Amando a nuevas personas

De como continúo traspasando barreras, amparada en las enseñanzas de mi abuelo.

Nuevas barreras que traspasé gracias a mi abuelo.

Introducción. Conociendo nueva gente.

Antes que nada, debo agradecer los comentarios (buenos por suerte) que he recibido sobre mi anterior (y primera) publicación. Cuando decidí compartir con los lectores de Todos Relatos mi experiencia, no imaginaba las repercusiones que podría tener. Me ha sorprendido gratamente la cantidad de personas que me mandaron correos electrónicos contándome sus anécdotas, experiencias, y en otros casos, sus fantasías. Debo reconocer que tranquiliza el saber que una no es un ser extraño en estas prácticas, y que muchas personas las entienden, y en algunos supuestos, las comparten y practican. Es increíble el mundo que se ha abierto a partir de esa simple pero sincera publicación.-

Creo que he logrado trasmitir con claridad lo que sentía y lo que viví con mi abuelo. Muchos han destacado la espontaneidad de los hechos, y creo que eso es justamente lo que sucedió, ya que fue algo que se dio de repente y que se vivió intensamente.-

Debo confesar algo. Después de mucho analizar lo sucedido, no puedo decir que el incesto sea algo bueno. Quienes lo hemos practicado no podemos afirmar que sea algo que este bien. Tengamos presente que casi siempre debemos recurrir a estos medios, con seudónimos, para hacer un poco de catarsis y exteriorizar nuestro secreto mas guardado, dándonos cuenta que si recurrimos a esto es porque no estamos por el buen camino. Son muy pocos los que conocen los secretos de un amigo/a en donde le confiesa que se acostó con su padre, su madre, su hermano/a o su hijo/a. No es algo que estemos publicando todos los días. Y como dije, por algo debe ser.

Sin embargo, he podido también concluir que muchas personas no nos arrepentimos de ese encuentro. Quienes reconocen que han traspasado esa barrera moral (yo lo llamo de esa forma), aceptando que han hecho algo malo, son los que han buscado premeditadamente la situación, con el único objetivo de tener una cesión de sexo prohibido, sin importarle el amor que siempre existe en la familia. Son ellos los que experimentan un arrepentimiento (mejor dicho, remordimiento) por el posible castigo que tendrán, lo cual es aún mas grave, porque no lamentan el hecho en sí. En los otros casos (donde mi incluyo) sabedores que hemos traspasado las barreras y las reglas de toda moral conocida, amparados en circunstancias totalmente ajenas a nosotras, lejos de experimentar un arrepentimiento, reconocemos que sin dudar volveríamos a hacer lo mismo, por cuanto hemos vivido una forma distinta de amar a un pariente. Igual sostengo, y que no se confunda lo que he dicho, porque en mi caso, por mas que lo he disfrutado, a todas y todos les recomiendo evitar llegar a traspasar esa barrera. Debemos estar muy preparados mentalmente para aceptar lo que hemos hecho.

Pero bueno, volvamos a lo nuestro. Muchos me pidieron que contara una segunda parte, por ejemplo, contando que paso a nuestro regreso del viaje de Europa. También me pedían que fuera mas breve. Los que leyeron el primer relato (extenso por cierto), advertirán que en mi afán por transmitir con precisión lo vivido, inevitablemente debía recurrir a un relato minucioso, que inevitablemente me insumió varias hojas. Procuré llevarlos a ese cuarto hotel, que pudieran sentirse vivos espectadores del amor que se deparaban dos personas. Como dije, creo haberlo logrado.

Por eso me ha resultado difícil pensar que otra historia contarles. La casi totalidad de los encuentros con mi abuelo conllevaron esa cuota de amor-pasión que nos envolvió en aquel primer momento. No miento si les digo que cada vez que hacíamos el amor, para mi era como si fuera la primera vez. El sentir su miembro en mis manos, el poder saborear sus líquidos, el sentir sus caricias. Todo parecía nuevo, aunque realmente podíamos decir que ya éramos viejos amantes.

Solamente limitarme a contar algo breve, corría el riesgo de no lograr el mismo efecto. El limitarme a un hecho aislado, en donde solo relatara un acto sexual, sería algo que podría gustarles a algunos y que para otros sería mas de lo mismo que día a día podemos leer en las tantas publicaciones de este y otros medios. No quería que solo fuera sexo. No quería un acto crudo. Me sentía en la obligación de volver a atraparlos para que pudieran revivir conmigo los mejores momentos de mi vida sexual.

Por supuesto que para mi el desafío era tratar de cumplir con todos. Que la historia fuera interesante, no tan larga, que pudiera trasmitir nuevamente lo que había pasado y lo que había sentido. Y luego de tanto pensar, nuevamente en forma espontánea y por demás inocente, me sucedió algo nuevo, distinto, y que creo merece ser contado. Lamentablemente, no incluye a mi abuelo, quien debo reconocer, ha sido un excelente maestro a la hora de enseñarme los secretos del sexo, siendo que la casi totalidad de las locuras que he hecho (que algún día les contaré), han sido inspiradas por él.

Como les comenté, luego de mi publicación empecé a escribirme con varias personas, tanto hombres como mujeres. En muchos casos nos contamos y confesamos reciprocas fantasías, historias y vivencias, llegando en algunos casos a conocernos muy profundamente. Por supuesto, tuve algunos desencantos con algunas personas, las cuales por suerte se fueron autodepurando hasta quedar con un grupo reducido con quienes inicie un intenso intercambio de opiniones, sobre estos y otros tantos temas.

Una de esas personas, a quien llamaré Mercedes, despertó en mi una especial atención. Ella deseaba profundamente a su padre, a quien veía como el ejemplo de hombre para casarse. De mas esta decir que su padre no le daba ni la mas mínima señal, aún cuando ella se había atrevido a mostrarse (accidentalmente) desnuda delante de él.

Mi consejo fue siempre que no lo hiciera, mas aún cuando no era correspondida. Me contó de sus miedos, sus problemas para tener relaciones estables, por cuanto siempre todo muchacho que se le acercaba lo consideraba poca cosa comparado con su padre. No se animaba a ir a una psicóloga (vieron, no es algo que contemos tan fácilmente), por lo que me convertí en su confidente, y me contaba de todo, de sus deseos, y de muchas otras cosas. Mis consejos siempre fueron que no lo hiciera, ya que forzar la situación podría generar consecuencias indeseables que el día de mañana harían que se arrepintiera de lo pasado.

Un cierto día se derivó la charla hacía el tema de la homosexualidad femenina o la bisexualidad. Si bien las dos éramos activas sexualmente, muy liberales, jamás habíamos tenido una relación lésbica. Reconocimos nuestras fantasías, pero también que no se nos habían dado las oportunidades, las cuales vale aclarar, tampoco habíamos buscado. Nos mandamos fotos, pero ninguna era sin ropa, ni con la intención de seducir a la otra.

Debo reconocer que a veces los comentarios eran subidos de tono, en especial cuando le comentaba algunas prácticas sexuales que había tenido con mi abuelo, o bien algunos juguetes que utilizábamos. "Sería fabuloso sentir eso", o "Como me gustaría estar en tu lugar", o "Como me gustaría ser vos en este momento". Sin embargo, nada hacía imaginar lo que en poco tiempo sucedería.

Capitulo uno. La visita de Mercedes

La relación con mi nueva amiga siguió por cursos normales. Durante dos meses nos escribíamos casi a diario, chateamos durante horas, e inclusive, tuvimos cesiones de web cam, pero siempre dentro de parámetros de amigas. Un día ella me dice que se había enterado que su padre le era infiel a su madre, lo cual le produjo una gran decepción. Realmente la notaba mal. Llegaron las fiestas y me dijo que pasó las peores fiestas de su vida, sabiendo que la familia que tenía era toda una farsa, y que su padre era realmente muy malo con su madre al engañarla. Por ello no fue extraño que para fin de semana posterior al 31 de diciembre, aprovechando que el día 02 de enero no se trabajaba en mi país, y siendo que recién me iría de vacaciones para después del 07 de enero, la invite a que viniera por tres o cuatro días a Buenos Aires, y por supuesto, que se quedara en casa. Aceptó gustosa la invitación, con lo cual el 01 de enero a las 20:00 horas la estaba esperando en la terminal de ómnibus. Ella vive en la ciudad de Rosario, la cual queda a no mas de 300 km de mi ciudad. Así, el recorrido no solo es barato sino además, no tan cansador.

Mi novio había ido a pasar las fiestas al campo de sus abuelos, (como era tradición en su familia hace ya 15 años), con lo cual el saber que estaría con una amiga nueva le dio mayor tranquilidad de que no saliera sola de noche para hacer alguna de mis locuras. Pobre ingenuo, pero bueno, igual lo adoro.

Cuando Mercedes bajo del micro, realmente me sobresalté. Ella tiene 19 años recién cumplidos, es castaña clara, de mas de 1,70 de altura, estaba bien bronceada (es pleno verano en mi país) lo que le daba una tonalidad brillante espectacular, tenía ojos claros (verdes turquesa), mas bien flaca, pero con unos pechos alucinantes, bien marcados y que movían rítmicamente a bajar la escalera del micro. Traía un pantalón jean azul claro ajustado, que le marcaba unas piernas perfectas. Y ojotas en los pies. En realidad, estaba vestida muy normal, pero creo que era la actitud con la que se presentaba la que me llamaba la atención. Yo estaba sorprendida por mi reacción. La había visto en fotos, inclusive en una con bikini, pero no entendía porque me había sobresaltado. A lo mejor se estimulaba con dos muchachos que no paraban de mirarla y de insinuársele todo el tiempo. Lo cierto es que recién reaccioné cuando se paró frente a mi y con un fuerte abrazo me saludo

-"Hola Cinty, como estas"?. Dijo muy amablemente. Y agregó, "Gracias por invitarme. La verdad no me animaba a tanto, no se sabe que loca o loco se conoce por internet, pero bueno, ya estoy acá".

-"Mechi, -reaccioné rápidamente- me alegra mucho que estés acá. La vamos a pasar de maravillas. Ya verás. Vas a olvidarte de todos tus problemas."

La ayude con su bolso de mano, y ella agarró su valija. Nos fuimos a buscar mi auto al estacionamiento mientras hablamos de cómo le había ido en el viaje y todas esas cosas. En un momento, y para cubrirme por si había notado algo raro en mi, le dije que me había sorprendido al verla. Que las fotos te dan una idea de la persona pero que recién al verla personalmente te das cuenta de cómo es verdaderamente. Y le dije que me parecía una chica muy linda y con un cuerpo alucinante. Nos reímos, me agradeció el cumplido y me dijo que yo también estaba muy bien. Subimos al auto.

La llevé a dar una pequeña vuelta, y le dije "Hoy prepararemos algo en casa para cenar, y si no estábamos muy cansadas, después daremos una vuelta en la noche porteña".

Cuando llegamos a casa la ubique en uno de los dormitorios de mi departamento, y le dije que si quería descansar un rato lo hiciera. Que yo prepararía pizza. Vivo sola, y tengo un departamento que tiene un living con la cocina incorporada, dos dormitorios, un balcón inmenso, una hermosa vista el río, dos baños (uno con hidromasaje). Tengo casi 85 m2 para mi, y ahora, para compartir con mi amiga.

Me fui a la cocina, ella entró al baño y a los cinco minutos estaba conmigo para ayudarme en lo que fuera. En media hora la pizza estaba lista para meter al horno. Abrimos una cerveza y brindamos por el encuentro. Seguimos hablando de cosas varias. En especial, se descargó mucho con el tema de su padre y de que le dijera como encarar el tema con su madre. Si se lo debía decir o no. Abrimos otra cerveza. Le mostré unos DVD de recitales que tenía y nos pusimos a escuchar y cantar juntas. Al rato pusimos la pizza en el horno. Cuando terminamos de comer, nos dimos cuenta que ya eran como las 12:00 de la noche. Me dijo que estaba muy cansada y que además le dolía mucho la espalda. Seguramente la salida del aire acondicionado del micro la había enfriado mucho. Además, estaba durmiendo mal todas las noches, porque no podía conciliar el sueño con el tema de su padre. Le ofrecí hacer un masaje, algo que le había contado que me gustaba mucho hacerle a mi novio, y para lo cual creo soy muy buena. Totalmente gustosa aceptó y nos sentamos en el piso, yo apoyando mi espalda contra el sillón grande y abriendo mis piernas, y ella en el medio de mis piernas, dándome la espalda. Cuando comencé a tocarle la espalda, me di cuenta que realmente estaba tensa y así se lo hice saber. Me confesó que podía ser un poco también porque había estado muy nerviosa la última hora del viaje pensando como sería todo el encuentro y que no quería que nada saliera mal. Que ahora, mas relajada, el caía todo el peso de esa tensión.

Tenía una remera tipo musculosa y no tenía facilidad para llevar adelante el masaje, por lo que le insinúe tímidamente y esperando que no pensara mal: "Mechi, si querés sacate la remera que te hago en toda la espalda masaje?. No se, te animás?.

No podía ver su cara, pero a lo mejor la confianza generada hizo que naturalmente se sacará la remera, pero lo que siguió me sorprendió aún mas, porque sin que se lo pidiera se sacó también el corpiño. Yo había olvidado un poco la sensación que tuve al verla bajar del colectivo. Les aseguro que realmente no tenía ninguna intención de buscar algo con ella, y por lo que después me confesó, ella tampoco buscaba nada. Si bien en alguna de mi fantasía era tener a una chica desnuda y poder hacerle masajes, debo reconocer que siempre había visto lejana esa posibilidad.

Creo que la cuestión pasaba un poco en que ninguna de las dos quería pasar por mojigatas, con lo cual, aún cuando sintiéramos algo de vergüenza, no lo demostrábamos.

Comencé a hacerle un masaje esmerándome lo mas posible, mirando la puerta ventana del balcón donde podía observar reflejarse los bordes de los pechos de Mercedes, los cuales tenían una forma casi perfecta. Debo reconocer que la situación me excito un poco, pero obviamente, todavía mantenía el control de la situación. No deseaba hacer nada que la asustará, porque la verdad, hasta ahora no estábamos haciendo nada extraño. Ni siquiera habíamos tocado temas sexuales.

El masaje habrá durado una media hora. Le pase mis manos por toda la espalda, parte de sus costados, le levantaba sus brazos y le pasaba mis manos por sus axilas, que me dejaban impregnado un olor a hembra muy particular. Le masajeaba sus manos, sus dedos. Todo esto mientras hablábamos naturalmente de sus problemas. Realmente era una charla de amigas que se preocupaban por los problemas de la otra.

Después de un rato le pregunté como se sentía, a lo que me dijo que mucho mejor recostándose sobre mi y dándome las gracias. Eso me permitió verle sus pechos en casi todo su esplendor, viendo que tenía un pezón mediano, con una aureola bastante grande. Resaltaban mucho mas teniendo en cuenta que estaban las marcas de la bikini por el sol. Eso hacía resaltar aún mas su aureola.

"La verdad, me hacés mucho bien, gracias, sos muy buena, tal como me imaginaba. Creo que de verdad tengo una gran amiga acá. Para todo, una palabra justa", decía ella mientras seguía recostada sobre mi.

Reconozco que tuve el deseo de tocarle sus pechos, tomarlos en mis manos y sentirlos. Se notaban firmes, muy tentadores. Pero me contuve.

Volviendo rápidamente a la realidad, le pregunté si quería dar una vuelta e ir a tomar algo por la zona de San Isidro, un barrio en las afueras de la capital. Aceptó. Le dije que se pusiera algo mas sexy que saldríamos a conocer chicos lindos. Cada una se fue a su cuarto, y al salir (después de casi 40 minutos) estábamos divinas. Mechi estaba con un vestido escotado, azul, que apenas le llegaba a la rodilla, con unas sandalias blancas muy lindas. Yo me había puesto una pollera negra, con un top blanco, con unos zapatos tipo sandalia con un poco de taco. Apenas nos habíamos puesto algo de maquillaje y decidimos salir sin perder mas tiempo.

Nos fuimos a recorrer la costanera de San Isidro, donde están varios lugares para tomar algo y conocer gente. Se nos acercaron muchos chicos, y la verdad, la pasamos muy bien, riendo y contando de todo. Por supuesto que siendo local, me hacía un poco mas de lo que era, con lo cual llamaba a los chicos y los invitaba a que se sentaran con nosotras. Le decía que mi amiga estaba un poco deprimida y que necesitábamos gente divertida.

En un momento haciendo apuestas, Mercedes tuvo que besar a uno de los chicos, lo cual generó una risa general. Ella la estaba pasando muy bien. Mi objetivo estaba lográndose. Ella se sentía mucho mejor.

Después de un rato, decidimos irnos para casa, ya que eran como las cuatro de la mañana y la verdad, no queríamos estar hasta muy tarde en la calle.

Seguimos charlando de todo durante el regreso que toma aproximadamente una media hora. Seguíamos contando de todo y cada vez profundizábamos los temas. Reconocía mi facilidad para socializarme con chicos, lo cual a ella le costaba tanto. También me reconoció que admiraba como me había animado a hacer tantas cosas, entre ellas el tener relaciones con mi abuelo, y que seguramente debía ser una máquina en la cama.

En ese momento le dije que todo pasaba por ser natural, espontánea, y tratar de no exponerse a situaciones sobre las cuales no se puede tener control. Y lo mas importante, es tratar de no demostrar los miedos, y atreverse a hacer locuras alguna vez. Le recordé que ella había sido espontánea cuando se desnudo delante de mío para que le hiciera el masaje, y que había dejado de lado su vergüenza para ser ella.

-"Para, que no me desnude, solo me saque el corpiño", dijo Mercedes, "Además, no me dio vergüenza", agrego.

-"Bueno, una forma de decir,", le dije. "Te animaste a que te viera las tetas casi sin conocernos. Me refiero a eso". Y agregué "viste como somos las chicas, inclusive delante de nuestras amigas nos cuidamos un poco al cambiarnos".

Mercedes se rió y dijo "No te preocupes, no me da vergüenza mostrarte una teta, y mucho menos a vos, mira" y diciendo esto se corrió un poco el vestido en su parte de adelante, y dejó uno de sus pechos al descubierto.

Nos reímos y le dije "Yo no te muestro nada, si suelto el volante chocamos" le dije riendo.

"Bueno, entonces yo muestro por las dos". Y así se corrió la otra parte del vestido, dejando al aire sus dos pechos. Mi auto tiene vidrios oscuros, con lo cual nadie nos podía ver, con lo cual Mercedes se quedó con sus pechos al aire un rato largo.

"Me encantaría poder ser como vos", declaró Mercedes. "Sería bueno poder saber y hacer todo lo que vos haces. La tranquilidad, la mesura, la palabra justa. Te voy a poner como el ejemplo. No se que tenés vos, te escucho todo lo que decís, no me das vergüenza en lo mas mínimo, tenés un poder celestial sobre mi, sos como mi protectora. Mirá el poder que tendrás sobre mi que estoy con las tetas al aire delante tuya, ni con mis novios hago esto. Siento que me tengo que mostrar sin ataduras a vos, mostrarme como soy"

En dos segundos me paso de todo por la cabeza. A lo mejor era el alcohol, o el cansancio, o a lo mejor estaba muy deprimida. ¿Cuál era el sentido que realmente le daba a esa frase de "vos tenés poder sobre mi"?. ¿Y a la de "mostrarme como soy"?.

Me gustaba esa situación de dominar a alguien. Eso es algo que ya lo había practicado con mi abuelo y con un novio, y la verdad, me fascinaba la idea de tomar a alguien. Tenía mi fantasía de ser por una vez un hombre y poder ejercer ese dominio sobre una mujer. ¿Sería esta la oportunidad?.

Mercedes rompió mi concentración cuando siguió alabando mi forma de ser. Llegamos a casa y subimos a mi departamento. Seguíamos hablando y le ofrecí si quería tirarse en mi cama para aprovechar el mayor tiempo hasta quedarnos dormidas. Acepto gustosa y se fue a su cuarto a buscar un pantalón pijama y una remera. Se vino a cambiar a mi cuarto.

"Para que veas que no tengo vergüenza delante tuyo", y dicho esto, Mercedes se quitó el vestido quedando solo con su tanga. Habrán sido 10 segundos, pero fueron eternos para mí. Disfrute en todo su esplendor de unos pechos perfectos. Ahora los podía ver de frente, directo, con plena luz. También contemple sus piernas bien formadas. Se notaba que algo de ejercicio hacía (sabía que todas las noches corría una hora en su ciudad). Ahora podía contemplar completamente las marcas del sol en sus pechos. Me excito mucho eso, porque podía contemplar totalmente sus formas, sus contornos. Ni un solo gramo de grasa. Este espectáculo duró hasta que se puso el pantaloncito y la remera, pero para mí fue suficiente para hacerme maquinar.

Me hice la tonta y me cambié también delante de ella. Yo suelo dormir desnuda o con una simple bombacha, pero obviamente no podía hacerlo esta vez por lo que me saque todo (menos la bombacha) y me puse un pijama de short y musculosa. Nos tiramos en la cama, y comenzamos a charla de todo. Estábamos jugueteando con las manos y los pies, y debo reconocer que ya no era algo ya tan inocente.

En un momento determinado se acordó que en alguna oportunidad le había comentado de los juguetes que tenía con mi abuelo, y me pregunto si los tenía en la casa y si los podía ver.

La verdad tenía algunos implementos en mi casa. Una prótesis de latex negra, flexible, de 25 cm, un consolador con vibrador a batería, con la punta deslizante y un sistema que simulaba una eyaculación, unas bolitas chinas, de 3 cm de diámetro, una prótesis de pene con arnés, que alguna vez había utilizado para sodomizar a mi abuelo y a uno de mis novios. Y dos consoladores chiquitos, en forma triangular, que utilizaba para el ano. También habían dos juegos de esposas, y algunas sogas para atar.

Nos sentamos en la cama, y le mostraba como se utilizaba cada uno, aunque siempre sobre la ropa. Y le contaba algunas anécdotas vividas con cada una. Le dije que la mas interesante era cuando me ponía el arnés, que daba una sensación de poder. Que estaba bueno. Y le mostré como se ponía y ajustaba, por supuesto, sobre mi pijama. Me sorprendió la atención que tenía de parte de Mercedes. Me miraba como extasiada, tomando nota de todo lo que decía. Sorprendiéndose del tamaño de las prótesis y de que las mismas alguna vez hubieran estado en mi vagina o mi ano. "Eso sería digno de verlo". Sorprendió Mercedes. Le dije que si se portaba bien, después le dejaría utilizar alguno de mis juguetes, y a lo mejor, le mostraba y enseñaba como los usaba yo. Nos reímos un rato, y seguimos hablando de todo, hasta que nos quedamos dormidas.

El primer día había terminado bien. No me había animado a hacer nada, y tampoco Mercedes había amagado. Reconozco que existía de mi parte un cierto grado de tensión, me sentía extrañada por como se habían dado las cosas. Pero por supuesto, lo que siguió al día siguiente no me lo hubiera imaginado ni en mis mas entusiastas fantasías.

Capitulo dos. Descubriéndonos. Exponiendo los secretos.

Me desperté a eso de las 10:30 hs. Me levanté y ví a Mercedes que dormía profundamente. Decidí darme una ducha, para darle un mayor tiempo de sueño, para luego preparar un desayuno para las dos.

Sentía una extraña sensación, que lentamente me di cuenta que era excitación cada vez mayor. Obviamente mientras me bañaba me masturbe tranquilamente. No quería hacer mucho ruido y tampoco demorame mucho. Mis dedos recorrieron mi vagina y mi ano sin preámbulos. No era algo nuevo lo que hacía, pero si era nuevo lo que mi cabeza estaba pensando. Las imágenes que creaba ya no eran de una persona desconocida, no era una fantasía anónima, tenían nombre y apellido, Mercedes. La veía desnuda en mi cama, recordando esos breves segundos en que se cambió en mi cuarto. Ceo que llegué a introducirme dos dedos en mi vagina y tres en mi ano. Los metía lo mas adentro que podía, y después los sacaba para chuparlos íntegramente. Volvía a repetir la maniobra, dos, tres y cuatro veces, siempre metiendo los dedos simultáneamente en mi vagina y ano. De repente me di cuenta que ahora tenía cuatro dedos en mi ano. Me veía reflejada en la mampara del baño y no podía creer que estuviera llegando tan lejos. Estaba desencajada. Mi mirada estaba perdida, me di cuenta que en cierta forma buscaba hacerme daño, castigarme por esos malos pensamiento. Durante la noche mi calentura había aumentado, y ahora era conciente de ello. Miré el caño de la bañera y sin pensarlo me apoyé sobre el mismo y comencé a introducirlo en mi ano. Al no tener una punta realmente era dificultoso y me causaba mucho dolor, pero no paraba de hacer fuerza. Agarré vaselina y lubrique la zona. Con mucho dolor logre introducirlo. Debo reconocer la locura que tengo por introducirme cosas y la excitación que me ocasiona el saber que puedo lastimarme, como ya me ha sucedido alguna vez. La posición era muy incomoda pero no iba a parar. La ducha caía sobre mi espalda mientras me agarraba de un pasamanos que tengo instalado. Comencé a masturbar mi clítoris con mucha fuerza. Estaba logrando un climax muy bueno, y sin pensarlo, cerré el paso a la ducha y lo mandé para el caño, dejando que se me inundara todo mi interior. Acabe muy rápido, explotando en un terrible orgasmos. Las piernas me temblaban, pensé que me caería. Gracias a dios el agua no estaba tan caliente, porque creo que me hubiera hecho daño. Igualmente, limpie el desastre que había hecho (se imaginarán, funcionó como un enema), me seque, me puse una ropa liviana y me fui a la cocina.

Estaba preparando el desayuno cuando entro Mercedes.

-"Buenos días, -dijo-, sentí el olor de los sándwiches tostados y no me pude aguantar". "Me podrías preparar uno?".

-"Por supuesto, para vos estaba preparando también. Te iba a despertar ahora".

Comenzamos a desayunar.

"Anoche me divertí mucho", dijo Mercedes. "Realmente hace tiempo que no la pasaba tan bien. Te lo agradezco mucho".

"Me alegro que la pasaras y que estés bien, esa era el objetivo de tu visita o no?. Le dije.

"Si, es verdad, -respondió- pero bueno, no se, pensaba, como podría devolverte todo esto. Te repito, me has hecho sentir distinta. Sos realmente especial. Daría lo que sea por ser como vos. Además, pensé mucho en tus consejos y tenés razón, no vale la pena privarse de las cosas, hay que disfrutar la vida. Lo que pasa que debo reconocer que tengo mi timidez. Con vos trato de hacerme la superada, pero me cuesta. Inclusive ayer, te confieso que me dio un poco de vergüenza cuando me veías la tetas".

"No seas tonta, -le dije-, no tenés que hacer las cosas forzada. No tenes que quedar bien conmigo porque si".

"No las hago forzada, -agrego-, es mas, estoy tan bien con vos que haría lo que me pidiera, enserio, me das mucha confianza. Es increíble, parece que fuéramos amigas de toda la vida".

Ahora si que nuestras miradas daban que hablar. Nos quedamos un rato en silencio, sonriendo. Creo que intuíamos lo que podía pasar, pero ninguna imaginaba hasta donde seríamos capaces de llegar.

Le ofrecí ponernos unas calzas y zapatillas y salir a correr un poco por el parque. Ella no había venido preparada, con lo cual le tuve que dar de mi ropa, inclusive, ropa interior deportiva y zapatillas. Esta situación también me excitó. Estaba armando una persona a mis gustos, mis ropas. Dependía de mí.

Salimos a correr. Se nos acercaron unos chicos, los cuales eran muy pesados. Para ahuyentarlos les dije que no nos interesaban los hombres, y dicho esto, nos tomamos de las manos y nos fuimos juntas.

Ya a la distancia nos reímos un rato y nos tiramos en el pasto a descansar.

"Que ocurrencias las tuyas, realmente sos increíble. Debo reconocer que nadie contigo la puede pasar mal. Me quedaría a vivir con vos para siempre".

-"Y sería complicado, -le respondí-, si estamos juntas todo el tiempo van a decir que somos pareja, ".-

  • "Mirá, jamás pensé estar con una mujer, lo sabés, pero si tuviera que elegir a una no dudaría un segundo y te elegiría a vos". Me sorprendió Mercedes.

  • "Bueno, es reciproca la cosa, vos también estarías en la lista de las chicas que me gustaría que compartan mi cama. Lo único, ...., tendríamos un problema",

  • "Cual?. Te juro que con vos, yo no puedo tener ningún problema?. Proclamó ansiosa.

  • "Es que sabes que soy muy exigente para el sexo, sos amorosa, pero no creo que podrías llevarme el ritmo. Además, al ser tan especial, no me gustaría corromperte", obviamente, había echado mis cartas sobre la mesa.

  • "No, en serio, siempre que sea con vos no tengo problema. Vos la tenés re clara, sabes lo que haces. Además, sos la única que me ha dado un espacio incondicional y desinteresadamente". Y agregó, "Date cuenta que me has contado de todo, y te juro que a no se como te animás a llevar adelante esas historias. Quiero ser libre con el sexo, sin prejuicios, sin temores. Mirá, si estás vos yo me animo a todo. Y si vos lo hacés, no veo porque no lo voy a hacer yo".

Las cosas se estaban dando muy naturalmente, lo cual era lo que me gustaba. No se había planeado nada, jamás habíamos evaluado la posibilidad de tener algo. Igual, mi cabeza iba mas allá, porque no quería limitarme a tener una primera relación lésbica, buscaba lograr el mayor placer posible dominando a una persona. Esa posición sumisa y entregada que me mostraba, quería aprovecharla al máximo. Me vinieron a la mente tantas cosas que había leído, tantas cosas que había comentado con otras personas, que en un segundo deseé hacerlas todas con Mercedes. Me daba cuenta que tenía un poder muy grande sobre ella. Había tenido la oportunidad de hacerse para atrás y ella había decido seguir. Ella se lo estaba buscando y por lo tanto, no había posibilidad que me sintiera culpable.

  • "Te estas dando cuenta lo que estas diciendo?. Mira que soy muy liberar, nunca lo hice pero no soy de arrugar, no tenés que sentirte obligada. ¿Sabés que si empezamos vamos a terminar en la cama y que vas a tener que hacer muchas cosas que ni te imaginas que se hacen?". Le dije a Mercedes claro y directo, buscando ver hasta donde se animaba a llegar.

  • "Si lo se, y si bien me siento un poco extraña porque a lo mejor pensas que soy rara, creo que podría ser muy bueno probar cosas distintas, sin compromisos, buscar el placer y darle placer a una persona que te quiere. Y si sos vos, mucho mejor". Y agregó "Con vos mi animo a todo, ya te lo dije".

  • "Bueno, si lo decís vos. Te animas que te ponga una prueba ahora mismo?". Le dije.

Abrió los ojos sorprendida y un poco asustada. "¿Acá?", preguntó.

  • "Si, acá, ¿te animás?.

  • "Que prueba?." Pregunto

  • "Primero aceptá, a ciegas, y después la tenés que hacer lo que te diga".

Su cara denotaba ese temor de principiante, pero su confianza (o calentura) pudo mas. "Esta bien, si. Decime cual es la prueba".

  • "Bueno, mirá esos dos chicos que están ahí –señalando a dos muchachos en bicicleta que tendrían unos 16 o 17 años y que estaban descansando un rato- andá, presentante, y te doy 10 minutos para que les des un buen beso en la boca a cada uno, con lengua, y elijas a uno de ellos y los masturbes, y me traigas la leche en tu mano. Pero un buen beso."

Mercedes se puso toda colorada y no por el calor. Miraba a los chicos y dudaba. Tragaba saliva. Era obvio que no sabía ni como empezar.

  • "Ves mi negra, sos un amor, pero todavía te falta. No te preocupés, todo lleva su tiempo. No te apurés". Le dije con un tono medio irónico para ver si reaccionaba. Y por suerte, así fue.

  • "Lo voy a hacer, pero dame una idea, como los encaro, que les digo?".

  • "Acordate de anoche mi amor, hace memoria las cosas que les decíamos a los chicos. Algo tiene que servir", le dije.

Se levantó y sin decir palabra caminó los 50 metros que nos separaban de los chicos y luego de un rato y de ver que ellos se reían, se agacho y beso a uno primero y al otro después. Fueron besos realmente largos. Ver la imagen de un beso no era algo que excitara por si solo, pero lo que si lo hacía, era el saber que yo había logrado forzar a que esa jovencita fuera a hacer lo que yo le ordenaba. Sin haberlo pensado estaba empezando a pergeñar uno de los fines de semana mas excitante de los que me ha tocado vivir en mi vida.

Se estaban riendo cada vez mas. Nuevamente besó a uno de los chicos, era uno morocho, parecía el mas chico. De repente me señalaron y siguieron riendo. Miraron para todos lados, y de repente estaban los tres concentrados mirando la entrepierna del morocho. Mercedes llevó su mano ahí (la verdad, no podía ver nada), y veía como hacía unos movimientos rítmicos. No tardó mucho en pararse de su lugar, y dándole un beso en la mejilla a cada uno, se dirigió hacía mi. Mientras regresaba hacia donde yo estaba, podía ver como su cuerpo se movía por todos lados, aún cuando tenía un cuerpo mas grande que el mío y que en consecuencia mis ropas la ajustaban mucho. La imaginaba desnuda y obedeciéndome como una esclava. Traía algo en su mano.

  • "Bueno, pase la prueba", dijo mientras me mostraba el semen en su mano.

  • "Esta bueno saber que hay gente loca como yo", mientras empezamos a reírnos. "Que pensás hacer con eso, no lo iras a tirar?.", y mirándola a los ojos le dije que porque no lo probaba y me decía el sabor que tenía.

  • "Te dije que nunca la tragué, no se si me animo", decía Mercedes recordando ahí alguna de nuestras anteriores charlas vía internet.

  • "No es nada malo, es natural, y además, algún día lo vas a tener que hacer. Dale, apurate que el calor puede descomponer esa lechita", le dije riendo.

Mercedes llevó su mano a la boca, primero olió un poco, y después pasó la punta de su lengua por sobre el liquido. Era claro que le daba asco, pero su orgullo pudo mas, y de golpe se la chupó la palma de la mano y se metió todo en la boca, tragándola rápidamente. Cerro sus ojos y no dijo nada.

  • "¿Y, que te pareció?’", le pregunté.

  • "Me gustó, no esta mal, pero la verdad, lo que mas me mató era el saber que me estabas mirando", decía mientras se sentaba de cuclillas a mi lado.

  • "Te excito la situación?, porque eso es lo que tiene que importar", volví a preguntar.

  • "Un poco sí, no se como explicarlo", decía medio dudosa

  • "Haber, dejame ver, yo te digo si estas excitada", y diciendo esto le metí la mano por debajo de calza buscando su conchita.

Mercedes abrió los ojos sorprendida, creo que un poco asustada, porque realmente ella no se imaginaba que yo pudiera tomar una acción como la que estaba pasando. Mi mano había apartado la bombacha, posicionándome directamente sobre su vagina. Hizo el ademán de retirarse un poco hacia atrás, pero no la dejé. Yo creo que me mostraba muy segura con mi accionar, pero la verdad, por dentro estaba muy nerviosa. Me estaba mojando toda, pero era parte por la excitación, y gran parte del susto que tenía que Mercedes pudiera reaccionar porque había interpretado yo algo mal.

  • "Mirá, yo tampoco nunca hice algo así, lo sabés –dije rompiendo el silencio-, pero creo puede ser algo muy bueno. Podés levantarte y seguimos corriendo y hacemos como que no pasó nada, o te quedás quieta y dejás que juntas descubramos nuevas experiencias. Te aseguro que voy a darte placer como nunca imaginaste. Te aseguro que nunca vas a olvidar este viaje".

Mercedes se quedó quieta. No sabía si era el terror que sentía o si estaba dando su conformidad para seguir. Su rostro solo expresaba sorpresa. Miraba directo a mis ojos.

Decidí seguir adelante y comencé a mover mi mano. Muy lentamente.

"Te aseguro que no me imaginaba esto", dije nuevamente. "Querés que me detenga?".

Negó con su cabeza. Solo eso.

"Sabés que esto puede terminar muy mal, estás dispuesta a seguir y atenerte a las consecuencias",

Asintió con la cabeza. Solo eso.

Mi mano se movía, al igual que mi dedo mayor, que lentamente se dirigía hacía atrás, buscando rozar la puerta de su ano. Mi mano se mojaba cada vez mas. Mercedes seguía mirándome, sin decir nada, mientras yo recorría con mayor libertad toda su zona. Sentía una manta de pelos bien tupida. Al parecer Mercedes se depilaba lo necesario. Eso me entusiasmó mucho mas, reconozco que me hubiera gustado desnudarla y comerla toda en ese momento, pero se imaginarán que era algo imposible de hacer. Además, quería llevar despacio las cosas y reservar lo mejor para después.

Uno de mis dedos comenzó a puertear su vagina. Comencé a introducirlo lentamente. Mercedes solo se limitaba a mirarme, su único movimiento fue para acercarse mas a mi cuerpo para facilitar la penetración de mi dedo. Nuestros rostros estaban muy cerca pero solo nos limitamos a mirarnos. Seguramente quien pasara advertiría la situación en la que estábamos, pero nosotras ni nos preocupábamos de lo que pasaba a nuestro alrededor. Estábamos en nuestro mundo.

La respiración de Mercedes comenzó a acelerarse. Subía lentamente, pero aumentaba. Se estaba agitando cada vez ma.

"Estas segura que querés que siga?", le volvía a preguntar mientras introducía ahora mi segundo dedo en su vagina. Mercedes no emitió opinión, solo que ahora abrió su boca para empezar a emitir muy suaves gemidos. Era claro el mensaje. Sus ojos permanecían abiertos, cruzados con los míos.

La palma de mi mano estimulaba parte de su clítoris. Mercedes estaba bien colorada, y eso me excitaba cada vez mas.

"Voy a poner una sola condición para seguir", le dije, "a partir de ahora vas a hacer lo que yo te diga, lo que yo te ordene. Voy a hacer lo que yo quiero con vos. Y en contraprestación, vas a recibir todo el placer que tengo para darte, estas de acuerdo?".

Mercedes asintió con la cabeza.

"Quiero escucharlo, estas de acuerdo?. Respondeme".

"Si", apenas murmuró. Era obvio que la excitación de Mercedes no le permitía hablar con total claridad.

"Quiero escucharlo de nuevo, mas claro, ¿estas de acuerdo?".

"Si ah, si ah, si ah, si", comenzó a repetir entrecortada, mezclando con suspiros suaves pero muy claros.

"Eso es, seguí diciendo sí, no pares", le dije mientras retiraba mis dedos de su vagina para dirigir uno hacía su ano y comenzar a estimularlo.

Mercedes seguía diciendo sí. La palma de mi mano todavía estimulaba una parte de su clítoris, con lo cual la mantenía en climax. Pero ahora, mi dedo mayor estaba intentando entrar en el ano de mi amiga.

"Sabes lo que te va a pasar, querés que siga?. Estas de acuerdo con esto?", le seguía preguntando forzándola a hablar. Ese gemido reprimido me excitaba cada vez mas.

"Si, si, si".

La respuesta fue muy clara. Sin dudarlo, aprovechando que la zona estaba totalmente lubricada, comencé a introducir mi dedo en su ano. Lo hice en un movimiento lento pero constante, hasta llegar todo adentro. En ese mismo momento Mercedes cerró sus ojos y emitió un gemido muy fuerte, apretando las piernas y aprisionando mi mano hasta hacerme doler.

Nos quedamos quietas unos segundos, hasta que volvió la normalidad.

Lentamente comencé a sacar mi dedo de su ano, para luego sacar mi mano de su zona vaginal.

Cuando liberé la mano, le ofrecí el dedo para lamerlo, y le ordené que lo hiciera. Mercedes sin dudarlo, y sin sacar la mirada a mi mano, sacó su lengua y comenzó a chuparlo muy lentamente, primero con un cierto rechazo, pero luego, con mayor seguridad, hasta metérselo entero en la boca y chuparlo entero hasta dejarlo totalmente limpio.

Es increíble lo que puede hacer la calentura, yo recién estaba empezando a comprobar esta realidad.

Capitulo tres. Un principio. Muchos finales.

Seguimos corriendo por media hora mas, un poco para descargar la tensión que se había generado, que a decir verdad, seguía creciendo. No cruzamos palabra alguna durante esa media hora, pero era obvio que estábamos seguras de lo que cada una pensaba.

Llegamos al auto y subimos. Emprendimos la vuelta a casa.

"Sabés, a partir de ahora vas a hacer lo que yo te diga" le dije, "Y no quiero ninguna discusión".

"Como vos digas", expresó Mercedes.

"No querida, desde ahora me darás el trato de ama, ¿entendiste?.

"Si mi ama", respondió sin dudar

Llegamos a casa, subimos y le dije que se fuera a bañar. "Quiero una esclava limpia. Detesto la mugre".

Mientras ella estaba en el baño entré ocultando algo detrás de mi cuerpo. Estaba todavía sin desnudarse del todo, por lo que le dije que se quitara todo y que se metiera en la ducha.

Cuando Mercedes se desnudo por completo lo que pude apreciar fue algo que me impacto mucho. Tenía un cuerpo hermoso, casi perfecto. Sus pechos formaban unas curvas exactas, permitiendo apreciar algo que deleitaba a cualquiera.

Pero era su vagina cubierta por una mata de pelos lo que me deleito. Los pelos que tenían eran abundante para la época del año (verano), pero hacían que el cuerpo de Mercedes luciera perfecto. El matiz de su cuerpo bronceado, las marcas de la bikini y su tanga, contrastado con el negro de sus vellos en su vagina, hacían del cuerpo de Mercedes una obra de arte. Sus pezones estaban duros, con lo cual era evidente que su excitación era constante.

Me detendré unos segundos para describir la parte del cuerpo que también me fascinó. Las piernas y los pies de Mercedes. Mis ojos recorrían una y otra vez sus piernas, deteniéndose en sus pies que no mostraban una sola imperfección. Los músculos estaban marcados en el punto justo, pudiendo apreciar unas hermosas piernas de mujer. Los dedos de los pies mostraban unas uñas cuidadas, brillosas. En una palabra, era perfecta.

"Mostrame tu colita", le ordene.

Se dio vuelta y me mostró una cola sin un gramo de grasa. Parada y que se notaba que era bien durita. Trabajada. Hacía un equilibrio perfecto al terminar y dar comienzo a sus piernas. En fin, estaba para morderla toda.

"Metete a la ducha que no tenemos todo el día". Ordene.

Cuando veía el agua caer en el cuerpo de Mercedes, me vino la imagen de ser yo una de esas gotas y estar recorriendo la totalidad de su cuerpo. Me moría de ganas de tomarla ahora, y era obvio que Mercedes también lo deseaba, pero quería esperar. No quería que todo se diera en un segundo. Quería disfrutar al máximo la espera. Además, quería que ella fuera la que suplicara que la tomara. Ese era mi objetivo, el poder penetrar a Mercedes con toda mis fuerzas.

Cuando terminó de bañarse salió de la ducha y empezó a secarse. Cuando terminó le dije, "Quiero que te metas esto en tu cola", y estirando la mano que todavía tenía oculta atrás mío le entregué uno de los consoladores en forma triangular, que utilizaba a veces cuando salía y que me permitía estar sintiendo un constante placer, y también las famosas bolitas chinas.

Mercedes, con dificultad logro introducirlo del todo. La verdad que verla a ella en cuclillas metiéndose las bolitas en su ano (cuatro en total) fue empezar a excitarme al máximo, y mucho mas cuando se introdujo el consolador. Debía sentirse muy llena, y por mi lado, comenzaba a elucubrar las cosas que podrían pasar.

"Bueno, ahora vestiste, y esperame en el living que yo me baño. Y ni se te ocurra sacarte el consolador y las bolitas. Lo vas a llevar puestos hasta que yo te diga".

Me bañe rápido y salimos a un shopping de la ciudad. Comimos algo y luego nos dedicamos a comprar ropa. A que mujer no le gusta probarse y comprarse ropa. Por supuesto, no éramos la excepción.

La pasamos muy bien. No se cuantas prendas probamos. En muchas veces, me metía con ella al vestidor solo para mirarla. Otras veces, corría la cortina justo cuando me imaginaba que estaría casi desnuda para probarse una prenda, dejando que los ocasionales clientes la atraparan sin ropa y la vieran. En esas oportunidades le hacía probar vestidos que sabía requerían se sacara casi toda la ropa. Mercedes no emitía ninguna protesta. Era increíble lo sumisa que era, y como aceptaba todo lo que le decía.

En un momento la invité a ir a ver una película en una de las salas que estaban ahí mismo. Ni bien comenzó la película le ordene que se sacara la bombacha y que abriera las piernas. Tenía todo el tiempo del mundo para disfrutarla, con lo cual comencé jugando con esos pelitos que tanto me gustaban. Después, muy lentamente, la masturbé, logrando que Mercedes tuviera como tres o cuatro orgasmos. Creo que llegué a meterle hasta tres dedos, y dejamos el asiento totalmente mojado.

Ella intento tocarme, pero yo le retiré la mano y le dije que ya tendría su oportunidad. Que debía esperar. Quería aumentar mi calentura. Estaba que volaba, y esperaba que cuando tuviera mi orgasmo fuera uno de los intensos que me hubiera tocado vivir.

Después de regresar de compras le dije que fuera a bañarse nuevamente y que se preparara lo mas sexy posible, que la llevaría a cenar a un restaurante de lujo. Eran como las diez de la noche y habíamos pasado una tarde espectacular. Le comenté que después de cenar iríamos a bailar a algún boliche en las afueras de la ciudad. Por supuesto, le prohibí que se sacara el consolador del culo como así también las bolitas.

Como toda mujer, el preparanos nos llevó mas de una hora. Resumiendo, cuando nos reunimos en el living, Mercedes vestía un hermoso vestido rojo (que habíamos comprado ese día), que el dejaba la espalda descubierta, y muy bien armado en sus pechos. El largo apenas le cubría sus piernas y sus nalgas, debiendo cuidar de cada movimiento que hacía para no mostrar su intimidad, y por supuesto, debía asegurarse que la soga de las bolitas quedará recogida en su bombacha. Obviamente, sin medias, y zapatos negros descubiertos con tacos. Cartera al tono.

Por mi lado, me había puesto un vestido blanco, no mucho mas largo, pero si con la espalda cubierta. Llevaba corpiño, aunque había estado tentada de no ponerme nada. Y zapatos semi cerrados con tacos.

Los maquillajes, simples, relucían nuestros rostros, especialmente los ojos.

La lleve a comer a un lugar del puerto, donde pasamos una cena muy agradable. Solamente me animé a llevar mi pie hasta su entrepierna, corriéndole en ocasiones su bombacha. Reconozco que me hubiera encantado besarla en ese momento, pero corría el riesgo que alguien me reconociera, y si bien eso me excitaba, no me animaba a mas.

A pesar de nuestra reciproca excitación, durante algunos pasajes de la velada pudimos mantener algunas charlas coherentes. Reconocer lo bien que la estábamos pasando. Cuando terminamos el postre, pagamos la cena y nos fuimos a buscar el coche. Le pedimos al muchacho del valet parking que nos trajera el auto. No nos habíamos dado cuenta, pero estábamos las dos, juntas, tomadas de las manos.

Cuando llegó el auto Mercedes entró primero, lo que me permitió que le viera toda su bombacha al momento de sentarse. Obviamente lo hizo apropósito porque cuando levanté la mirada me observaba sonriendo en forma picara. Ni que decir que el muchacho también tuvo el mismo espectáculo.

Subí al auto y al entrar me dijo si no se había excedido en su atrevimiento de mostrarse, y si le había gustado. El rostro de Mercedes con esa mirada desafiante hicieron que perdiera todo control sobre mí, provocando que la agarrara de su cabeza y trayéndola hacía mi nos fundiéramos en un beso largo y jugoso. Nuestras lenguas no tardaron en trenzarse por primera vez. La facilidad con la que se movían hacían creer que no era la primera vez que se juntaban. Parecíamos amantes de toda vida. Metía mi lengua en lo mas hondo de la boca de Mercedes, y ella la recibía gustosa. Mi saliva no paraba inundar su boca, y Mercedes, no paraba de tragarse todo mi jugo. Recorría su paladar, le mordía delicadamente su lengua, la hacía disfrutar al máximo, y ella, a mi. Era la primera vez que dejaba que me tocara, aunque solamente fuera un beso. Por mi primera vez ella tenía contacto conmigo. La espera había sido justificada. Debo reconocer que podría haber estado toda la noche besando esos labios, suaves, con la humedad justa para permitir el roce ideal con los míos. Combinaba besos con suaves mordidas en sus labios.

No nos dimos cuenta que estábamos retrasando la salida de otros vehículos. Los vidrios oscuros impedían ver lo que pasaba en el interior de nuestro auto. Por ello, el muchacho del valet parking se acercó y cual no sería su sorpresa al vernos en esa situación. Golpeo tímidamente (debo creer) el vidrio, momento en el cual reaccionamos y solo sonriéndole, nos alejamos del lugar.

Mercedes no paraba de mirarme mientras yo manejaba. La miraba de reojos para no sacar mi vista de la avenida y no tener un accidente.

-"Que te pasa linda?, porque me estas mirando así?. Pregunte intrigada.

-"Estoy esperando mi castigo mi ama. Se que hice algo sin su autorización", dijo

-"Tenés razón, ya pensaré en el castigo que te daré. Por ahora te digo que nos iremos a un boliche que queda a una hora de acá, donde lo que se hace ahí, queda ahí.".

Llegamos al lugar. Antes de bajar, le ordené que se sacara la bombacha y la dejara en el auto. Ese sería parte de su castigo.

No lo dudó y se sacó la tanga, mostrándome como su intimidad quedaba expuesta a cualquier maldad que pensara. Enrosco lo mas posible la soga de las bolas. La imagen de una mujer con sus piernas abiertas en el asiento de mi auto, me hacían volar de locura. La luz de la calle me permitía ver claramente esa mata de pelos que cubrían su sexo. Si bien la había visto desnuda unas horas antes, parecía como si fuera la primer vez que estaba descubriendo su cuerpo. Igualmente, tenía algo fuerte pensado, que si lograba hacerlo, podría generar consecuencias indeseables y peligrosas. Pero como les había dicho, la excitación podía eso y mucho mas.

Entramos al boliche. Enseguida las miradas se centraron en nosotras. Varios chicos se nos fueron acercando. Rechazamos algunos, con otros jugamos un rato. Nos pusimos en un rincón a bailar. Se acercaron mas chicos. Todavía no podía encontrar lo que realmente buscaba. De repente los vi. Eran dos muchachos, mas bien con cara de inocentes. Apoyados en la pared. Miraban a las chicas pasar, pero solo eso. No se animaban a hablarles. Realmente no eran dos chicos lindos, mas bien, eran feos, pero bueno, esta es mi opinión por cuanto la belleza es algo subjetivo.

Comenzamos a charlar sobre esos dos, diciendo que pobrecitos y que difícil que alguien les diera bola. Además, estaban muy mal vestidos y la actitud que tenían era la de los típicos perdedores. Se imaginarán que mi cabeza ya había decidido como humillar a mi amiga.

Se acercaron otros dos muchachos. Muy lindos. Serían parte de mi juego. Comenzaron a hablar con nosotras. Realmente sabían encarar muy bien a una chica. Igualmente, los mantenía a raya.

"Les cuento un secreto –les dije-, mi amiga no tiene ropa interior".

"No te creemos, ninguna chica sale a la calle sin nada".

"En serio, quieren ver", les dije.

El rostro de Mercedes demostró una nueva sorpresa. Creo que no se imaginaba que la estuviera ofreciendo ahí en publico.

"Si, queremos ver", dijeron los dos sonriendo con muchas ganas.

"Dale Mechi, mostrales que no tenés corpiño", le dije

Mercedes, un poco tímida, estiró un poco la parte delantera de su vestido para que vieran por arriba de ella.

"Así no nena, baja la parte de arriba, mostrale tus pechos enteros".

"ACA??", exclamó ya asustada.

"Si, igual después podés mostrárselo en otro lado si querés, pero ahora es así. No te queda otra". Le dije muy segura de mi posición.

Mercedes dudando un poco se desató la parte de arriba del vestido. Cuando terminó de desabrocharlo, me miró como esperando que le dijera que no lo hiciera. Pero no obtuvo nada de mí, solo una sonrisa cómplice que se confundía con las de los dos muchachos.

Mercedes dejó caer la parte superior del vestido, dejando al aire sus dos pechos. El juego de luces sumado a las marcas del sol, hacían relucir al máximo esos pechos, que realmente estaban hermosos. Los chicos no paraban de aplaudir, siendo que otros dos que justo estaban al lado también se pusieron a mirar. Igual, imaginen que el lugar donde estábamos era bastante reservado, con lo cual los que estaban al lado nuestro solo podían disfrutar del espectáculo.

Me acerque atrás de Mercedes y le dije que lo disfrutara, que esto recién empezaba.

Uno de los muchachos estiró una mano para tocarla. Lo detuve en seco indicándole que solo podrían hacer lo que yo dijera.

"Bueno, podés taparte ahora", le dije a Mercedes mientras le acariciaba suavemente uno de sus pechos, pudiendo sentir el pezón realmente muy duro.

"Sí, pero vos dijiste que no tenía ropa interior. Queremos ver si tiene bombacha", replicó uno de los chicos.

"Tienen razón. Cuando termines de atarte el vestido, mostrales que no traes nada abajo", le dije a Mercedes en el oído. Y agregue "y no me hagas decidir las cosas dos veces nenita, sabes que hoy vas a ser mía, pero antes, voy a hacerte sentir cosas distintas"

Mercedes mi miraba.

"Esta claro,??", le dije nuevamente al odio.

"Si mi ama. Haré lo que me diga". Y diciendo esto recogió su vestido y le mostró a los dos muchachos su vagina peluda.

El delirio de los chicos era grandioso. Creo que jamás se pudieron imaginar algo así. Estaban ante una chica muy linda que les mostraba su cuerpo sin ningún problema. El sueño del pibe dirían algunos.

Les pedí a uno de los chicos que me dieran algo con te taparle los ojos a Mercedes. Me pasaron una camisa, quedando el muchacho con una remera.

Le vende los ojos a Mercedes, asegurándome que no podía ver nada.

"Ahora vas a saber lo que es bueno perrita", le susurré al oído.

Dirigiéndome a uno de los chicos, le señalé que fuera a buscar a los dos muchachos que estaban a unos 20 metros de nosotros, y que por supuesto, ni se habían enterado de lo que pasaba. Por su parte, nos retiramos un poco hacía unos asientos que estaban en una zona mas oscura, y que se protegía de la gente con unas columnas.

Enseguida aparecieron los dos muchachos con cara de inocentes, sin entender que estaba pasando, principalmente cuando vieron a Mercedes con los ojos tapados y sentada.

Me acerque a Mercedes y le dije que mostrase su conchita, que queríamos verla nuevamente. Levantó su vestido, y se pudo ver con cierta dificultad su mata de pelos. "Abrí las piernas", le ordene, y en ese momento le pasé la mano por su vagina, metiendo de golpe un dedo en su concha. Se sobresaltó un poco, pero mucho mas yo, al sentir que su vagina estaba mas húmeda de lo que hubiera imagina. Retiré mi dedo y se lo di para que lo olieran los dos chicos nuevos.

Dirigiéndome a uno de ellos le dije si querían cojerse a la pendeja, era toda suya. Me preguntaron (inocentemente) cuando le cobraríamos. "No mi vida, hoy es nuestro regalo. Te la podés coger, y lo mas lindo, sin forro. Le acabás adentro", le dije con una sonrisa.

El chico no lo podía creer. Habló algo con el amigo, y luego de unos segundos me dijeron que si, que no tenían problema, preguntándome donde íbamos.

"No pichón, te la tenés que coger acá y ahora. Sentate en el sillón y ella hace el resto".

La cara del chico mostraba una total desconfianza. "No tengas miedo", y dirigiéndome a uno de los otros muchachos (los primeros), le pedí que le pusiera la pija en la boca de Mercedes para que se la chupara.

No tardó ni un segundo en pelar una linda poronga. Mercedes, al notar algo que quería entrar en su boca retrocedió un poco. Seguramente sabía de que se trataba pero no se animó de entrada. Me acerque a Mercedes y le dije al oído "Mi amor, tenés una hermosa pija delante tuya. Tomala, y sacale lustre".

Mercedes estiro la mano y sin esperar comenzó a chupar como una muerta de hambre. Los chicos cara de inocentes, abrieron la boca sin poder creer lo que pasaba. "Bueno, o son ustedes, o busco a otros, les dije".

Mercedes no sabía que había traído dos chicos mas y menos a los supuestos perdedores. Pensaba que todo se daría con los dos que ella había visto antes que la vendara. La música que estaba fuerte, no permitía que se escuchara lo que se hablaba, por cuanto siempre me debía acercar al oído del otro para hablarle. Mercedes no estaba enterada de nada.

Uno de los inocentes se acercó y yo le indique que se sentara y que pelara la verga. Así lo hizo, pero cuando sacó su pija, que no era como la del otro, la trataba de tapar torpemente. Corrí al muchacho a quien le chupaba la pija y poniendo de pie a Mercedes la dirigí para que se sentara sobre el miembro del muchacho. No costó mucho. Yo misma dirigí el pene directamente a la vagina. Entró como si nada. Sin esfuerzo. Mercedes comenzó a moverse mientras yo comencé a besarla en la boca, mientras le acariciaba su cabeza. Mercedes respondía sus besos como nunca. Comencé a bajarle la parte superior del vestido para liberar sus pechos. Cuando lo logré me puse a chuparle las tetas. Le mordía los pezones, algunas veces bien fuerte, lo que hacía que Mercedes se retorciera.

En un momento le dije al oído a Mercedes que le iba a decir al muchacho que se la cogía que le acabara adentro.

"No para por favor, no quiero, estoy en mis días mas fértiles, no quiero quedar embarazada", mientras decía esto, trataba de pararse.

Le hice señas al uno de los muchachos lindos y se acercó y la agarró de los hombros, impidiendo que Mercedes se pudiera mover.

"Dale pendejo, acabale adentro. Movete o te vas", le grite al que se la estaba cogiendo .

El chico estaba todo traspirado, y empezó a hacer movimientos raros (de coito calculo), y en unos segundos sentía que emitía un fuerte suspiro.

Mercedes solo decía que no, y podía sentir que estaba llorando. Uno de los chicos lindos la sostenía de los hombros, y yo la tenía de las manos, casi tirándome sobre ella. No se daba cuenta que en su movimiento de intentar zafarse, lo único que facilitaba era la penetración mayor, lo que en definitiva ayudaba a que el muchacho que se la cogía pudiera acabar dentro de ella.

Sin soltarla, dejamos que se levantará lo mínimo para facilitar la salida del muchacho que la había penetrado. Mercedes trataba de zafar pero el muchacho lindo tenía mucha fuerza y la retenía muy bien. La agarré de la espalda y me senté con las piernas abiertas, poniendo a ella en el medio. Le dije al muchacho lindo que la tomara de las manos, haciéndole señal al otro muchacho (feo) para que la penetrara, pero ahora de frente.

Se bajó un poco el pantalón, y enseguida comenzó a penetrarla. No pude verle su poronga, pero si se que la penetró sin preámbulo. "Dale, terminá adentro vos también pendejo, pero rápido", le dije.

"No, por favor, para, otro mas no, por favor, " decía.

"Y no sabés la cola que se formó pendeja, creo que son 20 los tipos que te van a coger"

"Sos una hija de puta, no me podés hacer esto, no soy una puta, dejame", gritaba Mercedes entre llantos.

"Disfrutalo guacha, no creo que se vuelva a dar esto, ¿querés saber quien te esta cogiendo ahora?", le dije al oído mientras le sacaba la venda de los ojos.

No pude ver la cara de Mercedes, pero si me di cuenta que la situación la había superado. Movía su cabeza para todos lados, tratando de evitar tener de frente al muchacho. Calculo que se sentía humillada porque estaba siendo penetrada por el chico que hace unos minutos había criticado y había tratado de perdedor. Las vueltas de la vida decía yo. El flaco seguía bombeando. Además, su sorpresa sería grande al comprobar que no eran los muchachos lindos los que la estaban cogiendo.

"Aprovecha, disfruta, sentite una puta por una noche, no pensés en nada. Te están cogiendo unos desconocidos, dale no mas.", le decía al oído.

El segundo también terminó sin problema dentro de mi amiga. Se salió. Ahí no mas le hice seña a uno de los lindos para que empezara a cogerla. No tardó un segundo en ponerse en posición. Mercedes ya no oponía tanta resistencia. La pija de este era interesante, con lo cual Mercedes comenzó a ser cogida con ganas. Yo metía mi mano en su vagina para sentir la pija entrar. Era una hermosa sensación.

"Te odio, me están violando y me gusta. Soy una puta", decía Mercedes. De repente note que ella misma estaba haciendo el movimiento rítmico. Fue ahí que para la tranquilidad de la pendeja (no soy una hija de puta) le dije "No te preocupes, ahora en el auto te doy la pastilla del día después, tengo todo planeado. Jamás dejaría que te pase algo grave". Y acariciándole su cuerpo, y principalmente sus pechos, le dije, "Ahora, terminá con estos dos para que nos vayamos nosotras a disfrutar, mientras te cogen, chupale la pija al otro y que te acabe en la boca y te la tragas".

La imagen debía ser hermosa. Uno la penetraba de frente y el otro, parado de lado, le daba para que le chupara la pija. No podía verla pero la imaginaba.

Mercedes estaba mas relajada, se notaba porque no hacía ningún intento por zafar de la situación. Yo me encargaba de acariciarle uno de los pechos, mientras le besaba lentamente el cuello. Tenías los pezones muy duros.

No tardaron en acabar los dos. Casi sincronizados. Mercedes se tragó todo el semen del que le terminó en la boca. Y su conchita, calculo que estaba llena con las tres acabadas.

"Vayan que después vemos si hay una segunda vuelta", les dije a los muchachos, mientras abrazaba con mas fuerza a Mercedes. Ella me tomaba las manos, y temblaba un poco. A lo mejor era la adrenalina vivida, pero la notaba muy agitada.

"Querés que nos vayamos solas?", le pregunté.

"Si, por favor".

Le hice arreglar el vestido y salimos lo mas rápido posible para que los chicos no nos vieran. No nos interesaba saber quienes eran. La emoción estaba en haber tenido sexo con unos extraños en todos los aspectos.

Subimos al auto, lo puse en marcha y salimos presurosos del lugar. A las cuadras le pregunté si se sentía bien, a lo que me respondió que si, que estaba bien. Le pregunté si había logrado acabar, y me dijo que había alcanzado un climax muy alto, pero que no había logrado acabar. Todavía se sentía excitada. Que había sido humillante, pero eso le había gustado mucho.

Me apiadé de ella y paré el auto en una calle lateral de la avenida que íbamos. Antes que nada abrí mi cartera y le di dos pastillas del día después, y le dije que las tomara. Le dije se recostara contra la puerta y que abriera bien las piernas. Comencé a besarle sus piernas. Le pasaba la lengua sobre sus muslos, sus pantorillas, aplicando muy leves mordidas. Trataba que disfrutara cada caricia. Levanté un poco mas su vestido para poder besarle su vientre. Llegué hasta su ombligo donde me detuve un rato largo, introduciendo mi lengua en su orificio, que por cierto, era por demás profundo.

Los olores de mujer embriagaban el ambiente. Debía parecer increíble la situación para Mercedes. Unos minutos atrás era prácticamente abusada por cuatro desconocidos, y ahora una mujer estaba por darle un placer de una forma que un día atrás ni se imaginaba podía suceder.

Mi lengua comenzó a dirigirse lentamente hacia su cueva. Decidida me acercaba cada vez mas. Mi lengua comenzó a rozar sus vellos púbicos. Bordeaba toda su mata, pero sin introducirme en esa hermosa selva. Me metí en su ingle, depilada, desértica. Los suspiros de Mercedes denotaban que estaba en el camino correcto. El olor de mujer era muy fuerte. Era claro que su cuerpo había trabajado mucho. Volví a sus piernas, ahora pasando mi lengua por cada centímetro de piel. Llegué hasta sus pies, sacándole sus zapatos. Comencé a besarle sus dedos, los chupaba. No me importaba nada. Comencé mi regreso hacía su intimidad, ahora por su otra pierna. Perfectamente depilada, sin ningún estorbó. Luego de amagar varias veces, con mis manos abrí sus labios y me lengua entró directamente en el interior de su vagina. Sin avisar.

"Me vas a matar, por favor, no parés", alcanzó a decir Mercedes.

Yo no podía, no quería ni iba a parar para decir nada. Sentía y podía beber parte del semen de los chicos que se mezclaban con los jugos de Mercedes. La verdad, no reconocía ninguno.

El olor que despedía su vagina era fuerte. Mi excitación evitaba que sintiera rechazo. Por primera vez en mi vida estaba frente a una chica a la que le estaba haciendo el amor. Algunas de mis fantasías se estaban haciendo realidad. Era increíble.

Mi lengua que comenzó a querer entrar cada vez mas y mas adentro. Mercedes agarró mi cabeza y luego mis pelos, comenzando a gemir sin limitarse.

"Que bien la chupas guacha, como me hacés calentar", decía con su respiración entrecortada.

"No parés, meteme esa lengua endiablada bien adentro. Llegame al útero guacha", seguía diciendo.

Yo estaba a mil, mi barbilla estaba empapada. Era algo distinto. Jamás imaginé que se podía penetrar a una mujer con la lengua. Se la metía cada vez mas adentro. La sensación de sus pelos por mi cara, en especial mi nariz, le daban un sabor especial al acto. Ya casi no lamía, chupaba mientras mi lengua se metía cada vez mas y mas adentro. De repente, Mercedes emitió un chillido, sumado a un grito fuerte. Me apretó la cabeza entre sus piernas, y enredando el pelo entre sus dedos, tiraba con toda su fuerza. Me dolía mucho, los aros me marcaban la oreja, pero eso no impedía que siguiera moviendo mi lengua. Creo que tuvo una sucesión de orgasmos. Por sus movimientos habrán sido dos o tres los que experimentó.

Cuando se relajo y soltó mi cabeza, lentamente retire mi lengua, pero seguí chupando por toda la zona, bebiendo sus jugos. Jamás imaginé que una mujer pudiera liberar tantos líquidos, debiendo reconocer que yo soy una chica que lubrica mucho.

Me alcanzó un pañuelo de papel de los que tenía en el auto. Me ayudó a secarme un poco, dándonos cuenta que estaba choreada hasta los pechos. El vestido de ella en la parte de atrás estaba todo mojado, y el asiento, también.

"Cinty, sos hermosa. La verdad, me estas matando.". me dijo mientras me daba un beso en la boca.

"Esto lo estas generando vos", le dije acariciando su rostro, "igual, todavía quedan mas cosas para probar, quiero hacerte de todo, y espero que no digas que no", terminé.

Eran ya como las cinco de la mañana. Rápidamente nos dirigimos a mi casa. Entramos al garage. Cuando estacioné el auto, Mercedes amago a bajar y la detuve. "Sacate todo el vestido y dámelo.", le ordené.

Me miró sin entender lo que quería pero lo hizo sin ningún problema. Estaba hermosa. Completamente desnuda en mi auto. Solo tenía los zapatos que se los había puesto de nuevo. Metí su vestido, su bombacha en mi cartera y le dije, "Toma las llaves del auto. Esperá diez minutos por reloj, bajate, cerrá el auto y subí a mi departamento así desnuda. Yo te voy a estar esperando. La puerta va a estar abierta, entrá directamente".

"Para, no, y si alguien me ve", dijo asustada.

"Ese es tu problema. Saluda, que no piensen que sos una mal educada". Y diciendo esto, le di las llaves y baje del auto.

Imagino que para Mercedes habrán sido 10 minutos de angustia. Lo cierto es que a los 10 minutos yo estaba parada en el living, cuando se abre la puerta y entra Mercedes, completamente desnuda, solamente con sus zapatos.

Yo estaba con una bata larga que llegaba hasta abajo. La tenía atada. Mis manos estaban atrás. Me había cambiado completamente. Le ordené que se cerrara la puerta y se pusiera de rodillas en el piso. "Alguien te vio?, le pregunté.

"No, por suerte todos están durmiendo todavía", respondió.

"Muy bien, ahora voy a darte un regalo especial. Voy a hacerte sufrir un poco, y después mucho, pero al final, estoy segura que lo vas a disfrutar mucho". Y le pregunté, "todavía querés seguir siendo mi esclava?". "Porque te has portado mal, y voy a castigarte muy fuerte". ,

Mercedes, mirando y seguramente intuyendo que vendría algo fuerte, solo atinó a agachar su cabeza y decir "Si mi ama, castígueme, estoy segura que lo merezco".

"Muy bien, así me gusta", y retirando mis manos de atrás, dejé ver una fusta que tenía preparada para ella. "Esto es para vos",

Cuando Mercedes vio la fusta, creo que se dio cuenta que sus temores eran reales. Sabía lo que vendría. Calculo que esperaba que luego la recompensa sería especial.

Le ordene que gateando se dirigiera hasta el sillón grande, y que apoyara las rodillas en el piso y apoyara el pecho en el sillón, sacando la cola.

Primero le apoyé la fusta en sus nalgas. Le marcaba lentamente cada espacio de su cola. Le advertía que esto le dolería mas a ella que a mi, pero que era algo que lo merecía. No tuve contemplaciones. El primer golpe fue sorpresivo soltando todo mi brazo. El grito fue terrible pero no se movió. No le di tiempo a recuperarse y nuevamente le di otro golpe. Y otro. Y otro. Su cola estaba roja, con la piel levantada. Realmente había sido muy duro. Le pedí que me mirara. Sus ojos estaban con lagrimas. Pensé en parar, pero cuando ella escondió su cabeza en el sillón, me di cuenta que de alguna forma lo estaba disfrutando. Seguí con los golpes en su cola. De vez en cuando desviaba algún golpe a sus muslos. Estos le hicieron gritar con mas fuerza. Seguí con los golpes. Empezó a llorar. Yo vivo en un último piso, con lo cual no me preocupaba que alguien pudiera escuchar. No sabía que me pasaba, pero no quería parar.

"Parate y levantá los brazos", le ordené.

Obedeció. Su rostro estaba transformado. Estaba llorando enserio. Pasaba mi fusta por sus axilas, por sus pechos. Sus pezones estaban muy parados. No los había visto tan duros en ningún momento del día. Golpeaba lentamente sus pezones. La llevé a su vagina. Me puse de costado y le ensarté un fustazo directo a su espalda. Y otros mas.

"No bajes los brazos"., le gritaba. Mercedes lloraba con ganas. Y de golpe, le di un fustazo en uno de sus pechos. Y comencé a pegarle sin intervalos. Los pechos, la espalda, la cola, las piernas, hasta que no aguantó mas y termino cediendo cayendo en la alfombra. Lloraba mucho. Su cuerpo estaba totalmente marcado.

Le acaricié su cabeza. Le dije que se tranquilizara. Le acariciaba la espalda. Me sentía mal, pero reconozco que me había excitado mucho. Le toque la cola. Le dije que estaba bien. Que luego la curaría. Seguí bajando y le metí la mano en la zona de su vagina. Estaba mojada y mucho. La turra lo había disfrutado.

Me levante y tome un jarrito que había puesto en la mesa, dejando ahí la fusta. "Tomá, bebé esto, necesitas algo para estar mejor", y estirando su mano tomó el jarro.

Su cara fue de odio, mirándome con mucha bronca. En ese momento yo me había puesto de frente a ella, y deslicé la bata mostrándole lo que tenía para ella "Tomá todo lo que te di, que te aseguro que vamos a seguir pasándola bien".

Mercedes no podía creer lo que le estaba pidiendo, pero creo que a la humillación que sentía, la excitación que le generaba era mucho mayor. Además el verme, sus ojos no daban crédito a lo que le estaba ofreciendo. Me había puesto botas de cuero con taco alto, un poco por arriba de la rodilla. Tenía un corpiño negro, de encaje, transparente. Y en la cintura, me había puesto el arnés, con la prótesis que se desplegaba en todo su esplendor.

Sin sacar su mirada de mi, mirándome fijamente a los ojos, desafiante, se llevó el jarro a su boca, y comenzó a beber lentamente todo el liquido que había en el mismo. Ahí recordé lo que había hecho unos minutos antes. Mientras subía por el ascensor, y habiendo decidido vestirme para castigarla y sacar el arnés para darle placer, me dieron muchas ganas de orinar. Me saqué el vestido, la bombacha, y me fui al baño. En ese momento decidí juntar mi pis en el jarro que tengo para enjuagarme la boca luego de lavarme los dientes, y obligar a Mercedes que se lo bebiera todo. Y no me decepcionó. No dejó una sola gota. Pero lo que siguió me decidió a seguir con mi plan y no tener ningún miramiento.

"Toma tu jarro de mierda, esto es lo mejor que podés hacer?", exclamó mientras me miraba con ojos desafiantes.

Sin dudarlo, abrí mi mano y le di la mejor cachetada que hubiera dado en toda mi vida. Este vez cayo sobre el sillón, boca abajo. Me puse arriba de ella y lentamente dirigí mi pene hacía su vagina. La penetré hasta el fondo. Comencé a cogérmela.

Había soñado muchas veces con tener a una mujer y poder dominarla. Poseerla. Y era algo que se me estaba cumpliendo ahora.

"Hija de puta, me estas cogiendo, sos una guacha, no puedo creer que me esté cogiendo una mujer", me decía tratando de mirarme. Y agregó "Sos una lesbiana de mierda, cuando yo te agarré te voy a romper el culo",

"No te voy a dar la oportunidad,", y diciendo esto, la hundí bien adentro la prótesis.

Yo le había agarrado el cuello y no le permitía que me mirara. La penetraba. El movimiento de verla recostada sobre el sillón, estando siendo penetrada, viendo mis pechos como se movían al ritmo de las embestidas, era algo que comenzaba a excitarme en forma geométrica. El movimiento lento que había empezado, aunque profundo, comenzó a ser reemplazo por estocadas cada vez mas fuertes y rápidas. Quería metérsela hasta la útero. Quería que no olvidara esta noche. La tomé de la cintura y me ayudaba con las manos para sostenerla cada vez que la penetraba.

"Me vas a hacer acabar guacha, no puedo creer que tenga esa pija de mierda dentro de mi concha. No puedo creer que me haya entrado", gritaba mientras gemía y disfrutaba de cada embestida.

Mientras la seguía cogiendo comencé a retirarle el consolador que le había dejado en el culo desde la tarde. Salió con mucha facilidad, haciendo efecto sopapa. Tenía bastante dilatado su ano, con lo cual continué estimulando el mismo, jugando con mis dedos en la puerta. En ese momento Mercedes explotó en un orgasmo muy fuerte.

"Mi amor, me estas matando", decía, "No puedo creer esto, no puedo creer que lo este disfrutando tanto. Ningún un hombre me hizo gozar tanto".

La di vuelta y comencé a besarla en la boca. "Sos hermosa pendeja", le decía. "Quiero tener tu culito, quiero que sea mío". Mientras le decía esto le seguía acariciando su colita, comenzando ahora a jugar con la soga de las bolas chinas. Comencé a besarle el cuello, le pasaba le lengua y le mordía delicadamente mientras me dirigía a sus tetas. Debo reconocer que estaba obsesionada con sus pechos. No paraba de admirarle el cuerpo que tenía. Los pezones de Mercedes estaban terriblemente duros. Creo que podía inclusive penetrarme con los mismos si lo hubiésemos intentado. La verdad, creo que no lo pensamos en dicho momento. Estuve un rato jugando con sus pechos. Los recorría una y otra vez. Disfrutaba sus contornos, sus formas de una forma que jamás pensé podría disfrutarse el cuerpo de una mujer. Me metía sus pezones adentro de mi boca. Los succionaba, los dejaba bien parados.

Me dirigí nuevamente a su vagina. Comencé a besarla y lamer los jugos que seguían saliendo en abundancia. Reconozco que besar una vagina es algo que no creía podía generarme tanto placer. Soy fanática del sexo oral, me encanta tener un pene en mi boca y que me terminen adentro, pero debo confesar que el lamer una vagina es algo totalmente distinto, en especial por el juego que tenemos que hacer con nuestra lengua.

Y después seguí con lo que me había quedado pendiente en el auto. Dirigí mi lengua a la entrada del ano de Mercedes. Los propios líquidos de la vagina habían lubricado la zona anal, con lo cual mi lengua podía recorrer todo con mucha facilidad. Con mis manos le abría las cachetes de la cola, dejando al total descubierto su agujero. Tomé la soga con mi boca y comencé a tirar. Debí hacer fuerza, y comenzaron a salir lentamente las bolas. El placer que le generaba a Mercedes era increíble. Se retorcía cada vez que movía la soga. No emitía palabra, pero los sonidos expresaban todo. Cuando salió la última bola su culo era un misterioso agujero negro. Decidí entonces dar un paso mas, y comencé a darle besos cada vez mas adentro de agujero. De repente me encontré metiendo mi lengua cada vez mas adentro. Era increíble ver como cada vez cedía mas y mas el ano de Mercedes, permitiendo que estuviera cada vez mas adentro. No se cuanto tiempo estuve besando su culo. Me comí todo lo que encontré ahí. No tenía problema, mi excitación iba en aumento, y les aseguro que no tenía problema en hacer lo que fuera. El ano de Mercedes también tenía sus pelitos, muy suaves. No había un gusto o aroma desagradable. Todo era de mujer. No quería parar.

"No aguanto mas, rompeme el culo, te lo suplico", gritó Mercedes desesperada. Esa era la señal que tanto había estado esperando. Sin decir palabra, me levanté, la acomodé bien en el sillón, de espaldas, le levanté un poco las piernas y con una de mis manos guié mi pene a su ano. No anduve con vueltas, la zona estaba muy lubricada, así que de un solo golpe se la metí. No se hasta donde habré llegado, pero lo cierto es que Mercedes se quedó sin aire por unos segundos. Seguramente le había dolido mucho, porque había sido muy brusca mi penetración, pero Mercedes se comportó como toda una lady y no emitió queja alguna. Me quedé quieta unos momentos esperando que su orificio se adaptara, y luego, comencé el mete y saca, aumentando cada vez mas el ritmo y la fuerza de las embestidas. Estábamos de frente las dos, con lo cual por primera vez nos veíamos cara a cara mientras me la cogía. Recién ahí terminé de reaccionar y caí en lo que estaba pasando. Me estaba cogiendo a una mujer, la estaba penetrando. Los gestos de Mercedes lo decían todo, lo estaba disfrutando al máximo. Ella misma levantaba un poco su cadera cada vez que la penetraba, buscando que entrara cada vez mas adentro. Sus pechos se movían con cada uno de mis golpes, generando un movimiento rítmico, permitiendo que uno bajara cuando el otro subía. Era hermoso ver ese espectáculo. Miré su entrepierna procurando ver como mi miembro entraba en su vagina. Era increíble ver como su conchita recibía todo eso adentro suyo. La posición me dejaba ver también mis pechos, que colgaban y también acompañaban el cabalgar que le daba a mi amiga.

La posición de penetración, permitía que parte del arnés le estimulara la zona vaginal a Mercedes, por lo que comenzó a aumentar su excitación. El arnés también tiene una pequeña prótesis que desde adentro se apoya a la altura de mi vagina, con lo cual simultáneamente a la penetración de Mercedes, me autoestimulaba y excitaba cada vez mas. Una de mis manos se apoyó en el respaldo del sillón, para así poder afianzar mi cuerpo. Mercedes tomó sus muslos y levantado un poco su cola, abrió al máximo sus piernas para facilitar una penetración aún mas profunda. Mi otra mano, se dirigió a uno de los pechos de Mechi, no paraba de jugar con el pezón que había atrapado para no dejarlo ir.

Mercedes comenzó a experimentar una sería de orgasmos, no paraba de gritar, estaba como poseída. De golpe hice una de las locuras que había experimentando en alguna oportunidad con mi abuelo. Con mis dos manos, tomé el cuello de Mercedes, y mientras la seguía penetrando, cada vez con mas fuerza ya que ahora todo mi peso caía sobre ella de pleno, comencé a apretar cada vez con mayor presión, hasta llegar un momento en donde le corté el flujo de aire.

"Confía en mí, no voy a hacerte daño, disfrutalo", le decía. Sin embargo, en un momento Mercedes se puso muy colorada y comenzó a intentar sacar las manos. Creo que habré estado unos 30 o 40 segundos, hasta que liberé mis manos para permitir el paso de aire, solo en la medida necesaria para nuevamente volver a apretar. Este procedimiento lo repetí tres o cuatro veces, logrando que Mercedes (según me confesara horas después), alcanzara dos orgasmos terribles, que hicieron que me arañara toda la espalda, de lo cual por supuesto me di cuenta horas después. Yo también alcance un buen orgasmo, acabando muy fuerte.

Quedamos exhaustas, siendo que caí sobre ella tratando de no salir de su ano. Rodamos en la alfombra, y en el piso, siempre manteniéndola abrazada. nos abrazamos y así permanecimos sin decir palabra alguna. Estábamos muy cansadas. El esfuerzo había sido muy fuerte, por lo que así como estábamos, nos quedamos dormidas.

Capitulo cuatro. Un final inesperado.

Con las primeras luces del día abrí los ojos. Cuando intenté moverme mis manos sentí un tirón. Miré y estaba con las esposas amarrada a la pata del sillón, que por cierto, es terriblemente pesado y yo nunca lo había podido mover sola.

"Parece que se despertó la princesa", escuche una vos muy suave y burlona. Cuando miré, Mercedes, totalmente desnuda, estaba fumando un cigarrillo y esbozaba una picara sonrisa.

"Las cosas se dieron vueltas nenita. Viste cuando la servidumbre se revela?. Bueno, es mi turno. Te voy a hacer pagar todas las que mi hiciste pasar ayer.", y diciendo esto, se acercó con su cigarrillo en su mano. Pensaba que mi iba a quemar, e intuyendo eso, me dijo "No mi amor, quemarte sería muy fácil, tengo algunas cosas preparadas para vos que te van a encantar, y a mi, mucho mas. Ahora vuelvo", y diciendo esto se retiro.

El caminar de Mercedes era muy seductor. Su desnudo era total, ni siquiera tenía sus zapatos. Yo todavía estaba con la prótesis puesta y mis botas. Mas o menos luego de 15 minutos regresó. Traía vinagre y sal en sus manos. La verdad, no me imaginaba lo que quería hacer.

"Voy a limpiarte", me dijo, y comenzó a pasar un trapo por mi cuerpo embebido en el vinagre. Me sacó las botas, y comenzó a limpiar mis piernas. Comenzó a tocar mi pene (bueno, mi pene, saben a lo que me refiero), lo masturbaba. El movimiento en sí comenzó a estimularme rápidamente. Se agachó y comenzó a chuparla. "Me vas a dar tu lechita, putita, quiero que acabés en mi boca, como un macho, o sino, te cago a patadas", y siguió chupando.

Estaba por alcanzar un orgasmo. Mercedes se dio cuenta y paró. "Quiero tu leche, ¿podés?.", me dijo.

"No parés, seguí, no me dejés así", le supliqué. En ese momento una terrible cachetada se posó sobre una de mis mejillas. Y así otra, y otra mas. "No turrita, los tiempos los manejo yo ahora", y diciendo esto tomó tomó la llave de una de las esposas y soltó una de las mismas. En ese momento traté de zafar, pero Mercedes ejerciendo una fuerza terrible me contuvo. Ahí me di cuenta que si ella hubiera querido zafarse la noche anterior, lo hubiera hecho sin problema alguno, porque era evidente que tenía mucha mas fuerza que yo. Me llevó a la cocina, arrastrando, llevándose también el paquete de sal. Pasando las esposas por debajo de lavarropas (tengo cocina y lavadero todo formando un solo ambiente, lo que me obliga a mantener todo muy ordenado), me dejó atrapada, tirada en el piso con las manos para arriba y boca arriba.

"No me das leche, bueno, yo te voy a cargar un poco", y mientras decía esto sacó dos cartones de leche que estaba en la heladera y acercándose a mi comenzó a tirármelos por todo el cuerpo, incluyendo la cabeza y la boca. Se sentó arriba mío, se metió la pija en su concha y comenzó a moverse. Durante un rato largo estuvo parando al momento justo que creía que alcanzaba el orgasmo, reprimiendo mi acabada en todas las veces.

"Sos una hija de puta, me vas a matar", le decía.

"Reservate las puteadas, no te imaginas lo hija de puta que puedo ser", y se reía a mas no poder.

Comenzó a apretar mis pezones. La verdad, me hacía daño pero estaba excitada, y reconozco que eso contribuía bastante. Nuevamente me cortó justo cuando estaba por acabar. Se salio de la prótesis y se sentó sobre mi panza. Me refregaba su concha peluda por todo mi cuerpo. Subía cada vez y mas. Se apoyó sobre mis tetas y comenzó a estimularse con mis pezones. De vez en cuando una de sus manos se iba para atrás y me masturbaba, pero siempre lo mínimo necesario para mantenerme caliente y que no acabara.

"Hace tres horas que me estoy aguantando las ganas de ir al baño. Vos anoche me hiciste tomar tu meo, ahora vas a tomar el mío", dijo mientras se ponía arriba mío y manteniéndose a la altura de mi boca, comenzó a descargar su pis. La situación era realmente desagradable, no me había imaginado estar en esta situación. A lo sumo que me penetrara o me pegara unos golpes, pero esto superaba todo lo previsible. Con sus dos manos, totalmente libres, agarró mi cabeza. Trataba de moverla pero la fuerza de ella era mayor y no podía. Comencé a sentir un líquido que caía en mi boca, sobre mi nariz. Tenía los ojos cerrados, y sentía el líquido ahí también. Nunca pensé que alguien podía orinar tanto, o al menos, se me hacía eterno.

"Limpiame la concha con tu lengua trola, ayer ví que te gusta chupar culos, también chupamelo putita", y diciendo esto sentí que se apoyaba sobre mis pechos, pero haciendo una especie de 69, comenzando a estimular nuevamente mi vagina.

Por supuesto que me resistí, pero la condenada sabía lo que hacía y en un rato logró que estuviera empezando a excitarme a pesar que no quería. Cuando logró que alcanzara un climax, volvió a ordenar que le lamiera todo, en especial el culo. Era increíble como manejaba los tiempos y como había logrado excitarme terriblemente. Sabía que la cosa se había salido de parámetros normales, pero lo cierto era que yo también había contribuido a esto. Abriendo los ojos, divise su vagina, totalmente húmeda, incorporando mi cabeza saqué mi lengua y la pasé suavemente. Reconozco que lo primero fue sentir un pequeño rechazo, pero estaba en el baile, y sabía que Mercedes no terminaría si no le daba con el gusto. Mi excitación aumentaba, y mas sabiendo que era yo la dominada ahora. Mercedes retrocedió un poco permitiendo que su vagina se apoyara del todo en mi boca. Prácticamente comencé a succionar su vagina. Pasaba mi lengua por toda su cavidad, y sin pensarlo, comencé a pasarla también por su ano. Ella se movía también permitiendo mi mejor trabajo. Pasaba la lengua por toda su cola, al principio, escupía un poco, pero después comencé inevitablemente a tragar todo lo que se aparecía. De repente me encontraba terriblemente excitada.

"Yo también quiero hacer pis, no lo voy a aguantar", le dije, confundiendo un poco mi acabada con las ganas de orinar.

"Dale, preparate, cuando quieras hace pis", y diciendo esto, Mercedes se agachó y comenzó a chuparme las ingles, y buscar el agujero libre que llevaba un poco a la zona de la vagina.

De más esta decir que no aguanté mucho y comencé a orinarme, mientras estallaba en un terrible orgasmo. Mercedes no paraba de masturbar la prótesis, mientras sentía como la boca de ella cubría la zona donde mis líquidos caían, con lo que calculo que habrá bebido un parte de mi orín. Mientras tanto, ella había logrado apoyar de lleno su cola en mi boca, siendo que como la noche anterior, estaba metiendo mi lengua en el agujero de Mercedes, sin importarme lo que encontraba. Mi orgasmo lo justificaba todo.

Mercedes se dio vuelta y se subió sobre mí. Sin preámbulo, comenzó a besarme y a lamerme la cara, bebiendo su propia orín, y quien sabe que más. Acariciaba mi cara y luego me acariciaba el cuerpo, el pelo, embebiéndome por todos lados. Y yo la dejaba hacer, nuestros cuerpos estaban pegados. Nuevamente se había penetrado con la prótesis, estimulándose ella como yo. Comenzábamos a preparar unos nuevos orgasmos, el cual llegó luego de unos minutos. Calculo que acabamos simultáneamente por que Mercedes nuevamente me clavo sus uñas, esta vez sobre mis pechos, generándome nuevas heridas que descubriría mas tarde.

Se retiro de sobre mi, y llendo a la mesa del living, se vino con el otro consolador que tenía. Me desató rápidamente el arnés. Se agachó y comenzó chuparme la vagina, alternando las lamidas con el orificio de ano. Estuvo un rato largo, logrando que nuevamente alcanzara un climax terrible. No llegó a penetrarme mucho, aunque su lengua recorrió cada rincón de mis partes intimas. Se incorporó y comenzó a meter sus dedos en mi vagina. Estaba que volaba, a punto de alcanzar otro orgasmo. En ese momento se estira, toma el consolador y las sal, y rociando el consolador sin preámbulos me lo metió en la vagina. El ardor que experimente segundos después fue terrible. Mi vagina, por obvias razones, estaba irritada, con lo cual fue inevitable sentir un ardor en mi entrepierna, que en un principio eclipsó el orgasmo que venía.

"Para pendeja de mierda, me vas a lastimar", le grite.

"Esto recién empieza, relajate y disfrutalo, como me dijiste vos", mientras comenzó a mover rítmicamente el consolador en mi interior.

Mi excitación era tan grande, que aunque el ardor seguía y se multiplicaba, también lo hacía mi calentura. Mercedes comenzó a meterlo cada vez mas adentro, y mas, y eso generaba un intenso dolor, aunque muy placentero. Con mi abuelo habíamos practicado algunas veces un poco de masoquismo, pero esto era algo distinto. Me mató, pero enseguida el placer fue aumentando hasta lograr varios orgasmos seguidos. El estar atada e impedida de mover mis manos, me creo una sensación de impotencia terrible, que creo fue también lo que me permitió alcanzar un orgasmo tan fuerte.

Acabé con un terrible orgasmo. Cuando abrí los ojos, la vi a Mercedes poniéndose el arnés. Ni bien terminó de ajustarlo, me levantó las piernas, y ubicándose entre las mismas, arrodillada, me penetró analmente.

"Que te parece putita, en menos de 24 horas las dos amigas tienen el culo roto?", y diciendo esto, comenzó a meterla con furia y cierta saña. Comenzó a pegarme en la cara con la mano abierta. En cada embestida recibía un golpe, los cuales después se alternaron con mis pezones, los que no paraba de estirar. Las dos acabamos muy rápido, explotando en un orgasmo que pocas veces habíamos experimentado. Nos quedamos abrazadas un rato largo. Después de unos minutos, comenzamos a emitir palabras.

  • "Estas bien?", pregunto Mercedes.

  • "Si".

  • "Perdoná si estuve muy bruta o si hice algo que no querías"

  • "No es eso, es que jamás hubiera hecho esto voluntariamente, pero debo reconocer que estuvo bueno. Muy loco." Le respondí.

Me desató, nos dimos un simple beso, y nos fuimos a bañar. Nos metimos en el baño mío, que tengo hidromasaje. Después de lavarnos todo, llenamos la bañera y nos quedamos charlando mucho tiempo. Fue ahí que me confesó su fetiche o debilidad, diciéndome que varias veces, en oportunidad que iba a ducharse, aprovechaba para hacer sus necesidades, y juntaba el orín, y se lo tiraba por el cuerpo, que inclusive se lo había bebido, masturbándose así. Que el olor y la situación la excitaba mucho. En cuanto a la sal, una vez para probar se tiró sal en su vagina mientras se masturbaba en la cocina. Que el dolor era fuerte pero le había gustado. Reconoció que no me había contado nada por miedo a que la rechazara.

Le recordé (como le había contado alguna vez) que en ocasiones teniendo sexo anal es inevitable toparse con regalitos. Igual, le dije que debía ver a un psicólogo, pero esto era mejor a acostarse con un familiar. Nos reímos un rato largo. Obviamente, ese día que era el último, hicimos el amor un par de veces más. La pasamos muy bien. Quedamos en volver a vernos, y a lo mejor la incluyo en mis planes de despedida de soltera, porque para que lo sepan, me caso en unas semanas. Y para que sepan, mi abuelo prometió darme una despedida especial, por lo que ya les contaré, alguna de las dos historias, o a lo mejor, las dos.

Las cosas que hicimos no son cosas que se planean, porque calculo que ninguno que esté bien de la cabeza, llegaría a esos extremos, pero bueno, los que han experimentado una fuerte calentura extrema, entenderán lo que digo. Espero sus comentarios, con la esperanza que sepan disculpar si alguno le causo rechazo lo que pasó. Saludos a todos y perdonen nuevamente por lo que extensa que fui.