Amanda, mi primera sumisa (2)

Sigue el fin de semana de mi primera dominación.

No lo puse en mi anterior relato pero todos éstos van dedicados a ella, a quien me hizo entrar en este mundo y quien es mi musa. Gracias por ser como eres.

II

Se despertó con el sonido del móvil, justo antes de cogerlo colgaron. Cuando miró el número vio que era el de su amo. Le llamó pero tenía el teléfono apagado. En ese instante se dio cuenta de que ya no tenía puesta la correa, ni el consolador introducido en su vagina. Se percató de que la puerta estaba cerrada y se levantó para abrirla tal y como la había dicho su amo. Al girar el picaporte y abrir vio que había una nota pegada en la parte de fuera de la puerta. En ella solo ponía comedor.

Fue a salir del cuarto pero se detuvo pensativa. Creía recordar de alguna página de Internet que una sumida siempre debía moverse a cuatro patas. Decidió bajar al comedor de esa manera, así seguro que agradaba a su amo.

El comedor estaba situado en la planta baja, a él se accedía atravesando unos arcos de medio punto. De puertas hacían unas gruesas cortinas las cuales retenían muy efectivamente el salón, como comprobó al entrar en él, ya que debía hacer bastantes grados más. En el centro de la sala había una gran mesa de madera maciza rodeada por varias sillas. En una de los laterales se encontraban dos grandes hamacas. En una de ellas se encontraba su amo, completamente desnudo y disfrutando del calor que emanaba de una gran chimenea. Se acercó a él y se colocó a su lado mientras le besaba una de las manos como si fuese un perro queriendo recibir la atención de su amo. Este la miró con indiferencia y la acarició la cabeza como quien se la acaricia a un animal solo para que este le deje en paz.

No entendía porque su amo la trataba con esa indiferencia. Por la noche estaba feliz con ella gracias a su comportamiento. ¿Qué había sucedido desde ese momento hasta ahora? La respuesta le llegó de golpe, cuando su amo se había despertado ella dormía, tan profundamente como para no haberse despertado al haber sido desatada, ni cuando le quitó el consolador de entre las piernas.

Siento mucho no haber estado despierta cuando os levantasteis amo.-

Por ello recibirás un doloroso castigo, es una falta imperdonable. Quizá me equivoqué al ser tan blando anoche.-

Ella se estremeció ante aquellas palabras, a su mente acudió la imagen de las esposas y la fusta que había en el estante del armario. Agachó la cabeza y se quedó completamente quieta, según su criterio era mejor no replicar por la falta de información ya que se arriesgaba a un castigo más severo. El tiempo pasó sin que ninguno de los dos hiciese el más mínimo movimiento, solo él de vez en cuando se encendía un cigarro. Empezó a imaginarse los tipos de castigos que podía recibir por parte de su amo, y para su sorpresa cuanto más pensaba en ello más se humedecía su entrepierna.

De pronto él le dio un cigarro y le dijo que se lo untase en el conejo, solo el filtro. Mientras, él se levantó y descorrió las cortinas que hacían de puerta, se quedó unos segundos disfrutando del cambio de temperatura. Volvió donde estaba su sumisa y se colocó delante de ella pidiéndola con un gesto que le diese el cigarro. Cuando se lo dio, su amo se quedó quieto delante de ella. Al ver que su verga estaba levantada entendió que lo que su amo quería es que se la chupase, y así lo hizo.

Empezó a pesarle la punta con delicadeza justo en el mismo momento en el que él se encendía el cigarro. Poco a poco empezó a subir y bajar la cabeza engullendo a cada gesto un poco más de la verga de su amo. Mientras con la otra mano le acariciaba las bolas, manteniendo el mismo ritmo que con la boca. Cada vez que ella se la metía en la boca hasta las bolas su amo expulsaba el humo con un fuerte soplido.

La agarró la cabeza obligándola a mantener toda su verga dentro de la boca, mientras él hacía presión con su pelvis intentando que entrase un poco mas de carne. Esto estaba haciendo que ella se ahogase, aunque no hizo el más mínimo gesto. Él aflojó y sacó la mitad de su miembro. Agarró con fuerza su cabeza y empezó a mover su pelvis. Literalmente se estaba follando su boca. La sacó de su boca y la dio dos cachetes en la cara, para volver a follarse su boca. De vez en cuando repetía la operación, o la golpeaba en la cara con su miembro.

De pronto se separó de ella, se quedó extrañada, no se había corrido. Escuchaba como su amo respiraba con fuerza.

Sube a la habitación y espérame allí. Y ponte el collar y la venda en los ojos.-

Si amo.-

Subió al cuarto e hizo todo lo que le había mandado su amo. Volvió a adquirir su pose de sumisa en el mismo sitio donde la primera vez. Escuchó como su amo subía y cogía el neceser para meterse posteriormente en la ducha. Cuando volvió al cuarto cogió la correa y la guió otra vez hasta la planta de abajo teniendo el máximo cuidado con que no se golpeara con los muebles. El suelo bajo sus pies y manos pasó de ser de piedra a ser el jardín. Siguieron caminando durante lo que creyó que podían ser cien metros hasta que su amo la mandó detenerse. Volvió a adoptar su postura de descanso y se quedo completamente quieta.

Sintió como su amo ataba el otro extremo de la correa a un árbol y empezaba a manejar algo de metal a su alrededor. La mandó ponerse de pie lo cual ella hizo. Cogió su mano izquierda y se la ató con una correa ancha, en un ángulo por encima de su cabeza. Repitió la misma operación con la otra mano, pero esta quedó pegada a su cuerpo, sin la más mínima tirantez, ella no se imaginaba el porqué de ese cambio de una cadena a otra. Aun se extrañó más cuando le ató solo una pierna dejándola la otra libre. ¿Habría calculado su amo mal las distancias?

De pronto sintió como la cadena de su mano derecha se tensaba suspendiéndola en el aire a apenas unos centímetros del suelo. Tenía una pierna separada y la otra colgando en el aire. El aire empezó a acariciar su desnudo cuerpo, no era un aire caliente, pero tampoco tan frío como para no poder soportarlo con la poca ropa que llevaba.

Sintió como su amo la introducía dos dedos en su vagina y otro en el culo provocándola un gran placer. Estuvo así varios minutos, hasta que se separó de ella. Cogió su pierna libre y la ató a otra correa, quedando ella con los brazos y piernas en forma de X. Su amo se alejó mientras la decía que volvería en un rato.

Se quedó allí sola, sin saber exactamente donde se encontraba, o si alguien podía pasar y verla. Eso no parecía importarle a su amo, ya que tardó mas de media hora en volver.

¿Estás preparada para recibir tu castigo?-

Ella sabía que el estar preparada o no, era algo que no le importaba a su amo, por lo único que se lo había preguntado era para hacerla saber que la iba a castigar en ese momento.

Si amo-

Sin volver a decir palabra la empezó a acariciar la entrepierna hasta que ésta estuvo bien lubricada y abierta. En ese momento él cogió una pinza y se la colocó en uno de sus labios vaginales. Ella dio un gritito de dolor, con lo que se ganó un cachete de su amo en uno de sus senos, y que éste le ordenase que se callara. Le colocó otra pinza en el otro labio, y otra y otra... hasta que tuvo tres en cada uno de sus labios vaginales. Las pinzas no hacían mucha presión, con lo que el dolor no era del todo insoportable.

Sintió como su amo se alejaba de ella para poderla observar. Escuchó lo que le pareció un gruñido de aprobación por su obra. Se deslizo por detrás de ella y le bajó las cremalleras del vestido. Este cayo a sus pies en dos partes. La cogió desde detrás los senos y empezó a masajearlos y pellizcarlos. Se centró en sus pezones hasta que estos se pusieron bien tiesos, momento en el que aprovechó para ponerles una pinza en cada uno de ellos.

Allí se encontraba ella, con ocho pinzas pellizcando sus partes mas intimas. En mitad del jardín y colgada por sus cuatro extremidades. De pronto sintió como la fusta golpeaba la parte interna de sus muslos, primero uno y después el otro. De sus ojos empezaron a brotar lágrimas, pero también sentía como su entrepierna se iba mojando cada vez más, y sus pezones se iban poniendo más duros.

Poco a poco su amo fue cambiando el lugar de los azotes, golpeándola los senos el culo y los brazos, incluso la dio uno suave en la boca. Aunque la dolía cada uno de los golpes con la fusta no podía negar que estaba mojadísima. Cuando su amo terminó de golpearla sus muslos, nalgas y senos estaban rojos y calientes. Solo en ese momento su amo empezó a quitarla las pinzas de los labios. Cada vez que iba a quitar una tiraba primero un poco de ella, produciéndola un poco de placentero dolor. Cuando ya no la quedaba ninguna la penetró con su verga de un solo golpe.

Se la escapó un pequeño suspiro de placer y se sorprendió de que su amo no la golpeara por demostrar placer al ser castigada. Pensó que su amo ya la había perdonado, que equivocada estaba. De pronto sintió como su amo la tiraba de las pinzas de los pezones provocándola un poco de dolor. Ella se mordió los labios para no emitir el más mínimo ruido.

Su amo empezó a penetrarla con fuerza sin aminorar la tirantez de las pinzas que aprisionaban sus pezones. Poco a poco el placer de su entrepierna fue venciendo al leve dolor de sus pezones, llegando incluso a excitarla aun más. Notó como su amo la presionaba el ano con un gran objeto hasta metérselo unos veinte centímetros.

De sus ojos empezaron a brotar otra vez lágrimas, pero esta vez de puro placer y dolor. Se sentía en un punto medio entre el cielo y el infierno, y se estaba volviendo loca. Notaba la proximidad del orgasmo, y sabía que este no iba a ser capaz de apaciguarlo de ninguna manera, asi que le pidió permiso a su amo para correrse.

Amo por favor, déjame terminar, te lo suplico-

Aun no-

Apretó aun más los labios intentando retrasas su orgasmo, sabiendo que no lo iba a lograr durante mucho rato. Su amo empezó a gemir como un loco y aceleró el ritmo de penetración, lo cual hacía casi imposible el que ella lo retrasase aun más. Cuando creía que ya no aguantaba más su amo por fin la dio permiso.

  • Ahora, ahora puedeeeeeeeeesssssss aaaaaaaaggggg-

Se corrieron los dos a la vez, ella sintiendo como su leche la llenaba, y él como ella comprimía la vagina con cada oleada de placer. Cuando ambos hubieron terminado de correrse él la desato y le quitó las pinzas de sus pezones, al igual que lo que la había introducido en el ano. Le llevó al cuarto en brazos, ya que apenas era capaz de tenerse en pie. Tenía los pies y los brazos entumecidos por las correas. Sus muslos y su culo la dolían horrores por los golpes recibidos, todo ello hacía que apenas pudiese moverse.

Cuando llegaron al cuarto la tumbó en la cama y la aplicó una fría crema en las partes golpeadas para mitigarla el dolor. Sentía cada caricia que le daba para esparcir la crema como una bendición para su cuerpo. Mientras le aplicaba la crema le iba dando un masaje en las zonas que más coloradas estaban. Cuando creyó que había cuidado suficiente de su sierva la volvió a poner la correa del cuello y la ató a la cabecera de la cama. La quitó la venda de los ojos y se recostó a su lado, dejó que le abrazara.

Duerme sierva, te vendrá bien para recuperar fuerzas y poder soportar lo que te espera más tarde. - la dijo con voz tierna.- Cuando precise de ti te despertaré.-

Si amo.-

A los pocos minutos ella dormía plácidamente, el agotamiento de la sesión, de las posturas y el que apenas había dormido se encargaron de que el sueño fuese más fuerte que el dolor que aun sentía en su cuerpo maltratado.

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