Amanda, mi primera sumisa (5)

Última parte, y la más suave de todas.

V

Se despertó con el canto de los pájaros. Debía ser mediodía. Recordó que su amo la estaba esperando abajo, se peinó y bajó en su busca sin colocarse nada de ropa. Lo encontró en el salón sentado en la hamaca y desnudo como aquella primera vez. Se acercó a él a como una perrita y le besó la mano.

  • Buenos días perrita.-

  • Buenos días amo.-

  • ¿Has dormido bien?-

  • Si amo, gracias por preocuparte por el descanso de tu perrita.-

Se atrevió a mirarle a la cara. Tenía unas ojeras enormes, como si no hubiese dormido en toda la noche, y por la cantidad de colillas del cenicero era bastante probable. Su amo la miro y la sonrió pesadamente, con cansancio.

  • Tengo hambre, prepara algo de comer mientras me ducho-

  • Si amo.-

Le siguió con la mirada mientras se dirigía a la ducha. Cuando se hubo marchado se dirigió a la cocina y empezó a preparar algo de comer. De vez en cuando sacaba la cabeza de la cocina para captar si aun estaba debajo de la ducha, no quería hacer la comida demasiado pronto y que se quedase fría para cuando llegase su amo. Por fin la ducha se cerró, supuso que aún tenía cinco minutos mientras se acababa de arreglar.

Cuando su amo entró en el salón se encontró con la comida aun humeante encima de la mesa. Su sumisa estaba en posición de espera justo al lado de la silla donde se sentaba él. Junto a ella estaba su plato de perrita vacío. La miró con aprobación y empezó a comer, de vez en cuando le daba algo a su perrita de su propio plato.

Al terminar la comida ella empezó a recoger la mesa mientras él se tomaba una copa. En la última ocasión que se debía inclinar sobre la mesa su amo le ordenó que se quedase quieta. Ella así lo hizo y se quedó inclinada sobre la mesa con el culo hacia fuera. Le sintió aproximarse por detrás. Cuando las yemas de sus dedos la acariciaron la espalda tuvo un escalofrío. Sus dedos se deslizaron desde su cuello hasta sus nalgas. Las apretó suavemente sintiendo la firmeza de estas. Se arrodilló y lamió su piel desde los tobillos hasta la nuca. Su lengua subía muy despacio, con una mano llevando una posición paralela a ella por la parte interna de los muslos.

Cuando su verga quedó a la altura de su coñito se la metió de un solo golpe. Al no estar del todo abierta ni bien lubricada no fue del todo placentero, pero pronto se acostumbró y empezó a soltar pequeños suspiros. Sintió como su amo intentaba meterla algo por el culo de un tamaño no muy grande. Pero al estar tan cerrado no entraba.

Abre el culo para tu amo putita-

Intentó tres veces introducirlo hasta que lo consiguió, en cada intento fallido la decía lo mismo a la vez que la palmeaba el culo, siendo cada palmada mas fuerte. Toda lubricación que usó fue un poco de saliva que dejó caer sobre su ano. Al ir entrando la dolió un poco, pero no mostró señales de dolor, solo gimió un poco mas fuerte. Su amo la siguió penetrando con fuerza, ella notaba la proximidad del orgasmo y justo antes de tenerlo escuchó a su amo.

Recuerda que no tienes permiso para correrte perrita, asi que ni se te ocurra hacerlo.-

Había estado apunto de cometer un fallo terrible. Apretó los labios y contuvo el orgasmo como pudo. Aun así de su garganta se oían suaves gemidos. La tumbó encima de la mesa boca arriba y sacando el mechero que la había introducido en el culo lo sustituyó por su verga. Esta vez la fue metiendo despacio, ayudado por los jugos vaginales con los que estaba lubricada.

Una vez dentro empezó a moverse muy despacio para ir cogiendo ritmo poco a poco. De vez en cuando la sacaba entera para meterla de golpe de una sola estocada acompañada por una palmada en su firme trasero arrancándola un gemido de placer. Ya no podía aguantar más sin correrse y eso la estaba volviendo loca. Le suplicó a su amo permiso para correrse pero este ni siquiera la contestó. A los pocos segundos su amo la estaba llenando el culo de leche mientras ella se esforzaba por no correrse. Cuando terminó se separó de ella y la miró.

Ella seguía ardiendo por dentro, se había quedado sin el que habría sido uno de los mejores orgasmos de su vida, y su rostro y calentura asi lo indicaban. Se puso de rodillas en posición de sumisa mientras intentaba controlar su respiración y su calentura.

Termina de recoger y dúchate. Y ni se te ocurra tocarte. Cuando termines ve al dormitorio.-

Si Amo.-

Hizo lo que su amo la había ordenado, cuando entró al dormitorio vio que su maleta estaba hecha. Encima de la cama estaba la ropa que se debía poner para volver a su rutina, y separarse de su amo. Por supuesto el conjunto prescindía totalmente de la ropa interior. La ayudó a vestirse y cargaron las maletas en sus respectivos coches.

Bueno perrita debemos despedirnos por el momento. Si no he dejado que te corrieses es para que desees volver pronto a mi lado. Ni se te ocurra correrte sin mi permiso, recuerda que te conozco lo suficientemente bien como para saber si me mientes. De todas formas estoy seguro que nos veremos pronto. Por cierto por las noches, cuando estés sola, debes dormir con tu collar de sumisa, así recordarás quien es tu amo todas las noches.-

Ya estoy deseando que llegue el proximo encuentro amo. Haré todo como me has dicho. Muchas gracias por este fin de semana amo.-

La dio un beso en la frente y la ayudó a subir a su coche. Durante toda la vuelta a casa estuvo con su entrepierna ardiendo. Estaba deseando volver junto a su amo cuanto antes, no estaba segura de poder aguantar un mes sin estar a su lado. Al llegar a casa y deshacer la maleta encontró una pequeña carpeta con varios folios, en cada uno de ellos había un dibujo de la sesión de fotos que la había hecho. Su coñito se volvió a humedecer solo de recordarlo. Se las acercó a los labios y besó los dibujos notando el perfume de su amo en ellos. Abrió la mesilla y los guardó como si de un preciado tesoro se tratase.

Espero que os haya gustado esta saga. Toda ella va dedicada a mis lectores y por supuesto a mi perrita sumisa, jamás habría soñado con encontrar a una tan buena como ella, es la fuente de mi inspiración y de mi lujuria.