Amanda

Una jovencita de 21 años, excitada, tras oir a su jefe, tirandose a una compañera, decide hacerle suyo. todo termina en un magnifico trio.

Soy un hombre con estrella, jamás, en mis 43 años, he tenido problemas ni económicos ni sexuales. Me estrené a los catorce con una preciosidad de diecinueve, y desde entonces he disfrutado de las delicias del sexo opuesto.

Pero quiero hablaros de Amanda.

Soy el dueño de una agencia de viajes, la cual compré para distraerme ( No me hace falta el dinero), pero sobretodo para conseguir nuevas adquisiciones para mi extensa agenda. Atacaba a toda mujer que se me acercaba ya fuera clienta o empleada.

Hace dos meses, contraté a Amanda, no por que fuera buena secretaria, sino el morbo que me produjo en la entrevista.

Llevaba al menos una docena de candidatas, cuando entró ella. Lo primero que noté es que estaba nerviosa, sus pezones trataban de escaparse del sujetador, al sentarse cerró las piernas, intentando que no me diera cuenta de su inseguridad. Pensé en no contratarla, me parecía que si una entrevista la ponía así, sería incapaz de atender a los clientes, pero a la vez, no podía de dejar de mirar esos pechos, me tenían hipnotizado y el morbo de los 22 años de diferencia entre ella y yo, hizo que me empezara a plantear el admitirla. Pero lo que me convenció fue su tremendo culo, cuando ya nos despedíamos, lo miré, ...............

Era perfecto, grande, duro, respingón. Para que me entendáis, era una mujer blanca con culo de negra. No pude dejar de imaginarme como sería disfrutar de semejante maravilla, como sería separar sus nalgas y disfrutar de su secreto, como entraría mi pene y como se acomodaría. En ese momento ya pude oír hasta sus gritos de placer.

¡Quedó claro!, levante mi mirada, y le dije: "Amanda, estas contratada".

Desde un principio me cayó bien, era agradable, simpática, pero sobretodo coqueta. No desperdiciaba ninguna oportunidad en demostrarme su belleza. Cogí la costumbre de llevarla a comer, disfrutaba de su risa, pero sobretodo me traía loco como abordarla.

No me había dado cuenta que, a ella, le ocurría lo mismo. Había decidido hacerse mi amante, mis múltiples obligaciones (conquistas) lejos de ponerla celosa, la excitaban. No dejaba de pensar como sería su jefe en la cama.

Todo se precipitó el viernes pasado. Después de una semana horrible, llena de broncas y de problemas de trabajo, estaba sentado en la sala de reuniones de mi despacho, y entró Bárbara.

Mulata, grandes pechos, con un cuerpo de escándalo pero sobretodo una fiera insaciable. La conocí nada mas llegar a España hace mas de tres años, ahora es además de mi asistente, mi mas fiel amante.

Se acercó por detrás, sus manos empezaron a darme un masaje en los hombros mientras sentía sus magníficos pitones en mi nuca.

"¡ Martín! Me tienes desatendida".

Gire mi silla, quedando mi cara frente a ella. Comencé a acariciar la curva de sus pechos a la vez que desabrochaba, uno a uno, los botones de su blusa. Nunca me llegaré a acostumbrar a esa visión. Con mi lengua dibuje círculos alrededor de su pezón derecho mientras con mi mano apretaba suavemente el izquierdo. Estos reaccionaron al instante, la aureola se contrajo y mientras lo mordía, pude oler su perfume de hembra en celo.

Riéndose, me dijo:

"Ya creía que te reservabas para esa niña rubia".

"¿Como crees?" , le respondí, "Tú eres la primera de mi harén".

La cogí de la cintura, alzándola la senté sobre la mesa. Sorprendido me dí cuenta que no llevaba bragas. ¡Eres una zorra!, ¡mira como estás!. Agachándome fui acercándome a su coño, disfrutando de lo que veía. Bárbara lo tenía totalmente rasurado, brillaba por la humedad que sentía. Estaba excitada, con mi lengua empecé a recorrer sus labios mientras mis manos recorrían libremente sus pechos. Me concentré en su clítoris, nada mas tocarlo, su respiración se volvió entrecortada y cuando con dos dedos exploré su cavidad, un río liquido cayó sobre mi boca.

Mi pene, me pidió participar, y sacándolo de su encierro, lo fui acercando a su presa. Jugué un poco con el, separando sus labios vaginales y torturando dulcemente su botón.

¿ Me deseas?¿Qué es lo que quieres que haga? Le pregunte.

Bárbara, urgida y deseosa, como única respuesta, agarró a mi querido compañero y de un solo golpe se lo ensartó.

"Creía que estabas celosa", le dije, mientras apretaba sus pechos a la vez que entraba y salía de su humedad. "Todavía, no he conseguido tirarme a Amanda, pero lo haré y tu me vas a ayudar"

Sus gritos demostraban que estaba a punto de llegar al orgasmo, por lo que dándole la vuelta la penetré por su culo. Ella grito de placer, su climax coincidió con el mio, me corrí brutalmente, llenando sus conductos de mi semen.

Mas tranquilos, nos sentamos.

" Te voy a ayudar, pero con una condición, quiero participar", me contesto.

Una sonrisa iluminó mi rostro, " Claro, bonita, la niñata será nuestra".

Ya era tarde, por lo que tenia que cerrar la agencia. Al salir, abrazado de Barbara, vimos que solo quedaba Amanda. Debía de haber oído todo, su cara estaba roja. "Lastima", pensé, " Se acaba de entrerar de lo mío con Barbie, ¡ Tendré más difícil, el tirármela!".

Alegramente, salí de la empresa, pensando en el fin de semana que tenía por delante, dejando a las dos niñas que cerraran y apagaran la oficina.

Mientras, bajaban la persiana del local, mi mulata, preguntó a la rubia, si quería tomarse un café, en el bar de la esquina, a lo que ella le contesto afirmativamente.

Una vez sentadas, Bárbara sin mas dilación, entró al trapo:

"Amanda, antes que me lo preguntes, quiero confirmarte que estoy con Martín. Además de buena persona, es un magnífico amante. Desde el momento que le ví, con su metro noventa, supe que lo haría mío y no me importa ni la diferencia de edad, ni que ande con otras, me hace feliz".

Ante esta demostración de confianza, la rubia se abrió y le contestó que a ella le ocurría lo mismo, que cada vez que Yo me la acercaba, sentía que su corazón se alborotaba y que sus hormonas empezaban a funcionar. No veía forma de abordarme y a la vez le echaba para atrás el hecho que estuviera también con ella.

Barbie se rió: " Tonta, por mí no te preocupes, y la mejor forma de atacarle es de frente, aprovecha cualquier excusa y lánzate". " Tienes todo el sábado y todo el domingo para pensar en la forma"

"Gracias", dijo Amanda, "lo pensaré".

Por la noche, en su casa y después de saludar a sus padres, se preparó un baño. Al desnudarse, se miro en el espejo, la imagen que este le devolvía era la de una mujer joven, excitada, notó que sus pechos estaban duros, al acariciarlos sus pezones se irguieron, su sexo se humedeció. Bajando su mano, abrió sus pliegues y encontrando el clítoris empezó a masturbase con una sola obsesión, Martín.

No comprendía como un hombre que le llevaba 22 años, que podía ser su padre, le pusiera en tal estado, jamás en su vida, había estado con un viejo, pero coincidiendo con su placer, decidió que el lunes, yo, caería en sus brazos.

Ese lunes, llegué tarde, traía un resaca endemoniada, "Ya no estoy para estos trotes", el domingo me cogí una borrachera de las de padre y señor nuestro, para colmo de males, estuve toda la tarde tratando de conquistarme a una azafata, la cual se me escapó viva, por lo que unido a mi dolor de cabeza, tenía una calentura mental brutal.

Cuando estaba a punto de llamar a Bárbara para resolverlo, entró en mi despacho, Amanda. Traía un café, un vaso de agua con dos aspirinas, y su cuerpo. Se sentó enfrente de mi mesa y me empezó a hablar del problema que le había surgido con un cliente. No había dicho tres palabras, cuando yo ya había desconectado y solo tenía ojos para sus pechos.

Su canalillo dejaba de entrever unos pechos duros, de chiquilla, que hacia poco habían crecido para deleite mío. Ella se dio cuenta de mi fijación y lejos de taparse, se acomodó coquetamente en la silla, de manera que podía vislumbrar el inicio de su aureola. Empecé a imaginarme como seria tenerlos en mi boca, a que sabrían, como serían sus pezones, rosados, pequeños, dulces. Mientras estaba en mi ensoñación, sentí que algo me subía por la pierna, ¡ Eran sus pies descalzos! Sorprendido, sonreí.

Mi sonrisa fue el detonante, su pié todavía enfundado en su media, empezó a acariciarme la entrepierna, mi pene respondió a sus maniobras, ya totalmente salido, me bajé la bragueta sacándolo y lo coloqué entre sus dos pies, ya que el que faltaba se había unido a las caricias. Levante mi mirada, vi que Amanda se había subido la falda y se estaba masturbando.

En ese momento, Bárbara entró en el despacho, se sentó en la sala de juntas y empezó a arreglar unos papeles. " Será cabrona", pensé para mis adentros mientras tapaba mi excitación con la chaqueta.

No pasaron unos minutos, durante los cuales, Amanda y yo, disimulamos hablando del cliente, cuando ella volvió con su maniobra, cogió mi pene entre sus piés y deliciosamente me empezó a masturbar.

Miré a la mulata, y ella me guiño el ojo, la sonreí, al fin y al cabo éramos cómplices.

"Venid aquí", mis dos niñas respondieron, Amanda se levantó de su silla y se acercó a la mía, la senté en la mesa, abriéndole las piernas pude contemplar su sexo. Su juventud era palpable, apartando su tanga, empecé a jugar con su clítoris. No estaba rasurado, "ya lo arreglare" pensé a la vez que mi lengua jugaba con sus labios, y mis dedos recorrían las curvas de su pechos. Bárbara se acercó y me ayudó a despojarla de la blusa. Sus labios capturaron el pezón de la rubia, y el cual se endureció convirtiéndose en un micropene. La respiración, sus movimientos revelaban que lejos de incomodarse, le gustaba que cuatro manos y dos bocas recorrieran su cuerpo, abrió sus piernas al máximo, permitiendome profundizar en mi lamida, mi lengua se regocijaba en semejante coño, entraba y salía produciéndole un enorme placer, cuando mis dedos comenzaron a explorar su gruta, note que estaba a punto de explotar, por lo que aceleré mis maniobras.

Mi boca se llenó de su corrida, maravillado comprendí que no era una niña sino una hembra con necesidad de ser amada.

"Ahora te toca a ti", me dijo al oído, se agachó ante mi pene erecto y suavemente fue introduciéndoselo en la boca, a la vez que me acariciaba mis testículos.

Bárbara, que mientras tanto se había desnudado, nos miraba...... Su mano empezó a masturbarla. Sus pechos henchidos deseaban ser tocados, su pezones querían ser besados.

¡Follame! Le exigí a Amanda. Ella obedeciendo fue sacando lentamente su boca de mi polla, haciendome sentir en el séptimo cielo. Se colocó de espaldas a mí, yo, que todavía estaba sentado observé como poco a poco se ensartaba, Amanda, mi pene dentro de ella. Usándome de montura, empezó a cabalgar sobre mi falo, primero a un paso lento, acelerando poco a poco, hasta que ya era una yegua desbocada.

¡ Duro! Me pidió, por lo que levantándome y cogiendola en vilo, la deposité en la mesa, Mis arremetidas prosiguieron durante unos minutos, hasta que sentí la lengua de Bárbara en mis huevos, su boca se alternaba entre ellos y la vulva de la rubia. Esta, al sentir que una mujer le estaba comiendo el coño, explotó.

"Me corro"

Sus estremecimientos, así como sus gritos, provocaron que me corriera por segunda vez. Acto seguido, pedí a mi mulata que se tumbara en la mesa y mirando traviesamente a Amanda, le dije:

" Creo, que no es justo, que solo tu hayas disfrutado de mí, así que ahora Bárbara va a recoger su ración de tu coño"

Ella comprendió al instante, que era lo que yo quería, y subiéndose a la mesa se acopló en un perfecto 69 con Barbie.

Descansando, pero sobretodo, disfrutando, observé la escena. Sobre la mesa, cual banquete, tenía a dos magnificas representantes del sexo femenino, comiéndose entre ellas. Sus diferencias, quedaban realzadas sobre la madera, una con piel oscura, pecho grande, coño rasurado, fuerte y recia, la otra, rubia, piel blanca, senos florecientes, sin depilar, delicada. Tuve que reconocer que " Soy un hombre con suerte".

Estos pensamientos, me volvieron a excitar, y acercándome a Amanda, le abrí sus nalgas, era exactamente como me había imaginado, rosado, cerrado, apenas sin explorar. Decidí hacer uso de él, mientras mi mulata disfrutaba de su coño. Me acerqué a su ojete, su sabor agrio me envolvió. La punta de mi lengua penetró rapidamente, noté que le gustaba, porque desentendiéndose de Bárbara, sus manos reemplazaron a las mías, abriéndoselo de par en par, para facilitarme la labor. Círculos alrededor de su ano, así como incursiones rápidas de mi lengua en su interior, provocaron su delirio.

Iba a romperle el culo a esta niña, pero antes debía ensanchar el conducto, por lo que recogiendo parte del flujo de su almeja, lo restregué introduciendo un dedo al principio. Ella, respingó, pero deseosa presionó para que entrara todo, cuando percibí que ya no le dolía metí el segundo y el tercero. Amanda era, en ese momento, una perra deseosa de ser penetrada, ¡estaba lista!.

¡Por Favor!, me rogó, ¡ Usame , ya !.

Coloqué mi pene en su entrada, estaba introduciéndolo lentamente cuando ella se lo metió de golpe, unas lágrimas salieron de sus ojos, pero en ningún momento se quejó. Se sentía llena, completa, mientras que Bárbara se comía su coño, introduciendo dos dedos en su vagina, su jefe, aquel por el que suspiraba, la poseía por detrás.

¡ Dios! ¡que bruto! ¡me vengo!, gritó.

Lloró de felicidad, al notar que la mulata se corría en su boca y que Yo desparramaba mi leche en su interior. Mi nena, estaba agotada. Bárbara, exhausta también, se bajó de la mesa, y agachándose introdujo mi polla, en su boca limpiando todo residuo del culo de Amanda. Una vez terminada, su tarea, levantó su mirada y me dijo:

¡ Martín!, a partir de hoy somos dos, tus zorras.

MI CARCAJADA RETUMBÓ EN LA OFICINA.