Amanda, mi primera sumisa

Despues de mucho tiempo deseandolo por fin nos vemos y cumplimos nuestra fantasía.

Se habían conocido en ese basto mundo que es Internet, habían coincidido en un chat y con el paso del tiempo se habían hecho grandes amigos. Habían compartido sueños y fantasías, secretos que nadie conocía y esperanzas para la vida. Un día navegando por Internet juntos habían entrado a una página de dominación y con cierta cautela se habían confesado que ese tema les excitaba. Él comenzó a mirar en más páginas en la red, buscando como ser un buen amo, métodos de sumisión y tipos de instrumentos y castigos que debía utilizar e impartir.

Con el paso del tiempo empezaron ambos a escribirse relatos donde él la dominaba, como si de un juego se tratase. Todos ellos eran muy suaves, pero daba pie a una fantasía que poco a poco se iba formando en la cabeza de ambos. Por fin un día se sinceraron el uno con el otro y tomaron la decisión de hacer una sesión de dominación. Acordaron unas normas y prohibiciones a las que atenerse para que ambos disfrutasen. Quedaron en que al siguiente sábado se encontrarían y practicarían. Él le indicó que tipo de ropa quería que se pusiera ella para la ocasión por dos razones, la primera es que nunca se habían visto, y la segunda porque como sumisa debía de vestir como su amo quisiera.

El día que señalado la llamó para decirla el lugar donde debía presentarse. El lugar indicado era una pequeña casa rural apartada de cualquier casa, un sitio perfecto para no ser molestados. Cuando llegó se quedó maravillada por la belleza del lugar. La casa era de piedra y se levantaba en un pequeño montículo rodeado de pinos. Cuando llamó a la puerta abrió una mujer de avanzada edad. Ella se sorprendió, pero la mujer le dijo que su acompañante había llegado unas horas antes, pero que había recibido una llamada y había tenido que salir. Le había dejado una nota que le entrego la mujer justo antes de marcharse. Ella se quedó en la puerta fascinada por la belleza de la sala.

Miró el sobre con curiosidad y lo abrió:

"Hola perrita, he tenido que salir para atender un asunto importante. A tu derecha hay un mostrador con las llaves de todas las habitaciones, he alquilado todas ellas, asi que nadie nos molestará. Tienes permiso para entrar en todas menos en la número 7, la cual te estará completamente prohibida en todo momento a no ser que yo te diga lo contrario. Date una ducha en el baño de la primera planta. Cuando te hayas relajado ve a la habitación número 12, la cual también te esta prohibida hasta ese instante. Abre el cajón de la mesilla. Ahí encontrarás mas instrucciones.

TU AMO"

Miró a su derecha y vio el mostrador que al que se refería su amo. Cogió una llave del primer piso para poder dejar sus cosas y subió. Su mirada no podía apartarse de los detalles de las paredes. Todas ellas eran de piedra, con nichos donde había colocadas lámparas con forma de antorchas. Dejó sus cosas en la habitación y se dirigió al baño con su neceser. Cuando abrió la puerta se encontró algo inesperado. La habitación estaba alumbrada con infinidad de velas. La bañera estaba llena y con gran cantidad de espuma gracias a las sales. Junto a ella había un reproductor de CD con una nota encima.

"Dale al play y disfruta del baño, no quiero que quede en ti el más mínimo resto de sudor del viaje. Desde este instante tienes prohibido correrte sin mi permiso directo. Deja la puerta abierta de toda habitación donde estés. Deja tu teléfono móvil en el cuarto donde dejaste tus cosas. Tienes 20 minutos para disfrutar del baño, y rasurar tu sexo si es que no lo tienes rasurado. Pasado ese tiempo te llamaré para darte permiso y poder subir a la habitación número 12.

TU AMO"

Accionó el reproductor y se sumergió en el baño, en el CD empezó a sonar una música relajante. Sintió como de su cuerpo se desprendían todas las partículas de sudor. De pronto se sintió observada y se giró rápidamente, no había nadie. Se volvió a sumergir y siguió disfrutando del baño. De pronto en el CD sonó la voz de su amo.

"Levántate, tu móvil está sonando. ¿ A que esperas para responder a tu amo?"

Se levantó y salió corriendo a su habitación, cuando llegó su móvil estaba sonando. Lo cogió corriendo.

- ¿Diga?-

- Espero que hayas disfrutado del baño, en la mesilla tienes unos peines y perfume para que te pongas. En el armario la ropa que debes ponerte. Cuando estés lista puedes subir a la habitación número 12 -

Cuando terminó de hablar colgó sin esperar respuesta. Ella abrió el cajón y vio un montón de peines y cepillos para el pelo, junto a un frasco de perfume. Se arregló el pelo y abrió el armario. Dentro había unas botas de cuero de tacón alto y un vestido cortísimo de cuero negro con unas cremalleras que permitían separar el vestido en dos partes independientes. ¿Cómo había sabido que elegiría esa habitación?, ¿Acaso la presencia que había sentido era la suya? Decidió no hacerse preguntas para las que no tenía respuesta. Se los puso y bajó a por la llave de la habitación. Tal y como le había dicho su amo en la mesilla encontró un sobre.

"Me esperarás en este cuarto en posición de sumisa, como te expliqué el otro día. En el suelo justo al otro lado de la cama hay una correa que debes ponerte. En el armario encontrarás el resto de las cosa que quiero que lleves puestas cuando yo llegue. No tienes permiso para cambiar en ningún momento tu postura, ni para quitarte cualquier cosa de las que debes ponerte. Recuerda que no tienes mi permiso para correrte ni para cerrar la puerta de la habitación. Coloca tu móvil donde puedas alcanzarlo sin cambiar de postura ni desobedecer ninguna de mis anteriores ordenes. Si me desobedeces recibirás un duro castigo.

TU AMO"

Se dirigió al armario y se quedó estupefacta ante lo que vio. En uno de los estantes había una mordaza con una bola de goma, una venda para los ojos y un consolador para su raja y su culo. El consolador no la importaba, ni siquiera la mordaza, pero la venda la ponía nerviosa. El no poder ver era algo que no había esperado. Decidió no desobedecer, sobre todo cuando vio una fusta en otro de los estantes, junto a un montón de pinzas, cuerdas y esposas.

Dio la vuelta a la cama y encontró la correa, uno de los extremos estaba atado a la cama, el otro lo debía colocar alrededor de su cuello. Se colocó en la postura que le había explicado su amo, como si fuese una perra, de rodillas con la espalda completamente recta y las manos sobre los muslos. Se colocó el consolador y la mordaza, procurando que su pelo quedase perfecto, quería estar lo más guapa posible para cuando llegase su amo. Dejó el móvil encima de la cama desde donde pudiese alcanzarlo sin cambiar de postura. Por fin le toco el turno a la venda, pensó en no colocársela hasta que le oyera llegar, pero al recordar todo lo que había visto en el otro estante prefirió no tentar a la suerte. Hizo acopio de valor y se la colocó.

El tiempo sin poder ver nada se la hizo eterno, asi que decidió contar los segundos y minutos que estaba en esa posición esperando a su amo. De pronto el consolador empezó a vibrar. Dio un respingo al sentirlo en marcha y giró la cabeza ha ambos lados intentando captar el mas leve ruido. No escuchó nada. El vibrador la estaba empezando a poner muy cachonda, sentía como su vagina se iba lubricando por momentos. Sus caderas empezaron a moverse por el placer que sentía, poco a poco fue notando como alcanzaba el orgasmo. Pero al recordar las palabras de su amo recordó que tenía prohibido correrse sin su permiso, y él no le había dicho nada de que pudiese terminar. Hizo acopio de voluntad he intentó pensar en otra cosa que no fuera lo que tenia metido en sus entrañas. Poco a poco su fuerza de voluntad fue venciendo al orgasmo. Estaba tan concentrada en no correrse que cuando escuchó la voz de su amo dio un pequeño brinco.

  • Muy bien, veo que has cumplido todas mis ordenes a la perfección, me siento orgulloso de ti. Veo que realmente quieres complacer a tu amo. –

Ella asintió con la cabeza, para demostrarle a su amo que no se equivocaba.

Muy bien, ahora ponte a cuatro patas-

Obedeció con premura la orden de su amo y se quedó quieta. Notó como su amo le subía el vestido hasta dejarla el culo al aire. Le sacó un poco el consolador hasta que salió la parte que tenía introducida en su ano y lo giró. Sintió como poco a poco su amo la introducía algo en el culo de un tamaño algo mayor que un dedo. Se lo fue sacando y metiendo hasta que este se dilató lo suficiente como para que lo que estuviera usando entrase y saliese con total facilidad.

Al sentir como su amo la masturbaba empezó a humedecerse aun más, y sintió de nuevo la proximidad del orgasmo. De pronto su amo cambió el objeto por su pene, el cual introdujo de un solo golpe y sin la más mínima delicadeza, lo cual la produjo cierto dolor. No pudo evitar inclinar su cuerpo hacia delante intentando rehuir el dolor, pero solo consiguió que su amo la diese un par de azotes en el trasero mientras le decía que se quedase quieta o tendría que castigarla.

Volvió a quedarse quieta mientras su amo la seguía penetrando con rudeza. Notaba como el rabo de su amo rozaba con el vibrador que tenía introducido en la vagina. Poco a poco el dolor se fue convirtiendo en placer, hasta que ella misma empezó a moverse para ser penetrada al máximo.

  • ¿Ya has empezado a disfrutar? Ya sabía yo que esto te iba a encantar- ella asintió con la cabeza- Dios que agujerito más rico.-

Siguió penetrándola mientras la daba azotes de vez en cuando. Sabía que no se podía correr, asi que intentó no pensar en ello. Pero su amo no hacía mas que decirla guarradas, lo cual solo hacía que se excitara aun más. Escuchó como su amo empezaba a suspirar ante la proximidad de su orgasmo y rezó en silencio porque la diera permiso para correrse junto a él. Pero no recibió su permiso. Notó como él la llenaba el culo de su leche mientras gemía hasta que se quedó totalmente quieto. Poco a poco se la fue sacando.

Sintió como se colocaba delante de ella y por medio de la correa que llevaba atada la hacía volver a su posición inicial. La quitó la mordaza y empezó hablar.

Ahora limpiamelá bien, no quiero que quede el menor rastro de semen en ella.-

Así lo hizo, se la metió en la boca y empezó a lamerla hasta dejarla bien limpia.

Muy bien, por lo bien que te has portado tienes mi permiso para correrte, pero solo una vez. Y que no te sirva de precedente para otra ocasión. Este premio te lo doy porque para ser tu primera vez como sumisa lo has hecho realmente bien. Siéntete orgullosa porque has hecho disfrutar a tu amo. ¿Estas orgullosa?-

Si mi amo.-

Muy bien, cuando te corras duermeté, pero ni se te ocurra quitarte el consolador. Sin embargo tienes mi permiso para quitarte la venda para dormir.-

Muchas gracias amo.-

Sabía que con el consolador en marcha la iba a ser imposible dormir, pero prefirió no decirle nada para no enfadarle. Dejó que el orgasmo la embargase mientras de sus labios salían gemidos de placer. Cuando terminó se quitó la venda, se tumbó en el suelo he intentó dormir mientras el vibrador aún se mantenía en marcha dentro de ella. A los pocos minutos empezó a sentir otra vez la llegada del orgasmo y decidió morderse el labio para intentar no correrse. De pronto el vibrador bajo de velocidad hasta una en la que le pareció que le sería fácil no llegar al orgasmo y bastante probable que por cansancio lograse dormir un poco.

Gracias amo-

Como única respuesta su amo hizo un leve ruido mientras se acomodaba en la cama. Por desgracia la fue imposible dormir. El vibrador y los deseos de volver a complacer a su amo no se lo permitieron. No sabía que nuevas experiencias la tenía preparada su amo, pero iba a intentar complacerle al máximo, y ser la mejor sumisa. En sus labios se dibujó una sonrisa mientras pensaba en ello, hasta que muchas horas después consiguió dormirse. Durante toda la noche no se borró su sonrisa de felicidad por haber complacido a su amo y por el placer que éste la había dado.