Amante y luego tu (2)

"Si el amor, como todo es cuestión de palabras, acercarme a tu cuerpo, fue crear un idioma"

La atraje hacia mí, sutilmente, con mis manos enredadas en su cabello y su mirada perdida, quizás por el licor, o quizás por el deseo.

-Me gusta – pronunció mirando mis labios, la besé con fuerza, con pasión, con deseo, tenía tantas ganas de olvidarme de todo, y no era que pensara que acostándome con ella lo iba a lograr, no era eso, era que su compañía  me obligaba a concentrarme en una sola cosa; hacerla sentir bien.

-Eres mi primera vez – dijo, y eso me pareció divertido, como si me hubiera leído la mente y se hubiera apresurado a decirlo antes que yo, llevó sus manos a mi pantalón y con maestría, quitó el broche y bajó la pequeña cremallera.

-Si – le respondí

-En serio, créeme

-te creo – mordí su labio inferior – la primera vez no se olvida

-Entonces quédate en mi mente – acaricié su espalda, su piel suave y delicada sólo me desvanecía las ansias que tenía por hacerla mía, desajusté su sujetador y bajé con lentitud las tiras que ataban la prenda de su torso

-la mente no es nada sin el corazón – susurré en su oído, metí mi lengua en él y su cuerpo dejó de dificultarme la situación – Así que prefiero quedarme aquí – y miré su pecho descubierto ante mis ojos, y llevé mi mano derecha un poco más arriba de su seno, me di la vuelta y la acosté sobre mi cama, con sus pies se ayudó a deshacerse de sus tacones, buscó mi espalda y sentí sus manos frías recorrer toda mi columna, su boca me buscó, no era necesario hacerla esperar, pues me moría – literalmente – de ganas por besarla y no querer separarme de sus labios, jugué con su lengua mientras que todas las sensaciones que me producía tenerla ahí, en ese momento y justo sobre mi cama, se iban haciendo físicas en mi entre pierna.

No era por la situación, era por lo que podía sentirse, era algo muy parecido a la felicidad y digo parecido por que la felicidad no tiene miedo, y yo si lo sentía, pero me sentía feliz, se detuvo para quitar el broche de su short y lo bajó lentamente por sus piernas – que esperas? – preguntó insinuándose

Me dejé de excusas y le di vida propia a mis manos, que viajaron por su cuerpo repetidas veces en toda la noche, tenía un cuerpo perfecto, perfecto sin ninguna pero, sin ninguna cicatriz, ni algún detalle que le quitara la denominación, me di cuenta también, por que no se puede hablar de amor sin detenerse a examinar al motivo que inspira esa palabra, que su fuerza y la capacidad de orgullo que tenía se desvanecían con los besos, que era tierna y delicada, pues aunque su apariencia daba para hacer creer que por ser mujer y tener esa contextualización física podía serlo, en la manera como se presentó, esa idea se esfuma de inmediato, pero ahora, ahora solo era una Mujer que quería amar y necesitaba ser amada.

Sus ojos lo decían todo, a veces las palabras sobran, cuando tienes el poder de entender las miradas, tenerla bajo mis brazos y mi cuerpo me definía como ganadora ya, olvidando el dinero y el convencionalismo. Besé su cuello y vi, en mi viaje al sur que, su cabello estaba desordenado, que sus ojos se veían cansados pero no rendidos, me sonrió al mismo tiempo en que guiñó su ojo izquierdo, jugó con mis piernas mientras humedecí su pecho con mis besos, toqué su abdomen y subí mis manos por sus senos, su cuerpo se estremeció, sus suspiros se profundizaron envolviendo mis sentidos de excitación.

-¿puedo hacer lo que yo quiera? – pregunté con una sonrisa a medias, con mi corazón acelerado, y con miedo a una respuesta

-Dijiste que me harías el amor…

Así que, bajé un poco más y sentí el tacto de su piel, sus pezones me dieron la primera muestra de que estaba sintiendo finamente lo que estaba haciendo, suavemente,  retiré el pantie que tenía puesto, igual que el color de su sujetador, abrió sus piernas para facilitarme las cosas, y la tuve finalmente totalmente desnuda para mi.  Me tiró hacia a ella, en el momento en que me enfoqué en verla – te gusta? – preguntó maliciosa

No le respondí, esa pregunta era solo para subir su ego o algo así por que era lógico que sí, que más que gustarme, me pareciera hermosa. Entrelacé mis piernas con ella y obtuve un gemido que quisiera repetir a cada segundo, bajé mi jean, y a diferencia de ella no tenía, debajo de mi blusa, nada que me cubriera, toqué sus piernas, y pude captar su humedad, pues el choque con mi vientre me estaba haciendo deslizar con facilidad. Besé sus labios de nuevo, le entregué un beso apasionadamente tierno,  no había necesidad de Actuar con brusquedad sólo por que era cuestión de sexo, a lo mejor, si no hubiera sido ella sino otra, seguramente así hubiera pasado. Regresé a sus senos, mojé su pezón derecho con mi saliva mientras seguía en mi tarea de acariciar sus piernas, por convicción, el movimiento mutuo surgió, su cuerpo estaba tensándome más de lo debido y cada segundo perdí más fuerza, eso no era posible, por que, se suponía que yo manejaría la situación y no al contrario, aunque me encantaría que fuera así, pero no en las circunstancias en las que estaba. Seguía mojándome, esa sonrisa picara apareció de nuevo entre sus labios, abrió sus piernas para darme más acceso a ella, entonces fue en ese momento dónde sentí su sexo en contacto directo conmigo, suspiré fuertemente y cerré mis ojos para tomar fuerzas y separarme, pero era casi imposible alejarme de esa sensación – Sigue… - Pidió, refiriéndose a que me moviera más rápido, me acercó a sus labios y los rosé con lentitud, la miré y tenía sus ojos cerrados, en esta ocasión fue ella quien me entregó un beso dulce, rico, sutil…

-Que esta noche durara para siempre – dije pasito – sería un sueño

-Hagámoslo realidad

Y me separé por fin, abrió sus ojitos, y me pidió una explicación con su mirada, sólo pude sonreírle, sonreírle y acariciarla, metí mi mano por su vientre e inundé mis dedos con su lubricación, entre abrió sus labios para gemir sutilmente, besé sus senos de nuevo y bajé a su abdomen, jugué con mi lengua entre su ombligo, la obligué a moverse involuntariamente, me acomodé con sus piernas a los costados de mis hombros, y besé sus muslos delicadamente. No dijo nada más, tomó la almohada y agarró el tendido que estaba a su lado apretándolo con fuerza, subí un poco más y llegué a su vientre. Di besos cortos, y luego me adentré un poco más dónde sentí sus paredes vaginales estar a punto de explotar.

Gimió de nuevo, estimulé su sexo con mi lengua y me adentré hasta dónde me lo podía permitir, estaba demasiado húmeda, lo suficiente para suponer que no iba a aguantar mucho en esa situación, besé su clítoris y lo succioné, sus piernas se tensaron, su abdomen quedó templado, su respiración era totalmente arrítmica y sus labios hablaban otro lenguaje que solo conocen los amantes, abrí sus labios, y lamí, no era necesario decir que más que nada, ella era perfecta. Metí y saqué mi lengua hasta que después de unos minutos, me avisó con su voz entre cortada y necesitada que iba a explotar,  fue maravilloso verla estallar a causa mía, fue indescriptible hacerla mía. Quizás, así mañana ella no se acordara, yo no lo iba a olvidar.

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Me perdí en la noción del tiempo, el momento, tanto que pensé que lo vivido había sido producto de la botella de whisky, whisky y tequila.

Entonces llegué a la realidad sintiendo el agua del baño correr, me desperté totalmente y aprecié lo único que necesitaba ver y que recordaba perfectamente, sus tacones.

Caminé por todo el living y llegué a la sala, entonces entendí por que tenía ese sabor a tequila, yo había sacado el whisky, pero había un pequeño envase cubierto por un material como de aluminio que evaporaba tequila. Me pregunté por que ella había mezclado esos dos licores, además, porqué traía licor, supuse entonces, siendo razonable, que, si tanto le disgustaba lo que comenzaba hacer, entonces no había mejor ayuda que el licor para alejarse de la situación real y no sentirla tan desagradable.

Busqué algo para preparar, debía suponer también, que ya era hora de irse y que quedaban solo unos minutos para tenerla en mi casa. Escuché la puerta del baño de la habitación abrirse y cerrarse, sonreí, todo había sido perfecto. No había tenido mi primera vez por que definitivamente ella nunca lo iba a recordar, y quizás, yo tampoco con tanto licor de por medio.

Para cocinar algo me iba a tardar siglos enteros, pues el dolor en mi cabeza me iba a dificultar todo y me obligaría hacer cosas estúpidas.

Me di la vuelta para regresar de nuevo al cuarto – Buenos días – Expresé, mirándola

-Buenos días – respondió sonriendo – te sentís mal?

-¿se me nota?

-Pues – encogió sus hombros – tenes una cara terrible

-Gracias – le dije sarcástica – casi no acostumbro a beber

-Si… - buscó sus zapatos – Se nota

Se los pasé, y  me di cuenta que estaba huyendo a mi mirada, que más se suponía que debía decir en ese momento – tienes que irte ya? – Asintió con su cabeza – ¿puedo preguntar algo?

-si, dime.

-por qué tomaste tequila también? – alzó su ceja derecha

-Soy como la mayoría de personas que cuando está tomando, quiere seguir, y el whisky se terminó

-Oh – vacilé  -¿te esperas a que pida algo para desayunar?

-¿bromeas?

-¿por?

-Nada te falta en la nevera

Reí – también esculcaste mi nevera

-Tenía hambre, cogí un postre que había – dijo con naturalidad – espero no te molestes

-Está todo bien

-Ok – se levantó, y buscó un espejo, soltó su cabello del moño que lo tenía aprisionado para no mojárselo mientras se duchaba – es hora de irme – finalizó, sin rastros de la mujer que había tenido hace pocas horas en mi cama

-Bien – dije a medias, pensando en que actué bien en no permitirle tocarme, pues no habría resistido que hoy me tratara tan fríamente

Caminó despacio, salió de la habitación y yo caminé detrás de ella – Gracias –

-¿Qué me agradeces?

-piensa que hiciste para agradecerte – respondió, buscando su bolso, y de inmediato su celular comenzó a sonar, la idea de pensar en que era otra persona… me volvía loca. Suspiró hondamente y alzó su mirada – ha sido un placer Martina

-Lo mismo digo Lola

-una última pregunta

-¿Si?

-Por que no permitiste que te tocara…

-Se suponía que era mi primera vez y estabas borracha – sonrió irónicamente

-Si… Claro.

-Es de verdad

-Claro que no, tu sabias que hacer – se perdió en sus pensamientos – demasiado, todo lo sabías – y recordé el simultaneo orgasmo que tuvo después de besarla, sabía que se refería  a eso

-El que le haga el amor a alguien, no quiere decir que me lo hagan a mi

-¿De que hablas?

-Yo me entiendo – finalicé el tema

Me acerqué, por que no quería que se fuera de esa manera tan indiferente conmigo, quizás ni la volvería a ver otra vez – ha sido perfecto para mi – susurré en su oído mientras la abrasé con fuerza – Gracias por tu compañía

Se distanció lo suficiente para que mis ojos y los suyos pudieran mirarse perfectamente – en serio quieres irte? – me atreví a preguntar y al mirarla supe la respuesta, la besé suavemente y suavemente y cortamente por que se alejó de inmediato

-No hay que involucrar sentimientos – dijo, dándome en el blanco – y si me quedo, eso pasará – enredó sus manos alrededor de mi cuello y me dio un beso en la frente – no lo olvidaré Martina, tu si fuiste mi primera vez

Sentí como se me apretó algo adentro, sólo por que sabía que al cruzar la puerta, lo de ayer, solo había sido una experiencia, de nuevo sonó su celular, miró la pantalla y colgó otra vez – Adiós  - dijo, como despedida y se dio la vuelta, yo tan solo pude quedarme ahí, mirando su cuerpo alejarse, perdiendo lo que nunca tuve, dejando ir lo que nunca se quedó, pero si sentía, que algo importante se me iba.

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no había a dónde ir, todo se me había agotado, ninguna palabra salía para decir, ninguna letra para escribir, ella se había llevado todo, se llevó tanto, tanto de mí, que hasta mi inspiración se había marchado con ella”

-¡Uff! – Vaciló Homero, con una sonrisa – te cogió tan bien, acaso?

Le tiré mi almohada y se echó a reír mientras lo leía de nuevo – no te dijo nada más?

-Nada – respondí –

-se tomó personal lo que le dijiste, no?

-¿a que te refieres?

-a eso del amor, de lo que hablas… mira que tienes un gran poder en las palabras, te acostaste con ella y no te valió nada

-deja de decir tonterías – pensé un momento – no entiendo porqué no se llevó la plata, no, cuando me dijo que lo necesitaba…

-Vuelve a llamar, no? – alzó su ceja

-ya pensé en eso, pero, demostraría…

-Muchísimo el hambre – contestó burlándose de mi  -¿y si llamo yo?

Pensé en su idea, sería verla de nuevo, sería… -No…

-¿por qué no?

-Por que no, yo puedo buscar por medio de su amiga su dirección, le llevaré la plata o se la mandaré y está todo bien así

-Si, si, claro – dijo sarcástico – no sé como haces para aguantarte a ti y aguantar a otra mujer

-de que hablas?

-de que ni yo te aguanto a ti – me miró burlón – no sé como se hará para que sean dos iguales

-¿vas a llamar a su amiga?

-Si… mejor la busco, la busco y no sé, le pido un lugar dónde encontrarla

-si ella no se llevó la plata, no es por que se le halla olvidado

-Obvio que si

-No, Tina, vos sabes que ellas trabajan o-b-v-i-a-m-e-n-t-e por la plata, y no va a venir y trabajar para dártelo de gratis, eso fue que… no le pareció a lo mejor –encogió sus hombros, con un gesto inseguro – cobrarte, por que, no fue del todo sexo que digamos, ¿no?

-deja de ilusionarme, tonto – me levanté a abrir la puerta por que tocaban – y si así fuera, yo sé que eso no volverá a pasar – abrí, y entonces vi Angie y a Carmen cogidas de brazo.

-¿Qué no volverá a pasar? – me preguntó, mi reciente ex novia, en saludo, se acercó, inclinándose para darme un beso que iba dirigido a mis labios pero se ubicaron en mi mejilla al voltear mi rostro

-Mi amor – dijo, Homero, que en realidad no se llamaba homero sino Guillermo, Pero esa gran obsesión con la cerveza le había traído ese pequeño sobre nombre, Saludó a Carmen de abrazo y extendió su mano para saludar a Angie – Como estás? –

-No tan bien como tú – Respondió Angie – podemos pasar?

-Si, entren. – dije, haciéndole señas a mi amigo para que no dijera nada más, pues si no se las hacia, su imprudencia lo diría todo.

Su mirada intentó intimidarme,– vine a ver como estabas… - susurró, para que las otras dos personas que nos acompañaban, no escucharan

-Estoy bien – le respondí sinceramente – y tu?

-Extrañándote – Me dijo inocente – podemos hablar en tu cuarto?

Me tomó de la mano, y alzó su rostro, si había algo que me gustaba de ella, es que manejaba seguridad en sí misma y eso le daba para manejar la situación a su antojo, me gustaba, pero ya no era su novia, y todo había cambiado.

– Templada mi amor – comentó Homero, refiriéndose a lo que acaba de pasar con Angie, Quien le dio una mirada casi fulminante. Nunca se llevaron bien, no por que, Angie le gustaba estar todo el tiempo conmigo, y Homero, es mi mejor amigo, el único… así que mi tiempo en ocasiones, no era suficiente para compartirlo con ambos.

-Debe estar Feliz – susurró ofuscada – ya no se va a salir de acá

No dije nada más, como siempre, los dos se tiraban comentarios hirientes que yo solo ignoraba por que nunca estuve de un lado mas que el otro – no importa – continuó – a lo que vine es a decirte que no quiero estar así – me miró, esperando una respuesta – no me siento yo ¿sabes? – se levantó de la cama y miró la habitación – deseo estar contigo, Tina – me abrasó por detrás y susurró a mi oído – a mi no me interesa nada más que estar contigo – me giró para mirarla de frente – me dijiste que yo tenía que pensar las cosas, que me definiera, y bien – miró hacia abajo y luego me miró a mi – aquí estoy, y eres tu lo que yo quiero. – miré sus ojos, y noté la diferencia, por qué a Lola si podía leerle su mirada, como podía saber lo que sentía o imaginar lo que pensaba… y porque con Angie no – no vas a hablar? – no me dejó decir nada, o quizás tomé demasiado tiempo para pensar que decir – si querías darme una lección, me la diste amor – rosó su frente con la mía – pero ya no más noches sin ti y días que no te escuche por favor – dejó aguar sus ojos y si con Lola podía saber la verdad en sus ojos, Angie sonaba conmovedora con sus palabras – yo no te hago falta? – respiró sobre mi cuello y logró, como siempre lo hacía, erizar mi cuerpo – no me necesitas? – Besó mi hombro y subió lentamente hacia mis labios – di algo, por favor…

-no tengo palabras – respondí, diciendo la verdad – si se trata de ser sinceros, te extraño también pero me siento tranquila, Angie…

-¿Cómo tranquila?

-a ti no te sirvo si no tengo para comprarte tus cosas

Bajó su rostro – no te sirvo si un sábado en la noche no quiero salir y prefiero quedarme acá – su mirada de concentró en algo al fondo – no te sirvo si te llevo a un lugar más modesto que a los que acostumbramos a ir

-estos días sin ti, me sirvieron Tina – caminó dos pasos hacia adelante – y, vos sos mas importante para mi que cualquier otra cosa… - se quedó en silencio, me giré a mirarla y vi un arete en sus manos – esto no es tuyo – claro que no era mío, su mirada acusadora me alarmó, Lola había dejado eso

– Si… si es mío – mentí – me lo dio Homero

– y dónde está la pareja?

-La pareja la perdí, ahora estaba organizando la ropa y dejé caer la otra – yo sé que no me creyó, ni yo podía creerlo, mentir nunca fue lo mío, y posiblemente no lo iba a ser

-¿Quién estuvo acá, Mica? – se acercó, con un tono más oscuro en su rostro

-Nadie, ya no comiences – me di la vuelta huyendo

-Homero te las dio… - concluyó, sentándose en mis piernas – solo estoy yo, no? – se aseguró, dándome un beso apasionado, un beso con su lengua enredada en mis labios, un beso definido como brusco pero deseado, nos separamos y ver sus labios húmedos me ponía casi en el mismo estado a mi – hagamos el amor – propuso sin tapujos, directamente, y en susurro – hazme el amor a mi – especifico – y déjame tocarte por fin –

-Espera… Angie… - la detuve – no hemos arreglado nada, para – la alejé – detente por favor

-Está bien, dame solo la oportunidad, solo déjame demostrarte las cosas y vemos ¿si?

-no tengo respuesta…

-no sé por qué estás tan difícil, si te digo la verdad, pensé que tu estaría igual a mi

-a mi también me ha dolido – “a mi manera, pensé” –pero… dejemos que las cosas fluyan

No se como lo hice, pero me levanté, con dificultad, por que Angie me gustaba, y pese a eso, había compartido con ella los últimos once meses. –Vamos a ir a la fiesta de la chiqui – se refirió a su mejor amiga – es mañana

-puedo…

-si – respondió de prisa – Homero puede ir  - suspiró y de verdad intentó comportarse a la altura de la situación  – ya te dejo tranquila – se levantó, y no pude besarla, pero si le di un abrazo – te amo, Martina – me miró a los ojos

Salió de la casa junto con su amiga Carmen que era casi igual de amiga de homero que yo, aunque yo era más, o eso esperaba. No sé, haberla visto a Lola de nuevo, había generado en mi demasiados cambios, demasiados vacios, me sentía triste, triste por que su compañía me había llenado y eso había pasado casi tres días y seguía de la misma manera. Ese día, Homero me acompañó casi hasta la madrugada, él tenía algo que, nunca se quedaba a dormir, así fueran las cinco de la mañana, a esa hora se iba, salió de la mía cerca a la una, se fue en taxi por que habíamos tomado varias cervezas y yo le escondí las llaves de su carro, el viejo Chevrolet que fue de su abuelo, y luego de su papá y luego de él. Podía prometer muchas cosas, intentar pensar otras y decir otras más, pero me sentía de la misma manera, era una sensación estresante, solo quería hablarle, por un momento pequeño pero verla, verla de nuevo y creerme que había estado a su lado y también había tocado su cuerpo, generalmente estaría tranquila con cualquiera otra persona pero a ella, la extrañaba, más que extrañarla era pensar en su trabajo, era pensar en lo que me dijo, era recordar su ofuscación y ese enojo contra el mundo por llegar a venderse para costear su vida y la de su familia, era esa necesidad de querer ayudarla, de intentar mejorar su vida.

  • *

Esperé casi hasta las tres de la tarde, a que Tatiana, la maravillosa amiga que le habló de ese trabajo a Lola, saliera de la universidad. A ella la conocí por medio de mi compañero del periódico, ella estaba saliendo con él y luego la relación quedó en pasado cuando él se dio cuenta que ella había sido prepago, ella me buscó, para intentar acercarse a él y explicarle de que eso había sido antes, de ahí en adelante, nos conocimos mejor y aunque no somos amigas, si me parece una persona agradable.

La sorpresa me la llevo yo, al darme cuenta que no tenía que hablar con ella para saber de Lola por que ahí estaba, caminando con un libro en sus manos, unos lentes de descanso que sólo aumentaban su interés natural, con unas zapatillas de diseñador de color café, un pantalón ajustado y una camisa con un diseño poco común, que resaltaba el inicio de su escote, y se podía observar un aparente busto hermoso. Yo sonreí, más por nerviosismo que por otra cosa, estaba acompañada de tres personas más, todas hablaban de algo en común y ella sólo caminaba leyendo su libro. Yo, en cambio, no podía cansarme de mirarla, pensé en lo relativo que puede ser el amor, si no hubiera estado con ella, seguiría pensando en Angie, y de repente, es como si Lola hubiera ocupado su lugar sin proponérselo y en un tiempo de talla mundial.

Tatiana, estaba cogida de mano con un joven de no más de veintiséis años, aparentemente con plata, eso me lo dijo su reloj que resplandecía más que el mismo sol y su camioneta blanca, se despidieron de Lola y del otro muchacho que se quedó a su lado, yo estaba en el carro de Homero, reí, solo por que qué podía ofrecerle a una mujer  que estaba acostumbrada a lo mejor, era como tener a una versión de Angie multiplicada por tres. Irme sería un acto cobarde, y me martirizaría personalmente por no hablarle, y quedarme sería ser masoquista por resultar siendo, hablando en términos fatalistas, la más de malas por ser, en el caso extremo, que ese muchacho fuera su novio.

Quizás no estaba tan alejada, ella se despidió de él, pero el la detuvo para abrazarla y hablarle cerca, Lola sólo sonreía coqueta y lo distanciaba disimuladamente, después de cinco minutos casi, se quedó en la parada del bus, robándose la atención de cualquiera que pasara por ahí y Sus ojos la encontraran.

Caminé, pensando que decirle, para no sonar desesperada, para que no se asustara, un bus se acercaba y si no lo hacía ya, la oportunidad se me iba a ir – Lola – dije, y se volteó de inmediato, cerró su libro y se quitó sus lentes

-Martina – dijo asombrada, sin sonreír, solo sorprendida – vos que haces acá?

-vine a buscarte – ella miró a su alrededor –

-¿Qué quieres? – parecía nerviosa, descontrolada

-Hablar con vos

-no puedo – extendió su mano a un bus fantasma, pues el que se acercaba ya había pasado – Mierda…

-yo vine en el carro de amigo, te puedo llevar si queres

-para que carajos volviste – preguntó, sin preguntar tal vez, mas bien reclamándome – si quieres otra cita o algo… hazlo como la primera vez

-no quiero citas – seguí parada ahí, aguantándome de nuevo su desprecio, pero eso me gustaba por que así la iba a sacar más rápido de mis pensamientos – no te llevaste la plata

-No me digas – dijo, dándome su espalda – viniste a traerla – bromeó irónicamente

-Precisamente – y se giró para mirarme, me vio con mi mano y el dinero entre ella

-Vete

-no lo necesitas?

Sus ojos se aguaron – deja de insultarme

-¿Por qué te tomas tan malo todo lo que hago? – Le grité – Solo vine a entregártelo por que ese fue el trato ¿no? Para eso fuiste a mi casa

-Si, pero no tuvimos sexo ¡!! – una señora alcanzó a escuchar, solo por que ella también alzó su voz

-déjame llevarte a la casa –

No me dijo que sí, pero supe interpretar sus acciones, caminé y vi de reojo como me siguió despacio, le abrí la puerta del acompañante al llegar y se sentó en silencio – hacia dónde?

-sigue derecho, y en la glorieta volteas a la izquierda y me dejas en la esquina – lo grabé en mi mente por que sabía que no lo iba a repetir, aceleré el carro y anduve despacio para que el tiempo no se me escapara

-¿Cómo te fue?

-Bien

-¿puedo saber que estudias?

-termino mi carrera de comunicación social

-ahm – vacilé – y tu abuela ¿Cómo sigue?

-¿Qué quieres?

-de que hablas?

-Dime que quieres – repitió – pretendes llegar y hacer como si fueras mi amiga y me conocieras de siempre

Suspiré, como lograba desequilibrarme de rápido – sólo vine a entregarte eso, pensé que se te había quedado, el otro día saliste rápido

No dijo nada más – no voy a recibirlo

-no lo necesitas?

Me miró, -no es obvio?

-no lo sé – encogí mis hombros – si los necesitaras me los recibirías

-no los voy a recibir

-que puto orgullo – dije, groseramente, exasperada – a que mierda te lleva eso?

Aceleré, solo para que ella no le diera por bajarse, ya casi llegaba y solo había empeorado las cosas – sea como sea, entonces perdón por buscarte

No quiso decirme nada, entré por una calle silenciosa, un vigilante llevaba a un perro negro y grande de la correa, y una ambulancia estaba al finalizar la calle, no sentí, ni siquiera pude darme cuenta en el momento, de como se bajó a prisa, tirando su libro en la calle y corriendo, una camilla estaba subiendo a una señora mayor al carro, Lola se abrazó con otra señora, que me imaginé que era su mamá, mas mayor pero con muchas particularidades similares en el rostro. Cogí su libro y caminé, algo dentro me decía que me devolviera, entonces su mamá me miró extrañada por ver como me acercaba, la ambulancia no permitió que ninguna se entrara en el carro, cerraron las puertas y arrancó.

Carraspeé mi garganta para que me viera, y con sus ojos aguados y tristes me miró – se te cayó esto – dije – buenas tardes señora – no recibí palabras de respuesta por que la señora no podía hablar, pero si me sonrió

-coge el taxi mientras saco mi bolso – Expresó su mamá entrando

-que le ha pasado?- me referí a su abuela

-últimamente le pasa eso, se ahoga y se le va la respiración – dijo, con un nudo en su garganta, me abrasó con fuerza y le di un beso en su cabello queriendo ser Dios para cambiar la situación y evitar su tristeza

-si quieres las puedo llevar

Asintió sin decir que sí con sus labios pero sí con su cabeza, me sorprendió que no se sentara con su mamá atrás sino que se hizo a mi lado. Las dos estaban llorando, no a gritos ni con drama, pero sí, las lágrimas bajaban apresuradas por sus mejillas.

El camino al hospital se resumió en veinte minutos de tensión. Su mamá Se bajó y corrió hacia adentro y Lola se apoyó en el asiento y respiró hondamente – tengo miedo – susurró, con su voz quebrantada y aferrándose a su mismo cuerpo para darse calor, no sé como lo hice, no sé ni siquiera por qué lo hice, Solo encontré en un beso, la respuesta a sus miedos. Abrí mis ojos y vi los suyos cerrados, quise decirle algo, esa palabra que se decían todos los enamorados, por que creí sentirlo, pero ni yo misma me lo creía, así que solo me alejé esperando un insulto o incluso una cachetada.

–Lo siento Lola, no sé por que lo hice – dije apenada, pero prefería mil veces recibir esos comentarios hirientes, y groseros pero no un silencio que no supe interpretar, no me miró más, sólo se bajó del carro y cerró la puerta para alejarse sin decir ninguna palabra.