Amaneciendo en Otros Brazos

...le supliqué pero no me hizo caso, nunca lo hacía y ese día, ese fatídico día todo terminaría mal.

Detente, Amor, nos van a oír, la nena recién se ha dormido,  prometo que mañana te buscaré como cada día en nuestro rincón de cielo- le supliqué pero no me hizo caso, nunca lo hacía y ese día, ese fatídico día todo terminaría mal.

Corrían cada uno de mis días sin emoción alguna. Llegaba a casa con la misma sensación de ya haber vivido todas las aventuras suficientes como para pasarme cada tarde contando a mis nietos mil y una historias que servirían de abrigo para sus días de invierno.

Con 30 años ya vividos sentía que el amor me había sonreído grandemente pues conocí al amor de mi vida cuando apenas cumplía los 13 y sin dudarlo ni un instante sería el único al que entregaría mi corazón, al menos eso creía.

Pietro acababa de mudarse a la casa de al lado del condominio en el que vivíamos mis padres y yo. Como cualquier buen vecino mi padre decidió aquella mañana de sábado dar la bienvenida a la familia que llegaba, y al ser mi cumpleaños pues no tuvo mejor idea que la de invitar a los Fernandini a la barbacoa que prepararía ese día en mi honor.

Yo siempre fui una persona reservada, hablaba poco, era lo que llamaban introvertida pero con un sentido de humor bastante original. No me gustaban las reuniones de viejos, ni de jóvenes, en realidad no me gustaban las reuniones y mucho menos con gente que no conocía así que la idea de pasar “mi día” con esos italianos no era precisamente lo que había deseado todo el año.

El Sr. Fernandini acababa de aceptar la dirección de una naviera con sede en mi ciudad razón por la cual su familia y él tuvieron que rentar una casa para vivir de manera permanente. La Sra. Antonieta era una mujer muy bella y sobretodo muy amable; ella tenía un par de gemelos Pietro y Marietta  o pequeña Marie como la solían llamar ya que Pietro fue siempre muy alto mientras que Marie era pequeñita y angelical.

Aquella tarde que jamás olvidaría conocí a mi esposo, el que sería el padre de mi pequeña Marie, llamada así por lo parecida que era a su tía. Pietro al igual que yo, detestaba las reuniones sociales y al no saber el español sentía que la barbacoa iba a ser una verdadera tortura china así que se rehusó a asistir simulando malestar estomacal.

La Sra. Toñi como la llamaban cariñosamente era una madre muy dedicada a su hogar y daba la vida misma por sus pequeños que ese día al igual que yo cumplían los 13 años. Siendo una fecha tan importante para la familia Fernandini, Pietro no pudo desentenderse de la invitación y más allá de cualquier excusa que pudo haber ideado con el fin de no ir, no hubo pretexto que lo salvara de dicha comida.

Cuando el timbre sonó yo simulé una sonrisa y fui a la cocina a ayudar a mamá con el fin de no tener que verle la cara a los intrusos que habían llegado a arruinar mi gran día. Mamá sabía bien cómo “convencerme” y ese día no sería la excepción, me hizo llevar un paquete con embutidos a la terraza en donde estaba papá preparando la barbacoa junto con nuestros nuevos vecinos.

Marie y Pietro traían una cara de aburrimiento total, mientras que papá y el Sr. Fernandini al parecer tenían muchas cosas en común, se les veía reír de todo, papá explicaba su receta secreta para aderezar la carne mientras que el vecino no dejaba de mirarlo con atención.

Mi familia vino de Italia cuando yo era aún muy pequeña así que aprendí el castellano con más facilidad que ellos, mamá aún conservaba su acento europeo mientras que papá ya era un latinoamericano más. Papá era dueño de una casa de publicidad por lo que necesitaba hablar castellano sí o sí, en casa siempre debíamos utilizar dicho idioma; él solía decir: “ Si estas en Roma entonces viste como Romano ” así que nunca tuve necesidad de hablar mi idioma materno.

Esa tarde sería la excepción ya que tanto Marie como Pietro hablaban únicamente italiano y aunque yo entendía cuando me hablaban gracias a mi mami que lo hacía a escondidas de papá yo no lograba pronunciar palabra alguna. Ese día mientras todos compartían la comida, papá no tuvo una idea mejor que pedirme que interpretara su pieza favorita en el piano , en realidad era la única que había aprendido a interpretar con destreza ya que mis manos siempre fueron muy pequeñas y para el piano no ayudaba mucho. Tenía la esperanza de que con el desarrollo también crecieran mis manos (jaja).

Desafortunadamente para mí, el vecino también disfrutó de la canción que toqué y pidió que interpretara otra pieza, obviamente yo puse de pretexto que no hallaba las partituras y que otra tarde con muchísimo gusto lo complacería, pero él en cambio dijo: Pietro es tu turno ahora… Marie canta para nosotros.

No podía creer la habilidad de Pietro con las manos, era increíble la forma en que tocaba el piano sin mirar ninguna partitura pero la voz de Marie, era tan suave, tan dulce, me hizo sentir tanta paz con sólo cantar. Mi mamá tuvo la genial idea de juntarnos cada sábado a partir de ese día a hacer música, quería que yo aprendiera a acompañar con el piano así como lo hacía Pietro y poco a poco me obligaba a permanecer cada vez más tiempo con los gemelos; a mí me causaba cierta dificultad comunicarme en italiano con ellos pero la música es realmente un idioma universal.

No sé cuándo ni tampoco cómo pero entre los gemelos y yo había nacido un cariño que iba más allá de la amistad, Pietro empezó a tener detalles lindos conmigo, se quedaba después de que Marie volvía a su casa, nos sentábamos en el portal de la casa y conversábamos por horas, luego de casi un año ya había aprendido a hablar bastante bien el castellano y yo a decir lo básico en italiano.

Una mañana ya muy cerca de mi cumpleaños número 14 Pietro vino a mi ventana y cantó La Solitudine de Laura Pausini e hizo que mi corazón latiera a mil. Era la primera vez que oía a Pietro cantar y aunque no se comparaba a la voz de Marie yo me sentí en la gloria, jamás nadie me había cantado. Esa mañana Pietro me pidió que fuera su novia y yo acepté encantada de la vida. Desafortunadamente mi experiencia amorosa con los chicos era muy pobre y la de él también así que de besitos mal dados no pasábamos ya que ambos sentíamos mucha vergüenza jeje.

El día de nuestros cumpleaños papá nos descubrió besándonos en mi habitación y pensó lo peor, se enojó tanto que le pidió a Pietro que se marchara y no volviera más, yo le supliqué que cambiara de opinión, le pedí que no fuera tan severo pero él no quiso retroceder en su decisión. Desde ese día Pietro tenía prohibida la entrada a casa, adiós sábados musicales, adiós horas de horas de charla en la entrada de la casa, adiós al amor que había descubierto de manera tan inocente.

Pietro se negó a alejarse de mí y en lugar de eso cada tarde al caer el sol, venía a mi ventana, me cantaba suavemente una canción y terminaba su visita diciendo: Cada vez que mi voz te cante será mi corazón quien te susurre Ti Amo.

Así ocurrió cada tarde por cerca de un año, papá jamás nos descubrió, al contrario, él creyó que Pietro y yo ya habíamos olvidado de nuestra relación. Un mes antes de cumplir los quince años, mamá me dijo que íbamos a tener una gran fiesta para hacer la presentación oficial ante la sociedad de la “Señorita de la Familia”, a mí me causó muchísima gracia la forma en que lo dijo pero hubo algo que hizo que mi corazón se alegrara a tal punto que caminaba en las nubes.

Para la fiesta necesitaba de un joven que me llevara del brazo ese día y bailara conmigo el primer baile en sociedad. Mamá había permanecido alejada de mí durante todo este tiempo por estar de lado de papá, pero ese día ella me dijo que le pidiera a Pietro para que fuera él quien me llevara del brazo y me dijo además: A ver si se anima a cantarte en voz alta . Yo no supe que decir, mamá sabía de Pietro y me asusté de que papá también lo supiera, así que me armé de valor y le pregunté. Ella me dijo que desde la primera semana lo notó pero no quería que papá destruyera un cariño tan lindo y por esa razón cada tarde calculando la hora de la puesta del sol, ella le pedía a papá salir a caminar para tomar el fresco. Mi mamá había sido mi cómplice durante todo este tiempo y yo pensando tontamente que ella estaba en mi contra.

Esa tarde como cada día Pietro vino a mi ventana y yo le conté los planes que teníamos con mamá y la fiesta, y aunque él sentía mucho miedo de la reacción de mi padre estaba dispuesto a jugársela por mí. Planeamos cuidadosamente cada detalle para que todo saliera a la perfección, sabíamos muy bien que papá jamás haría nada delante de tanta gente y que por el contrario terminaría aceptando que nos amábamos.

El día de la fiesta Marie fue la indicada para ayudar a vestirme con el fin de verme lo más linda que se pudiera para impresionar a mi amado Pietro pero mientras lo hacía pude notar en su mirada un brillo especial, algo que ya había notado antes pero había preferido ignorar. Yo terminé de vestirme y ella me ayudó con el maquillaje, cuando ya estaba lista ella tomó mis manos y sin darme chance de nada me besó en los labios. No podía creer lo que acababa de ocurrir, una mujer me estaba besando, lo que era peor yo lo estaba disfrutando tremendamente.

Lo siento, perdóname, no pude contenerme más porque te he amado en silencio desde el día en que te conocí. Sé que amas a Pietro y mi amor es imposible pero quería… necesitaba decirte lo que sentía por ti ya que mañana volaré a los Estados Unidos a estudiar el Bachillerato e ingresar a la escuela de Artes en New York. Ciao, Bella. Marie se disculpó por el beso, me pidió que no le contara lo ocurrido a su hermano y me prometió que jamás volvería a ocurrir. Yo me sentía tan confundida que no sabía bien qué hacer o qué decir, tenía el corazón alborotado por el beso y a la vez comprimido por la tristeza de saber que la perdería. Era acaso que también yo la amaba? Y Pietro?

Qué terrible confusión la que me embargaba, esa noche iba a ser el comienzo de una relación oficial con Pietro y la despedida de mi querida Marietta. El miedo a lo que sentía me paralizó, yo no era una chica rara, no tenía esos gustos, yo quería a mi Pietro bello, no no no! Traté de serenarme como pude y me dirigí al salón donde Pietro había permanecido escondido con mamá con el fin de que papá no sospechara lo que tramábamos y cuando me vio cruzar el umbral de la puerta del salón corrió a tomarme del brazo y de ese modo dar por iniciada la celebración.

Papá quería matarlo con la mirada pero no pudo hacer nada excepto sonreír. Pietro y yo bailamos el primer baile de la noche, mis manos sudaban del pánico pero la seguridad que me infundía él bastaba para sonreír; al terminar me dijo al oído: Ti Amo y me besó tiernamente en los labios. Yo le correspondí pero al separarnos me crucé con la mirada de Marie cuyas lágrimas corrían por su delicada mejilla.

De pronto, sin saber de dónde, vino papá y propinó un soberano golpe al rostro de Pietro cayendo al suelo, papá continuó lastimándolo, la gente empezaba a gritar: Suéltalo! Pobre muchacho! Que viva el Amor! Y otras tantas cosas, Pietro estaba ya casi inconsciente cuando el Sr. Fernandini tomó a mi papá del brazo y le dijo: No ves que los muchachos se aman? Deja ya de ser necio! Y con estas palabras papá reaccionó. Levantó a Pietro del suelo en donde estaba casi muerto de tanto golpe, lo abrazó y le pidió perdón.

Jamás había visto a papá llorar como lo hizo aquella noche, él mismo curó las heridas de Pietro y desde aquel día lo convirtió en un hijo más. Papá se convirtió en nuestro mejor amigo y el mejor de los consejeros junto con mamá.

Habían pasado algunos años y mi relación con Pietro se volvía cada vez más estable; él trabajaba en la naviera junto con su padre mientras que yo terminaba la carrera de Arquitectura en la universidad. Marietta jamás volvió a la ciudad e hizo su vida en New York donde estaba poco a poco logrando ser reconocida como una gran actriz habiendo protagonizado ya algunos musicales en donde su talento y voz sin igual estaban siendo alabados en las grandes esferas.

Debía reconocer que desde que sentí los labios de Marie jamás pude sentir emoción igual pero no podía aceptar el ser un bicho raro como llamaban a las lesbianas en mi familia. Era una mujercita hecha y derecha, y así debía ser siempre pero cada noche al cerrar la puerta de mi habitación la nostalgia me invadía, extrañaba tanto a Marie, su mirada, su voz, la paz que solía transmitirme con solo decirme Ciao Bella, sin embargo, jamás podría darme el lujo de dejarme llevar por ese sentimiento que sabía que existía y que por más que lo intenté nunca pude arrancar de mi corazón.

Cierto día Pietro vino a mi ventana como lo había hecho desde que nos conocimos y me pidió que fuera su esposa, obviamente acepté en el instante, y aunque tuve mil y una oportunidades para ser suya jamás acepté tener relaciones sexuales con él. Mi excusa era que papá y mamá confiaban ciegamente en nosotros y yo no debía defraudarlos, que debíamos esperar hasta estar casados. Pietro era sencillamente un ángel, me complacía en todo y yo lo quería profundamente.

Para nuestra boda papá alquiló las instalaciones de un hotel a la orillas del mar y aunque era un lujo que no podíamos darnos por lo costoso que era, papá se las había ingeniado para que el administrador del hotel le redujera el costo a cambio de que la agencia de mi familia le produjera algunos comerciales para promocionar el lugar. Por su parte la familia de Pietro se encargaría de la recepción y del consumo correspondiente a los invitados a la celebración.  Todos los miembros de las dos familias debíamos instalarnos en el hotel el día anterior con el fin de no correr con prisas cuando se llevara a cabo la boda.

Esa noche, la víspera de la boda, Pietro fue con sus amigos a su despedida de solteros, yo no quise tener una porque lo consideraba desagradable, mis amigas querían una despedida con bailarines desnudistas y la verdad esa idea me causaba cierta incomodidad. Eran cerca de las 12 de la noche y Pietro tocó la puerta de mi habitación, había bebido mucho, se acercó y me pidió que hiciéramos el amor. Yo le dije que no, que la primera vez debía ser mágica y él no estaba en condiciones de regalarme esa magia. Intentó tomarme a la fuerza, le supliqué que me dejara pero no hizo caso, me tiró a la cama, yo no paraba de suplicarle que se detuviera pero él estaba como poseído. En ese momento Marie quien acababa de llegar después de tantos años al ver la puerta entreabierta entró a la habitación y me rescató de las manos de Pietro. Pietro volvió en sí, se dio cuenta de la salvajada que había cometido y aunque no logró violarme sí destruyó muchas cosas en mí.

Perdóname, soy una bestia, cuánto daño te he hecho, he destruido lo que más he amado me repetía una y otra vez mientras sus lágrimas mojaban su rostro. Anda descansa que mañana nos espera un día bastante complicado, tenemos una boda, lo recuerdas? No supe que más decirle para que se calmara. Entonces, me perdonas?, te casarás conmigo a pesar de mis torpezas? Ti Amo, fue todo lo que alcanzó a decir y se quedó dormido.

Marie me sugirió que fuéramos a su habitación a descansar un rato en vista de que mover a Pietro de mi cama iba a ser casi imposible. Tenemos mucho de qué hablar, eh! Mira que has descansado de mi presencia por casi mil años jajaja, su sonrisa, Dios, cuánto había extrañado el verla sonreír, ya ni recordaba el trago amargo que Pietro me había hecho pasar.

Marie me contó de todo lo que había vivido en estos años lejos de su familia, los planes que tenía de vivir nuevamente con nosotros pero que su pareja se oponía ya que sabía que su porvenir era en el extranjero y no aquí. No pude evitar sentir mucho dolor cuando me habló de lo enamorada que estaba, de lo feliz que era pues aunque me negara a reconocerlo, Marie era la única persona a quien realmente yo amaba.

La noche estaba terminando y nosotras no parábamos de hablar, sentí el cansancio y decidí recostarme a descansar. Duerme  un rato que yo velaré tus sueños , dijo en un tono tan dulce que me fue imposible mantenerme en pie. Mientras dormía lograba oír la voz de Marie que cantaba suavemente a mi oído, no quería abrir los ojos para no romper la magia, esa magia que tanto buscaba y sólo con Marie podía hallar, pero ya era tarde, pronto me casaría y ella regresaría a los brazos de su amado.

La mia Bella, ti amo … susurró a mi oído, fue tan lindo, simulé seguir dormida para no dejar de oír su voz hablándome suavemente. Ella se acercó a mis labios y los besó suavemente, yo traté de no moverme aunque por dentro moría por corresponder a ese beso que tantas noches en silencio había deseado. Mañana te perderé, de nada sirvió alejarme tantos años, poner miles de kilómetros de por medio si mi corazón se quedó aquí dentro del tuyo, mañana serás de otro y te habré perdido para siempre , sentí como sus lagrimas caían sobre mi rostro.

No pude resistirlo más, tomé su rostro y  la besé, un beso, tan sólo un beso bastó para que mi piel reclamara la suya como su dueña, supliqué por sus caricias así como ella suplicó por las mías. Nos entregamos esa noche, esa noche me hice mujer en los brazos de una mujer, perdí la cabeza, no me importaba ya nada, cada roce de su cuerpo encendía aún más la pasión por tantos años contenida, jamás me imaginé amaneciendo en otros brazos que no fueran los de Pietro… Lo siento,Marie. Quiero a tu hermano. No soy lesbiana, jamás lo seré . Marie sólo cerró los ojos y se recostó de espaldas a mí hasta que amaneció.

La ceremonia se llevó a cabo sin contratiempos, Pietro no mencionó ninguna palabra de lo ocurrido y la verdad yo no tenía cara para decirle nada después de lo que hice con Marietta. Brindé con todos, brindé mucho, quería arrancarme a Marietta de la piel y del corazón; Pietro también tomó, ambos llegamos a nuestra noche de bodas relativamente ebrios pero eso no fue impedimento para que yo le diera a Pietro la noche de “amor” que él tanto había deseado todos estos años. Yo quería ser suya para olvidar lo que sentía por Marie aunque sabía bien que después de ella yo jamás iba a poder ser de nadie más. Pietro no debía darse cuenta de que yo ya no era virgen así que simulé dolor cuando me penetraba con el fin de no verme descubierta, esa noche bastó para que quedara embarazada y para darme cuenta de que no amaba a Pietro y que jamás volvería a dejar que me tocara.

Frente a mis constantes negativas para estar con él, Pietro se dedicó a la bebida, se emborrachaba cada día, no se perdonaba el haber intentado violarme, se reprochaba una y otra vez y era el alcohol su único refugio.

Durante mucho tiempo yo insistí en vivir en la casita que yo había diseñado y mandado construir para nosotros cerca del mar pero él no quería dejar la casa de sus padres, decía que su madre debía cuidar de mi embarazo y que al nacer nuestro primogénito nos mudaríamos.

Mi relación con él se volvía cada vez más tirante pero mis suegros trataban de apoyarme al máximo, ellos desconocían las razones de Pietro para autodestruirse y trataron innumerables veces de llevarlo con los mejores especialistas, sin embargo mi esposo rehusó todo tipo de ayuda, sólo se dedicaba a prometer y prometer diciendo: Mañana ya no beberé, mi hijo me dará las fuerzas que necesito.

Faltando poco tiempo para que llegara el momento de dar a luz, Marie llamó a su mamá para decirle que vendría a casa de vacaciones. Mi corazón saltaba de alegría pero a la vez tenía un gran temor, no sabía si iba a tener la fortaleza para verla a los ojos luego de que le hiciera tanto daño con mi desprecio.

La única sorpresa que la vida me deparaba era que Marie vendría con un invitado pero al no haber más habitaciones debía compartir la suya. Yo moría de los celos así que se me ocurrió ofrecerle la casa que mandé construir para que de ese modo “el visitante” no estuviera incómodo y alejarlo de mi querida Marie. Pietro no estuvo de acuerdo porque en su opinión yo debía ser quien inaugurara la casa y no un extraño así que me propuso que adelantáramos la mudanza para ese fin de semana antes de la llegada de Marie.

El Sr. Fernandini desafortunadamente había estado teniendo problemas de salud, las cosas en la naviera no estaban bien ya que Pietro quien debía ser su mano derecha había descuidado mucho el negocio lo que trajo como consecuencia el exceso de stress en mi suegro. Pietro tuvo que asumir la dirección hasta que su padre se restableciera y eso significaba que debía permanecer innumerables horas trabajando, lo cual me alegraba porque sólo cuando trabajaba dejaba de beber.

El problema es que yo necesitaba que me apoyaran con el embarazo y al  estar la Sra. Toñi ocupada cuidando a su esposo pues no me quedaba más remedio que acudir a mi mamá. Mamá estaba más emocionada que yo con la espera de su nieto y eso la traía muy nerviosa y en lugar de ser un apoyo para mí en ocasiones era una carga así que yo opté por pedirle a una enfermera que estuviera a mi lado y de ese modo ninguna de las futuras abuelas tuvieran que preocuparse por mi embarazo.

El día de la llegada de Marie preferí no ir a casa de mis suegros para evitar incomodar a mi cuñada con mi presencia y como Pietro debía ir a supervisar unos muelles fuera de la ciudad pues era la excusa perfecta para quedarme en casa.

Esa tarde luego de que la enfermera se retirara, estaba yo por tomar una siesta cuando el timbre sonó así que no me quedó más remedio que abrir la puerta. Era Marie, estaba tan linda, no lograba pronunciar palabra alguna. Traía consigo un obsequio y me dijo: Esto es para la pequeña Marie .

Creo que has cometido un error porque estoy esperando un varoncito que se llamará Pietro como su padre, le sonreí e igual recibí el regalo. Ella me dijo que la que estaba en un error era yo puesto que ella había soñado varias veces con la pequeña y que en sueños la llenaba de besos.

Ambas seguíamos paradas en la entrada de la casa sin darnos cuenta, la verdad yo no sabía cómo mantener una conversación con ella después de todo lo que había pasado pero Marietta era tan noble,  al parecer no me guardaba rencor alguno por cada una de mis torpezas. Marie me contó que estaba en la ciudad hasta que naciera su sobrina Marie, me pidió que no la llamara Marietta porque Marie era más dulce, más cálido, me hizo prometerle que así la llamaría y yo acepté.

Estoy en casa con mi pareja y creo que nos vamos a casar cuando volvamos a New York. Ya no hay nada que me impida hacerlo, he logrado dinero y fama. Quiero que la conozcas, te va a encantar aunque sé que cuando mis padres se enteren que soy gay me cerrarán las puertas de su casa para siempre - que LA conozca??? Era una mujer??? Casarse???

Estaba realmente en shock y al parecer ella lo notó. Tronó sus dedos y me dijo: Marte llamando a Tierra, hay alguien en casa? No paraba de reír cuando por fin reaccioné jeje.

No podía evitar el preguntarme una y otra vez qué hubiera sido de nosotras si no me casaba con Pietro ese día y por el contrario le confesaba que la amaba. Amarla yo?, eso es una tontería que debo sacar de mi cabeza de una vez por todas.

Marie y su novia permanecieron con los Fernandini simulando sólo una gran amistad, no querían que la familia se enterara de su relación hasta que se pudieran casar en el extranjero.

Ese día y los siguientes recibí la visita de Marie hasta el día en que el parto llegó. Pietro estaba lejos de la ciudad una vez más y Marie se ofreció a acompañarme en la clínica. Los dolores se intensificaban y la pobre Marie a quien tenía tomada de la mano para soportar el dolor, sufría con mis quejidos y las tantas veces que apretaba su mano en cada contracción. Los médicos dijeron que aunque era un parto sin riesgo iba a ser doloroso por ser yo primeriza que por lo tanto iban a ponerme un calmante para relajarme y que el alumbramiento fuera exitoso.

Marie no se separó de mí ni un instante, me cantaba bajito para darme paz y yo no la soltaba de la mano hasta que el efecto de la medicina me relajó tanto que yo me sentía volar, y fue en ese momento en el que sin proponérmelo, sin poder evitarlo mientras Marie me cantaba al oído yo le dije: Te Amo y perdí el conocimiento.

No sé qué ocurrió después, sólo recuerdo el llanto de mi bebé y la voz de Marie diciéndome a gritos: Viste que tenía razón, es una niña, una niña, me lo prometiste eh!!!, la magia de tener a mi nenita en brazos me hizo olvidar que había declarado mi amor por Marie, y ella tampoco lo mencionó.

La pequeña Marie nació esa mañana a las 11 horas y a las 12 ya estaba toda la familia reunida en la clínica para darle la bienvenida a la pequeña Marie Fernandini. Lamentablemente con la familia también conocí a la novia de Marie. Era una mujer de bonita figura, cabellos rojizos muy largos y unos ojos color cielo que transmitían mucha paz. A pesar de mi tristeza, me sentí tranquila por Marietta ya que pude ver cuánto la amaba esta mujer.

Esa noche en la clínica Marie decidió quedarse conmigo para acompañarme pero su novia se opuso lo que ocasionó una fuerte discusión entre ellas. Es un hecho que nunca vas a dejar de amarla, verdad?Pues quédate con ella que yo me regreso en el primer avión - no logré oír nada más de lo que la mujer dijo ya que Marie le pidió salir de la habitación. Cuando ella volvió yo tenía los ojos cerrados por el cansancio que aún sentía. Sentí que Marie se acercó, tomó mi mano y la besó. Sentí cómo sus lágrimas caían sin parar sobre mi mano. Marie no pronunció palabra alguna, no soltó mi mano ni por un instante y en ese silencio me dormí.

A la mañana siguiente Marie me contó que debía irse. Yo supuse que era porque estaba cansada pero ella me explicó que se iba para siempre, que su novia no merecía ser tratada mal y que sobretodo eso estaba el hecho de que yo nunca iba a corresponder a su amor por tanto debía irse. Yo sólo deseaba gritar a los 4 vientos mi amor por ella pero en cambio enmudecí y sólo atiné a decir: que seas muy feliz… adiós.

La vi alejarse de mi habitación y con ella se iba también mi corazón. Las lágrimas me invadieron cuando sin darme cuenta Pietro apareció, tomó mis manos y me dio las gracias por haberle hecho el más grande de los regalos, una hija. Pietro estaba sobrio, hoy que tenía motivos de sobra para celebrar había decidido no beber más. Estaba tan feliz, y en cierto modo yo también lo estaba ya que el milagro de la maternidad hace que la más grande de las penas se diluya con sólo ver a mi nenita dormir sobre mi pecho.

Habían pasado casi 3 años desde que nació la pequeña Marie y aunque Pietro había dejado la bebida, el trabajo en la naviera se había convertido en su obsesión; los fines de semana los pasaba lejos de casa y durante la semana rara vez llegaba antes de las 10 de la noche, yo seguía sin permitirle estar íntimamente conmigo, por más que lo intentaba, la sola idea de estar en sus brazos me causaba repulsión mientras que sentirme en los brazos de Marie, ayayay era como tocar el mismo cielo.

Ahora que mi nena estaba a punto de ingresar al kínder yo decidí retomar mi profesión así que me asocié con unos colegas y juntos iniciamos un proyecto para un conjunto habitacional para gente de pocos recursos muy cerca de la costa. Queríamos brindar una vida digna a gente que comprobara deseos de superación, solidaridad y hermandad. Para hacerse acreedores de una vivienda cada dueño debía colaborar en la construcción del mismo ya sea a través de su mano de obra, apoyo en el comedor comunitario para los obreros o por medio de la atención en la guardería infantil.

Este proyecto estaba resultando tan bello que me animé a ser parte del mismo, cada día me involucraba más y más, hasta la pequeña Marie se sentía feliz cuando la llevaba conmigo. Un día Marie no quiso quedarse en el kínder, así que no tuve más remedio que llevarla a la guardería del proyecto. Nunca vi a mi nena tan feliz así que decidí ya no llevarla más al kínder.

Pietro desconocía lo que hacíamos Marie y yo durante todo el día y al parecer ni le interesaba enterarse, cada día se volvía más distante incluso con la misma Marie por mí estaba súper bien pero no dejaba de apenarme por mi hija.

Faltaban pocos meses para que finalizara el proyecto y ver por fin realizado mi sueño de ver felices a muchas familias que ahora eran también parte de la mía por tantas cosas compartidas juntas. Uno de mis colegas me había comentado que había realizado una pequeña ampliación del proyecto pero que eso no iba a afectar en nada el proyecto inicial. Cuando el día tan esperado llegó se realizó una ceremonia de entrega de llaves; absolutamente todas las familias se encontraban reunidas, todos estábamos tan felices que no me percaté de que había un juego de llaves mas.

Cuando la ceremonia llegó a su fin, uno de los miembros del consejo de nuevos propietarios tomó la palabra y dijo: Nada de esto sería posible sin el apoyo de nuestra vecina. Sra. Arquitecta estas llaves son suyas . Yo estaba paralizada de la impresión, no entendía a qué se refería así que mi colega me contó que el proyecto de ampliación consistía es un departamento para mi, que podía utilizar cuando yo deseara pero como yo tenía ya una casa para mi familia decidí esperar a ver que hacía con él.

Cuando Marie estaba por cumplir los 5 añitos recibimos una invitación de Marietta para asistir a una premiación. Ella acababa de ser elegida como artista revelación y por tanto iban a realizar toda una celebración en su honor. Marie deseaba que toda su familia la acompañase ese día y de paso estuvieran con ella el día de su boda con su novia. Los Sres. Fernandini rechazaron tajantemente la invitación por no estar de acuerdo con ese noviazgo pero Pietro decidió apoyar a su hermana, al fin y al cabo ellos siempre fueron muy unidos a pesar de que Marie marchó lejos a forjarse un futuro diferente.

Habían sido casi 5 años sin verla y aunque debo confesar que tenía muchísimas ganas de verla, la tristeza de saber que iba a atarse a otra persona me destrozaba por dentro. Cuán egoístas eran mis sentimientos, la quería sólo para mí aunque nunca podría ser para ella lo que ella deseaba, ser completamente suya.

Pietro, Marie y yo llegamos a New York y la bienvenida fue sorprendente, Marietta abrazaba a Marie y mi pequeña la abrazaba como si se conocieran de toda la vida. Al llegar a casa de mi cuñada la dichosa novia ofreció llevarnos a conocer la ciudad pero de verdad, lo último que deseaba era compartir momentos con ella así que me disculpé y decidí quedarme a alistar las ropas que íbamos a vestir en la ceremonia. Marietta no quiso dejarme sola en casa así que yo… encantada de la vida.

Conversamos de muchas cosas, de cómo había sido nuestra vida en estos años de ausencia hasta que ella me preguntó de frente: eres feliz? Yo no supe qué contestar, moría por decirle que jamás lo seré lejos de ella y sólo callé. Creo que ella leyó en mis ojos lo que mi corazón gritaba, me tomó de las manos y me besó.

Ese beso se convirtió en un abrazo y ese abrazo en mucho más. Nuestras prendas rodaron por el suelo mis manos conocían de memoria cada espacio de su cuerpo, mis labios recorrieron su piel una y otra vez, deseé por tanto tiempo volver a perderme en sus brazos que nada me importaba más que el sabor de sus besos.

Hicimos el amor sin darnos cuenta de que el tiempo pasaba de prisa, sentimos el auto volver y presurosamente nos vestimos y arreglamos todo para que nadie notara lo que acababa de ocurrir. Estaba tan feliz, me sentía tan viva, tan plena pero la voz de aquella mujer me hizo despertar. Amor nos hemos divertido muchísimo, mañana volveremos a dar una vuelta, la pequeña Marie es un sol - sus palabra hacían eco en mi corazón, qué tonta me sentía, yo amando a un imposible.

La noche de la ceremonia todo fue hermoso, Pietro se comportó a la altura, yo iba de su brazo en todo momento, Marietta compartió con nosotros la mesa de honor pero su novia mostraba cierta incomodidad. Luego me enteré que habían discutido a tal punto de que la boda quedaba postergada.

Esa noche al terminar la ceremonia Marie nos dijo que se volvía con nosotros a casa pero nos pidió que le diéramos cabida en nuestro hogar ya que sus papás no querían saber nada de ella desde que les confesó su opción sexual. Pietro estaba feliz de tener a su hermanita adorada en casa.

Acabábamos de llegar cuando Marie nos pidió que la acompañáramos a hacer unas compras, Pietro dijo que estaba cansado así que sólo la acompañé yo. En el camino al supermercado ella me dijo que había regresado por mí, que no se iba a casar que por el contrario iba a luchar por mi amor. Yo le dije que estaba demente al proponerme semejante cosa pero ella tomó mi mano y me dijo… ya lo verás.

En el camino de regreso recordé que Marietta no había conocido el conjunto habitacional que construimos así que decidí llevarla allá. Ella estaba maravillada, me felicitó por tan linda obra. En ese momento recordé que tenía en la cajuela del auto las llaves que me dieron de ese apartamento así que la sorprendí llevándola hasta allá.

Yo jamás había usado las llaves, es más jamás había entrado porque no quería encariñarme con ese lugar, era mejor darlo en alquiler a alguien que lo necesitara pero cuál sería mi sorpresa al entrar que casi me caigo. El departamento estaba completamente amoblado, listo para ser habitado. Marie sonrió pícaramente y me llevó de un tirón a la habitación. Vaya que inauguramos la casa y de la mejor de las formas jeje.

Desde ese día, cada mañana nos escapábamos a nuestro “rinconcito de cielo” como Marie acababa de bautizarlo. Aprovechábamos que la pequeña Marie estaba en la escuela y nos entregábamos a la pasión que nos embargaba. Pietro jamás lo sospechó porque no sabía de la existencia de ese lugar.

Mientras tanto Marie era un miembro más en casa, la nena la adoraba, creo que la quería más que a mí, el problema es que nuestra relación se había vuelto tan cercana que nos costaba mucho no desearnos con la mirada. Cada que la ocasión se presentaba ella me tocaba o me robaba un beso, yo le pedía que no lo hiciera pero a ella no le importaba, lo seguía haciendo.

Esa noche cuando la pequeña Marie acababa de dormirse, ella vino a mi habitación aprovechando que Pietro no estaba en casa; yo le pedí que se alejara porque la nena nos podía oír. No había razón para arriesgarnos si cada día nos veíamos en nuestro rincón, pero esa noche no me hizo caso como siempre.

Desnudas sobre la cama luego de amarnos intensamente Pietro entró en la habitación, no supe cuanto tiempo estuvo mirándonos pero lo que sí supe fue que tenía el alma rota, su esposa y su única hermana acababan de disfrutar de un encuentro amatorio sin igual en su propia casa, en su propia habitación, en su propia cama.

Pietro rompió en llanto, no podía creer lo que estaba viendo, repetía una y otra vez: PORQUÉ? Y se marchó. Marie tomó el auto y salió en su busca, yo me quedé en casa esperando que volviera pero no volvió. De pronto sonó el teléfono, era Pietro, no me quiso decir nada, sólo se puso a cantar; cuando terminó me dijo: Cada vez que mi voz te cante será mi corazón quien te susurre Ti Amo.

Yo sentí mi alma partirse en dos, cuánto daño le había hecho al no ser honesta con él desde el primer día, porqué no tuve el valor de aceptar que amaba a una mujer? Ya todo era muy tarde.

Pietro vuelve a casa, necesitamos hablar, necesito explicarte – le supliqué entre lágrimas pero él sólo me dijo Adios, cuida de nuestra pequeña Marie y cuéntale que su papi la amó más que nada en este mundo . Terminado esto oí la voz de Marie, lo había ubicado afortunadamente y logró hacerle entender cuanto nos amábamos y lo mucho que habíamos luchado contra nosotras mismas para dejar de amarnos pero que ahora era imposible, que nada en la vida podría lograr destruir ese sentimiento que nació el mismo día en que nos conocimos.

Pietro abrazó a Marie y le dijo que para él las cosas eran muy difíciles, necesitaba tiempo para asimilar todo esto pero que ella era su hermana y si algo lo hacía hallar calma era precisamente el hecho de que yo jamás fingí un amor que no sentía por él y que por el contrario siempre fui muy clara y honesta, bueno excepto en lo que yo sentía por Marietta.

Pietro se fue a vivir a casa de sus padres y con el tiempo aceptó nuestra relación, terminó por enamorarse de su secretaria y decidió viajar con ella en el velero que el Sr. Fernandini recibió como regalo por sus años de servicio en la naviera.

Marietta, nuestra pequeña Marie y yo vivimos muy felices en nuestro rinconcito de cielo, hemos pasado mil pruebas y en todas hemos salido airosas, nuestro amor triunfó y definitivamente nunca más volví a amanecer en otros brazos que no fueran los de la mujer que amo.