Amante de mi padre (Parte 3)

Ese fin de semana, al igual que todos los anteriores, almorzamos en casa de los padres de mi esposo, por supuesto que venían los míos también, reunión rutinaria que me tenía algo saturada.

Amante de mi padre (Parte 3)

Agradezco a todos mis lectores, por sus saludos y comentarios por mis relatos.

Ese fin de semana, al igual que todos los anteriores, almorzamos en casa de los padres de mi esposo, por supuesto que venían los míos también,  reunión rutinaria que me tenía algo saturada.

Gracias al Polirubro, que tenía mi padre, donde él lo atendía por la mañana y mi madre por la tarde, daba la posibilidad de venirme a visitar después de las 2 pm, que siempre lo esperaba muy gustosa, así que el lunes estaba presente en mi casa, pero como algo poco habitual después de casada, esta vez me propuso salir a pasear, algo que me entusiasmo, me arreglé, así que salimos los tres, a disfrutar de ese hermoso día.

Fuimos hasta el shopping del centro, merendamos, papi compro unas cositas para la beba, y paseábamos del brazo, sintiéndome como su novia, o su mujer, no sé, pero estaba más que contenta con esa salida.

Regresamos a casa, cerca de las 6:30 pm, aproveché para amamantar a la beba, mientras mi padre observaba, apenas finalicé, me dio un beso, y se fue, media hora después  llegaría mi esposo para cenar.

Al día siguiente a la hora habitual llegó papi, me había preparado antes, pintándome y poniéndome un vestido nuevo, era como si estaba recibiendo a mi novio. Había ya alimentado a mi beba, traté de estar con tiempo libre para disfrutar a mi padre, pero las cosas no se desarrollaron de acuerdo a mi previsión, pero de cualquier manera lo pasamos bien.

Pero por desgracia, o por suerte, no podía controlar a mis tetas, las que no tardaron en comenzar a fluir mi apetitosa leche, mi padre me sonrió al ver la aureola que se estaba formando.

“No puedo ponerme nada nuevo, que no tardo en mancharlo, tengo que     andar sin nada, mierda!!!!!” mi enfado me llevó gritar, algo que me salió de adentro. Mientras que mi padre con una sonrisa, golpea sobre su pierna, como ofreciéndome sentarme sobre sus rodillas.

Como una niña a punto de llorar, caminé hacia él, para hacerlo, rodeando con mis brazos, apoyando mi rostro contra el suyo, permaneciendo un buen rato en esa posición, disfrutando de su cálido contacto.

El mantenía su mano en mi rodilla, sin dejar de acariciarla, en donde mi ansia, comenzaba a alterarme, separé, mis extremidades acurrucándome más sobre el cuerpo de mi padre, comenzando a crearse ese clima de arrebatamiento hormonal.

A pesar de la contención de mi padre, era casi imposible, detener ese deseo de acariciar mis piernas, a pesar de ser su hija, y habiéndolo experimentado en otras oportunidades. Así que sentí su mano recorrer mi entrepierna, expectante de que llegase hasta lo más  recóndito de mi acuosa privacidad. Sus dedos rosaban mi sexo, una y otra vez, hasta que comenzó a introducirlos a través de mi braga, percibiendo su índice  friccionar los bordes de mis regordetes labios vaginales,  hasta comenzar a introducirlos en mi hendidura.

Percibiendo como iba retirando mis bragas, a la vez que elevaba mi vestido, eso me alteraba de una manera alocada, agitándose mi respiración en espera de más cosas, que no tardaban en efectuarse, al ir elevando mi vestido, para ir acariciando mi abdomen, llegando hasta mis bañados pechos.

Sin ayudarlo demasiado, dejé que me sacase el vestido, hasta que mis tetas fueron despojados de mi corpiño manchado, continuando mis pezones, supurar el liquido blanco, corriendo a través de mi cuerpo.

Su boca se apodero de ellas, succionadoras de una manera frenética, sintiendo como mi leche era extraída, cuando sus dedos se introducían en mi vagina, haciendo vibrar mi cuerpo, ante esa doble incitación.

Cuando los sollozos de mi beba,  llegaron a nuestros oídos, que a pesar de eso, continuamos con nuestro juego amoroso, esperando que se calmase, pero nada de eso sucedió, así que tuvimos que postergar nuestro loco arrebato.

Me levante algo molesta yendo hasta el dormitorio a alzarla, me senté en el borde de la cama, que apenas la apoyé en mi pecho, comenzó a chupar de mi teta, al rato se acerco mi padre, acaricio mi cabeza y la de su nieta. Se sentó a mi lado, acariciando mi pierna, su leve contacto no dejaba de sublevar a mis hormonas, le encantaba verme desnuda amamantar a su nieta, esa mezcla de amor, sensualidad y hasta morbo.

Apenas eructó, la cambie para volver a acostarla, para acercarme a mi padre, que permanecía sentado en la cama, me paré a su lado, rodeándome con sus brazos, sentía como su amor y su calor, me eran manifestados. Mientras su mano iba percibiendo mi piel, fui retomando mi alteración, disfrutando de esas cálidas caricias, hasta que me acosté en la cama para continuar gozando.

Ya totalmente relajada con mis piernas abiertas,  le ofrecía mi sexo, donde su hábiles dedos comenzaron a reanudar ese toqueteo alterador, besando mis tetas succionando mis enardecidos pezones, para desplazar esos besos por mi abdomen, hasta llegar a mi vulva sedienta de esa ágil y inquisidora lengua.

Me enloquecía su instigación, gimiendo levemente, mientras iba avivando mi clítoris, cuando su boca devorada mi aguado sexo, en donde me arqueaba de una manera esquizofrénica, hasta que su dedo comenzó a rozar mi ano, eso abrió mas mis expectativas.

Se detuvo un momento mientras se quitaba su ropa, para proseguir acosando sexualmente a su extasiada hija, mi padre elevaba mi estado de exaltación de una manera subliminal, cuando su índice continuaba hurgando mi pequeño orificio, hasta que comenzó a introducirlo levemente, sin que su lengua dejase de lamer mi clítoris.

Percibiendo esa penetración, que iba rozando las paredes de mi recto, entrando y saliendo hasta ponerme en un estado de total enajenación, en el momento que separa más mis piernas para introducirme su erecto miembro.

Apreciando como se iba adueñando de mi útero, gimiendo por la emoción, de algo tan anhelado, así con leves y posteriormente fuertes empellones, era introducido en toda su dimensión, haciendo gemir a su propia hija, de una manera enardecida.

Mis gemidos se fueron incrementando a medida que mi padre me estaba “ cogiendo” de una forma increíble, nunca había tenido la suerte de sentir, algo así, mientras sus empellones eran cada vez más violentos, abrazándolo con piernas y brazos, fundiéndonos en un solo ser, en una comunión no solo de cuerpos sino de almas.

Mis convulsiones aumentaron al sentir como su esperma regaba el interior de mi castigada vulva, para abrazarlo fuertemente, gimiendo y llorando de alegría por ese sexo incestuoso.

Nuestros desnudos cuerpos quedaron tendidos sobre mi cama matrimonial, mientras posiblemente pensábamos en nuestra transgresión, cuando mi padre toma mi mano y giro, montándome sobre su cuerpo, transmitiéndonos mutuamente nuestro calor.

Creo que fue un momento de transición, nos sentíamos algo  avergonzados por lo que habíamos realizado, pero no arrepentidos, mi padre me abrazo, y me beso, aparentaba estar como emocionado por ese encuentro prohibido.

A partir de ese día, nuestro encuentros se fueron intensificando, a veces lo esperaba desnuda en la cama, o teníamos relaciones en la ducha, donde me recostaba sobre una de las paredes del recinto para penetrarme, también lo practicábamos, en la mesa de la cocina, y así íbamos experimentando en cada lugar, ese encuentro prohibido.

A veces después de tener sexo, charlábamos bastante, contándonos en parte que sucedía con nuestras parejas (mi madre y mi esposo), donde le comenté que me pasaba con mi marido y el con mi madre, alegrándome al comentarme, que jamás había tenido un sexo tan apasionado,  y que le encantaba que le hiciese sexo oral, que no solo le transmitía excitación, sino que había cierto amor al practicárselo.

Si bien debo admitir, que estábamos haciendo algo, no visto bien por la sociedad, la calidez de mi padre, me subordinaba, para entregarme integra a su deseo, que trataba a veces de contenerlo, hasta que con el transcurso de los días, fue descargando  su ímpetu en mi.

El día del padre me sucedió algo extraño, nos habíamos reunidos todos, mi esposo sus padres, y su hermana, en casa de los míos. Cuando después de la entrega de los regalos, mi madre beso a mi padre en la boca, que casi nunca lo hace, pero lo extraño que pese a tener el conocimiento de que son mis Padres, de que son esposo, de que son pareja, sé muy bien que ese sentimiento podría ser por el apegó reciente que tenemos, se podría interpretar como celos, pero no fue eso, fue algo más extraño, algo como si dentro de mi sé quemara, a lo cual no me causó molestia, aunque mi padre vio mi expresión, acercandose para decirme

“Estás bien”

“Si, si gracias” Respondí.

Días después vino a casa como habitualmente lo hacia,  habíamos tenido un rico sexo, bastante temprano, remoloneando en la cama, con leve besos, y tiernas caricias, me puse boca abajo, mientras mi padre acariciaba mi espalda y mis glúteos, apretujándolos y jugando con mi ano. No sé que tenia, pero rápidamente mis hormonas se alborotaban, así que me relaje abriendo bien mis piernas dejando que me llevase a un estado de embeleso.

“Me encanta tu culo, hija” me comenta.

“Gracias, papi”

Le respondo, mientras continúa recorriendo mis posaderas, hasta volver a separarlas retomando mi cavidad. Hasta que me coloca una almohada entre mi vientre, elevando mi trasero, reiterando su fricción anal, que por supuesto mi estimulación ya estaba bastante alta.

Pero el punto fustigador, fue cuando relamió mi esfínter,  fue como un golpe eléctrico, comenzando a gemir, levantándolo más, para apreciar ese contacto tan estimulante.

Cuando me dice:

“Te gustaría que…… “

Sin dejarlo termina la frase, le contesto:

“Haz lo que desees, papi, soy tu puta” Le dije, sin entender como me pude expresar de esa manera, pero era lo que sentía. Cuando percibí a su miembro recorría la raya de mi culo, deteniéndose en mi íntimo orificio, acelerando el ritmo de mi corazón, mientras sus manos acariciaban mi espalda, como preparándome para algo más. Al sentir su glande buscar mi ano, percibiendo ese trozo de carne, comencé a gemir, mientras trataba de elevar mi trasero.

A pesar que varias veces negué a mi esposo hacerlo, por temor, aceptaba ser poseída analmente por mi padre.

Su penetración fue bastante inmediata, con la que no pude contener un grito de dolor, un nuevo empujón  hizo que su aparato quedase depositado totalmente. Manteniéndolo sin moverse, solo acariciando mi espalda, dándome la sensación de dominio, a la que sumisamente me iba entregando, alegrándome mucho al compartir esa unión carnal, con mi amado padre.

Sus embistes comenzaron a violentarse, pegándome de vez en cuando una fuerte palmada en mis glúteos. Las paredes de mi entraña soportaban esa vehemente penetración, manteniéndome en un estado de total enajenación. Comencé a clamar más fuerte y continuadamente, aumentando la tenacidad de sus arremetimientos, posiblemente por mis exclamaciones, a la vez que por vez primera me sentía como liberada, por lo que no me contuve en absoluto entregándome a ese frenesí imposible de frenarlo.

En el momento de esa desenfrenada copulación anal, donde mi alteración estaba fuera de control creo que si llegaba mi esposo o mi madre, no me importaba, hasta pasó por mi mente produciéndome un leve estremecimiento. Mientras su verga entraba y salía de manera desmedida de  mi conducto, friccionando las paredes de mi membrana rectal, aumentando mis gemidos de placer, sin comprender como podría entregarme de esa manera.

Mis tetas empezaron a emanar leche, producto de esa enervante y violenta penetración, mientras mi ano era violentado, eso me ponía en un estado de total excitación. Durante varios minutos mi culo era avasallado si piedad sin periodos de sosiego, cada embestida mandaba mi cabeza hacia atrás mientras mis pechos no dejaban de segregar el líquido blanco. Sentí que me abrazaba, sin dejar de bombearme, cuando capté su esperma regar mi recinto, gemí en ese instante al venirme al unísono de mi padre. Permaneciendo con su verga en mi culo, percibiendo a través de mi membrana las palpitaciones de su aparato, algo que reanudo mi excitación.

Cuando su miembro lo sacó de mi ano, me giré, intentando recuperar energías, nos besamos, cuando vi a su verga aún algo erecta, mi boca se apoderó de ella, degustando ese sabor tan especial entre su esperma y el producto de mi conducto, algo que no dejaba de alterarme, mamándosela con todas mis energías.

Nos encuentros se fueron convirtiendo en algo imprescindible, en donde a veces era totalmente salvaje, para pasar a ser todo lo contrario en otras ocasiones.