Amandas Sex Life Parte 2. Mi noche con Nando

Esta es la continuación de el relato "El primer trío del resto de mi vida". Aquí cuento como continuó nuestra vida un par de meses después y de como esa nueva forma de entender mi sexual cristalizó en mi/nuestras vida/s

Para entender el relato y conocer a los personajes quizás necesites leer la primera parte titulada "El primer trío del resto de mi vida" publicada aquí:

http://www.todorelatos.com/relato/124389/

Ese es un relato que, una vez repasado, he descubierto que estaba bastante mal escrito en cuanto a prosa y ortografía. Lo estoy corrigiendo y reescribiendo partes, aun así, la pagína no me deja modificar lo ya publicado. De todos modos, pese a la baja calidad literaria (nunca había escrito antes) el relato gustó a algunos de los lectores del foro. He intentado corregir errores. Ser menos redundante y plantear mejor las oraciones... supongo que con el tiempo mejoraré.

Por otro lado, espero no decepcionar a los que les gustó la primera parte. Es la historia real de mi vida, o al menos como la recuerdo yo y no estoy segura que esta segunda parte os resulte tan emocionante como la primera. A mí sí me lo resulta, pero porque es mi vida y al recordar los momentos me estremezco. Espero que lo disfruteis.

Todos estos relatos los estoy compilando en un libro y, aunque necesitan mucha corrección y reelctura, acabaré por terminarlo. Espero vuestros comentarios y consejos para poder pulir mejor esta segunda parte. Intentaré mejorar en la tercera parte.

Por otro lado, he puesto un titulo provisional a la seria (la primera parte no lo tenía) "Amanda's Sex Life"... pero no me acaba de gustar... acepto sugerencias...

Y ahora sin más rollos voy con el relato...

CAPITULO VII …Y LA VIDA SIGUE

Los chicos siempre necesitan ir a más de la manera más rápida posible. Como si el mundo se acabara esta misma tarde. La noche que pasamos haciendo un trío Carlos, Ana y yo fue genial y brutal. Estaba segura que se volvería a repetir. Pero ni Ana ni yo teníamos esa urgencia de repetirlo cuanto antes. Sin embargo Carlos se puso un poco pesado e insistente. El tema salia cada dos por tres. Yo le decía que en su momento lo repetiríamos, pero que no agobiara. Además, quedaba pendiente el hacer un trío nosotras con Nando. A él eso no parecía molestarle. Es más, me daba la impresión de que quería que hiciéramos ese trío cuanto antes para que le tocara a él otra vez. Vamos, que el trío lo había revolucionado. Ana sin embargo no sacaba a penas el tema. Cuando quedaba con ella (siempre mientras trabajaba Carlos) no comentábamos nada del asunto. De hecho, creo que las dos retrasábamos un poco la cosa. Como que nos daba como un poco de pereza el resolver el tema. Había que estudiar como hacer que Nando se prestara a un trío con nosotras con la confianza de que eso no rompería su relación con Ana. Ya hacían seis años juntos y Ana no quería romper esa relación por nada del mundo. Y mucho menos por sexo. Así que indudablemente Carlos estaba mucho menos relajado. Nosotras nos lo tomábamos con más calma y filosofía.

En cuanto a las relaciones sexuales. Carlos se activo después del trío. Si por él hubiera sido lo habríamos hecho todos los días. Y algunos días más de una vez. Además, siempre que lo hacíamos, pretendía que fuera un polvo salvaje. Siempre iba directamente al sexo anal. Al final tuve que discutir con él, pues yo no estoy igual de predispuesta todos los días, y él lo sabe. Esta situación duro dos meses, ya que ese fue el tiempo que transcurrió hasta que las aguas se movieron y conseguimos reactivar el juego. Esos dos meses fueron de constantes insistencias de Carlos por follar (conmigo con o sin Ana). Por el contrario con Ana iba todo como una seda. Seguíamos quedando muchas veces para comer. No siempre le dábamos vueltas al tema del sexo. Y desde luego no teníamos esa obligación de tener que follar cada vez que nos veíamos. Carlos, que ya sabía que Ana era mi amante regular, no entendía porque no aprovechábamos para planear un trío con Nando de una vez por todas y así desatascar ya la situación. Estaba obsesionado en poder avanzar.

Cuando pasó un mes (más o menos) empecé a argumentar a Carlos que cada vez que sacaba el tema del trío, tendría que plantearse la cuestión de tener un trío... pero con Nando y conmigo, y no con Ana. Que yo tenía derecho a tener dos tíos buenos para atenderme a mí tanto como él. Él lo entendía y no sólo lo aceptaba, sino que además empecé a verle motivado con la cuestión. Pero él argumentaba que no era lo mismo, porque la confianza que teníamos Ana y yo no era comparable a la de Nando y él, que a penas se conocían. Tenía toda la razón del mundo. Si para un hombre es ya más duro que para una mujer el estar desnudos e interaccionar en juegos sexuales (aunque hubiera una chica de por medio), mucho más duro sería si además no había una confianza entre ellos. Aun así, Carlos estaba dispuesto y motivado. Pero también usaba eso de argumento para defender la idea de que no había porque esperar a repetir el trío con Ana, ya que lo de Nando llevaría tiempo.

Como decía antes, ya había pasado un mes desde el trío y pensé que ya era hora de retomar el tema con Ana, porque por un lado Carlos me volvía un poco loca con el tema y por otro, tenía el gusanito de estar con su chico. De hecho, me apetecía estar más con Nando que con Carlos ya que, sinceramente, últimamente Carlos me exigía mucho sexo y ya me estaba apeteciendo variar. De hecho, fantaseaba con Nando. Se lo planteé a Ana.

  • Habrá que pensar lo del trío con Nando – le dije – Qué al pobre le estamos poniendo los cuernos...

  • Yo los estoy poniendo yo, bonita

  • Pero yo me siento parte responsable. Qué yo le quiero un montón.

  • Ya lo he pensado. Además me apetece. Pero no sólo por el trío, sino por dejar esta doble vida. Me encantaría que entre nosotros cuatro hubiera “libertad de circulación”. Estaría mucho más tranquila.

  • ¿Te apetece repetir con mi Carlos? - Le pregunte. Después del trío nunca le había preguntado si tenía ganas de repetir con él.

  • ¡Oh sí! ¡Claro! ¡Fue un polvazo!

  • ¿Cómo surgió lo de la ducha? Porque eso no era parte del trío. Te lo follaste tú sola sin mí.

  • ¿Pero te molestó?

  • No

  • ¿En serio?

  • En serio

  • Pues llevaba un rato despierta y me levante a mear. Fui al baño, meé y me quede pensando sentada en la tapa del váter.

  • Yo creía que habías ido a la cocina a desayunar.

  • ¿Qué estabas despierta?

  • Medio dormida. Me dí cuenta de que te levantaste, pero me dio la impresión que fuiste para la cocina. Luego se levantó Carlos y sí que me di cuenta que fue al baño. Como al poco oí la ducha, pensé que Carlos se estaba duchando. Al rato, cuando veía que tardaba mucho me imaginé que estaba contigo. Me asomé y os vi. Pero no me enfadé.

  • No fui a la cocina. Fui a mear y me quedé empanada hasta que entró Carlos.

  • En que pensabas.

  • Bueno... ya sabes que las dos habíamos tomado sustancias para pegarnos la fiesta la noche de antes. Estaba pensando que después de tanto ejercicio no tenía sueño. Que me lo había pasado genial y que no me arrepentía. Que quería a Nando y no sabía porque no me sentía ni un poquito mal por él. Pero de veras lo quiero. Y me lo paso genial con él en el sexo. Esas cosas... Entonces entró Carlos y me preguntó si había acabado. Yo le dije que sí y me levante para dejarle el váter libre porque quería mear. Él se puso a mear delante mía como si nada, y yo me quedé pensando que esa escena era tan cotidiana que parecía que fuéramos pareja. Los dos completamente desnudos en el baño. Sin mirarnos. Él meando delante mía. Como un matrimonio. Mientras Carlos meaba me dijo que no tenia nada de sueño. Yo le dije que yo tampoco y me pregunto si me apetecía ducharme con él. Como tú estabas durmiendo yo le dije que vale. Y nos fuimos juntos a la ducha.. Pero no pensé si te molestaba o no. Lo veía todo tan cotidiano.

  • No me molestó.

  • ¿Cuando entraste? - Me preguntó

  • ¿No te acuerdas? - Me extrañé, ya que hablamos.

  • ¡Qué va! Yo estaba centrada en lo mio...

  • Te estaba dando por detrás.

  • Osea al final

  • ¿Quieres saber lo que hicimos?

  • La verdad es que me da igual. Os vi disfrutar a los dos. Yo no tenía el cuerpo en ese momento para más sexo. Así que me pareció bien. Pero una pregunta. Has dicho que con Nando te lo pasas genial en el sexo. ¿Carlos folla mejor que Nando?

  • No sabría decirte. Carlos estaba con Viagra. Nando nunca la usado. Con Carlos estaba sobreexcitada con eso del trío. Carlos y tú tenéis una casa. Eso da libertad de movimiento. De gemir. De tomarte mucho tiempo y no ir rápido. Con Nando tenemos que hacerlo en su habitación, sin hacer ruido porque nos da cosa que sus padres nos oigan. Ponemos una porno en el ordenador y lo hacemos rapidito.

  • ¿Por si sus padres entran y os sorprenden?

  • No entran. Además echamos el pestillo para evitar accidentes. Sin embargo no es cuestión de estar anunciándoles a los cuatro vientos que estamos follando. Alguna vez no han estado y hemos tenido la casa para nosotros. Pero aun así lo hacemos siempre en la cama de Nando. El primer polvo que he echado en una ducha es con Carlos. Aun así, Nando folla muy bien. Más o menos como Carlos. También le vuelve loco follar por el culo. Y aguanta mucho sin Viagra.

  • Carlos también, oye. Que lo de la Viagra es porque eramos dos y estábamos muy motivadas. - Protesté para defender a mi chico.

  • Ya imagino... no sé. A mí Nando me pone mucho... folla muy bien... Y me lo come genial. Pero Carlos también. Están muy bueno los dos, pero a Carlos le tengo menos visto. Sería genial un trío con los dos a la vez.

  • Yo primero... jejejeje

  • jejeje... “Follaremos como putas”... - dijo nuestro grito de guerra.

Esa noche le conté a Carlos que al final ya había hablado con Ana del tema del trío y que ella estaba dispuesta a hacerlo con Nando. Carlos se puso insistente y me dijo que porque no lo hacíamos este fin de semana. “Ana está con la regla, y la semana que viene me toca la regla a mí, así que por lo menos tiene que esperar dos semanas la cosa. Además, tenemos que encontrar el modo. Así que no te pongas pesado”. Me pidió perdón por estar tan pesado últimamente con es sexo. Que era consciente. Por eso la ultima semana no lo habíamos hecho (él y yo). Para descansar. y añadió:

  • ¿Si te pido un favor no te enfadaras?

  • Dime

  • Como la semana que viene tienes la regla y no vamos a poder hacerlo, ¿puedo quedar con Ana una noche?

-Pues no lo sé. Tendría que preguntarle a Ana si le apetece a ella.

En ese momento no lo pensé bien. Lo vi hasta natural. Si el objetivo era la “libre circulación entre los cuatro” no debería importarme que quedara con ella para hacerlo. Además, yo lo hacía con Ana y él no ponía pegas. Cuando le pregunté a Ana, accedió inmediatamente. “¡Pero que no vuelva a ser en fin de semana, el que fin de semana es para Nando!”.

CAPITULO VIII LA NOCHE DE CARLOS Y ANA

Durante la semana que transcurrió hasta la cita de Ana y Carlos, vi a los dos muy felices con la perspectiva de pasar ellos dos una noche a solas. Yo no decía nada, pero empezó a preocuparme el tema. Veía un rollo romántico/complicidad en el asunto. Les veía con ilusión. Yo les había dicho que el miércoles (que yo estaría con el periodo seguro) me iría a cenar con mis padres y me quedaría a dormir en su casa (lo hacia habitualmente). Así que Ana iría a cenar con Carlos a mi casa y pasaría la noche allí. Como entre semana Nando y Ana no suelen dormir juntos, no había que buscar grandes coartadas. Al día siguiente, Ana acudiría a la Facultad desde mi casa, y yo desde casa de mis padres. Las dos estudiamos Trabajo Social y vamos a la misma clase. Pero cada día que se acercaba la fecha, más miedo me daba que ellos dos se quedaran a solas. Pero por otra parte, no quería abortar la cita ya que, si el objetivo era hacer una relación liberal a cuatro, no podía poner peros a que ellos practicaran sexo. Además, esa cita concedida por mi parte sería un motivo de peso para exigir una noche con Nando a solas, y me apetecía mucho que eso pasara. De hecho me apetecía más estar la primera vez con Nando para mi sola, que un trío. Me decía “¡Piensa con la cabeza! ¡Es sólo sexo! ¡Te han pedido permiso! ¡No te han engañado a tus espaldas!”. Sabia que si yo les decía que no estaba segura, ellos no tendrían problemas de abortar. Ellos querían que nadie se sintiera mal por la situación. Pero si soy sincera, me daba cosa dejarlos solos toda la noche. Me esforcé en no decir nada y en no hacer notar inseguridad. Como estaba con la regla, le echaba la culpa a las hormonas, pero que si lo pensaba fríamente no era para tanto.

Llego el miércoles de la cita y yo preparé las cosas para irme a dormir a casa de mis padres. Sin embargo deje olvidadas intencionadamente algunas cosas de la Facultad por si quería tener una excusa para tener que regresar a la casa. Carlos suele llegar a las 18.30 de trabajar y Ana dijo que llegaría de casa de sus padres sobre las 20.00. Yo no estaba muy habladora... como queriendo quitar hierro al asunto. A las 19.30 me fui a casa de mis padres y Ana no había llegado. Le pregunte a Carlos que iban a cenar y me dijo que seguramente cogerían unas pizzas. A él se le veía bastante tranquilo y natural. Eso me carcomía un poco por dentro. Quería esperarme a que llegara Ana para saludarla, pero en el fondo me di cuenta que lo que quería era ver como se había vestida, si se había peinado especial, si venia maquillada, que perfume se había puesto y un sinfín de cosas en esa línea. Me dí cuenta que esos pensamientos no eran ni sanos ni constructivos. Así que decidí marcharme antes de que ella llegara e intentar no comerme la cabeza. Al salir le dije a Carlos “Pasároslo bien” y él me contestó “Muchas gracias”... yo como disimulando le dije “De nada”; pero él me cogió del brazo y dijo mirándome a los ojos “¡No! ¡En serio!... Muchas gracias”. Si os soy sincera, ese reconocimiento de Carlos de que había hecho un gran esfuerzo en permitir eso, y esa mirada para darme confianza me reconfortó un montón. Y salí de mi casa hacia casa de mis padres llena de confianza y con la convicción de que había sacado las cosas del tiesto.

Sin embargo, cuando llegue a casa de mis padres llegue con la cabeza totalmente carcomida y con muchos celos e inseguridades. Era absurdo por una parte porque ellos ya habían follado delante mía. Pero el tema es que yo lo había visto con mis ojos. Aunque os parezca mentira es muy distinto. Yo estaba allí. El imaginarlo es muchísimo más agotador y terrible. Durante la cena, mis padres me daban conversación y yo estaba muy callada. Les decía que tenía muchos exámenes y que estaba cansada. No dejaba de darle vueltas al asunto. Me los imaginaba en todas las posturas. Ana haciéndole una cubana a Carlos. Carlos eyaculando en su boca. Ella siendo follada por el culo mientras que Carlos le estimulaba el clítoris con los dedos... o peor aun, mientras ella usaba mi consolador por el coño. Ana gimiendo como una loca mientras Carlos le come el coño. Lo raro es que yo ya había visto alguna de esas cosas en vivo (no hacia mucho) y no me habían afectado. Incluso me gustó verlo. Pero esa noche no pegué ojo alguno. Fue la noche más interminable de mi vida. Lo peor de todo era que no tenía motivos lógicos para enfadarme. Yo misma le pregunté a Ana si quería pasar una noche entera con Carlos. No fue ella la que me lo pidió. Y Carlos me lo preguntó a mí sin presiones. Ellos no eran conscientes de que me estaban haciendo daño. A las 6.30 de la mañana decidí ducharme, y en lugar de ir a la Facultad directamente (como había acordado con ellos), acudir a mi casa con la escusa de haber olvidado los apuntes. Estaba agotada de darle vueltas a la imaginación y necesitaba verlos con mis ojos. Llegaría a casa a las 7,30 de la mañana que es la hora que Carlos se ducha. Estaba segura que les sorprendería otra vez en la ducha teniendo sexo. Necesitaba verlo aunque fuera doloroso. Más doloroso era tener que imaginar.

Cuando llegue al rellano de la puerta de mi casa cogí la llave y contení la respiración unos segundos antes de abrir. Sabia que al otro lado de la puerta iban a estar mi novio follándose a mi mejor amiga (y mi amante habitual). Y sabia que era consentido. Así que tenia que tomármelo con naturalidad. Antes de meter la llave en la cerradura, puse el oído a la puerta a ver si escuchaba gemidos, pero no distinguí nada, aunque eso es normal, porque la entrada da al Salón/Comedor y seguramente estarían en el dormitorio o la ducha (como la última vez).

Me armé de valor y abrí la puerta de repente. Me encontré a Ana con un bol de leche con cereales desayunando en el sofá. Iba despeinada y estaba vestida unicamente con bragas y una camisera de Carlos.

  • ¿Qué haces aquí a estas horas? - Preguntó con naturalidad aunque un poco sorprendida. No llevaba sujetador y sus perfectos pechos se marcaban en la camiseta, pero no era una camiseta especialmente sexy. Pero es que, incluso recién levantada, sin peinar, con una camiseta que le viene grande... está tremendamente sexy... Es así de odiosa la cosa.

  • Se me han olvidado los apuntes para ir a clase – Contesté disimulando como si no me afectara nada- ¿Y Carlos?

  • En la ducha – Respondió. Pero lo cierto es que Carlos ya debía haber acabado de ducharse porque al oírme salió de la habitación en pantalones (aunque sin camisa) y con el pelo todavía mojado

  • ¿Qué pasa? - Preguntó con cara de preocupado. Él ya se temió en seguida que yo había estado agobiada toda la noche.

  • ¡Nada! ¿Qué tal lo habéis pasado?- Contesté disimulando naturalidad. Pero no debí ser muy convincente porque Carlos vino rápidamente hasta mí con cara de preocupación.

  • ¿Estas bien? - Me dijo mientras me abrazó y me dio un beso en la mejilla

  • Sí... pero me he agobiado un montón. - Veis que no me costó confesar. Cuando dije eso vi como se le desencajo la cara a Ana que por lo visto aun no lo había pillado. Se levanto como un muelle y corrió a abrazarme también. Carlos respondió rápidamente.

  • ¿Por qué no llamaste a noche? Lo habríamos cortado al instante..

  • Es que de veras que quiero que seamos un grupo liberal, pero el imaginar a los dos juntos y no estar aquí para verlo me ha sido más duro de lo que pensaba.

  • No te preocupes – Dijo Carlos – Jamás me vuelvo a acostarme con Ana.

  • No es eso – respondí – Yo me acuesto con ella y tú no dices nada. Y a mí me gusta estar con ella y tener sexo y no quiero dejar de hacerlo.

  • Pues vosotras seguís, pero yo no vuelvo a tocarla. No me importa.

  • Claro que no morenaza – Dijo Ana. - Sabes que te quiero más que a nada.

La verdad es que el agobio estaba en mi cabeza. Pero ellos me quieren y no me darían nunca la patada. De eso estoy segura. Enseguida me di cuenta que había sido una tonta. Seguramente era el desajuste hormonal que provoca la regla. Los lectores hombres os costará entenderlo. Pero a mí no me importaba tanto que hubieran follado. Me gustaba la idea de hacer un grupo de sexo libre. ¿Y quien mejor que Ana? Me calme al instante, pero tuve que insistir a Carlos que se fuera a trabajar tranquilo, ya que se empeñó en quedarse en casa conmigo. Tuve que convencer a Ana (que la pobre se puso a llorar) para que fuéramos a la Facultad como si nada. Fuimos juntas y se paso el día pendiente de como estaba. Pero asombrosamente estaba perfectamente. Creo que el entrar a casa y darme cuenta que a las 8 de la mañana no estaban todavía follando como desesperados me dio cierta tranquilidad. A medio día acabamos las clases y Ana insistió en venirse a comer conmigo a casa. Estaba decidida a descubrir como podía hacer para que la perdonara. Pero es que no estaba enfadada con ella ni con Carlos. Estaba enfadada conmigo por haber montado el numero.

Después de comer, ya estábamos las dos relajadas y hablábamos como si nada. Yo ya tranquila le pregunté que tal anoche. Pero ella quería tratar el tema con delicadeza. “Bueno... bien...” me decía como si no se acordara.

  • ¡Dejate de chorradas! - Dije yo así muy bruta – se corrió en tu cara

  • No

  • Usasteis condón

  • Sabes que no hace falta – Lo sé, las dos tomamos la píldora.

  • Te folló por el culo

  • ¿Usaste mi consolador?

  • No

  • Tonta tú – Ana se rió - ¿Cuantas veces lo hicisteis?

  • Tres.

  • ¿Seguidas?

  • No. Una rápida antes de cenar. Otra después de cenar. Luego vimos la tele y hablamos. Y la otra cuando nos acostamos.

  • ¿Donde lo hicisteis?

  • La primera en el sofá, las otras en la cama.

  • ¿Te corriste?

  • Sí. Las tres veces

  • ¿Se corrió él?

  • Claro

  • Donde

  • Dentro de mí. Una vez atrás.

  • ¡Pues ya esta! ¡Alegra esa cara! Quedamos en que follaríamos como putas... ¡No hagas caso a lo de esta mañana que sabes que estoy con la regla! - Las dos reímos y estábamos completamente relajadas.

Aunque quería irse a ver a su chico, Ana se esperó a que llegara Carlos. En parte porque quería que Carlos nos viera que estábamos bien las dos, y en parte porque yo quería hablar con los dos de en que punto estábamos. Carlos llegó y se tranquilizó al ver que estábamos las dos de broma y buen humor. Además, fue la primera vez que hablamos los tres juntos de hacer un grupo liberal y meter a Nando. Él insistía que no tenía problema alguno con eso, Y que si tenia que hacer un trío con él para satisfacernos lo haría encantado.

  • Eso sí... no esperéis que le chupe la polla o que le de un beso en la boca – Decía Carlos

  • Ni falta que hace – decía Ana – Vuestras lenguas y vuestras pollas son para nosotras.

Les explique cual era el siguiente paso que quería dar yo. Les dije que igual que habían estado una noche a solas ellos dos, a mí me apetecía pero mucho pasármela con Nando. Ellos aceptaron sin rechistar y de buen grado. Me animaron y me dijeron no una noche, sino que las noches que yo quisiera.

  • De momento sólo una – Dije – Pero con condiciones. La primera. Tiene que ser en esta misma casa. La segunda. No podéis quedar esa noche entre vosotros. Eso os servirá para saber si podéis aguantar que Nando me folle sin que os rayéis la cabeza u os coman los celos. Así sabremos si estamos hecho para hacer un grupo liberal. Después de eso, lo siguiente que haremos es organizar otro trío. Pero será trío y no cama redonda.

  • ¿Qué trío? - Preguntó Carlos

  • Pues lo echaremos a suertes. Eso sí, los cuatro tienen que estar enterados.

  • Me parece bien – Interrumpió Ana – Me parece bien pero creo que es mejor que Nando no sepa nunca que yo he estado con Carlos, o que yo me he adelantado a hacer un trío a sus espaldas. Eso quedará entre nosotros hasta la tumba.

  • Me parece bien – dije - ¿Y qué has estado conmigo lo sabrá?

  • Si, porque se lo voy a decir. Es la manera más fácil para que acceda a pasar la noche contigo sin remordimientos o sin miedo a que se rompa lo nuestro. Él ya sabe que de adolescentes nos enrollamos. Él quiere hacer un trío con dos chicas. Y él piensa que estás muy bien físicamente. Sabe que somos muy amigas. Así que lo nuestro sí se lo cuento. Pero no le voy a decir que llevamos ya tres meses. Le voy a decir que lo hemos hecho un par de veces, y que lo hemos hecho para prepararle un trío.

Nos pareció bien a los tres. Así que al final se puso en marcha la maquinaria para “pescar a Nando” y captarlo en nuestras filas...

CAPITULO IX MI NOCHE CON NANDO

No sé si fue la culpabilidad de habérmelo hecho pasar mal o fue las ganas de avanzar en el proceso, lo cierto es que esa misma tarde Ana le contó a su chico que quería hacerle un trío conmigo. Según me contó Ana al principio se lo tomó a broma. Después se lo tomó como una prueba de amor y que su rol era decir que no quería un trío porque “no quería estar con ninguna otra chica que no fuera ella”. Pero Ana sabía que el estaba deseando follar conmigo, y si era en un trío mejor que mejor. Al final se lo tomó en serio... pero fue después de que ella le explicara que lo tenía hablado y acordado conmigo. También le confesó que habíamos estado juntas y que ambas fantaseábamos con montar un trío para él. Le dijo de propina que el trío no sería gratis, porque ella estaba deseando follarse a Carlos y que a mí me parecía bien. Y que cada una de nosotras estábamos locas por tener un trío con dos machos a la vez... y que esos machos se llamaban Carlos y Nando.

Según me cuenta Ana no se lo tomó mal. Al principio hubo un poco de incertidumbre porque fingió indignación, pero rápidamente reconoció que le gustaba la idea. De hecho, la idea del trío con Carlos le ponía, porque una de sus fantasías sexuales es que la chica disfrute hasta perder el control... y con dos pollas era fácil... que ya fantaseaba con ello cuando Ana le pidió que le penetrará por el culo mientras tenía un consolador en el coño (esa idea me la robó a mí). Le contó que yo quería pasar unan noche con él en mi casa y Ana nos daba el beneplácito para que entendiera que todo iba en serio. No le costó muchos días de reflexión para entrar en el juego ya que, lo hablaron ese mismo jueves por la tarde (después de dejarnos a Carlos y a mí), y al viernes por la mañana ya me confirmó que Nando estaba dispuesto a pasar la noche conmigo. Que le dijera día y hora. Lo cité para el sábado siguiente en mi casa para cenar. Carlos se iría el viernes a casa de sus padres a visitarlos y volvería el domingo. Viven en un pueblo a dos horas de nuestra ciudad y de vez en cuando íbamos a pasar el fin de semana con ellos para visitarlos. Eso de que Carlos me diera libertad para quedar más de una noche con Nando me dio confianza de que él no iba a estar padeciendo como yo lo hice. Ana también me dijo que si queríamos pasar todo el fin de semana Nando y yo que adelante. Que me lo debía a mí... y sobre todo se lo debía a Nando. Sin embargo, yo preferí que sólo fuera la noche del sábado.

Pasó la semana y Ana me decía que Nando estaba nervioso. Que le preguntaba constantemente si se iba a enfadar. Ella le contestaba que no, porque si follaba conmigo, al poco podría quedar ella para follar con Carlos. Y hacer orgías y demás. Eso lejos de enfadarlo le ponía a cien.

Llego el viernes por la noche y Carlos se fue al pueblo. Se fue más tarde de lo esperado porque le di una “felación sorpresa de despedida”. Fui especialmente implicada y putilla. De hecho es la mejor mamada que recuerda en su vida. Empece a lametones por todo el tronco de su rabo. Luego le mordisqueé los testículos. Me la empece a meter en la boca. Luego acabé metiéndole un dedo por el culo (no se lo esperaba pero le encantó) (Yo también era la primera vez que lo hacía) y finalmente le dejé que se corriera en mi boca. Él se quedó feliz y... al pueblo. Yo me quedé con la casa para mí.

Sábado por la mañana. ¡Qué emoción! Fui a la peluquería con Ana y nos pasamos la mañana hablando. Ella reconocía que estaba nerviosa pero que era de la excitación. Ella no creía que le fuera a sentar mal. Es más, repetía que se iba a quitar un peso de encima porque así Nando se ponía a su nivel. Le dije que había pensado que, en lugar de venir a la hora de cenar, que Nando se viniera también a comer y así aprovechábamos la tarde. También invité a comer a ella para darle seguridad a Nando de que todo estaba pactado, pero que luego se tenía que marchar. Lo quería todo para mí. Ella le pareció bien, pero había quedado con amigas. De todos modos le mandamos un Whatsapp para que viniera a comer conmigo en casa.

Me volví a casa a eso de las 13.00 después de haberme tomado unas cervezas con Ana en un bar. La casa ya la había limpiado el viernes. Y el chocho lo tenía ya depilado y aseado. Hice pasta para comer y sangría muy dulce. Al final él llegó casi a las 15:00. Ana me mandó un Whatsapp para desear “suerte & placer” (literal) y se despidió con un grito de guerra “follaremos como putas”. Todo vía Whatsapp... está un poco loca pero me encanta...

Nando apareció vestido con una camisa, vaqueros, bien limpio y perfumado. Vestido guapo pero sin arreglar. Si estaba nervioso, no se le notaba. Yo iba algo más informal. Unas mayas negras que me dibujaban perfectamente las piernas y me marcaba el culo a la perfección. Arriba una top amarillo que uso para salir a correr. Muy de “ropa de ir por casa”, pero como es al fin y al cabo es ropa ajustada, a los chicos eso le pone un poco. Era una manera de ir normal, cómoda, como si no se cociera nada... y sin embargo provocar.

Comimos hablando de todo un poco. Como si no fuera a pasar nada reseñable. La conversación estaba incluso interesante. La sangría estaba muy buena y entraba fenomenal y eso animaba mucho las bromas. Pero tuvimos cuidado de no cogernos una borrachera. Sólo lo justo para animar el espíritu. Aun en la mesa, pese a que hacía rato que habíamos acabado de comer, cuando él tímidamente coloco su mano encima de mi muslo como sin darle mucha importancia. Yo me comporté igual que si no me hubiera dado cuenta de que tenía la mano ahí y seguimos hablando. Me daba cuenta que había mucha tensión sexual por parte de Nando, y a mí me apetecía esperar. Hacerlo sin prisas y de una manera muy sensual y caliente. Además quería ducharme antes (ya que entre otras cosas no me había lavado el ano a fondo). Así que pensé que lo mejor sería hacerle una felación para dejarlo relajado y así poder tener un tiempo para conversar y que no tuviera prisas para que yo me preparara.

  • Justo antes de venir aquí te has duchado ¿verdad? - Interrumpí bruscamente quitándome su mano de mi muslo

  • Sí – Respondió contrariado sin saber muy bien donde quería yo llegar.

  • ¿Quieres que te la chupe? - Le pregunté de repente

  • Claro – respondió después de quedarse mudo durante un instante.

  • Pero ahora sólo te la chuparte... a mí no me hagas nada.

  • ¿Pero entonces tú qué? – protestó

  • Tranquilo, tenemos toda la tarde y toda la noche. Te prometo que me follaras y más de una vez – Ser tan directa dejaba enmudecido a Nando – Y no te preocupes de dar la talla o no, que seguro que la vas a dar las veces que haga falta. Entre otras cosas porque tengo Viagra.

  • Nunca he tomado.

  • Carlos y yo la hemos probado un par de veces en los últimos tres meses - Desde el trío más concretamente, pero eso no podía contárselo - La diferencia más significativa es que durante horas se te pondrá tiesa las veces que quieras... igual que si fuera la primera vez que follas. - En realidad quería tranquilizarle porque los hombres sienten mucha presión con eso de no estar a la altura. - ¡Venga! ¡Vamos al sofá!

Le mande sentar en el sofá mientras yo bajaba las persianas del comedor. Él me miraba fijamente acomodado desde el sofá como iba de una ventana a otra y yo le respondía en silencio con una enorme sonrisa. Cuando baje la ultima persiana la habitación quedo en tinieblas, pero no a oscuras porque entraba luz de la puerta que daba a la cocina. De todos modos yo me acerque a la puerta de salida a la calle para comprobar que la cerradura estaba bien cerrada con llave y aproveché para encender las luces. Nando se alegró de que quisiera hacerlo con las luces encendidas. Entonces me agaché y empecé a acercarme a cuatro patas desde la puerta hasta el sofá. Una vez llegué a Nando le quité el cinturón y le desabroché los pantalones. Tenía el paquete a reventar. Cuando aparté la goma de los calzoncillos emergió automáticamente la polla hacia el cielo porque la tenía tiesa como una bandera. Y era bastante grande, detalle que no recordaba yo de cuando eramos niños. Más grande que la de Carlos de hecho... y Carlos no la tiene para nada pequeña. No tenía yo ese recuerdo de Nando... o es que le había crecido mucho estos años. “Ahora entiendo porque me dolió tanto que me desvirgarán” - pensé - “aunque ahora que lo tengo más cedido me va a venir de cine”. Antes de tocarle nada le miré a los ojos con una sonrisa maliciosa. Él me correspondió con otra sonrisa de niño malo de esas que me ponen a cien con esos ojitos verdes de pillo que tiene. Esa mirada de niño travieso que se gastaba era una de las cosas que más cachonda me ponía... Le comencé a mordisquear lo huevos sin apartar la mirada de sus ojos y mientras tanto con la mano le empece a hacer una paja. Él quiso mantener la mirada a mis ojos, pero su cara de placer empezó a dificultarle mantener el contacto, porque a veces miraba al techo, y a veces cerraba los ojos. Le comencé a lamer la polla desde abajo hasta la punta repetidas veces y a mordisquearle la puntita con los labios. El gemía más o menos dependiendo que zona le lamia o mordisqueaba. De repente, le cogí la punta del capullo con los labios, y con la punta de mi lengua empece a chupar y presionar la rajita del capullo. Estuve así un buen rato escuchándole gemir ahogadamente. Nando mientras tanto me sujetaba la cabeza con suavidad. Estar un rato dándole placer hizo que sitiera un cosquilleo en mi coño, pero pensé que era mejor dejarle correrse y retomar el sexo más tarde, cuando él estuviera menos inquieto. Así que, sin sacarme la punta del capullo de mi boca, le bajé los pantalones hasta las rodillas y me metí en la boca toda la polla que era capaz de tragar. Empece a hacerle una mamada a lo grande, y él bien que lo agradecía. Movía sus caderas hacia arriba como para ayudarme a meterla en la boca. Gemía sin parar. Yo me alegraba de que Nando me tratara como un juguete de placer sin mostrar preocupación por su novia o por mi novio. Al poco rato Nando advirtió - “Cuidado que me voy a correr”. - “No te preocupes con eso” - Respondí yo volviendo a meterme todo el rabo en mi boca y empezando a chupar con más ansia que nunca. No obstante intentó aguantar todo lo que pudo para no terminar en mi boca. Pero me lo tomé como un juego y seguí hasta que no pudo más. Finalmente noté como su liquido pringoso y caliente llenaba mi boca. La cerré y le miré a los ojos. Tenía cara de culpabilidad y a mi me dio un poco la risa. Pero no podría abrir la boca para no derramar el esperma y manchar todo. Tampoco era cuestión de tragármelo. Así que me levante automáticamente para ir al baño del pasillo y escupir todo el semen que pudiera en la pila. Estuve enjuagándome la boca y limpiándome la cara. Cuando me sequé, volví al comedor. Nando seguía en el sofá, en la misma postura que le había dejado pero con los pantalones arriba.

  • ¿Te ha dado asco? - Preguntó con cierta culpabilidad

  • ¡No! ¿Que nunca te has corrido en la boca de Ana? - Le pregunté, porque la verdad es que era una cosa que nunca había comentado con ella.

  • Alguna vez. Y hace lo mismo que tú. Sale corriendo al baño a esculpirlo. Pero si os da asco, ¿por qué has seguido hasta que me he corrido?

  • Asco no es. Pero tampoco me da placer tragármelo. Eso que ves en las películas porno de que se lo comen y se rebañan la cara para tragarse más y más... como si fuera helado de fresa... es una tontería. Pero asco tampoco. ¿Cuando le comes el coño a Ana te dan asco sus fluidos?

  • No.

  • Pero tampoco te los tomarías para cenar...

  • Pues no -Se rio Nando - ¿Y el sexo anal? - Preguntó sin venir a cuento.

  • ¿El sexo anal que?

  • ¿Os gusta?

  • ¿Por qué lo preguntas?

  • A veces lo hago con Ana. Pero son más las veces que no quiere que las que sí. Yo lo entiendo porque en muchas ocasiones os tiene que doler. Sin embargo me dice ahora que su fantasía es hacer un trío... y que tu novio y yo se la metamos a la vez, uno por el coño y otro por el culo... Eso le tiene que doler seguro...

  • A ver, por partes. El sexo anal nos gusta. Pero no necesariamente nos apetece siempre. Para querer hacerlo tienes que estar muy puesta. Vosotros si pudierais lo harías todas las veces que folláis. No siempre estamos tan excitadas como para que nos de placer. Por otra parte, si queremos estar con dos hombres para nosotras eso es porque es super excitante. Dos lenguas recorriendo mi cuerpo. Cuatro manos sobándonos todos los rincones de la anatomía. Dos pollas para saltar de una a otra. Casi seguro que estaríamos tan excitada que nos apetece anal. Y si encima tenemos dos agujeros y dos pollas... pues echa cuentas... pero claro, es que en esa situación estas más puesta de lo habitual. Pero si hiciéramos un trío y no llegáramos a la doble penetración, tampoco pasa nada. Nosotras no nos lo exigimos. Esperamos el momento para ver que es lo que surge y que es lo que no. Vosotros sin embargo, a cada polvo tenéis una lista de aspiraciones y parece que tenéis que ir tachando todas las tareas una a una para que el polvo sea completo.

  • Ya, pero también hay que tener en cuenta que el sexo anal hay que practicarlo para que no se os cierre el agujero y os duela. -Respondió él volviendo al tema del anal. - Y de cada 10 veces que se lo propongo lo hacemos una.

  • Yo he hablado con ella del tema. Sí le mola el anal (“que se lo digan a Carlos” pensé) pero hacerlo contigo le estresa por una cosa. Vosotros no tenéis casa, por un lado no tenéis tanta libertad de movimiento. Tu madre no trabaja y siempre esta en casa. Y las veces que hacéis anal, ella no esta segura de que lo tiene bien limpio, ya que al no disponer de una casa, no tiene intimidad suficiente para prepararse y asearselo bien. Nunca puede estar segura si se lo ha dejado bien limpio. Imagina que sacas la polla llena de mierda. Eso a ella le crea inseguridad. Carlos y yo, al tener casa propia tenemos un limpiador anal y siempre que lo vamos a hacer me lo limpio a fondo. Eso da tranquilidad.

  • ¿Un limpiador anal? ¿Cómo es?

  • Ahora lo tengo instalado en la ducha porque me lo iba a limpiar para luego- El confesar que luego tenía planeado practicar anal conmigo le iluminó la cara. - Es una especie de telefonillo de ducha que acaba en forma de tubo. Te lo metes por el culo, le das al agua y salen chorros por los laterales que te lo deja todo limpísimo. - Fuimos a mi cuarto de baño y se lo enseñe. Mientras me agaché para alcanzarlo con la mano aprovechó para meterme mano al culo sin ningún miramiento. Yo prefería esperar un poco más para follar así que no le di importancia y seguí con el tema – Ves por aquí tiene estos agujeros y mira como sale el agua... Nando ,al ver que le ignoré, se hizo el loco y me siguió la corriente. Volvimos al sofá del comedor y continuamos hablando.

  • ¿Y Ana ha visto el limpiador de anos? - Me preguntó para no romper la conversación.

  • Sí que lo ha visto – Contesté... pero pensé para mis adentros - ”¡Y tanto que lo ha visto! Como que lo ha usado con mi Carlos por lo menos tres veces que yo sepa”... y continué diciendo – Se lo he enseñado. Además si vamos a hacer tríos lo tendrá que usar para estar limpia... - Y es que quería volver a llevármelo al tema de los tríos para dejarlo claro antes de tener sexo. Para tener yo claro que él se prestaría a dar un paso más y que no se pensará que esto era una noche y luego adiós... - ¿Crees que Ana y yo somos muy putas? - Pregunte para ver que decía

  • ¿Por qué lo preguntas?

  • Por querer que nos folléis vosotros dos.

  • A ver... sí pero en el buen sentido... es como preguntarte ¿Crees que soy muy cabrón por haber venido a follar contigo?

  • Sí, pero es que todos los hombres sois muy cabrones. Lo que pasa es que no todos tenéis la oportunidad. Carlos y tú la vais a tener pero queremos tener claro que no va a haber malos rollos.

  • Por mi parte no.

  • Por la de nosotras tampoco, pero no estamos seguras de como responderéis vosotros. Cuando veas que Carlos tiene cara de placer porque le esta follando a Ana por el culo. Y que Ana está gimiendo como si no estuvieras delante... ¿Qué vas a pensar?

  • Sinceramente, estoy seguro que ver gozar a Ana me va a excitar.

  • ¿Y ver gozar a Carlos?

  • Si Ana goza, no me molestará. Además, yo no estaré estático. Yo estaré contigo. O Ana me la estará chupando... o algo. Me parece excitante.

  • Y no te da asco rozarte con Carlos.

  • Rozarme en el fragor de la batalla porque estamos los dos encima de una chica, no me importa... Ahora, que él me bese, o que me haga una paja o me toque el culo con el dedo... esas cosas sí. No me gustan los hombres.

  • ¡No! ¡Ni a él! En eso descuida. Pero piensa. Si él me esta follando por el coño y te pido que me follaras el culo. A mí o a Ana. - Notaba que Nando se estaba excitando con la conversación - ¿Tú lo harías?

  • Claro... que coño... aunque hubiera que pagar – y se rió

  • Pero claro... Aunque tú estés dentro de mi agujero, notarias su polla rozando la tuya.

  • Ya lo sé. He probado eso con Ana y un consolador. Pero ese roce me da gusto. Y yo me estoy follando a una chica. En ese momento creo que estaría lo suficientemente excitado para no inhibirme por esas cosas.

  • ¿Y por ejemplo meterla en un coño de donde la acaba de sacar Carlos y a lo mejor ha dejado algo de fluidos?

  • Por mi parte creo que sin problemas. Estaré demasiado cachondo como para pensar en esas cosas.

  • Me alegra oírlo – Le dije – Otro tema que veo un problema en vosotros los hombres. Sois muy competitivos y por causa de eso os bloqueáis y os volvéis estresantes. Tenemos miedo de que estéis temerosos de aguantar menos que el otro, tenerla más pequeña o dar menos placer. Tenemos miedo que os piquéis o que vuestras inseguridades nos os permitan disfrutar.

  • En eso sí tienes razón. Me preocupa correrme demasiado deprisa.

  • Bueno, para tu tranquilidad te diré que con la Viagra aunque te corras, en menos de un minuto la vuelves a tener tiesa. Por otro lado necesitáis coger confianza entre vosotros para que eso no sea un problema. Y tener claro que eso no será una competición. Que es para que cada uno disfrute lo máximo que pueda.

  • Ok... aun así te confieso que Carlos impone.

  • ¿Por?

  • Es poli, es modelo, esta buenorro

  • Bueno... modelo aficionado... Y créeme... tu podrías ser también modelo como él, que te he visto en bañador. Te lo dice la novia del modelo. Estáis buenorros los dos y en eso coincidimos Ana y yo.

  • Vosotras sí que estáis buenas...

  • Te vas a tomar ya la Viagra – Entre pitos y flautas se habían hecho las 18.00 y ya me apetecía follar – Yo me voy a encerrar en el baño. Me limpiaré toda y me peinaré.

  • ¿Te limpiarás el culo con tu artefacto? – Interrumpió con cara de pícaro... joder como me pone esa carita de malo.

  • Tranquilo que hoy mojas por el culo. La Viagra tarda una media hora en hacer efecto.

  • Aun no me la he tomado y ya me ha hecho efecto – bromeó

  • Hazme caso, tómatela si quieres repetir varias veces. Yo me encierro en la habitación y me preparo. Tardaré un rato. ¿Te parece bien hacerlo en el sofá o prefieres en la cama?

  • Donde quieras.

  • Primero en el sofá. Esperame aquí a que salga.

  • ¿Como quieres que te espere?

  • ¿Has traído ropa?

  • He traído una muda para mañana, un chándal para estar cómodo por casa y el pijama...

  • ¿El pijama para qué?

  • No sé. Por si acaso... También he comprado condones

  • No los necesitamos. Tomo la píldora ¿No te lo dijo Ana?

  • Que tomas la píldora sí. Aun así no sabía si querías usar condones

  • No, me fio de que estés limpio de enfermedades. ¿Tú te fías de mí?

  • Sí. Era por si acaso preferías. Yo prefiero sin condones.

  • Yo también. Mira. - Dije cambiando de tema- En el baño del pasillo te he dejado toallas limpias. Si quieres aséate adelante... y por mí, me esperas con una toalla de manos tapándote el paquete...

  • Eso haré

  • Y baja todas las persianas de la casa – Dije mientras me levantaba del sofá

Abandoné el comedor rumbo a mi dormitorio. Cuando llegue al umbral de la puerta le hice un gesto para que se tomara la Viagra. - “¡Venga, tomate ya la pildorita del amor” - Le dije... Él obedeció y me sonreí con cara de mala. Cerré con pestillo para que no le entraran las prisas y atacara antes de que estuviera preparada y me fui a la ducha. Me lavé todo el cuerpo. En ano a conciencia. Me seque. Me peiné, me maquillé, me perfumé y me puse mi conjunto para la ocasión. Un conjunto blanco de encajes que consta de un sujetador que me hace unas peras impresionantes, y un tanguita que me tapa la rajita a duras penas. Estaba muy emocionada. De hecho, en ese momento creo que estaba más emocionada que excitada. Me quedé mirándome en el espejo del baño acariciándome suavemente el cuerpo con las manos para contemplarme. Me sorprendí con pensamientos del tipo “Si fuera un hombre creo que me gustaría hacerme una paja mientras me mira con ese conjunto” o “Joder, es el novio de Ana, y Ana está muy buena... ¿pensara que no soy para tanto?”. Se me ocurrió una tontería que, por otro lado haría esperar a Nando un poco más. Lo cierto es que me excitaba tener a un chico esperando para follar, así que decidí proceder con la ocurrencia. Me hice una foto con el conjunto en posición sexy con el móvil y se la envié a Ana. Por un lado quería hacer esperar a Nando. Por otro lado quería saber si Ana estaba bien o lo estaba pasando mal como yo lo pasé en su día. La foto era lo suficientemente elocuente para que si estaba molesta dijera algo. Junto con la foto mandé un mensaje que decía. “La artillería esta lista ¿Procedo?” . Estaba pendiente del móvil porque no tardo en responder “Con esos carros de combate vas a derribar al enemigo en un santiamén”. Como el humor a veces es un camuflaje del dolor le pregunte abiertamente. “¿Cómo estas? Si quieres paro”. Aun no hemos hecho nada” (aunque era una mentira piadosa porque que él se hubiera corrido en mi boca hace una hora y media sí era haber hecho algo). “No. Para nada. En serio. Estoy bien. Ataca a placer. PD. Estas muy sexy. Nando te va a reventar...”. Parece que ella estaba más concienciada que yo porque la verdad, no se le veía muy molesta. También pensé en Carlos, pero creo que a él era mejor mantenerlo al margen de mensajes.

Hace rato que tenía un cosquilleo en mi vagina, pero después de intercambiar los Whatsapps con Ana, y ver que tenía el beneplácito de ella había empezado a humedecerse. Un pensamiento que no me había quitado de la cabeza en toda la semana era que cuando Nando y yo estuvimos juntos, los dos eramos chiquillos. Él era una persona muy dulce, y me tomó con miedo y timidez. Miedo a no hacerme daño... Es cierto que también eramos chiquillos e inexperto por aquel entonces. Pero a día de hoy, a mí me gustan los chicos muy machos. Sin que me lleguen a maltratar o a humillar claro, pero que me dominen. Qué no tengan miedo a usarme en el sexo y que me lo hagan todo con decisión. Tenía la duda de que Nando quisiera hacer un “polvo romántico” como aquel chiquillo que me tomó en la adolescencia. En lugar de eso, buscaba un “polvo salvaje”... como si no hubiera un mañana. Ana me contaba que a veces visionaban porno y emulaban las escenas. Eso es lo que yo buscaba y tenía la duda de que Nando le saliera la vena complaciente y delicada para no quedar mal. Tampoco me apetecía explicarle con un gráfico que es lo que quiero que me hagan... si de verdad estaba tan buena como me había dejado caer varias veces esa tarde (algunas veces con indirectas y otras con bromas) pues que lo demostrara... Tenía la esperanza que ciertamente (como dijo Ana en su mensaje) él me cogiera y me reventara... Esa incertidumbre de como respondería me ponía algo más que caliente... me ponía cachonda... me salía la vena puta para que él no tuviera dudas de que habíamos venido a disfrutar como bestias. Así que, estremecida por la emoción, cogí el móvil y llame a Nando. Oí sonar el teléfono al otro lado de la puerta y lo descolgó...

  • ¿Quién es? - Dijo de broma

  • ¿Estas listo? - Le pregunte

  • Hace rato

  • ¿Como estas preparado?

  • Vestido unicamente con una toallita de las manos que apenas me cubre

  • ¿Y tu amiguito se ha levantado ya?

  • Mi amiguito va a hacer un agujero en el techo de lo levantado que está

– Esa era la actitud... sin acobardarse – Pensé. Le dije con voz la más sensual que pude – Pues voy a salir a saludarlo... quiero que te pongas de pie en frente de la puerta, que prepares el cronometro de tu móvil a un minuto, y que cuando esta puerta se abra, tengamos un minuto en el cual no me puedas tocar. Quiero que me mires el cuerpo, y mirar yo el tuyo... que hace siete meses que no hemos ido a la playa juntos... No podrás tocarme hasta que se agote el tiempo, ¿De acuerdo?...

  • Qué mala eres... de acuerdo pues... un minuto...

  • Cuando este listo el crono me avisas... - Colgué la llamada... A los pocos segundos (aunque a mi se me hicieron largos) oí su voz al otro lado de la puerta diciendo “¡Tiempo!”.

Abrí la puerta y ahí estaba él. De pie. Es delgado, pero tiene todos los músculos perfectamente definidos. En la cadera un pequeño tatuaje de un dragón sobresalía de la toalla que llevaba puesta a modo de minifalda. En un pezón un piercing... Ese detalle era nuevo para mí aunque ya me lo habían comentado. Le hacía parecer más sinvergüenza y eso a mi me ponía. Tenía su característica mirada de niño pillo, de canalla, de niño malo malo... Estaba buenísimo...

Tenía un minuto para juguetear libremente antes de que fuera a por mí, así que levanté mis brazos en cruz y los apoyé cada uno en ambos marcos de la puerta... empecé a mover las caderas retorciéndome hacia arriba y abajo a modo de bailarina sexy... Adelantaba el cuerpo adelante para que me mirara el canalillo de mis pechos embutido en el sujetador blanco de encajes... El sonreía más y más con cara de malo... y como me estaba poniendo eso... Como yo retorcía el cuerpo provocativamente, él decidió hacer algo al respecto. Se cogió las manos a modo de culturista y tensó todos los músculos. Los músculos ya los tenia definidos, pero al verlos tensó se marcaron. Sabía que hacia mucha gimnasia, pero no le había visto en “modo cuerpazo” en On. Y ese cuerpazo iba a ser todo para mí en cuestión de segundos. Esto estaba yendo como la seda y la cosa pintaba a disfrute total.

Antes de que acabara ese minuto de oro, crucé la estancia hasta el sofá... Él me siguió unicamente con la mirada... Me senté en este y levanté las piernas al aire abriéndolas todo lo que pude... y metí mi mano por dentro de las bragas y empecé a restregarme mi vagina que estaba bastante mojada... De repente él dejo de estar estático y se acercó. Pero aunque seguramente ya había pasado el minuto no me tocó. Se desató la toalla y la mantuvo tensada tapando en todo momento sus genitales... Empezó a bailar (y eso no me lo esperaba) y hacer amagos de apartarla para descubrir sus vergüenzas... pero al final siempre las mantenía tapadas... Que él no tuviera apuros a seguirme el rollo me sorprendió, ya que los chicos son más tímidos en esas cosas. Se disiparon todas las dudas de que el polvo sería lo que tiene que ser; a lo salvaje... Como maliciosamente ocultaba sus armas, me senté en el sofá y le puse la mano sobre el muslo. Entre mi cara y su polla todavía estaba la totalitaria que suspendía tensa y no me dejaba ver... pero con la mano podía tocar. Primero acaricié como si fuera el lomo de un perrito... Primero hacia abajo y luego hacia arriba... luego a repetir la operación... De su rodilla a su ingle, dando media vuelta en terreno peligroso sin llegar a la zona de interés máximo y regresando a su rodilla para comenzar de nuevo la operación. Mientras acariciaba esa pierna tanteaba lo duro que tenía los músculos de la pierna... “Sabía que estaba bueno, pero no tanto” pensé. Me incorporé del sofá y puse mis labios en su barriga por encima del ombligo y empece a besar sensualmente. Estaba tanteando cuan duro tenía los músculos de la barriga... Como piedras... subí con mis labios hacia el pecho besando por todo el tórax... ni una molla por ningún lado... Cuando mis labios llegaron a sus pezones, yo ya estaba de pie... y mi mano derecha ya había recorrido el camino que va de la rodilla a los testículos. Empecé a masajear sus testículos para acabar cogiendo su rabo para masturbarle con mucha delicadeza. Mis labios empezaron a besar sus pezones. La punta de mi lengua jugueteaba un la tetina de su pezón... que estaba duro. Primero el que no tenía el pearcing... luego el del pearcing. Él ya había dejado caer la toalla y había puesto las manos en mi culo. Lo sobaba suavemente pero con firmeza. De mi culo subieron manos por la espalda hasta el cierre de mi sujetador. Lo desabrochó y yo despegué las manos de su cuerpo para dejarlo caer al suelo. Ese leve movimiento de inclinar mi cuerpo para atrás lo aprovechó para lanzar sus manos a mis pechos y su boca a los pezones... Me empujo delicadamente al sofá y me quedé sentada con él arrodillado y sin dejar de comerme las tetas. Sulegungua jugueteaba con mis pezones que de vez en cuando mordisqueaba. Yo estaba muy caliente y buscaba con mis caderas poder restregar mi entrepierna en su rodilla. Una delas manos empezó a abandonar las tetas para acariciar mi cuello y mi nuca, pero rápidamente se volvía a mis tetas a pellizar mis pezones. Note como sus labios empezaron a subir por el cuello y empecé a sentir un cosquilleo estremecedor... Ese cosquilleo se multiplico al notar como una de las manos bajaban lentamente de mis pechos a buscar mi barriga, cruzar suavemente mi ombligo... y llegar hasta la goma de mis braguitas. Su lengua abandono de un salto mi cuello para instalarse en mi boca a la vez que sus dedos abandonaron el umbral de mis bragas para meterse por debajo de ellas. Sentía su lengua restregándose con la mía al unisono que sus dedos se restregaban y estimulaban mi clítoris. Empecé a sentir que el placer lo invadía todo. Yo buscaba con mis manos a ciegas cualquier parte de sus cuerpo para acariciar, y todas me parecía estimulantes. Los músculos de su espalda duros y masculinos. Sus brazos fuertes, su pecho firme, su polla enorme e incansable. Decidí al instante que se había ganado una buena mamada así que me dispuse a arrodillarme, pero él me retuvo sentada con sus manos en mis hombros.

  • De ninguna manera – Dijo – Me toca devolverte el favor.

Dicho esto, clavo sus rodillas en el suelo y sus dos manos en mis bragas. Las bajó hasta mis tobillos y yo levante mis piernas para que las bragas quedarán en el suelo. Él las lanzo lejos y puso su lengua en mi raja. Empezó a chupar frenéticamente el clítoris y a meter sus dedos en mi vagina. Sentía el mismo placer que si me follara, así que pensaba que cuando me follara iba a ser una locura. Poco tardo el placer en incrementarse, porque su lengua bajó a mi ano para excitarlo. Al poco ya tenia dedos dentro del coño y del culo a la vez. Yo movía mis caderas como una loca para que estos me penetraran más y más adentro de mí, hasta notar como los dedos del culo y del coño se acariciaban dentro de mi cuerpo. Él places se unía al morbo ya que no podía dejar de pensar “si esto es así son uno delitos, no quiero ni pensar como será cuando tenga dos pollas dentro”. Movía cada vez las caderas con más fuerza, y él hacia lo propio con sus dedos. El placer era inmenso e iba camino del orgasmo... así que acabe interrumpiendo...

-¡Para que me corro y se acaba la fiesta! - El paró y le pedí que se acostara en el sofá – Dejame que me reponga – Y dicho esto, y con él acostado. Me puse encima en la postura del 69. Levante mis caderas para que el no me alcanzará el coñete, ya que necesitaba un descanso. Comencé a chuoarle el miembro como si no hubiera un mañana. Él gemía menos tímidamente que antes. No tardo en agarrar mis caderas y bajar mi coño a su boca y empezar a comer otra vez. No podía protesta porque era yo la que había insinuado el 69. Mientras me comía el coño empezó a follarme el culo con sus dedos. Yo me aplicaba todo lo que podría con mi lengua... aun así dudo que le estuviera dando ni la mitad del placer que me estaba suministrando él a mí. Sin embargo, ahora no tenía que hacer grandes esfuerzos para no correrme. Estaba en un punto de “placer absoluto sin llegar a zona de peligro”. Estaba muy a gustito. Pero eso no podía durar mucho porque a este paso íbamos a terminar los dos antes de que Nando estuviera dentro de mí. Así que, estando Nando acostado, me senté encima de su polla dándole la espalda y empece a subir y bajar mis caderas para que su polla entrara suavemente en mi coñito. Estaba bien lubricado pero aun así, y gracias al tamaño de su cacharro, notaba como entraba apretado haciéndome aullar de placer. Una vez dentro, a follar con más energía, y que placer... Intercalaba el típico movimiento de arriba a abajo de mis caderas, con movimientos circulares para sentirla por todas mis paredes vaginales. No tardó Nando en levantar su cuerpo con la polla dentro de mi coño para obligarme a quedarme en la postura del perrito. Una vez en esa postura Nando empezó a embestir con todas sus fuerzas. Sentía su polla adentrarse más y más en mi cuerpo. No es mi postura favorita, pero Nando estaba haciendo méritos para convertirla en la mejor. Su enorme polla conseguía que notara mucho más y mejor las envestidas que cuando Carlos me hacia lo mismo. Sus manos me agarraban fuertemente de mis caderas y me empujaban hacia adelante y hacia detrás sin ninguna piedad. Yo empecé a gemir con fuerza y eso le animaba para dar acometidas cada vez más fuertes.

  • Cabronazo que rabo tienes – Le dije espontáneamente. Es raro, nunca me había salido decir nada por el estilo con Carlos, y eso que el me follaba genial. Pero ese tipo de comentarios soeces nunca me habían salido de la mente. De hecho, solía gemir, pero nunca hablar. Nando, al escuchar eso, se animó y comenzó a hablarme de una manera obscena... tal como en una de las películas porno que veía él con Ana.

  • ¿Te gusta? Pues toma – respondió. Como me pareció su comentario un poco light, comencé a subir el tono en mis siguientes intervenciones.

  • ¡Oh sí! ¡Qué polla! ¿Metémela cabrón! ¡Soy tu putita! - lo cierto es que es bastante ridículo cuando empiezas a decirlo. Desde la perspectiva de una mujer, cuando vemos eso en una película porno no resulta natural. Pero animo a todas las mujeres que me lean a que lo hagan... cuando empiezas a decirlo te metes en el papel y acabas diciéndolo con convicción. Mi experiencia es que eso al hombre le viene arriba y te folla más salvaje. Y lo descubrí por primera vez esa misma noche. Nando ya no se cortaba un pelo y me penetraba cada vez con más rabia. Yo no podía aguantarme más y me corrí. Pero de un modo silencioso sin que él se percatara.

  • ¡Ven aquí puta que voy a follarte bien el culo! - Dijo Nando ya sin miramientos lingüísticos. La sacó y empezó a meterla poco a poco por el culo. Pero la verdad es que la tiene grande y le costaba entrar. Eso hacia que a él le inhibiera ya que no estaba seguro de si me hacia daño. Al final la metió y me sacudió un poco por el culo, pero con suavidad.

  • Espera, siéntate cabrón que la tienes muy grande- Se sentó y yo me ente encima de él mirándole a los ojos – Primero un poquito de coño, luego el culo- le dije para mantenerlo excitado, pero la verdad es que necesitaba tiempo para excitarme otra vez ya que él ignoraba que yo había llegado. Le cabalgué un poco con la polla dentro de mi coño. El me mordía las tetas, me metía el dedo en el culo, me frotaba el clítoris. Eso ayudo bastante a ponerme a tono de nuevo, Me gustaba tanto sentirlo dentro de mi vagina que empecé a cabalgar sin piedad. El caso es que los músculos del chocho los tenía más cerraditos que antes y notaba la polla dmucho más prieta... eso hizo que me viniera arriba. Sacudía con todas mis fuerza. Creo que nunca he saltado con tanta energía encima de una polla... Definitivamente, mi coño se había vuelto a activar.

  • ¡¡¡Hijo de puta, como follas!!! - Eso le animó y me metió los dedos por el culo y a morderme los pezones... Yo me iba a correr a lo grande (y no como hacia un rato) y le gemía cada vez más fuerte... eso a él le ponía a mil y cada vez me mordisqueaba con más pasión.

  • ¡Correte cabrón! - Le ordené, ya que el chico parecía Terminator... nunca paraba y yo ya iba a por la segunda. No obstante la orden funcionó y comencé a notar como descargaba su fluido caliente dentro de mi chocho. Aliviada por el trabajo bien hecho, me dejé ir y me corrí como pocas veces.

Nos quedamos los dos tiesos y abrazados por unos instantes. Noté como se relajaba su miembro dentro de mi y le di un beso cariñoso en la frente. Él me beso las tetas que era lo que tenía más a mano.

  • Ha sido genial – Le dije con voz suave. - Y no te preocupes que ahora luego me follas por el culo todo lo que quieras que no me dolía tanto – Añadí para animarle.

Nos fuimos juntos a la ducha para limpiarnos. Durante la ducha me daba muchos besos en la boca, en la mejilla, en la espalda... vamos, donde pillara. Me acariciaba suavemente y con mucho cariño. Al final tuve que frenarle.

  • ¡Para! ¡Qué yo no he tomado Viagra y me tengo que reponer! –

Al salir de la ducha pensé que ponerme para no perder mi sensualidad sin ponerle cachondo a las primeras de cambio. Además, las braguitas del conjunto habían cogido mucho olor de estar mojadas con mis jugos. Me decidí por unas bragas negras y una camiseta de Carlos de la Policía. La que usa para ir a correr. Sin sujetador. Era febrero pero la casa estaba caldeada a temperaturas altas gracias a la calefacción, así que él se quedó en pantalones de chándal. Sin calzoncillos. Vimos una película abrazados en el sofá (una de marcianos titulada Distrito 9). Pedimos comida chica para cenar y hablamos de Ana, de Carlos y de sexo en general.

Sobre Ana quería saber como era que habíamos acabado en la cama (poniéndole los cuernos). Y como eran nuestros encuentros sexuales. Le dije que empezamos a investigar esa faceta de nuestra sexualidad porque tenemos mucha confianza y nos sentimos muy a gusto la una con la otra. No porque las mujeres nos ponían cachondas (eso era verdad). Le conté que nuestros polvos empezaron con cariño y acabaron siendo salvajes. A la pregunta de si lo haríamos con otra chica que no fuéramos nosotras le contesté que si podría, pero sólo si sintiera un feeling con la otra chica. No pareció molestarle lo de Ana entre otras cosas porque le expliqué que nuestro motivo para empezar fue el poder hacer un trío con él (eso era una verdad a medias).

Sobre Carlos quería saber si me follaba bien... “¡Oh sí. Definitivamente bien!” Le contesté sin dar lugar a la duda (eso era verdad). “Y tú también me has follado de puta madre” (eso también era verdad). Le expliqué que quería mucho a Carlos y que por eso haríamos intercambios de pareja entre nosotros cuatro. Para que todos fuéramos cómplices. Me preguntó si Ana me había confesado si quería follar con Carlos y le dije que sí (eso era verdad). Me pregunto que si creía que habían follado ya y le aseguré que no (eso era mentira). Le advertí que Carlos se la follaría a lo salvaje como habría hecho él conmigo. Se lo dije para ver si se molestaba y abortar así todos los planes de intercambios. No pareció molestarle. Me volvió a repetir que ver a Ana disfrutar como una burra con otro chico le ponía mucho. Me preguntó mucho de como es Carlos y como le sentaría que hubiera estado conmigo. Le dije que no se lo comentaríamos... Era mentira, Carlos sabía perfectamente que estaba haciendo esa noche.

Acabó el tema en el sexo anal otra vez. Era normal que volviera al tema, porque no había podido ejecutarlo todavía y supongo que le preocupaba que acabara la noche sin poder catarlo. Le aseguré que no me dolía tanto el intento de antes. Eso era una verdad a medias. Estando muy excitada me habría muerto de placer si me hubiera follado el culo. Lo que no sabía él, y tuve que explicarle, es que cuando intento hacerme el anal yo acababa de correrme y mi libido estaba reponiéndose. De no ser así, me habría follado el culo con facilidad y yo lo habría disfrutado. El descubrir que había conseguido provocarme dos orgasmos lo lleno de alegría y autoestima. Nos acabamos una botella de vino y sin decirle nada me fui a mi cuarto de baño. Al pasar por la habitación saque mi consolador de la mesita de noche y me lo lleve a la pila del baño para lavarlo. La puerta la había dejado abierta y la conversación seguía. Pero él continuaba sentado en la mesa del comedor. Una vez seco lo escondí debajo de la almohada de la cama y retorne al baño. Me puse enfrente de la pila y me mire al espejo. Ahí estaba yo. Una morenaza vestida unicamente por una camiseta 4 tallas grandes y unas bragas. Recordé el día que vi en ese mismo cuarto de baño a Carlos follando a Ana por el culo. Carlos ponía una cara de rabia que nunca había visto. Se me ocurrió que Nando me podía tomar por el culo mientras yo miraba en el espejo nuestras caras. El recuerdo de Ana y Carlos en la ducha me había puesto a tono y sabía que Nando, gracias a la Viagra, se podía activar en cuando yo quisiera. Nando seguía hablando desde el comedor y yo le llamé.

Cuando entró me vio mirándome al espejo. Y le pedí que me abrazara. El me abrazo por detrás y me empezó a besar por el cuello. Yo, de un modo más que premeditado, apoye mis manos en la pila del lavabo e incliné poco la espalda para que mi culete se restregara en su paquete que automáticamente comenzó a inflarse. El metió una mano por debajo de mi camisa para acariciar mis pechos. La otra mano fue directa a mis bragas para frotar tanto por encima de ellas, como por debajo. El paquete ya estaba duro y a pleno rendimiento otra vez (viva la Viagra) y yo lista para marcarme otra fiesta. Su mano frotaba eficazmente mi clítoris y los jugos volvieron a humedecer toda mi rajita. Movía mi culo de un modo mas enérgico frotando su paquete. La cosa se ponía caliente. Me bajé las bragas sin dejar de mirar al espejo y él hizo lo propio con sus pantalones. Empezó a restregar su pollón por mi culo sin penetrarme. Usaba los cachetes para masturbarse la polla. Y yo me dedicaba a mirar las caras de salidos que teníamos los dos en el espejo. Nando me abrió las piernas y se agachó. Desde atrás empezó a comerme. Su lengua lamia desde el clítoris y retrocedía esta mi ano lamiéndome así toda la rajita. Sus dedos volvían a entrar si salir de mis agujeros. Yo me quité la camisa y quede completamente desnuda. Recordando la experiencia del perrete le pedí que me follara por detrás, pero manteniéndonos de pie frente al espejo. Así que se levanto y me introdujo su enorme cacharro en mi rajita y comenzó a embestir suavemente para que me acoplara a la perfección. Al estar de pie notaba eso más prieto. La metía con dulzura para darme gusto sin que perdiéramos el control, me acariciaba los pechos y me lamia el cuello. Sentía un escalofrío por todo el cuerpo y yo correspondía a esa dulzura moviendo suavemente las caderas. Yo le estaba cogiendo el gusto a esa follada intima cuando, subiendo a lametones por mi cuello, me susurró al oído.

  • ¿Quieres que te de más fuerte?

  • ¡Sí! – Le contesté sin dudar – Fóllame como a una zorra – Sabia que eso le activaría y se dejaría de remilgos.

  • ¿Así cabrona? – Dijo mientras empezaba a acelerar el ritmo un poco

  • Más fuerte – Le exigí

Empezó a darle con fuerza y rabia. Cada vez daba con más fuerza y empecé a cogerle tanto gusto que pensé que estaríamos así hasta que me fuera otra vez. Pero cuando empecé a subir el tono de los gemidos Nando paró y saco su miembro de mi raja.

  • ¡Ahora si que te voy a pegar una follada por el culo! – Advirtió. Yo ya estaba muy puesta. Se agachó y empezó a meter su lengua por el ano. Me frotaba el coño con los dedos con unas ganas inmensa para que, una vez los tenía pringosos, meterlos por el culo y lubricarlos. Yo ya estaba muy sensible y notaba mucho placer tanto por delante como por detrás.

  • ¡Coge de una vez lo que es tuyo! ¡Tómame por detrás de una vez! – Le animé. Así que se puso en pie y me la introdujo por en ano. Lo hizo poco a poco pero esta vez no tuvo grandes problemas para entrar. Yo le animaba para que supiera que no me dolía. Una vez dentro empecé a dar yo suaves sacudidas. El me comenzó a frotar el clítoris con la mano lo que provocó que yo me revolucionara. Empecé a mover cada vez más rápido las caderas para poder gozar del roce de mi clítoris. La polla cada vez acoplaba mejor en mi culo y empecé a gemir. - ¡Cabrón, fóllame el culo bien! - Me estaba volviendo loca de placer. Empezó a dar sacudidas secas y agresivas. Yo notaba como la tenia dentro por el competo. Miré su expresión en el espejo y no era tan diferente a la que tenía Carlos el otro día en este mismo cuarto de baño. Comencé a fantasear con que yo era Ana y él Carlos y me ponía cachonda recrear el placer que sintió ella mientras yo la miraba.

  • ¡Vamos a la cama que tengo una sorpresa! - Le dije.

Entonces me saco la polla. Me di media vuelta. Le di un morreo largo con toda la lengua que pude y entre en la habitación. Me subí a la cama y saqué el consolador de debajo de la almohada.

  • ¿Quieres follarme el culo mientras el consolador me folla el coño? - Su cara no dejó dudas de que le encantaría eso. Abrí las piernas y me metí mi juguete lentamente. Lo puse a velocidad baja y aquello empezó a vibrar. Al ver mis caritas de placer, Nando no se hizo de rogar. Se acerco y me puso a cuatro patas. Me la metió suavemente por el culo y empezó a bombear. Al principio fue todo suave. Sentía placer, pero también morbo sabiendo que se estaba reteniendo. Empece a subir la potencia del vibrador al máximo. Él notaba la vibración en la polla dentro de mí y empezó a sacudir cada vez con más y más fuerza. Yo perdí el control con una mezcla de placer y dolor. Nando era quien cogía mis caderas y sacudía con todas sus fuerzas. Notaba que todos sus músculos se tensaban y usaba todas sus fuerzas para sacudir con más y más fuerzas. Su cuerpo era duro como una piedra. Sentía un inmenso placer tanto por el delante como por detrás. Él empezó a gemir fuerte, yo ya hacia un rato que lo hacía. Sentí un orgasmo en el culo mientras mi coñete pedía más marcha. Una cosa que tenéis que saber los hombres que no practicáis anal. Por el ano puedes experimentar más de un orgasmo en la misma relación. Yo al tener este primer orgasmo en el culo, mis rodillas flaquearon, pero el consolador no paraba y mi clítoris estaba en la gloria. Nando seguía como si nada, así que mi culete se repuso para aguardar al siguiente orgasmo. El placer me hizo perder el control. Nando daba todo lo que podía. “Correte cabrón” Le volví a exigir, pero esta vez el disfrutaba de lo lindo y no paraba. Yo hacia todo lo posible por retener el orgasmo, pero ya no podía más y me fui tanto del clítoris como del culo. Nando, al ver como me corría tuvo piedad y descargó dentro de mi culo. Quedé muerta. Decir que aunque puedes tener más de un orgasmo por el culo, es tremendamente agotador. Nos quedamos acostados en la cama. Alargué el brazo y apague las luces del dormitorio. Las luces del comedor y del baño se habían quedado encendida, pero nos dio igual. Estábamos tremendamente agotados y nos acurrucamos debajo delas sabanas y nos pusimos a dormir abrazados y besándonos muy tiernamente.

CAPITULO X DESPUES DE LA NOCHE

Creo que aproveché mi noche con Nando al 100%. Folla como un tigre y como compañía para dormir es tierno como un Koala. Me desperté con él en la cama y miré el móvil para ver que hora era. Eran los 9.30 de la mañana. Miré el Whatsapp y aunque vi que no tenía mensajes nuevos, me di cuenta de que Ana se había conectado por ultima vez a las 9 de la mañana. Así que estaba desierta.

  • Buenos días guapa.

  • ¿Ya estáis despiertos? - Contesto

  • Pero en la cama. ¿Como estas?

  • Muy bien. En serio.

  • ¿Seguro?

  • Segurísimo ¿Que tal mi chico? ¿Ha dejado el pabellón alto?

  • En el cielo – Contesté – Vente a desayunar.

  • Llevo yo ensaimadas de la panadería de mi casa.

Le advertí a Nando que venía Ana. Nos duchamos por turnos porque el tardó un rato en levantarse. Ana llegó cuando estaba él en la ducha. No preguntó detalles ni nosotros le contamos nada. Nos quedamos en el que “hemos estado muy a gusto” y ya. Ella había salido con unas amigas y nos contó donde fueron. Quedamos en que esa misma semana hablaríamos y que prepararíamos lo del trío, pero que antes Carlos y Nando se tendrían que conocer mejor. Así que pensamos que el siguiente viernes tendrían que irse de fiesta los dos juntos para cambiar impresiones. Que cogieran confianza.

Ana y Nando se fueron a eso de las 11.30 de la mañana, iban a comer a casa de los padres de Ana. Yo aproveché para cambiar las sabanas y poner una lavadora con toda la ropa del día anterior. Gracias a la secadora estaría todo en su sitio para cuando volviera Carlos. A la hora de comer me mandó un mensaje preguntando si podía volver ya y le respondí que “Claro”. Cuando llegó estuve muy preocupada de como se sentiría. Pero aparentemente estaba bien. Me preguntó sin darle mucha importancia que si me lo había pasado bien. Le dije que sí, pero que me lo iba a pasar mejor cuando estuviéramos los cuatro en el ajo y a la vez. Porque ya estaba cantado que los cuatro estábamos en la misma sintonía y que no iban a caber los celos ni los tabúes entre nosotros.

Espero que no os haya aburrido con esta segunda parte, y si os sigue gustando e interesando la cosa, seguiré relatando la historia... a ver si la convertimos en un pequeñito libro de mi autobiografia. Un besito a todos.