Amándose
Para que quedarte con las ganas de algo, si tu misma también lo puedes hacer.
Eran las 5 de la madrugada, acababa de llegar de fiesta, su cuerpo iba de un lado de las escaleras hacía el otro, se le hicieron eternas, pero al final llego a su puerta, la abrió como pudo, la maldita cerradura parecía no parar de moverse de sitio.
Por fin en casa, se descalzó y tiro las botas por el salón, mientras que intentaba quitarse aquel horrible top que le aprisionaba los pechos, olía a humo, bueno, toda ella era una mezcla de olores, sudor, alcohol, tabaco, perfume necesitaba una ducha rápida, de camino al lavabo, se desabrocho los botones del jean, estiro de ellos hacía abajo, los tenía apegados a la piel por causa de la sudor, pero al final pudo quitárselos y dejarlos en medio del pasillo hechos un rebujillo.
Entro en el baño, dios mío, estaba para hacerle una foto y enviarla por e-mail a mastercard, aquella imagen no tenía precio. Su larga melena de color castaño oscuro, estaba enredada, sus ojos verdosos, se encontraban en medio de un maquillaje desdibujado, sus carnosos labios, ahora mismo resecos. Las únicas cosas que seguían en su sitio sin degradarse, eran sus pechos de un tamaño normal, firmes y duros, con aquellos pezones de color canela, que descarados se erguían hacía el techo, su vientre plano por el deporte, sus piernas largas, duras, bien formadas y el vello de su sexo, bien cuidado, en forma de triángulo.
Extendió una mano hacía la manecilla del agua caliente y dejó caer el chorro de agua, hasta que realmente saliera caliente, paso sus dedos entre el chorro, jugando con está, para notar su temperatura, y poco a poco se fue introduciendo debajo del agua, sintió como resbalaba por su cuerpo, acariciando cada centímetro de esté, sin dejar ninguna zona sin humedecer, cerro los ojos y empezó a enjabonarse lentamente la cabeza. La espuma se deslizaba por su piel, devolviéndole su suavidad y olor.
Bajo sus manos cubiertas de jabón hacía su pecho, lo acaricio en forma de círculos, enjabonándolo, con una dulzura extrema, de tal forma que sus pezones no tardaron en reaccionar, mostrándose duros, excitados, bajo sus manos por su vientre, el cual acaricio tiernamente hasta llegar a su sexo, el cual también enjabono delicadamente, con suavidad, sintiendo su forma, sus pliegues, jugueteando con sus vellos, recreándose en él un tiempo, para continuar bajando hasta acariciar sus muslos, sus nalgas, sus rodillas, sus pantorrillas y finalmente sus pies.
Una vez acabo de enjabonarse, volvió debajo del chorro para aclarase, para desprenderse de la espuma que vestía su cuerpo, salió de la ducha en busca de una toalla. El vaho inundaba el cuarto de baño, las gotas de agua resbalaban por su cuerpo, marcando un recorrido, hasta llegar al piso, con una mano intento desempañar el espejo, pero tras unos segundos volvió a empañarse, descalza con una toalla alrededor de su cuerpo y otra en su cabello, se dirigió a su habitación, se desmaquillo, se desenredo la melena, y volvió a mirarse en el espejo, mmmmm, ahora sí, estaba como nueva, el mareo se le había pasado, ya se encontraba mejor.
Mirándose al espejo se quito la toalla que envolvía su cuerpo, se observo detenidamente, se sentía excitada, tenía ganas de seguir con las caricias que había empezado en la ducha y sin demorarse más, sus manos acariciaron sus pechos, en busca de sus pezones, para entrelazarlos con sus dedos y pellizcarlos con suavidad, recreándose en cada caricia, para poder sentir en la yema de sus dedos la dureza de sus pezones, duros, firmes, descarados, cerro los ojos, y un suspiro entreabrió sus los labios, los cuales acabo por morder.
Acerco uno de sus dedos a sus labios y mirándose fijamente al espejo, con una mirada lasciva, lo paso entre estos, humedeciéndolos con la punta de su lengua, para después bajarlos hasta la aureola de su pezón y acariciarla en forma de círculos, mientras que su otra mano había bajado por el canalillo en dirección a su sexo.
Paso la palma de su mano por encima de esté y sintió la textura de sus vellos, enredándolos en sus dedos fue bajando poco a poco hasta notar la humedad de su vagina e impulsivamente paso dos de sus dedos por está, estaba totalmente húmeda, aquello la excito más y volvió a pasar sus dedos por su sexo, a la vez que separo sus piernas, y como un flash recordó la promesa que le hizo a Pedro.
Pedro le había enviado un cassette donde se había grabado, su cálida voz, tan sensual, tan varonil, llenaba el silencio de su habitación, hacía 6 meses que se había ido a trabajar al extranjero, y después de varias sesiones de cibersexo, se les ocurrió la idea de grabarse en cinta mientras se masturbaran. Pedro ya lo había hecho, ahora le tocaba a ella, mientras oía su voz que la excitaba sobre manera, y más todavía si esta era entrecortada e incluía gemidos. Pulso el botón de grabar, mientras se sentaba en el borde de la cama e iba relatándole a él, que hacía en cada momento.
Estoy completamente desnuda ante el espejo, son casi las seis de la mañana y estoy muy cachonda, me siento en el borde de la cama, con las piernas bien abiertas, para que puedas ver lo mojada que estoy, una de mis manos esta acariciando mis pezones, si cielo, esos que tan malo te ponen, imagino que me lo succionas con tus labios, que ahora mismo son las yemas de mis dedos estirando de ellos, los tengo super duros. Mi otra mano esta en mi sexo, paso dos de mis dedos separando mis pliegues y sintiendo el calor que desprende, mmmmm, introduzco uno de mis dedos, pero lo vuelvo a sacar, mientras me muerdo los labios, ojalá estuvieras aquí, estoy muy caliente, mmmmmm, meto dos de mis dedos en mi coño, estoy mojadísima, los saco y los vuelvo a meter, ahhhmm, empiezo un lento mete saca, imaginándome que es tu polla, mientras que con la otra mano masajeo mis tetas...
Su excitación era tanta que dejo de hablar, para poder gemir de placer, y estirarse en la cama, mientras su respiración se entrecortaba y su pecho subía y baja a un ritmo acelerado, sus movimientos se hicieron cada vez más rápidos en busca de un orgasmo, los dos dedos que entraban y salían fueron sustituidos por tres, arqueo su cuerpo en busca de más placer, pero hasta después de una serie de caricias en su clítoris, no sintió aquella serie de pequeñas contracciones que iban en aumento, y que le advertían de su orgasmo tras un largo gemido, quedándose dormida en el más placido y profundo de los sueños.