Amante de mamá (Parte 5 de Adolescente zoo)
Amante de mamá (Parte 5 de Adolescente zoo) La insistencia de mi papá para ir a la casa de la hermana de mi madre, era bastante obstinada, posiblemente para dar un corte en esa relación que se estaba avecinando o que se había avecinado.
Amante de mamá (Parte 5 de Adolescente zoo)
La insistencia de mi papá para ir a la casa de la hermana de mi madre, era bastante obstinada, posiblemente para dar un corte en esa relación que se estaba avecinando o que se había avecinado.
Me agradaba esa idea, recordando la vez anterior, aunque surgieron cosas no previstas, por suerte a la semana siguiente emprendimos el viaje, a visitar a su hermana.
Mi madre, Inés es su nombre, es una linda mujer, tiene 37 ya para los 38, mantiene una atractiva voluptuosidad, todavía se dan vuelta para mirar su culo o decirle cosas, algo que me agrada oír cuando voy con ella.
Pero bueno, llegamos a lo de mi tía, a pasar unos días, por supuesto que muy contentos por nuestra imprevista visita, cenemos esa noche, con una larga charla poniéndonos al día, y cerca de medianoche, nos fuimos a nuestra habitación con una cama matrimonial, donde dormíamos las dos. La idea era quedarnos una semana, pero cierta circunstancia y la insistencia de mi tía, se prolongo algo más esa estadía.
El segundo o tercer día le propuse ir al bosquecito, lugar en que disfrute unos vertiginosos momentos de sexualidad, como mi tía no requería de su auto para ir a trabajar, lo dejó, para que lo utilizáramos.
Nos preparamos para pasar un día de camping, y la llevamos a Lola, mantas comidas, y todo lo necesario, previendo que podría ocurrir, lleve el protector solar, dado que el día estaba bastante caluroso, sutil excusa.
En diez minutos llegamos al lugar, a mi madre le encanto, la tranquilidad, el follaje, ese bosque tan espeso, el arroyo, que conformaban ese bello paraje.
“Podremos sacarnos la ropa, sin problema”
“Si, ma, es muy tranquilo y solitario, jamás paso nadie en las veces que estuve”
A mi madre le encanta practicar el nudismo a lo mismo que a mi padre, que lo he comentado anteriormente, y no podía negar, que a mí también, recordando esa loca y prohibida aventura que podría repetirse, que jamás había mencionado.
Nos pusimos el protector, nos echamos sobra las mantas, a tomar sol, Lola correteaba por el lugar, y nosotras disfrutando de esa tranquilidad total, donde mi madre estaba totalmente relajada.
Estaba pendiente de la llegada de algún animal, a lo que casi dos horas después de nuestra llegada un par de perros, merodeaban por la zona, a pesar que estábamos a punto de irnos, los llamé, acercándose bastante cautelosamente.
“Que haces? A ver si nos atacan”
“No ma, fíjate que uno tiene collar y dan un aspecto pacifico” le respondo.
Volví a llamarlos y se arrimaron moviendo sus colas, mi madre tomaba sus reservas, no estaba totalmente de acuerdo con esos animales, que se fueron acercando, los comencé a acariciar, como para ir entrando en confianza, a lo que mi madre después de un rato se arrodillo para hacer lo mismo, que como en agradecimiento, le lamio bastante una teta, retirándose algo sorprendida, pero sin sentir algo de alteración..
Por supuesto que deje que sus lenguas entrasen en contacto con mi piel, que mami, miró algo asombrada, sin dejar de observar, mirándola con cara de satisfacción le guiñé un ojo. Traté que todo se fuese desarrollando sin inhibiciones, así que le digo a mi madre:
“Te gustaría que te lamiesen?”
“Si, pero con Jerry, un perro que era nuestro, estos los desconozco”
“Esta bien” le digo intentando espantarlos.
“Si quieres hacerlo, yo no tengo problemas” me responde
Continué un poco mas sin llegar a mayores, no tenía dudas que a mi madre, le atraía probar, y no solo eso deseaba verme bajo esas lenguas avispadas, por otra parte yo estaba a la reciproca, verla a ella lamida por esos canes, pero preferí esperar, para evitar posibles rechazos, dejando que todo se fuese desarrollando normalmente.
Permanecí arrodillada, dejando que sus lenguas saboreasen mi cuerpo, algo que rápidamente me fue alterando, erizando mi piel y fundamentalmente poniendo muy erecto mis pezones, mientras mi madre me observaba de una manera muy sensual, lo que trajo a mi mente cuando era más chica y Jerry intentaba lamerme, creo que fue la misma expresión.
Me volqué sobre la manta y los perros buscaban entre mis piernas, mi madre no perdía detalle, notando como su respiración se aceleraba, me encantaba cautivarla de esa manera, esperando ver su reacción. Uno de ellos intento lamer mi sexo, bastante humedecido por mi estado. Note en sus ojos que la sexualidad de mi cuerpo le atraía, y ese contacto con esos animales no dejaba de provocarla, no tenía dudas que le encantaría verme .apareada con alguno de ellos.
Abrí mis extremidades, mostrándole el rocío que embargaba a mi vagina, a lo que uno de los perros se acerco a oler esa zona, efectuando una serie de lengüetazos que me perturbaron bastante, cuando se acerco para besarme la mejilla, en un acto de consentimiento, posiblemente por lo que se estaba gestando. Tímidamente sentí su mano acariciar mis tetas, al igual que mis glúteos, en el instante que su mano intentaba tocar mi sexo, estaba a punto de iniciar algo con esos animales, cuando unos ladridos de Lola, detuvieron ese acontecimiento que se estaba generando.
Oímos algo, sin saber que era, pero optamos por vestirnos y regresar a la finca.,
Después de cenar y hablar hasta bastante tarde con mi tía, nos fuimos a la habitación, antes de hacerlo nos duchamos, y noté que me miraba de una manera lasciva, por un lado me extraño esa contemplación, pero eso me generó una espacie de motivación.
Esa noche estaba bastante cálida, la habitación, a pesar del ventilador del techo, y tener la ventana abierta no alcanzaba a refrescar el ambiente. Mi madre, giraba una y otra vez en la cama, que me impedía dormirme, terminó sacándose el camisón, pero eso no parecía ayudarla a conciliar su sueño.
Me daba la sensación que estaba algo perturbada, posiblemente por lo sucedido en el bosque, no por el calor, me atraía la idea de saber que le podía estar sucediendo. Puso en varias oportunidades su mano sobre mi cintura, aparentemente con la intención de tocarme, pero en cuanto me movía la sacaba. En determinado momento me quité el camisón, a la espera de su reacción, cuando apenas me estaba por dormir, su palma tocó mis pezones, me quede quieta expectante de lo que iba surgiendo.
Aprecié sus tetas adosarse a mi espalda, que como consecuencia del calor las sentí pegarse por su transpiración, mientras sus manos acariciaban suavemente mis pezones, que debo admitir que a pesar de ser mi madre me estaba comenzando a alterar bastante, adquiriendo un mayor arrebato al tocar mi abdomen, algo que hacía mucho tiempo no lo hacía..
Me encantaba ese “travesura” de sentir ese toqueteo leve, como probando hasta donde llegaba a aceptarlo, o si lo rechazaba, tratando de no actuar súbitamente y cortar ese encanto, tan sexual.
Trate de relajarme, dejando que fuese acrecentando ese acercamiento, tal sutil, intentando acoplarme más a su cuerpo. Hasta que después de varios minutos, noté que desataba el nudo de mi amplio pantaloncito, para que su dedo recorriese mi ingle, moviéndome lentamente tratando de separar más mis piernas.
Cuando su índice comenzó a transitar por los bordes de mis labios vaginales, mi corazón aceleraba mis pulsaciones, y mi respiración parecía agitarse, mientras su dedo, recorría su camino sin llegar al destino final. Me giré bruscamente besando sus labios apasionadamente, que a pesar de su sorpresa, bajo mis pantaloncitos, oprimiendo mi sexo con su mano.
Nunca supuse que mi madre llegaría a actuar de esa manera, al quitarme mi única prenda, abrir mis piernas y lamer mi sexo de una manera irreflexiva y con total vehemencia. Separé bien de piernas, dispuesta a sentir su lengua introducirse en mi cavidad, lamiendo mis jugosos labios. Succionando mi clítoris, hasta percibir sus dientes oprimirlos levemente, sin poder contener un grito de placer, a la vez que eso parecía incitarla a actuar con mayor ahínco, hasta que ese dedo inquisidor se fue introduciendo en mi ano. Me arquee gimiendo de satisfacción, continuando llevándome a un turbador orgasmo, acompañado de un grito que posiblemente hayan oído los dueños de la casa.
Cuando acabamos me dice
“Disculpa hija, a sido una locura, perdóname”
Me abrace a mi madre besándola y agradeciéndole semejante “obsequio” , a la vez que le preguntaba:
“No, me encanto solo dime que te llevo a hacer esto, ma?”
“Hoy cuando te vi desnuda frente a esos perros, que comenzaron a lamerte me excito muchísimo, recordé cuando eras mas chica, que Jerry trató de hacerte algo similar, y que traté de impedir. Desde ese día intente de contenerme de tocarte, sentía una atracción, algo que no me parecía normal, tratando de controlar ese loco deseo.”
“En varias oportunidades vino a mi mente, verte apareada con Jerry, algo que trataba de evitar, pero que me llenaba de excitación.
Además supongo que ya lo debes haber practicado, pero eres libre de hacer lo “ que te plazca, a pesar de tu corta edad”
Continuó diciendo:
“Me atrajo tu jovial y radiante cuerpo, que despide una sexualidad, difícil de evitar, produciéndome un loco deseo de tocarte, a pesar de ser mi hija, sentirle, hacerte gozar, no sé, un montón de cosas influyeron en esa reacción que tuve”.
La besé y me acurruque a su lado, de manera fetal, a pesar del calor, sintiendo sus mimos, acariciando mi cabeza, me acomode colocando mi cara sobre sus pechos, tentándome con sus pezones que demarcaban un estado de rigidez, que nunca había apreciado. Lo que me llevó a lamerlos levemente hasta ponerlos en mi boca, succionándolos con total empeño, mordisqueándolos, sin dejar de chuparlos, hasta hacer gemir a mi madre, con total desenfreno, sintiendo como su cuerpo se estremecía, ante esas sorbidas de su bebota..
Hasta que comencé a quitar sus bragas sin dejar de incitarla con mis mamadas, cuando mi mano se dirigió hacia su sexo, humedeciendo mis dedos, mi excitación se iba alterando nuevamente, deseaba hacerla gemir de pasión. Me fui bajando, hasta cobijar mi rostro entre sus piernas empapadas, noté que trato de impedirlo, aunque permanecí en mi tesitura, metiendo mi boca en su vagina, saboreando esa secreción que emanaba intensamente, de un sabor algo amargo pero lleno de sexualidad.
Me hechizaba ese aroma, que brotaba del lugar que me había parido, mientras incrustaba mi dedo índice en su recto, cuando su cuerpo se convulsionaba endemoniadamente, hasta llevarla a un prolongado e intenso orgasmo.
Se volcó sobre nuestro lecho, extenuada, me mantuve mamando un rato más, hasta que llegue a su rostro basándonos intensamente, impregnando sus labios con sus propios jugos.
Nos quedamos abrazadas saturadas de transpiración, entremezclando nuestros aromas llenos de sexualidad, acariciándonos levemente hasta que fuimos vencidas por el sueño.
Nos despertamos algo tarde, habíamos quedado solas, como dos chiquillas, nos bañamos juntas, toqueteándonos y besándonos, hasta que fuimos a desayunar, si bien no teníamos nada determinado nuestros pensamientos estaban en el bosquecito, que como algo tácito, preparamos las cosas, para concurrir a dicho lugar.
Por suerte teníamos el auto a nuestra disposición, arribamos cerca del medio día, noté a mi madre algo ansiosa, acomodamos las cosas en espera de nuestras posibles “amantes “