Amanda (2: Bárbara, la castiga suavemente)
Los tríos son complicados, es difícil de sobrellevar una relación a tres bandas, celos, envidias, malentendidos. Esto nos ocurrió a Amanda, a Bárbara y a mí.
Segunda parte de Amanda
Los tríos son complicados, es difícil de sobrellevar una relación a tres bandas, celos, envidias, malentendidos. Esto nos ocurrió a Amanda, a Bárbara y a mí.
Imaginaros un viernes en la noche cualquiera, debido a su juventud (21 y 25 años), me convencieron de irnos de juerga a una discoteca. Yo, en cambio, prefiero una cena tranquila con una buena sesión de sexo de postre.
Cuando salimos de casa, contemplé a mis dos zorritas, iban realmente esculturales. Bárbara, mi mulata, llevaba un vestido escotado, que dejaba vislumbrar sus magníficos pechos, en cambio Amanda, mi rubita, llevaba una minifalda de infarto, de esas que no son mas grandes que un cinturón ancho, y un top negro dejando su ombligo al descubierto. "Soy un tipo con suerte", pensé.
Al entrar a la disco, nos dirigimos directamente hacia la mesa, que teníamos reservada. La música y las luces iba calentando el ambiente, siempre me ha maravillado como esa combinación de sonido y luz consiguen crear una atmósfera de excitación en las personas que concurren a este tipo de locales.
Nosotros no éramos ajenos a este fenómeno, Bárbara, con su sangre negra hirviendo por el ritmo me cogió de la mano y me dijo "vamos a bailar", solo me dió tiempo a preguntarle, a Amanda, si quería venir con nosotros , me mostró la copa diciendo que se la iba a terminar antes. Bárbara ya me arrastraba hacia la pista. Nos pusimos a bailar en un rincón de la pista, estaba llena de veinteañeros, Mitad borrachos, mitad colocados.
Comenzó a bailar de manera muy sensual, moviendo la cintura y sin dejar de mirarme a los ojos. Su cuerpo seguía el ritmo de la música, el calor y el baile produjo que el sudor empezara a aparecer sobre su piel brillante, una gota recorrió su cuello, resbalando hacia su estrecho canalillo. Bailaba cada vez mas pegada a mi cuerpo, meneando las caderas, parecía poseída..
La agarré pegando su pecho al mío, cuerpo contra cuerpo, su olor embriagador despertó mis hormonas, le susurré al oído que me traía loco. En ese momento me di cuenta de que sus pezones denotaban claramente que ella, también, estaba excitada. Bailando comenzó a restregarse contra mi pene, mi mano recorría su espalda desnuda y humeda, la posé sobre su culo, acariciándolo suavemente. Bárbara se dió la vuelta, colocando mi miembro entre sus dos nalgas. La muy guarra, me estaba masturbando en frente de 100 personas. Mis manos se adueñaron de sus pechos, nuestro baile se convirtió en un simulacro de coito, su respiración acompasada con el ritmo se hizo profunda, mi pene se hacía hueco todavía mas en su trasero.
"Estoy mojada y cachonda" , me dijo.
"Eso se arregla" le contesté y cogiéndola de la cintura, la saqué de la pista y la llevé a los servicios. Toda la gente y sobretodo el personal masculino, escandalizada y envidiosa, se quedó mirando como un hombre maduro y una jovencita se metían en el baño de caballeros..
Ya ahí, cerré con pestillo, y sin mediar palabra metí mi mano entre sus piernas, confirmando su humedad, su coño estaba en plena ebullición, nada más separas su labios, introdujé uno de mis dedos en su sexo, mientras con la otra mano descubrí sus tetas, observando lo duros que estaban sus negros pezones, duros como nunca. Esa visión me enardeció, mi lengua empezó a recorrer su aureola izquierda mientras pellizaba el boton derecho. El morbo de ser descubiertos, el alcohol y mis caricias, provocaron su orgasmo.
" Me corro" grito a la vez que arañaba mi espalda.
Posé mis manos sobre sus hombros, y la obligue suavemente a arrodillarse.
" Me voy a manchar", protestó.
Pero no había marcha atrás, sacando mi pene de su encierro, le pusé la punta de mi polla entre los labios. El liquido preseminal brillaba en mi capullo, ella abriendo su boca, engulló de un golpe toda su extensión, y con sus manos apretaba mis testículos. El movimiento de su cabeza no solo se desplazaba hacía adelante y hacía atrás, sino que también hacia los lados, provocándome un placer infinito. No aguanté mas y olvidando todo tipo de cariño, la agarré de la nuca, metiendosela hasta la garganta, unas nauseas recorrieron su cuerpo pero notando que se acercaba mi clímax aceleró su mamada, mi cuerpo no resistió y en breves instantes llene su boca de mi leche: Ella lejos de indignarse, disfrutó como posesa, bebiendo y lamiendo mi pene, hasta que despareció cualquier rastro de mi corrida.
" Amanda", pensé, "la hemos dejado sola".
" Vamos a la mesa, que si no se va a cabrear la rubia" le dije.
Mientras nos acercábamos al lugar donde la habíamos dejado, nos dimos cuenta que no estaba, extrañados la buscamos por el local y al no encontrarla, preguntamos al camarero que nos había servido, el cual nos informó que Amanda había pagado la cuenta y enfadada se fue del local.
Cuando llegamos a la casa, nos la encontramos en el salón, ya en pijama, enfurruñada y con una copa en la mano. Se notaba, que había tratado de calmar su cabreo con alcohol, estaba totalmente borracha. Bárbara preocupada se le acercó, diciéndole:
¿ Porqué te has ido?, cuando volvimos de bailar ya no estabas.
¡ De Bailar!, ¡ Egoísta de mierda!, somos dos mujeres, y te fuiste con Martín a joder tú sola. Le contestó y con un sonoro tortazo le cruzó la cara.
El silencio se adueño de la habitación, yo estaba perplejo, tratando de calmar los ánimos, comente:
" Tranquilas, ha sido un malentendido.
" ¿Malentendido? ¡ Tu puta madre!", gruñó Bárbara, y cogiendo su bolso, salió de la habitación, yéndose a dormir a la de invitados.
" ¿Ves lo que has conseguido?", recriminé a Amanda.
Pude ver como el coraje le subía a la cara y gritando, me contestó:
"Encima la defiendes, ¡ Os odio, a los dos!".
Balanceándose por la borrachera y llorando por lo ocurrido, me dejó, solo, copa en mano en medio del salón. "Hay que joderse, vivo con dos mujeres, cada cual está más buena que la otra , y hoy, que es viernes, me quedo como gilipollas, mas solo que la una".
Decidí terminarme la copa, no debía de meterme en la bronca de las dos, sabía que la culpa había sido mía, que debido a mi calentura, dejamos sola a Amanda, pero también había que reconocer que ella se había pasado. Meditando, me fui a la cama. Al llegar vi a Amanda durmiendo de su lado, mi pecho se encogió del dolor, faltaba Bárbara. ¡Yo, a mi edad, estaba enamorado de esas dos niñas!.
Desnudándome, me metí en la cama, trate de abrazarla, pero con un gruñido, me apartó. "Debo de arreglar esto mañana", pensé. Me quedé dormido. Ya por la mañana, noto que alguien me tocaba el hombro, abro los ojos y era mi mulatita, la cual con un dedo en sus labios, me dijo:
" Sal de la cama, no hables, pero sobretodo, no te metas, ¡Esto es entre ella y yo!".
En pelotas, medio dormido dejé que me llevara al sillón que estaba en el dormitorio. Nada mas cerciorarse, que me había sentado y que iba a mantenerme callado, cogió una bolsa del suelo , sigilosa y desnuda, se acercó a donde Amanda dormía, la dejó a su lado. Extrañado, sin moverme, observaba su maniobra. Con mucho cuidado, la fue atando con cuatro bufandas a las patas de la cama, cuando hubo terminado, se arrodillo con una pierna a cada lado de su cuerpo, entonces zarandeándola, le dijo:
" Despierta, PUTA" .
Amanda, sobresaltada, se despertó, al darse cuenta que estaba atada gritó:
" ¿ Qué coño haces? ¡ Desátame!
¡ Plaff!, Bárbara, con la mano extendida, la golpeó.
" Cállate. Ayer, te comportaste como una niña malcriada, te voy a dar una lección que no olvidarás: ¡SOMOS TRES, NO SOLO ERES LA PUTA DE MARTÍN, ERES TAMBIEN MI HEMBRA!."
Acto seguido, metió la mano en la bolsa, sacando unas tijeras, las cuales acercó a su cara,
" Te vas a estar quieta, ¿comprendes?.
Asustada, me miró, pidiéndome ayuda. " Es cosa de vosotras, no voy a meterme", comenté.
Bárbara, empezó a cortar el pantalón del pijama, mientras Amanda no paraba de llorar y de moverse. Cabreada, le pegó de nuevo diciendo:
"¡No te muevas que te voy a cortar!".
Ella comprendió y aterrada, le pidió:
"No me hagas daño".
Siguió con su tarea, terminando de arrancarle todas su prendas de vestir, la dejó desnuda. Metió las tijeras en la bolsa y sacó de ella, cera para depilar.
" No me gusta tu coño tan peludo, y como es mío, te lo voy a arreglar".
Cogió dos tiras de la cera, cuidadosamente se la colocó encima del pelo que le sobraba, y de un solo jalón, se las arrancó.
" Arggg, Me hiciste Polvo." Gimió.
" Todavía, no he terminado" y brocha en mano empezó a extender la crema de afeitar alrededor de su pubis. Amanda, mas tranquila, empezó a disfrutar del leve toqueteo de la brocha sobre sus labios, el frescor de la misma se enfrentaba con el calor que ella estaba sintiendo en su interior. Yo, mientras tanto, convidado de piedra, seguía absorto todos sus movimientos.
Con mucho cuidado y con una cuchilla, fue afeitando su monte, se veía hermoso, apetecible, a la vez con movimientos circulares jugaba con su clítoris, dándole suaves golpecitos con el dedo. Una vez acabó con la cuchilla, se agachó, mordisqueando el interior de sus muslos, acercándose poco a poco a su objeto de deseo, a la vez que acariciaba su culo. Sacó la lengua recorriendo su raja, con la mano retiró los adoloridos labios, y suavemente se concentró en el bultito erecto, primero con pequeñas aproximaciones, luego con una lamida profunda que iba tumbando poco a poco sus defensas , mientras el orgasmo de Amanda se acercaba. Con dos dedos en su vagina y la lengua torturando insistentemente su clítoris, Bárbara estaba disfrutando de la indefensión de la rubia. Una enorme cantidad de fluido le demostró que ya era suya, había conseguido que se corriera.
"Amor mío, desátame", le pidió, sudando, con la mirada perdida.
¡ NO! ¡ Te tengo una sorpresa!, le contestó y sacando un arnés de la bolsa, se lo colocó.
Amanda lo miró extrañada, nunca había visto uno parecido, era como un liguero al que le hubieran pegado un enorme consolador vibrátil, asustada nuevamente, le dijo:
"Me vas a destrozar"
"Es lo que quiero, ERES MI HEMBRA y TE VOY A FOLLAR COMO FOLLA UN HOMBRE" , mientras lo encendía, de un solo movimiento se lo inserto en su coño. La penetración fue dura ,brutal, de los ojos de la rubia salieron unas lagrimas, pero eso no detuvo a Bárbara que viéndola indefensa, aceleró su ritmo, moviendo sus caderas en un movimiento frenético.
Esa escena, mis dos mujeres amándose, formando un solo cuerpo, sus gritos y jadeos, terminaron por decidirme, me acerqué a ellas, y abriéndole las nalgas a la mulata, introduje mi lengua en su ojete, ella agradecida, me dijo:
" Ya era hora que te nos unieras"
Su sabor me enardeció, con un dedo fui relajando el esfínter, el cual, rápidamente, reaccionó, permitiéndome que le introdujera mi pene,
Bárbara gimió al recibir todo mi miembro en su ano, sintiéndose llena, prosiguió con sus penetraciones a Amanda. Ya no éramos tres, nos habíamos fundido en uno. Ella era la correa de transmisión, a cada embiste mío, respondía con uno suyo sobre su hermosa montura, sintiéndose poseída y posesora, se corrió. Sus gritos, resonaron en el dormitorio, su cuerpo al desplomarse, insertó cruelmente el arnés, en la vagina de Laura, la cual sobreexcitada, pedía mas. Mi orgasmo estaba al caer, mi polla explotó, regando las entrañas de Barbara.
Exhausto, apoyé mi cuerpo sobre el de ellas, la combinación de la vibración del consolador, unido a la hipóxia, producida por la falta de aire, debido a nuestro peso, provocó el clímax de Amanda., la cual e sintió por primera vez en su vida completa, satisfecha, su vida tenía sentido.
Desatándola la besé. La oveja descarriada había vuelto a su redil.
"¡OS AMO, A LOS DOS! ¡ SOY VUESTRA HEMBRA!", y riendo se acercó a mi oído, diciéndome: " ¡Me vengaré!".