Amante de mi padre (Parte 2)

Lo que había provocado con mi padre, me giraba en la cabeza, temía que dejase de quererme, o que pensase que su hija no era lo que creía, no estaba arrepentida, pero no sería la que diese el primer paso, de repetirlo, lo haría sin pensarlo demasiado, no solo era esa atracción sexual sino la manera con que me fue transportándome a un estado de total embelesamiento.

Amante de mi padre (Parte 2)

Lo que había provocado con mi padre, me giraba en la cabeza, temía que dejase de quererme, o que pensase que su hija no era lo que creía, no estaba arrepentida, pero no sería la que diese el primer paso, de repetirlo, lo haría sin pensarlo demasiado, no solo era esa atracción sexual sino la manera con que me fue transportándome a un estado de total embelesamiento.

Pero bueno, lo mantendré en el recuerdo el tiempo dirá en que sucedería en un futuro, a partir de ese día mi padre o venia con mi madre o iba a su casa, parecía querer protegerse de mí, me dolía esa actitud, pero debo reconocer que tenía toda la razón.

Así que me hice la promesa, que no trataría de intentar incitarlo, mostrando mis partes más deseables, así que a partir de ese momento todo sería una relación. padre-hija.

Mis derrames de leche, se fueron repitiendo, hasta sentía que mis tetas parecían hincharse, necesitando cada tanto descargarlas, que no solo me producían un alivio sino también una leve incitación, llegándome a masturbar, a pesar que no era habitué de hacerlo.

La relación con mi esposo era igual, algo mecánico, careciendo de ese juego erótico, que se efectúa antes de la copulación, él aplacaba su necesidad y lo que me sucedía no parecía importarle, pero bueno, era lo que había.

Después de un  tiempo retomó con sus visitas habituales, como si nada habría ocurrido, volviendo a recuperarse esa cálida relación entre ambos, algo que me alegró. Donde nuestras conversaciones retomaron el curso que siempre habías tenido, preguntándome en una oportunidad:

“No te veo bien, hija, te sucede algo?”

“Nada papi, solo algo cansada”

“Creo que no es eso solamente, estas bien con tu esposo?

“Si, si” contesté, tratando de desviar la conversación.

Pero mi  padre, me conoce bien, percibía que mi estado no era solo de cansancio, sino que sucedía algo más, posiblemente en otro momento le contaría la realidad, pero en ese instante,  preferí desviar esa charla.

El lloro de mi beba, hizo cortar nuestro dialogo, así que fui por ella, trayéndola a la cocina, que al verla mi padre se puso muy alegre. Me desabroché la camisa, desplace el sostén y puse a la beba a mamar, que rápidamente comenzó a succionar de mi pezón.

“Parece que tenía hambre”

“Si papi, apenas se despierta, quiere teta”

“Sigues utilizando el extractor?”

“Algo le paso, porque no funciona bien”

“Tráelo que veo que tiene”

“Ok, papi, apenas termine de amantarla, lo voy a buscar”

Termine de darle, y le pasé la beba a mi padre, yendo a traer el extractor, que comenzó a mirarlo, para decirme:

“Tiene falseado el gatillo, creo que no tiene arreglo”

“Que pena, tendré que comprar otro”

Hasta ese momento, la conversación fue digamos algo “inocente”, hasta que mis pensamientos se hicieron algo más morbosos, especulando que mi padre podría ser quien volviese a que la extrajera, pero en ese instante no lo necesitaba. Así que le comenté que había disminuido bastante mi pérdida, que no era tan importante, aunque era todo lo contrario.

Mi padre se fue después de un rato, y me dedique a preparar la cena que en un rato llegaba mi esposo.

Días más tarde, después de almorzar llegó mi padre, hacia un rato le había dado la teta, a la pequeña, que dormía plácidamente, mientras tomábamos un café, nuevamente mi pecho comenzó a evacuar la habitual leche, produciéndole una gran aureola en mí prenda. Y nuevamente mi padre, me dice”:

Tienes manchada la remera, parecería que te volvió esa perdida.”

“Si papi, lo sé”

“Tienes tu extractor?”

“No, está roto, recuerdas?”

“Y no compraste otro? Porque no sé como  harás?

“Trataré de hacerlo manualmente, por?’’

”No, solo preguntaba”

Después de unos minutos, le digo:

“Te incomodaría, reemplazar a mi extractor?

Con cara de sorpresa, y la aparición de un brillo especial en sus ojos, levanto su hombro como diciendo, “puede ser” Entonces de respondo:

“Veo en tu rostro, que parece que tienes ganas de hacerle un gran favor a tu hijita.”

No me cabían dudas, de que quisiese repetir esa experiencia nuevamente, y por mi parte lo deseaba, volver a sentir esa calidez y por otro lado, la excitación en la que me embargara. Así que después de mantenerme expectante unos segundos, ante su respuesta, me dice:

“Si, claro, por qué no? me encantaría hacerlo”

Me senté en una silla, quitándome la camisa y el sostén, quedando mi pecho listo a ser ordeñado, colocándose mi padre tras mío, comenzando con sus grandes manos a apretujar suavemente mis tetas, donde comenzaron a expulsar mis chorritos de  leche.

Mi excitación no tardó en invadir mi cuerpo, la presión de mi padre era cada vez más intensa, comencé a efectuar unos leves gemidos, que parecían incentivarlo, oprimiendo mis tensos pezones.  En un momento de total enajenamiento le digo:

“Quisiese probar el alimento de tu querida nieta, papi?”

Que después de un breve momento para pensarlo, se arrodillo frente a mí, para succionar una de mis tetas, alterando más mis hormonas, al percibir su boca, extrayendo mi cálida y abundante  leche. Sus manos comenzaron a acariciar mi cuerpo, separando mis piernas, para desplazarlas por mi entrepierna, y en ese momento de total lujuria, nos besamos apasionadamente.

Habíamos comenzado a infringir los preceptos, era algo alterador entrar en el campo de lo prohibido, mi cabeza estaba abocada a lo que mi padre me estaba proporcionando. Me quité las sandalias, mientras era levantada mi pollera, lo rodeo con brazos y piernas, a la vez que me alza, conduciéndome hacia la mesa de la cocina, apoyándome en ella, en un acto de total erotismo.

Comencé a desprender su camisa, cuando me recuesta sobre la mesa, quitando mi pollera, para después deslizar mis bragas, ya bastante mojadas, hasta que sus ojos se deleitaban, con el cuerpo de su hija totalmente desnuda.

Elevo mis piernas para besar mi piel, percibiendo su lengua por mi entrepierna en una acalorada demostración de estimulación, hasta que llegó a mi sexo,  incrustando su lengua en mi cavidad vaginal, para provocarme de una manera impetuosa e impulsiva una serie de gemidos incontenibles.

Sentía como succionaba mi clítoris, mientras sus dedos oprimían mis tensos pezones,  que aun evacuaban mi leche materna, era una pasión indescriptible, su acoso no se detenía, disfrutando totalmente de ese acometimiento, prontos a esa incestuosa relación.

Sin poder contenerme, mi cuerpo vibraba ante cada uno de los impulsos que mi padre me proporciona, deseaba ser penetrada, pero no dejaba de generarme, un poderoso sexo oral, que me fue llevando a un clímax, que muy pronto se convirtió en un fuertísimo orgasmo, algo que nunca había experimentado.

Hasta dejarme  extenuada en esa mesa, diría “altar ceremonial” , con mis piernas bien abiertas, sin fuerza para nada, mientras mi padre me acariciaba, satisfecho por su labor, sin dejar de acariciar mi sexo.

Pero a pesar de mi perdidas de energía, me paré, desabrochando su pantalón, que a pesar de su contención, los bajé, junto con su calzoncillo, ofreciéndome un espectáculo sumamente exquisito, al ver su verga bien erecta, humedecido su glande, producto  de esa tensión y estimulación previa.

Pero que hija no haría algo por su padre, así que me arrodille, como venerando ese falo, con que fui germinada, para lamerlo, suavemente disfrutando del contacto de mi lengua con la piel de su órgano.

Las exclamaciones de mi padre, eran más que evidentes, entregándose abiertamente a los amagues de su lengua. Hasta que lo tomé con mi mano, lamiendo su rojo glande, apoyando mis labios en él, haciendo elevar la excitación de mi querido padre.

Era la primera vez que disfrutaba tan ampliamente de un falo tan delicioso, hasta que mi boca se apodero de él, chupándolo con total vehemencia, sintiendo que mi vagina sequia emanando flujo y mis pezones segregaban aun, mi fluido blanco.

Gozaba ampliamente de ese prohibido momento, sacando su miembro de mi boca para lamer sus testículos, me desesperaba su sexo, retornando a chuparlo más impetuosamente, estaba subyugada por ese fragmento de carne. Hasta que lo lleve lo más profundo de mi boca, llegando a rosar mis labios al nacimiento de su falo.

Seguí intensamente entrándolo y sacándolo de mi boca, cuando mi padre trata de detenerme, pronto a eyacular, impidiendo su intervención, continuando con mi tarea con mas ahínco, a la sabiendas de lo que sucedería.

Cuando sentí algo de su esperma, atreviéndome a succionar con mayor ímpetu,  hasta sentir su cálido flujo llenar mi cavidad bucal, sintiendo como se filtraba por las comisuras de mis labios. Apenas se recompuso por las energías prodigadas, me abrazo besándome, diciéndome

“Hija, te amo, nunca he disfrutado una felación de este tipo, y nada menos             que contigo. No sé si está bien o mal lo que hemos hecho, pero realmente     lo he disfrutado totalmente

“Yo también, papi”

No me caben dudas de que mi padre, no quería llegar a penetrarme, o por lo menos no debía de estar preparado para follar con su amada hija, pero fue un paso más ante esta incestuosa relación.

El llanto de mi hija, nos trajo a la realidad, nuevamente volví a darle de mamar a mi chiquita, esta vez no me vestí, me sentía sumamente cómoda, sin ropas, así que dejé que mi padre, disfrutase del espectáculo, viendo a su hija desnuda amamantando a su pequeña nieta.

Noté que se le empañaban sus ojos ante semejante momento, donde cada uno disfrutaba de ese acontecimiento, creo que a pesar de estar con toda mi piel sin cubrir, no había sensualidad en ese momento, sino que el ambiente estaba saturado de un asombroso amor.

Apenas terminé de amantar a mi chiquita, la acosté después de cambiarla, me di cuenta que aun estaba desnuda, mientras realizaba esas cosas, con total naturalidad, mientras que mi padre no dejaba de observarme. Lo miré, e impulsivamente, me fui a su lado, para acurrucarme junto a él, que con total dulzura comenzó a acariciar mi cuerpo, humedeciéndose mi sexo al igual que los extremos de mis tetas, que iban bañando mi cuerpo con mi cálida leche.

Realmente me encantaba esa situación, donde los roles se empezaban a transformar, pero a pesar de esa situación, algo atípica, estaba feliz, hacia mucho que no me sentía de ese modo, extraño, no?

Apenas se retiro mi padre de casa, me fui a bañar, trayendo a mi memoria esa apasionada tarde, en la que su leve contacto, me hacia segregar fluidos por ambas partes. A pesar de haber tenido un par de orgasmos bastante fuertes, desee, esa noche, tener sexo con mi esposo,  que por supuesto pude venirme, pero todo porque imaginaba que era mi padre quien me estaba fornicando.