntarme otra cosa diferente a que era lo que sentía por ella, decir que amor era demasiado rápido, pero el amor cuando era cosa de tiempo. Suspiré despacio, y subí mis manos por debajo de su camisa de botones, caminamos hasta detenernos sobre mi escritorio, me senté y ella se ubicó en medio de mis piernas, me miró y luego sonrió ¿acaso estaba jugando conmigo? Pero no era momento de preguntarle eso, lamió mi cuello y acarició mi pierna…

-Te he extrañado – confesó por fin

La besé de nuevo, deseando que la próxima me dijera que sentía algo por mi diferente a querer acostarse conmigo, desabrochó mi pantalón y tocó mi entre pierna aún por encima de la prenda interior, gemí, subió un  poco más su mano pero para deshacerse del pantie cuando la detuve…

-N..o…

-Si… - se las arregló para bajar mi blusa y subir el sujetador, su lengua estaba produciéndome algo totalmente indescriptible – déjame esta vez

-Ahh… No… - dije con dificultad

-¿por qué no?

-vas a desaparecer de nuevo – di como respuesta, reclamándole de algún modo, se quedó paralizada, con sus ojos abiertos expectantes

Alguien de afuera la llamó, imaginé que era el mismo con el que llegó, se organizó y se dio la vuelta, y si  yo no hacia algo, volvería a pasar lo mismo, alcancé a cogerla antes de que abriera, la empujé, quizás del afán y la necesidad con un poco de brusquedad hacia la pared al lado de la puerta, mordí su labio inferior y me enredé con su lengua hasta olvidarnos que había alguien más afuera, acaricié sus senos y sostuve su cuerpo con mis piernas aún de pie, pues iba bajando cada vez más, como perdiendo su fuerza, desordenó mi cabello y actué de la misma forma en que ella iba a serlo antes conmigo, toqué su abdomen, y besé su cuello, quité dos de los botones de arriba de su camisa para abrirla lo suficiente para poder tener más acceso a su pecho, y llegué por fin a su pantalón, me apretó con fuerza y la toqué sin necesidad de estar directamente con su piel desnuda, de nuevo escuchamos su nombre, él la estaba buscando, y eso me estaba excitando más, su boca estaba generándome una fuerza de atracción demasiado potente, Lola bajó su pantalón hasta sus muslos, sonreí, y susurró necesitada – tócame – abrí sus piernas, lo suficiente para no desacomodarse cuando lo estuviera haciendo, corrí su prenda hacia un lado, aunque realmente no era que interfiriera mucho por su tamaño, rosé mis dedos con su sexo y sentí lo húmeda que se encontraba, gimió considerablemente, tanto que si alguien estuviera pasando por fuera de mi oficina alcanzaría a oírlo – cállame la boca por que no prometo nada – amenazó, cerrando sus ojos y mordiendo sus labios, Su celular timbró, incluso tenía todavía su bolso colgando en su brazo, lo soltó, y me llevó con sus manos a sus senos, besé sutilmente todo su pecho, y toqué, estrictamente lo necesario, me impresionó lo mojada que estaba, quizás yo estaba igual pero estar atada con mi ropa me daba un poco más de ventaja, volví a sus labios, cuando sabía que pronto explotaría, lo supe por que estaba demasiado tensa, y no era capaz de abrir los ojos, estimulé su clítoris y en el beso me demostró todo lo que sentía, la sostuve aún cuando pensé que iríamos al suelo, sus movimientos me desequilibraron pero pude mantener nuestros pesos, me besó sin pasión, solo con ternura, entrelazó sus manos con las mías y un abrazo nació de las dos.

El abrazó duró hasta ese momento, la puerta sonó, y la voz de Angie  me nombró, organicé mi cabello mientras que ella ordenaba su ropa – abre y dile que ya salgo, inventa algo creíble por favor – le pedí, mientras iba al baño a quitarme rastros de su labial y lavar mis manos, pues Angie era mujer, igual que todas, y eso la hacía inteligente, y seguramente buscaría de cualquier manera algún rastro de “infidelidad” por decirlo así.

Me miré en el espejo preguntándome si estaba bien lo que estaba haciendo, pero el sentirme tan bien, el sentirme llena de nuevo me decía que si. Salí, y la vi, casi en el escritorio, mientras que Lola tenía puestas mis gafas de descanso, me reí por dentro, estaba organizando papeles, se veía demasiado sexi así, pero el momento sexual ya había pasado – Hola – me acerqué, dándole un beso en su mejilla

-me dijiste que a los diez minutos y llevaba veinte abajo, así que subí

-está bien, discúlpame –  Lola nos miraba disimuladamente – vamos?

Asintió, y pude notar su disgusto – cuando termines, cierras con seguro por favor? – le pedí a ella, sin saber que papel estaba haciendo, si mi secretaria o el de una sexi muchacha del aseo, pues solo organizaba y organizaba

-Si, Señora – dijo, volteándose por fin para dejarme verla otra vez, pero la puerta estaba abierta y el tipo la vio

-Lola – se entró saludando – te he estado buscando

-Permiso – cogí a Angie de la mano para salirnos antes de que se diera cuenta de algo, me despedí y vi sus ojitos, atenidos a los lentes por última vez, que ganas con despedirme con un beso o algo así. Toqué el ascensor y esperando a que se abriera, sentí cuando la puerta de mi oficina se cerró, no la miré más por que Angie se daba cuenta de todo, entramos al ascensor y vi su cuerpo alejarse, entrando a la oficina del Doctor.

-¿Cómo estás? –

-Bien – dijo sin mirarme – por que me llamaste?

-por que quería hablar contigo

-sobre que? Que te estás cogiendo a tu secretaria – afirmó, con un tono de voz alto y enojado

-Eh, no. – pensé que decir – ella es la modelo que va a estar en la portada del periódico en lo de farándula Angie – expliqué – tenía que hablar con ella por que tengo que poner de su vida y esas cosas – intentó hablar pero no se lo permití por que sabía que me iba a decir – y si me estaba organizando los papeles no fue por que me la cogí, como dices – me miró a los ojos – estaba tomando café y su celular la asustó y lo regó sobre el escritorio

No dijo nada, tenía sus brazos cruzados, salimos de la empresa y tomamos un taxi, de alguna manera, me interesaba mucho que estuviera bien, por que lo que tenía de interesada y conveniente, lo borraba con su interés pero por mi, por demostrarme tanto y preocuparse por mi, logré por fin que cediera a hablarme, me contó de cómo estaba yéndole en su universidad, de que sus padres iban a viajar por cuestión de negocios y haría una fiesta de nuevo a la que me invitó pero que yo no iría, claro que no se lo diría en ese momento. Por estos días la lluvia estaba en su tiempo, no tardó mucho en llover y mis planes de llevarla a comer un helado se esfumaron, me invitó a pasar a su casa pero me negué, quedé con la invitación pendiente y antes de salir del auto me pidió disculpas por ser tan impulsiva, yo en cambio me disculpé por dentro pero por ser tan mentirosa, desde que Lola había aparecido, solo decía mentiras-

Le dije al señor que me llevara a casa, envolviéndome en pensamientos de lo que había pasado, todo fue tan rápido pero tan rico… ahora, como carajos me la sacaría de la mente.

Me apuré a salir del taxi, para no mojarme mucho y que mi ataque de asma me perjudicara pero su cuerpo  me detuvo en la entrada, estaba sentada en las escaleras, mojándose un poco y con un abrigo cubriendo su cuerpo , no podía creerlo, esta mujer iba a volverme loca de la confusión, se levantó apenas me vio, con su cabello mojado y su maquillaje regado por su rostro, pero ni así se veía menos linda – tenés novia y te acuestas conmigo – me reprochó, huyendo a mi mirada

-No! – Me defendí – puedo explicarlo

-encontré algo que te hace imperfecta Martina – afirmó – me hiciste tu amante sin saberlo

-entremos por favor – dije a punto de sentirme asfixiada

-con tu carita de que todo lo sabes y todo lo haces bien, haces lo peor, engañar a mujeres

(Gracias por tomarse el tiempo de leerme, besos :D)